PEQUEÑAS SEMILLITAS
Año 8 - Número 2153 ~ Domingo
22 de Setiembre de 2013
- AÑO DE LA FE -
Desde la ciudad de Córdoba
(Argentina)
Alabado sea
Jesucristo…
“No podéis servir a
Dios y al Dinero”. Estas palabras de Jesús no pueden ser olvidadas en estos
momentos por quienes nos sentimos sus seguidores, pues encierran la advertencia
más grave que ha dejado Jesús a la Humanidad. El Dinero, convertido en ídolo
absoluto, es el gran enemigo para construir ese mundo más justo y fraterno,
querido por Dios.
Desgraciadamente, la Riqueza se ha convertido en nuestro
mundo globalizado en un ídolo de inmenso poder que, para subsistir, exige cada
vez más víctimas y deshumaniza y empobrece cada vez más la historia humana. En
estos momentos nos encontramos atrapados por una crisis generada en gran parte
por el ansia de acumular.
Prácticamente, todo se organiza, se mueve y dinamiza
desde esa lógica: buscar más productividad, más consumo, más bienestar, más
energía, más poder sobre los demás... Esta lógica es imperialista. Si no la
detenemos, puede poner en peligro al ser humano y al mismo Planeta.
Tal vez, lo primero es tomar conciencia de lo que está
pasando. Esta no es solo una crisis económica. Es una crisis social y humana.
En estos momentos tenemos ya datos suficientes en nuestro entorno y en el
horizonte del mundo para percibir el drama humano en el que vivimos inmersos.
Los seguidores de Jesús no podemos vivir encerrados en
una religión aislada de este drama humano. Las comunidades cristianas pueden
ser en estos momentos un espacio de concienciación, discernimiento y
compromiso. Nos hemos de ayudar a vivir con lucidez y responsabilidad. La
crisis nos puede hacer más humanos y más cristianos.
José Antonio Pagola
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, Jesús decía también a sus discípulos:
«Había un hombre rico que tenía un administrador a quien acusaron ante él de
malbaratar su hacienda; le llamó y le dijo: ‘¿Qué oigo decir de ti? Dame cuenta
de tu administración, porque ya no podrás seguir administrando’. Se dijo a sí
mismo el administrador: ‘¿Qué haré, pues mi señor me quita la administración?
Cavar, no puedo; mendigar, me da vergüenza. Ya sé lo que voy a hacer, para que
cuando sea removido de la administración me reciban en sus casas’.
»Y convocando uno por uno a los deudores de su señor,
dijo al primero: ‘¿Cuánto debes a mi señor?’. Respondió: ‘Cien medidas de
aceite’. Él le dijo: ‘Toma tu recibo, siéntate en seguida y escribe cincuenta’.
Después dijo a otro: ‘Tú, ¿cuánto debes?’. Contestó: ‘Cien cargas de trigo’.
Dícele: ‘Toma tu recibo y escribe ochenta’.
»El señor alabó al administrador injusto porque había
obrado astutamente, pues los hijos de este mundo son más astutos con los de su
generación que los hijos de la luz. Yo os digo: Haceos amigos con el dinero
injusto, para que, cuando llegue a faltar, os reciban en las eternas moradas.
El que es fiel en lo mínimo, lo es también en lo mucho; y el que es injusto en
lo mínimo, también lo es en lo mucho. Si, pues, no fuisteis fieles en el dinero
injusto, ¿quién os confiará lo verdadero? Y si no fuisteis fieles con lo ajeno,
¿quién os dará lo vuestro? Ningún criado puede servir a dos señores, porque
aborrecerá a uno y amará al otro; o bien se entregará a uno y despreciará al
otro. No podéis servir a Dios y al dinero».
(Lc 16,1-13)
Comentario
Hoy el Evangelio nos presenta la figura del administrador
infiel: un hombre que se aprovechaba del oficio para robar a su amo. Era un
simple administrador, y actuaba como el amo. Conviene que tengamos presente:
1) Los bienes materiales son realidades buenas, porque
han salido de las manos de Dios. Por tanto, los hemos de amar.
2) Pero no los podemos “adorar” como si fuesen Dios y el
fin de nuestra existencia; hemos de estar desprendidos de ellos. Las riquezas
son para servir a Dios y a nuestros hermanos los hombres; no han de servir para
destronar a Dios de nuestro corazón y de nuestras obras: «No podéis servir a
Dios y al dinero» (Lc 16,13).
3) No somos los amos de los bienes materiales, sino
simples administradores; por tanto, no solamente los hemos de conservar, sino
también hacerlos producir al máximo, dentro de nuestras posibilidades. La
parábola de los talentos lo enseña claramente (cf. Mt 25,14-30).
