PEQUEÑAS SEMILLITAS
Año 8 - Número 2061 ~ Domingo
16 de Junio de 2013
- AÑO DE LA FE -
Desde la ciudad de Córdoba
(Argentina)
Alabado sea
Jesucristo…
Hace unos meses, me llamaron a tomar parte en un
Encuentro Pastoral muy particular. Estaba entre nosotros un grupo de
prostitutas. Pude hablar despacio con ellas. Nunca las podré olvidar. A lo
largo de tres días pudimos escuchar su impotencia, sus miedos, su soledad...
Por vez primera comprendí por qué Jesús las quería tanto. Entendí también sus
palabras a los dirigentes religiosos: “Os
aseguro que los publicanos y las prostitutas entrarán antes que vosotros en el
reino de los cielos”.
Estas mujeres engañadas y esclavizadas, sometidas a toda
clase de abusos, aterrorizadas para mantenerlas aisladas, muchas sin apenas
protección ni seguridad alguna, son las víctimas invisibles de un mundo cruel e
inhumano, silenciado en buena parte por la sociedad y olvidado prácticamente
por la Iglesia.
Los seguidores de Jesús no podemos vivir de espaldas al
sufrimiento de estas mujeres. Nuestras Iglesias diocesanas no pueden
abandonarlas a su triste destino. Hemos de levantar la voz para despertar la
conciencia de la sociedad. Hemos de apoyar mucho más a quienes luchan por sus
derechos y su dignidad. Jesús que las amó tanto sería también hoy el primero en
defenderlas.
José Antonio Pagola
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
Un fariseo le rogó que comiera con él, y, entrando en la
casa del fariseo, se puso a la mesa. Había en la ciudad una mujer pecadora
pública, quien al saber que estaba comiendo en casa del fariseo, llevó un
frasco de alabastro de perfume, y poniéndose detrás, a los pies de Él, comenzó
a llorar, y con sus lágrimas le mojaba los pies y con los cabellos de su cabeza
se los secaba; besaba sus pies y los ungía con el perfume.
Al verlo el fariseo que le había invitado, se decía para
sí: Si éste fuera profeta, sabría quién y qué clase de mujer es la que le está
tocando, pues es una pecadora. Jesús le respondió: «Simón, tengo algo que
decirte». Él dijo: «Di, maestro». «Un acreedor tenía dos deudores: uno debía
quinientos denarios y el otro cincuenta. Como no tenían para pagarle, perdonó a
los dos. ¿Quién de ellos le amará más?». Respondió Simón: «Supongo que aquel a
quien perdonó más». Él le dijo: «Has juzgado bien», y volviéndose hacia la
mujer, dijo a Simón: «¿Ves a esta mujer? Entré en tu casa y no me diste agua para
los pies. Ella, en cambio, ha mojado mis pies con lágrimas, y los ha secado con
sus cabellos. No me diste el beso. Ella, desde que entró, no ha dejado de
besarme los pies. No ungiste mi cabeza con aceite. Ella ha ungido mis pies con
perfume. Por eso te digo que quedan perdonados sus muchos pecados, porque ha
mostrado mucho amor. A quien poco se le perdona, poco amor muestra».
Y le dijo a ella: «Tus pecados quedan perdonados». Los
comensales empezaron a decirse para sí: «¿Quién es éste que hasta perdona los
pecados?». Pero Él dijo a la mujer: «Tu fe te ha salvado. Vete en paz».
Y sucedió a continuación que iba por ciudades y pueblos,
proclamando y anunciando la Buena Nueva del Reino de Dios; le acompañaban los
Doce y algunas mujeres que habían sido curadas de espíritus malignos y
enfermedades: María, llamada Magdalena, de la que habían salido siete demonios,
Juana, mujer de Cusa, un administrador de Herodes, Susana y otras muchas que
les servían con sus bienes.
(Mt 7,36—8,3)
Comentario
Hoy, el Evangelio nos explica que aquel que encuentra a
Jesús no puede hacerlo con indiferencia. ¿Por qué el rabino lo invita a
compartir su comida para tratarlo luego con descortesía descuidando atenderlo
con las muestras de respeto y honor acostumbradas?
