martes, 27 de marzo de 2012

Pequeñas Semillitas 1663

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 7 - Número 1663 ~ Martes 27 de Marzo de 2012
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
   

Hola…
Es la hora. Ha llegado la hora del encuentro, de la entrega, de la decisión,  de la escucha, del servicio, de la alabanza, de la glorificación. Éste es el tiempo oportuno, el día de la salvación, tiempo de esperanza. Se trata de vivir toda la vida, cada momento, siguiendo a Jesús y recorriendo su camino.
Florentino Ulibarri


La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy


En aquel tiempo, Jesús dijo a los fariseos: «Yo me voy y vosotros me buscaréis, y moriréis en vuestro pecado. Adonde yo voy, vosotros no podéis ir». Los judíos se decían: «¿Es que se va a suicidar, pues dice: ‘Adonde yo voy, vosotros no podéis ir’?». El les decía: «Vosotros sois de abajo, yo soy de arriba. Vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo. Ya os he dicho que moriréis en vuestros pecados, porque si no creéis que Yo Soy, moriréis en vuestros pecados».
Entonces le decían: «¿Quién eres tú?». Jesús les respondió: «Desde el principio, lo que os estoy diciendo. Mucho podría hablar de vosotros y juzgar, pero el que me ha enviado es veraz, y lo que le he oído a Él es lo que hablo al mundo». No comprendieron que les hablaba del Padre. Les dijo, pues, Jesús: «Cuando hayáis levantado al Hijo del hombre, entonces sabréis que yo soy, y que no hago nada por mi propia cuenta; sino que, lo que el Padre me ha enseñado, eso es lo que hablo. Y el que me ha enviado está conmigo: no me ha dejado solo, porque yo hago siempre lo que le agrada a Él». Al hablar así, muchos creyeron en Él.
(Jn 8,21-30)

Comentario
Hoy, martes V de Cuaresma, a una semana de la contemplación de la Pasión del Señor, Él nos invita a mirarle anticipadamente redimiéndonos desde la Cruz: «Jesucristo es nuestro pontífice, su cuerpo precioso es nuestro sacrificio que Él ofreció en el ara de la Cruz para la salvación de todos los hombres» (San Juan Fisher).
«Cuando hayáis levantado al Hijo del hombre...» (Jn 8,28). En efecto, Cristo Crucificado —¡Cristo “levantado”!— es el gran y definitivo signo del amor del Padre a la Humanidad caída. Sus brazos abiertos, extendidos entre el cielo y la tierra, trazan el signo indeleble de su amistad con nosotros los hombres. Al verle así, alzado ante nuestra mirada pecadora, sabremos que Él es (cf. Jn 8,28), y entonces, como aquellos judíos que le escuchaban, también nosotros creeremos en Él.
Sólo la amistad de quien está familiarizado con la Cruz puede proporcionarnos la connaturalidad para adentrarnos en el Corazón del Redentor. Pretender un Evangelio sin Cruz, despojado del sentido cristiano de la mortificación, o contagiado del ambiente pagano y naturalista que nos impide entender el valor redentor del sufrimiento, nos colocaría en la terrible posibilidad de escuchar de los labios de Cristo: «Después de todo, ¿para qué seguir hablándoos?».
Que nuestra mirada a la Cruz, mirada sosegada y contemplativa, sea una pregunta al Crucificado, en que sin ruido de palabras le digamos: «¿Quién eres tú?» (Jn 8,25). Él nos contestará que es «el Camino, la Verdad y la Vida» (Jn 14,6), la Vid a la que sin estar unidos nosotros, pobres sarmientos, no podemos dar fruto, porque sólo Él tiene palabras de vida eterna. Y así, si no creemos que Él es, moriremos por nuestros pecados. Viviremos, sin embargo, y viviremos ya en esta tierra vida de cielo si aprendemos de Él la gozosa certidumbre de que el Padre está con nosotros, no nos deja solos. Así imitaremos al Hijo en hacer siempre lo que al Padre le agrada.
Rev. D. Josep Mª MANRESA Lamarca (Les Fonts del Vallès, Barcelona, España)


Santoral Católico:
San Ruperto de Salzburgo



Obispo de Salzburgo, la hermosa ciudad austríaca, cuya fama está unida a la de su hijo más ilustre, Wolfgang Amadeus Mozart, se llama así porque cerca se encuentran unas minas de sal. De ahí viene el nombre de Salzburgo, que significa “ciudad de la sal”.

