PEQUEÑAS SEMILLITAS
Año 8 - Número 2052 ~ Viernes
7 de Junio de 2013
- AÑO DE LA FE -
Desde la ciudad de Córdoba
(Argentina)
Alabado sea
Jesucristo…
Hoy celebramos la Solemnidad del Sagrado Corazón de
Jesús, una fiesta que la liturgia nos propone el viernes después de Corpus
Christi.
La devoción al Corazón de Jesús ha existido desde los
primeros tiempos de la Iglesia, cuando se meditaba en el costado y el Corazón
abierto de Jesús, de donde salió sangre y agua. De ese Corazón nació la Iglesia
y por ese Corazón se abrieron las puertas del Cielo. Pero fue Jesús mismo
quien, en el siglo diecisiete, en Paray-le-Monial, Francia, solicitó, a través
de la humilde religiosa, Santa Margarita María de Alacoque, que se estableciera
definitiva y específicamente la devoción a su Sacratísimo Corazón.
El beato Juan Pablo II estableció que en esta solemnidad
se celebre en la Iglesia la Jornada mundial por la santificación de los
sacerdotes.
Recemos también para que haya santos sacerdotes, formados
"según el Sagrado Corazón de Cristo".
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, Jesús dijo esta parábola a los fariseos
y maestros de la Ley: «¿Quién de vosotros que tiene cien ovejas, si pierde una
de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto, y va a buscar la que se
perdió hasta que la encuentra? Y cuando la encuentra, contento, la pone sobre
sus hombros; y llegando a casa, convoca a los amigos y vecinos, y les dice:
‘Alegraos conmigo, porque he hallado la oveja que se me había perdido’. Os digo
que, de igual modo, habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se
convierta que por noventa y nueve justos que no tengan necesidad de
conversión».
(Lc 15,3-7)
Comentario
Hoy celebramos la solemnidad del Sagrado Corazón de
Jesús. Desde tiempo inmemorial, el hombre sitúa “físicamente” en el corazón lo
mejor o lo peor del ser humano. Cristo nos muestra el suyo, con las cicatrices
de nuestro pecado, como símbolo de su amor a los hombres, y es desde este
corazón que vivifica y renueva la historia pasada, presente y futura, desde
donde contemplamos y podemos comprender la alegría de Aquel que encuentra lo
que había perdido.
«Alegraos conmigo, porque he hallado la oveja que se me
había perdido» (Lc 15,6). Cuando escuchamos estas palabras, tendemos siempre a
situarnos en el grupo de los noventa y nueve justos y observamos “distantes”
cómo Jesús ofrece la salvación a cantidad de conocidos nuestros que son mucho peor
que nosotros... ¡Pues no!, la alegría de Jesús tiene un nombre y un rostro. El
mío, el tuyo, el de aquél..., todos somos “la oveja perdida” por nuestros
pecados; así que..., ¡no echemos más leña al fuego de nuestra soberbia,
creyéndonos convertidos del todo!
En el tiempo que vivimos, en que el concepto de pecado se
relativiza o se niega, en el que el sacramento de la penitencia es considerado
por algunos como algo duro, triste y obsoleto, el Señor en su parábola nos
habla de alegría, y no lo hace solo aquí, sino que es una corriente que
atraviesa todo el Evangelio. Zaqueo invita a Jesús a comer para celebrarlo,
después de ser perdonado (cf. Lc 19,1-9); el padre del hijo pródigo perdona y
da una fiesta por su vuelta (cf. Lc 15,11-32), y el Buen Pastor se regocija por
encontrar a quien se había apartado de su camino.
Decía san Josemaría que un hombre «vale lo que vale su
corazón». Meditemos desde el Evangelio de Lucas si el precio —que va marcado en
la etiqueta de nuestro corazón— concuerda con el valor del rescate que el
Sagrado Corazón de Jesús ha pagado por cada uno de nosotros.
Rev. D. Pedro IGLESIAS Martínez (Rubí, Barcelona,
España)
Festividad del
Sagrado
Corazón de Jesús
La imagen del Sagrado Corazón de Jesús nos recuerda el
núcleo central de nuestra fe: todo lo que Dios nos ama con su Corazón y todo lo
que nosotros, por tanto, le debemos amar. Jesús tiene un Corazón que ama sin
medida. Y tanto nos ama, que sufre cuando su inmenso amor no es correspondido.
La Iglesia dedica todo el mes de junio al Sagrado Corazón
de Jesús, con la finalidad de que los católicos lo veneremos, lo honremos y lo
imitemos especialmente en estos 30 días.
Esto significa que debemos vivir este mes demostrándole a
Jesús con nuestras obras que lo amamos, que correspondemos al gran amor que Él
nos tiene y que nos ha demostrado entregándose a la muerte por nosotros,
quedándose en la Eucaristía y enseñándonos el camino a la vida eterna. Todos
los días podemos acercarnos a Jesús o alejarnos de Él. De nosotros depende, ya
que Él siempre nos está esperando y amando.
