PEQUEÑAS SEMILLITAS
Año 8 - Número 2147 ~ Lunes
16 de Setiembre de 2013
- AÑO DE LA FE -
Desde la ciudad de Córdoba
(Argentina)
Alabado sea
Jesucristo…
Aunque no se pueda
creer, hay cristianos que dudan de la misericordia de Dios. Creen que sus
pecados son muy graves o que su situación “no tiene arreglo”. Estos y el resto
de los cristianos necesitamos aprender de las tres parábolas del Evangelio de
ayer, las llamadas parábolas de la
misericordia.
Los protagonistas no son el pastor, la mujer y el padre
del hijo descarriado, sino Dios. Estas parábolas son una radiografía de Dios, retratan el corazón de Dios. Es Dios quien
grita: “¡Alégrense conmigo!” Es Dios quien grita: “Comamos y festejemos… es
justo que haya fiesta y alegría”…
Nuestro Dios es muy
especial. ¿Por qué se alegra más cuando recupera a un hijo extraviado? Hoy
Jesús nos propone el motivo más bello y noble para correr hacia el sacramento
de la Reconciliación: ¡alegrar el corazón
de Dios!
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, cuando Jesús hubo acabado de dirigir
todas estas palabras al pueblo, entró en Cafarnaúm. Se encontraba mal y a punto
de morir un siervo de un centurión, muy querido de éste. Habiendo oído hablar
de Jesús, envió donde Él unos ancianos de los judíos, para rogarle que viniera
y salvara a su siervo. Éstos, llegando donde Jesús, le suplicaban
insistentemente diciendo: «Merece que se lo concedas, porque ama a nuestro
pueblo, y él mismo nos ha edificado la sinagoga».
Jesús iba con ellos y, estando ya no lejos de la casa,
envió el centurión a unos amigos a decirle: «Señor, no te molestes, porque no
soy digno de que entres bajo mi techo, por eso ni siquiera me consideré digno
de salir a tu encuentro. Mándalo de palabra, y quede sano mi criado. Porque
también yo, que soy un subalterno, tengo soldados a mis órdenes, y digo a éste:
‘Vete’, y va; y a otro: ‘Ven’, y viene; y a mi siervo: ‘Haz esto’, y lo hace».
Al oír esto Jesús, quedó admirado de él, y volviéndose
dijo a la muchedumbre que le seguía: «Os digo que ni en Israel he encontrado
una fe tan grande». Cuando los enviados volvieron a la casa, hallaron al siervo
sano.
(Lc 7,1-10)
Comentario
Hoy, nos enfrentamos a una pregunta interesante. ¿Por qué
razón el centurión del Evangelio no fue personalmente a encontrar a Jesús y, en
cambio, envió por delante algunos notables de los judíos con la petición de que
fuese a salvar a su criado? El mismo centurión responde por nosotros en el
pasaje evangélico: Señor, «ni siquiera me consideré digno de salir a tu
encuentro. Mándalo de palabra, y quede sano mi criado» (Lc 7,7).
Aquel centurión poseía la virtud de la fe al creer que
Jesús podría hacer el milagro —si así lo quería— con sólo su divina voluntad.
La fe le hacía creer que, prescindiendo de allá donde Jesús pudiera hallarse,
Él podría sanar al criado enfermo. Aquel centurión estaba muy convencido de que
ninguna distancia podría impedir o detener a Jesucristo, si quería llevar a
buen término su trabajo de salvación.
Nosotros también estamos llamados a tener la misma fe en
nuestras vidas. Hay ocasiones en que podemos ser tentados a creer que Jesús
está lejos y que no escucha nuestros ruegos. Sin embargo, la fe ilumina
nuestras mentes y nuestros corazones haciéndonos creer que Jesús está siempre
cerca para ayudarnos. De hecho, la presencia sanadora de Jesús en la Eucaristía
ha de ser nuestro recordatorio permanente de que Jesús está siempre cerca de
nosotros. San Agustín, con ojos de fe, creía en esa realidad: «Lo que vemos es
el pan y el cáliz; eso es lo que tus ojos te señalan. Pero lo que tu fe te
obliga a aceptar es que el pan es el Cuerpo de Jesucristo y que en el cáliz se
encuentra la Sangre de Jesucristo».
La fe ilumina nuestras mentes para hacernos ver la
presencia de Jesús en medio de nosotros. Y, como aquel centurión, diremos:
«Señor, no te molestes, porque no soy digno de que entres bajo mi techo» (Lc
7,6). Por tanto, si nos humillamos ante nuestro Señor y Salvador, Él viene y se
acerca a curarnos. Así, dejemos a Jesús penetrar nuestro espíritu, en nuestra
casa, para curar y fortalecer nuestra fe y para llevarnos hacia la vida eterna.
