PEQUEÑAS SEMILLITAS
Año 7 - Número 1650 ~ Miércoles 14 de Marzo de 2012
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Hola…
Servir es sembrar… sembrar semillas buenas. No es preciso haberlas recibido o cosechado… ellas manan milagrosamente de las recónditas alforjas de nuestro espíritu y del corazón.
Servir es, servir a todos y a cualquiera que nos llame, no preferentemente a quienes, a su vez, puedan alguna vez servirnos a nosotros.
Servir es sembrar siempre… siempre… sin descanso, aunque sólo sean otros los que recojan y saboreen las cosechas.
Servir es mucho más que dar con las manos algo que tienes… es dar con el alma lo que tal vez… nunca nos fue concedido.
Servir es distribuir afecto, bondad, cordialidad, apoyo moral, amor por sí mismo, y a veces, ayuda material.
Servir es repartir alegría, es infundir fe, estima, admiración, respeto, gratitud, sinceridad, honestidad, libertad, optimismo, confianza y esperanza.
Servir es… en verdad, dar más de lo que recibimos en la vida y de la vida…
"Servir es ser como el árbol del sándalo…. que perfuma el hacha que en ocasiones le hiere"
La Palabra de Dios:
Evangelio del día
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «No penséis que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento. Sí, os lo aseguro: el cielo y la tierra pasarán antes que pase una i o una tilde de la Ley sin que todo suceda. Por tanto, el que traspase uno de estos mandamientos más pequeños y así lo enseñe a los hombres, será el más pequeño en el Reino de los Cielos; en cambio, el que los observe y los enseñe, ése será grande en el Reino de los Cielos».
(Mt 5,17-19)
Comentario
Hoy día hay mucho respeto por las distintas religiones. Todas ellas expresan la búsqueda de la trascendencia por parte del hombre, la búsqueda del más allá, de las realidades eternas. En cambio, en el cristianismo, que hunde sus raíces en el judaísmo, este fenómeno es inverso: es Dios quien busca al hombre.
Como recordó Juan Pablo II, Dios desea acercarse al hombre, Dios quiere dirigirle sus palabras, mostrarle su rostro porque busca la intimidad con él. Esto se hace realidad en el pueblo de Israel, pueblo escogido por Dios para recibir sus palabras. Ésta es la experiencia que tiene Moisés cuando dice: «¿Hay alguna nación tan grande que tenga los dioses tan cerca como lo está Yahvé nuestro Dios siempre que le invocamos?» (Dt 4,7). Y, todavía, el salmista canta que Dios «revela a Jacob su palabra, sus preceptos y sus juicios a Israel: no hizo tal con ninguna nación, ni una sola conoció sus juicios » (Sal 147,19-20).
Jesús, pues, con su presencia lleva a cumplimiento el deseo de Dios de acercarse al hombre. Por esto, dice que «no penséis que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento» (Mt 5,17). Viene a enriquecerlos, a iluminarlos para que los hombres conozcan el verdadero rostro de Dios y puedan entrar en intimidad con Él.
En este sentido, menospreciar las indicaciones de Dios, por insignificantes que sean, comporta un conocimiento raquítico de Dios y, por eso, uno será tenido por pequeño en el Reino del Cielo. Y es que, como decía san Teófilo de Antioquía, «Dios es visto por los que pueden verle; sólo necesitan tener abiertos los ojos del espíritu (...), pero algunos hombres los tienen empañados».
Aspiremos, pues, en la oración a seguir con gran fidelidad todas las indicaciones del Señor. Así, llegaremos a una gran intimidad con Él y, por tanto, seremos tenidos por grandes en el Reino del Cielo.
Rev. D. Vicenç GUINOT i Gómez (Sitges, Barcelona, España)
Santoral Católico:
Santa Matilde, Reina
Era descendiente del famoso guerrero Widukind e hija del duque de Westfalia. Desde niña fue educada por las monjas del convento de Erfurt y adquirió una gran piedad y una fortísima inclinación hacia la caridad para con los pobres.
