PEQUEÑAS SEMILLITAS
Año 8 - Número 2073 ~ Viernes
28 de Junio de 2013
- AÑO DE LA FE -
Desde la ciudad de Córdoba
(Argentina)
Alabado sea
Jesucristo…
Te doy gracias, Señor, porque me diste capacidades y
creatividad para hacer cosas. Te doy gracias porque puedo hacer algo por este
mundo. Siempre puedo aportar algo con mis pequeños esfuerzos de cada día y con
mi sencilla oración. Porque me has llamado a ser un instrumento de tu luz, de
tu fuerza y de tu amor. Te ofrezco todos mis trabajos y mis tareas, Señor.
Quiero que sean para tu gloria. Que todo lo bueno que pueda hacer sea para
adorarte a ti, mi Señor amado, ya que todo lo he recibido de tu amor inmenso.
Enséñame a convertir cada tarea en un acto de amor y de adoración, para que
pueda vivirla con profundidad y gozo. Amén.
Víctor Fernández
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, cuando Jesús bajó del monte, fue
siguiéndole una gran muchedumbre. En esto, un leproso se acercó y se postró
ante Él, diciendo: «Señor, si quieres puedes limpiarme». Él extendió la mano,
le tocó y dijo: «Quiero, queda limpio». Y al instante quedó limpio de su lepra.
Y Jesús le dice: «Mira, no se lo digas a nadie, sino vete, muéstrate al
sacerdote y presenta la ofrenda que prescribió Moisés, para que les sirva de
testimonio».
(Mt 8,1-4)
Comentario
Hoy, el Evangelio nos muestra un leproso, lleno de dolor
y consciente de su enfermedad, que acude a Jesús pidiéndole: «Señor, si quieres
puedes limpiarme» (Mt 8,2). También nosotros, al ver tan cerca al Señor y tan
lejos nuestra cabeza, nuestro corazón y nuestras manos de su proyecto de
salvación, tendríamos que sentirnos ávidos y capaces de formular la misma
expresión del leproso: «Señor, si quieres puedes limpiarme» (Mt 8,2).
Ahora bien, se impone una pregunta: Una sociedad que no
tiene conciencia de pecado, ¿puede pedir perdón al Señor? ¿Puede pedirle
purificación alguna? Todos conocemos mucha gente que sufre y cuyo corazón está
herido, pero su drama es que no siempre es consciente de su situación personal.
A pesar de todo, Jesús continúa pasando a nuestro lado, día tras día (cf. Mt
28,20), y espera la misma petición: «Señor, si quieres...» (cf. Mt 8,2). No
obstante, también nosotros debemos colaborar. San Agustín nos lo recuerda en su
clásica sentencia: «Aquél que te creó sin ti, no te salvará sin ti». Es
necesario, pues, que seamos capaces de pedir al Señor que nos ayude, que
queramos cambiar con su ayuda.
Alguien se preguntará: ¿por qué es tan importante darse
cuenta, convertirse y desear cambiar? Sencillamente porque, de lo contrario,
seguiríamos sin poder dar una respuesta afirmativa a la pregunta anterior, en
la que decíamos que una sociedad sin conciencia de pecado difícilmente sentirá
deseos o necesidad de buscar al Señor para formular su petición de ayuda.
Por eso, cuando llega el momento del arrepentimiento, el
momento de la confesión sacramental, es preciso deshacerse del pasado, de las
lacras que infectan nuestro cuerpo y nuestra alma. No lo dudemos: pedir perdón
es un gran momento de iniciación cristiana, porque es el momento en que se nos
cae la venda de los ojos. ¿Y si alguien se da cuenta de su situación y no
quiere convertirse? Dice un refrán popular: «No hay peor ciego que el que no
quiere ver».
Rev. D. Xavier ROMERO i Galdeano (Cervera, Lleida,
España)
Santoral Católico:
San Ireneo
Obispo y Mártir
Pacificador de nombre y de hecho (el nombre “Ireneo” en
griego quiere decir pacífico y pacificador), san Ireneo fue presentado al Papa
por los cristianos de la Galia con palabras de grande elogio: “Guardián del
testamento de Cristo”. En Roma honró su nombre sugiriendo moderación al Papa
Víctor, aconsejándole respetuosamente que no excomulgara a las Iglesias de Asia
que no querían celebrar la Pascua en la misma fecha de las otras comunidades
cristianas.