Lucas dibuja un agudo contraste entre el arrogante e
incorrupto fariseo, que sigue todas las normas pero carece de la sensibilidad
de aplicar las más elementales acciones de amabilidad hacia un huésped, y la
mujer que —teniendo una reputación de pecadora— recibe, en cambio, a Jesús con
una atención amorosa (cf. Lc 7,45-46). No hay duda que ella entiende la
importancia de esa amorosa atención al tiempo que el fariseo carece totalmente
de esa sensibilidad. Los Fariseos evitaban la compañía de los “pecadores
públicos” y, al hacerlo, descuidaban darles la ayuda que necesitaban para que
encontrasen su curación y su integridad.
Como humanos, es muy difícil amar de verdad y saber
perdonar a las personas, y caemos en la tentación de preocuparnos de las
apariencias, para adquirir así la reputación de una vida virtuosa, mientras
continuamos cultivando nuestra tendencia a juzgar y a no perdonar. Muchas de
las narraciones del Evangelio nos hablan de la actitud de los fariseos frente a
los publicanos. Si ahora quisiésemos describir lo que los fariseos harían si
viviesen en nuestra sociedad actual, podríamos ver, por ejemplo, que
ciertamente irían a Misa y la seguirían debidamente pero, en su camino de
vuelta a casa, no dudarían en criticar negativamente a los demás. Desde luego
es laudable asistir a Misa y observar las normas de la conducta cristiana, pero
toda esa cuidadosa observancia carece de valor si no va acompañada de un
genuino espíritu de amor y perdón.
Según Benedicto XVI, «el nuevo culto cristiano abarca
todos los aspectos de la vida, transfigurándola (...). La Eucaristía, al
implicar la realidad humana concreta del creyente, hace posible día a día la
transfiguración progresiva del hombre, llamado a ser por gracia imagen del Hijo
de Dios».
Fr. Eusebio MARTÍNEZ (Brownsville, Texas, Estados
Unidos)
Santoral Católico:
San Juan Francisco de Regis
Predicador Misionero
Información amplia clic acá
Fuente: Catholic.net
¡Buenos días!
“Canto con júbilo”
La oración responsorial
que te ofrezco hoy (Sal. 63), presenta un símbolo frecuente en los salmos: las
alas maternales de Dios donde encontramos amparo y afecto. Por ejemplo: “Mi
alma se refugia en ti; me refugio a la sombra de tus alas mientras pasa la
calamidad” (57); “Te cubrirá con sus plumas, bajo sus alas te refugiarás, su
brazo es escudo y armadura” (91).
- A la sombra de tus alas canto con júbilo.
- A la sombra de tus alas canto con júbilo.
- Mi alma está unida a ti y tu diestra me
sostiene.
- Canto con júbilo.
- Gloria al padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
- A la sombra de tus alas canto con júbilo.
Alegría,
seguridad y ternura son las emociones que impregnan esta estrofa. El salmista
ha llegado a esta vivencia profunda a partir de un vehemente deseo de Dios: “Oh
Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo; mi alma está sedienta de ti, mi carne
tiene ansia de ti, como tierra reseca, agostada, sin agua”. Aprovecha este
salmo para ponerte en presencia del Señor.
Padre Natalio
Palabras del Beato Juan Pablo
II
“El gran peligro, el gran enemigo es siempre el orgullo,
y Jesús insiste en la virtud de la humildad, porque ante el infinito no se
puede ser otra cosa, sino humilde; la humildad es verdad y es también señal de
inteligencia, fuente de santidad”
Beato Juan Pablo II
Tema del día:
Amor, perdón y tolerancia
Hoy se nos expone en el evangelio una escena en que un
fariseo invita a comer en su casa a Jesús y éste acepta. No todos los fariseos
eran enemigos acérrimos de Jesús. Éste, llamado Simón, parece no tan estricto,
pues hasta permite que una pecadora pueda acercarse a Jesús. Esto no era tan
raro, pues las casas para un gran convite solían estar muy abiertas y se
permitía que cualquier persona pudiera entrar a hablar con algún comensal. Es
muy posible que aquel fariseo supiera poco sobre Jesús, pero lo suficiente para
pensar que era un orgullo para él tenerle en su casa, pues para la gente era
tenido por un gran “maestro de la ley”. Jesús aceptó porque era la manera de
poder dar un gran mensaje y una enseñanza para muchas personas.
