PEQUEÑAS SEMILLITAS
Año 8 - Número 2159 ~ Sábado
28 de Setiembre de 2013
- AÑO DE LA FE -
Desde la ciudad de Córdoba
(Argentina)
Alabado sea
Jesucristo…
Padre, tú has creado este universo para que me ayude a
conocerte mejor y a amarte mejor. Cada rayo de luz, cada flor, cada nuevo
paisaje a la vuelta del camino es un mensajero oportuno que me invita, por
senderos fáciles, a subir hasta ti. El rocío de la noche y el gallo que canta
por la mañana, el viento que murmura al pasar y el pan sobre la mesa, todo me
habla de tu bondad.
Pero me falta la atención del corazón para encontrarte en
todas las cosas. Consérvame un alma vibrante, entusiasta, un alma joven, que no
se canse de leer el poema de la Naturaleza. Ayúdame a encontrar bajo los
colores y los sonidos tu pensamiento divino, como el lector encuentra, bajo las
letras del libro, el pensamiento del autor.
¡Que la Naturaleza sea para mí un templo grandioso, donde
cada detalle me revele tu gloria, tu poder y tu bondad!
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, estando todos maravillados por todas las
cosas que Jesús hacía, dijo a sus discípulos: «Poned en vuestros oídos estas
palabras: el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres». Pero
ellos no entendían lo que les decía; les estaba velado de modo que no lo
comprendían y temían preguntarle acerca de este asunto.
(Lc 9,43b-45)
Comentario
Hoy, más de dos mil años después, el anuncio de la pasión
de Jesús continúa provocándonos. Que el Autor de la Vida anuncie su entrega a
manos de aquéllos por quienes ha venido a darlo todo es una clara provocación.
Se podría decir que no era necesario, que fue una exageración. Olvidamos, una y
otra vez, el peso que abruma el corazón de Cristo, nuestro pecado, el más
radical de los males, la causa y el efecto de ponernos en el lugar de Dios. Más
aún, de no dejarnos amar por Dios, y de empeñarnos en permanecer dentro de
nuestras cortas categorías y de la inmediatez de la vida presente. Se nos hace
tan necesario reconocer que somos pecadores como necesario es admitir que Dios
nos ama en su Hijo Jesucristo. Al fin y al cabo, somos como los discípulos,
«ellos no entendían lo que les decía; les estaba velado de modo que no lo
comprendían y temían preguntarle acerca de este asunto» (Lc 9,45).
Por decirlo con una imagen: podremos encontrar en el
Cielo todos los vicios y pecados, menos la soberbia, puesto que el soberbio no
reconoce nunca su pecado y no se deja perdonar por un Dios que ama hasta el
punto de morir por nosotros. Y en el infierno podremos encontrar todas las
virtudes, menos la humildad, pues el humilde se conoce tal como es y sabe muy
bien que sin la gracia de Dios no puede dejar de ofenderlo, así como tampoco
puede corresponder a su Bondad.
Una de las claves de la sabiduría cristiana es el
reconocimiento de la grandeza y de la inmensidad del Amor de Dios, al mismo
tiempo que admitimos nuestra pequeñez y la vileza de nuestro pecado. ¡Somos tan
tardos en entenderlo! El día que descubramos que tenemos el Amor de Dios tan al
alcance, aquel día diremos como san Agustín, con lágrimas de Amor: «¡Tarde te
amé, Dios mío!». Aquel día puede ser hoy. Puede ser hoy. Puede ser.
Rev. D. Antoni CAROL i Hostench (Sant Cugat del Vallès,
Barcelona, España)
Santoral Católico:
San Lorenzo Ruiz y Compañeros
Mártires en Japón
Santos Lorenzo de Manila Ruiz y quince compañeros
mártires, tanto presbíteros como religiosos y seglares, sembradores de la fe
cristiana en Filipinas, Formosa y otras islas japonesas, a causa de lo cual,
por decreto del supremo jefe del Japón, Tokugawa Yemitsu, en dis tintos días
consumaron en Nagasaki su martirio por amor a Cristo, pero celebrados en única
conmemoración (1633-1637)
Integran el grupo: santos Domingo Ibáñez de Erquicia,
Jacobo Kyuhei Gorobioye Tomonaga, Antonio González, Miguel de Aozaraza,
Guillermo Courtet, Vicente Shiwozuka, Lucas Alfonso Gorda, Jordán (Jacinto)
Ansalone y Tomás Hioji Rokuzayemon Nishi, presbíteros de la Orden dominicana;
Francisco Shoyemon, Miguel Kurobioye y Mateo Kohioye, religiosos de la misma
Orden; Magdalena de Nagasaki, virgen de la Tercera Orden de San Agustín; Marina
de Omura, virgen de la Tercera Orden dominicana; Lázaro de Kyoto, seglar.