4) No podemos caer en la avaricia; hemos de practicar la
liberalidad, que es una virtud cristiana que hemos de vivir todos, los ricos y
los pobres, cada uno según sus circunstancias. ¡Hemos de dar a los otros!
¿Y si ya tengo suficientes bienes para cubrir mis gastos?
Sí; también te has de esforzar por multiplicarlos y poder dar más (parroquia,
diócesis, Cáritas, apostolado). Recuerda las palabras de san Ambrosio: «No es
una parte de tus bienes lo que tú das al pobre; lo que le das ya le pertenece.
Porque lo que ha sido dado para el uso de todos, tú te lo apropias. La tierra
ha sido dada para todo el mundo, y no solamente para los ricos».
¿Eres un egoísta que sólo piensa en acumular bienes
materiales para ti, como el administrador del Evangelio, mintiendo, robando,
practicando la cicatería y la dureza de corazón, que te impiden conmoverte ante
las necesidades de los otros? ¿No piensas frecuentemente en las palabras de san
Pablo: «Dios ama al que da con alegría» (2Cor 9,7)? ¡Sé generoso!
Rev. D. Joan MARQUÉS i Suriñach (Vilamarí, Girona,
España)
Santoral Católico:
San Mauricio
Mártir
En Agauno (hoy Saint Maurice d´Agaune), en la región de
Valais, en el país de los helvecios, santos mártires Mauricio, Exuperio,
Cándido, que siendo soldados, al decir de san Euquerio de Lyon, fueron
sacrificados por su fe en Cristo, en tiempo del emperador Maximiano, juntamente
con sus compañeros de la misma legión Tebea y el veterano Víctor, ilustrando
así a la Iglesia con su gloriosa pasión (c. 302).
Información amplia haciendo clic acá.
Fuente: Catholic.net
¡Buenos días!
Rejuvenecer
En el día de la
juventud te ofrezco unos datos muy curiosos sobre el rejuvenecimiento del
águila. En el salmo 103 leemos: “El Señor te colma de gracia y de ternura; él
sacia de bienes tus anhelos, y como un águila se renueva tu juventud”. El
hombre bíblico conocía lo que ahora la ciencia asegura que es verdad: las
águilas pueden rejuvenecer.
El águila a los 40 años está casi ciega, las
plumas pesadas y feas, el pico se curva hacia dentro lo mismo que las garras y
no puede cazar para sobrevivir. Es cuando el águila debe tomar una decisión
radical: se somete a una renovación o se deja morir. Las que deciden seguir
viviendo, se retiran a lo alto de una roca en donde construyen un nido. Estando
allí, ella misma se arranca el pico viejo golpeándolo contra la roca, y sale
uno nuevo, con el cual arranca y destroza una por una sus viejas garras. Luego
le salen garras nuevas con las cuales arranca sus plumas, hasta quedar pelona.
Al mismo tiempo, un aceite le limpia los ojos, devolviéndole la visión. Cuando
le crecen estas nuevas plumas, con un pico, garras y nueva visión el águila
puede seguir en su vuelo diario por 30 años más. Es un proceso sumamente
doloroso de unos 150 días, pero que le ofrece una nueva juventud.
Al orar con los
salmos déjate arrebatar por la presencia viva de Dios, envolver por los
sentimientos de asombro, exaltación, alabanza, contrición, intimidad, dulzura u
otros estados de ánimo que impregnan estos antiguos cánticos (I. Larrañaga).
Nacemos con los salmos en la sangre (A. Chouraqui). Aprovecha los salmos para
rejuvenecer tu oración y tu vida.
Padre Natalio
Palabras del Beato Juan Pablo
II
“La riqueza y el poder son una tentación universal.
Cuando el hombre pierde de vista a Dios,
puede actuar como si fuera árbitro absoluto de todo lo
que se posee,
hacer de ello motivo de orgullo y de abuso para los
demás”
Beato Juan Pablo II
Tema del día:
Dios o el dinero
Como en otras parábolas Jesús describe un caso extremo
para que comprendamos mejor su mensaje. Se trata de un hombre que está a punto
de ser despedido de su trabajo y que necesita actuar urgentemente para
garantizarse el futuro antes de quedarse sin empleo. Para ello plantea una
estratagema. Acusado de derrochar los bienes de su amo, decide rebajar la
cantidad de la deuda a los acreedores de su amo. Dicen algunos entendidos que
esto lo hace renunciando a la comisión que le pertenece como administrador. A
veces era muy grande y desorbitada esta comisión porque el mismo administrador
lo ponía extorsionando a los acreedores. Por eso el amo no le llama ladrón,
sino que le despide por las quejas de estafa que tenía de sus clientes. El caso
es que el amo le alaba, no por el fraude que hacía, sino por la astucia que
estaba teniendo, aun con el dinero injusto, para poder tener luego una vida
tranquila.