El hecho es que en medio del convite entra una pecadora y
se arroja a los pies de Jesús llorando y ungiéndolos con un buen perfume. No
tenemos derecho a decir qué clase de pecadora era, pues para los fariseos hasta
la esposa de un recaudador de impuestos era pecadora. Pero sí parece que tenía
bastantes pecados por lo que dice Jesús al perdonarla. Es normal que tendría
que haber oído hablar de la misericordia de Jesús y es posible que ya antes
hubiera estado escuchándole y hasta pidiendo perdón. Ahora se siente más
arrepentida y aprovecha esa ocasión para llorar por sus pecados y tener ese
detalle de cortesía y de gran amor, que no lo entiende aquel fariseo.
Aquel fariseo, junto con otros amigos suyos, no se atreve
a decir algo de una manera externa, pero piensa mal de Jesús. Los fariseos dan
por hecho que aquella mujer es una pecadora y que habría que rechazarla. Si
Jesús la trata con amabilidad, piensan que es porque Jesús no es profeta y no
la conoce. Además piensan que Jesús se convierte en impuro al ser tocado por
una persona impura. Mucho peor les parecería el hecho de que Jesús perdona,
haciendo algo que sólo Dios puede hacer.
Jesús le da al fariseo una lección contando una pequeña
parábola. Le recuerda que, llevado sólo por las ansias de figurar, le ha
invitado a comer, sin tener con él la cortesía que un buen anfitrión debe
tener: un cariñoso recibimiento, traducido en la cortesía de lavar los pies y
ungir la cabeza. Aquella mujer no sólo ha tenido la cortesía, sino mucho amor.
Por eso se le perdonan muchos pecados. Podemos decir que el amor y el perdón
van entrelazados. El perdón provoca amor y el amor provoca perdón. No se trata
de aprobar el pecado, sino de tener respeto y tolerancia con las personas para
que se puedan rehabilitar. De hecho aún los pecados, si uno se arrepiente de
verdad, pueden llevarnos más a Dios, cuando hay mucho amor.
Aquel fariseo se creía puro, pero en definitiva era peor
que aquella mujer pecadora. Se parecía mucho a la parábola del hijo pródigo,
representado por aquella mujer, mientras que el fariseo era el hermano mayor.
Jesús le hace salir de su ignorancia y le hace reconocer que en realidad es un
pecador. Es lo que hizo el profeta Natán con el rey David, según nos narra la
1ª lectura. David había cometido unos grandes pecados; pero no lo daba mucha
importancia, quizá queriéndolo contrarrestar por las hazañas guerreras que
había realizado en nombre de Dios. Pero Natán se acerca y por medio de una
parábola le hace darse cuenta que es un pecador. David lo reconoce y pide
perdón al Señor. En el evangelio no sabemos si aquel fariseo aceptó la crítica
de Jesús y se arrepintió; pero es una llamada para que todos nosotros
recapacitemos en nuestra vida, no nos contentemos con lo externo, sino que miremos
a ver si nuestro amor es grande o pequeño hacia Dios y hacia nuestros hermanos.
Ante Dios no es más grande quien más aparenta, sino quien
más amor tiene. Pasa con frecuencia que dos personas van a hacer un retiro
espiritual. Uno va creyendo que ya es bueno y no tiene mucho que aprender,
mientras otro, más pecador, va con buenos sentimientos de ponerse en las manos
de Dios. Y ocurre siempre que éste da pasos de gigante en la vida del espíritu
y el otro queda estancado.