Debemos vivir recordándolo y pensar cada vez que
actuamos: ¿Qué haría Jesús en esta situación, qué le dictaría su Corazón? Y eso
es lo que debemos hacer (ante un problema en la familia, en el trabajo, en
nuestra comunidad, con nuestras amistades, etc.). Debemos, por tanto, pensar si
las obras o acciones que vamos a hacer nos alejan o acercan a Dios.
Tener en casa o en el trabajo una imagen del Sagrado
Corazón de Jesús, nos ayuda a recordar su gran amor y a imitarlo en este mes de
junio y durante todo el año.
Origen de la
devoción al Sagrado Corazón de Jesús
Santa Margarita María de Alacoque era una religiosa de la
Orden de la Visitación. Tenía un gran amor por Jesús. Y Jesús tuvo un amor
especial por ella.
Se le apareció en varias ocasiones para decirle lo mucho
que la amaba a ella y a todos los hombres y lo mucho que le dolía a su Corazón
que los hombres se alejaran de Él por el pecado. Durante estas visitas a su
alma, Jesús le pidió que nos enseñara a quererlo más, a tenerle devoción, a
rezar y, sobre todo, a tener un buen comportamiento para que su Corazón no
sufra más con nuestros pecados.
El pecado nos aleja de Jesús y esto lo entristece porque
Él quiere que todos lleguemos al Cielo con Él. Nosotros podemos demostrar
nuestro amor al Sagrado Corazón de Jesús con nuestras obras: en esto
precisamente consiste la devoción al Sagrado Corazón de Jesús.
Las promesas del
Sagrado Corazón de Jesús
Jesús le prometió a Santa Margarita de Alacoque, que si
una persona comulga los primeros viernes de mes, durante nueve meses seguidos,
le concederá lo siguiente:
1. Les daré todas las gracias necesarias a su estado
(casado(a), soltero(a), viudo(a) o consagrado(a) a Dios).
2. Pondré paz en sus familias.
3. Los consolaré en todas las aflicciones.
4. Seré su refugio durante la vida y, sobre todo, a la
hora de la muerte.
5. Bendeciré abundantemente sus empresas.
6. Los pecadores hallarán misericordia.
7. Los tibios se harán fervorosos.
8. Los fervorosos se elevarán rápidamente a gran
perfección.
9. Bendeciré los lugares donde la imagen de mi Corazón
sea expuesta y venerada.
10. Les daré la gracia de mover los corazones más
endurecidos.
11. Las personas que propaguen esta devoción tendrán su
nombre escrito en mi Corazón y jamás será borrado de Él.
12. La gracia de la penitencia final: es decir, no
morirán en desgracia y sin haber recibido los Sacramentos.
Oración de
Consagración al Sagrado Corazón de Jesús
Podemos conseguir una estampa o una figura en donde se
vea el Sagrado Corazón de Jesús y, ante ella, llevar a cabo la consagración
familiar a su Sagrado Corazón, de la siguiente manera:
Señor Jesucristo, arrodillados a tus pies, renovamos
alegremente la Consagración de nuestra familia a tu Divino Corazón.
Sé, hoy y siempre, nuestro Guía, el Jefe protector de
nuestro hogar, el Rey y Centro de nuestros corazones.
Bendice a nuestra familia, nuestra casa, a nuestros
vecinos, parientes y amigos.
Ayúdanos a cumplir fielmente nuestros deberes, y
participa de nuestras alegrías y angustias, de nuestras esperanzas y dudas, de
nuestro trabajo y de nuestras diversiones.
Danos fuerza, Señor, para que carguemos nuestra cruz de
cada día y sepamos ofrecer todos nuestros actos, junto con tu sacrificio, al
Padre.
Que la justicia, la fraternidad, el perdón y la
misericordia estén presentes en nuestro hogar y en nuestras comunidades.
Queremos ser instrumentos de paz y de vida.
Que nuestro amor a tu Corazón compense, de alguna manera,
la frialdad y la indiferencia, la ingratitud y la falta de amor de quienes no
te conocen, te desprecian o rechazan.
Sagrado Corazón de Jesús, tenemos confianza en Ti.
Confianza profunda, ilimitada.
Más información sobre esta festividad: hacer clic acá
¡Buenos días!
Nivel de inmoralidad
San Pablo precave
a los primeros cristianos de los vicios de entonces entre los paganos. A los
gálatas les dice: “Se sabe muy bien cuáles son las obras de la carne: fornicación,
impureza, libertinaje, idolatría y superstición, enemistades y peleas,
rivalidades y violencias, ambiciones y discordias, sectarismos, disensiones y envidias,
ebriedades y orgías, y todos los excesos de esta naturaleza”. En las cartas del
Apóstol encontramos varios de estos catálogos de vicios.
