lunes, 17 de junio de 2013

Pequeñas Semillitas 2062

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 8 - Número 2062 ~ Lunes 17 de Junio de 2013
- AÑO DE LA FE -
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)

Alabado sea Jesucristo…
¿Hay grandes pecadores y pequeños pecadores? Sólo Dios lo sabe. A nosotros nos basta “reconocer” que somos pecadores, que más de una vez le fallamos a Dios. Ojalá nuestra conciencia nos advierta aún nuestras pequeñas faltas (sin obsesiones, pero sí con delicadeza hacia el Padre Dios y los hermanos) y experimentemos la filial necesidad de reconocer como David: He pecado contra el Señor.
El buen Dios aprovecha nuestras graves faltas para mostrarnos que no hay pecador grande ni chico, que él perdona a todos los que buscan ser perdonados.
El Domingo

La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Habéis oído que se dijo: ‘Ojo por ojo y diente por diente’. Pues yo os digo: no resistáis al mal; antes bien, al que te abofetee en la mejilla derecha ofrécele también la otra: al que quiera pleitear contigo para quitarte la túnica déjale también el manto; y al que te obligue a andar una milla vete con él dos. A quien te pida da, y al que desee que le prestes algo no le vuelvas la espalda».
(Mt 5,38-42)

Comentario
Hoy, Jesús nos enseña que el odio se supera en el perdón. La ley del talión era un progreso, pues limitaba el derecho de venganza a una justa proporción: sólo puedes hacer al prójimo lo que él te ha hecho a ti, de lo contrario cometerías una injusticia; esto es lo que significa el aforismo de «ojo por ojo, diente por diente». Aun así, era un progreso limitado, ya que Jesucristo en el Evangelio afirma la necesidad de superar la venganza con el amor; así lo expresó Él mismo cuando, en la Cruz, intercedió por sus verdugos: «Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen» (Lc 23,34).
No obstante, el perdón debe acompañarse con la verdad. No perdonamos tan sólo porque nos vemos impotentes o acomplejados. A menudo se ha confundido la expresión “poner la otra mejilla” con la idea de la renuncia a nuestros derechos legítimos. No es eso. Poner la otra mejilla quiere decir denunciar e interpelar a quien lo ha hecho, con un gesto pacífico pero decidido, la injusticia que ha cometido; es como decirle: «Me has pegado en una mejilla, ¿qué, quieres pegarme también en la otra?, ¿te parece bien tu proceder?». Jesús respondió con serenidad al criado insolente del sumo sacerdote: «Si he hablado mal, demuéstrame en qué, pero si he hablado bien, ¿por qué me pegas?» (Jn 18,23).
Vemos, pues, cuál debe ser la conducta del cristiano: no buscar revancha, pero sí mantenerse firme; estar abierto al perdón y decir las cosas claramente. Ciertamente no es un arte fácil, pero es el único modo de frenar la violencia y manifestar la gracia divina a un mundo a menudo carente de gracia. San Basilio nos aconseja: «Haced caso y olvidaréis las injurias y agravios que os vengan del prójimo. Podréis ver los nombres diversos que tendréis uno y otro; a él lo llamarán colérico y violento, y a vosotros mansos y pacíficos. Él se arrepentirá un día de su violencia, y vosotros no os arrepentiréis nunca de vuestra mansedumbre».
Rev. D. Joaquim MESEGUER García (Sant Quirze del Vallès, Barcelona, España)

Santoral Católico:
San Gregorio Barbarigo
Cardenal y Obispo de Padua

San Gregorio nació en Venecia en 1625. Al cumplir los veinte años fue escogido por el gobierno veneciano como acompañante del embajador Luigi Contarini, al famoso Congreso de Munster, donde los representantes de Alemania, Francia y Suecia, firmaron el tratado de Westfalia, el 24 de octubre de 1648, y así pusieron fin a la guerra de Treinta Años.

En 1657, el Papa Alejandro VII, le nombró obispo de Bérgamo y en 1660, le consagró cardenal; cuatro años más tarde, fue transferido al obispado de Padua. Era benigno y misericordioso, su piedad se mostraba sobre todo a los que sufrían o estaban en desgracia. Con el propósito de fomentar la cultura, fundó un colegio y un seminario que tuvieron gran renombre. A las dos instituciones las dotó con imprenta propia y una biblioteca bien surtida, particularmente con los escritos de los Padres de la Iglesia y los estudios sobre las Sagradas Escrituras. San Gregorio Barbarigo murió el 15 de junio de 1697 y fue beatificado en 1761 y canonizado por S.S. Juan XXIII, el 26 de mayo de 1959.  

