PEQUEÑAS SEMILLITAS
Año 8 - Número 2048 ~ Lunes 3
de Junio de 2013
- AÑO DE LA FE -
Desde la ciudad de Córdoba
(Argentina)
Alabado sea
Jesucristo…
La Eucaristía es la máxima expresión de la presencia de Jesús entre nosotros… ¿Por
qué? Porque “en el santísimo sacramento de la Eucaristía, están contenidos
verdadera, real y sustancialmente el Cuerpo y la Sangre junto con el Alma y la
Divinidad de nuestro Señor Jesucristo, y por consiguiente, Cristo entero”
(Catecismo de la Iglesia Católica, 1374).
La Iglesia siempre ha enseñado esta verdad, y nosotros la
creemos y veneramos desde nuestro catecismo “de primera comunión”. Pero desde
el año 1264, se celebra esta fiesta por disposición del papa Urbano I, quien
quiso reafirmar y estimular la fe privada, y sobre todo pública en la presencia
real de Jesús en la Eucaristía. Enseguida cobró también importancia y
significación en el pueblo creyente la procesión, que surgió espontáneamente
como una prolongación de la Misa: Cristo aclamado públicamente, comenzó a
recibir adoración y aclamaciones de gloria.
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, Jesús comenzó a hablarles en parábolas:
«Un hombre plantó una viña, la rodeó de una cerca, cavó un lagar y edificó una
torre; la arrendó a unos labradores, y se ausentó.
»Envió un siervo a los labradores a su debido tiempo para
recibir de ellos una parte de los frutos de la viña. Ellos le agarraron, le
golpearon y le despacharon con las manos vacías. De nuevo les envió a otro
siervo; también a éste le descalabraron y le insultaron. Y envió a otro y a
éste le mataron; y también a otros muchos, hiriendo a unos, matando a otros.
Todavía le quedaba un hijo querido; les envió a éste, el último, diciendo: ‘A
mi hijo le respetarán’. Pero aquellos labradores dijeron entre sí: ‘Éste es el
heredero. Vamos, matémosle, y será nuestra la herencia’. Le agarraron, le
mataron y le echaron fuera de la viña.
»¿Qué hará el dueño de la viña? Vendrá y dará muerte a
los labradores y entregará la viña a otros. ¿No habéis leído esta Escritura:
‘La piedra que los constructores desecharon, en piedra angular se ha
convertido; fue el Señor quien hizo esto y es maravilloso a nuestros ojos?’».
Trataban de detenerle —pero tuvieron miedo a la gente—
porque habían comprendido que la parábola la había dicho por ellos. Y
dejándole, se fueron.
(Mc 12,1-12)
Comentario
Envió un siervo a los labradores a su debido tiempo para
recibir de ellos una parte de los frutos de la viña
Hoy, el Señor nos invita a pasear por su viña: «Un hombre
plantó una viña (...) y la arrendó a unos labradores» (Mc 12,1). Todos somos
arrendatarios de esa viña. La viña es nuestro propio espíritu, la Iglesia y el
mundo entero. Dios quiere frutos de nosotros. Primero, nuestra santidad
personal; luego, un constante apostolado entre nuestros amigos, a quienes
nuestro ejemplo y nuestra palabra les anime a acercarse cada día más a Cristo;
finalmente, el mundo, que se convertirá en un mejor sitio para vivir, si santificamos
nuestro trabajo profesional, nuestras relaciones sociales y nuestro deber hacia
el bien común.
¿Qué clase de arrendatarios somos? ¿De los que trabajan
duro, o de los que se irritan cuando el dueño envía a sus siervos a cobrarnos
el alquiler? Podemos oponernos a los que tienen la responsabilidad de ayudarnos
a proporcionar los frutos que Dios espera de nosotros. Podemos poner objeciones
a las enseñanzas de la Santa Madre Iglesia y del Papa, los obispos, o quizás,
más modestamente, de nuestros padres, nuestro director espiritual, o de aquel
buen amigo que está tratando de ayudarnos. Podemos, incluso, volvernos
agresivos, y tratar de herirles o, hasta “matarlos” mediante nuestra crítica y
comentarios negativos. Deberíamos examinarnos a nosotros mismos acerca de los
motivos reales de dicha postura. Quizás necesitamos un conocimiento más
profundo de nuestra fe; quizás debemos aprender a conocernos mejor, a efectuar
un mejor examen de conciencia, para poder descubrir las razones por las que no
queremos producir frutos.
