lunes, 9 de septiembre de 2013

Pequeñas Semillitas 2140

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 8 - Número 2140 ~ Lunes 9 de Setiembre de 2013
- AÑO DE LA FE -
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
Ser cristiano, discípulo, seguidor de Jesucristo, es muy distinto de simpatizar con un club deportivo o un partido político. Jesús no es un líder político, pero hoy está “en campaña”; busca seguidores. A ese gran gentío que iba junto a él, quiere “venderle” su candidatura. ¿Y qué hace? ¿Qué discurso utiliza? A diferencia de los políticos que se presentan con un rostro sonriente y mil y una promesas, Jesús emplea la más pura y radical verdad: El que no me ama más que a todos… El que no carga su cruz… El que no renuncia a todo… no puede ser mi discípulo.
Jesús no “condena” los afectos familiares ni las legítimas aspiraciones de esta vida; dice simplemente que él es superior a todo eso.
Jesús hoy quiere sacudir nuestra mediocridad. Nos invita a revisar la “calidad” de nuestro cristianismo. No se puede ser cristiano “a medias”. No existe la categoría de cristiano “simpatizante”. Ser cristiano es ver en la opción por Cristo la más grande inversión de la vida.
"El Domingo"

La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
Sucedió que entró Jesús otro sábado en la sinagoga y se puso a enseñar. Había allí un hombre que tenía la mano derecha seca. Estaban al acecho los escribas y fariseos por si curaba en sábado, para encontrar de qué acusarle. Pero Él, conociendo sus pensamientos, dijo al hombre que tenía la mano seca: «Levántate y ponte ahí en medio». Él, levantándose, se puso allí. Entonces Jesús les dijo: «Yo os pregunto si en sábado es lícito hacer el bien en vez de hacer el mal, salvar una vida en vez de destruirla». Y mirando a todos ellos, le dijo: «Extiende tu mano». Él lo hizo, y quedó restablecida su mano. Ellos se ofuscaron, y deliberaban entre sí qué harían a Jesús.
(Lc 6,6-11)

Comentario
Hoy, Jesús nos da ejemplo de libertad. Tantísimo hablamos de ella en nuestros días. Pero, a diferencia de lo que hoy se pregona y hasta se vive como “libertad”, la de Jesús, es una libertad totalmente asociada y adherida a la acción del Padre. Él mismo dirá: «Os aseguro que el Hijo del hombre no puede hacer nada por sí mismo sino solamente lo que ve hacer al Padre; lo que hace el Padre, lo hace el Hijo» (Jn 5,19). Y el Padre sólo obra, sólo actúa por amor.
El amor no se impone, pero hace actuar, moviliza devolviendo con amplitud la vida. Aquel mandato de Jesús: «Levántate y ponte ahí en medio» (Lc 6,8) tiene la fuerza recreadora del que ama, y por la palabra obra. Más aún, el otro: «Extiende tu mano» (Lc 6,10), que termina logrando el milagro, restablece definitivamente la fuerza y la vida a lo que estaba débil y muerto. “Salvar” es arrancar de la muerte, y es la misma palabra que se traduce por “sanar”. Jesús sanando salva lo que de muerto había en ese pobre hombre enfermo, y eso es un claro signo del amor de Dios Padre para con sus criaturas. Así, en la nueva creación en donde el Hijo no hace otra cosa más que lo que ve hacer al Padre, la nueva ley que imperará será la del amor que se pone por obra, y no la de un descanso que “inactiva”, incluso, para hacer el bien al hermano necesitado.
Entonces, libertad y amor conjugados son la clave para hoy. Libertad y amor conjugados a la manera de Jesús. Aquello de «ama y haz lo que quieras» de san Agustín tiene hoy vigencia plena, para aprender a configurarse totalmente con Cristo Salvador.
P. Julio César RAMOS González SDB (Mendoza, Argentina)

Santoral Católico:
San Pedro Claver
Presbítero Jesuita
San Pedro Claver, presbítero de la Compañía de Jesús, que en Nueva Cartagena, ciudad de Colombia, durante más de cuarenta años consumió su vida con admirable abnegación y eximia caridad para con los esclavos negros, bautizando con su propia mano a casi trescientos mil de ellos (1654).

Información amplia haciendo clic acá.
Fuente: Catholic.net    

¡Buenos días!

Invocar al Señor

Con frecuencia en los salmos encontramos esta invocación: “Dios mío, ven en mi auxilio. Señor, date prisa en socorrerme”. Es un llamado al poder y a la misericordia del Señor para que nos saque de un peligro sea material o espiritual. A los peligros espirituales los llamamos “tentaciones”, a saber, incitaciones externas o internas al pecado. Lee esta anécdota.