Muy jóven se casó con Enrique, duque de Sajonia (Alemania). Su matrimonio fue excepcionalmente feliz. Sus hijos fueron: Otón primero, emperador de Alemania; Enrique, duque de Baviera; San Bruno, Arzobispo de Baviera; Gernerga, esposa de un gobernante; y Eduvigis, madre del famoso rey francés, Hugo Capeto.
Su esposo Enrique obtuvo resonantes triunfos en la lucha por defender su patria, Alemania, de las invasiones de feroces extranjeros. Y él atribuía gran parte de sus victorias a las oraciones de su santa esposa Matilde.
Enrique fue nombrado rey, y Matilde al convertirse en reina no dejó sus modos humildes y piadosos de vivir. En el palacio real más parecía una buena mamá que una reina, y en su piedad se asemejaba más a una religiosa que a una mujer de mundo. Ninguno de los que acudían a ella en busca de ayuda se iba sin ser atendido.
Era extraordinariamente generosa en repartir limosnas a los pobres. Su esposo casi nunca le pedía cuentas de los gastos que ella hacía, porque estaba convencido de que todo lo repartía a los más necesitados. Tampoco se disgustaba por las frecuentes prácticas de piedad a que ella se dedicaba, la veía tan bondadosa y tan fiel que estaba convencido de que Dios estaba contento de su santo comportamiento.
Después de 23 años de matrimonio quedó viuda, al morir su esposo Enrique. Cuando supo la noticia de que él había muerto repentinamente de un derrame cerebral, ella estaba en el templo orando. Inmediatamente se arrodilló ante el Santísimo Sacramento y ofreció a Dios su inmensa pena y mandó llamar a un sacerdote para que celebrara una misa por el descanso eterno del difunto. Terminada la misa, se quitó todas sus joyas y las dejó como un obsequio ante el altar, ofreciendo a Dios el sacrificio de no volver a emplear joyas nunca más.
Su hijo Otón primero fue elegido emperador, pero el otro hermano Enrique, deseaba también ser jefe y se declaró en revolución. Otón creyó que Matilde estaba de parte de Enrique y la expulsó del palacio. Ella se fue a un convento a orar para que sus dos hijos hicieran las paces. Y lo consiguió. Enrique fue nombrado Duque de Baviera y firmó la paz con Otón. Pero entonces a los dos se les ocurrió que todo ese dinero que Matilde afirmaba que había gastado en los pobres, lo tenía guardado. Y la sometieron a pesquisas humillantes. Pero no lograron encontrar ningún dinero. Ella decía con humor: "Es verdad que se unieron contra mí, pero por lo menos se unieron".
Y sucedió que a Enrique y a Otón empezó a irles muy mal y comenzaron a sucederles cosas muy desagradables. Entonces se dieron cuenta de que su gran error había sido tratar tan mal a su santa madre. Y fueron y le pidieron humildemente perdón y la llevaron otra vez a palacio y le concedieron amplia libertad para que siguiera repartiendo limosnas a cuantos le pidieran. Ella los perdonó gustosamente. Y le avisó a Enrique que se preparara a bien morir porque le quedaba poco tiempo de vida. Y así le sucedió.
Otón adquirió tan grande veneración y tan plena confianza con su santa madre, que cuando se fue a Roma a que el Sumo Pontífice lo coronara emperador, la dejó a ella encargada del gobierno de Alemania.
Sus últimos años los pasó Matilde dedicada a fundar conventos y a repartir limosnas a los pobres. Otón, que al principio la criticaba diciendo que era demasiado repartidora de limosnas, después al darse cuenta de la gran cantidad de bendiciones que se conseguían con las limosnas, le dio amplia libertad para dar sin medida. Dios devolvía siempre cien veces más.
Cuando Matilde cumplió sus 70 años se dispuso a pasar a la eternidad y repartió entre los más necesitados todo lo que tenía en sus habitaciones, y rodeada de sus hijos y de sus nietos, murió santamente el 14 de marzo del año 968.
