viernes, 15 de noviembre de 2013

Pequeñas Semillitas 2193

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 8 - Número 2193 ~ Viernes 15 de Noviembre de 2013
- AÑO DE LA FE -
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
En la Virgen María encontramos una respuesta pertinente a los interrogantes angustiosos de nuestra cultura post-moderna
Para muchos de nuestros contemporáneos, la tentación de tachar de  anticuado el culto legítimo que se le dedica a María, y de considerarlo obsoleto, es fuerte. La piedad mariana, marcada por la superstición o por la sensibilidad doliente, una vez desprovista de razón, se refugiaría en el sentimentalismo religioso.
La devoción hacia la Madre de Dios no es una piedad fuera de tiempo. El Rosario, en particular, como lo escribe Juan Pablo II, “en su sencillez y en su profundidad (…) permanece incluso a inicios del tercer milenio, como una oración de una gran significación, destinada a dar frutos de santidad”.
Frecuentando a la Virgen María, encontraremos una respuesta pertinente a las interrogantes angustiosas de nuestra cultura post-moderna.
Monseñor Dominique Rey

La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Como sucedió en los días de Noé, así será también en los días del Hijo del hombre. Comían, bebían, tomaban mujer o marido, hasta el día en que entró Noé en el arca; vino el diluvio y los hizo perecer a todos. Lo mismo, como sucedió en los días de Lot: comían, bebían, compraban, vendían, plantaban, construían; pero el día que salió Lot de Sodoma, Dios hizo llover fuego y azufre del cielo y los hizo perecer a todos. Lo mismo sucederá el Día en que el Hijo del hombre se manifieste.
»Aquel día, el que esté en el terrado y tenga sus enseres en casa, no baje a recogerlos; y de igual modo, el que esté en el campo, no se vuelva atrás. Acordaos de la mujer de Lot. Quien intente guardar su vida, la perderá; y quien la pierda, la conservará. Yo os lo digo: aquella noche estarán dos en un mismo lecho: uno será tomado y el otro dejado; habrá dos mujeres moliendo juntas: una será tomada y la otra dejada». Y le dijeron: «¿Dónde, Señor?». Él les respondió: «Donde esté el cuerpo, allí también se reunirán los buitres».
(Lc 17,26-37)

Comentario
Hoy, en el contexto predominante de una cultura materialista, muchos actúan como en tiempos de Noé: «Comían, bebían, tomaban mujer o marido» (Lc 17,28); o como los coetáneos de Lot que «(…) compraban, vendían, plantaban, construían» (Lc 17,28). Con una visión tan miope, la aspiración suprema de muchos se reduce a su propia vida física temporal y, en consecuencia, todo su esfuerzo se orienta a conservar esa vida, a protegerla y enriquecerla.
En el fragmento del Evangelio que estamos comentando, Jesús quiere salir al paso de esta concepción fragmentaria de la vida que mutila al ser humano y lo lleva a la frustración. Y lo hace mediante una sentencia seria y contundente, capaz de remover las conciencias y de obligar al planteamiento de preguntas fundamentales: «Quien intente guardar su vida, la perderá; y quien la pierda, la conservará» (Lc 17,33). Meditando sobre esta enseñanza de Jesucristo, dice san Agustín: «¿Qué decir, pues? ¿Perecerán todos los que hacen estas cosas, es decir, quienes se casan, plantan viñas y edifican? No ellos, sino quienes presumen de esas cosas, quienes anteponen esas cosas a Dios, quienes están dispuestos a ofender a Dios al instante por tales cosas».
De hecho, ¿quién pierde la vida por haberla querido conservar sino aquel que ha vivido exclusivamente en la carne, sin dejar aflorar el espíritu; o aún más, aquel que vive ensimismado, ignorando por completo a los demás? Porque es evidente que la vida en la carne se ha de perder necesariamente, y que la vida en el espíritu, si no se comparte, se debilita.
Toda vida, por ella misma, tiende naturalmente al crecimiento, a la exuberancia, a la fructificación y la reproducción. Por el contrario, si se la secuestra y se la recluye en el intento de poseerla codiciosa y exclusivamente, se marchita, se esteriliza y muere. Por este motivo, todos los santos, tomando como modelo a Jesús, que vivió intensamente para Dios y para los hombres, han dado generosamente su vida de multiformes maneras al servicio de Dios y de sus semejantes.
Rev. D. Enric PRAT i Jordana (Sort, Lleida, España)

Santoral Católico:
San Alberto Magno
Obispo y Doctor de la Iglesia
Información amplia haciendo clic acá.
Fuente: Catholic.net    

¡Buenos días!

Los buenos modales

La cortesía es como la crema de la caridad: su manifestación más agradable. Y se manifiesta en las diversas situaciones de la convivencia humana. Es un código que responde a la regla de oro “no hagas a otro lo que no quieres que te hagan a ti”. Aquí te presento unas simples sugerencias, pero su conjunto es un cúmulo de delicadas atenciones.

