sábado, 24 de marzo de 2012

Pequeñas Semillitas 1660

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 7 - Número 1660 ~ Sábado 24 de Marzo de 2012
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)

   
Hola…
Fue la Argentina el país que tuvo la iniciativa de celebrar el 25 de marzo, solemnidad de la Anunciación, el “Día del Niño por nacer”. Un decreto presidencial del 7 de diciembre de 1998 la convirtió en una celebración oficial y fue la Argentina la que animó a otros países y líderes a seguir el ejemplo y las respuestas fueron llegando en años sucesivos.
Qué cruel paradoja, que hoy, el reciente fallo de la Corte Suprema de la Argentina ponga al país nuevamente en un lugar destacado, pero ahora será en el triste podio de los países que favorecen legislaciones que permiten la muerte del inocente niño que esperaba en el seno materno su oportunidad de vivir.
Los considerandos del decreto del 7 de diciembre de 1998 mencionan que la comunidad internacional ha destacado al niño como un sujeto digno de una especial consideración, particularmente en la Declaración de los Derechos de Ginebra de 1924 sobre los Derechos del Niño, en la Declaración de los Derechos del Niño adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 20 de noviembre de 1959 y en la Convención sobre los Derechos del Niño aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 20 de noviembre de 1989.
Recuerdan que el preámbulo de la Convención sobre los Derechos del Niño señala que “el niño, por su falta de madurez física y mental, necesita protección y cuidados especiales, incluso la debida protección legal, tanto antes como después del nacimiento”. Agregan que especialmente en su etapa prenatal, el niño es un ser de extrema fragilidad e indefensión, salvo la natural protección brindada por su madre. Y que el niño, tanto antes como después del nacimiento, “para el pleno y armonioso desarrollo de su personalidad, debe crecer en el seno de la familia, en un ambiente de felicidad, amor y comprensión”, como lo señala la Convención sobre los Derechos del Niño, lo que incluye un especial cuidado de su salud tanto psíquica como física.
Insisten en que la vida, a la que consideran “el mayor de los dones”, tiene un valor inviolable y una dignidad irrepetible. Sostienen que el derecho a la vida no es una cuestión de ideología, ni de religión, sino una emanación de la naturaleza humana.
14 años después de este decreto, ¿qué pasó con la firme actitud de la Argentina en defensa de los derechos inalienables del niño por nacer?
Fuente: AICA


La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy


En aquel tiempo, muchos entre la gente, que habían escuchado a Jesús, decían: «Éste es verdaderamente el profeta». Otros decían: «Éste es el Cristo». Pero otros replicaban: «¿Acaso va a venir de Galilea el Cristo? ¿No dice la Escritura que el Cristo vendrá de la descendencia de David y de Belén, el pueblo de donde era David?».
Se originó, pues, una disensión entre la gente por causa de Él. Algunos de ellos querían detenerle, pero nadie le echó mano. Los guardias volvieron donde los sumos sacerdotes y los fariseos. Estos les dijeron: «¿Por qué no le habéis traído?». Respondieron los guardias: «Jamás un hombre ha hablado como habla ese hombre». Los fariseos les respondieron: «¿Vosotros también os habéis dejado embaucar? ¿Acaso ha creído en Él algún magistrado o algún fariseo? Pero esa gente que no conoce la Ley son unos malditos».
Les dice Nicodemo, que era uno de ellos, el que había ido anteriormente donde Jesús: «¿Acaso nuestra Ley juzga a un hombre sin haberle antes oído y sin saber lo que hace?». Ellos le respondieron: «¿También tú eres de Galilea? Indaga y verás que de Galilea no sale ningún profeta». Y se volvieron cada uno a su casa.
(Jn 7,40-53)

