lunes, 24 de junio de 2013

Pequeñas Semillitas 2069

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 8 - Número 2069 ~ Lunes 24 de Junio de 2013
- AÑO DE LA FE -
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)

Alabado sea Jesucristo…
La Iglesia da mucha importancia al Nacimiento de san Juan Bautista. En la liturgia se celebra como solemnidad como las grandes fiestas. San Juan Bautista es al único santo a quien la Iglesia celebra el día del nacimiento, además del de Jesucristo y la Virgen María. A los demás santos normalmente se les celebra en el día de su muerte, que es el día de nacer para el cielo, o en otra circunstancia importante como el día en que han sido declarados santos.
Juan se fue al desierto para prepararse a la misión que Dios le había confiado de preparar los caminos para la venida del Salvador. A Juan le llamamos Bautista, porque bautizaba con agua a los que venían arrepentidos, pero sobre todo porque anunció otro bautismo en el Espíritu que haría el Mesías.
Todos debemos ser un poco como san Juan Bautista: anunciadores de la salvación de Dios y de su gran misericordia. Para ello escuchemos el gran mensaje del santo para preparar el camino del Señor en nuestro corazón. Se trata de convertirnos para disponernos mejor a escuchar y vivir las enseñanzas de Jesucristo.
San Juan fue fiel a su misión hasta dar su vida en su ministerio. Moriría cortada la cabeza, dando fin a su misión de ser testigo de la Verdad. Él nos enseña a ser fieles a nuestro deber de cada día; pero sobre todo a ser fieles a los compromisos adquiridos por nuestro bautismo. Jesús un día hizo el mayor elogio que puede hacerse por una persona. Dijo que “entre los nacidos de mujer no hay ninguno mayor que Juan Bautista”. Nosotros también seremos grandes ante Dios si somos responsables en nuestros actos y los hacemos por la gloria de Dios y el bien de los demás.
P. Silverio Velasco

La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy

Se le cumplió a Isabel el tiempo de dar a luz, y tuvo un hijo. Oyeron sus vecinos y parientes que el Señor le había hecho gran misericordia, y se congratulaban con ella. Y sucedió que al octavo día fueron a circuncidar al niño, y querían ponerle el nombre de su padre, Zacarías, pero su madre, tomando la palabra, dijo: «No; se ha de llamar Juan». Le decían: «No hay nadie en tu parentela que tenga ese nombre». Y preguntaban por señas a su padre cómo quería que se le llamase. Él pidió una tablilla y escribió: ‘Juan es su nombre’. Y todos quedaron admirados.
Y al punto se abrió su boca y su lengua, y hablaba bendiciendo a Dios. Invadió el temor a todos sus vecinos, y en toda la montaña de Judea se comentaban todas estas cosas; todos los que las oían las grababan en su corazón, diciendo: «Pues ¿qué será este niño?». Porque, en efecto, la mano del Señor estaba con él. El niño crecía y su espíritu se fortalecía; vivió en los desiertos hasta el día de su manifestación a Israel.
(Lc 1,57-66.80)

Comentario
Hoy, celebramos solemnemente el nacimiento del Bautista. San Juan es un hombre de grandes contrastes: vive el silencio del desierto, pero desde allí mueve las masas y las invita con voz convincente a la conversión; es humilde para reconocer que él tan sólo es la voz, no la Palabra, pero no tiene pelos en la lengua y es capaz de acusar y denunciar las injusticias incluso a los mismos reyes; invita a sus discípulos a ir hacia Jesús, pero no rechaza conversar con el rey Herodes mientras está en prisión. Silencioso y humilde, es también valiente y decidido hasta derramar su sangre. ¡Juan Bautista es un gran hombre!, el mayor de los nacidos de mujer, así lo elogiará Jesús; pero solamente es el precursor de Cristo.
Quizás el secreto de su grandeza está en su conciencia de saberse elegido por Dios; así lo expresa el evangelista: «El niño crecía y su espíritu se fortalecía; vivió en los desiertos hasta el día de su manifestación a Israel» (Lc 1,80). Toda su niñez y juventud estuvo marcada por la conciencia de su misión: dar testimonio; y lo hace bautizando a Cristo en el Jordán, preparando para el Señor un pueblo bien dispuesto y, al final de su vida, derramando su sangre en favor de la verdad. Con nuestro conocimiento de Juan, podemos responder a la pregunta de sus contemporáneos: «¿Qué será este niño?» (Lc 1,66).
Todos nosotros, por el bautismo, hemos sido elegidos y enviados a dar testimonio del Señor. En un ambiente de indiferencia, san Juan es modelo y ayuda para nosotros; san Agustín nos dice: «Admira a Juan cuanto te sea posible, pues lo que admiras aprovecha a Cristo. Aprovecha a Cristo, repito, no porqué tú le ofrezcas algo a Él, sino para progresar tú en Él». En Juan, sus actitudes de Precursor, manifestadas en su oración atenta al Espíritu, en su fortaleza y su humildad, nos ayudan a abrir horizontes nuevos de santidad para nosotros y para nuestros hermanos.
Rev. D. Joan MARTÍNEZ Porcel (Barcelona, España)

Santoral Católico:
San Juan Bautista
Celebración de su Nacimiento

Información amplia: clic acá

Fuente: Catholic.net    

¡Buenos días!