Con los mismos fines pacificadores este hombre ponderado
insistió a los obispos de las otras comunidades cristianas para que trabajaran
por el triunfo de la concordia y de la unidad, sobre todo manteniéndose unidos
a la tradición apostólica para combatir el racionalismo gnóstico. De sus
escritos nos quedan, efectivamente, Los cinco libros del Adversus hæreses, en los que Ireneo aparece no sólo como el teólogo
más equilibrado y penetrante de la Encarnación redentora, sino también como uno
de los pastores más completos, más apostólicos y más católicos que hayan
servido a la Iglesia. Se nota que sus argumentaciones contra Los herejes,
aunque nacieron de la polémica, son fruto de la oración y de la caridad.
Ireneo era oriundo de Asia Menor. Entre sus recuerdos de
juventud se encuentra el contacto con Policarpo de Esmirna, el santo obispo
“que fue instruido por los testigos oculares de la vida del Verbo”, sobre todo
por el apóstol Juan, que había fijado su sede en Esmirna. Ireneo, pues, por
medio de Policarpo se une a los Apóstoles. Después de dejar el Asia Menor, pasa
a Roma y sigue para Lyon (Francia). No perteneció a la lista de los mártires de
Lyon, víctimas de la persecución del 177, porque precisamente en ese tiempo su
Iglesia lo había enviado a Roma para presentar al Papa Eleuterio algunos
asuntos de orden doctrinal, relacionados sobre todo con el error montanista.
Este error se debía a un grupo de fanáticos que habían llegado de Oriente,
predicando el disgusto por las cosas del mundo y anunciando el inminente
regreso de Cristo. De regreso a Lyon, Ireneo sucedió en el 178 al obispo mártir
san Fotino, y gobernó la Iglesia de Lyon hasta su muerte, hacia el año 200.
Aunque no está comprobado su martirio, la Iglesia lo venera como mártir.
En todo caso, él fue un auténtico testigo de la fe en un
período de dura persecución; su campo de acción fue muy vasto, si se tiene en
cuenta que probablemente no había ningún otro obispo en las Galias ni en las
tierras limítrofes de Alemania. Su lengua era el griego, pero aprendió las
lenguas “bárbaras” para poder evangelizar a esos pueblos.
Fuente: Catholic.net
¡Buenos días!
Tu presencia me envuelve
Cuando san Pablo
habló a los atenienses en el Areópago, al referirse a Dios expresó que en él
“vivimos, nos movemos y existimos”. Es una verdad de nuestra fe que Dios está
en todas partes y, por lo tanto, su
presencia nos envuelve y penetra enteramente. En una valiosa oración, Mons. V.
Fernández te ayuda a meditar esta realidad. Saca de ella fuerza que restaure tu
vida.
Señor, tú eres vida, tú eres necesario para
mí como el aire que respiro. Te doy gracias por el don de la vida, porque es
maravilloso existir. Te adoro, Señor, porque así como el aire me rodea y
penetra en mí, así también estoy rodeado por ti, me envuelves con tu presencia,
lleno de vida y de alegría, me penetras con tu gracia y me transformas con tu
presencia. Y junto con el aire que sale de mis pulmones, llévate todo lo que no
me hace feliz, arroja fuera de mí toda impureza espiritual, expulsa todas mis
angustias y tristezas, todos mis rencores y malos recuerdos, todo egoísmo y
toda mala intención. Llévate todo, Dios mío, y déjame sólo tu gracia, tu vida.
Quédate tú invadiendo todo mi ser y reinando en mí con tu gozo en medio de mis
tareas. Amén.
Con los ojos
cerrados, respirando lentamente, repite varias veces al espirar el aire de tus
pulmones: “Llévate, Señor, mis angustias y tristezas, mis rencores y
egoísmos”; y luego al inspirar el aire,
añade: “Lléname, Señor, con tu gracia y fortaleza, con tu paz y alegría”. Te
deseo de corazón un día de mucha paz.
Padre Natalio
La frase de hoy
“Cuida tus pensamientos porque se volverán palabras.
Cuida tus palabras porque se volverán actos.
Cuida tus actos porque se harán costumbres.
Cuida tus costumbres porque forjarán tu carácter.
Cuida tu carácter porque formará tu destino.
Y tu destino será tu vida”
Mahatma Gandhi
Tema del día:
Ser catequistas
Los NO del
catequista
El catequista no es aquel:
- Que se cree el súper cristiano “que se las sabe todas”.
- Que por sus muchos méritos ha llegado hasta donde está.
- Que no es coherente entre lo que vive y lo que enseña.
- Que se hace “compinche” de su grupo.
- Que “dicta clases” de catequesis deshumanizando al
grupo.
- Que no quiere a su comunidad y se ocupa solo de la
catequesis.
- Que no prepara los encuentros porque no le interesan.
Los SI del
catequista
El catequista es aquel:
- Que ha recibido de Dios el llamado a comunicar a otros
la misma fe que ha recibido.