Fr. John A. SISTARE (Cumberland, Rhode Island, Estados
Unidos)
Santoral Católico:
Santos Cornelio y Cipriano
Mártires
Memoria de los santos Cornelio, papa, y Cipriano, obispo,
mártires. Juntos son celebrados en esta memoria por el orbe cristiano, porque
ambos testimoniaron, en días de persecución, su amor por la verdad indefectible
ante Dios y el mundo (252, 258).
Información amplia haciendo clic acá.
Fuente: Catholic.net
¡Buenos días!
Una página por día
San Juan
Crisóstomo fue un predicador asombroso. Crisóstomo es un sobrenombre que
significa “Boca de oro”. La claridad y vigor de sus homilías le venía de la
frecuente lectura de la Biblia, como así también de la eminente santidad de su
vida. Él te cuenta el secreto de su amor a la Palabra de Dios.
“Tanto más fuerte es el aroma que expanden
los perfumes, cuanto más se los frota entre los dedos. Así sucede también con
la frecuentación de la Sagrada Biblia. Cuanto más familiar llega a sernos, más
se revelan los tesoros que esconde y más se logra aprovechar el fruto de sus
inefables riquezas”.
Amigo/a: pido al
Espíritu Santo ilumine tu mente y mueva tu corazón para decidirte a leer cada
día una página al menos de la Biblia. Aun cuando estés cansado, o sin ganas de
leer, o que tropieces con páginas que no entiendes perfectamente... pase lo que
pase, no dejes terminar el día sin leer una página de la Biblia. Ésta será la
decisión que te dará más satisfacción porque podrás decir: “Desde aquel día
cuántos bienes, logros y triunfos comenzaron a pasar en mi vida”.
Padre Natalio
Palabras del Papa Francisco
"Deseo unirme a la alegría de la Iglesia en
Argentina por la beatificación de este pastor ejemplar, que a lomo de mula
recorrió infatigablemente los áridos caminos de su parroquia, buscando, casa
por casa, las personas que le habían sido encomendadas para llevarlas a Dios…
Pidamos a Cristo, por intercesión del nuevo Beato, que se multipliquen los
sacerdotes que imitando al Cura Brochero, entreguen su vida al servicio de la
evangelización"
Papa Francisco
Tema del día:
Brochero: modelo de párroco “con olor a oveja”
Este sábado 14 de septiembre se ha beatificado en
Argentina a José Gabriel del Rosario Brochero (1840-1914), más conocido como el
“Cura Brochero” o el “Cura Gaucho”. La multitudinaria Misa tuvo lugar en Villa
Cura Brochero, Córdoba, y fue presidida por el cardenal Ángelo Amato, prefecto
de la Congregación para las Causas de los Santos.
Con este motivo, el Santo Padre ha enviado un mensaje a
monseñor José María Arancedo, Arzobispo de Santa Fe y Presidente de la
Conferencia Episcopal Argentina.
En él, el Papa Francisco comenta: “Me hace bien imaginar
hoy a Brochero párroco, en su mula ‘Malacara’, recorriendo los largos caminos
áridos y desolados de los 200 kilómetros cuadrados de su parroquia, buscando
casa por casa a los bisabuelos y tatarabuelos de ustedes, para preguntarles si
necesitaban algo y para invitarlos a hacer los ejercicios espirituales de san
Ignacio de Loyola. Conoció todos los rincones de su parroquia”.
Y sentencia Francisco: “No se quedó en la sacristía a
peinar ovejas”. Esto es lo que Jesús quiere hoy. “El Cura Brochero tiene la
actualidad del Evangelio –explica el Papa-, es un pionero en salir a las
periferias geográficas y existenciales para llevar a todos el amor, la
misericordia de Dios”.
Y colocándole como modelo de párroco explica: “No se
quedó en el despacho parroquial, se desgastó sobre la mula y acabó enfermando
de lepra, a fuerza de salir a buscar a la gente, como un sacerdote callejero de
la fe. Esto es lo que Jesús quiere hoy, discípulos misioneros… ¡Callejeros de
la fe!”.
El Cura Brochero es el octavo argentino en ser declarado
beato y el primero beatificado por Francisco.
Texto completo de la carta: hacer clic acá.
Religión en libertad
Pedidos de oración
Pedimos oración por la Santa Iglesia Católica; por el Papa Francisco, por el Papa
Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas,
catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la
unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro
Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones, por la
Paz en el mundo, por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos
especialmente por las enfermedades, el hambre y la pobreza; por los presos
políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo, por la unión de
las familias, la fidelidad de los matrimonios y por más inclinación de los jóvenes
hacia este sacramento; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y
religiosas, y por las Benditas Almas del Purgatorio.
Pedimos oración por Rodolfo
P., 73 años, radicado en Miami, USA, hospitalizado por problemas del
corazón, por lo que rogamos a Jesús que escuche nuestra plegaria y le conceda
la gracia de poder recuperarse.