Contó el abad Elías que un anciano vivía en un templo abandonado. Vinieron entonces a verlo los demonios, y le decían: "Vete de nuestra casa". Dijo el anciano: "Vosotros no tenéis casa". Entonces los demonios empezaron a dispersarle todas las ramas de palma. El anciano las recogió pacientemente. Al final, tomándole la mano, un demonio lo arrastraba fuera del templo. El anciano, llegado a la puerta, se agarró a ella con la otra mano y gritó: "¡Jesús, ayúdame!". Y el demonio huyó al instante. El viejo se puso a llorar. Pero el Señor le dijo: "¿Por qué lloras?". Contestó el anciano: "Porque se atreven a apoderarse de un hombre y hacer tales cosas". Dijo el Señor: "Te has mostrado negligente, fíjate que me he dejado encontrar apenas me has buscado”.

Jesús está siempre listo. Es Dios y por lo tanto su poder y compasión son ilimitados. Los peligros y tentaciones te ofrecen la ocasión para vivir la fe en el Señor, acrecentar la humildad y expresarle tu gratitud. Son oportunidad de crecimiento. Aprovéchalos, pero no los busques. “El que busca el peligro, en él perecerá”. Sé valiente, ten ánimo; espera en el Señor.
Padre Natalio

La frase de hoy

“Necesitas amarte para poder amar y ser amado,
valorarte para saber valorar y ser valorado,
respetarte para poder respetar y ser respetado,
aceptarte para saber aceptar y ser aceptado,
ya que nadie puede dar lo que no tiene dentro de sí mismo.
Ya sabes... todo comienza dentro de ti”

Tema del día:
Nacimiento de María. 
Un regalo de cumpleaños
Hoy, fiesta del nacimiento de la Virgen María, Estrella de la mañana, como la invoca San Bernardo, quiero poner nombres a la constelación celeste que corona a la Mujer vestida de sol y que tiene a la luna por pedestal, la dispuesta por Dios para ser madre suya.

María es la Inmaculada, la concebida sin pecado. Dios podía liberar a quien iba a ser madre de su Hijo de toda mancha de pecado, lo quiso y lo realizó. Ella es la sin-pecado.

María es la colmada de gracia, la amada de Dios; así la llama el ángel Gabriel como nombre propio, y esa identidad configura esencialmente la vida de la Nazarena.

María es la mujer creyente, la que se fía de Dios; así la saluda su prima Isabel: "Dichosa tú, que has creído". Ella es nuestra madre en la fe.

María es, que abandona su propio proyecto por el que le revela el Ángel de Dios: "Hágase en mí según tu Palabra".

María es la madre del Verbo encarnado: "Concebirás en tu vientre y darás a luz un Hijo", el Hijo de Dios. Es la madre de Jesús de Nazaret, Dios y hombre verdadero, es también verdadera Madre de Dios.

María es la contemplativa por excelencia, ella "guardaba todas estas cosas en su corazón". Maestra en acoger la Palabra, meditarla y alumbrarla.

María es la mujer servicial: "Subió deprisa a la montaña a servir a su prima". Ella se tiene por esclava, servidora del Señor, y de cuantos tengan necesidad de su ayuda.

María es la mujer agradecida, sensible a los dones recibidos. No se cree con derechos y reconoce a quien es la causa de su privilegio: "Proclama mi alma la grandeza del Señor".

María es mujer solidaria, sensible, social. La vemos actuar en el marco de una boda de manera comprometida cuando le dice a su Hijo: "No tienen vino".

María es la mujer fuerte, no se arredra frente a la dificultad. "Junto a la Cruz estaba María, su madre".

María es la mujer orante; dialogó con el Ángel, acudió al templo con angustia buscando a su Hijo, se reunió con los discípulos a la esperan del don del Espíritu Santo.

María es la mujer ensalzada, gloriosa, colocada junto a su Hijo en el cielo.

Por todos estos motivos, a la vez que sentimos inmensa alegría, felicitamos a la Virgen María en la fiesta de cumpleaños.

Por el nacimiento de María se enciende nuestra esperanza, el sentido de nuestra peregrinación. Ella, Medianera de todas las gracias, permanece en el desierto como mujer entrañable.

Autor: Don Ángel Moreno de Buenafuente
Fuente: www.la-oracion.com

Nota de redacción:
Este artículo corresponde al día 8 de setiembre pero lo publicamos hoy porque ayer teníamos los temas del día domingo. Más allá de ello, a María la honramos todos los días sin excepción…

Pedidos de oración
Pedimos oración por la Santa Iglesia Católica; por el Papa Francisco, por el Papa Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas, catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones, por la Paz en el mundo, por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las enfermedades, el hambre y la pobreza; por los presos políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo, por la unión de las familias, la fidelidad de los matrimonios y por más inclinación de los jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas, y por las Benditas Almas del Purgatorio.

