miércoles, 12 de junio de 2013

Pequeñas Semillitas 2057

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 8 - Número 2057 ~ Miércoles 12 de Junio de 2013
- AÑO DE LA FE -
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)

Alabado sea Jesucristo…
Creo en Jesús el Cristo, cuya vida, desde el fondo de la tierra y desde Dios, sigue anunciando que ninguna criatura está nunca sola, nunca está abandonada.
Creo en Jesús, nuestro Señor, el que nos hace libres de todos los señores, de todos los poderes, de todos los temores que nos amenazan y encogen. Pues para que seamos libres nos ha liberado Cristo (Gal 5,1)
Creo en Jesús que lava los pies y sirve a la mesa y nos impone el único mandato del amor feliz de sí y del amor servicial mutuo.
Creo que Jesús nos devuelve la confianza en nosotros mismos, así como la confianza en el mundo de hoy con toda su complejidad, con toda su vulnerabilidad.
Creo en Jesús, Hijo único. El que impregnó su profecía y su rebeldía en la ternura de Dios. El que se supo plenamente amado, fundado, afirmado, enviado y sostenido por Dios en todo momento.
Creo que en él nos percibimos, aunque sólo sea a oscuras, como hijos e hijas amorosamente engendradas, pacientemente gestadas, incondicionalmente amadas.
Creo que con él aprendemos a llamar a Dios con infinita confianza y humildad: ¡Abbá!
José Arregi


La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «No penséis que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento. Sí, os lo aseguro: el cielo y la tierra pasarán antes que pase una i o una tilde de la Ley sin que todo suceda. Por tanto, el que traspase uno de estos mandamientos más pequeños y así lo enseñe a los hombres, será el más pequeño en el Reino de los Cielos; en cambio, el que los observe y los enseñe, ése será grande en el Reino de los Cielos».
(Mt 5,17-19)

Comentario
Hoy escuchamos del Señor: «No penséis que he venido a abolir la Ley y los Profetas; (...), sino a dar cumplimiento» (Mt 5,17). En el Evangelio de hoy, Jesús enseña que el Antiguo Testamento es parte de la Revelación divina: Dios primeramente se dio a conocer a los hombres mediante los profetas. El Pueblo escogido se reunía los sábados en la sinagoga para escuchar la Palabra de Dios. Así como un buen israelita conocía las Escrituras y las ponía en práctica, a los cristianos nos conviene la meditación frecuente —diaria, si fuera posible— de las Escrituras.
En Jesús tenemos la plenitud de la Revelación. Él es el Verbo, la Palabra de Dios, que se ha hecho hombre (cf. Jn 1,14), que viene a nosotros para darnos a conocer quién es Dios y cómo nos ama. Dios espera del hombre una respuesta de amor, manifestada en el cumplimiento de sus enseñanzas: «Si me amáis, guardaréis mis mandamientos» (Jn 14,15).
Del texto del Evangelio de hoy encontramos una buena explicación en la Primera Carta de san Juan: «En esto consiste el amor a Dios: en que guardemos sus mandamientos. Y sus mandamientos no son pesados» (1Jn 5,3). Guardar los mandamientos de Dios garantiza que le amamos con obras y de verdad. El amor no es sólo un sentimiento, sino que —a la vez— pide obras, obras de amor, vivir el doble precepto de la caridad.
Jesús nos enseña la malicia del escándalo: «El que traspase uno de estos mandamientos más pequeños y así lo enseñe a los hombres, será el más pequeño en el Reino de los Cielos» (Mt 5,19). Porque —como dice san Juan— «quien dice: ‘Yo le conozco’ y no guarda sus mandamientos es un mentiroso y la verdad no está en él» (1Jn 2,4).
A la vez enseña la importancia del buen ejemplo: «El que los observe y los enseñe, ése será grande en el Reino de los Cielos» (Mt 5,19). El buen ejemplo es el primer elemento del apostolado cristiano.
Rev. D. Miquel MASATS i Roca (Girona, España)