Trata de saber escuchar. Esfuérzate en cuidar la puntualidad. Pon atención en agradar y ser gentil al hablar. Evita las discusiones, sencillamente, opina. Proponte estar siempre dispuesto a sonreír. Trata de ser jovial, voluntarioso y dinámico. Opta siempre por guardar tus propias dificultades. Compórtate con los demás como quisiera que te traten a ti. Trata siempre de pedir "'Por favor" y no olvidar el “Gracias”. Haz promesas sólo cuando estás seguro de poder cumplirlas.

Estas líneas de elemental cortesía te darán un aura de distinción y serás siempre bien recibido, porque la gente se siente cómoda con quien es sociable, atento y delicado en su trato. Te auguro pases una agradable jornada con tus familiares y amigos.
Padre Natalio

Mes de María
Día noveno (15/NOV)
El trabajo
CONSIDERACIÓN. Cuando el primer hombre hubo pecado, Dios le impuso como uno de los castigos por su falta, la necesidad de trabajar: “Ganarás el pan con el sudor de tu frente –le dijo-, la tierra no producirá sola, sino zarzas y espinas”.
Esta obligación es general, cualquiera que sea el sitio donde la Divina Providencia nos haya colocado. El fastidio, la pena, la fatiga, que encontremos en el trabajo, no deben sorprendernos, ni descorazonarnos, porque el trabajo es una expiación.
Si algunas veces hallamos un cierto placer en nuestros trabajos, es Dios, que en su bondad, nos ayuda a cumplir nuestra tarea. El Divino Maestro, ha santificado esta labor cotidiana, de la cual algunas veces nos quejamos: Dios ha sido obrero, se ha ocupado de duros trabajos y María, hija de reyes y que debía ser un día Reina de los Ángeles, estuvo sometida a la misma ley. La tradición nos la representa, bien hilando o tejiendo las telas necesarias para sus vestidos o los de su Hijo; o bien, ocupándose en los humildes quehaceres de su casa.
Elevemos muchas veces los ojos hacia la Santa Familia de Nazaret, cuando nos sintamos agobiados por la duración o la aridez de nuestro trabajo y pidámosle que nos ayude a imitarla.

EJEMPLO. San Silvano, que habitaba en el monte Sinaí con sus religiosos, recibió un día la visita de un ermitaño, quien, al ver a los monjes trabajando, se sorprendió.
-¿Por qué –les dijo- trabajáis con tanto ardor para procuraros un alimento material? ¿María no ha tomado la mejor parte? ¿Y Marta no fue reprendida por el Señor, a causa de su ocupación? Sin responder a esta interpelación, San Silvano hizo dar un libro al ermitaño extranjero y le asignó una celda deshabitada.
A las tres horas de la tarde, el ermitaño, se extrañó de que nadie lo hubiese llamado a comer, esperó hasta el momento en que no pudo resistir el hambre que le atormentaba y entonces fue en busca del abad Silvano.
-Padre, le dijo, ¿los monjes no comen hoy?
El abad le respondió que todos ya lo habían hecho.
-¿Y cómo no me habéis invitado a participar de vuestro alimento?
-¡Cómo! respondióle San Silvano sonriendo, es porque como María, vos pretendéis haber tomado la mejor parte. Vos miráis el trabajo como innecesario y es probable que no viváis, por supuesto, más que de alimento espiritual. En cuanto a nosotros, que estamos revestidos de un cuerpo, estamos condenados a alimentarnos, y, por consiguiente, a conservar la vida para poder trabajar.
El ermitaño pidióle perdón, por haberse permitido una censura tan desconsiderada.
-Me siento feliz de que reconozcáis vuestro error, agregó San Silvano con benevolencia. De paso, veo que María tuvo necesidad de la ayuda de Marta. Si Marta no hubiera trabajado, María no habría podido reposar a los pies de Jesús.

ORACIÓN. Os suplicamos, ¡oh María! que no nos abandonéis en los trabajos de esta vida. Vos, que habéis querido someteros a la ley común del trabajo, haced que, a vuestro ejemplo, aceptemos con resignación las fatigas y sufrimientos, que son el resultado del pecado y que, de este modo, podamos adquirir verdaderos méritos a los ojos del Señor. Así sea.

RESOLUCIÓN. Huiré de la ociosidad, como de un gran mal.

JACULATORIA. Madre admirable, rogad por nosotros.

La frase de hoy

“La grandeza de María reside en su humildad.
Jesús, quien vivió en estrechísimo contacto con ella,
parecía querer que nosotros aprendiéramos
de Él y de ella una lección solamente:
ser mansos y humildes de corazón” 
Beata Madre Teresa de Calcuta

Pedidos de oración
Pedimos oración por la Santa Iglesia Católica; por el Papa Francisco, por el Papa Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas, catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones, por la Paz en el mundo, por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las enfermedades, el hambre y la pobreza; por los presos políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo, por la unión de las familias, la fidelidad de los matrimonios y por más inclinación de los jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas, y por las Benditas Almas del Purgatorio.