El gran escritor inglés, Chesterton, escribió
un libro en el que un sacerdote hace de detective. En uno de los pasajes de la
novela, el presbítero en conversación con un delegado de la policía, comenta
que la inmoralidad reinante está jubilando al demonio. “Antiguamente, según los
principios del cristianismo, se necesitaban doscientos demonios para hacer
pecar a un cristiano; hoy, basta un demonio para doscientos cristianos…Y aun
así, ese diablo, tiene tiempo para fumar su pipa”.
Jocosamente el
novelista está señalando que en la sociedad moderna la seducción al mal anda
por todas partes: en las modas, en las canciones, en el periódico, en la radio,
en la TV, en los espectáculos, etc. Esta situación exige al cristiano una
madurez moral más sólida que nunca, pues a falta de censura social, cada uno
debe ser su propio censor. El Señor te bendiga y proteja.
Padre Natalio
Palabras del Beato Juan Pablo
II
"La Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús es una
fiesta litúrgica que irradia una peculiar tonalidad espiritual sobre todo el
mes de junio. Es importante que en los fieles siga viva la sensibilidad ante el
mensaje que brota de esta Solemnidad: en el Corazón de Cristo el Amor de Dios
salió al encuentro de la humanidad entera"
Juan Pablo II
Junio, mes del Corazón de
Jesús
Día 7: El pecado mortal
Jesús llora ante la muerte de su amigo Lázaro. ¿Sabes tú
por qué Jesús ante el cadáver de su amigo llora, vibra, reza?
Porque era cadáver. He aquí tu imagen cuando te duermes
en el pecado . No bastan las invitaciones del ángel custodio, las oraciones de
la madre, los consejos de los amigos, las correcciones del confesor. Queremos
un milagro de Jesús. Es Jesús mismo quien debe llorar, gritar, rezar por ti,
alzar su voz. ¿Y tú tan fácilmente te abandonas al pecado?
Con un pecado mortal pierdes todo, todo está perdido. Tú
eres sensible a todos los afectos más tiernos y delicados. ¿no sientes nada al
ofender a Dios, al ponerlo de nuevo en la cruz? Sobre tu frente está esculpida
la imagen de Dios y tú la manchas para echarla en el fango.
Fuente: Web Católico de Javier
Pedidos de oración
Pedimos oración por la Santa Iglesia Católica; por el Papa Francisco, por el Papa
Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas,
catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la
unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro
Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones, por la
Paz en el mundo, por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos
especialmente por las enfermedades, el hambre y la pobreza; por los presos
políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo, por la unión de
las familias, la fidelidad de los matrimonios y por más inclinación de los
jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y
religiosas, y por las Benditas Almas del Purgatorio.
Pedimos oración por el futuro laboral de Gilda R., de Argentina.
Pedimos oración por el Padre Ignacio Ortega Rodríguez, de México, que está mal de una
pierna y tal vez tengan que operarlo en estos días, rogando a la Virgen de
Guadalupe que le conceda su protección y las gracias sanadoras de su Hijo Jesús.
Pido una oración por nuevas metas laborales que está
intentando conseguir mi hija Stefanía
Lourdes, en Münich, Alemania. En el día del Sagrado Corazón de Jesús invoco
a Él por mediación de María Auxiliadora, para que se puedan concretar sus
anhelos.
Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara
nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la
paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por
nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la
aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu
hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la
redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén
Nota de Redacción:
Para dar curso a los Pedidos de Oración es imprescindible
dar los siguientes datos: nombres completos de la persona (habitualmente no
publicamos apellidos), ciudad y país donde vive, y explicar el motivo de la
solicitud de oración. Por favor: en los pedidos ser breves y concretos y
enviarlos a feluzul@gmail.com y deben
poner en el asunto “Pedido de oración”, ya que los correos que llegan sin
asunto (o con el asunto en blanco) son eliminados sin abrirlos. No se reciben
pedidos de oración a través de Facebook ni por otro medio que no sea el correo
antes señalado.
Los Pedidos de Oración se publican de lunes a sábados.
Los domingos se publican los agradecimientos por las gracias concedidas.