Comentario
Hoy el Evangelio nos presenta las diferentes reacciones que producían las palabras de nuestro Señor. No nos ofrece este texto de Juan ninguna palabra del Maestro, pero sí las consecuencias de lo que Él decía. Unos pensaban que era un profeta; otros decían «Éste es el Cristo» (Jn 7,41).
Verdaderamente, Jesucristo es ese “signo de contradicción” que Simeón había anunciado a María (cf. Lc 2,34). Jesús no dejaba indiferentes a quienes le escuchaban, hasta el punto de que en esta ocasión y en muchas otras «se originó, pues, una disensión entre la gente por causa de Él» (Jn 7,43). La respuesta de los guardias, que pretendían detener al Señor, centra la cuestión y nos muestra la fuerza de las palabras de Cristo: «Jamás un hombre ha hablado como habla ese hombre» (Jn 7,46). Es como decir: sus palabras son diferentes; no son palabras huecas, llenas de soberbia y falsedad. El es “la Verdad” y su modo de decir refleja este hecho.
Y si esto sucedía con relación a sus oyentes, con mayor razón sus obras provocaban muchas veces el asombro, la admiración; y, también, la crítica, la murmuración, el odio... Jesucristo hablaba el “lenguaje de la caridad”: sus obras y sus palabras manifestaban el profundo amor que sentía hacía todos los hombres, especialmente hacia los más necesitados.
Hoy como entonces, los cristianos somos —hemos de ser— “signo de contradicción”, porque hablamos y actuamos no como los demás. Nosotros, imitando y siguiendo a Jesucristo, hemos de emplear igualmente “el lenguaje de la caridad y del cariño”, lenguaje necesario que, en definitiva, todos son capaces de comprender. Como escribió el Santo Padre Benedicto XVI en su encíclica Deus caritas est, «el amor —caritas— siempre será necesario, incluso en la sociedad más justa (...). Quien intenta desentenderse del amor se dispone a desentenderse del hombre en cuanto hombre».
Abbé Fernand ARÉVALO (Bruselas, Bélgica)


Santoral Católico:
Santa Catalina de Suecia


A Catalina de Suecia o de Vadstena nació alrededor del año 1331 del matrimonio formado por el príncipe Ulf Gudmarsson y Brigitta Birgesdotter; fue la cuarta de ocho hermanos. La educaron, como era frecuente en la época, al calor del monasterio; en este caso lo hicieron las monjas de Riseberga.

Contrajo matrimonio con el buen conde Egar Lyderson van Kyren con quien acordó vivir su matrimonio en castidad; ambos influyeron muy positivamente en los ambientes nobles plagados de costumbres frívolas y profanas.

Brígida, su madre, ha tenido la revelación de fundar la Orden del Santísimo Salvador que tenga como fin alabar al Señor y a la Santísima Virgen según la liturgia de la Iglesia, reparar por las ofensas que recibe de los hombres, propagar la oración contemplativa -preferentemente de la Pasión- para la salvación de las almas.

Madre e hija se encuentran juntas en Roma. Cuando Catalina tiene planes de regresar a su casa junto al esposo, Brígida comunica a su hija otra revelación sobrenatural de Dios: ha muerto su yerno. Esto va a determinar el rumbo de la vida de Catalina desde entonces. Ante el lógico dolor y la depresión anímica que sufre, es sacada de la situación por la Virgen. Es en estas circunstancias cuando muestra ante su madre la firme disposición interna a pasar toda suerte de penalidades y sufrimientos por Jesucristo. Las dos juntas y emprenden una época de oración intensa, de mortificación y pobreza extrema; sus cuerpos no conocen sino el suelo duro para dormir; visitan iglesias y hacen caridad. La joven viuda rechaza proposiciones matrimoniales que surgen frecuentes, llegando algunas hasta la impertinencia y el acoso. Peregrinan a los santuarios famosos y organizan una visita a Tierra Santa para empaparse de amor a Dios en los lugares donde padeció y murió el Redentor.

En el año 1373 han regresado, muere en Roma Brígida y Catalina da sepultura provisional en la Ciudad Eterna al cadáver de su madre en la iglesia de san Lorenzo. El traslado del cuerpo en cortejo fúnebre hasta Suecia es una continua actividad misionera por donde pasa. Catalina habla de la misericordia de Dios que espera siempre la conversión de los pecadores; va contando las revelaciones y predicciones que Dios hizo a su santa madre.

Söderkoping es el lugar patrio que recibe la procesión en 1374 como si fuera un acto triunfal. Se relatan conversiones y milagros que se suceden hasta depositar los restos en el monasterio de Vadstena, donde entra y se queda Catalina, practicando la regla que vivió durante veinticinco años con su madre.

