PEQUEÑAS SEMILLITAS
Año 8 - Número 2046 ~ Sábado
1 de Junio de 2013
- AÑO DE LA FE -
Desde la ciudad de Córdoba
(Argentina)
Alabado sea
Jesucristo…
Estamos iniciando el mes de Junio, dedicado por la
Iglesia al Sagrado Corazón de Jesús para celebrar su fiesta y agradarlo con
devociones especiales como la novena, el triduo, rosarios, romerías, oraciones,
entre otros. Pero, sobre todo, lo más importante es demostrarle nuestro amor y
agradecimiento, entregándonos totalmente a Él.
La devoción al Sagrado Corazón existe desde los primeros
tiempos de la Iglesia cuando se meditaba en el costado y el corazón abierto de
Jesús, de donde salió sangre y agua. De ese corazón nació la Iglesia y por ese
corazón se abrieron las puertas del Cielo.
Esta especial devoción la pidió Jesús mismo quien, en el
siglo diecisiete se le apareció a Santa Margarita María de Alacoque y le mostró
su corazón. El mismo está rodeado de llamas de amor, coronado de espinas, con
una herida abierta de la cual brotaba sangre y, del interior de su corazón,
salía una cruz.
Jesús mismo le dijo a la santa: “He aquí el corazón que
tanto ha amado a los hombres, y en cambio, de la mayor parte de los hombres no
recibe nada más que ingratitud, irreverencia y desprecio, en este sacramento de
amor”.
En Pequeñas Semillitas vamos a honrar al Sagrado Corazón
de Jesús con una breve reflexión para cada día, tomada de una página hermana:
Web Católico de Javier.
Promesas del
Sagrado Corazón de Jesús a sus devotos:
1.- A las almas consagradas a mi Corazón les daré las
gracias necesarias para su estado.
2. Daré paz a sus familias.
3. Las consolaré en todas sus aflicciones.
4. Seré su amparo y refugio seguro durante la vida y
principalmente en la hora de la muerte.
5. Derramaré bendiciones abundantes sobre sus empresas.
6. Los pecadores hallarán en mi Corazón la fuente y el
océano infinito de la misericordia.
7. Las almas tibias se harán fervorosas.
8. Las almas fervorosas se elevarán rápidamente a gran
perfección.
9. Bendeciré las casas y sitios en que esté expuesta y
sea honrada la imagen de mi Sagrado Corazón.
10. Daré a los sacerdotes la gracia de mover los
corazones más endurecidos.
11. Las personas que propaguen esta devoción tendrán
escrito su nombre en mi Corazón, y jamás será borrado de él.
12. A todos los que comulguen nueve primeros viernes de
mes continuos, el amor omnipotente de mi Corazón les concederá la gracia de la
perseverancia final.
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos volvieron a
Jerusalén y, mientras paseaba por el Templo, se le acercan los sumos
sacerdotes, los escribas y los ancianos, y le decían: «¿Con qué autoridad haces
esto?, o ¿quién te ha dado tal autoridad para hacerlo?». Jesús les dijo: «Os
voy a preguntar una cosa. Respondedme y os diré con qué autoridad hago esto. El
bautismo de Juan, ¿era del cielo o de los hombres? Respondedme».
Ellos discurrían entre sí: «Si decimos: ‘Del cielo’,
dirá: ‘Entonces, ¿por qué no le creísteis?’. Pero, ¿vamos a decir: ‘De los
hombres’?». Tenían miedo a la gente; pues todos tenían a Juan por un verdadero
profeta. Responden, pues, a Jesús: «No sabemos». Jesús entonces les dice:
«Tampoco yo os digo con qué autoridad hago esto».
(Mc 11,27-33)
Comentario
Hoy, el Evangelio nos pide que pensemos con qué intención
vamos a ver a Jesús. Hay quien va sin fe, sin reconocer su autoridad: por eso,
«se le acercan los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos, y le decían:
‘¿Con qué autoridad haces esto?, o ¿quién te ha dado tal autoridad para
hacerlo?’» (Mc 11,27-28).
Si no tratamos a Dios en la oración, no tendremos fe.
Pero, como dice san Gregorio Magno, «cuando insistimos en la oración con toda
vehemencia, Dios se detiene en nuestro corazón y recobramos la vista perdida».
Si tenemos buena disposición, aunque estemos en un error, viendo que la otra
persona tiene razón, acogeremos sus palabras. Si tenemos buena intención,
aunque arrastremos el peso del pecado, cuando hagamos oración Dios nos hará
comprender nuestra miseria, para que nos reconciliemos con Él, pidiendo perdón
de todo corazón y por medio del sacramento de la penitencia.
