PEQUEÑAS SEMILLITAS
Año 8 - Número 2062 ~ Lunes
17 de Junio de 2013
- AÑO DE LA FE -
Desde la ciudad de Córdoba
(Argentina)
Alabado sea
Jesucristo…
¿Hay grandes
pecadores y pequeños pecadores? Sólo
Dios lo sabe. A nosotros nos basta “reconocer” que somos pecadores, que más de
una vez le fallamos a Dios. Ojalá nuestra conciencia nos advierta aún nuestras
pequeñas faltas (sin obsesiones, pero sí con delicadeza hacia el Padre Dios y los
hermanos) y experimentemos la filial necesidad de reconocer como David: He pecado contra el Señor.
El buen Dios aprovecha nuestras graves faltas para
mostrarnos que no hay pecador grande
ni chico, que él perdona a todos los
que buscan ser perdonados.
El Domingo
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Habéis
oído que se dijo: ‘Ojo por ojo y diente por diente’. Pues yo os digo: no
resistáis al mal; antes bien, al que te abofetee en la mejilla derecha ofrécele
también la otra: al que quiera pleitear contigo para quitarte la túnica déjale
también el manto; y al que te obligue a andar una milla vete con él dos. A
quien te pida da, y al que desee que le prestes algo no le vuelvas la espalda».
(Mt 5,38-42)
Comentario
Hoy, Jesús nos enseña que el odio se supera en el perdón.
La ley del talión era un progreso, pues limitaba el derecho de venganza a una
justa proporción: sólo puedes hacer al prójimo lo que él te ha hecho a ti, de
lo contrario cometerías una injusticia; esto es lo que significa el aforismo de
«ojo por ojo, diente por diente». Aun así, era un progreso limitado, ya que
Jesucristo en el Evangelio afirma la necesidad de superar la venganza con el
amor; así lo expresó Él mismo cuando, en la Cruz, intercedió por sus verdugos:
«Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen» (Lc 23,34).
No obstante, el perdón debe acompañarse con la verdad. No
perdonamos tan sólo porque nos vemos impotentes o acomplejados. A menudo se ha
confundido la expresión “poner la otra mejilla” con la idea de la renuncia a
nuestros derechos legítimos. No es eso. Poner la otra mejilla quiere decir
denunciar e interpelar a quien lo ha hecho, con un gesto pacífico pero
decidido, la injusticia que ha cometido; es como decirle: «Me has pegado en una
mejilla, ¿qué, quieres pegarme también en la otra?, ¿te parece bien tu
proceder?». Jesús respondió con serenidad al criado insolente del sumo
sacerdote: «Si he hablado mal, demuéstrame en qué, pero si he hablado bien,
¿por qué me pegas?» (Jn 18,23).
Vemos, pues, cuál debe ser la conducta del cristiano: no
buscar revancha, pero sí mantenerse firme; estar abierto al perdón y decir las
cosas claramente. Ciertamente no es un arte fácil, pero es el único modo de
frenar la violencia y manifestar la gracia divina a un mundo a menudo carente
de gracia. San Basilio nos aconseja: «Haced caso y olvidaréis las injurias y
agravios que os vengan del prójimo. Podréis ver los nombres diversos que
tendréis uno y otro; a él lo llamarán colérico y violento, y a vosotros mansos
y pacíficos. Él se arrepentirá un día de su violencia, y vosotros no os
arrepentiréis nunca de vuestra mansedumbre».
Rev. D. Joaquim MESEGUER García (Sant Quirze del
Vallès, Barcelona, España)
Santoral Católico:
San Gregorio Barbarigo
Cardenal y Obispo de Padua
San Gregorio
nació en Venecia en 1625. Al cumplir los veinte años fue escogido por el
gobierno veneciano como acompañante del embajador Luigi Contarini, al famoso
Congreso de Munster, donde los representantes de Alemania, Francia y Suecia,
firmaron el tratado de Westfalia, el 24 de octubre de 1648, y así pusieron fin
a la guerra de Treinta Años.
En 1657, el Papa
Alejandro VII, le nombró obispo de Bérgamo y en 1660, le consagró cardenal;
cuatro años más tarde, fue transferido al obispado de Padua. Era benigno y
misericordioso, su piedad se mostraba sobre todo a los que sufrían o estaban en
desgracia. Con el propósito de fomentar la cultura, fundó un colegio y un
seminario que tuvieron gran renombre. A las dos instituciones las dotó con
imprenta propia y una biblioteca bien surtida, particularmente con los escritos
de los Padres de la Iglesia y los estudios sobre las Sagradas Escrituras. San
Gregorio Barbarigo murió el 15 de junio de 1697 y fue beatificado en 1761 y
canonizado por S.S. Juan XXIII, el 26 de mayo de 1959.