¡Buenos días!

Llenó la casa de luz

Jesús dijo que sus discípulos deben ser la luz del mundo. La luz se comunica, se propaga irresistiblemente, penetra todo lo que no le ofrece resistencia; pone en cada cosa una nota de alegría; porque la luz comunica vida. Que tu testimonio sea una senda de luz que guíe a los que buscan con sinceridad al Señor, “camino, verdad y vida”. Una anécdota curiosa.

Un anciano viendo cercana su muerte, habló así a sus tres hijos: —No puedo dividir en tres lo que poseo. Es tan poco que perjudicaría a todos. He dejado encima de la mesa una moneda para cada uno de ustedes. Tómenla. El que compre con esa moneda algo con lo que llenar la casa, se quedará con toda la herencia. Se fueron. El primer hijo compró paja, pero sólo consiguió llenar la casa hasta la mitad. El segundo compró sacos de plumas, pero no consiguió llenar la casa mucho más que el anterior. El tercer hijo -que consiguió la herencia- sólo compró una pequeña vela. Esperó hasta la noche, encendió la vela y llenó la casa de luz.

El Señor te ha regalado la luz de la fe para que la irradies a tu alrededor, con el ejemplo y la palabra. Cada uno tiene posibilidades distintas, pero no menos importantes aunque parezcan restringidas. Dios ha dispuesto que las almas vayan iluminando otras almas, como si fueran antorchas. Que “hagas brillar ante los ojos de los hombres la luz que hay en ti”.
Padre Natalio

La frase de hoy

“Nuestras vidas son la obra de nuestros pensamientos.
Sí, si tenemos pensamientos felices, seremos felices.
Si tenemos pensamientos desdichados, seremos desdichados.
Si tenemos pensamientos temerosos, tendremos miedo.
Si pensamos en el fracaso, seguramente fracasaremos.
Según un hombre piensa en su corazón, así es él” 

Tema del día:
El Pueblo de Dios

(Catequesis del Papa Francisco 12 de junio)

Queridos hermanos y hermanas ¡Buenos días!

Hoy voy a referirme brevemente sobre otro de los términos con los que el Concilio Vaticano II definió a la Iglesia, el de "Pueblo de Dios" (cf. Constitución dogmática Lumen Gentium, 9, Catecismo de la Iglesia Católica, 782). Y lo hago con algunas preguntas acerca de las cuales todo el mundo pueda reflexionar.

1. ¿Qué quiere decir "Pueblo de Dios"?

En primer lugar, significa que Dios no pertenece de manera propia a ningún pueblo; porque es Él quien nos llama, nos convoca, nos invita a ser parte de su pueblo, y esta invitación está dirigida a todos, sin distinción, porque la misericordia de Dios "quiere la salvación para todos "(1 Tim 2:04). Jesús no dice a los Apóstoles y a nosotros que formemos un grupo exclusivo; un grupo de élite. Jesús dice: "Vayan, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos" (cf. Mt 28,19). San Pablo afirma que en el pueblo de Dios, en la Iglesia, "no hay ni judío ni griego... porque todos ustedes son uno en Cristo Jesús" (Gálatas 3:28).

Me gustaría decir a aquellos que se sienten lejos de Dios y de la Iglesia, a los que son temerosos o a los indiferentes, a los que piensan que ya no pueden cambiar: ¡el Señor también te está llamando a ti a ser parte de su pueblo y lo hace con gran respeto y amor!, ¡Él nos invita a hacer parte de este pueblo; pueblo de Dios!

2. ¿Cómo se convierte en miembro de este pueblo?

No es a través del nacimiento físico, sino por medio de un nuevo nacimiento. En el Evangelio, Jesús dice a Nicodemo que hay que nacer de lo alto, del agua y del Espíritu para entrar en el Reino de Dios (cf. Juan 3:3-5). Es a través del Bautismo que nosotros somos introducidos en este pueblo, a través de la fe en Cristo, don de Dios que debe ser alimentado y hecho crecer en toda nuestra vida.