- Que con generosidad y desinteresadamente se entrega al
servicio de los demás.
- Que humildemente reconoce su debilidad y su ignorancia
pero confía en la obra del espíritu.
- Que vive cada segundo con ansias de conocer más a Dios
y así compartirlo con los hermanos.
- Que enseña lo que cree, y practica lo que enseña.
- Que se hace uno con su grupo y comparte de igual a
igual.
- Que quiere al grupo que el Señor le encomendó y se gana
la amistad de todos.
Cuando dijimos SI a ser catequistas, firmamos con Dios un
'contrato de vida', en el cual había muchas letras pequeñas que seguramente no
leímos (este artículo es una copia del contrato que firmamos con las letras
pequeñas agrandadas para que veamos bien).
Sería bueno que pensemos si después de haber leído bien
el 'contrato' lo firmaríamos nuevamente asumiendo todo lo que, querramos o no,
ya hemos asumido cuando dijimos si
al llamado de Dios a ser catequistas.
Material de Internet
Junio, mes del Corazón de
Jesús
Día 28: La Santa Misa
¡El Sagrado Corazón de Jesús se hace víctima por todos en
la eucaristía! Es el sol de la tierra. En la Misa no eres tú el que rezas, es
Jesús quien reza por ti. Es la gloria y la alabanza a la Trinidad, la alegría
de los ángeles, el camino del perdón de los pecadores, la fuerza y la gracia de
los justos, el refrigerio de las almas del Purgatorio, la alegría de los
ángeles, el camino del perdón de los pecadores, el beneficio de la Iglesia, la
medicina contra las enfermedades espirituales. San Isidro Labrador antes de ir
al campo se empapaba de este bálsamo de adoración y amor. ¿Cómo vives tú la
Santa Misa?
Fuente: Web Católico de Javier
Pedidos de oración
Pedimos oración por la Santa Iglesia Católica; por el Papa Francisco, por el Papa
Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas,
catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la
unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro
Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones, por la
Paz en el mundo, por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos
especialmente por las enfermedades, el hambre y la pobreza; por los presos
políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo, por la unión de
las familias, la fidelidad de los matrimonios y por más inclinación de los
jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y
religiosas, y por las Benditas Almas del Purgatorio.
Pedimos oración por Norma
G., que vive en La Tablada, Argentina, quien está postrada, no tiene aún un
diagnóstico de certeza y menos un pronóstico, pero desde algún tiempo no puede
tragar y le están dando alimento por botón gástrico. Que la Virgen del Perpetuo
Socorro la fortalezca y Jesús le conceda todas sus gracias de sanación.
Pedimos oración por Helia,
de México, que está enferma de las vías digestivas, reflujo, adherencias y una
fístula, por lo que va a necesitar una cirugía. Recemos para que acepte su
problema y enfrente la cirugía, que Dios y María Santísima me la fortalezcan
pues se deprimió mucho.
Pedimos oración por nuestra lectora y amiga Emirva M., que en fecha próxima será
operada en Otawa, Canadá, para reemplazo de rodilla. Que la Virgen María y San
José intercedan por ella para el éxito de la cirugía, y el Espíritu de Dios guíe
las manos de los médicos que harán la operación.
Pedimos oración por la salud de Eduardo que vive en Uruguay. Es diabético, y ahora tiene infección urinaria severa.
Tienen que operarlo de un cálculo en el riñón, pero antes debe desaparecer la
infección. Rogamos a Jesús que lo toque con su mano sanadora para que pueda
solucionar sus afecciones.
Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara
nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la
paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por
nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la
aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu
hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la
redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén
Nota de Redacción:
Para dar curso a los Pedidos de Oración es imprescindible
dar los siguientes datos: nombres completos de la persona (habitualmente no
publicamos apellidos), ciudad y país donde vive, y explicar el motivo de la
solicitud de oración. Por favor: en los pedidos ser breves y concretos y
enviarlos a feluzul@gmail.com y deben
poner en el asunto “Pedido de oración”, ya que los correos que llegan sin
asunto (o con el asunto en blanco) son eliminados sin abrirlos. No se reciben
pedidos de oración a través de Facebook ni por otro medio que no sea el correo
antes señalado.
Los Pedidos de Oración se publican de lunes a sábados.
Los domingos se publican los agradecimientos por las gracias concedidas.
