PEQUEÑAS SEMILLITAS
Año 8 - Número 2132 ~ Domingo
1° de Setiembre de 2013
(Comienzo del Mes de la Biblia)
(Comienzo del Mes de la Biblia)
- AÑO DE LA FE -
Desde la ciudad de Córdoba
(Argentina)
Alabado sea
Jesucristo…
En el mundo nuevo, todos serán iguales en la misma mesa,
y todos los comensales poseerán el rango del gran Anfitrión. En la mesa del
Reino de Dios no habrá rivalidad y competencia por el honor, ni habrá división.
Y en vez del deseo de honor, será el deseo de servir el fundamento de la nueva
sociedad: “El que quiera ser más grande entre
ustedes será el servidor. Y el que quiera ser primero será esclavo de todos”
(Mc 10, 43-44). José Arregi
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
Un sábado, habiendo ido a casa de uno de los jefes de los
fariseos para comer, ellos le estaban observando. Notando cómo los invitados
elegían los primeros puestos, les dijo una parábola: «Cuando seas convidado por
alguien a una boda, no te pongas en el primer puesto, no sea que haya sido
convidado por él otro más distinguido que tú, y viniendo el que os convidó a ti
y a él, te diga: ‘Deja el sitio a éste’, y entonces vayas a ocupar avergonzado
el último puesto. Al contrario, cuando seas convidado, vete a sentarte en el
último puesto, de manera que, cuando venga el que te convidó, te diga: ‘Amigo,
sube más arriba’. Y esto será un honor para ti delante de todos los que estén
contigo a la mesa. Porque todo el que se ensalce, será humillado; y el que se
humille, será ensalzado».
Dijo también al que le había invitado: «Cuando des una
comida o una cena, no llames a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes,
ni a tus vecinos ricos; no sea que ellos te inviten a su vez, y tengas ya tu
recompensa. Cuando des un banquete, llama a los pobres, a los lisiados, a los
cojos, a los ciegos; y serás dichoso, porque no te pueden corresponder, pues se
te recompensará en la resurrección de los justos».
(Lc 14,1.7-14)
Comentario
Hoy, Jesús nos da una lección magistral: no busquéis el
primer lugar: «Cuando seas convidado por alguien a una boda, no te pongas en el
primer puesto» (Lc 14,8). Jesucristo sabe que nos gusta ponernos en el primer
lugar: en los actos públicos, en las tertulias, en casa, en la mesa... Él
conoce nuestra tendencia a sobrevalorarnos por vanidad, o todavía peor, por
orgullo mal disimulado. ¡Estemos prevenidos con los honores!, ya que «el
corazón queda encadenado allí donde encuentra posibilidad de fruición» (San
León Magno).
¿Quién nos ha dicho, en efecto, que no hay colegas con
más méritos o con más categoría personal? No se trata, pues, del hecho
esporádico, sino de la actitud asumida de tenernos por más listos, los más
importantes, los más cargados de méritos, los que tenemos más razón; pretensión
que supone una visión estrecha sobre nosotros mismos y sobre lo que nos rodea.
De hecho, Jesús nos invita a la práctica de la humildad perfecta, que consiste
en no juzgarnos ni juzgar a los demás, y a tomar conciencia de nuestra
insignificancia individual en el concierto global del cosmos y de la vida.
Entonces, el Señor, nos propone que, por precaución,
elijamos el último sitio, porque, si bien desconocemos la realidad íntima de
los otros, sabemos muy bien que nosotros somos irrelevantes en el gran
espectáculo del universo. Por tanto, situarnos en el último lugar es ir a lo
seguro. No fuera caso que el Señor, que nos conoce a todos desde nuestras
intimidades, nos tuviese que decir: «‘Deja el sitio a éste’, y entonces vayas a
ocupar avergonzado el último puesto» (Lc 14,9).