P. Silverio Velasco (España)
Día del Padre
El día del padre o día de los padres es un día
conmemorativo en el cual se celebra al padre dentro de la familia con la
intención de honrar la paternidad y la influencia del hombre en la vida de sus
hijos. Complementa al Día de la Madre y el Día del niño que honra a las madres
y niños.
En Argentina y en la mayor parte de los países de América
Latina, al igual que en los Estados Unidos y Canadá, el Día del Padre se
celebra el tercer domingo de junio. En Bolivia y Honduras se festeja el 19 de
marzo, día de San José, el padre adoptivo de Jesús. En Brasil, en cambio, se
celebra cada segundo domingo de agosto, en la República Dominicana se celebra
el último domingo de julio. El Día del Padre en España se celebra todos los
años el 19 de Marzo, día del padre o día de San José.
Independientemente de la fecha escogida en cada país, es
una hermosa oportunidad para abrazar fuertemente a papá (quienes aún lo tienen
en este mundo) o para elevar una oración de agradecimiento por aquellos papás
que ya están cuidándonos desde el cielo, junto a Dios.
¡Feliz día a todos los Padres del mundo!
Junio, mes del Corazón de
Jesús
Día 16: Respeto a la Iglesia
El celo más santo tiene sus manifestaciones más sublimes;
no puedo admitir todos los obstáculos que se interponen a la gloria de Dios. He
aquí al Corazón de Jesús encendido del celo más ardiente por la gloria del
Padre; por Él obra, por Él sufre, a Él da gracias
¿Estás verdaderamente persuadido de que la Iglesia es en
verdad la casa de Dios, el lugar donde están los ángeles para hacer la guardia
a Jesús eucaristía, el lugar donde se manifiesta más claramente a las almas. Y
si estás plenamente convencido, ¿con qué intención te acercas a la iglesia?
Déjate guiar por el amor que Dios te tiene.
Fuente: Web Católico de Javier
Nuevo video y artículo
Hay un nuevo video subido a este blog.
Para verlo tienes que ir al final de la página.
Hay nuevo material publicado en el blog
"Juan Pablo
II inolvidable"
Puedes acceder en la dirección:
Nunca olvidemos agradecer
Alguna vez leí que en el cielo hay dos oficinas
diferentes para tratar lo relativo a las oraciones de las personas en la tierra:
Una es para receptar pedidos de diversas gracias, y allí
los muchos ángeles que atienden trabajan intensamente y sin descanso por la
cantidad de peticiones que llegan en todo momento.
La otra oficina es para recibir los agradecimientos por
las gracias concedidas y en ella hay un par de ángeles aburridos porque
prácticamente no les llega ningún mensaje de los hombres desde la tierra para
dar gracias...
Desde esta sección de "Pequeñas Semillitas"
pretendemos juntar una vez por semana (los domingos) todos los mensajes para la
segunda oficina: agradecimientos por favores y gracias concedidas como
respuesta a nuestros pedidos de oración.
Desde México llega un agradecimiento a Dios Todopoderoso
por la paulatina recuperación de Evarista
y por el éxito de la operación de Elizabeth,
que ya está en su casa recuperándose.
Desde Rosario, Argentina, Silvia agradece al Sagrado
Corazón de Jesús y a la Santísima Virgen y a los que rezaron por su hija Maru, que ha conseguido un buen
trabajo.
Desde USA, nos escribe Araceli, para dar gracias a Dios y
a las personas que rezaron por su hija Jackie
que con su esposo deseaban llegar a la maternidad y ahora el Señor los ha
premiado con la espera de gemelos para el mes de diciembre.
“Intimidad Divina”
Domingo 11 del Tiempo
Ordinario
El rey David había pecado; obcecado por la pasión había
hecho morir a Urías para apoderarse de su mujer. El profeta Natán, enviado por
Dios, le quiere dar a entender, por medio de un apólogo, la gravedad de su
culpa. El rey se irrita ante el relato acerca del rico ganadero que para
aderezar la comida a un huésped roba la única oveja a un pobre. Pero cuando
Natán le dice: “Tú eres ese hombre” (2 Sm 12, 7) comprende y llora su pecado.
