PEQUEÑAS SEMILLITAS
Año 8 - Número 2152 ~ Sábado
21 de Setiembre de 2013
- AÑO DE LA FE -
Desde la ciudad de Córdoba
(Argentina)
Alabado sea
Jesucristo…
Cada 21 de septiembre se celebra el Día Internacional de
la Paz. La Asamblea General ha decretado que este día se dedica a reforzar los
ideales de la paz en todas las naciones y pueblos del mundo.
El Día Internacional de la Paz fue establecido en 1981
por la resolución Resolución 36/67 de la Asamblea General de Naciones Unidas
para que coincidiera con la sesión de apertura de la misma, que se celebra
anualmente el tercer martes de septiembre. El Día de la Paz se conmemoro por
primera vez en septiembre de 1982.
En 2001, la Asamblea General aprobó por unanimidad la
Resolución 55/282, que estableció el 21 de septiembre como un día de cesación
del fuego y de no violencia a nivel mundial.
La ONU invita a todas las naciones y pueblos a que
cumplan una cesación de hostilidades durante todo ese Día y a que también lo
celebren mediante la educación y la sensibilización del público sobre todos los
temas relacionados con la paz.
Hoy más que nunca, recemos por la paz…!!!
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, cuando Jesús se iba de allí, al pasar
vio a un hombre llamado Mateo, sentado en el despacho de impuestos, y le dice:
«Sígueme». Él se levantó y le siguió. Y sucedió que estando él a la mesa en
casa de Mateo, vinieron muchos publicanos y pecadores, y estaban a la mesa con
Jesús y sus discípulos. Al verlo los fariseos decían a los discípulos: «¿Por
qué come vuestro maestro con los publicanos y pecadores?». Mas Él, al oírlo,
dijo: «No necesitan médico los que están fuertes sino los que están mal. Id,
pues, a aprender qué significa aquello de: Misericordia quiero, que no
sacrificio. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores».
(Mt 9,9-13)
Comentario
Hoy celebramos la fiesta del apóstol y evangelista san
Mateo. Él mismo nos cuenta en su Evangelio su conversión. Estaba sentado en el
lugar donde recaudaban los impuestos y Jesús le invitó a seguirlo. Mateo —dice
el Evangelio— «se levantó y le siguió» (Mt 9,9). Con Mateo llega al grupo de
los Doce un hombre totalmente diferente de los otros apóstoles, tanto por su
formación como por su posición social y riqueza. Su padre le había hecho
estudiar economía para poder fijar el precio del trigo y del vino, de los peces
que le traerían Pedro y Andrés y los hijos de Zebedeo y el de las perlas preciosas
de que habla el Evangelio.
Su oficio, el de recaudador de impuestos, estaba mal
visto. Quienes lo ejercían eran considerados publicanos y pecadores. Estaba al
servicio del rey Herodes, señor de Galilea, un rey odiado por su pueblo y que
el Nuevo Testamento nos lo presenta como un adúltero, el asesino de Juan
Bautista y el que escarneció a Jesús el Viernes Santo. ¿Qué pensaría Mateo
cuando iba a rendir cuentas al rey Herodes? La conversión de Mateo debía
suponer una verdadera liberación, como lo demuestra el banquete al que invitó a
los publicanos y pecadores. Fue su manera de demostrar el agradecimiento al
Maestro por haber podido salir de una situación miserable y encontrar la
verdadera felicidad. San Beda el Venerable, comentando la conversión de Mateo,
escribe: «La conversión de un cobrador de impuestos da ejemplo de penitencia y
de indulgencia a otros cobradores de impuestos y pecadores (...). En el primer
instante de su conversión, atrae hacia Él, que es tanto como decir hacia la
salvación, a todo un grupo de pecadores».
En su conversión se hace presente la misericordia de Dios
como lo manifiestan las palabras de Jesús ante la crítica de los fariseos:
«Misericordia quiero, que no sacrificio. Porque no he venido a llamar a justos,
sino a pecadores» (Mt 9,13).
Rev. D. Joan PUJOL i Balcells (La Seu d'Urgell, Lleida,
España)
Santoral Católico:
San Mateo
Apóstol y Evangelista
Fiesta de san Mateo, apóstol y evangelista, llamado antes
Leví, que al ser invitado por Jesús para seguirle, dejó su oficio de publicano
o recaudador de impuestos y, elegido entre los apóstoles, escribió un evangelio
en que se proclama principalmente que Jesucristo es hijo de David, hijo de
Abrahán, dando plenitud al Antiguo Testamento.