Jesús aprovecha la narración para darnos un primer
mensaje: que la gente del mundo actúa con mayor astucia y esfuerzo para poder
tener más dinero y demás cosas materiales, que nosotros, los que queremos ser
“hijos de la luz”, para conseguir los bienes celestiales. Ser astuto es ser
inteligente para conseguir lo que uno cree que es su felicidad. ¡Cómo se
esfuerza la gente para conseguir un poco más de dinero, para saber cómo va la
bolsa o los nuevos vientos económicos! Pues así los cristianos debemos conocer
la Biblia, la Palabra de Dios, para saber por qué caminos seguir mejor para
conseguir el Reino de Dios en nosotros y en la tierra.
Y luego Jesús nos da el otro gran mensaje, que está
repetido con frecuencia en el evangelio: no podemos servir a Dios y al dinero.
Para Jesús, en la práctica, Dios y el dinero son como dos rivales. Ya sabemos
que todas las cosas creadas son buenas y que todo nos puede llevar a Dios.
También el dinero. El problema está que en la práctica, cuando uno tiene
bastante dinero, es muy fácil apegarse a él, de modo que llega a ser una
especie de idolatría. Cuando decimos dinero, se entiende poder, comodidades y
todo lo material. Es difícil tener mucho dinero en las manos, aunque no sea
nuestro, y que no nos llegue a corromper. Suele pasar con administradores de
ONGs u otras asociaciones benéficas, donde entra mucho dinero y no sale entero.
Por eso aconseja Jesús que, si tenemos algo de dinero, lo
usemos de modo que adquiramos amigos para las eternas moradas. Esto será verdad
si sabemos compartir con los necesitados, para que haya más felicidad y menos
injusticias en el mundo. Decía san Francisco que “servir a los pobres es la
caja celestial de caudales”. Y san Juan Crisóstomo decía que no dar parte de lo
propio a los demás es como rapiña, avaricia y defraudación. Hoy en la 1ª
lectura el profeta Amós fustiga a aquellos que para ganar más dinero hacen
trampas, engañando al prójimo.
Por eso Jesús llama al dinero “injusto”. Dicen algunos
estudiosos del problema que no conocen fortunas donde no haya de por medio
algunas injusticias. Si se condena en el evangelio a aquel administrador es
porque la astucia es para su propio bien sin importarle demasiado las
injusticias anteriores. El dinero es injusto porque promueve injusticias,
porque quien lo posee se va haciendo más duro y hostil con los demás.
Servir a Dios no es lo mismo que servirse de Dios, pues
hay quienes quieren servir al dinero y pretenden servirse de Dios. Servir a
Dios es aceptar que Dios es el todo, y que nada ni nadie puede ocupar su lugar.
Y servir a Dios es hacer lo que Él nos mande. Pero como Él es todo amor, lo que
nos manda es que nos amemos unos a otros. Cuando se sirve al dinero, es muy
difícil amar a los demás con verdadera fraternidad. Además Dios libera y el
dinero nos hace esclavos.
Otra enseñanza del evangelio es que para administrar bien
los bienes celestiales, que es lo mucho, hay que saber administrar lo poco, que
es lo terreno. Administrarlo con la principal misión nuestra, que es la
salvación propia y la ajena.
P. Silverio Velasco (España)
Nuevo video y artículo
Hay un nuevo video subido a este blog.
Para verlo tienes que ir al final de la página.
Hay nuevo material publicado en el blog
"Juan Pablo
II inolvidable"
Puedes acceder en la dirección:
Nunca olvidemos agradecer
Alguna vez leí que en el cielo hay dos oficinas
diferentes para tratar lo relativo a las oraciones de las personas en la
tierra:
Una es para receptar pedidos de diversas gracias, y allí
los muchos ángeles que atienden trabajan intensamente y sin descanso por la
cantidad de peticiones que llegan en todo momento.
La otra oficina es para recibir los agradecimientos por
las gracias concedidas y en ella hay un par de ángeles aburridos porque
prácticamente no les llega ningún mensaje de los hombres desde la tierra para
dar gracias...
Desde esta sección de "Pequeñas Semillitas"
pretendemos juntar una vez por semana (los domingos) todos los mensajes para la
segunda oficina: agradecimientos por favores y gracias concedidas como
respuesta a nuestros pedidos de oración.
