jueves, 27 de junio de 2013

Pequeñas Semillitas 2072

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 8 - Número 2072 ~ Jueves 27 de Junio de 2013
- AÑO DE LA FE -
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)

Alabado sea Jesucristo…
La disposición para dar la vida escasea en nuestra cultura. Los testigos que sellan su fidelidad a Jesús con la entrega de su vida no abundan.
Los ciudadanos dispuestos a sacrificarse voluntariamente por una causa, arriesgando su vida son una minoría. Por fortuna, algunos verdaderos seguidores de Jesús continúan viviendo con radicalidad su compromiso cristiano y enfrentan algún tipo de adversidad, por causa de su fe.
Ellos nos siguen documentando con su vida generosa y esperanzada que se han negado a sí mismos y que sirven con entusiasmo al proyecto del Reinado de Dios. Parece que vivimos en una sociedad demasiado adherida a la existencia terrenal y por tanto, insensible a los compromisos más demandantes y exigentes. En cierto sentido vivimos una crisis de esperanza.
En esta hora crítica, los que confesamos a Jesús como Señor de la vida y de la historia, tenemos que plantearnos la cuestión decisiva: ¿qué estilo de vida estamos viviendo? ¿Estamos atrapados en una red tupida de alienaciones y dependencias que nos atan tan estrechamente a esta vida, que no levantamos la mirada para ocuparnos de los asuntos del Reinado de Dios? ¿Hemos realizado las negaciones y rupturas necesarias para vivir en libertad y fidelidad al evangelio?
"La verdad católica"

La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «No todo el que me diga: ‘Señor, Señor’, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial. Muchos me dirán aquel día: ‘Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?’. Y entonces les declararé: ‘¡Jamás os conocí; apartaos de mí, agentes de iniquidad!’.
»Así pues, todo el que oiga estas palabras mías y las ponga en práctica, será como el hombre prudente que edificó su casa sobre roca: cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos, y embistieron contra aquella casa; pero ella no cayó, porque estaba cimentada sobre roca. Y todo el que oiga estas palabras mías y no las ponga en práctica, será como el hombre insensato que edificó su casa sobre arena: cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos, irrumpieron contra aquella casa y cayó, y fue grande su ruina».
Y sucedió que, cuando acabó Jesús estos discursos, la gente quedaba asombrada de su doctrina; porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como sus escribas.
(Mt 7,21-29)

Comentario
Hoy nos impresiona la afirmación rotunda de Jesús: «No todo el que me diga: ‘Señor, Señor’, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial» (Mt 7,21). Por lo menos, esta afirmación nos pide responsabilidad en nuestra condición de cristianos, al mismo tiempo que sentimos la urgencia de dar buen testimonio de la fe.
Edificar la casa sobre roca es una imagen clara que nos invita a valorar nuestro compromiso de fe, que no puede limitarse solamente a bellas palabras, sino que debe fundamentarse en la autoridad de las obras, impregnadas de caridad. Uno de estos días de junio, la Iglesia recuerda la vida de san Pelayo, mártir de la castidad, en el umbral de la juventud. San Bernardo, al recordar la vida de Pelayo, nos dice en su tratado sobre las costumbres y ministerio de los obispos: «La castidad, por muy bella que sea, no tiene valor, ni mérito, sin la caridad. Pureza sin amor es como lámpara sin aceite; pero dice la sabiduría: ¡Qué hermosa es la sabiduría con amor! Con aquel amor del que nos habla el Apóstol: el que procede de un corazón limpio, de una conciencia recta y de una fe sincera».
La palabra clara, con la fuerza de la caridad, manifiesta la autoridad de Jesús, que despertaba asombro en sus conciudadanos: «La gente quedaba asombrada de su doctrina; porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como sus escribas» (Mt 7,28-29). Nuestra plegaria y contemplación de hoy, debe ir acompañada por una reflexión seria: ¿cómo hablo y actúo en mi vida de cristiano? ¿Cómo concreto mi testimonio? ¿Cómo concreto el mandamiento del amor en mi vida personal, familiar, laboral, etc.? No son las palabras ni las oraciones sin compromiso las que cuentan, sino el trabajo por vivir según el Proyecto de Dios. Nuestra oración debería expresar siempre nuestro deseo de obrar el bien y una petición de ayuda, puesto que reconocemos nuestra debilidad.
-Señor, que nuestra oración esté siempre acompañada por la fuerza de la caridad.
Rev. D. Joan Pere PULIDO i Gutiérrez Secretario del obispo de Sant Feliu (Sant Feliu de Llobregat, España)