Fecha de canonización: El Papa Juan Pablo II beatificó a
este grupo de mártires el 18 de febrero de 1981 en Manila (Filipinas) y los
inscribió en el catálogo de los santos el 18 de octubre de 1987.
Información amplia haciendo clic acá.
Fuente: Catholic.net
¡Buenos días!
Ayudar a quien necesita
Este día que
comienzas te presentará, sin duda, ocasiones de hacer alguna buena acción.
Algunas, sin buscarlas, están ahí a la mano, como esperándote. Pero otras
tienes que pensarlas y ponerlas en tu agenda. Unas y otras te entrenan y
mantienen ágil en la actitud de servicio y entrega al prójimo. Una anécdota con
humor: pero, sólo había apariencia de ayuda.
—Mamá –dice un niño a su madre, —¿me das veinticinco
centavos?
—Toma.
Al día siguiente vuelve a pedirle el mismo
dinero. Cuando pasan varios días con la misma petición, la madre, extrañada, le
pregunta:
—¿Para qué quieres el dinero?
—Para dárselo a una anciana de la calle.
—Así me gusta, hijo, que seas caritativo.
¿Dónde pide esa mujer?
—No pide, vende helados...
Todo cristiano,
en todo momento y en cualquier circunstancia de la vida está en condiciones de
amar e imitar a Cristo, el incondicional servidor del Padre y de los hombres.
El modelo humano que nos transmite Jesús, y que él realizó plenamente, es el de
servidor. “El Hijo del hombre no ha venido para ser servido, sino para servir,”
ayudar y entregarse por todos...
Padre Natalio
Palabras del Papa Francisco
“En el Credo profesamos la fe en la Iglesia que es una;
es decir que la Iglesia es única y es en sí misma unidad,
aunque esté esparcida en todos los continentes”
Papa Francisco
Historias:
Las tres pipas
En cierta ocasión un miembro de una tribu se presentó
furioso ante su jefe para informarle que estaba decidido a tomar venganza de un
enemigo que lo había ofendido gravemente.
Quería ir inmediatamente y matarlo sin piedad. El jefe lo
escuchó atentamente y luego le propuso que fuera a hacer lo que tenía pensado,
pero antes de hacerlo llenara su pipa de tabaco y la fumara con calma al pie
del árbol sagrado del pueblo.
El hombre cargó su pipa y fue a sentarse bajo la copa del
gran árbol. Tardó una hora en terminar la pipa. Luego sacudió las cenizas y
decidió volver a hablar con el jefe para decirle que lo había pensado mejor,
que era excesivo matar a su enemigo, pero que sí le daría una paliza memorable
para que nunca se olvidara de la ofensa.
Nuevamente el anciano lo escuchó y aprobó su decisión,
pero le ordenó que llenara otra vez la pipa y fuera a fumarla al mismo lugar.
También esta vez el hombre cumplió su encargo y gastó media hora meditando.
Después regresó a donde estaba el cacique y le dijo que
consideraba excesivo castigar físicamente a su enemigo, pero que iría a echarle
en cara su mala acción y le haría pasar vergüenza delante de todos.
Como siempre, fue escuchado con bondad, pero el anciano
volvió a ordenarle que repitiera su meditación como lo había hecho las veces
anteriores. El hombre medio molesto pero ya mucho más sereno se dirigió al
árbol centenario y allí sentado fue convirtiendo en humo, su tabaco y su
problema.