La fe y la oración van juntas. Nos dice san Agustín que,
«si la fe falta, la oración es inútil. Luego, cuando oremos, creamos y oremos
para que no falte la fe. La fe produce la oración, y la oración produce a su
vez la firmeza de la fe». Si tenemos buena intención, y acudimos a Jesús,
descubriremos quién es y entenderemos su palabra, cuando nos pregunte: «El
bautismo de Juan, ¿era del cielo o de los hombres?» (Mc 11,30). Por la fe,
sabemos que era del cielo, y que su autoridad le viene de su Padre, que es
Dios, y de Él mismo porque es la segunda Persona de la Santísima Trinidad.
Porque sabemos que Jesús es el único salvador del mundo, acudimos
a su Madre que también es Madre nuestra, para que deseando acoger la palabra y
la vida de Jesús, con buena intención y buena voluntad, tengamos la paz y la
alegría de los hijos de Dios.
Mn. Antoni BALLESTER i Díaz (Camarasa, Lleida, España)
Santoral Católico:
San Aníbal María di Francia
Fundador
Nacido en Messina, de Sicilia, Italia, san Aníbal María
Di Francia, el 5 de julio de 1851, presbítero, fundó la Congregación de los
Rogacionistas del Corazón de Jesús y las Hijas del Celo Divino, para rogar al
Señor que dé santos sacerdotes a su Iglesia. Murió el 1 de junio de 1927 en
Messina. La santidad y la misión de Padre Aníbal, declarado «insigne apóstol de
la oración por las vocaciones», son hoy profundamente apreciadas por quienes se
han compenetrado de las necesidades vocacionales de la Iglesia.
El Sumo Pontífice, Juan Pablo II, el 7 de octubre de 1990
proclamó a Anibal Di Francia Beato y al día siguiente lo definió: «Auténtico
precursor y celoso maestro de la moderna pastoral vocacional». La canonización
fue el 16 de mayo de 2004.
Información más detallada: hacer clic acá.
Fuente: Catholic.net
¡Buenos días!
Regalos de Dios
Cuántas veces
ansías quiméricos jardines que se divisan a lo lejos en el horizonte, mientras
no aspiras la fragancia ni admiras la belleza del rosal plantado al pie de tu
ventana. Gran parte de la infelicidad humana proviene de no valorar todo lo que
tenemos e ilusionarnos por los bienes de los demás, sin pensar que también
ellos tienen sus propias privaciones y sinsabores
Es maravilloso, Señor, tener mis brazos
perfectos, cuando hay tantos mutilados. Mis ojos miran, cuando tantos no tienen
luz. Mi voz canta, cuando otros enmudecen. Mis manos trabajan, cuando tantos
mendigan. Es maravilloso, Señor, volver a casa, cuando otros no tienen dónde
ir. Es bueno sonreír, amar, soñar, vivir, cuando tantos odian y mueren. Es
maravilloso, Señor, tener un Dios para creer, cuando tantos no creen. Es maravilloso,
Señor, tener tan poco que pedir y tanto que agradecer.
Enumera tus
bendiciones, todo lo positivo y gratificante que descubres en tu vida
cotidiana, y tendrás sentimientos de gratitud y alegría que te harán feliz.
Está siempre vigilante para no dejarte atrapar de la insatisfacción y
descontento que paralizarían tus energías. El desafío de tu vida es florecer
allí donde Dios te ha puesto. Que él te proteja y bendiga.
Padre Natalio
Palabras del Papa Francisco
“Esta tarde nosotros somos la multitud del Evangelio,
también nosotros intentamos seguir a Jesús para escucharlo, para entrar en
comunión con Él en la Eucaristía, para acompañarlo y para que nos acompañe.
Preguntémonos: ¿cómo sigo a Jesús? Jesús habla en silencio en el Misterio de la
Eucaristía y cada vez nos recuerda que seguirlo quiere decir salir de nosotros
mismos y hacer de nuestra vida no una posesión nuestra, sino un don a Él y a
los demás”
Papa Francisco
Homilía Corpus Christi
Tema del día:
Una moral para todos
Una de las asignaturas pendientes de las sociedades
globalizadas es la ética. Los problemas que surgen de las diversas posiciones
llevan a debates más o menos encendidos donde se ha aplicado sin más la ley de
la mayoría sea por medio de referéndum sea por las así llamadas mayorías
parlamentarias. Así ha ocurrido y sigue ocurriendo en temas como el divorcio,
el matrimonio, las parejas de hecho, el aborto, la eutanasia, etc. Hay quienes
aun así contestan las legislaciones y se amparan en la «objeción de
conciencia». Otros afirman que no es deber de la legislación positiva el tratar
varios de esos temas. Finalmente hay quienes consideran que temas tan delicados
de la ética no se deberían llevar a consultas populares ni depender de
decisiones mayoritarias.