Santoral Católico:
Nuestra Señora del Perpetuo Socorro
Patrona de los Padres Redentoristas y de Haití

Información amplia: clic acá

Fuente: Catholic.net    
  
¡Buenos días!

En un neurosiquiátrico

La persona con salud mental es consciente de sí misma y de los otros, conoce la sociedad en que desarrolla sus actividades. Sabe desechar las emociones y pensamientos negativos. Es capaz de ajustarse a los cambios. Se analiza habitualmente y rectifica, si es necesario, su conducta. En fin, se siente libre de soñar y de proponerse nuevas metas.

Un visitante entra en un neurosiquiátrico. El director se ofrece a acompañarlo por los distintos compartimentos. —Tenemos ocho plantas – le dice – En la planta baja, como usted ve, está la sala de espera y los locutorios; en la segunda y tercera, hay unos enfermos que se pueden tratar; en la cuarta y quinta, son más peligrosos; en la sexta y séptima, son intratables, y en la octava planta está mi despacho.

Para cuidar tu salud mental trata de crecer en tus cualidades positivas; actúa en forma coherente con lo que verdaderamente sientes importante para ti; ten momentos para pensar con verdad tu propia realidad; y confía en tu capacidad de renovarte y afrontar los desafíos de la vida con nuevos bríos, nuevas ideas, nueva actividad.
Padre Natalio

Palabras del Papa Francisco

“El deseo de paternidad está inscrito en las fibras más profundas del hombre. Y un sacerdote no es una excepción, si bien vive este deseo de modo particular… cuando un hombre no tiene este deseo, algo falta en este hombre. Algo no va. Todos nosotros, para ser, para llegar a ser plenos, para ser maduros, debemos sentir la alegría de la paternidad; también nosotros que somos célibes. La paternidad es dar vida a los demás, dar vida, dar vida… Para nosotros será la paternidad pastoral, la paternidad espiritual: pero es dar vida, llegar a ser padres. Un padre que sabe lo que significa defender a los hijos. Y esta es una gracia que nosotros los sacerdotes debemos pedir: ser padres, ser padres. La gracia de la paternidad, de la paternidad pastoral, de la paternidad espiritual. Pecados tenemos tantos, pero esto es de común “sanctorum”: todos tenemos pecados. Pero no tener hijos, no llegar a ser padre, es como si la vida no llegase a su fin: se detiene a mitad de camino. Y, por tanto, debemos ser padres. Pero es una gracia que el Señor da. La gente nos dice: ‘Padre, padre, padre…’. Nos quiere así, padres, con la gracia de la paternidad pastoral”.

Papa Francisco
  
Historias Médicas:
Gracias a la vida

Voy a intentar contarles una historia que sucedió hace muchos años. Esto sucedió allá por el año 1975 estando yo de guardia médica en el Hospital Regional de La Falda (Córdoba, Argentina). Un jueves alrededor de las 19 hs. me llaman del Hospital de Cosquín solicitando poder trasladar una beba, fruto de un aborto espontáneo, que habían dado por muerta, pero aún con vida y sin posibilidades de derivar su internación a la Ciudad de Córdoba por falta de camas. La recién nacida tenía 5 meses de embarazo.

Mi primera reacción fue que me esperasen yo hable con el especialista en neonatología y jefe del Servicio de Pediatría del Hospital, que me llamen en 20-30 minutos. Por teléfono molesto al Dr. Benjamín Malamud en su consultorio particular y la respuesta fue: “Aceptala, Tato, que la traigan y ve qué puedes hacer hasta que yo vaya…”, me esforcé por hacerle entender que era inútil ingresar alguien que se nos iba a morir en algunos minutos, que no tenía sentido. La respuesta del Dr. Malamud fue muy simple: “¿Y la vas a dejar morir sin atención médica si Córdoba no la recibe…???”, ya no hubo más respuestas porque me sentí totalmente derrotado por una verdadera razón enorme y de gran peso para mis argumentos.