¡Buenos días!
Llenó la casa de luz
Jesús dijo que
sus discípulos deben ser la luz del mundo. La luz se comunica, se propaga
irresistiblemente, penetra todo lo que no le ofrece resistencia; pone en cada
cosa una nota de alegría; porque la luz comunica vida. Que tu testimonio sea
una senda de luz que guíe a los que buscan con sinceridad al Señor, “camino,
verdad y vida”. Una anécdota curiosa.
Un anciano viendo cercana su muerte, habló
así a sus tres hijos: —No puedo dividir en tres lo que poseo. Es tan poco que
perjudicaría a todos. He dejado encima de la mesa una moneda para cada uno de
ustedes. Tómenla. El que compre con esa moneda algo con lo que llenar la casa,
se quedará con toda la herencia. Se fueron. El primer hijo compró paja, pero
sólo consiguió llenar la casa hasta la mitad. El segundo compró sacos de
plumas, pero no consiguió llenar la casa mucho más que el anterior. El tercer
hijo -que consiguió la herencia- sólo compró una pequeña vela. Esperó hasta la
noche, encendió la vela y llenó la casa de luz.
El Señor te ha
regalado la luz de la fe para que la irradies a tu alrededor, con el ejemplo y
la palabra. Cada uno tiene posibilidades distintas, pero no menos importantes
aunque parezcan restringidas. Dios ha dispuesto que las almas vayan iluminando
otras almas, como si fueran antorchas. Que “hagas brillar ante los ojos de los
hombres la luz que hay en ti”.
Padre Natalio
La frase de hoy
“Nuestras vidas son la obra de nuestros pensamientos.
Sí, si tenemos pensamientos felices, seremos felices.
Si tenemos pensamientos desdichados, seremos desdichados.
Si tenemos pensamientos temerosos, tendremos miedo.
Si pensamos en el fracaso, seguramente fracasaremos.
Según un hombre piensa en su corazón, así es él”
Tema del día:
El Pueblo de Dios
(Catequesis del Papa Francisco 12 de junio)
Queridos hermanos y hermanas ¡Buenos días!
Hoy voy a referirme brevemente sobre otro de los términos
con los que el Concilio Vaticano II definió a la Iglesia, el de "Pueblo de Dios" (cf.
Constitución dogmática Lumen Gentium, 9, Catecismo de la Iglesia Católica,
782). Y lo hago con algunas preguntas acerca de las cuales todo el mundo pueda
reflexionar.
1. ¿Qué quiere decir "Pueblo de Dios"?
En primer lugar, significa que Dios no pertenece de
manera propia a ningún pueblo; porque es Él quien nos llama, nos convoca, nos
invita a ser parte de su pueblo, y esta invitación está dirigida a todos, sin
distinción, porque la misericordia de Dios "quiere la salvación para todos
"(1 Tim 2:04). Jesús no dice a los Apóstoles y a nosotros que formemos un
grupo exclusivo; un grupo de élite. Jesús dice: "Vayan, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos"
(cf. Mt 28,19). San Pablo afirma que en el pueblo de Dios, en la Iglesia,
"no hay ni judío ni griego... porque todos ustedes son uno en Cristo
Jesús" (Gálatas 3:28).
Me gustaría decir a aquellos que se sienten lejos de Dios
y de la Iglesia, a los que son temerosos o a los indiferentes, a los que
piensan que ya no pueden cambiar: ¡el Señor también te está llamando a ti a ser
parte de su pueblo y lo hace con gran respeto y amor!, ¡Él nos invita a hacer
parte de este pueblo; pueblo de Dios!
2. ¿Cómo se convierte en miembro de este pueblo?
No es a través del nacimiento físico, sino por medio de
un nuevo nacimiento. En el Evangelio, Jesús dice a Nicodemo que hay que nacer
de lo alto, del agua y del Espíritu para entrar en el Reino de Dios (cf. Juan
3:3-5). Es a través del Bautismo que nosotros somos introducidos en este
pueblo, a través de la fe en Cristo, don de Dios que debe ser alimentado y
hecho crecer en toda nuestra vida.
Preguntémonos: ¿cómo puedo hacer crecer la fe que he
recibido del Bautismo?; ¿cómo hago crecer esta fe que yo he recibido y que el
pueblo de Dios tiene?; ¿cómo hago para hacerla crecer?