Pedimos oración por la salud de Claudia D., de la ciudad de Córdoba, Argentina.

Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén

Ofrecimiento para sacerdotes y religiosas

Formulo el siguiente ofrecimiento únicamente para sacerdotes o religiosas que reciben diariamente "Pequeñas Semillitas" por e-mail:  Si desean recibir el power point y los comentarios del Evangelio del domingo siguiente con dos o tres días de anticipación, para tener tiempo de preparar sus meditaciones, homilías o demás trabajos sobre la Palabra de Dios, pueden pedírmelo a feluzul@gmail.com 
Solo deben indicar claramente su nombre, su correo electrónico, ciudad de residencia y a qué comunidad religiosa pertenecen.

“Intimidad Divina”

En las manos de Dios

Las tribulaciones de la noche de los sentidos y del espíritu tienen por objeto desasir al hombre de todas las ataduras. En la vida de toda criatura hay siempre una medida de sufrimiento capaz de actuar su purificación radical; son elegidos y dispuestos por Dios según las necesidades y circunstancias de cada uno, mas por desgracia son pocos los que saben valerse de ellos, porque pocos saben reconocer en ellos la mano divina que quiere purificarlos. Pocos se dejan guiar por Dios ni le permiten hacer y deshacer a su gusto; la mayor parte pretenden llegar a la unión divina según sus planes y puntos de vista. “Hijo –advierte el Espíritu Santo–, si te llegas a servir al Señor, prepara tu alma para la prueba… Todo lo que te sobrevenga acéptalo, y en los reveses de tu humillación sé paciente… Confíate de él, y él, a su vez, te cuidará; endereza tus caminos y espera en él” (Ecli 2, 1, 4-6). El hombre no se convence nunca bastante de que “el camino derecho” para llegar a Dios y a la santidad es el señalado por Dios mismo y no el elegido a su talante. O el hombre se hace santo al modo de Dios o no se hará santo de ningún modo; o se deja llevar por él, o no llegará nunca a la meta.

Frente a las vicisitudes dolorosas de la vida –incomprensiones, fracasos, reveses de fortuna, situaciones ambientales difíciles– hay que guardarse de la tentación de detenerse a razonar si son justas o injustas, de atribuirlas a la malicia ajena o de indagar sus motivos. Se precisa, por el contrario, una mirada de fe que ve en todo la mano de Dios, el cual prueba a su criatura para purificarla. Justamente por su gran fe, Job, al anuncio de la pérdida de bienes a sus hijos, “cayó en tierra, se postró y dijo: El Señor dio, el Señor quitó. ¡Sea bendito el nombre del Señor!” (Job 1, 20-21). Y más tarde, cuando presa de tinieblas y angustia se lamenta protestando de su inocencia, la fe le hará reconocer que Dios, aun cuando permite sufrimientos inexplicables, es siempre justo y sabio y que no es lícito al hombre escudriñar su conducta. “Él no es un hombre como yo para que le conteste” (ib. 9, 32). Su prueba cesará finalmente cuando se rinda por completo a los designios misteriosos de Dios, renunciando a todo razonamiento y defensa personal.

El cristiano tiene motivos más altos aún para abandonarse a Dios que lo prueba. Sabe que Dios es su Creador y que tiene todos los derechos sobre él; pero sabe también que Dios es su Padre y que lo prueba no para atormentarlo, sino para sanarlo y santificarlo; sabe que Dios se ha hecho su hermano y, tomando carne humana, ha querido conocer el sufrimiento para expiar en sí mismo todas las miserias humanas y hacer dl sufrimiento el sacramento de la redención. Con los ojos en Cristo que sufre siendo completamente inocente, el cristiano comprende cuánto necesita él, pecador, participar en sus padecimientos para recobrar la inocencia perdida, la pureza integral. Y además se siente sostenido por una esperanza inquebrantable, porque “los sufrimientos del tiempo presente no son comparables con la gloria que se ha de manifestar en nosotros” (Rm 8, 19).

¿Qué hacéis Vos, Señor mío, que no sea para mayor bien del alma que entendéis que es ya vuestra y que se pone en vuestro poder para seguiros por donde fuereis hasta muerte de cruz y que está determinada a ayudárosla a llevar y a no dejaros solo con ella?... Fiad de su bondad, que nunca faltó a sus amigos… Creamos es todo para más bien nuestro. Guíe Su Majestad por donde quisiere. Ya no somos nuestros, sino suyos… Haced Vos, Señor, lo que quisiereis. No os ofenda por sola vuestra bondad. Padecer quiero, Señor, pues vos padecisteis. Cúmplase en mí de todas maneras vuestra voluntad. (Santa Teresa de Jesús)
P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D. 
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-

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