Hoy queremos elevar una especial oración de acción de
gracias por los 65 años de vida sacerdotal que ha cumplido el pasado día 18 de
setiembre nuestro amigo el Padre Félix
María Bruno, sacerdote salesiano, “Lucho” para los amigos. Él escribió la
siguiente oración de agradecimiento:
18 de setiembre de 1948 - 18 de setiembre de 2013 - 65 años sacerdote
Han pasado 65 años y debo agradecer a Dios su amor, su misericordia, por tanta bondad.
Han pasado 65 años y debo agradecer a Dios su amor, su misericordia, por tanta bondad.
Hoy quiero
agradecerle a Él, por medio de María, tanto amor; y pedir perdón por todo aquello
que no fue de su agrado.
Hoy, en modo
especial, pido por mi familia, los que gozan de Dios y por todos ustedes, con
mi gran amor.
Quiero pedir por
todos los que el Señor me ha confiado y me quiera confiar.
Le ruego a Jesús,
por intercesión de María, conceda su Iglesia sacerdotes como Don Bosco y el
Cura Brochero, "con olor de ovejas".
Y pido para mí,
como el Papa Francisco, "recen por mí".
Con todo mi cariño
ustedes están muy presentes siempre y, en modo especial, en este día.
Lucho, Salesiano Sacerdote.
“Intimidad Divina”
Domingo 25 del
Tiempo Ordinario
El tema fundamental de la Liturgia de hoy es el recto uso
de las riquezas. En la primera lectura (Am 8, 4-7) resuenan los duros reproches
del profeta Amós a los comerciantes sin escrúpulos que se enriquecen a expensas
de los pobres; alteran los pesos, venden mercadería de desecho, suben los
precios aprovechando la necesidad ajena. El profeta denuncia sin miramientos
sus fraudes, y lo hace no en nombre de una mera justicia social sino en nombre
de Dios: “Escuchad esto los que exprimís al pobre, despojáis a los miserables…
Jura el Señor… que no olvidará jamás vuestras acciones” (ib. 4,7). Los abusos y
engaños a cuenta de los pobres ofenden a Dios que es su defensor, “padre de
huérfanos, protector de viudas” (Sl 67, 6), que manda tratar con generosidad a
los indigentes.
El trozo de Amós con la condena a los estafadores dispone
a comprender el sentido verdadero de la parábola del administrador infiel,
leída en el Evangelio de hoy (Lc 16, 1-13). También aquí se habla de fraude, no
en daño de los pobres, sino de un rico propietario que despide a su
administrador porque ha dilapidado sus bienes. Este, para asegurarse unos
amigos que le acojan, recurre a un ardid ilícito, reduciendo arbitrariamente las
deudas a los clientes de su amo. Al proponer esta parábola, no pretende Jesús
alabar la astuta arbitrariedad del administrador que él califica de “injusta”
(ib. 8), sino subrayar su sagacidad para asegurarse el porvenir. Este resulta
bien claro de la conclusión, que suena como una queja del Señor: “los hijos de
este mundo son más astutos con su gente que los hijos de la luz”. Jesús observa
con pena que los secuaces del mundo –que viven lejos de Dios y no creen en él–,
en los negocios para proveer su futuro terreno, son más sagaces y diligentes
que los hijos de la luz, o sea los fieles, los cuales, a pesar de creer en
Dios, son abúlicos e inconstantes en cuidar sus intereses espirituales y en
ocuparse de su porvenir eterno.
Las máximas que siguen están orientadas a dar a entender
de qué modo debe el cristiano valerse de las riquezas en orden a su fin eterno.
El dinero, llamado por Jesús “injusto” (ib. 9), porque con demasiada frecuencia
es fruto de ganancias ilícitas, ha de ser usado con tal probidad, que no sólo
no sea obstáculo a la salvación, sino ayude a conseguirla, como sucede cuando
se lo emplea en bien de los necesitados; así el cristiano se ganará amigos que
lo recibirán “en las moradas eternas”. El uso del dinero exige una honestidad
extrema tanto en los grandes negocios como en los pequeños, porque “el que es
de fiar en lo menudo, también en lo importante es de fiar; y el que no es
honrado en lo menudo, tampoco en lo importante es honrado” (ib. 10). Si el
hombre no es desprendido, el manejo del dinero se le convertirá en una
tentación de la que no sabrá defenderse; y entonces de dueño o administrador
acabará en esclavo del dinero, pésimo tirano que o deja libertad ninguna, ni la
de servir a Dios. Nunca se medirá suficientemente el aviso del Señor: “No
podéis servir a Dios y al dinero” (ib. 13).
Oh Dios, que has
puesto la plenitud de la ley en el amor a ti y al prójimo, concédenos cumplir
tus mandamientos para llegar así a la vida eterna. (Misal Romano, Colecta)
P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D.
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
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