Santoral Católico:
San Juan de Sahagún
Predicador Agustino

“- ¡Padre, no has sabido frenar tu lengua! - Señor Duque, dígame para qué he subido al púlpito, ¿para anunciar la verdad a cuantos me escuchan o para adularlos vergonzosamente?”. Este tenso diálogo tuvo lugar entre el indignado duque de Alba, presente en la función religiosa, y el agustino fray Juan de Sahagún, que había pronunciado el sermón. Aquel día el P. Juan, aprovechó la presencia en la iglesia de muchos nobles de la ciudad y de las autoridades civiles para denunciar el mal gobierno de la administración y las injusticias perpetradas por los poderosos con daño de las personas más débiles, los latrocinios más o menos encubiertos, los fomentadores de banderías, y la opresión a los súbditos. En Salamanca Juan se había convertido en punto de referencia segura para todos. El público se sentía atraído por el predicador “amable”, pero a la vez valiente y justo.

Juan había nacido en Sahagún, provincia de León (España), hacia 1430. Hijo de Juan González de Castillo y Sancha Martínez, el mayor de siete niños, el primero después de 16 años de esterilidad y frustración. De joven un tío suyo le proporcionó un empleo en la curia episcopal de Burgos, al que iba unido un beneficio eclesiástico. Después fue ordenado sacerdote.

Pero a los 33 años Juan entró en crisis. No se sentía a gusto en la viña del Señor sin trabajar en ella. Fue así cómo, al morir el obispo, cambió el rumbo de su vida y se hizo agustino, dedicándose de lleno al apostolado, con la predicación al pueblo sencillo, la promoción de la paz y de la convivencia social, siempre en defensa de los oprimidos y de sus derechos conculcados.

“Si se me preguntase acerca del comportamiento de fray Juan - testimonia uno de sus contemporáneos – en relación con pobres y afligidos, con viudas y niños explotados, con los necesitados y los enfermos, deberé responder que ya de naturaleza se mostraba habitualmente impelido a ayudar a todos con palabras o con limosnas. Y puso particular interés en conducir a todos a la paz y a la concordia después de haber apagado enemistades y desavenencias. Viviendo en Salamanca, encontrándose la entera ciudad dividida en bandos a causa de divergencias civiles, consiguió evitar muchas luchas sangrientas”.

Debido a sus reiteradas tentativas a favor de la pacificación, en 1476 los nobles de Salamanca firmaron un solemne pacto de perpetua concordia. La fuerza y el valor en sus actuaciones lo sacaba de la eucaristía, que celebraba diariamente con extraordinaria devoción.

Murió en 1479. El proceso acerca de su vida y virtudes se concluyó con la beatificación, en 1601, y con la canonización, que tuvo lugar en 1690. Las reliquias del santo se conservan en la catedral nueva de Salamanca, ciudad llena de lugares cuyos nombres recuerdan los portentos obrados por el Santo en vida y después de la muerte.

Fuente: Catholic.net    
  
¡Buenos días!

Contratiempos

Una persona falla a una cita sin avisarte, no puedes hacer una comunicación porque nadie atiende el teléfono, la comida es insuficiente y no de tu gusto, etc., son situaciones que requieren calma y buen humor para permanecer sereno. Aquí te ofrezco unas ideas para fortalecer tu decisión de no dejarte perturbar por las contrariedades de cada día.

Debes estar siempre prevenido. Las adversidades, cuando se las ve venir, son menos de temer que cuando nos hieren de improviso. Pon en el presupuesto de tus previsiones para el día cuatro o cinco contrariedades normales y, cuando te sucedan algunas de ellas, apenas te sorprenderá. Acéptalas de buen grado. Debemos estar dispuestos a soportar las penas y así parecerán menos duras. Mira al Cielo: esta mirada cambia por completo la naturaleza de las cosas para quien tiene fe. Desde esta óptica, la cruz no es cruz, es joya preciosa que es preciso estimar en gran valor. Es una moneda con la que se adquieren bienes inmensos.

Puedes también aprender de los contratiempos, si tratas de encontrar el aspecto positivo de las adversidades. Que no dramatices las dificultades, porque no pocas veces son fantasmas de la imaginación que racionaliza nuestras cobardías, para no salir de la fácil rutina. ¡Ánimo, sé valiente y confía en el Señor!