Preguntémonos: ¿cómo puedo hacer crecer la fe que he recibido del Bautismo?; ¿cómo hago crecer esta fe que yo he recibido y que el pueblo de Dios tiene?; ¿cómo hago para hacerla crecer?

3. ¿Cuál es la ley del pueblo de Dios?

Es la ley del amor, amor a Dios y amor al prójimo, según el nuevo mandamiento que nos ha dejado el Señor (cf. Jn 13,34). Un amor, sin embargo, que no es sentimentalismo estéril o algo vago, sino que es el reconocer a Dios como único Señor de la vida y, al mismo tiempo, aceptar al otro como un verdadero hermano, superando divisiones, rivalidades, incomprensiones, egoísmos; las dos cosas van de la mano. ¡Cuánto camino todavía tenemos que recorrer para vivir de manera concreta esta nueva ley, la del Espíritu Santo que obra en nosotros, la de la caridad, la del amor!

Cuando vemos en el diario en la TV, tantas guerras entre cristianos, ¡cómo puede pasar esto! Dentro del pueblo de Dios ¡cuántas guerras! En el barrio, en el puesto de trabajo ¡cuántas guerras por envidias y celos! También en la misma familia, cuantas guerras internas. Pidamos al Señor que nos haga entender bien esta ley del amor. ¡Qué bueno! ¡Que hermoso es amarse los unos a los otros como verdaderos hermanos!, ¡qué hermoso es esto!

Hagamos una cosa hoy: Quizá todos tenemos simpatías y antipatías. Quizá tantos de nosotros estamos enojados con alguno. Al menos digamos al Señor: Señor yo estoy enojado con este, con aquella. Yo te pido por este y por aquel. Rezar por aquel con el que estamos enojados es un hermoso paso en esta ley del amor. ¡Hagámoslo hoy!

4. ¿Qué misión tiene este pueblo?

La de llevar al mundo la esperanza y la salvación de Dios: ser signo del amor de Dios que llama a todos a la amistad con Él; ser levadura que hace fermentar toda la masa, sal que da sabor y preserva de la corrupción, luz que ilumina. A nuestro alrededor, basta abrir un periódico, para ver que la presencia del mal existe, que el Diablo actúa. Pero quisiera decir en voz alta, Dios es más fuerte. ¿Ustedes creen esto que Dios es más fuerte? Digámoslo juntos todos ¡Dios es más fuerte! ¡Todos! ¿Y saben por qué es más fuerte? Porque Él es el Señor. ¡Es el único Señor! Dios es más fuerte. ¡Bien! Quisiera agregar que la realidad a veces oscura signada por el mal puede cambiar. Si nosotros primero les llevamos la luz del Evangelio sobre todo con nuestra vida. Si en un estadio, pensemos aquí el Roma Olímpico o en ese de San Lorenzo en Buenos Aires, en una noche oscura una persona enciende una luz, apenas se entrevé, pero si los otros setenta mil espectadores encienden cada uno su propia luz, el estadio se ilumina. Hagamos que nuestra vida sea una luz de Cristo. Juntos llevaremos la luz del Evangelio a toda la realidad.

5. ¿Cuál es el objetivo de este pueblo?

El fin es el Reino de Dios, iniciado sobre la tierra por Dios mismo, y que debe ampliarse hasta el cumplimiento, cuando aparecerá Cristo, vida nuestra (cf. Lumen Gentium, 9). El fin entonces es la plena comunión con el Señor, entrar en su misma vida divina, donde viviremos la alegría de su amor sin medida. ¡Aquella alegría plena!

Queridos hermanos y hermanas, ser Iglesia es ser pueblo de Dios, de acuerdo con el gran proyecto de amor del Padre, quiere decir ser el fermento de Dios en esta nuestra humanidad, quiere decir anunciar y llevar la salvación de Dios en este mundo nuestro, que a menudo se pierde, necesitado de tener respuestas que alienten, que den esperanza, que den nuevo vigor en el camino. Que la Iglesia sea un lugar de la misericordia y de la esperanza de Dios, donde todo el mundo pueda sentirse acogido, amado, perdonado y alentado a vivir según la vida buena del Evangelio. Y para sentirse recibido, amado, perdonado, animado. La Iglesia debe tener las puertas abiertas para que todos puedan venir y nosotros debemos salir de esas puertas y anunciar el Evangelio. ¡Muchas Gracias!
Papa Francisco