3. ¿Cuál es la ley del pueblo de Dios?
Es la ley del amor, amor a Dios y amor al prójimo, según
el nuevo mandamiento que nos ha dejado el Señor (cf. Jn 13,34). Un amor, sin
embargo, que no es sentimentalismo estéril o algo vago, sino que es el
reconocer a Dios como único Señor de la vida y, al mismo tiempo, aceptar al
otro como un verdadero hermano, superando divisiones, rivalidades,
incomprensiones, egoísmos; las dos cosas van de la mano. ¡Cuánto camino todavía
tenemos que recorrer para vivir de manera concreta esta nueva ley, la del
Espíritu Santo que obra en nosotros, la de la caridad, la del amor!
Cuando vemos en el diario en la TV, tantas guerras entre
cristianos, ¡cómo puede pasar esto! Dentro del pueblo de Dios ¡cuántas guerras!
En el barrio, en el puesto de trabajo ¡cuántas guerras por envidias y celos!
También en la misma familia, cuantas guerras internas. Pidamos al Señor que nos
haga entender bien esta ley del amor. ¡Qué bueno! ¡Que hermoso es amarse los
unos a los otros como verdaderos hermanos!, ¡qué hermoso es esto!
Hagamos una cosa hoy: Quizá todos tenemos simpatías y
antipatías. Quizá tantos de nosotros estamos enojados con alguno. Al menos
digamos al Señor: Señor yo estoy enojado con este, con aquella. Yo te pido por
este y por aquel. Rezar por aquel con el que estamos enojados es un hermoso
paso en esta ley del amor. ¡Hagámoslo hoy!
4. ¿Qué misión tiene este pueblo?
La de llevar al mundo la esperanza y la salvación de
Dios: ser signo del amor de Dios que llama a todos a la amistad con Él; ser
levadura que hace fermentar toda la masa, sal que da sabor y preserva de la
corrupción, luz que ilumina. A nuestro alrededor, basta abrir un periódico,
para ver que la presencia del mal existe, que el Diablo actúa. Pero quisiera
decir en voz alta, Dios es más fuerte.
¿Ustedes creen esto que Dios es más fuerte? Digámoslo juntos todos ¡Dios es más
fuerte! ¡Todos! ¿Y saben por qué es más fuerte? Porque Él es el Señor. ¡Es el
único Señor! Dios es más fuerte. ¡Bien! Quisiera agregar que la realidad a
veces oscura signada por el mal puede cambiar. Si nosotros primero les llevamos
la luz del Evangelio sobre todo con nuestra vida. Si en un estadio, pensemos
aquí el Roma Olímpico o en ese de San Lorenzo en Buenos Aires, en una noche
oscura una persona enciende una luz, apenas se entrevé, pero si los otros
setenta mil espectadores encienden cada uno su propia luz, el estadio se
ilumina. Hagamos que nuestra vida sea una luz de Cristo. Juntos llevaremos la
luz del Evangelio a toda la realidad.
5. ¿Cuál es el objetivo de este pueblo?
El fin es el Reino de Dios, iniciado sobre la tierra por
Dios mismo, y que debe ampliarse hasta el cumplimiento, cuando aparecerá
Cristo, vida nuestra (cf. Lumen Gentium, 9). El fin entonces es la plena
comunión con el Señor, entrar en su misma vida divina, donde viviremos la
alegría de su amor sin medida. ¡Aquella alegría plena!
Queridos hermanos y hermanas, ser Iglesia es ser pueblo
de Dios, de acuerdo con el gran proyecto de amor del Padre, quiere decir ser el
fermento de Dios en esta nuestra humanidad, quiere decir anunciar y llevar la
salvación de Dios en este mundo nuestro, que a menudo se pierde, necesitado de
tener respuestas que alienten, que den esperanza, que den nuevo vigor en el
camino. Que la Iglesia sea un lugar de la misericordia y de la esperanza de
Dios, donde todo el mundo pueda sentirse acogido, amado, perdonado y alentado a
vivir según la vida buena del Evangelio. Y para sentirse recibido, amado,
perdonado, animado. La Iglesia debe tener las puertas abiertas para que todos
puedan venir y nosotros debemos salir de esas puertas y anunciar el Evangelio.
¡Muchas Gracias!
Papa Francisco
Junio, mes del Corazón de Jesús
Día 17: Sembrar obras de bien
El Corazón de Jesús habló claro y fuerte: Toda la ley
divina se compendia en los mandamientos: el amor a Dios y el amor al prójimo.