Su primer obispo y patrono principal, san Ruperto, aparece en los cuadros con un salero en la mano (o con un barril, lleno precisamente de sal y no de vino, como creen algunos estudiosos no bien informados). Es el único santo local festejado, no sólo en las regiones de idioma alemán, sino también en Irlanda: en realidad, también él fue un típico representante de los “monjes irlandeses” itinerantes.

San Ruperto descendía de los robertinos o rupertinos, una importante familia que dominaba con el título de conde en la región del medio y alto Rin. De esta familia nació también otro san Ruperto (o Roberto), de Bingen, cuya vida fue escrita por santa Ildegarda. Los robertinos estaban emparentados con los carolingios y tenían su centro de actividades en Worms. Aquí recibió san Ruperto su formación de timbre monástico irlandés. Hacia el 700, como sus maestros, se sintió llevado a la predicación y al testimonio monástico itinerante y por eso viajó a Baviera, obteniendo buenos resultados en Regensburg y en Lorch. Con la ayuda de Teodoro de Baviera fundó, cerca de Salzburgo, en lo que hoy es Seekirchen, una iglesia dedicada a san Pedro. Pero el lugar no parecía apropiado para los proyectos de san Ruperto, y entonces pidió al conde otro territorio, a orillas del río Salzach, cerca de la antigua y decadente ciudad romana de Juvavum.

El monasterio que construyó allí, dedicado también a san Pedro, es el más antiguo de Austria y el núcleo de la nueva Salzburgo. Su desarrollo se debió a la obra de los doce colaboradores que san Ruperto llevó allí de su tierra natal: entre ellos Cunialdo y Gislero, venerados como santos. No lejos del monasterio de san Pedro, surgió también un monasterio femenino, cuya dirección fue confiada a la abadesa Erentrude, sobrina de Ruperto.

Este grupito de valientes fue el que hizo surgir la nueva Salzburgo, que con razón considera a Ruperto como su refundador: “Su figura demuestra cómo una personalidad llena de fuerza y de sensibilidad, ahondando las raíces en las profundidades del espíritu cristiano, puede impedir con inteligencia y sin límites geográficos cualquier decadencia tanto interior como exterior” (J. Henning). San Ruperto murió el 27 de marzo del 718, día de Pascua. Sus reliquias se conservan en la magnífica catedral de Salzburgo, edificada en el siglo XVII.

Fuente: Catholic.net

La frase de hoy

«La oración es conversación y diálogo con Dios:
contemplación para los que se distraen,
seguridad de las cosas que se esperan,
igualdad de condición y de honor con los ángeles,
progreso e incremento de los bienes,
enmienda de los pecados, remedio de los males,
fruto de los bienes presentes, garantía de los bienes futuros»

San Gregorio de Nisa


Tema del día:
¿Por qué confesarse?


Una recomendación del Papa en Cuaresma: frecuentar el sacramento de la Penitencia para intensificar el camino de la conversión.

Al acercarse la Semana Santa, cuando ya en el horizonte "se perfila la Cruz", entramos en un periodo en el que debemos "desenmascarar las tentaciones que hablan dentro de nosotros", dijo el Papa, porque "la Cruz es el vértice del amor, que nos alcanza la salvación".

Por tanto, "si el amor misericordioso de Dios, que llega al punto de entregar a su único Hijo en rescate de nuestra vida, es infinito, entonces también es grande nuestra responsabilidad: para que a uno le curen, debe reconocer que está enfermo. Hay que reconocer los propios pecados, para que el perdón de Dios, ya alcanzado en la Cruz, pueda tener efecto en nuestro corazón y en nuestra vida".

Y cita el Papa diversos comentarios de San Agustín al Evangelio de San Juan: "Dios condena tus pecados. Si tú los condenas también, te unes a Dios. Cuando comienza a disgustarte lo que has hecho es cuando comienzan tus obras buenas, porque [reconoces y] condenas tus obras malas".

Pero, señala Benedicto XVI, "a veces el hombre ama más las tinieblas que la luz, porque está apegado a sus pecados. Sólo abriéndose a la luz, sólo confesando sinceramente sus culpas a Dios, se encuentran la verdadera paz y la verdadera alegría. Por eso es importante acercarse con regularidad al sacramento de la Penitencia, en particular en Cuaresma, para recibir el perdón del Señor e intensificar nuestro camino de conversión".


Benedicto XVI en México
Fragmentos de la Homilía en Parque Bicentenario


"Para que Dios habite en nosotros, hay que escucharlo, hay que dejarse interpelar por su Palabra cada día, meditándola en el propio corazón, a ejemplo de María (cf. Lc 2,51). Así crece nuestra amistad personal con él, se aprende lo que espera de nosotros y se recibe aliento para darlo a conocer a los demás.