Pidamos a Nuestra Madre María su ayuda para que podamos
trabajar con amor, bajo la guía del Papa. Todos podemos ser “buenos pastores” y
“pescadores” de hombres. «Entonces, vayamos y pidamos al Señor que nos ayude a
llevar fruto, un fruto que permanezca. Sólo así este valle de lágrimas se
transformará en jardín de Dios» (Benedicto XVI). Nosotros podríamos acercar a
Jesucristo nuestro espíritu, el de nuestros amigos, o el del mundo entero, si
tan sólo leyéramos y meditáramos las enseñanzas del Santo Padre, y tratásemos
de ponerlas en práctica.
Fr. Alphonse DIAZ (Nairobi,
Kenia)
Santoral Católico:
San Carlos Luanga y
compañeros
Mártires de Uganda
Esa mañana, cuando el rey Mwanga reunió la corte, vibraba
en el aire una espasmódica espera. En la sala se notaba la presencia insólita
de algunos energúmenos, mientras el grupo de los pajes reales, espléndidos
ejemplares de belleza negra, se agolpaban alrededor del trono. Mwanga les dio
una orden extraña: “Todos los que no quieran rezar pueden quedarse aquí cerca
del trono; en cambio, los que quieran rezar reúnanse allá contra la pared”. El
jefe de los pajes, Carlos Luanga, fue el primero en apartarse, y luego lo
siguieron otros quince. “¿Pero ustedes rezan de verdad?”, preguntó el rey. “Sí,
señor mío, nosotros rezamos de verdad” contestó Carlos en nombre de todos sus
compañeros cristianos, que habían pasado toda la noche anterior rezando. “¿Y
están resueltos a seguir rezando?” insistió el rey. “Sí, señor mío, siempre,
hasta la muerte”. “Entonces, mátenlos” les dijo bruscamente el rey a los
verdugos. En efecto, “rezar” equivalía a “ser cristianos” en ese reino de
Mwanga, rey de Buganda, una región que actualmente pertenece a Uganda. Y en el
reino de Mwanga rezar, es decir, ser cristianos, estaba absolutamente
prohibido.
Los comienzos, en realidad, habían sido buenos. El rey
Mutesa al principio había acogido bien, en 1879, a los Padres Blancos de
Lavigérie, que después tuvieron que retirarse por las intrigas de algunos
jefes. Después, en 1885, fueron llamados nuevamente por Mwanga, y encontraron
cristianos comprometidos que ocupaban cargos de responsabilidad. El “katikiro”,
una especie de canciller, había tramado una conjuración contra el rey, pero fue
descubierto por los cristianos. Entonces este se alió con los notables y
brujos, y esta alianza fue fatal para los cristianos. José Mukasa Balikuddembe,
consejero del rey, fue decapitado el 15 de noviembre de 1885; en mayo de 1886
fueron muertos Dionisio Sbuggwawo, Ponciano Ngondwe, Andrés Kaggwa, Atanasio
Bazzekuketta, Gonzaga Gonga, Matías Kalemba, Noé Mwaggali.
Después les tocó el turno a los pajes de los que
hablábamos; pero tres se salvaron, según el uso, sacados a suerte. Entre los
trece “mártires” se encontraba Mbaga Tuzinda, hijo del jefe de los verdugos.
Naturalmente trató repetidamente de salvarlo, pero él no quiso separarse de sus
compañeros. Entre ellos también había un niño de trece años, Kizito. Los
veintidós mártires de Uganda fueron beatificados por Benedicto XV, y
canonizados por Pablo VI el 18 de octubre de 1964, en presencia de los Padres
del Concilio Vaticano II; y el mismo Pablo VI consagró en 1969 el altar del
grandioso santuario construido en Namugongo, en donde los trece pajes,
dirigidos por Carlos Luanga, quisieron “rezar hasta la muerte”.
Fuente: Catholic.net
¡Buenos días!
El sabio japonés
“Un hombre
apegado posesivamente a situaciones, personas o cosas, vive entre delirios,
minimiza o sobrevalora los acontecimientos y las cosas de acuerdo con sus
deseos y temores. No ve las cosas como son, sino a la luz de sus ficciones.
Este hombre es un enajenado de la realidad y, por eso, su vida es una
existencia fragmentaria, ansiosa e infeliz” (I. Larrañaga).