Fuente: Catholic.net
La frase de hoy
“Los iguales se atraen. Limítate a ser quien eres: sereno, transparente y brillante. Cuando irradiamos lo que somos, cuando sólo hacemos lo que deseamos hacer, esto aparta automáticamente a quienes nada tienen que aprender de nosotros y atrae a quienes sí tienen algo que aprender y también algo que enseñarnos”
Richard Bach
Tema del día:
Una buena oración
de sanación para Cuaresma
Ayer me dijo una persona: "No se me ocurre ninguna buena idea para mi sacrificio de cuaresma. ¿Me sugiere algo que usted crea que le agrade a Jesucristo?"
A los sacrificios de cuaresma se les da con frecuencia un enfoque negativo: cosas a las que hay que renunciar. Personalmente prefiero el enfoque positivo: vencer el mal con el bien (Rm 12,21), hacer el bien.
Abstinencia, ayuno, abnegación, renuncia, son palabras que se ponen de moda en cuaresma. Renunciar a cosas agradables es difícil, supone sacrificio. También supone sacrificio ser generoso, salir de sí mismo y pensar en el bien del otro antes que en el propio.
Cuando Jesucristo tenía la cruz delante dijo que él daba su vida voluntariamente: "Nadie me la quita, yo la doy por mí mismo." (Jn 10,18a) Fue un acto de generosidad. El sacrificio de Jesucristo fue poner amor y poner el mayor amor posible.
Si aún no encuentras qué sacrificio de cuaresma puedes ofrecer a Jesucristo, tal vez te interese esta idea: Orar por tus enemigos y por aquellas personas que te han hecho sufrir o te resultan pesadas. La oración de intercesión consiste en una petición en favor de otro. No conoce fronteras y se extiende hasta los enemigos, nos dice el Catecismo de la Iglesia Católica en el n. 2647.
¿Y por qué lo propongo como sacrificio de cuaresma? Porque cambiar la herida en compasión y purificar la memoria transformando la ofensa en intercesión (cfr. Catecismo 2843) es un camino de conversión.
Es también oración de sanación, porque una oración así sana las heridas del corazón, purifica el rencor, prepara al perdón, ensancha el corazón.
"Interceder, pedir en favor de otro, es, desde Abraham, lo propio de un corazón conforme a la misericordia de Dios. En el tiempo de la Iglesia, la intercesión cristiana participa de la de Cristo: es la expresión de la comunión de los santos. En la intercesión, el que ora busca "no su propio interés sino el de los demás" (Flp 2,4), hasta rogar por los que le hacen mal". (Catecismo 2635)
Lo más difícil de este sacrificio es hacer la oración con un corazón que ha conocido la conversión. Cuando hagamos oración por las personas que nos resulten pesadas o nos hayan hecho daño, hay que hacerlo poniendo buenos sentimientos. No es un: "Te suplico, Señor, que esta persona se muera cuanto antes, pues no la soporto", sino de verdad poner amor, como Jesús: "El cual, habiendo ofrecido en los días de su vida mortal ruegos y súplicas con poderoso clamor y lágrimas al que podía salvarle de la muerte, fue escuchado por su actitud reverente, y aun siendo Hijo, con lo que padeció experimentó la obediencia; y llegado a la perfección, se convirtió en causa de salvación eterna para todos los que le obedecen" (Hb 5,7-9).
¿A quién se le ocurre orar por los enemigos, por las personas insoportables, por quienes no nos perdonan, por aquellos que nos han herido, por quienes nos ofenden y hacen daño, por los seres queridos que nos hacen sufrir? A un buen cristiano.
Poner amor como un acto generoso y gratuito es un modo de construir la civilización del amor. La civilización del amor también se construye orando por aquellos a quienes hemos hecho sufrir y por quienes nos han hecho sufrir. Como dice la canción: Si amo la flor, amo también sus espinas. Sólo el amor nos hace grandes, sólo el amor hace ver que es precisamente lo que duele lo que hace al hombre amable entre los seres.