En la misma línea de pensamiento, el Maestro nos invita a
ponernos con toda humildad al lado de los preferidos de Dios: pobres,
inválidos, cojos y ciegos, y a igualarnos con ellos hasta encontrarnos en medio
de quienes Dios ama con especial ternura, y a superar toda repugnancia y
vergüenza por compartir mesa y amistad con ellos.
Rev. D. Enric PRAT i Jordana (Sort, Lleida, España)
Santoral Católico:
San Gil o Egidio
Ermitaño y Abad
En la región de Nimes, de la Galia Narbonense (hoy
Francia), san Egidio o Gil, cuyo nombre adopta la población que después se
formó en la región de la Camargue y donde se dice que el santo había erigido un
monasterio y acabado el curso de su vida mortal (s. VI/VII).
Información amplia haciendo clic acá.
Fuente: Catholic.net
¡Buenos días!
Cada uno con sus dones
En tu vida de
relación con los demás, cuídate de subestimar a los pequeños y a los débiles.
La sabiduría del Creador ha dispuesto tan armónicamente sus obras que todo
tiene su razón de ser: lo débil y lo fuerte, lo grande y lo pequeño. Considera
pues con atención y verás cómo cada uno
aporta sus dones para el bien de la convivencia humana.
Dormía muy tranquilo el león, cuando un ratón
empezó a juguetear encima de su cuerpo. Despertó el león y al punto atrapó al
ratoncito; y al llevárselo a la boca, éste le pidió que le perdonara, prometiendo
pagarle en el momento oportuno. El león se rió y lo dejó marchar. Pocos días
después unos cazadores apresaron al rey de la selva y lo ataron con una cuerda
a un frondoso árbol. Pasó por ahí el ratoncillo y, al oír los lamentos del
león, corrió al lugar y destrozó con sus afilados dientecillos la cuerda,
dejándolo libre. —Días atrás —le dijo—, te burlaste pensando que nada podría
hacer en agradecimiento. Ahora es bueno que sepas que los pequeños ratones
somos agradecidos y cumplimos lo prometido. Esopo.
Valorar lo que
hacen las personas, incluso en tareas no tan brillantes, pero sí
indispensables, es signo de que te has formado una idea exacta de la
interdependencia que todos tenemos y del respeto y aprecio mutuo que nos
debemos. Que sepas hoy bajar a lo concreto esta reflexión diciendo, por
ejemplo, una palabra de sincero aprecio a la mamá por sus trabajos del hogar.
Padre Natalio
Palabras del Beato Juan Pablo
II
"La violencia jamás resuelve los conflictos,
ni siquiera disminuye sus consecuencias dramáticas.
La paz es uno de los bienes más preciosos
para las personas, para los pueblos y para los
Estados"
Beato Juan Pablo II
Tema del día:
Sin excluir
Jesús asiste a un banquete invitado por “uno de los
principales fariseos” de la región. Es una comida especial de sábado, preparada
desde la víspera con todo esmero. Como es costumbre, los invitados son amigos
del anfitrión, fariseos de gran prestigio, doctores de la ley, modelo de vida
religiosa para todo el pueblo.
Al parecer, Jesús no se siente cómodo. Echa en falta a
sus amigos los pobres. Aquellas gentes que encuentra mendigando por los
caminos. Los que nunca son invitados por nadie. Los que no cuentan: excluidos
de la convivencia, olvidados por la religión, despreciados por casi todos.
Ellos son los que habitualmente se sientan a su mesa.
Antes de despedirse, Jesús se dirige al que lo ha
invitado. No es para agradecerle el banquete, sino para sacudir su conciencia e
invitarle a vivir con un estilo de vida menos convencional y más humano: “No invites
a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes ni a los vecinos ricos
porque corresponderán invitándote... Invita a los pobres, lisiados, cojos y
ciegos; dichoso tú porque no pueden pagarte; te pagarán cuando resuciten los
justos”.
Una vez más, Jesús se esfuerza por humanizar la vida
rompiendo, si hace falta, esquemas y criterios de actuación que nos pueden
parecer muy respetables, pero que, en el fondo, están indicando nuestra
resistencia a construir ese mundo más humano y fraterno, querido por Dios.