Así el fenómeno más generalizado en tiempos de
globalización es que en temas éticos no nos ponemos de acuerdo. Tanto la
filosofía como la ciencia no parecen buenos puntos de partida para lograr el
tan deseado consenso. Por eso se afirma que es la religión -más bien las religiones-
la llamada a intervenir para lograrlo. Y es que las religiones proclaman de sí
mismas que son un modo de establecer relación con la divinidad pero también
desembocan en un comportamiento adecuado, en una ética. Y aunque sea por pura
ley del número, las religiones terminan siendo instancias morales que ofrecen
motivaciones mucho más fuertes para el comportamiento ético de la mayoría de
las personas.
Entonces, ¿cómo poner de acuerdo a las religiones en
materia ética? Seguramente no aceptarán ser asimiladas en una religión mundial,
ni siquiera por el bien mayor de la paz entre los hombres. Levantar una torre
de Babel religiosa sólo sería promesa de nuevos conflictos entre quienes no se
dejarán absorber.
Tampoco se puede esperar mucho consenso en la medida en
que cada religión considere ser la única instancia válida y crea que el diálogo
surge sólo tras la conversión del interlocutor...
Entonces se podría pedir a las religiones que al menos
dejen de lado sus posibles conflictos religiosos para ponerse de acuerdo -por
medio de la elaboración de criterios éticos universales- en una moral
proponible a todos. Ese es, en pocas palabras, el ideal del proyecto de ética
global.
¿Qué pensar de esta idea que va tomando cuerpo en
nuestros días? Creo que introduce un criterio que va a dar muchos dolores de
cabeza y que en sustancia no resuelve el problema. Porque si lo propio de cada
religión se deja de lado para evitar conflictos, ¿qué sucederá cuando haya que
juzgar sobre temas éticos en conflicto? Es posible que en gran parte de los
problemas esos criterios éticos universales nos permitan llegar a un consenso.
Pero en los que realmente haya diferencias, ¿se van a dejar de lado de nuevo?
Julián Marías recordaba hace años que el avestruz seguía siendo el animal
totémico de buena parte de nuestra tribu: Esconder la cabeza o no considerar
los temas conflictivos no es el mejor modo de resolverlos. Es como dejar
enemigos vivos y sueltos en la retaguardia: tarde o temprano se arman y te
disparan por la espalda.
Y entonces, alguno me preguntará ¿qué alternativas
ofreces? Parecerá simplista pero la evangelización sigue siendo la respuesta.
El cristiano tiene el mandato de ir y bautizar. En la medida en que viva la
caridad de Cristo su testimonio y su mensaje se hará creíble. Por tanto, no es
un esperanto de religiones lo que salvará al mundo de sus problemas éticos,
sino los santos, la santidad vivida y realizada en cada cristiano. Se ha de
reflexionar y dar razón de la propia fe a quienes busquen luz sobre ella, se ha
de mostrar el dorso de la moral cristiana para quien quiera oírla pero el deber
fundamental sigue siendo vivir el evangelio sin glosa y predicarlo a los demás.
Autor: Rodrigo Ramírez
Fuente: Catholic.net
Junio, mes del Corazón de
Jesús
Día 1: El Divino Corazón de
Jesús
¡El Corazón de Jesús! Una herida, una corona de espinas,
una cruz, una llama.,"He aquí el Corazón que tanto ha amado a los
hombres". ¿Quién nos ha dado aquel Corazón? Jesús mismo. Él nos había dado
todo: su doctrina, sus milagros, sus dones de Eucaristía, su Madre divina. Pero
el hombre permanece todavía insensible a tantos dones. Su soberbia les hace
olvidar el Cielo, sus pasiones les hacen descender al fango. Fue entonces
cuando Jesús mismo dirigió una mirada piadosa sobre la humanidad; se apareció a
su hija predilecta, Margarita María, para manifestarle los tesoros de su
corazón.
Fuente: Web Católico de Javier
"Pequeñas
Semillitas" por e-mail
Si lo deseas puedes recibir todos los días "Pequeñas Semillitas" por
correo, más el agregado de un powerpoint. Las suscripciones son gratis y solo
tienes que solicitarlas escribiendo a Rocío
(moderadora de los grupos) a: peque.semillitas.3@gmail.com con el título: “Suscripción a Pequeñas
Semillitas”.
Estadísticas de los Blogs
El siguiente es el estado demostrativo de la cantidad de
visitas registradas en los dos blogs que llevamos adelante en internet: "Pequeñas Semillitas" y "Juan Pablo II inolvidable".
Esta información se publica el primer día de cada mes.
Debe recordarse que las visitas se cuentan desde el
inicio de cada uno de ellos que ha sido en fechas distintas:
Desde el 1º de
Marzo de 2007 hasta hoy ha sido visitado por 1.879.478 lectores. Durante el último mes (mayo 2013) registró 12.222 nuevas visitas.