Dios lo había hecho ungir rey, le había dado riquezas y toda suerte de bienes,
pero no le había bastado, y despreciando la ley divina había arrebatado la
mujer ajena. La culpa es grave; sin embargo Dios le perdona porque David
reconoce su culpa y confiesa humildemente: “He pecado contra el Señor” (ib.
13). Resta expiar la pena: “El hijo que te ha nacido morirá sin remedio” (ib.
14). La misericordia de Dios perdona al pecador que reconoce su culpa y la
misma misericordia le castiga para que no peque más.
Los temas de la misericordia y del perdón divino vuelven
en el Evangelio, pero a una luz nueva, la de la salvación ya en acto. Dios no
envía más a los profetas a redargüir a los pecadores; ha enviado a su Hijo para
salvarlos y éste los va buscando por doquier, en las casas y en las calles. Ahí
está Jesús en casa del fariseo que le ha invitado a comer más con intención
crítica que amistosa; y mientras está en la mesa, se deja besar y ungir los
pies por una mujer pecadora. Simón se incomoda por el atrevimiento… También él,
como David, se escandaliza por las acciones de los otros, sin ocurrírsele
examinar las propias. Pero Jesús, como Natán, procura iluminar con un apólogo
al fariseo. De dos deudores a los que les fue condonada una deuda, ¿cuál amará
más? “Aquel a quien se le perdonó más” (Lc 7, 43), responde Simón, y no se da
cuenta de que, como en el caso de David, en su respuesta está su condenación.
La mujer ha cometido muchos pecados, es cierto; pero se le perdonan por el gran
amor demostrado en el gesto de bañar con lágrimas los pies del Señor, secarlos
con sus cabellos, besarlos y perfumarlos con un ungüento. Simón no ha cometido
muchos pecados pero tiene el corazón cerrado al amor y abierto más bien a la
crítica, pronto a escandalizarse. Si Simón conociese su culpa… quedaría
perdonado y la misericordia de Dios derramándose en él lo llenaría de amor.
El perdón de los pecados es a la vez iniciativa del amor
misericordioso de Dios y respuesta del amor arrepentido del hombre. Cuanto más
por motivo de amor se arrepiente el hombre, tanto más abundante es el perdón de
Dios, hasta borrar no sólo la culpa sino la pena. Jesús no impone una
penitencia a la mujer pecadora, y eso no sólo porque el amor de ella es grande,
sino porque él mismo la ha tomado sobre sí ofreciendo su vida por los pecados
de los hombres.
Señor, te ofrezco
mi pasado y lo confío a tu misericordia, esperando ser perdonado sólo por tu
bondad; no intentaré excusarme, ni asegurarme del pasado presentándote algún
mérito, alguna buena acción, reparación o resolución buena; tanto para el
pasado como para el futuro me remito a tu misericordia. Me pongo delante de ti,
oh Dios santo, con el recuerdo doloroso de mi pecado y de la traición al amor,
con la certeza de mi fragilidad e impotencia, pero confiado en tu amor
maravilloso, nunca harto y que nunca me ha faltado. ¡Ten piedad de mí!
Desconfía de mí, estate a mi lado, porque sabes lo reacio y caprichoso que soy
apenas aflojas la vigilancia. Sin embargo, Señor, no aprietes más allá de mis
fuerzas, que son débiles hasta el ridículo; tómame como soy y como estoy hecho,
para rehacerme a tu modo y ser así capaz de seguir tu voluntad. Ni siquiera oso
decirte que te quiero. Querría podértelo probar, pero mira que ya para eso
necesito de ti: no puedo amarte sin que tú me ames. Oh Dios, crea en mí un
corazón nuevo… Haz de mí un verdadero hijo, digno del Reino y de la promesa, un
hijo sobre el que caiga tu sangre, en el que circule tu vida… Sé que no tengo
fuerza… estate siempre conmigo, trabaja conmigo, combate en mí, Señor, me
ruborizo al ofrecerte mi amor contrito. (P. Lyonnet, Escritos espirituales)
P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D.
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
.
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