Pedimos oración por Enrique, que vive en Cartago, Costa Rica, que se encuentra gravemente enfermo, en fase terminal, rogando a Dios que disponga lo mejor para él y a la Santísima Virgen que acompañe a la familia.
Pedimos oración por Enrique, que vive en Cartago, Costa Rica, que se encuentra gravemente enfermo, en fase terminal, rogando a Dios que disponga lo mejor para él y a la Santísima Virgen que acompañe a la familia.
Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara
nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la
paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por
nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la
aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu
hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la
redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén
“Intimidad Divina”
No insensatos,
sino sensatos
“Fijaos bien cómo andáis; no seáis insensatos, sino
sensatos. Sabed comprar la ocasión… Por eso no andéis aturdidos, daos cuenta de
lo que el Señor quiere” (Ef 5, 15-17). El cristiano no puede actuar como un
insensato: la vida es algo demasiado serio, es el camino que conduce a Dios;
es, por lo tanto, importantísimo no dejarse deslumbrar, sino elegir el camino
justo, el indicado por la voluntad de Dios, y avanzar por él expeditamente. No
siempre es fácil hacerlo, porque las pasiones pueden de dentro impedirnos
reconocer la voluntad divina, mientras por fuera el mundo presiona con sus
falsos atractivos. Para que no equivoque el camino, el cristiano ha recibido en
el bautismo la virtud de la prudencia, la cual tiene el cometido de ayudarle a
“discernir lo que es la voluntad de Dios: lo bueno, lo agradable, lo perfecto”
(Rm 12, 2) para conducirle al conseguimiento de su fin, la vida eterna”. Dios
ha creado al hombre libre, capaz de tomar sus decisiones y de gobernar su vida;
pero no lo ha abandonado a sí mismo. Le ha dado una ley que le sirva de guía,
le ha revelado su fin sobrenatural y, para que pueda alcanzarlo, le ha infundido
las virtudes sobrenaturales, entre las que la prudencia tiene una misión
directiva: dirigir todas sus acciones según Dios.
“¿Quién de vosotros –dice el Evangelio–, si quiere
construir una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, a ver si tiene
para terminarla?... ¿O qué rey, si va a dar la batalla a otro rey, no se sienta
primero a deliberar si con diez mil hombres podrá salir al paso del que le
ataca con veinte mil?” (Lc 14, 28-31). Esta es la prudencia humana
indispensable a quien no quiera exponerse al fracaso. Pero mucho más
indispensable aún es la prudencia sobrenatural para asegurar el éxito eterno
del cristiano. Este debe echar sus cuentas y convencerse de que es imposible
seguir a Cristo sin imponerse sacrificios. “Lo mismo vosotros: el que no
renuncia a todos sus bienes, no puede ser mi discípulo” (ib. 33). En otras
palabras, lo mismo que el que quiere construir calcula los gastos necesarios, y
el que quiere dar una batalla calcula las fuerzas de que dispone, así el que
quiere seguir a Cristo debe disponerse a renunciar a lo que haga falta.
El seguimiento de Cristo exige que se ame a Dios sobre
todas las criaturas, hasta sobre los parientes más cercanos, sobre todos los
bienes terrestres y aun sobre la propia vida. Si en sentido pleno esto se exige
solamente a los que son llamados a seguir a Cristo consagrándose totalmente él,
resulta claro de todo el Evangelio que en caso de conflicto entre los afectos
de la sangre, la posesión de bienes o la conservación de la vida y el amor
debido a Dios, todo cristiano debe estar pronto a sacrificar los primeros para
mantenerse fiel al segundo. La norma fundamental de la prudencia cristiana es
ésta: subordinar los intereses terrenos a los eternos, la vida temporal a la
eterna, el amor de la criatura al amor del Creador. Es una prudencia que nace
del precepto supremo del amor de Dios y está al servicio de él.
Concédeme, oh Dios
de misericordia, que todo lo que te agrada lo desee yo ardientemente, lo
investigue prudentemente, lo conozca verdaderamente y lo cumpla perfectamente a
honor y gloria de tu nombre. Indícame, oh mi Dios, mi lugar en el mundo y haz
que sepa lo que tú quieres y que lo haga y cumpla como conviene y es útil a mi
alma. Señor Dios mío, concédeme no fallar nunca, tanto en lo próspero como en
lo adverso, de modo que ni aquello me enorgullezca ni esto me acobarde. De nada
me goce ni me duela, sino de lo que me acerca a ti o me aleja de ti. Que no
ambicione agradar ni tema disgustar a nadie fuera de ti. Que desprecie yo,
Señor, todas las cosas caducas y me sean queridas todas las cosas eternas. Que
me disguste todo placer en que tú no estés presente y nada dese de lo que hay
fuera de ti, y me sea enojoso todo descanso que tú no regocijes. (Santo Tomás
de Aquino, Oraciones).
P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D.
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
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