Así es como en unos 40 minutos estaba en el consultorio de la guardia revisando una linda “ratita” de 550 gramos que me remitieron en una caja como de zapatos y sobre un lecho de algodón. Esto lo digo sin ninguna intención peyorativa ni burlona, sino con intención de que me comprendan mejor lo que estaba viviendo. Con la ayuda de la enfermera del sector nos ocupamos de la beba, la canalizamos e hidratamos con antibióticos, en una de la incubadoras que disponíamos en esa época, y allí nos quedamos cuidándola para ver sus reacciones y qué/cuánto podíamos hacer por ella.

Alrededor de las 22 hs. vino el Dr. Malamud extenuado luego de un día de arduo trabajo en su consultorio. Se revistió con ropa estéril y me dijo: “Gracias, ya me hago cargo…”. Yo me fui a cenar y dormir. Al día siguiente antes de partir para otro Hospital paso por Neonatología y Benjamín aún estaba al lado de esa incubadora, me dijo que había luchado por la vida de la bebé toda la noche y lo seguiría haciendo en la mañana. Saludé y me fui.

Volví a mi guardia el jueves siguiente. Una enfermera me dice que el Dr. Malamud me esperaba para decirme algo; estaba en la Sala de Neonatología. Allá fui y me encontré un médico destruido, agotado, totalmente venido a menos, pero al lado de la incubadora de la “Negrita”… no era mi médico amigo sino una sombra. “¿Qué ocurre, Benjamín?”, le digo desde el vidrio que nos separaba. Cuando levanta la vista y me ve, me pide que lo reemplace para poder ir a su casa a comer algo y tratar descansar; así me entero que desde la noche, de hace 8 días en que me había auxiliado, no se había apartado de esa incubadora, que no había asistido ningún paciente ni en el hospital ni en su consultorio particular, que en la salita anexa había comido algo las veces que podía, y que allí también su esposa le había traído ropa para lavarse como podía y cambiarse. Todo esto para no descuidar la bebita que aún vivía y ahora ya respiraba por ella misma y aparentemente se había estabilizado en sus funciones vitales.

Eran alrededor de las 13 hs. y me hice cargo de la bebita. No hizo falta que me quedase a su lado permanentemente como lo había hecho el Dr. Malamud. La controlé y revisé muchas veces esa tarde hasta que regresó Malamud alrededor de las 23 hs. dispuesto a asumir nuevamente su “puesto de lucha”. Le hice entender que no era indispensable lo hiciera, que se fuera a dormir en casa y yo lo llamaba si era necesario. Me hizo caso y, luego de revisarla exhaustivamente de nuevo, se fue a casa. En 8 días esa fue la primera noche en su dormitorio, con su esposa, con sus hijos, con sus comodidades, con sus libros, con sus afectos.

Cada jueves cuando ingresaba a ni guardia, preguntaba: “¿Cómo está la Negra?...” y me iba a visitarla, ver sus progresos, charlar con las enfermeras que vivían a su lado todo el turno. Mi querida Negra avanzaba a pasos agigantados cada semana, y yo me alegraba enormemente por sus progresos y más me dolía el hecho de que casi “la había dejado morir sin atención médica”. Pasaron 4 meses, nunca conocí a sus padres, pero sabía que ellos venían permanentemente a ver la beba y estaban muy agradecidos al Dr. Malamud, las enfermeras y el Hospital. Un jueves de nuevo entré a tomar la guardia y mi rutina era ver cómo avanzaba “mi Negra”, cuando llego a Neonatología encontré su incubadora vacía, corrí a la sala de Pediatría contigua y allí tampoco estaba, me largué a llorar (como lo estoy haciendo ahora) y aparece como un Ángel la enfermera para darme la feliz noticia de que le habían dado el alta y esa mañana sus padres la habían llevado a casa. Me sentí abatido, vencido, me dolía mi actitud primera, pero me dio fuerzas el saber que finalmente la “Negra” estaba con sus padres y se fue BIEN…