Junio, mes del Corazón de Jesús
Día 17: Sembrar obras de bien

El Corazón de Jesús habló claro y fuerte: Toda la ley divina se compendia en los mandamientos: el amor a Dios y el amor al prójimo. Sin estos dos amores es imposible agradar al Señor, es imposible entrar en el Cielo. Pocos comprenden bien en qué consiste el amor al prójimo. Si crees que amar al prójimo basta con no odiarlo, no hacerle mal, sólo crees a medias. No, esto será de buenos hombres, pero no de buenos cristianos. El amor es operativo y debe manifestarse haciendo aquello que queremos y deseamos se nos haga a nosotros. La prueba generosa de este amor viene dada por el ejercicio de las obras de misericordia.
Jesús tiene como hecho a sí mismo todo lo que se hace a los pobres en su nombre. Y cuando alguna persona está enferma, busca una media hora para visitarla, para darle una palabra de ánimo, para consolarla en sus dolores, para animarla a la paciencia, a la santa resignación a la voluntad de Dios.
Fuente: Web Católico de Javier

Pedidos de oración

Pedimos oración por la Santa Iglesia Católica; por el Papa Francisco, por el Papa Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas, catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones, por la Paz en el mundo, por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las enfermedades, el hambre y la pobreza; por los presos políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo, por la unión de las familias, la fidelidad de los matrimonios y por más inclinación de los jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas, y por las Benditas Almas del Purgatorio.

Pedimos oración por la salud física, mental y espiritual de Dominga Esther, que tiene casi 80 años y vive en Realicó, La Pampa, Argentina, por lo que la encomendamos al Sagrado Corazón de Jesús.

Pedimos oración por Davide S., de 48 años de edad, que vive en Lecco, Italia, afectado de cáncer en la garganta. Rogamos al Beato Juan Pablo II que interceda ante Jesús por su salud y a la Santísima Virgen que le dé fortaleza física y espiritual para afrontar estas difíciles horas.

Pedimos oración por María Fernanda S. M., que vive en Costa Rica, para que el Señor le ayude a superar su crisis económica y salga de la depresión.

Pedimos oración por la salud de Ofelia, de Santa Rosa, La Pampa, Argentina, para que Jesús de la Divina Misericordia la proteja siempre.

Pedimos oración por Martín G., de Córdoba, Argentina, que ha tenido una descompensación cardíaca y está internado muy grave. Lo ponemos en las manos de Jesús para que Él le conceda la gracia inmensa de poder recuperarse. Y también de Córdoba, Argentina, seguimos rezando por Pepe, cuyos problemas el Señor conoce.

Pedimos oración por Guillermo Patricio y por Carolina Andrea, hermanos de Chile, para que el Señor Misericordioso guíe sus pasos por la vida, los bendiga y los proteja, les conceda sus gracias y haga de ellos personas sanas y felices. 

Pedimos oración por María Teresa (Marité) C., de Santa Fe, 62 años, que mañana será sometida a una complejo operación en su abdomen. Que la Virgen de Guadalupe la proteja y el Señor Jesús ponga sobre ella sus manos sanadoras.

Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén

Nota de Redacción:
Para dar curso a los Pedidos de Oración es imprescindible dar los siguientes datos: nombres completos de la persona (habitualmente no publicamos apellidos), ciudad y país donde vive, y explicar el motivo de la solicitud de oración. Por favor: en los pedidos ser breves y concretos y enviarlos a feluzul@gmail.com y deben poner en el asunto “Pedido de oración”, ya que los correos que llegan sin asunto (o con el asunto en blanco) son eliminados sin abrirlos. No se reciben pedidos de oración a través de Facebook ni por otro medio que no sea el correo antes señalado.
Los Pedidos de Oración se publican de lunes a sábados. Los domingos se publican los agradecimientos por las gracias concedidas.