Cuando terminó, volvió al jefe y le dijo:
"Pensándolo mejor veo que la cosa no es para tanto. Iré donde me espera mi
agresor para darle un abrazo. Así recuperare un amigo que seguramente se
arrepentirá de lo que ha hecho". Entonces el jefe le regaló dos cargas de
tabaco para que fueran a fumar juntos al pie del árbol, diciéndole: "Eso
es precisamente lo que quería pedirte, pero no podía decírtelo yo; era
necesario darte tiempo para que lo descubrieras tú mismo".
En nuestra vida también nos podemos encontrar en
situaciones difíciles donde necesitamos el consejo de una persona sabia que
sepa dirigirnos antes de tomar una decisión precipitada. Ese consejo podremos
descubrirlo en nuestros padres o en verdaderas amistades, no obstante, ningún
mejor consejero que Dios mismo: El Espíritu Santo, quien está dispuesto a
aconsejarnos para llevar a cabo nuestra santificación.
Es de lamentar que no acudamos a Él con la frecuencia
debida. Parece que se repite la escena cuando San Pablo preguntó si habían
recibido al Espíritu Santo a un grupo que habían abrazado la fe cristiana y le
respondieron: “Ni siquiera hemos oído que haya Espíritu Santo” (Hechos 19,2).
Cristo llama al Espíritu Santo como “Paráclito”. Esta
palabra tiene su origen griego y significa “llamado junto a uno” (con el fin de
acompañar, consolar, aconsejar, defender...). Por ello también se le denomina
como el Consolador o Abogado, pues nos defiende e intercede por nosotros. Es un
consejero que nos habla en la intimidad al que hay que prestar atención y
seguir siempre sus indicaciones.
Hagamos nuestra la petición que San Josemaría nos
escribe: “Quítame, Jesús, esa corteza roñosa de podredumbre sensual que recubre
mi corazón, para que sienta y siga con facilidad los toques del Paráclito en mi
alma” (Camino, n. 130).
Pbro. José Martínez Colín
Pedidos de oración
Pedimos oración por la Santa Iglesia Católica; por el Papa Francisco, por el Papa
Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas,
catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la
unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro
Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones, por la
Paz en el mundo, por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos
especialmente por las enfermedades, el hambre y la pobreza; por los presos
políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo, por la unión de
las familias, la fidelidad de los matrimonios y por más inclinación de los
jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y
religiosas, y por las Benditas Almas del Purgatorio.
Pedimos oración por Flor
de María de B., que vive en la ciudad de Guatemala, y está sufriendo por problemas
serios que tiene ella y porque a su esposo le descubrieron problemas renales y
actualmente le hacen diálisis; rogando a Dios Nuestro Señor y a su Santísima
Madre que les den fortaleza y mucha fe y ante todo mucho amor para sobrepasar
las tribulaciones que están viviendo.
Pedimos oración por dos personas de Buenos Aires,
Argentina: Jorge A.M. y Guillermo Alejandro J.; ambos perdieron
a sus mamás en el lapso de 7 meses y para colmo fueron despojados o asaltados
de pertenencias valiosas de las que nunca han podido recuperar. Le pedimos a
Dios que los abrace y los envuelva en protección; les dé fuerzas y energías
para seguir adelante, borrando y cancelando toda negatividad. Que el Espíritu
los llene de paz, luz y sanación.
Pedimos oración por las siguientes personas de Santa Fe,
Argentina: Darío, 46 años, con tumor
en el cerebro; Oscar, 70 años, con
psoriasis en todo su cuerpo; Silvia,
85 años, con depresión; Silvana, con
problema para quedar embarazada; María
Rosa B., 83 años, con varias complicaciones de salud; y María Rosa P., 58 años, pide luz al
espíritu Santo para resolver de la mejor forma situaciones complicadas que está
viviendo. Oramos por todos ellos.
Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara
nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la
paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por
nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción
o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu
hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la
redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén
"Pequeñas
Semillitas" por e-mail
Si lo deseas puedes recibir todos los días "Pequeñas Semillitas" por
correo, más el agregado de un powerpoint. Las suscripciones son gratis y solo
tienes que solicitarlas escribiendo a Rocío
(moderadora de los grupos) a: peque.semillitas.3@gmail.com con el título: “Suscripción a Pequeñas
Semillitas”.