Desconozco su nombre. Nunca más supe nada de ella, ya hace 33 años vivo en General Deheza, mi querida “Negra” debe tener cerca de 40, yo espero que Dios la haya bendecido con una vida muy feliz, que haya engendrado varios niños y tenga una buena familia. Esto fue una de las causas que me impulsó a escribir todo esto sin ser literato; pero el motivo fundamental fue hacer conocer la grandeza profesional, espiritual, personal y entrega caritativa de quien logró que esa Beba casi muerta hoy pueda ser una mujer, mi homenaje sincero y humilde al Dr. Benjamín Malamud de La Falda, un grande, si los hay… un médico de los que conocimos pocos en la vida… un tipazo. A él mi reconocimiento de por vida.

Tato Alfonso
General Deheza (Córdoba, Argentina)

Nota:
El Doctor Héctor Armando “Tato” Alfonso, médico, cristiano y lector de “Pequeñas Semillitas” ha tenido la gentileza de autorizar la publicación de esta nota cuyo contenido es íntegramente cierto. ¡Gracias Tato por tu gentileza! Y también me sumo a la admiración que producen médicos como el Doctor Benjamín Malamud.
La fotografía que ilustra la historia, no corresponde a los hechos relatados; es de Google.
Felipe

Junio, mes del Corazón de Jesús
Día 27: El premio final

¡Qué premio tan hermoso te ha reservado el Sagrado Corazón!
Es el momento en que el solo pensamiento hace estremecerse: el momento de la muerte. Ante este pensamiento, el hombre tiembla, se agita; sin embargo, debe afrontarlo con amor y con la esperanza puesta en la misericordia de Dios.
Jesús te sonríe y quiere asegurarte la muerte santa, la muerte del justo. Entre las promesas que hizo a Santa Margarita María quiere recordar este punto: "Mi corazón será para todos mis devotos el seguro asilo en vida y especialmente en el momento de la muerte".
Si quieres, pues, afrontar la muerte con la calma del justo, trata de creer en Jesús, de vivir en Jesús. Entonces será cuando Él te dirá estas dulces palabras: "Hoy estarás conmigo en el paraíso".
Fuente: Web Católico de Javier

Mensaje de María Reina de la Paz

Mensaje de María Reina de la Paz del 25 de junio de 2013

¡Queridos hijos! Los amo a todos con alegría en el corazón, y los invito a acercarse a mi Corazón Inmaculado, para que Yo pueda acercarlos aún más a mi Hijo Jesús y para que Él pueda darles su paz y su amor, que son alimento para cada uno de ustedes. Ábranse hijitos a la oración, ábranse a mi amor. Yo soy vuestra Madre y no puedo dejarlos solos en el deambular y el pecado.  Hijitos, ustedes son llamados a ser mis hijos, mis hijos amados, para poder presentarlos a todos a mi Hijo. Gracias por haber respondido a mi llamado.

Nuevo artículo

Hay nuevo material publicado en el blog
"Juan Pablo II inolvidable"
Puedes acceder en la dirección:
  
Pedidos de oración

Pedimos oración por la Santa Iglesia Católica; por el Papa Francisco, por el Papa Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas, catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones, por la Paz en el mundo, por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las enfermedades, el hambre y la pobreza; por los presos políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo, por la unión de las familias, la fidelidad de los matrimonios y por más inclinación de los jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas, y por las Benditas Almas del Purgatorio.

Pedimos oración por Nelly M., de Costa Rica, que ha caído en una profunda depresión por el fallecimiento de su hija. Que María, que es Madre y conoce de estos dolores, la acompañe, la fortalezca y la consuele.

Pedimos oración por Dionisio H., de Maquinista Savio, Escobar, provincia de Buenos Aires, Argentina, 74 años de edad, rogando a Jesús y María para que su agonía no sea tan difícil, encontrando más alivio y paz. También por su esposa, hijo y nietos que están muy apenados, para que Dios los fortalezca.