Un eminente sabio japonés recibió la visita
de un profesor universitario turista que había ido a verlo para informarse
sobre sus ideas. El sabio sirvió el té, llenó la taza de su huésped y después
continuó echando, con expresión serena y sonriente. El profesor miró
desbordarse el té, extrañado, no logrando explicarse una distracción tan
contraria a la buena educación; pero, a un cierto punto exclamó: ”¡Está llena!
¡Ya no cabe más!”, “Como esta taza”, dijo el sabio imperturbable, ”tú estás
lleno de tu cultura, opiniones y conjeturas eruditas y complejas, ¿cómo puedo
hablarte de mi doctrina, que sólo es comprensible a los ánimos sencillos y
abiertos, si antes no vacías la taza?”
La clave está
pues en vaciar tu taza. “Los desposeídos son sabios porque miran el mundo con
ojos limpios. Los que actúan bajo los impulsos de apropiación y/o rechazo
contemplan todo a través sus deseos y temores. Hacen que las cosas sean como
ellos desean”. Anímate a caminar paso a paso hacia tu libertad interior.
Padre Natalio
La frase de hoy
“Dentro de 20 años estarás más decepcionado
por las cosas que no hiciste que por las que hiciste.
Así que suelta amarras, navega lejos de puertos
seguros,
coge los vientos alisios. Explora. Sueña.”
Mark Twain
Tema del día:
Rezar es amar
Para algunos, que se comportan como ateos aunque se dicen
católicos, rezar es perder el tiempo, o desahogarse, o como mucho encontrar un
consuelo que ayude a llevar los malos ratos de la vida. Para estos, rezar sólo
es rezar.
Para la mayoría de los católicos, en cambio, a poca
experiencia espiritual que tengan, rezar es mucho más que eso. Rezar es amar.
El que ama reza y el que reza ama. Rezar es decirle a Dios de mil modos y en
mil lugares lo mucho que se le quiere. Es decirle que se le adora, que se le
agradece todo lo que ha hecho por cada ser humano. Rezar es pedir perdón. Rezar
es pedir ayuda. Rezar es ofrecerse uno mismo al Señor para que, como María,
pueda hacer con lo que quiera. Rezar es abandonarse en Él, confiar en Él,
abrirse a su divina voluntad, reconociéndonos ante Él, el Todopoderoso, como lo
que realmente somos: sus criaturas, sus hijos, sus siervos. Rezar es amar y,
desde luego, el que ama reza y el que reza ama.
Por eso es tan importante rezar. No hay vida cristiana
sin oración. Sin ella, sólo queda la soberbia del que cree que puede con todo y
la frustración del que constata que casi no puede con nada. La oración es
justicia, es humildad, es sabiduría, es fuente de paz, de consuelo, de alegría,
de esperanza. La oración es amor.
Así lo ha reconocido el Papa Francisco al hacer suya la
iniciativa programada por el Pontificio Consejo para la Nueva Evangelización
dentro del Año de la Fe. Iniciativa que contaba ya con el apoyo pleno del Papa
emérito Benedicto XVI. Se trata, nada más y nada menos, que de poner a toda la
Iglesia a rezar y a rezar a la vez. No habrá discursos, ni homilías, ni nada
que pueda distraer la atención de lo esencial: ponerse de rodillas delante del
Santísimo, mirarle con los ojos del cuerpo hasta ver los ojos de su alma, para
adorarle, agradecerle, suplicarle y ofrecernos a Él con todo el corazón. Una
Iglesia que reza unida, permanece unida. Una Iglesia que cree en la oración es
de verdad una Iglesia. Una Iglesia que pone su confianza en el Señor, es una
Iglesia que vence por muy grandes que sean los adversarios y los peligros.
No basta con eso, naturalmente. Porque si rezar es amar,
el amor que le debemos a Dios no se agota en la oración. Ahí empieza, ahí tiene
su fuente, su motor, su pozo siempre lleno de agua viva. Pero de ahí tiene que
salir el que bebe de ese agua para llevar el amor de Dios a todos los hombres,
especialmente a aquellos que llevan en su alma o en su cuerpo la huella de la
Cruz de Cristo. Rezar es el principio del camino del amor y la caridad hacia el
prójimo es el final del mismo. El que reza, ama, y el que de verdad ama es
porque ha rezado antes y porque rezará después y durante.