Bendición maternal

En los meses de este año, como otros años, te transmito tres mensajes de la Reina de la Paz. Hoy ella misma te recomienda “vivir esos mensajes y ponerlos en práctica en tu propia vida”. Son orientaciones de quien tuvo en sus brazos maternales a Jesús, sabiduría increada, Verbo eterno, “en quien están todos los tesoros de sabiduría y ciencia”.

“¡Queridos hijos! Hoy también me regocijo por la presencia de ustedes aquí. Yo los bendigo con mi bendición maternal e intercedo ante Dios por cada uno de ustedes. Los llamo de nuevo a vivir mis mensajes y a ponerlos en práctica en sus vidas. Yo estoy con ustedes y los bendigo a todos día a día. Queridos hijos, éstos son tiempos particulares y por eso, yo estoy con ustedes para amarlos y proteger sus corazones de Satanás y para llevarlos a todos más cerca del Corazón de Jesús, mi Hijo. ¡Gracias por haber respondido a mi llamado!”

Esta Madre celestial te ama y protege. Que fortalezcas los lazos de afecto filial, confianza y veneración a María, renovando a menudo tu consagración a ella con los conocidos versos que concluyen así: “A ti celestial princesa, Virgen sagrada María, yo te ofrezco en este día alma, vida y corazón, mírame con compasión, no me dejes, madre mía”.
Padre Natalio

Dijo el Papa Francisco:

“Juan fue elegido por Dios 
para ir delante de Jesús a preparar su camino, 
y lo indicó al pueblo de Israel como el Mesías, 
l Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. 
Juan se consagró completamente a Dios y a su enviado”
Papa Francisco

Tema del día:
El orgullo de estar bautizados

Hay dos acontecimientos extraordinarios en la vida del hombre.

El acontecimiento natural de nacer y el sobrenatural de hacernos hijos de Dios y pertenecer al Cuerpo Místico de Cristo y a la Iglesia Católica por el Bautismo. Todos los seres humanos somos hijos de Dios y por todos Cristo murió en la Cruz, pero el estar dentro de la Iglesia Católica es un verdadero tesoro. Los católicos debemos estar muy orgullosos de ser bautizados.

Jesús fue bautizado por San Juan. Bautizado Jesús, salió luego del agua; y en esto se abrieron los cielos y vio que el Espíritu de Dios bajaba en forma de paloma y venía sobre él. Y una voz que venía de los cielos decía: "Este es mi Hijo amado, en quién me complazco" (Mt 3,16-17). Y Juan el apóstol (Jn 3,22-30) nos dice: "Jesús fue con sus discípulos a Judea y permaneció allí con ellos, bautizando" y esto fue también lo que les encomendó a sus apóstoles que hicieran."

El Bautismo es el Sacramento que nos inicia en la vida de la gracia. El Espíritu Santo desciende sobre el alma del bautizado y la engalana con todos sus dones y queda en ella, para siempre, una señal indeleble. Es por ello que estar bautizados nos confiere una Gracia muy especial.

Por eso no nos cansaremos de repetir que los católicos debemos de estar profundamente orgullosos de haber sido bautizados. Es un deber documentarnos bien sobre este Sacramento.

Generalmente somos bautizados siendo muy pequeños, casi recién nacidos. Los padres y padrinos, en nuestro nombre, dado que nosotros no lo podemos hacer, renuncian a Satanás y a todo aquello que nos impida estar en Gracia de Dios y a ser fieles a nuestra Fe. Esas promesas que hacen sustituyéndonos, serán reafirmadas y renovadas por nosotros -en plena conciencia-, en el Sacramento de la Confirmación y no se deben romper ni olvidar jamás.

Así como sentimos un legítimo orgullo al decir que somos hijos de nuestros padres y nos sentimos orgullosos de nuestra Patria y llevamos con arrogancia los apellidos de nuestros mayores, pues aún más el de ser hijos de Dios y pertenecer a la Iglesia católica.

Cristo quiso darnos el ejemplo y fue bautizado por San Juan ¿qué falta le hacía a Él si era el mismo Dios? Pero sí como hombre, y quiso entrar por la perfecta puerta que lleva al cielo.