De ordinario, vivimos instalados en un círculo de
relaciones familiares, sociales, políticas o religiosas con las que nos
ayudamos mutuamente a cuidar de nuestros intereses dejando fuera a quienes nada
nos pueden aportar. Invitamos a nuestra vida a los que, a su vez, nos pueden
invitar. Eso es todo.
Esclavos de unas relaciones interesadas, no somos
conscientes de que nuestro bienestar solo se sostiene excluyendo a quienes más
necesitan de nuestra solidaridad gratuita, sencillamente, para poder vivir.
Hemos de escuchar los gritos evangélicos del Papa Francisco en la pequeña isla
de Lampedusa: “La cultura del bienestar nos hace insensibles a los gritos de
los demás”. “Hemos caído en la globalización de la indiferencia”. “Hemos
perdido el sentido de la responsabilidad”.
Los seguidores de Jesús hemos de recordar que abrir
caminos al Reino de Dios no consiste en construir una sociedad más religiosa o
en promover un sistema político alternativo a otros también posibles, sino,
ante todo, en generar y desarrollar unas relaciones más humanas que hagan
posible unas condiciones de vida digna para todos empezando por los últimos.
José Antonio Pagola
Nuevo video y artículo
Hay un nuevo video subido a este blog.
Para verlo tienes que ir al final de la página.
Hay nuevo material publicado en el blog
"Juan Pablo
II inolvidable"
Puedes acceder en la dirección:
Nunca olvidemos agradecer
Alguna vez leí que en el cielo hay dos oficinas
diferentes para tratar lo relativo a las oraciones de las personas en la
tierra:
Una es para receptar pedidos de diversas gracias, y allí
los muchos ángeles que atienden trabajan intensamente y sin descanso por la
cantidad de peticiones que llegan en todo momento.
La otra oficina es para recibir los agradecimientos por
las gracias concedidas y en ella hay un par de ángeles aburridos porque
prácticamente no les llega ningún mensaje de los hombres desde la tierra para
dar gracias...
Desde esta sección de "Pequeñas Semillitas"
pretendemos juntar una vez por semana (los domingos) todos los mensajes para la
segunda oficina: agradecimientos por favores y gracias concedidas como
respuesta a nuestros pedidos de oración.
Nuestra amiga Cecilia Claudia, de Buenos Aires,
Argentina, quiere agradecer a Dios por el cumpleaños número 26 de su querida
hija María Cecilia, que ha sido el
día 29 y por lo que pide una plegaria de acción de gracias a Dios. Nos unimos
en la oración.
Desde Rosario, Argentina, agradecen a Dios y a las
personas que rezaron por Francisca,
que ya superó la enfermedad y está de regreso en su casa junto a su familia.
Estadísticas de los Blogs
El siguiente es el estado demostrativo de la cantidad de
visitas registradas en los dos blogs que llevamos adelante en internet: "Pequeñas Semillitas" y "Juan Pablo II inolvidable".
Esta información se publica el primer día de cada mes.
Debe recordarse que las visitas se cuentan desde el
inicio de cada uno de ellos que ha sido en fechas distintas:
Desde el 1º de
Marzo de 2007 hasta hoy ha sido visitado por 1.914.527 lectores. Durante el último mes (agosto 2013) registró 12.234 nuevas visitas.
Desde el 25 de
Diciembre de 2009 hasta hoy ha sido visitado por 366.638 lectores. Durante el
último mes (agosto 2013) registró 2.978 nuevas visitas.
“Intimidad Divina”
Domingo 22 del Tiempo
Ordinario
Las lecturas de este día proponen una meditación sobre la
humildad, tanto más oportuna cuanto menos se comprende y practica esta virtud.
Ya en el Antiguo Testamento (1ª lectura: Ecli 3, 17-18. 20, 28-29) habla de su
necesidad sea en las relaciones con Dios sea en las relaciones con el prójimo.