Unámonos al Papa este domingo. A las 5 de la tarde hora
de Roma y de España, a esa misma hora aunque sea otra muy distinta en los
respectivos países, todos los católicos vamos a decirle a Dios que confiamos en
él, que le queremos, que le adoramos, que le damos gracias, que le pedimos
perdón, que necesitamos su ayuda, que nos ofrecemos a él y que todo eso lo
queremos hacer como María. A las 5 de la tarde de este domingo, solemnidad del
Corpus Christi, se nos convoca para rezar. Se nos convoca para amar.
(No conozco el autor)
Junio, mes del Corazón de
Jesús
Día 3: La corona de espinas
Si observas al Corazón de Jesús, pruebas un sentimiento
de pena. Es coronado de espinas, mana sangre, es traspasado su Corazón. Es el
símbolo de la vida de Jesús. Nacido en medio de sufrimientos, abraza al dolor,
abraza una cruz, la lleva al Calvario, muere crucificado.
Jesús valora el dolor y crea una escuela: "Quien
quiera venir en pos de mí, tome su cruz" (Mt.16,24). Es una frase un poco
amarga, un poco triste, pero es así. El dolor cristiano está para purificar,
para santificar las almas.
La cruz que Él te da es aquella que es buena para ti.
Trata de tener devoción a tu cruz; ámala, como la amaron los Santos, como la
amó Jesús.
Fuente: Web Católico de Javier
Mensaje de María Reina de la
Paz
Mensaje de María Reina de la Paz del 2 de junio de 2013
“Queridos hijos, en este tiempo sin paz, yo los invito
nuevamente a caminar con mi Hijo, a que lo sigan. Conozco vuestros dolores,
sufrimientos y dificultades, pero en mi Hijo encontrarán descanso. En Él
encontrarán la paz y la salvación. Hijos míos, no olviden que mi Hijo los ha
redimido con su cruz y les ha dado la posibilidad de ser nuevamente hijos de
Dios, para poder llamar de nuevo “Padre” al Padre Celestial. Amen y perdonen,
para ser dignos del Padre, porque vuestro Padre es amor y perdón. Oren y
ayunen, porque esa es la vía hacia vuestra purificación. Es el camino para
conocer y comprender al Padre Celestial. Cuando conozcan al Padre, comprenderán
que sólo lo necesitan Él. Yo como Madre, quiero a mis hijos en la comunidad de
un único pueblo, en el que se escucha y cumple la Palabra de Dios. Por tanto,
hijos míos, comiencen a caminar con mi Hijo, sean uno con Él, sean hijos de
Dios. Amen a sus pastores, como mi Hijo los amó, cuando los llamó a servirlos a
ustedes. ¡Les agradezco!”
Pedidos de oración
Pedimos oración por la Santa Iglesia Católica; por el Papa Francisco, por el Papa
Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas,
catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la
unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro
Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones, por la
Paz en el mundo, por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos
especialmente por las enfermedades, el hambre y la pobreza; por los presos políticos
y la falta de libertad en muchos países del mundo, por la unión de las
familias, la fidelidad de los matrimonios y por más inclinación de los jóvenes
hacia este sacramento; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y
religiosas, y por las Benditas Almas del Purgatorio.
Pedimos oración por la joven Michell M. L., que vive en
Guayaquil, Ecuador, y ha tenido una operación cesárea de urgencia y su niña
también está en cuidados especiales. Rogamos al Dios de la Vida por la
recuperación de ambas.
Pedimos oración por Roxana F., de Lima, Perú, que está luchando con valentía por su salud, para que el Señor le siga dando fuerzas en su delicada situación.
Pedimos oración por Roxana F., de Lima, Perú, que está luchando con valentía por su salud, para que el Señor le siga dando fuerzas en su delicada situación.
Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara
nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la
paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por
nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la
aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu
hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la
redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén
Nota de Redacción:
Para dar curso a los Pedidos de Oración es imprescindible
dar los siguientes datos: nombres completos de la persona (habitualmente no
publicamos apellidos), ciudad y país donde vive, y explicar el motivo de la
solicitud de oración. Por favor: en los pedidos ser breves y concretos y
enviarlos a feluzul@gmail.com y deben
poner en el asunto “Pedido de oración”, ya que los correos que llegan sin
asunto (o con el asunto en blanco) son eliminados sin abrirlos. No se reciben pedidos
de oración a través de Facebook ni por otro medio que no sea el correo antes
señalado.
Los Pedidos de Oración se publican de lunes a sábados.
