martes, 24 de septiembre de 2013

Pequeñas Semillitas 2155

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 8 - Número 2155 ~ Martes 24 de Setiembre de 2013
- AÑO DE LA FE -
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
El mensaje y la libertad interior con que vivió el Señor Jesús apuntan en la misma dirección.
El llamó bienaventurados a los pobres de espíritu y se condujo con la libertad suficiente para dejar su oficio de carpintero y acogerse a la solidaria amistad de sus discípulos. Vivía sin angustia alguna su condición de pobre y desempleado voluntario.
Lo suyo no era la holgazanería, sino la manifestación serena de su firme confianza en el amor de Dios, encarnado en la ayuda mutua y el apoyo de sus seguidores. Quien llamaba a vivir en libertad y confianza no podía atesorar bienes innecesarios.
Alguien podría argumentar que esa espiritualidad de la sencillez y la pobreza espiritual que propone Jesús es viable solamente para quienes no hayan asumido los compromisos económicos propios de cualquier padre de familia. La opción radical de Jesús parecería ser viable solamente para célibes consagrados.
Sin embargo, no lo es, puesto que los cristianos que han descubierto la benevolencia de Dios en su vida, aprenden a compartir y a vivir de manera modesta sin angustiarse.
"La Verdad Católica"

La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, se presentaron la madre y los hermanos de Jesús donde Él estaba, pero no podían llegar hasta Él a causa de la gente. Le anunciaron: «Tu madre y tus hermanos están ahí fuera y quieren verte». Pero Él les respondió: «Mi madre y mis hermanos son aquellos que oyen la Palabra de Dios y la cumplen».
(Lc 8,19-21)

Comentario
Hoy leemos un hermoso pasaje del Evangelio. Jesús no ofende para nada a su Madre, ya que Ella es la primera en escuchar la Palabra de Dios y de Ella nace Aquel que es la Palabra. Al mismo tiempo es la que más perfectamente cumplió la voluntad de Dios: «He aquí la esclava del Señor: hágase en mí según tu palabra» (Lc 1,38), responde al ángel en la Anunciación.
Jesús nos dice lo que necesitamos para llegar a ser sus familiares, también nosotros: «Aquellos que oyen...» (Lc 8,21) y para oír es preciso que nos acerquemos como sus familiares, que llegaron a donde estaba; pero no podían acercarse a Él a causa del gentío. Los familiares se esfuerzan por acercarse, convendría que nos preguntásemos si luchamos y procuramos vencer los obstáculos que encontramos en el momento de acercarnos a la Palabra de Dios. ¿Dedico diariamente unos minutos a leer, escuchar y meditar la Sagrada Escritura? Santo Tomás de Aquino nos recuerda que «es necesario que meditemos continuamente la Palabra de Dios (...); esta meditación ayuda poderosamente en la lucha contra el pecado».
Y, finalmente, cumplir la Palabra. No basta con escuchar la Palabra; es preciso cumplirla si queremos ser miembros de la familia de Dios. ¡Debemos poner en práctica aquello que nos dice! Por eso será bueno que nos preguntemos si solamente obedezco cuando lo que se me pide me gusta o es relativamente fácil, y, por el contrario, si cuando hay que renunciar al bienestar, a la propia fama, a los bienes materiales o al tiempo disponible para el descanso..., pongo la Palabra entre paréntesis hasta que vengan tiempos mejores. Pidamos a la Virgen María que escuchemos como Ella y cumplamos la Palabra de Dios para andar así por el camino que conduce a la felicidad duradera.
Rev. D. Xavier JAUSET i Clivillé (Lleida, España)

Santoral Católico:
Nuestra Señora de la Merced
Advocación Mariana
Información amplia haciendo clic acá.
Fuente: Catholic.net    

¡Buenos días!

Padre Pío de Pietrelcina

En san Pío de Pietrelcina, junto con sus virtudes heroicas, nos deslumbran los maravillosos carismas de profecía, clarividencia espiritual, visiones, aromas místicos, bilocaciones y curaciones milagrosas, que lo convirtieron en una celebridad internacional.

Un hombre fue a San Giovanni Rotondo para conocer al Padre Pío, pero era tal la cantidad de gente que había que tuvo que volverse sin ni siquiera poder verlo. Mientras se alejaba del convento sintió el maravilloso perfume que emanaba de los estigmas del padre y se sintió reconfortado. Unos meses después, mientras caminaba por una zona montañosa, sintió nuevamente el mismo perfume. Se paró y quedó extasiado por unos momentos inhalando el exquisito olor. Cuando volvió en sí, se dio cuenta que estaba al borde de un precipicio y que si no hubiera sido por el perfume del Padre hubiera seguido caminando... Decidió ir de inmediato a San Giovanni Rotondo a agradecer al Padre Pío. Cuando llegó al convento, el Padre Pío, el cual jamás lo había visto, le gritó sonriendo: —¡Hijo mío! ¡Cuida por dónde caminas!