Pedimos oración por la familia de Carlos y Lianet, de Las Tunas, Cuba, para que nuestro Señor Jesucristo les supla las carencias de un techo para criar su familia.

Pedimos oración por el niño William David G. P., de El Almendro, Nicaragua, de 2 años de edad, afectado de neumonía, para que Dios le conceda una pronta recuperación.

Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén

“Intimidad Divina”

Perseverantes hasta el fin

“¡Feliz el hombre que soporta la prueba! Soportada la prueba, recibirá la corona de la vida que ha prometido el Señor a los que le aman… Mirad cómo proclamamos felices a los que sufrieron con paciencia” (San 1, 12; 5, 11). Otro aspecto de la fortaleza cristiana es la constancia en el bien. Sin constancia es imposible llegar a la santidad y ni siquiera a la salvación; pues no basta ser virtuosos, pacientes y generosos un día ni un año; hay que serlo siempre, hasta el fin. Ese es el punto difícil, porque, como dice Santo Tomás, “la aplicación prolongada de algo difícil –y la virtud lo es casi siempre– presenta una dificultad especial”. Las gracias que acompañan la vocación cristiana en general y toda otra vocación particular –conyugal, religiosa o eclesiástica– aseguran a cada uno la fuerza necesaria para perseverar constantemente en las obligaciones asumidas. En el fondo de toda deserción hay siempre una falta de fe en la gracia y en la ayuda divina. Es imposible que Dios abandone a quien quiere serle fiel a toda costa y lucha por lo tanto sin tregua para superar las tentaciones del egoísmo y los alicientes del mundo.

El hombre, condicionado por el peso de la materia, sufre las consecuencias de la mutabilidad de ésta. El cuerpo está sujeto al cansancio, la sensibilidad a impresiones y turbaciones; todo ello es ocasión de fluctuaciones continuas; lo que poco ha entusiasmaba, de súbito resulta indiferente, tedioso y hasta insoportable. Nadie escapa a esta condición, pero tampoco le faltan a nadie los medios para ser perseverante. Dios mismo ha puesto remedio a la inestabilidad del hombre infundiéndole la virtud de la constancia, que tiene por objeto particular la duración en el esfuerzo. La virtud infusa se ha de desarrollar con el ejercicio; y las pruebas de la vida le ofrecen justamente la ocasión… El cristiano espera poseer a Dios porque sufre por él y por eso no se abate, sino se gloría de sus padecimientos. Así la constancia es camino seguro para la esperanza de la vida eterna, y la esperanza “no falla” porque Dios nos amba.

Anunciando a sus discípulos las persecuciones que deberían soportar por amor suyo, concluyó: “el que persevere hasta el fin, ése se salvará” (Mc 13, 13). Lucas reproduce el mismo pensamiento con una expresión un tanto diferente, pero no menos significativa: “Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas” (Lc 21, 19). No hay duda: el que quiere ganar su alma para la vida eterna, debe perseverar en el bien, sin asustarse por la dureza de las pruebas. Dada su fragilidad y endeblez, la perseverancia del hombre no puede ser sin tacha; con todo debe igualmente perseverar levantándose luego de cualquier caída y reparándola comenzando de nuevo. Mientras no interviene Dios con sus dones particulares para afianzarlo, la perseverancia del hombre consiste precisamente en su continuo rehacerse, convertirse y mejorarse. Así llevará buen fruto (Lc 8, 15) y su perseverancia será coronada con la gracia de la perseverancia final.

Señor, ciertamente me salvaré si perseverase hasta el fin, pero la perseverancia en cuanto a merecer la salud, pertenece a la fortaleza; mas tú eres la fortaleza de mi salud, tú me das la perseverancia para que llegue a la salud. ¡Señor, Señor, fortaleza de mi salud! Ved que ahora lucho; externamente combato contra los falsos buenos, e internamente contra mis concupiscencias, porque me veo una ley en mis miembros que milita contra la ley de mi mente y me tiene cautivo en la ley del pecado que se halla en mis miembros. ¡Miserable hombre yo!, ¿quién me librará de este cuerpo de muerte? La gracia de Dios por Jesucristo, Señor nuestro. Luego, esforzándome en esta batalla, dirijo la mirada a la gracia de Dios, y en el ardor y sequedad que he comenzado a sentir invoco tu sombra vivificante. (San Agustín).
P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D. 
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-

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