Los domingos se publican los agradecimientos por las gracias concedidas.
“Intimidad Divina”
La oración
litúrgica
La oración, aun la más personal, es siempre comunión con
Cristo y con la Iglesia, porque el cristiano es siempre miembro de Cristo y de
la Iglesia. Es una comunión íntima e interior que pasa sólo entre el alma y
Dios. Pero hay otra forma de oración en la que esta comunión asume también una
dimensión externa, visible y comunitaria: es la oración litúrgica, mediante la
cual la Iglesia, unida a Cristo su Cabeza y Esposo, ofrece a Dios el culto
integral. El hombre, en efecto, no es sólo espíritu, sino espíritu encarnado;
debe por tanto emplear en la oración no sólo sus facultades espirituales:
inteligencia y voluntad, sino también las afectivas: corazón, sensibilidad y
hasta la fantasía, los sentidos y el mismo comportamiento externo. Todo el
hombre debe orar. Esto se cumple precisamente en la oración litúrgica, que no
es sólo culto interno, sino también externo, expresado con la oración común,
los cánticos, los gestos y las ceremonias. La oración litúrgica está por eso en
el vértice de las demás formas de oración, bien porque las compendia todas y
empeña todas las facultades del hombre, bien porque expresa no la oración de
los fieles particulares sino la de la comunidad de los fieles, o sea de la
Iglesia en la que Cristo está presente como Cabeza y principal orante.
Desde los comienzos de la Iglesia empezaron los
cristianos a reunirse “en la comunión fraterna, en la fracción del pan y en la
oración…, alabando juntos a Dios” (Hc 2, 42-47). Eran las primeras reuniones
eclesiales, de las que Cristo, presente en la Eucaristía, era el centro. La
sagrada Liturgia, en efecto, apoyada toda en torno al Sacrificio Eucarístico y
a los sacramentos, es el culto perfecto que Cristo mismo ofrece al Padre
celestial para su gloria y para la salvación de los hombres. “En esta obra tan
grande, por la que Dios es perfectamente glorificado y los hombres
santificados, Cristo asocia siempre consigo a su amadísima Esposa la Iglesia
que invoca a su Señor y por él tributa culto al Padre Eterno” (SC 7).
Participando de la sagrada Liturgia, el fiel participa oficialmente en el culto
que el Cristo total, o sea el Cristo unido a su Iglesia y por lo tanto a sus
miembros, tributa a Dios.
Por eso la oración litúrgica tiene un valor intrínseco y
objetivo, que se deriva del valor infinito del sacrificio y de la oración de
Cristo; y así es el sostén de la oración privada, pues suple las deficiencias
de ésta y la alimenta con la gracia derivada de la presencia y acción
vivificadora de Cristo. Cuando se siente la pobreza de la oración personal, es
de gran consuelo refugiarse en la oración litúrgica, la gran oración de Cristo
y de la Iglesia. Por otra parte también la oración litúrgica, en cuanto que son
los fieles los que la hacen, necesita ser acompañada por su oración personal.
Porque si es verdad que la oración litúrgica tiene un valor intrínseco, de modo
que sigue siendo siempre oración de Cristo y de la Iglesia, por más que el
orante esté distraído, es igualmente verdad que no aprovecha al individuo sino
en medida proporcionada a su fe, a su devoción y a su empeño personal. Por eso
oración litúrgica y oración personal no pueden oponerse ni siquiera separarse,
sino que han de andar siempre unidas y compenetradas, vivificándose y
completándose mutuamente.
Dios mío, ¡qué
confusa estaría de mi debilidad e insuficiencia, si para alabarte,
reverenciarte y glorificarte, no tuviese a Jesucristo, mi único Bien, que lo
hace de modo perfecto! A él le confío mi impotencia y me alegro de que sea él
todo y yo no sea nada. ¡Oh Jesús!, en ti lo poseo todo. Tú eres mi Cabeza y yo
soy realmente un miembro tuyo. Tú oras, adoras, te humillas, das gracias en mí
y por mí, y yo en ti, porque el miembro es uno con la Cabeza. Tu vida tan santa
y admirable absorbe la mía, tan vil y mezquina. Tú eres de modo excelente mi
acción de gracias. Tomaré el cáliz de la salud y contigo ofreceré una hostia de
alabanza, un sacrificio agradable, digno de Dios, sobreabundante. (B. M. Teresa
de Soubirán)
P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D.
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
.
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