Un segundo viaje a Roma durará cinco años; tendrá como meta la puesta en marcha del proceso de canonización de la futura santa Brígida y la aprobación de la Orden del Santísimo Salvador. A su regreso a Vadstena, muere el 24 de marzo de 1381.

Aparte de las revelaciones que tuvo y de las predicciones sobrenaturales que hizo la santa, se cuenta de ella la finura de alma que le llevó a la confesión diaria durante veinticinco años -no por ser escrupulosa- y que consiguió la confesión arrepentida de impenitentes a punto de morir. También se habla de luces que rodean el cuerpo inerte después de su muerte, de una estrella que pudo verse por un tiempo señalando el lugar del reposo y de luminosidades que refulgían junto al sarcófago.

No es extraño que la leyenda haya querido dejar su huella intentando hacer que los sentidos descubran la magnanimidad de su alma que sólo es perceptible por lo externo. Por eso dijeron que nunca mamó la leche de la nodriza mundana mientras buscaba el pecho de su madre santa y de otras mujeres honestas. Igualmente contaron que libró a Roma de inundación entrando sus pies en el Tíber y hablaron de la liberación de una posesa.

De todos modos, los santos de ayer y de hoy, siempre han sido puntos de inflexión de la gracia para el bien de todos los hombres.

Fuente: Catholic.net


Las frases de hoy


“Creo que si los países ricos permiten el aborto, son los más pobres y necesitan que recemos por ellos porque han legalizado el homicidio”

“El aborto empobrece a la gente desde el punto de vista espiritual; es la peor pobreza y la más difícil de superar”

“El aborto es el acto más diabólico que puede cometer el hombre. No entiendo el aborto”

“El aborto es un homicidio en el vientre de la madre. Una criatura es un regalo de Dios. Si no quieren a los niños, dénmelos a mí”

“El aborto mata la paz del mundo...Es el peor enemigo de la paz, porque si una madre es capaz de destruir a su propio hijo, ¿qué me impide matarte? ¿Qué te impide matarme? Ya no queda ningún impedimento”

“Yo imagino que el grito de esos pobrecitos que son asesinados antes de nacer debe llegar hasta Dios”

Beata Teresa de Calcuta


Cuentos de Mamerto Menapace:
La espiga y la vida


La misión de la espiga nos es ser el lugar definitivo para la semilla. Cada semilla debe asumir la vida de una manera tan suya y personal, que pueda vivirla independientemente de la espiga en la que maduró. Toda semilla que quiera cumplir con su vocación de vida, y con su misión por los demás, debe aceptar la deschalada y el desgrane. Sólo si ha asumido su vida en plenitud y de una manera personal, será capaz de seguir viviendo luego de la desgranada. Y así podrá incorporarse al gran ciclo de la siembra nueva.

Si su vida es auténtica y acepta hundirse en el surco de la tierra fértil, su lento germinar en el silencio aportará al sembrado nuevo una planta absolutamente única, pero que unida a las demás, formará el maizal nuevo.

No es el maizal el que valoriza la identidad de las plantas. Es el valor irremplazable de cada planta en su riqueza y fecundidad lo que valoriza al maizal.

No es la sociedad nueva la que creará los hombres nuevos. Son los hombres nuevos quienes formarán la nueva sociedad.

Descubriendo el mensaje

El cuento nos habla de la vocación y la importancia de cada uno para formar una nueva sociedad.
¿Puedes relacionar lo que el autor cuenta de la semilla con la vida de una persona?
¿Qué situaciones vivimos qué puedan ser semejantes al proceso de la semilla?
¿Qué significa "estar en la espiga", "aceptar la "deschalada" y el "desgrane"? Comparar con momentos o etapas de la vida de toda persona.
¿Cuál es el sentido de la vida de la semilla? ¿En qué se esconde su "ser"?
Aplicando el cuento a la vida de todos, ¿de qué depende la construcción de una nueva sociedad? ¿Qué puedes aportar a ella?
¿Qué aprendes del cuento para tu vida? ¿Cómo puedes aplicar el mensaje del cuento?


Pensamientos sanadores


Hoy pídele al Señor que te bendiga con un buen discernimiento.