Te propongo que al terminar de leer este artículo pienses en alguien que te cueste tratar, o en alguna persona que te haya hecho daño, o en alguien que se dedique a ofenderte, y que reces por él. Y puedes rezar también por aquellos que sienten lo mismo respecto a ti. Hacerlo todos los días de cuaresma sería lo mejor.
Autor: P. Evaristo Sada LC
Pensamientos sanadores
Hoy pídele a Dios que bendiga tus huesos
Dale gracias al Señor por cada uno de los huesos que sostienen como una firme estructura todo tu cuerpo.
Alábalo por tu esqueleto y ponlo al servicio del Señor.
Ten presente, hermano, que ellos son humildes, invisibles a los ojos, y sin embargo te acompañan desde el vientre materno, continuamente se vienen regenerando y te mantienen en pie.
Dale al Señor gracias por cada uno de ellos y si alguno se ha quebrado, está enfermo o afectado por algún trauma, pon tu mano sobre ese hueso y ora pidiéndole a Jesús que el calor de su amor se derrame sobre él.
Piensa que si a ti te importan tus huesos, al Señor le importan mucho más aún pues ha sido Él su diseñador y Creador.
(…) y nada de mi ser se te ocultaba, cuando yo era formado en lo secreto, cuando era tejido en lo profundo de la tierra. Tus ojos ya veían mis acciones, todas ellas estaban en tu Libro; mis días estaban escritos y señalados, antes que uno solo de ellos existiera. Salmo 139, 15 y 16.
Pedidos de oración
Pedimos oración por la Paz del Mundo; por la Santa Iglesia Católica; por el Papa, los sacerdotes y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones, por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las enfermedades, el hambre y la pobreza; por la unión de las familias y la fidelidad de los matrimonios; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas, y por las Benditas Almas del Purgatorio.
Pedimos oraciones por Carmen Arroyo, que vive en Ecuador, y ha tenido un accidente cerebro vascular grave, por hemorragia cerebral. Invocamos a Jesús en este tiempo cuaresmal, para que por los méritos de su divina sangre, le conceda a esta hermana nuestra el gran milagro de sanarla y que pueda llevar adelante una vida sin secuelas.
Seguimos pidiendo oraciones por Pablito, de 17 años, de Gualeguaychú, Argentina, que está bastante mal por causa de un virus intrahospitalario, y también rezamos por Martín, un joven de 28 años de Jujuy, Argentina, que como consecuencia de un accidente de moto, ha sido operado de la cabeza y está en coma. Rogamos al Señor que ponga sus manos sanadoras sobre estos jóvenes para que pronto puedan estar recuperados y en compañía de sus seres queridos.
Pedimos oración para recordar con mucho cariño, los 4 (cuatro) años ya de la ausencia de Elisardo Raúl López que se cumplieron ayer. Que María lo llene de su amor y los Ángeles le canten y guíen en su encuentro con el Padre celestial. Sus padres, su esposa, sus hijos, y en especial su hermana Cecilia lo extrañan y confían en la resurrección final que Jesús nos prometió.
Pedimos oración por dos personas de México: Luis M. P. D. para que Dios permita que se realicen sus proyectos y por Diego B. que tiene un serio problema cerebral. Invocamos para ellos la intercesión de la Virgen de Guadalupe ante el mismo Jesús.
Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén
Nota de Redacción:
Para dar curso a los Pedidos de Oración es imprescindible dar los siguientes datos: nombres completos de la persona (habitualmente no publicamos apellidos), ciudad y país donde vive, y explicar el motivo de la solicitud de oración.
Cuaresma día por día
Desagravio.
¡Señor perdónales porque no saben lo que hacen! Estas fueron casi las últimas palabras que Jesús dijo antes de morir en la Cruz. Dios perdona siempre que le pedimos perdón, pero desafortunadamente no todos los hombres tienen la costumbre de pedir perdón y de terminar con cosas o actitudes que ofendan al Señor.