“Intimidad Divina”
En el nombre del
Padre…
Toda la vida cristiana de la Trinidad procede y a la
Trinidad confluye como a su último fin. “Id, pues –dijo Jesús a los discípulos–,
y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y
del Hijo y del Espíritu Santo” (Mt 28, 19). La vida cristiana se inicia así en
el nombre de la Trinidad y en ella se funda. El que pide ser admitido en la
Iglesia, queda consagrado por medio del bautismo como templo de la gloria de
Dios y morada del Espíritu Santo, por Cristo nuestro Señor (Bautismo de los niños). Luego será absuelto de los pecados, ungido
con el santo crisma, ordenado sacerdote o unido en matrimonio “en el nombre del
Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”. Y cuando su vida llegue al último
trance, la Iglesia orará: “Parte, alma cristiana, de este mundo, en el nombre
del Padre omnipotente, que te creó; en el nombre de Jesucristo, Hijo de Dios
vivo, que padeció por ti; en el nombre del Espíritu Santo, cuya gracia se
derramó en ti” (RRa). Esta sugestiva fórmula sintetiza toda la acción de la
Trinidad en favor del hombre; muestra cómo todo cuanto es y todo cuanto tiene
como criatura y como cristiano procede de la Trinidad sacrosanta. También el Sacrificio
eucarístico se comienza y se termina en el nombre de la Trinidad: la Eucaristía
misma es su don: es el Padre quien da “el verdadero pan del cielo” (Jn 6, 32) y
este Pan vivo y vivificante es su mismo Hijo hecho hombre, cuya “carne es
verdadera comida” y cuya “sangre es verdadera bebida” (ib. 55). Por esto no se
hace sin el Espíritu Santo, porque “el Espíritu es el que da vida” (ib. 63), es
el Espíritu el que vivificando la Humanidad gloriosa de Cristo, la hace capaz
de comunicar la vida.
Hasta la vida de la Iglesia se funda en el misterio
trinitario. “Toda la iglesia –enseña el Concilio Vaticano II– aparece como “un
pueblo reunido en virtud de la unidad del Padre y del Hijo y del Espíritu
Santo” (LG 4). La unión de todos los creyentes en una única Iglesia fue el
objeto de la oración de Jesús al Padre: “Yo les he dado la gloria que tú me
diste, para que sean uno como nosotros somos uno: yo en ellos y tú en mí, para
que sean perfectamente uno, y el mundo conozca que tú me has enviado” (Jn 17,
22-23). Jesús, el Unigénito del Padre, ha hecho partícipes a los hombres de su
gloria de Hijo de Dios, para que también ellos sean introducidos en el
movimiento misterioso de la vida trinitaria, movimiento de amor y de unidad.
Cristo quiere que el amor y la unión de los creyentes reflejen el amor y la
unidad de la Trinidad beatísima. Quieren que se amen mutuamente hasta el punto
de ser “uno como nosotros”. Una unión semejante entre hombres de civilización,
mentalidad, aptitudes y mentalidades diferentes, no es posible sino en Dios,
esto es, no es posible si cada creyente no vive personalmente unido a Dios por
la caridad. Sin este estar y vivir en Dios, es imposible una unión sincera,
duradera y profunda, por encima de divergencias e intereses discordes.
Sólo el amor que procede de Dios y une a Dios, puede
realizar este milagro. Y Cristo lo ha pedido implorando del Padre que todos los
creyentes “sean perfectamente uno” proponiendo como modelo la indivisible
unidad de la Trinidad sacrosanta. Este concepto, muy del gusto del Vaticano II,
es remachado con frecuencia en sus documentos: “El supremo modelo y supremo
principio de este misterio [la unión de los creyentes] es, en la Trinidad de
Personas, la unidad de un solo Dios Padre e Hijo en el Espíritu Santo” (UR 2).
El ideal es tan sublime que la mente se pierde; sin embargo, ésta es la meta a
la que hay que tender y éste el testimonio que la Iglesia está llamada a dar a
mundo, para que “el mundo conozca que tú me has enviado”. El ejemplo de la
unión entre los creyentes debe inducir al mundo a reconocer la verdad del
cristianismo y a reconocer en Cristo al verdadero Hijo de Dios.
Recíbeme, Padre
santo, en tu clementísima paternidad, para que después de haber recorrido el
estadio en el que, por tu amor, he comenzado a correr, reciba como premio de mi
carrera la herencia eterna. Recíbeme, Jesús amantísimo, en tu benignísima
fraternidad y lleva junto conmigo el peso de este día abrasador, para que seas
tú mi alivio en toda fatiga, compañero de viaje, guía y hermano. Recíbeme, Espíritu
Santo, Dios de amor, en tu piadosísima misericordia y caridad para que en todo
el curso de mi vida te tenga de maestro preceptor y dulcísimo amigo de mi alma.
(Santa Gertrudis, Ejercicios, 4)
P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D.
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
.
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