Continuamente estamos sujetos a la presión de tener que tomar decisiones. Algunas de ellas pueden, en el futuro, tener gran repercusión en nuestras vidas y en las de quienes nos rodean; de aquí la importancia de no decidir de manera precipitada, ni emocional, sino guiados por la sabiduría que nos concede el Espíritu Santo.
Un elemento fundamental para el discernimiento es saber ver todos los aspectos de una realidad, sin quedarnos sólo con una parte.
Por lo cual debemos mantenernos alertas. Todo lo que necesitamos aprender puede estar ante nuestros ojos… pero solemos crearnos ilusiones con algunas personas y las sobrevaluamos, además, nos generan expectativas que pueden cegarnos, al punto de no llegar a reconocer la realidad… Sin embargo, el final siempre está presente desde el principio…

El corazón perverso no hallará la felicidad… y la lengua tortuosa caerá en la desgracia. Proverbios 17, 20.


Pedidos de oración

Pedimos oración por la Paz del Mundo; por la Santa Iglesia Católica; por el Papa, los sacerdotes y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones, por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las enfermedades, el hambre y la pobreza; por la unión de las familias y la fidelidad de los matrimonios; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas, y por las Benditas Almas del Purgatorio.

Pedimos oración por Maximiliano, un niñito de 8 años de la ciudad de Córdoba, Argentina, para que aprenda pronto a leer y escribir, que el Señor ilumine y de mucha paz a su corazón y mente, solucionando su problema emocional.

Pedimos oración por Romina, de Banfield, Argentina, que fue atropellada por un auto cuando retiraba a su hijita del colegio, y sufrió fracturas en una pierna por lo que está internada y va a ser operada (su hijita, gracias a Dios, no sufrió ninguna consecuencia). Rogamos a Jesús que guíe las manos de los médicos para que la operación sea exitosa y esta mamá se recupere muy pronto.

Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén

Nota de Redacción:
Para dar curso a los Pedidos de Oración es imprescindible dar los siguientes datos: nombres completos de la persona (habitualmente no publicamos apellidos), ciudad y país donde vive, y explicar el motivo de la solicitud de oración.


"Pequeñas Semillitas" por e-mail


Si lo deseas puedes recibir todos los días "Pequeñas Semillitas" por correo, más el agregado de un powerpoint. Las suscripciones son gratuitas y se realizan únicamente por invitación. Hay que solicitarlas a Melissa, la moderadora del Grupo a: picaflor05@gmail.com o picaflor.cl@gmail.com   
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Felipe de Urca


Cuaresma día por día


¡Qué error compararse con los demás!

Pedro había sido un hombre muy favorecido por la vida. Había tenido unos padres cariñosos y una niñez feliz. Su mente era despierta y siempre sacó buenas notas. Tuvo éxito en la vida y su posición social era más que desahogada. Se casó con una mujer guapa, excelente ama de casa y buena madre de familia; además adoraba a Pedro a quien consideraba el mejor hombre del mundo... En resumen: Que tuvo una existencia feliz, en una atmósfera tranquila, libre de tensiones y de frustraciones. Su vida, pues, había sido irreprochable, gozando de una merecida buena reputación.

La vida de Juan había sido otra cosa. Tuvo una juventud amarga, pues sus padres se llevaban mal, discutían constantemente y amenazaban con separarse. Fuese por sus taras emocionales, fuese porque no era demasiado inteligente, sus notas eran casi siempre malas. Obtuvo a duras penas un título universitario casi por condescendencia, y luego un modesto empleo, justo para malvivir. Sin posibilidades para ahorrar, temía siempre caer enfermo o sufrir un accidente grave. Había vivido en un barrio modestísimo, ruidoso y poco recomendable, con casas antiguas y apiñadas. Su mujer era apática y además gruñona. Tal vez por eso Juan bebía demasiado, perdía los nervios con frecuencia y decía palabras malsonantes.