Pedimos oración por Manuela L. D., de 21 años de edad, de Escobar, provincia de Buenos Aires, Argentina, que va a ser operada de un ganglio calcificado en la axila, para que Jesús guíe a los cirujanos y médicos intervinientes y resulte todo negativo en su biopsia. Que la Virgen Santísima la ampare bajo su manto para que no tenga  dolor y que vaya en paz a la operación confiando en nuestro Señor que la va a cuidar en todo momento. También pedimos por su hermana, María Belén, de 19 años de edad, que tiene fuertes dolores de cabeza por un problema en las vértebras cervicales, esperando que Jesús y la Virgen la acompañen en su tratamiento para que se recupere de esta dolencia satisfactoriamente. Y pedimos también por los padres de ambas: Patricia y Raúl, para que Dios les dé la fortaleza y la confianza de saberse hijos suyos y que cuidará de todos ellos en estas difíciles circunstancias.

Pedimos oración por Julio D., 60 años, de Buenos Aires, Argentina, quien sufre de su aparato digestivo y por una fisura en una de sus vértebras; por lo que está muy dolorido. Le pedimos a Jesús que alivie su sufrimiento y le conceda una pronta recuperación.

Pedimos oración por el progreso laboral de Lilibeth y Griselda de Guadalajara, México.

Pedimos oración por el eterno descanso del alma de Chiquito K. y Miguel F. de la provincia del Chaco, Argentina, fallecidos en un accidente.

Pedimos oración por la salud de Jorge A., de Corrientes, Argentina que padece de una enfermedad terminal; por la salud física y espiritual de Mirta C., Sara C. y María Angélica G., de Presidencia Roque Sáenz Peña, Chaco, Argentina. En el caso de María Angélica, afectada de parkinson, rogamos la especial intercesión del beato Juan Pablo II, que tuvo la misma enfermedad, para que él le conceda el milagro de curarse.

Pedimos oración por Margarita, de 76 años de edad. Vive sola en México y presenta varias fracturas de brazo y un trastorno emocional que le impide aceptar ayuda. Que la Santísima Virgen María interceda ante Nuestro Señor Jesucristo para sanar su cuerpo, su mente y su espíritu.

Pedimos oración por Violeta E., 65 años, residente en Miami, USA, que por causa de la tos y bacterias en el sistema respiratorio que ha padecido por 4 semanas, le van a hacer un esofagrama la próxima semana, para lo cual le darán bario, que ella no resiste y está muy  nerviosa. Por todo ello rogamos que la mano divina del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo la toquen y quede curada.

Pedimos oración por la salud de Dora, de Bahía Blanca, Gastón de Pueblo Santa María y Gerónimo, de Pueblo San José, todos de Argentina, los dos primeros son enfermos oncológicos que necesitan mucho de nuestra oración.

Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén

Nota de Redacción:
Para dar curso a los Pedidos de Oración es imprescindible dar los siguientes datos: nombres completos de la persona (habitualmente no publicamos apellidos), ciudad y país donde vive, y explicar el motivo de la solicitud de oración. Por favor: en los pedidos ser breves y concretos y enviarlos a feluzul@gmail.com y deben poner en el asunto “Pedido de oración”, ya que los correos que llegan sin asunto (o con el asunto en blanco) son eliminados sin abrirlos. No se reciben pedidos de oración a través de Facebook ni por otro medio que no sea el correo antes señalado.
Los Pedidos de Oración se publican de lunes a sábados. Los domingos se publican los agradecimientos por las gracias concedidas.

“Intimidad Divina”

Vendremos a él

Desde el momento del Bautismo la Santísima Trinidad ha hecho su morada en el cristiano; sin embargo, la Iglesia en el “Veni, Sancte Spíritus” enseña a invocar constantemente la venida del Espíritu Santo y por ende de toda la Santísima Trinidad, porque, por su indivisible unidad, donde hay una Persona no pueden faltar las otras. Pero si la Trinidad está ya en el creyente, ¿cómo puede venir de nuevo? Basta que él se encuentre en estado de gracia para que Dios, presente en él como creador se le haga presente como amigo y le invite a vivir en su intimidad. Pero esta intimidad tiene grados, y se hará cada vez más estrecha y amigable a medida que el fiel, creciendo en gracia y amor, sea capaz de entrar en relaciones más íntimas con la Trinidad. Algo así como sucede entre dos personas que, por motivo de su amistad, viven en la misma casa: creciendo su afecto, su amistad se hace más intensa… Aunque la Trinidad more ya en el creyente, puede hacerse cada vez más presente en él bajo el aspecto de una amistad más íntima… Es una manifestación interior basada en el amor y reservada al que ama; por medio del amor se da a conocer la Trinidad al hombre del modo más íntimo y personal, y le infunde el sentimiento de su presencia.