“Intimidad Divina”
Espíritu de amor y
de sabiduría
El don primero y más excelente que el Espíritu Santo hace
al hombre es la caridad. El cristiano, dice San Pablo, no debe abatirse en las
tribulaciones de la vida, ni perder la esperanza, porque puede contar sin falta
con el amor de Dios: “el amor de Dios se ha derramado en nuestros corazones por
el Espíritu Santo que nos ha sido dado” (Rm 5, 5). Este amor es la fuente de
todos los bienes: de la justificación a la santidad, de la caridad fraterna a
la comunión íntima con Dios, de la vida terrena transcurrida en gracia y
amistad divina a la vida eterna establecida en un amor indefectible y en una
contemplación beatificante. Nadie más que el Espíritu Santo, que es Amor
sustancial, puede dar al hombre la convicción profunda de que es amado por Dios
y al mismo tiempo moverlo a corresponder a ese amor. Él “impulsa a todos los
hombres a amar a Dios Padre y al mundo y a los hombres en él” (AA 29)… El amor
es la esencia del ser y de la santidad de Dios, y es la esencia de la vida y de
la santidad del cristiano.
El Espíritu Santo, Espíritu de Amor, ilumina e inflama a
un tiempo la mente y el corazón, el entendimiento y la voluntad. Así infunde en
el cristiano un conocimiento más íntimo y gustoso de Dios y de sus misterios.
Es lo que hace el don de la sabiduría, que no se basa en estudio, sino que se
funda en el amor y mediante la riqueza del amor hace conocer y experimentar a
Dios. Como una madre no conoce a su hijo por razonamiento sino por intuición
derivada de su amor materno, así el cristiano mediante la caridad llega a un
conocimiento intuitivo de Dios que saca del amor su luz y fuerza de
penetración. Es un don del Espíritu Santo, porque es fruto de la caridad
derramada por él en el creyente y participación de su sabiduría infinita. San
Pablo rogaba por los Efesios para que fuesen “fortalecidos por la acción de su
Espíritu…, para que…, arraigados y cimentados en el amor, podáis comprender
cuál es la anchura y la longitud, la altura y la profundidad, y conocer el amor
de Cristo, que excede a todo conocimiento”.
El misterio del amor infinito de Cristo, como todos los
demás misterios, no puede ser profundizado sin un influjo especial del Espíritu
Santo, sin ser “fortalecidos” por él y “arraigados y cimentados en el amor”. De
este modo el don de sabiduría enriquece inmensamente la vida de oración: el
orante se sumerge en Dios y en sus misterios, los experimenta y los gusta no
sólo mediante la luz de la fe, sino mediante el amor. El influjo de la
sabiduría no se detiene, con todo, aquí, sino ciñe la vida entera del cristiano
enseñándole a ver todas las cosas en Dios. Es un saberlo y juzgarlo todo según
Dios; no según criterios humanos, sino según criterios divinos. Es la sabiduría
anunciada por el Apóstol: “una sabiduría que no es de este mundo…, una
sabiduría de Dios, misteriosa”, revelada “por medio del Espíritu”, fruto de sus
enseñanzas interiores; sabiduría que “el hombre natural ni capta”, porque las
cosas de Dios sólo pueden ser juzgadas por “el Espíritu de Dios” (1 Cr 2,
6-14).
Tu sabiduría, oh
Verbo, es como aquella zarza que mostraste a Moisés, que arde y no se consume…
Huyan de esta sabiduría los que buscan y persiguen la sabiduría humana, que
ante Dios es necedad… Huye también de esta sabiduría quien rompe tu unión,
porque ofendiéndote a ti, se priva de ti y de sí. ¿Qué haces tú, oh Sabiduría
de mi Verbo? Levantas el alma y la hundes en el abismo; edificas y demueles;
siempre gimes y cantas, velas y duermes, caminas y nunca te mueves; sabiduría
que tienes en ti todo tesoro y estás lejos de toda insensatez… Oh sabiduría, tú
estableces los cielos que siempre giran, haces gloriosos a los espíritus
angélicos y humanos, alimentas a las esposas del Verbo, haces fuertes a tus
Cristos, tú confundes toda sabiduría y exaltas toda ignorancia, verificas toda
verdad y confundes toda mentira. Oh sabiduría, eres la corona de la Iglesia, tu
esposa y la riqueza del alma tu esposa. (Santa María Magdalena de Pazzis)
P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D.
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
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