“Intimidad Divina”
El Sagrado Corazón
de Jesús
En la Liturgia de esta solemnidad se entrelazan dos
figuras: la del Corazón de Jesús en el propio de la Misa y la del Buen Pastor
en las lecturas bíblicas. Todas expresan la misma realidad: el amor infinito de
Cristo que ha dado la vida por su rebaño y se ha dejado traspasar el corazón
para que fuese para todos fuente de salvación. Muchos son los pasos del Antiguo
Testamento que anuncian al Mesías como pastor. Uno de los más bellos es sin
duda el que se lee hoy en la primera lectura (Ez 34, 11-16). Luego de la
desbandada del pueblo elegido por incuria de sus jefes, dios en persona declara
que quiere tomarlo él mismo a su cargo. Él lo recogerá en torno suyo, irá a
buscar a los dispersos, los traerá a su patria a terrenos regadizos y fecundos,
como hace el buen pastor, que reúne la grey querida en el redil y la conduce a
pastos abundosos… El fondo mesiánico de esta profecía es evidente; anticipa y
prepara la figura llena de ternura y amor de Jesús, el Buen Pastor, que vendrá
a guiar al rebaño del Padre, cuidándose hasta de la última oveja desbandada o
herida.
Dan fe de ello el largo discurso de Juan sobre el Buen
Pastor (10, 1-21) y la narración de Lucas sobre la oveja perdida relatada en el
Evangelio de hoy (Lc 15, 3-7). Jesús no se limita a guardar su rebaño en bloque
ni se contenta con que se salve la mayoría, antes deja solas las que están ya
al seguro para ir en busca de la única perdida. Habrá sido imprudente o
caprichosa, terca y aun rebelde; no importa. Es una criatura que el Padre le
confió para que no perezca; por eso Jesús la busca y la sigue hasta conseguir
tomarla sobre sus hombros y devolverla al redil. Entonces todo es fiesta y
alegría en la tierra y en el cielo. Todo hombre puede reconocerse a sí mismo en
esta imagen. La resistencia a la gracia, las repulsas, las infidelidades, los
caprichos del orgullo y del egoísmo son otras tantas evasiones más o menos
graves del amor de Cristo. Es preciso no malograr sus llamamientos, dejarse
seguir y alcanzar por él, dejarse tomar en brazos y volver al aprisco, para
estrechar más profundamente su amistad. A esto invita el Corazón santísimo de
Jesús.
Sin lenguaje figurado, San Pablo en la segunda lectura
(Rm 5, 5-11) presenta el amor de Cristo como la prueba mayor del amor de Dios a
la humanidad. Pues el amor divino rebasó toda medida cuando Dios entregó a su
Unigénito para la salvación del hombre pecador. Y Cristo, inmolándose en la
cruz, dio un testimonio extremo de su caridad, por encima de la misma medida
que él había señalado como máxima: “Nadie tiene mayor amor que el que da la
vida por sus amigos” (Jn 15, 13). Sólo él ha tenido un amor mayor aún, porque
murió por nosotros “cuando todavía éramos pecadores” y, por ende, “enemigos”
(Rm 5, 8-10). De este hecho toma arranque la esperanza y confianza inmensas de
San Pablo: Y ya que estamos ahora justificados por su sangre, con más razón
seremos salvados por él de la cólera. En efecto, si cuando éramos todavía
enemigos de Dios, fuimos reconciliados con él por la muerte de su Hijo, con más
razón… seremos salvados por su vida” (ib. 9-10). Después de la muerte de
Cristo, el hombre no puede dudar ya del amor de Dios y de su misericordia, ni
desconfiar de su salvación. Porque entre los hombres y Dios está ya siempre el
Corazón de Cristo para pedir e “interceder por nosotros” (Hb 7, 25).
¡Oh cuán dulce y
gozosa es vivir en este corazón! Tu Corazón, oh buen Jesús, es el rico tesoro,
la preciosa margarita que hemos descubierto en tu cuerpo herido, como en campo
cavado… Yo he hallado tu Corazón…. Oh dulcísimo Jesús: corazón de Rey, corazón
de hermano, corazón de amigo. ¿Y no oraré? Oraré sí; que tu Corazón
–resueltamente lo diré– también es mío. Si tú, oh Cristo, eres mi cabeza, ¿por
qué no ha de ser mío cuanto te pertenece?... ¡Oh qué dicha! ¡Jesús y yo teneos
un solo, un mismo corazón!... ¡Ea, pues, oh dulcísimo Jesús! Habiendo hallado
este corazón divino, que es tuyo y mío, oraré a ti, mi Dios. Acoge en el
sagrario de tu audiencia mis preces; más, llévame, arrebátame todo a tu
Corazón. La tortuosidad de mis pecados me impide la entrada. Pero, dilatado y
ensanchado ese tu Corazón por una caridad incomprensible y siendo tú el único
que puedes hacer limpio al concebido en pecado, ¡oh hermosísimo Jesús!, lávame
más y más de mis iniquidades, límpiame de mis culpas, y purificado por ti,
pueda yo acercarme a ti, Purísimo, y merezca habitar en tu Corazón todos los
días de mi vida, y entender y obrar según tu beneplácito. (San Buenaventura, La
vid mística)
P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D.
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¡Gracias por participar comentando! Por favor, no te olvides de incluir tu nombre y ciudad de residencia al finalizar tu comentario dentro del cuadro donde escribes.