La primera visita o efusión de la Trinidad al creyente tuvo lugar el día del Bautismo: el Padre le envió al Hijo, el Padre y el Hijo le enviaron al Espíritu Santo y por la indisoluble unidad de los Tres, el Padre vino sin ser enviado. Esta visita se renueva luego siempre que, al recibir un sacramento o progresar en el amor, crece el cristiano en gracia y caridad. La promesa de Jesús: “vendremos a él” (Jn 14, 23) nunca se agota, es siempre nueva, siempre capaz de nuevas realizaciones, cuantas veces renueva el hombre la condición, o sea, cuantas veces ama con amor más intenso. Este don divino que se le ofrece con tanta largueza, debe moverlo a generosidad y constante progreso en el amor, porque sólo así podrá gozarlo en plenitud. Si no pone obstáculo al desarrollo de la caridad y de la gracia en su alma, la Santísima Trinidad no pondrá límites a sus efusiones.

La Trinidad vive en el bautizado y se da a él para que viva en ella. Para eso ha revelado Jesús el misterio trinitario, ha redimido al hombre y le ha hecho partícipe de la gloria de su filiación divina, y para eso antes de ir a la Pasión oró: “Como tú, Padre, en mí y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros” (Jn 17, 21). Como Cristo vive en el Padre en la unidad del Espíritu Santo, así el cristiano debe vivir en la Trinidad que mora en él. El lazo de unión con las tres Personas divinas es siempre Cristo Señor nuestro. Él es la puerta: “Yo soy la puerta” (Jn 10, 9), y él es el camino: “Yo soy el camino” (Jn 14, 6), por el que es preciso pasar. Por Cristo, con Cristo y en Cristo, somos admitidos a vivir en comunión con los “Tres” vivientes en nosotros; a nosotros nos toca aceptar la invitación y realizar esa espléndida vida divina mediante las virtudes teologales y particularmente la fe y la caridad. Mientras por la fe creemos y adoramos a la Trinidad presente en nosotros, por la caridad entramos en el círculo de su vida, porque –vale la pena repetirlo– “Dios es amor, y quien permanece en amor permanece en Dios y Dios en él” (1 Jn 4, 16).

¡Oh, Dios mío, Trinidad a quien adoro! Ayúdame a olvidarme totalmente de mí para establecerme inmutable y plácidamente en ti como si mi alma viviera ya en la eternidad. Que nada pueda alterar mi paz, ni apartarme de ti, oh mi inmutable, sino que, cada momento de mi vida me sumerja más profundamente en tu divino Misterio. Pacificad mi alma. Estableced en ella vuestro cielo, vuestra morada predilecta, vuestro hogar de descanso. Que nunca os deje solo, sino que vivificada por la fe permanezca con todo mi ser en tu compañía, en completa adoración y entregada sin reservas a vuestra acción creadora… ¡Oh fuego abrasador, Espíritu de amor! Desciende a mí para que se realice en mi alma como una encarnación del Verbo. Que yo sea para él una humanidad suplementaria donde renueve su misterio. Y Vos, ¡oh Padre!, proteged vuestra pobre y débil criatura. Cubridla con vuestra sombra. Contemplad solamente en ella a vuestro Hijo muy amado en quien habéis puesto vuestras complacencias. ¡Oh mis Tres, mi todo, mi bienaventuranza, soledad infinita, inmensidad donde desaparezco! Me entrego a Vos como víctima. Sumergíos en mí, para que yo quede inmersa en Vos, en espera de ir a contemplar en vuestra luz el abismo de vuestra grandeza. (Isabel de la Trinidad, Elevación)
P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D. 
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-

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