Te hago una sugerencia: ¿por qué no te propones leer cada año la vida de un santo? Mueven a la admiración por el testimonio de una vida santa, son historias que animan a imitar tan preclaros ejemplos, crean una comunión de sentimientos entre el santo y nosotros. O puedes optar por ver una película sobre el mismo tema. Será una excelente decisión.
Padre Natalio

Palabras del Beato Juan Pablo II

“Tomad de la ‘Madre de la Misericordia’ y ‘Consuelo de los afligidos’
el ejemplo e inspiración en cada instante.
Ella os guiará a su Hijo y os enseñará el valor de cada alma,
a la que prodigar celosamente el cuidado de vuestro ministerio..."
Beato Juan Pablo II
(a los Mercedarios)

Tema del día:
Nuestra Señora de la Merced
En castellano se le ha llamado en plural, Virgen de las Mercedes, que no corresponde con el sentido originario de la advocación. El significado del título "Merced" es ante todo "misericordia". La Virgen es misericordiosa y también lo deben ser sus hijos. Esto significa que recurrimos a ella ante todo con el deseo de  asemejarnos a Jesús misericordioso.

San Pedro Nolasco, inspirado por la Ssma. Virgen, funda una orden dedicada a la merced (obras de misericordia). Su misión particular era la misericordia para con los cristianos cautivos en manos de los musulmanes. Muchos miembros de la orden canjearon sus vidas por la de presos y esclavos. San Pedro fue apoyado en tan extraordinaria empresa por el Rey Jaime I de Aragón.  

San Pedro Nolasco y sus frailes eran muy devotos de la Virgen María, tomándola como patrona y guía. Su espiritualidad se fundamenta en Jesús el liberador de la humanidad y en la Ssma. Virgen, la Madre liberadora e ideal de la persona libre. Los mercedarios querían ser caballeros de la Virgen María al servicio de su obra redentora. Por eso la honran como Madre de la Merced o Virgen Redentora.

El título mariano la Merced se remonta a la fundación de la Orden religiosa de los mercedarios el 10 de agosto de 1218, en Barcelona, España. En esa época muchos eran cautivos de los moros y en su desesperación y abandono estaban en peligro de perder lo más preciado: la fe católica. Nuestra bendita Madre del Cielo, dándose a conocer como La Merced, quiso manifestar su misericordia hacia ellos por medio de dicha orden dedicada a atenderlos y liberarlos.

Desde el siglo XIII es patrona de Barcelona y el 25 de septiembre de 1687 se proclamó oficialmente patrona de la ciudad. Es además patrona de los cautivos (presos) y de muchos países de Latinoamérica. Los frailes mercedarios llevaron al continente americano su amor a la Virgen de la Merced, que se propagó ampliamente. En República Dominicana, Perú, Ecuador, Argentina y muchos otros países, la Virgen de la Merced es muy conocida y amada.

La talla de la imagen de la Merced que se venera en la basílica de la Merced de Barcelona es del siglo XIV, de estilo sedente, como las románicas. En catalán "Mare de Deu de la Mercé", Madre de Dios de la Merced.

En el año 1696, el papa Inocencio XII extendió la fiesta de la Virgen de la Merced a toda la Iglesia, y fijó su fecha el 24 de septiembre.

El carisma mercedario de liberar a los cautivos sigue siendo tan necesario como siempre. Dios es Padre de Misericordia, María es Madre de Misericordia. Ella refleja la misericordia de Dios, sufriéndolo todo por sus hijos. Los cristianos debemos también reflejar la misericordia de Dios sufriéndolo todo por amor.

Virgen y Señora nuestra de la Merced, a ti suplicamos que, mediante tu maternal intercesión ante tu hijo Jesucristo, nos alcances la verdadera libertad de los hijos de Dios y nos hagas libres de cualquier esclavitud, de modo que experimentemos en nosotros la alegría de la salvación. Amén
Fuente: corazones.org

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"Juan Pablo II inolvidable"
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Pedidos de oración
Pedimos oración por la Santa Iglesia Católica; por el Papa Francisco, por el Papa Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas, catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones, por la Paz en el mundo, por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las enfermedades, el hambre y la pobreza; por los presos políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo, por la unión de las familias, la fidelidad de los matrimonios y por más inclinación de los jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas, y por las Benditas Almas del Purgatorio.

Pedimos oración por el eterno descanso del alma de Guadalupe García, de México, que ayer ha partido de regreso a la casa del Padre celestial.

Pedimos oración por Fernando y Regina, de Ciudad de México, que hace un año están sin trabajo, para que pronto puedan encontrar uno.

Pedimos oración por la recuperación del niño Alejandro D. C., de Costa Rica, internado por bronconeumonía, con respiración asistida. Que el Buen Jesús lo ayude con su gracia sanadora.