“Intimidad Divina”

La inteligencia del misterio de Cristo

Junto con el apóstol Juan, puede San Pablo ser considerado el primer teólogo del misterio escondido en el corazón de Cristo. En la carta a los Efesios no duda en declarar que ha recibido la misión de anunciar a todos los hombres indistintamente “la inescrutable riqueza de Cristo y esclarecer cómo se ha dispensado el misterio de la salvación de la humanidad, actuado en Cristo Jesús, Señor nuestro”, que manifiesta “la bondad de Dios para con nosotros” (Ef 2, 7). Profundamente impresionado por la grandeza de este misterio y sintiéndose impotente para comunicar a los demás su inteligencia, Pablo dirige a Dios una súplica ardiente: “Por eso doblo mis rodillas ante el Padre… para que os conceda… podáis comprender con todos los santos cuál es la anchura y la longitud, la altura y la profundidad, y conocer el amor de Cristo que excede a todo conocimiento”. Se nombran todas las dimensiones para expresar de algún modo lo que es imposible decir con palabras humanas. El misterio del amor de Dios del que brota el plan de salvación, el misterio de este plan realizado por medio del Verbo hecho carne, el misterio de la caridad de Cristo que ha amado a los hombres y se ha entregado a sí mismo por ellos, son realidades inefables que exceden los límites de todo conocimiento humano.

“El Hijo de  Dios marchó por los caminos de la verdadera encarnación para hacer a los hombres partícipes de la naturaleza divina… Asumió la entera naturaleza humana cual se encuentra entre nosotros, miserables y pobres, pero sin pecado” (AG 3). Los Apóstoles que conocieron a Cristo y vivieron con él, testifican la verdad de esta afirmación de Juan, que hablando como en nombre de todos, escribe “Lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que contemplamos y tocaron nuestras manos acerca de la Palabra de la vida… lo que hemos visto y oído os lo anunciamos” (1 Jn 1, 1-3). A través de la vida, la doctrina y las obras de Cristo, Juan ha captado la esencia de su misterio: la caridad; y esta caridad nos la anuncia a todos nosotros, para que “estemos en comunión con el Padre y con su Hijo Jesucristo” (ib.). El Apóstol traza brevemente la historia de la caridad de Dios: “En esto se manifestó el amor que dios nos tiene: en que Dios envió al mundo a su Hijo único para que vivamos por medio de él” (1 Jn 4, 9). Y con el acento conmovido de quien ha sido testigo ocular, añade: “Y nosotros hemos visto y damos testimonio de que el Padre envió a su Hijo para ser salvador del mundo” (ib. 14).

Juan ha vivido y tratado íntimamente con el Hijo de Dios hecho hombre: ha recibido sus confidencias, ha observado sus gestos y acciones, ha cambiado con él sus miradas, ha percibido los sentimientos de su corazón, y así concluye: “Y nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él. Dios es amor” (ib. 16). El trato íntimo con Cristo le ha permitido intuir la naturaleza profunda de Dios: la caridad. Dios es caridad, Cristo es Caridad; el cristianismo es caridad. “Queridos, si Dios nos amó de esta manera, también nosotros debemos amarnos unos a otros. Dios es amor, y quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él” (ib. 11.16). La inteligencia del misterio de Dios-amor no puede quedarse en pura abstracción, sino que debe hacerse vida. Sólo así serán introducidos los fieles en el misterio de Cristo y con él en el misterio de la Trinidad, para que se vayan llenando “hasta la total plenitud de Dios” (Ef 3, 19).

Dios mío, no puedo hacer otra cosa que caer de rodillas junto con el revelador del misterio de la gracia, suplicándote Padre mío, aumentes mediante tu Espíritu Santo mis capacidades espirituales, la fe y la caridad, para que pueda contemplar la anchura y la longitud, la altura y la profundidad de la caridad de Cristo, y darme cuenta de que supera toda inteligencia y que debo dejarme invadir por la efusión de la vida divina… Oh Padre, viva en mí Jesús y por medio suyo tendré parte en tu amor… Yo no soy puro, pero la sangre de tu Hijo me purifica, estoy alejado de ti, en tinieblas, en mentira y en muerte, pero él es el Camino, la Verdad y la Vida. Enséñame a dejarme a mí mismo, a negarme, a despojarme, a morir; y cuando Cristo haya llegado a ser la sola vida mía, tú, oh Padre, te complacerás amorosamente en mí… Oh, mi Señor Jesús, estás en medio de nosotros y no te conocemos; eres el Cordero de Dios que borra los pecados del mundo y no te reconocemos. (D. Mercier, La vida interior)

P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D. 
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-

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