En Aparecida, los Obispos de Latinoamérica y el Caribe han sentido con clarividencia la necesidad de confirmar, renovar y revitalizar la novedad del Evangelio arraigada en la historia de estas tierras «desde el encuentro personal y comunitario con Jesucristo, que suscite discípulos y misioneros» (Documento conclusivo, 11).

La Misión Continental, que ahora se está llevando a cabo diócesis por diócesis en este Continente, tiene precisamente el cometido de hacer llegar esta convicción a todos los cristianos y comunidades eclesiales, para que resistan a la tentación de una fe superficial y rutinaria, a veces fragmentaria e incoherente.

También aquí se ha de superar el cansancio de la fe y recuperar «la alegría de ser cristianos, de estar sostenidos por la felicidad interior de conocer a Cristo y de pertenecer a su Iglesia. De esta alegría nacen también las energías para servir a Cristo en las situaciones agobiantes de sufrimiento humano, para ponerse a su disposición, sin replegarse en el propio bienestar» (Discurso a la Curia Romana, 22 diciembre 2011).

Lo vemos muy bien en los santos, que se entregaron de lleno a la causa del evangelio con entusiasmo y con gozo, sin reparar en sacrificios, incluso el de la propia vida. Su corazón era una apuesta incondicional por Cristo, de quien habían aprendido lo que significa verdaderamente amar hasta el final.

En este sentido, el Año de la fe, al que he convocado a toda la Iglesia, «es una invitación a una auténtica y renovada conversión al Señor, único Salvador del mundo [...]. La fe, en efecto, crece cuando se vive como experiencia de un amor que se recibe y se comunica como experiencia de gracia y gozo» (Porta fidei, 11 octubre 2011, 6.7).

Pidamos a la Virgen María que nos ayude a purificar nuestro corazón, especialmente ante la cercana celebración de las fiestas de Pascua, para que lleguemos a participar mejor en el misterio salvador de su Hijo, tal como ella lo dio a conocer en estas tierras. Y pidámosle también que siga acompañando y amparando a sus queridos hijos mexicanos y latinoamericanos, para que Cristo reine en sus vidas y les ayude a promover audazmente la paz, la concordia, la justicia y la solidaridad. Amén."


Benedicto XVI
25-III-2012

Pensamientos sanadores


Hoy pídele a Dios la restauración plena de tu corazón

Dios nos ama, por eso nos ha dado un corazón que tiene la capacidad y la necesidad de dar y de recibir amor.
Dios nos ama, por eso nos ha dado un corazón tan fuerte que tiene la resiliencia para recuperarse después de haber atravesado situaciones de dolor y sufrimiento.
Dios nos ama, por eso nos ha dado un corazón que tiene la virtud de sanar, y que habiendo aprendido de la propia experiencia, pueda abrirse y donarse nuevamente.
Entrégale hoy a Dios tu corazón y, mientras lo imaginas como una puerta que se abre para dar entrada a la visita de Jesús, pídele al Señor que entre en él con todo el amor y con toda su luz, a fin de sanarte hasta lo más profundo.

¿Qué diré para que me responda, si es él quien lo hace? Andaré errante a lo largo de mis años, con amargura en el alma. Los que el Señor protege, vivirán, y su espíritu animará todo lo que hay en ellos: tú me restablecerás y me harás revivir. Mi amargura se cambió en bienestar; tú has preservado mi vida de la losa del aniquilamiento, porque has arrojado detrás de tus espaldas todos mis pecados. Isaías 38, 15-17.


Pedidos de oración

Pedimos oración por la Paz del Mundo; por la Santa Iglesia Católica; por el Papa, los sacerdotes y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones, por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las enfermedades, el hambre y la pobreza; por la unión de las familias y la fidelidad de los matrimonios; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas, y por las Benditas Almas del Purgatorio.

Pedimos oración por todos y cada uno de los miembros de la familia del autor de esta página, para que el Señor, con su infinita misericordia, atienda sus necesidades que Él bien conoce.

Pedimos oración por Laura, de 24 años de edad, de Costa Rica, que próximamente va a ser operada de la rodilla derecha, para que el Señor la fortalezca y le dé paz en los momentos difíciles que está viviendo.

Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén


Ofrecimiento para sacerdotes y religiosas


Formulo el siguiente ofrecimiento únicamente para sacerdotes o religiosas que reciben diariamente "Pequeñas Semillitas" por e-mail:  Si desean recibir el power point y los comentarios del Evangelio del domingo siguiente con dos o tres días de anticipación, para tener tiempo de preparar sus meditaciones, homilías o demás trabajos sobre la Palabra de Dios, pueden pedírmelo a pequesemillitas@gmail.com
Solo deben indicar claramente su nombre, su correo electrónico, ciudad de residencia y a qué comunidad religiosa pertenecen.


Cuaresma día por día


¿Puedo ayudarte en algo, Dios mío?

En una obra del escritor brasileño Pedro Bloch encuentro un diálogo con un niño que me deja literalmente conmovido.

- ¿Rezas a Dios? - pregunta Bloch.

- Sí, cada noche - contesta el niño.

- ¿Y qué le pides?

- Nada. Le pregunto si puedo ayudarle en algo.

Y ahora soy yo quien me pregunto a mí mismo qué sentirá Dios al oír a este chiquillo que no va a Él, como la mayoría de los mayores, pidiéndole dinero, salud, amor o abrumándole de quejas, de protestas por lo mal que marcha el mundo, y que en cambio, lo que hace es simplemente ofrecerse a echarle una mano, si es que la necesita para algo.

Que muchos días le reces así a Dios.

Coméntale a Dios con tus palabras algo de lo que has leído. Después termina con una oración final.

P. José Pedro Manglano Castellary


"Intimidad Divina"

En el signo de la cruz

Después de haber procurado iluminar a los judíos para conducirlos a la fe, Jesús se ve obligado a decir: “Si no creéis que yo soy, moriréis por vuestros pecados”. Si sus palabras y sus milagros no bastan para convencer a estos hombres obstinados, su pasión –la cruz sobre la que él será levantado–, seguida de su resurrección, será el supremo llamamiento para la conversión de los mismos y la respuesta concluyente a su pregunta. Quien no se rinde a Cristo crucificado y no cree en él, no puede obtener la salvación. En el signo bendito de la cruz de Cristo fue redimido el hombre: en ese signo es bautizado, confirmado, absuelto. La primera señal que la Iglesia traza sobre el recién nacido y la última con la que conforta y bendice al moribundo es siempre el signo santo de la cruz. No se trata de una señal simbólica, sino de una gran realidad: la vida cristiana nace de la Cruz, el cristiano es engendrado por el Crucificado, y sólo uniéndose a la cruz de su Señor, confiando en los méritos de su pasión, puede salvarse.

La contemplación de la cruz no puede ir nunca separada de la contemplación de la resurrección, que es su consecuencia y supremo epílogo. El cristiano no ha sido redimido por un muerto, sino por un Resucitado de la muerte de cruz; por consiguiente, el llevar él su cruz ha de ser siempre corroborado tanto por el pensamiento de Cristo crucificado como por el de Cristo resucitado. Vista desde esta perspectiva, la cruz diaria se hace cada vez más signo y casi sacramento de salvación, de redención. “El que quiera seguirme que… cargue su cruz cada día” (Lc 9, 23).

Está claro que Jesús hablaba no sólo de los grandes sufrimientos, sino también de los pequeños sufrimientos diarios. Sufrimientos que se presentan cada día, siempre del mismo modo y con igual aspecto, con la misma intensidad e insistencia, a través de situaciones inevitables que duran inmutables por mucho tiempo. Todo esto constituye esa cruz concreta que el Señor presenta cada día al cristiano, invitándole a cargar con ella yendo con él; humilde cruz diaria, que no exige grandes actos de heroísmo, pero delante de la cual hay que repetir día tras día el propio si, doblegando dócilmente los hombros para llevarla con amor.

Señor, dame tu cruz: te lo pido por la multitud de mis miserias, por la abundancia de tus misericordias, por tu Calvario, por tu caridad crucificada, por tu Pasión, que dura y durará cuanto dure el tiempo. Dame ¡oh Señor Jesús!, tu cruz, esa cruz invisible que abarca el tiempo y la eternidad, esa cruz que está hecha de caridad crucificada, esa cruz que se imprime en el alma y constituye su vida. Señor, me siento aplastado y destruido por el peso de mi miseria, me siento nada, sólo miseria me siento, y tú imprimes en esta miseria tu signo adorable… Señor, sólo tu cruz; vivirla a cada momento, sentirla en todas las cosas, hallarla en todos los pensamientos. Jesús, haz que no pueda ya vivir sin pensar en ti Crucificado; que tu cruz sea para mi la morada habitual de mi alma, el lugar de mi reposo. (G. Canovai, Suscipe Domine)

P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D.
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
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