Pedimos oración por Marisú B., de Mendoza, Argentina, mujer joven que ha sido operada de una afección intestinal y se encuentra ahora en terapia intensiva muy delicada. La encomendamos a María Auxiliadora para el ruegue al Padre celestial por su pronta recuperación.

Pedimos oración por Rosa G., de Lima, Perú, enferma de cáncer en plena adolescencia, que se aferra a la vida con el apoyo de sus padres y la ayuda de Dios. Rezamos por ella que hoy está siendo operada.

Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén

“Intimidad Divina”

Espíritu santificador

El Espíritu Santo es “el Espíritu de santidad” (Rm 1, 4), enviado por Cristo para santificar a toda su Iglesia y a cada uno de los fieles. Sobre este concepto insiste el Vaticano II cuando dice que la santidad de la Iglesia “se manifiesta… en los frutos de gracia que el Espíritu Santo produce en los fieles” (LG 39) y expresa el deseo de que los creyentes vivan “como conviene a los santos”, se revistan de las virtudes y “produzcan los frutos del Espíritu para la santificación” (ib 40). San Pablo en la carta a los Gálatas habla precisamente de estos frutos preciosos en oposición a las obras de la carne. “El fruto del Espíritu es el amor, alegría, paz, longanimidad, benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, templanza” (5, 22). Los nombres son idénticos a los de las virtudes, pero se trata de virtudes tan perfeccionadas por la intervención del Espíritu Santo, que constituyen ya un fruto maduro de santidad. Es significativo que el Apóstol llame “obras de la carne” a los vicios; ellos son producto exclusivo del hombre, resultado de su actividad señoreada por las pasiones. En cambio, llama “frutos del Espíritu” a las obras de santidad que el hombre no puede realizar sin la ayuda del Espíritu Santo. Algo así como la planta sin la lluvia y el sol que sólo Dios puede enviar.

“Si vivimos según el Espíritu, obremos también según el Espíritu” (Gl 5, 25). Por el bautismo recibe el cristiano la vida del Espíritu Santo y es regenerado y vivificado por él; por eso puede desde entonces “caminar”, o sea vivir, según el Espíritu, conformándose con su estilo y con sus designios. Habiendo comenzado a vivir en el Espíritu,  no puede secundar los deseos de la carne. Andad según el Espíritu –exhorta San Pablo– y no realicéis los deseos de la carne; pues la carne desea contra el Espíritu y el Espíritu contra la carne. Por carne se debe entender no sólo el cuerpo, sino todo el hombre –cuerpo y alma– mientras vive esclavizado por las pasiones que intentan arrastrarlo al mal, apartándolo de Dios. Ni siquiera el cristiano empeñado seriamente en la vida espiritual está exento de esta lucha penosa: realidad humillante, pero que no debe hundirlo en el abatimiento y cobardía. Cuando siente renacer en sí los deseos del hombre carnal y terreno, debe recordar que no está solo para combatir, que el Espíritu Santo está con él para sostenerlo con su fuerza y con su gracia. Si está decidido a seguir los deseos del Espíritu, no sucumbirá a los de la carne, no tanto por su propio esfuerzo, sino por el auxilio poderoso que el Espíritu Santo concede a los que confían en su guía.

Al mismo tiempo la experiencia de la miseria y fragilidad propias los hará más humilde y lo moverá a invocar con más ardor al Espíritu Santo, persuadido de que la santificación no podrá venirle más que de él. Por eso la Iglesia enseña a invocar de continuo al Espíritu Santo: “Ven Espíritu Creador, visita las mentes de tus fieles… Enciende tu luz a nuestros sentidos, infunde tu amor en nuestros corazones, confortando con tu auxilio continuo la flaqueza de nuestra carne” (Veni Creator). La mente humana precisa de una sabiduría superior para entender las cosas de Dios y discernir el camino que conduce a él; los sentidos oscurecidos con frecuencia por las pasiones precisan de luz que los enderece a los bienes verdaderos y eternos; el corazón precisa de un amor sobrenatural para una dedicación generosa a Dios y al prójimo; la debilidad natural del hombre precisa ser sostenida por la virtud divina. A todas estas necesidades reconocidas humildemente el Espíritu Santo responde infundiendo luz, amor, vigor y gracia, guiando y sosteniendo al cristiano en el camino de la santidad.

Oh Espíritu Santo, me pongo delante de ti, como pequeño agraz que necesita madurar al sol, como pajuela que ha de ser quemada por el fuego, como cera informe que debe recibir la impronta, como gota de rocío que va a ser absorbida por el sol, como niña ignorante que tiene que ser instruida… Oh Espíritu Santo, tú te infundes en mi alma pequeña, pobre y humilde. Quiero presentarme a ti en esta actitud y con estas disposiciones te invoco. ¡Ven Espíritu Santo, santifícame! ¡Tengo tan gran deseo de santidad! Santifícame tú, hazme santa, gran santa, bien pronto santa, sin que yo lo sepa. (Sor Carmela del Espíritu Santo)
P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D. 
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-

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