Padre Natalio


La frase de hoy

“La misión de los discípulos y las discípulas
prolonga y extiende la de Jesús:
anunciar la buena noticia del reino de Dios
a un pueblo agobiado por el desaliento,
por el sufrimiento, por la falta de perspectivas”

Gustavo Gutiérrez


Tema del día:
Todo lo que buscas

Al ver Jesús el gentío, subió a la montaña (Mt 5,1). Desde ahí podría abrazar con su mirada a todas aquellas personas. Se contaban por miles. Unos venían de las orillas del lago; otros, de la lejana Jerusalén; incluso había quienes habían oído hablar de Él en tierra extranjera.

Ricos y pobres, adultos y niños, hombres y mujeres, todos seguían a aquel Maestro. Buscaban algo de Él. Sabían que el Galileo tenía y ofrecía aquello que tanto ansiaban sus corazones. Dentro de cada uno ardía una llama de esperanza: un mundo más feliz, más justo, más pacífico. El Reino de Dios.

Jesús mira de nuevo a los que lo siguen. Pero ahora ve algo más allá que lo de fuera: no son las túnicas blancas ya envejecidas ni los mantos de colores vivos y jóvenes. Ni siquiera son los rostros cansados y decaídos lo que observa el Señor. Su vista rompe todas estas barreras, y se lanza de lleno a un lugar donde la felicidad está al alcance de la mano.

Sin embargo, Jesús no se limita a contemplar el paisaje, sino que nos dice dónde está. El Reino de Dios está dentro de vosotros (Lc 17,21); Dichosos, felices, los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos. Felices los que lloran, los hambrientos, los perseguidos...

Tú, Señor, nos muestras dónde está la felicidad. Para hacerlo, describes un paisaje que conocemos bastante bien, porque es el que observamos todos los días. ¿Acaso la felicidad puede habitar los estómagos vacíos, en los mares de lágrimas, en la sangre que se derrama injustamente en torno a nosotros?

Y te veo a ti, el Verbo que habitó entre nosotros (Jn 1,14). ¡Es posible! Has querido vivir dentro de cada hombre y mujer que sufre, que es manso, que llora, que tiene hambre o sed, que es misericordioso, que es limpio de corazón, que es paciente, que sufre persecución por la justicia.

Gracias por vivir a mi lado, porque no me abandonas en nuestro mundo, sino que me ofreces la oportunidad para llenarlo de alegría. Gracias porque incluso has querido morir por mí, para acompañarme en todas las dificultades de mi vida. ¡Todas! Pero aumenta mi fe, para vivir dando al mundo el testimonio de que esta alegría es posible, porque es posible el Reino de Dios. ¡Venga tu Reino!

Autor: P. Fernando Pascual LC
Fuente: Catholic.net


Junio, mes del Corazón de Jesús
Día 12: La confesión

El Corazón de Jesús es un corazón de padre y como el padre está siempre dispuesto a perdonar las culpas del hijo; el Corazón de Jesús quiere hallar el medio con el que tú puedas encontrar siempre el perdón de tus pecados.
Le presentaron a Jesús 10 leprosos y Él les dijo: "Id a presentaros a los sacerdotes". Ellos obedecieron y fueron curados. Jesús quiere así prepararnos con el sacramento de la Penitencia que instituyó cuando dijo a sus discípulos: "Recibid el espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados les serán perdonados; a quienes se los retengáis les serán retenidos".
El mismo Concilio de Trento llama a la confesión segunda tabla de salvación después del naufragio. ¿Y tú no la estimas?

Fuente: Web Católico de Javier


Nuevo artículo

Hay nuevo material publicado en el blog
"Juan Pablo II inolvidable"
Puedes acceder en la dirección:


Pedidos de oración

Pedimos oración por la Santa Iglesia Católica; por el Papa Francisco, por el Papa Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas, catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones, por la Paz en el mundo, por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las enfermedades, el hambre y la pobreza; por los presos políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo, por la unión de las familias, la fidelidad de los matrimonios y por más inclinación de los jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas, y por las Benditas Almas del Purgatorio.

Pedimos oración por María Cristina, de Buenos Aires, Argentina, que será operada el jueves 13 de cáncer de mama, por su curación y recuperación y que el Sagrado Corazón la ayude a superar esta dificultad. 

Pedimos oración por la salud de la niña Nikole W., de México, rogando a Nuestra Señora de Guadalupe que interceda por ella ante su Hijo Jesús.

Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén

Nota de Redacción:
Para dar curso a los Pedidos de Oración es imprescindible dar los siguientes datos: nombres completos de la persona (habitualmente no publicamos apellidos), ciudad y país donde vive, y explicar el motivo de la solicitud de oración. Por favor: en los pedidos ser breves y concretos y enviarlos a feluzul@gmail.com y deben poner en el asunto “Pedido de oración”, ya que los correos que llegan sin asunto (o con el asunto en blanco) son eliminados sin abrirlos. No se reciben pedidos de oración a través de Facebook ni por otro medio que no sea el correo antes señalado.
Los Pedidos de Oración se publican de lunes a sábados. Los domingos se publican los agradecimientos por las gracias concedidas.


 “Intimidad Divina”

Misterio de esperanza

Jesús ha dicho: “Yo soy el pan vivo bajado del cielo. Si uno come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo le voy a dar es mi carne por la vida del mundo” (Jn 6, 51). Este discurso no agradó a los judíos, que se pusieron a discutir, cuestionando las palabras del Maestro; pero él les replicó con más energía: “En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros” (ib. 53). Las palabras son perentorias y no admiten duda alguna: el que quiera vivir tiene que comer el Pan de vida. El cristiano fue injertado en Cristo por medio del bautismo, recibiendo en él y por él la vida de la gracia; pero esa vida tiene que ser alimentada, y su inserción en Cristo ha de hacerse más profunda. “Los fieles –enseña el Vaticano II–, sellados ya por el sangrado bautismo y la confirmación, se insertan plenamente en el Cuerpo de Cristo por la recepción de la Eucaristía” (PO 5); ella perfecciona la obra de los otros sacramentos y alimenta de modo singular la vida de la gracia.

Alimentando en los fieles la vida de Cristo, la Eucaristía alimenta en ellos una vida que no tiene término; uniéndolos a él que es la Vida, los libra de la muerte. Jesús ha dicho, en efecto: “El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo le resucitaré el último día” (Jn 6, 54). Dice tiene vida eterna, no que la tendrá; porque la Eucaristía no sólo tiene poder de dar la resurrección el último día, sino que desde ahora da al hombre un germen de resurrección… La Eucaristía, memorial de la muerte del Señor, es también memorial de su resurrección. En ella Cristo alimenta a sus fieles con su carne inmolada por ellos, pero ya resucitada y gloriosa: “carne vivificada por el Espíritu Santo y vivificante (que) da la vida a los hombres” (PO 5).

Considerada bajo este aspecto, la Eucaristía es verdaderamente el sacramento de la esperanza; esperanza en la vida eterna, donde la comunión con Cristo resucitado no tendrá fin. La Eucaristía prefigura y anticipa el banquete escatológico en el reino del Padre. La comunión eterna con Cristo comienza aquí por la comunión eucarística, que es su prenda y preludio. Y como la Eucaristía prepara el banquete eterno, es por eso firme motivo de esperanza y de confianza en los trabajos de la vida. Cuando el camino se hace áspero por las tentaciones, luchas y dificultades, hay que recurrir a la Eucaristía, pan de los fuertes y de los puros. Recomendando la comunión diaria enseñaba San Pío X: “Los fieles unidos a Dios por medio de este sacramento, reciben de él la fuerza para frenar sus pasiones, para purificarse de las culpas ligeras en que diariamente incurren y para evitar las culpas graves a que está expuesta la fragilidad humana”. Y San Agustín exclama: “¡Oh qué misterio de amor!... Quien quiere vivir, sabe dónde está su vida y sabe de dónde le viene la vida. Que se acerque y que crea… para que tenga participación e su vida”.

Concédeme, Padre amorosísimo, contemplar abiertamente y por siempre a tu Hijo amado, que peregrino ahora en la tierra me propongo recibir escondido bajo los velos eucarísticos. Llévame a mí pecador al inefable banquete, donde tú, con tu Hijo y con el Espíritu Santo, eres para tus santos verdadera luz, saciedad plena, gozo completo y felicidad perfecta. Que tu sacratísimo Cuerpo y Sangre, oh dulcísimo Jesús, sea para mi alma dulzura y suavidad, salud y fortaleza en toda tentación, gozo y paz en toda tribulación, luz y protección final en la muerte. (Santo Tomás de Aquino, Oraciones)

P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D. 
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-

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