“Hazte pequeño en las grandezas humanas, y así alcanzarás el favor de Dios”
(ib. 18). La humildad no consiste en negar las propias cualidades sino en
reconocer que son puro don de Dios; síguese d ahí que cuanto uno tiene más
“grandezas humanas”, o sea, es más rico en dotes, tanto más debe humillarse
reconociendo que todo le ha sido dado por Dios. Hay luego “grandezas” puramente
accidentales provenientes del grado social o del cargo que se ocupa; aunque
nada añadan éstas al valor intrínseco de la persona, el hombre tiende a hacer
de ellas un timbre de honor, un escabel sobre el que levantarse sobre los
otros… Como la humildad atrae a sí el amor, la soberbia lo espanta; los
orgullosos son aborrecibles a todos. Si luego el hombre deja arraigar en sí la
soberbia, ésta se hace en él como una segunda naturaleza, de modo que no se da
ya cuenta de su malicia y se hace incapaz de enmienda.
Por eso Jesús anatemiza a todas las formas de orgullo,
sacando a luz su profunda vanidad. Así sucedió cuando, invitado a comer por un
fariseo, veía a los invitados precipitarse a ocupar los primeros puestos (Lc
14, 1, 7-14). Escena ridícula y desagradable, pero verdadera. ¡Puede acaso un
puesto hacer al hombre mayor o mejor de lo que es? Es precisamente su
mezquindad lo que le lleva a enmascarar su pequeñez con la dignidad del puesto.
Por lo demás, esto le expone a más fáciles humillaciones porque antes o después
no faltará quien haga notar que ha pretendido demasiado. Es lo que enseña Jesús
diciendo: “Cuando te conviden, ve a sentarte en el último puesto… Porque todo
el que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido” (ib.
10-11). Puede parecer, todo esto algo muy elemental; sin embargo la vida de
muchos, aun cristianos, se reduce a una carrera hacia los primeros puestos.
Jesús dirige otra lección a su huésped: “Cuando des una
comida o una cena, no invites a tus amigos ni a tus hermanos ni a tus parientes
ni a los vecinos ricos; porque corresponderán invitándote y quedarás pagado”
(ib. 12). Jesús invierte por completo la mentalidad corriente. El mundo reserva
sus invitaciones a las personas que lo honran por su dignidad o de las que
puede esperar algún provecho; conducta inspirada en la vanidad y el egoísmo. Pero
el discípulo de Cristo debe conducirse al revés: invitar a los “pobres,
lisiados, cojos, ciegos, o sea, a gente necesitada de ayuda e incapaz de
“pagar” lo recibido. De este modo podrá decirse no sólo honrado, sino
“dichoso”, porque le “pagarán cuando resuciten los muertos” (ib. 13-14). Es
imposible cambiar la mentalidad hasta este punto si no se está convencido
profundamente de que los valores son verdaderos sólo en la medida en que pueden
ordenarse a los eternos, y que la vida terrena no es más que una peregrinación
hacia la “ciudad del Dios vivo, la Jerusalén celeste”, donde los justos –los
humildes y caritativos– están “inscriptos en el cielo” (Hb 12, 22-23, 2ª
lectura).
“Inclina, Señor, tu
oído y escúchame…” Tú inclinas tu oído si yo no me engrío. Tú acercas al
humillado y te apartas lejos del exaltado, a menos que no hayas exaltado tú al
que se humilló. Oh Dios, inclina hacia nosotros tu oído. Tú estás arriba,
nosotros abajo. Tú te hayas en la altura, nosotros en la bajeza, pero no
abandonados, pues has mostrado tu amor con nosotros, porque, aun siendo
pecadores, Cristo murió por nosotros… “Inclina, Señor, tu oído y escúchame,
porque soy pobre y desvalido”. Luego no inclinas el oído al rico, sino al pobre
y desvalido, al humilde y al que confiesa; al que necesita misericordia. No
inclinas tu oído al hartado y al engreído, al que se jacta como si nada le
faltase. (San Agustín)
P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D.
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
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