Ese cine que proyecta películas desaconsejadas, una conversación salida de tono, cuando se leen noticias en las que se informa de alguien que asesina o secuestra, cuando te enteras de alguien que roba o engaña, cuando pasas por delante de uno de esos sitios en los que se ofende a Dios, ¿te acuerdas de pedir perdón por esa gente que no sabe lo que hace? ¡Jesús perdónales porque no se dan cuenta!
Coméntale a Dios con tus palabras algo de o que has leído. Después termina con la oración final.
P. José Pedro Manglano Castellary
"Intimidad Divina"
Perfecto holocausto
La palabra de Dios no cambia. El decálogo dado a Moisés viene perfeccionado, pero también reafirmado por Jesús, que enseña el espíritu nuevo con que ha de observarse la ley, espíritu de amor y de interioridad, pero la ley, en sus elementos esenciales, permanece en cuanto es expresión de la inmutable voluntad de Dios. Precisamente por esto, la amorosa fidelidad a la ley decidirá la eterna suerte del hombre. “El que se salte uno solo de los preceptos menos importantes… será el menos importante en el Reino de los Cielos. Pero quien los cumpla y enseñe será grande en el Reino de los Cielos”. El hombre es grande, no cuando se suelta de Dios, sino cuando cumple su voluntad; adhiriéndose a la voluntad de Dios, se hace partícipe de la santidad, de la bondad, de la sabiduría divinas. La ley de Dios, decía Moisés a Israel, será “vuestra sabiduría y vuestra prudencia” (Dt. 4, 6).
Algunos fieles, espontánea y libremente, se ligan a Dios, consagrándole la propia voluntad… ellos quieren poner toda su vida a disposición de Dios, de sus divinos deseos. He aquí el voto de obediencia, mediante el cual “los religiosos ofrecen a Dios, como sacrificio de sí mismos, la plena entrega de su voluntad” (PC 14). En la práctica esto exige la continua renuncia a la propia voluntad, no ya soportada a la fuerza, sino querida y ofrecida libremente a Dios “como sacrificio de sí mismos”… Ya no se pertenece, sino que pertenece a Dios; ya no es dueño de hacer lo que quiere, porque ha escogido a Dios por único y soberano Señor de su vida. El voto de obediencia es un perfecto holocausto, en el que se realiza la ofrenda sacrificial de todo el hombre.
Mientras los demás votos religiosos –pobreza y castidad– ofrecen a Dios una parte del hombre (los viene terrenos y el uso del sexo), el voto de obediencia toma al hombre en la raíz misma de su ser –la voluntad– y por eso completa y consuma su ofrenda, su sacrificio. Sacrificio que puede costar mucho a la naturaleza, pero que si se cumple con plenitud de amor, da a cambio el máximo de los bienes, es decir: une al hombre con la voluntad de Dios “más constante y plenamente” (PC 14). El voto de obediencia tiene, pues, por su propia naturaleza, una dimensión apostólica que pone al individuo frente a Dios en una actitud semejante a la de Jesús. El sacrificio de sí en la obediencia tiene por fin poner la vida a disposición de Dios para cooperar con Cristo y en Cristo en la salvación de los hermanos.
Heme aquí, Señor; me entrego a ti, a tu beneplácito, uniéndome a tu Hijo amado, para cumplir en todo lo que tú quieras. “Hago siempre lo que te agrada”. Porque te amo, quiero ofrecerte el homenaje de mi sumisión absoluta a tu voluntad, sea lo que fuere lo que ella me mandare. Diré, en unión con tu Hijo: “Porque yo amo al Padre, y según el mandato que me dio el Padre, así hago” (Jn 14, 31). Tal vez tu voluntad me imponga cosas que les resulten duras a mi naturaleza, a mis gustos; será contraria a mis ideas, ardua para mi espíritu independiente; pero quiero ofrecerte este sacrificio como prenda de fe en tu palabra, de confianza en tu poder, de amor a ti y a tu Hijo Jesús. (C. Marmión, Cristo ideal del monje)
P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D.
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
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