Información amplia haciendo clic acá.
Fuente: Catholic.net
¡Buenos días!
Dolorosa lección
La sinceridad es
una virtud exigente, ya que puedes faltar a la verdad de distintas y sutiles
maneras. Por ejemplo, con la simulación, que es mentir con los hechos, o con la
hipocresía pasando por lo que no se es, o con jactancias atribuyéndose uno
excelencias que no posee, o con adulaciones cuando se engaña para sacar algún
provecho de los otros.
En la vida de San Epifanio, se cuenta que
unos mendigos quisieron engañar al Santo para sacarle una buena limosna. Con
tal finalidad idearon una escena patética en la que uno hacía de muerto y otro,
profundamente apenado y llorando, pedía dinero para su mortaja y entierro. El
Santo, compadecido de tantas lágrimas, hizo oración por el muerto y entregó al
vivo una buena limosna. Pero, sucedió que después el muerto no despertaba, a
pesar de los sacudones y gritos del compañero... Éste, presa de pánico, corrió
entonces presuroso a buscar al Santo y, no con lágrimas fingidas, le confesó
toda la verdad, rogándole volviera a resucitarlo. Pero el Santo le dijo: —Las
burlas con Dios no valen. Vete y entiérralo, que es eso lo que se saca con la
mentira.
Es lamentable que
en Argentina haya faltas de sinceridad que son celebradas como “viveza
criolla”, feo vicio antisocial que ha vulnerado tristemente nuestra imagen en
el exterior. Y lo peor es que perdura entre nosotros cuando aplaudimos al
canchero, al piola, al madrugador, que son los “avivatos” y “ventajitas” de las
historietas cómicas. Sólo la verdad nos hará libres.
Padre Natalio
La frase de hoy
«En este Día Internacional de la Paz,
comprometámonos a enseñar a nuestros hijos
el valor de la tolerancia y el respeto mutuo.
Invirtamos en las escuelas y los maestros
que construirán un mundo justo e inclusivo que abrace la
diversidad.
Luchemos por la paz y defendámosla con todas nuestras
fuerzas»
Mensaje del Secretario General de la ONU
Tema del día:
Día Internacional de Oración
por la Paz
Hoy, 21 de septiembre, iglesias y comunidades de todo el
mundo celebran el Día Internacional de
la Paz, por medio de la oración, la meditación y otras formas de
participación espiritual.
El Día Internacional de Oración por la Paz patrocinado
por el Consejo Mundial de Iglesias (CMI) se celebra el mismo día que el Día
Internacional por la Paz de las Naciones Unidas.
El Consejo Mundial de Iglesias invita a las personas y
congregaciones de todo el mundo a orar por la paz.
Este año, nos gustaría invitarles a orar por la X
Asamblea del CMI. El tema de la Asamblea
es una oración por la paz:
Dios de vida,
condúcenos a la justicia y la paz.
Las iglesias de todo el mundo se reunirán en Busan (Corea
del Sur), del 30 de octubre al 8 de noviembre para la Asamblea.
Por ello, nos gustaría que utilizasen el tema de la
Asamblea para orar por el mundo, por la Iglesia, por las iglesias que
participarán en la Asamblea del CMI y junto a ellas.
Dios...
Dios de vida...
Dios de vida, condúcenos...
Dios de vida, condúcenos a la justicia…
Dios de vida, condúcenos a la justicia y la paz.
Cada palabra y cada frase del tema de la Asamblea
constituyen en sí mismos una oración.
Las diez palabras del tema de la Asamblea son una declaración de fe, un
grito de esperanza, una afirmación de unidad y un compromiso de discipulado.
Algunos de ustedes podrán meditar sobre las palabras;
otros podrán orar completando una de estas frases.
Les agradecemos que se sumen a nuestras oraciones en este
día de oración por la paz. Únanse en la
oración a la X Asamblea del CMI.
Puede compartir sus oraciones mediante Facebook haciendoclic acá.
Video con mensaje del Papa Francisco: clic acá.