Sin estos dos amores es imposible agradar al Señor, es imposible entrar en el
Cielo. Pocos comprenden bien en qué consiste el amor al prójimo. Si crees que
amar al prójimo basta con no odiarlo, no hacerle mal, sólo crees a medias. No,
esto será de buenos hombres, pero no de buenos cristianos. El amor es operativo
y debe manifestarse haciendo aquello que queremos y deseamos se nos haga a
nosotros. La prueba generosa de este amor viene dada por el ejercicio de las
obras de misericordia.
Jesús tiene como hecho a sí mismo todo lo que se hace a
los pobres en su nombre. Y cuando alguna persona está enferma, busca una media
hora para visitarla, para darle una palabra de ánimo, para consolarla en sus
dolores, para animarla a la paciencia, a la santa resignación a la voluntad de
Dios.
Fuente: Web Católico de Javier
Pedidos de oración
Pedimos oración por la Santa Iglesia Católica; por el Papa Francisco, por el Papa
Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas,
catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la
unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro
Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones, por la
Paz en el mundo, por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos
especialmente por las enfermedades, el hambre y la pobreza; por los presos
políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo, por la unión de
las familias, la fidelidad de los matrimonios y por más inclinación de los
jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y
religiosas, y por las Benditas Almas del Purgatorio.
Pedimos oración por la salud física, mental y espiritual
de Dominga Esther, que tiene casi 80
años y vive en Realicó, La Pampa, Argentina, por lo que la encomendamos al
Sagrado Corazón de Jesús.
Pedimos oración por Davide
S., de 48 años de edad, que vive en Lecco, Italia, afectado de cáncer en la
garganta. Rogamos al Beato Juan Pablo II que interceda ante Jesús por su salud
y a la Santísima Virgen que le dé fortaleza física y espiritual para afrontar
estas difíciles horas.
Pedimos oración por María
Fernanda S. M., que vive en Costa Rica, para que el Señor le ayude a
superar su crisis económica y salga de la depresión.
Pedimos oración por la salud de Ofelia, de Santa Rosa, La Pampa, Argentina, para que Jesús de la
Divina Misericordia la proteja siempre.
Pedimos oración por Martín
G., de Córdoba, Argentina, que ha tenido una descompensación cardíaca y
está internado muy grave. Lo ponemos en las manos de Jesús para que Él le
conceda la gracia inmensa de poder recuperarse. Y también de Córdoba,
Argentina, seguimos rezando por Pepe,
cuyos problemas el Señor conoce.
Pedimos oración por Guillermo
Patricio y por Carolina Andrea,
hermanos de Chile, para que el Señor Misericordioso guíe sus pasos por la vida,
los bendiga y los proteja, les conceda sus gracias y haga de ellos personas
sanas y felices.
Pedimos oración por María Teresa (Marité) C., de Santa Fe, 62 años, que mañana será sometida a una complejo operación en su abdomen. Que la Virgen de Guadalupe la proteja y el Señor Jesús ponga sobre ella sus manos sanadoras.
Pedimos oración por María Teresa (Marité) C., de Santa Fe, 62 años, que mañana será sometida a una complejo operación en su abdomen. Que la Virgen de Guadalupe la proteja y el Señor Jesús ponga sobre ella sus manos sanadoras.
Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara
nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la
paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por
nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la
aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu
hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la
redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén
Nota de Redacción:
Para dar curso a los Pedidos de Oración es imprescindible
dar los siguientes datos: nombres completos de la persona (habitualmente no
publicamos apellidos), ciudad y país donde vive, y explicar el motivo de la
solicitud de oración. Por favor: en los pedidos ser breves y concretos y
enviarlos a feluzul@gmail.com y deben
poner en el asunto “Pedido de oración”, ya que los correos que llegan sin
asunto (o con el asunto en blanco) son eliminados sin abrirlos. No se reciben
pedidos de oración a través de Facebook ni por otro medio que no sea el correo
antes señalado.
Los Pedidos de Oración se publican de lunes a sábados.
Los domingos se publican los agradecimientos por las gracias concedidas.
“Intimidad Divina”
La inteligencia
del misterio de Cristo
Junto con el apóstol Juan, puede San Pablo ser
considerado el primer teólogo del misterio escondido en el corazón de Cristo.