Qué hermoso sería que al final de nuestra vida, en el último suspiro de la separación de nuestra alma y nuestro cuerpo, en la hora de la muerte, podamos oír la voz del Padre que nos llama: "amados hijos".

Por todo esto, los padres deben reflexionar y desear y preocuparse por bautizar al niño o niña cuanto antes, no tiene sentido el esperar con el afán de hacer un gran festejo...es un Sacramento de una importancia enorme y profunda, debe hacerse con sencillez y mucha alegría.

Ojalá que las familias católicas no pospongamos ese acto transcendental y maravilloso de convertir a nuestros hijos en hijos de Dios enseguida de que nazcan. Preparemos nuestra mente y nuestro corazón para saber y conocer a fondo que es, el Sacramento del Bautismo y cuántas Gracias recibirá nuestro hijo o hija.

Demos un verdadero testimonio de fe de amor a ellos, y de verdaderos creyentes llevando con presteza e ilusión a bautizar a nuestros niños y preparemos una reunión familiar con sencillez y alegría olvidándonos de hacer un gran "fiestón"... y después de este importante acto seamos congruentes con los que hicimos y prometimos.

Enseñemos a nuestros hijos, desde chiquitines, a amar a Dios, formarlos en la Fe y que vayan por la vida siguiendo los pasos de Cristo, para que siempre sintamos la felicidad y el legítimo orgullo de haber sido bautizados y por ello, ser hijos de Dios y herederos del Cielo.

Para conocer más sobre el Sacramento del Bautismo entra aqui
Autor: María Esther de Ariño
Fuente: Catholic.net

Junio, mes del Corazón de Jesús
Día 24: Acciones útiles

¿Cuáles han sido los dos grandes deseos del Corazón de Jesús? La gloria del Padre y la salvación de las almas. Por la gloria del Padre, Jesús, con doce años, se encuentra con los doctores del templo; por su gloria recorre toda Palestina, bendiciendo y curando, y cuando llega la hora del suplicio, alza los ojos al cielo y reza: "Padre, yo te he glorificado en la Tierra donde he cumplido la obra que me has confiado. Padre, yo he manifestado tu nombre a los hombres que me has dado. Santifícalos en la verdad. Con estas pocas palabras, Jesús explica su gran misión: Darle mayor gloria al eterno Padre y salvar las almas perdidas."
Proponte ofrecer cada día al Señor tus acciones y hacerlas con el único fin de darle gloria, de agradarle.
Fuente: Web Católico de Javier

Pedidos de oración

Pedimos oración por la Santa Iglesia Católica; por el Papa Francisco, por el Papa Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas, catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones, por la Paz en el mundo, por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las enfermedades, el hambre y la pobreza; por los presos políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo, por la unión de las familias, la fidelidad de los matrimonios y por más inclinación de los jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas, y por las Benditas Almas del Purgatorio.

Pedimos oración por Victorio B., de Buenos Aires, Argentina, de 64 años, a quien le diagnosticaron cáncer de próstata, por lo que rogamos al Señor que lo ayude en este duro camino para lograr la recuperación.

Pedimos oración por Amelia C., que vive en Lima, Perú, 68 años, que está hospitalizada por cáncer en columna y cerebro, por lo que iniciará radioterapia con la esperanza puesta en Dios para que este tratamiento resulte efectivo.

Pedimos oración por María Mercedes, 69 años, con cáncer linfático; y por Agustín, 78 años, afectado de problemas respiratorios y circulatorios. Ambos son de Buenos Aires, Argentina, y los ponemos en las manos de la Virgen de Luján para que ruegue por su salud a su Hijo Jesús.

Pedimos oración por Francis Nazaret L., de Managua, Nicaragua, que ha sufrido un accidente de moto y está en grave estado en cuidados intensivos hace varios días. Oramos para que por la intercesión del Beato Juan Pablo II, el Señor le conceda la gracia de curarse.

Pedimos oración por S.E.A.P., de República Dominicana, por su estabilidad, por todo lo que se está haciendo, y para que sobrepase la situación actual de manera satisfactoria y permanente.

Pedimos oración por Georgina M., que vive en Cuba y es abuela de un sacerdote lector de esta página. Ella está muy grave con cáncer, y pedimos a Dios la mire en su misericordia y la recoja en su descanso.  

Pedimos oración por Gisela S., cubana, residente en California, USA, que se encuentra internada con una hemorragia interna, muy debilitada, rogando al Señor Jesús que le permita recuperar su salud.

Seguimos rezando por Renzo, pequeño niño argentino trasplantado de corazón luego de larga espera y que en el pos operatorio ha tenido dificultades severas que lo ponen en un grave estado actual. Que el Niño Jesús lo acompañe y lo fortalezca para que pueda sanarse.

Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén

Nota de Redacción:
Para dar curso a los Pedidos de Oración es imprescindible dar los siguientes datos: nombres completos de la persona (habitualmente no publicamos apellidos), ciudad y país donde vive, y explicar el motivo de la solicitud de oración. Por favor: en los pedidos ser breves y concretos y enviarlos a feluzul@gmail.com y deben poner en el asunto “Pedido de oración”, ya que los correos que llegan sin asunto (o con el asunto en blanco) son eliminados sin abrirlos. No se reciben pedidos de oración a través de Facebook ni por otro medio que no sea el correo antes señalado.
Los Pedidos de Oración se publican de lunes a sábados. Los domingos se publican los agradecimientos por las gracias concedidas.

“Intimidad Divina”

¡Oh Santísima Trinidad!

El hombre con su sola razón es absolutamente incapaz de vislumbrar el misterio trinitario y no puede alegar derecho a conocerlo; este misterio le rebasa del modo más absoluto. El hecho de que dios se lo haya revelado está descubriendo la intención divina de admitirlo a la intimidad de su familia como hijo y amigo. “No os llama ya siervos –dice Jesús–, porque el siervo no sabe lo que hace su amo; a vosotros os he llamado amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer” (Jn 15, 15). Esto “todo” revelado por Cristo corresponde hasta el misterio más profundo y personal de Dios, el misterio trinitario. Como un amigo guarda para su amigo los secretos más caros e íntimos, y a él solo se los revela en un gesto de amistad, así el Verbo hecho carne, Dios igual al Padre y al Espíritu Santo, en un gesto de amor confidencial, ha revelado a los hombres el misterio  de la Santísima Trinidad que sólo él ha contemplado y contempla continuamente en el seno del Padre; y solamente después de esta manifestación les llama amigos… Pero el fin último por el que Cristo manifiesta este misterio es la gloria de Dios, para que Dios sea glorificado por los hombres, no sólo en la unidad de su naturaleza sino también en la Trinidad de sus Personas; para que también en la tierra se eleve incesantemente el canto de alabanza: “Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo”.

El Padre es la fuente de toda la Trinidad. Desde siempre se conoce el Padre perfectamente a sí mismo, y conociéndose, engendra a su Verbo, Palabra sustancial en la que se expresa y se contempla a sí mismo enteramente, Hijo unigénito al que da toda su esencia, divinidad y bondad infinitas, del que dice el evangelista:  “En el principio la Palabra existía, y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios” (Jn 1, 1). El Hijo es “el resplandor de la gloria y la impronta de la esencia” del Padre (Hb. 1, 3); pero resplandor y esencia sustanciales, mismas perfecciones que el Padre. Desde toda la eternidad el Padre y el Hijo se contemplan mutuamente y se aman infinitamente por la infinita indivisible perfección que ambos poseen; amándose se atraen el uno al otro, y el uno al otro se entregan, derramando toda su naturaleza y esencia divina en una tercera Persona, el Espíritu Santo, que es el término, la prenda y el don sustancial de su mutuo amor. Así la misma naturaleza y la misma vida divina circula del Padre al Hijo y del Padre y el Hijo se derrama en el Espíritu Santo, para luego refluir en el Padre. La Trinidad es el misterio de la vida íntima de Dios que rebosa de las operaciones perfectísimas de conocimiento y amor con que él mismo se conoce y se ama.

El misterio trinitario presenta a Dios en tres Personas iguales y distintas pero subsistentes en una única naturaleza, como dice muy bien el Símbolo pseudo-atanasiano: “Esta es la fe católica, veneramos un solo Dios en la Trinidad, y la Trinidad en la Unidad; sin confundir las Personas  sin dividir la sustancia. Porque una es la Persona del Padre, otra la del Hijo y otra la del Espíritu Santo. Pero el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo tienen una misma divinidad, una gloria igual y una majestad coeterna”. Y la liturgia le hace eco: “Al proclamar nuestra fe en la verdadera y eterna divinidad, adoramos tres Personas distintas, de única naturaleza e iguales en su dignidad” (Pref. de la Trinidad).

¡Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo! ¡Santo Dios, santo Fuerte, santo Inmortal, ten piedad de nosotros, sálvanos! ¡Aleluya, Aleluya, Aleluya! ¡A coro las maravillosas creaturas de Dios, ni de mañana ni de tarde enmudezcan! No enmudezcan los astros luminosos, ni las elevadas montañas, ni los abismos del mar, ni las fuentes de los ríos torrenciales, mientras nosotros cantamos con nuestros himnos al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Todos los ángeles del cielo respondan: ¡Amén, Amén, Amén! ¡Poder, alabanza, honor y gloria eterna a nuestro Dios, único dador de toda gracia! ¡Amén, Amén, Amén! (Plegaria de los primeros cristianos, 98)
P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D. 
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-

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