Desde el 25 de
Diciembre de 2009 hasta hoy ha sido visitado por 357.342 lectores. Durante el
último mes (mayo 2013) registró 4.134 nuevas visitas.
“Intimidad Divina”
El voto de
Castidad
Entre los consejos evangélicos “destaca el precioso don
de la divina gracia, concedido a algunos por el Padre, para que se consagren a
solo Dios con un corazón que en la virginidad o el celibato se mantiene más
fácilmente indiviso” (LG 42). El voto de castidad es la respuesta de la criatura
al don gratuito de Dios que eligiéndola para sí, le da a entender el precio de
la virginidad perfecta “por el reino de los cielos” (Mt 19, 12). El valor del
voto no consiste tanto en la renuncia que lógicamente se deriva de él, cuanto
en la totalidad de amor, pertenencia y entrega a Dios. Sólo el amor infinito de
Dios explica la ofrenda de este don, y sólo la respuesta de un amor total de
parte de la criatura explica la decisión del voto. “Cada cual –dice San Pablo–
tiene de Dios su gracia particular” (1 Cr 7, 7); el matrimonio es bueno, pero
la virginidad es mejor; el que se casa “obra bien” y el que no se casa “obra
mejor” (ib. 38). El voto de castidad es el resultado de la elección de un amor
único: el Amor infinito, y tiende al ideal de un “trato asiduo con el Señor,
sin división” (ib 35), esto es, a una comunión con Dios, a una entrega a él no
turbada por cuidados terrenos.
No es la virginidad en sí misma lo que tiene valor, sino
la virginidad consagrada a Dios, porque sólo ésta es fruto de la caridad y está
vivificada por el amor. San Agustín dice que las personas consagradas “no
carecen de bodas, pues también ellas participan con toda la Iglesia de las
bodas en que Cristo es el esposo”. En lugar de presentar el voto de castidad
como inhibición, la tradición católica lo presenta sobre todo como
consagración, como relación nupcial con Cristo, como gozosa y espontánea
decisión de la voluntad de pertenecer totalmente a él. Esto “evoca aquel
maravilloso connubio… por el que la Iglesia tiene por esposo único a Cristo”
(PC 12). El voto de castidad constituye así un principio transformador de todas
las fuerzas afectivas de la vida y dilatador del corazón, y por eso se
convierte en fuente inagotable de entrega a Dios y a sus intereses. El Concilio
Vaticano Ii se ha expresado en este sentido: “Esta perfecta continencia por el
reino de los cielos siempre ha sido tenida en la más alta estima por la
Iglesia, como señal y estímulo de la caridad y como un manantial extraordinario
de espiritual fecundidad en el mundo” (LG 42).
Cuanto más intenso es el amor que inspira y sostiene al
voto de castidad, tanto más alcanza éste su valor positivo de fecundidad
espiritual, y tanto más capaz se hace la persona consagrada de dar plenamente
la propia vida a Dios y a las almas. El voto de castidad, entendido y realizado
plenamente, no mutila ni deforma las capacidades afectivas del hombre, no
esteriliza la fecundidad de su vida, no lo cierra en sí mismo, ni crea en él
descompensaciones o desequilibrios; antes, potenciando sus recursos naturales,
le abre a un amor y a una entrega sin límites. La única condición indispensable
es que lo viva en un clima de auténtica caridad teologal. Así entiende la
Iglesia el voto de castidad, así lo propone y lo defiende contra las
acusaciones del mundo, considerándolo no sólo como un “medio aptísimo para que
los religiosos se consagren fervorosamente al servicio divino y a las obras de
apostolado” sino “incluso como un bien de toda la persona” (PC 12).
Mira que vengo a ti
a quien he amado, en quien he creído, a quien he dado mi afecto. Te seguiré
adondequiera que vayas… Jesús mío. Me acerco a ti, Dios mío, fuego consumidor.
Destrúyeme, átomo insignificante como soy, con la llama de tu amor; absórbeme
en ti. Vengo a ti, mi dulce luz; haz resplandecer tu rostro sobre mí, para que
a tu presencia, mis tinieblas se truequen en luz meridiana. Vengo a ti, unión
beatísima; hazme una cosa contigo, en la unidad de un amor verdadero. ¿Qué
puede haber ya de común entre mí y el mundo, amado mío Jesús, si hasta en el
cielo no quiero nada fuera de ti? A ti sólo amo y deseo; de ti sólo tengo
hambre y sed; en ti me consumo, amado mío… A ti se vuelve mi corazón y te dice:
Tú eres mi precioso tesoro, mi única y verdadera alegría, mi mejor parte, el
único amor y deseo de mi alma. (Santa Gertrudis).
P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D.
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
.
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