"Pequeñas
Semillitas" por e-mail
Si lo deseas puedes recibir todos los días "Pequeñas Semillitas" por
correo, más el agregado de un powerpoint. Las suscripciones son gratis y solo
tienes que solicitarlas escribiendo a Rocío
(moderadora de los grupos) a: peque.semillitas.3@gmail.com con el título: “Suscripción a Pequeñas
Semillitas”.
“Intimidad Divina”
El Espíritu Santo
y la oración
Nuestras relaciones con Dios son esencialmente relaciones
de hijos; han de ser, pues, relaciones de plena seguridad y confianza, pues no
somos extraños, sino “familiares de Dios” (Ef 2, 19), miembros de su familia.
Por eso la oración cristiana debe ser la expresión de los sentimientos de un
hijo que goza de conversar cordialmente con su padre y que se echa en sus
brazos con tal abandono. Pero por desgracia el hombre es siempre pecador y la
conciencia de sus miserias e infidelidades amenaza paralizar su impulso filial,
generando en él un temor que le hace subir espontáneamente a los labios el
grito de Pedro: “Aléjate de mí, Señor, que soy un hombre pecador” (Lc 5, 8).
Esto acaece sobre todo cuando se atraviesan períodos oscuros de luchas,
tentaciones y dificultades que sumen el espíritu en desasosiegos y tribulación,
impidiéndole ese arranque del corazón que ahoga en Dios toda preocupación. Pero
de repente, el alma alumbrada improvisamente por una luz nueva que ahuyenta
todo temor, no es un pensamiento, sino una persuasión nueva e íntima que le
hace sentir profundamente que es hija de Dios y que Dios es su Padre.
La oración profunda es una relación íntima con Dios; pero
¿quién podrá enseñar al hombre, tan rudo y material, las finezas requeridas en
el trato íntimo con el Rey del cielo y de la tierra? No habrá nunca ni
ceremonial ni libro devoto capaz de regular dignamente las relaciones íntimas
de amistad entre la criatura y el Creador. Pero hay un Maestro cuyo ánimo es
totalmente adecuado para este objeto y cuya enseñanza está al alcance de todo
cristiano. Es el Espíritu Santo: “El Espíritu viene en ayuda de nuestra
flaqueza. Pues nosotros no sabemos cómo pedir para orar como conviene; más el
Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos inefables” (Rm 8, 26). Es una
realidad muy consoladora para quien tiene el sentimiento de la propia
impotencia e incapacidad para tratar con Dios, para quien siente la necesidad
de una oración adecuada a la bondad infinita de ese Dios que ha amado a los
hombres hasta hacerse uno de ellos y siente al mismo tiempo la necesidad de una
oración adecuada a la soberana majestad y a la trascendencia infinita del
Altísimo.
Pues bien, el Espíritu Santo alterna en el cristiano
sentimientos de plena confianza y de profunda adoración, de amistad amorosa y
de reconocimiento de la suprema grandeza de Dios. “Dios ha enviado a nuestros
corazones el Espíritu de su Hijo que clama ¡Abbá, Padre!” (Gl 4, 6); y el mismo
Espíritu repite: “Alabanza, gloria, sabiduría, acción de gracias, honor, poder
y fuerza a nuestro Dios por los siglos de los siglos” (Ap 7, 12). Aun cuando el
espíritu esté árido, el corazón frío y la mente oscurecida, el Espíritu Santo
ora en nosotros, de modo que nosotros podemos siempre ofrecer a Dios esa
plegaria del Espíritu. Esta es la oración más verdadera, y más preciosa,
oración que será ciertamente escuchada, porque el Espíritu Santo no puede
inspirar sentimientos y deseos contrarios al beneplácito divino, sino que “su
intercesión a favor de los santos (los cristianos) es según Dios” (Rm 8, 27).
Oh Espíritu Santo,
eres tú en quien clamamos: Padre, Padre; eres tú el que pide por los santos con
gemidos indecibles. Y si ruegas así en nuestro corazón, ¿cuál será tu plegaria
en el corazón del Padre?... En nuestros corazones eres nuestro Abogado delante
del Padre, y en el corazón del Padre eres nuestro Señor. Así, pues, lo que
pedimos nos lo das tú mismo que nos has dado la capacidad de que pidamos; y así
como nos alientas con una piadosa confianza a elevarnos al Padre, así inclinas
a Dios hacia nosotros con su piadosa misericordia. (San Bernardo)
P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D.
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
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