En la carta a los Efesios no duda en declarar que ha recibido la misión de
anunciar a todos los hombres indistintamente “la inescrutable riqueza de Cristo
y esclarecer cómo se ha dispensado el misterio de la salvación de la humanidad,
actuado en Cristo Jesús, Señor nuestro”, que manifiesta “la bondad de Dios para
con nosotros” (Ef 2, 7). Profundamente impresionado por la grandeza de este
misterio y sintiéndose impotente para comunicar a los demás su inteligencia,
Pablo dirige a Dios una súplica ardiente: “Por eso doblo mis rodillas ante el
Padre… para que os conceda… podáis comprender con todos los santos cuál es la
anchura y la longitud, la altura y la profundidad, y conocer el amor de Cristo
que excede a todo conocimiento”. Se nombran todas las dimensiones para expresar
de algún modo lo que es imposible decir con palabras humanas. El misterio del
amor de Dios del que brota el plan de salvación, el misterio de este plan
realizado por medio del Verbo hecho carne, el misterio de la caridad de Cristo
que ha amado a los hombres y se ha entregado a sí mismo por ellos, son
realidades inefables que exceden los límites de todo conocimiento humano.
“El Hijo de Dios
marchó por los caminos de la verdadera encarnación para hacer a los hombres
partícipes de la naturaleza divina… Asumió la entera naturaleza humana cual se
encuentra entre nosotros, miserables y pobres, pero sin pecado” (AG 3). Los
Apóstoles que conocieron a Cristo y vivieron con él, testifican la verdad de
esta afirmación de Juan, que hablando como en nombre de todos, escribe “Lo que
hemos visto con nuestros ojos, lo que contemplamos y tocaron nuestras manos
acerca de la Palabra de la vida… lo que hemos visto y oído os lo anunciamos” (1
Jn 1, 1-3). A través de la vida, la doctrina y las obras de Cristo, Juan ha
captado la esencia de su misterio: la caridad; y esta caridad nos la anuncia a
todos nosotros, para que “estemos en comunión con el Padre y con su Hijo
Jesucristo” (ib.). El Apóstol traza brevemente la historia de la caridad de
Dios: “En esto se manifestó el amor que dios nos tiene: en que Dios envió al
mundo a su Hijo único para que vivamos por medio de él” (1 Jn 4, 9). Y con el
acento conmovido de quien ha sido testigo ocular, añade: “Y nosotros hemos
visto y damos testimonio de que el Padre envió a su Hijo para ser salvador del
mundo” (ib. 14).
Juan ha vivido y tratado íntimamente con el Hijo de Dios
hecho hombre: ha recibido sus confidencias, ha observado sus gestos y acciones,
ha cambiado con él sus miradas, ha percibido los sentimientos de su corazón, y
así concluye: “Y nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos
creído en él. Dios es amor” (ib. 16). El trato íntimo con Cristo le ha
permitido intuir la naturaleza profunda de Dios: la caridad. Dios es caridad,
Cristo es Caridad; el cristianismo es caridad. “Queridos, si Dios nos amó de
esta manera, también nosotros debemos amarnos unos a otros. Dios es amor, y
quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él” (ib. 11.16). La
inteligencia del misterio de Dios-amor no puede quedarse en pura abstracción,
sino que debe hacerse vida. Sólo así serán introducidos los fieles en el misterio
de Cristo y con él en el misterio de la Trinidad, para que se vayan llenando
“hasta la total plenitud de Dios” (Ef 3, 19).
Dios mío, no puedo
hacer otra cosa que caer de rodillas junto con el revelador del misterio de la
gracia, suplicándote Padre mío, aumentes mediante tu Espíritu Santo mis
capacidades espirituales, la fe y la caridad, para que pueda contemplar la
anchura y la longitud, la altura y la profundidad de la caridad de Cristo, y
darme cuenta de que supera toda inteligencia y que debo dejarme invadir por la
efusión de la vida divina… Oh Padre, viva en mí Jesús y por medio suyo tendré
parte en tu amor… Yo no soy puro, pero la sangre de tu Hijo me purifica, estoy
alejado de ti, en tinieblas, en mentira y en muerte, pero él es el Camino, la
Verdad y la Vida. Enséñame a dejarme a mí mismo, a negarme, a despojarme, a
morir; y cuando Cristo haya llegado a ser la sola vida mía, tú, oh Padre, te
complacerás amorosamente en mí… Oh, mi Señor Jesús, estás en medio de nosotros
y no te conocemos; eres el Cordero de Dios que borra los pecados del mundo y no
te reconocemos. (D. Mercier, La vida interior)
P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D.
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
.
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