Ambos eran católicos y cumplían con sus deberes religiosos. Pedro iba a Misa y comulgaba a menudo; Juan, sólo los domingos, las fiestas de guardar y algunas otras fiestas señaladas. Dios se los llevó casi al mismo tiempo, y los dos comparecieron ante Él para ser juzgados. Fueron ambos al Cielo, pero el juicio les deparó sorpresas considerables. La de Pedro consistió en que no obtuvo el puesto que se esperaba. "Sí, fuiste bueno -le dijo Dios-, pero ¿cómo no ibas a serlo? Apenas tuviste contrariedades ni problemas. Tus pasiones eran por naturaleza moderadas y no tuviste en tu vida fuertes tentaciones. Has sido un hombre virtuoso, sí, pero debías haber sido un hombre santo.

Juan, por su parte, tuvo una sorpresa todavía mayor, porque pasó por delante y quedó situado más alto. Sin duda podías haber sido mejor -le dijo el Señor- pero, al menos, luchaste. No te compadeciste en exceso de ti mismo y nunca tiraste la toalla. Teniendo en cuenta tus insuficiencias y tus circunstancias, no lo hiciste mal del todo y aprovechaste muchas de mis gracias...

Tú, ¿por quién te ves representado? El Señor nos pide que seamos santos. No te compares con el resto de la gente pues puede sucederles lo que a Juan. Jesús, que sólo me compare contigo y que te imite en todo.

Continúa hablándole a Dios con tus palabras

P. José Pedro Manglano Castellary


"Intimidad Divina"

En el misterio de Cristo paciente

Cristo conoce perfectamente lo que contra él se trama. La pasión que le espera no es para él un imprevisto, sino una libre y consciente inmolación a la voluntad del Padre: “Nadie me quita la vida, sino que yo la entrego libremente. Tengo poder para entregarla y tengo poder para recuperarla. Este mandato he recibido de mi Padre” (Jn 20, 18). Con estos sentimientos va Jesús al encuentro de su pasión, y se ofrece a ella como un cordero manso que no recalcitra, que no se niega. Su padecer es mucho más que un sufrir pasivo; es una aceptación espontánea, amorosa, fundada en el conocimiento de la resurrección. Y sin embargo, es un padecimiento real que le atormenta el espíritu y los miembros.

El Hijo de Dios ha venido al mundo y ha salvado a los hombres asumiendo su naturaleza pasible, con la que ha expiado sus pecados y ha santificado, sufriendo, todo el dolor de la humanidad. Para encontrarse con él, los hombres deben, a su vez, aceptar el padecimiento. Pero el padecer del cristiano no puede resolverse en una paciencia resignada, algo así como forzada porque no se puede evitar. A imitación de Cristo, la paciencia cristiana es una libre aceptación de lo que en la vida crucifica, en amorosa conformidad con la voluntad de Dios. Por medio de esta adhesión voluntaria, el cristiano se asemeja a Cristo paciente, y su padecer se hace participación en el misterio de Cristo.

“Estad alegres cuando compartís los padecimientos de Cristo –dice San Pedro– para que cuando se manifieste su gloria reboséis de gozo” (1 Pe 4, 13). La conciencia de participar en la pasión del Señor le hace valiente al cristiano, sereno y hasta alegre en sus tribulaciones. Desde esta perspectiva, la paciencia cristiana no es tanto una virtud moral, cuanto la exigencia de participar en el misterio de Cristo. El que no entra en el misterio de su pasión y de su muerte, tampoco entra en el de su resurrección. Fortalecido con el ejemplo y con la gracia de Cristo, sostenido por el amor a él, el cristiano aprende a vivir su propio sufrimiento personal sin abatirse, y aprende a ofrecerlo por la salvación de los hermanos, como humilde aportación a la obra redentora.

¡Oh dulcísimo Jesús, qué pensamientos te indujeron a padecer y qué inmensa caridad manifestaste en tu pasión! Pero dime, Jesús mío, ¿no podías haber redimido al hombre y haber salvado mi alma sin tanto exceso de amor, con sufrimientos más suaves  con afecto más moderado? ¡Oh dolores inefables de mi Señor, oh amor constante, invencible, incomprensible! Jesús mío, ¿cuándo podré yo devolverte tanto amor como te debo y deseo tenerte? … Jesús, mi único amor, no me abandones; trátame en esta vida como te plazca y envíame las cruces que quieras; heme aquí resignado totalmente a tu voluntad. Sólo te pido que no permitas que me separe de tu gracia por el pecado. (Beato Enrique Suson, Diálogo del amor)

P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D.
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
.

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