jueves, 22 de marzo de 2012

Pequeñas Semillitas 1658

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 7 - Número 1658 ~ Jueves 22 de Marzo de 2012
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
   

Hola…
Afortunadamente hemos conocido a muchas personas que no alardean de su amor cristiano. No han abaratado las palabras, ni las han ensuciado. No hablan del amor, ni lo convierten en doctrina o enseñanza. Ellos y ellas van y reparten comida a los hospitales públicos, consuelan a los prisioneros, atienden a enfermos y ancianos olvidados. No son gente que disponga de recursos abundantes. Han sentido el amor de Dios en su vida y lo comunican de la única manera que es posible hacerlo: amando sin estridencias, sin toque de trompeta, sin aparecer en las páginas ni en las redes sociales. Esos cristianos y cristianas de a pie, tienen un corazón generoso y sencillo, ellos son la presencia amorosa de Dios que sigue misteriosamente en medio de nosotros: dándose, salvando al mundo.
"La verdad católica"


La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy


En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos: «Si yo diera testimonio de mí mismo, mi testimonio no sería válido. Otro es el que da testimonio de mí, y yo sé que es válido el testimonio que da de mí. Vosotros mandasteis enviados donde Juan, y él dio testimonio de la verdad. No es que yo busque testimonio de un hombre, sino que digo esto para que os salvéis. Él era la lámpara que arde y alumbra y vosotros quisisteis recrearos una hora con su luz. Pero yo tengo un testimonio mayor que el de Juan; porque las obras que el Padre me ha encomendado llevar a cabo, las mismas obras que realizo, dan testimonio de mí, de que el Padre me ha enviado. Y el Padre, que me ha enviado, es el que ha dado testimonio de mí. Vosotros no habéis oído nunca su voz, ni habéis visto nunca su rostro, ni habita su palabra en vosotros, porque no creéis al que Él ha enviado.
»Vosotros investigáis las escrituras, ya que creéis tener en ellas vida eterna; ellas son las que dan testimonio de mí; y vosotros no queréis venir a mí para tener vida. La gloria no la recibo de los hombres. Pero yo os conozco: no tenéis en vosotros el amor de Dios.
»Yo he venido en nombre de mi Padre, y no me recibís; si otro viene en su propio nombre, a ése le recibiréis. ¿Cómo podéis creer vosotros, que aceptáis gloria unos de otros, y no buscáis la gloria que viene del único Dios? No penséis que os voy a acusar yo delante del Padre. Vuestro acusador es Moisés, en quién habéis puesto vuestra esperanza. Porque, si creyerais a Moisés, me creeríais a mí, porque él escribió de mí. Pero, si no creéis en sus escritos, ¿cómo vais a creer en mis palabras?».
(Jn 5,31-47)

Comentario
Hoy, el Evangelio nos enseña cómo Jesús hace frente a la siguiente objeción: según se lee en Dt 19,15, para que un testimonio tenga valor es necesario que proceda de dos o tres testigos. Jesús alega a favor suyo el testimonio de Juan el Bautista, el testimonio del Padre —que se manifiesta en los milagros obrados por Él— y, finalmente, el testimonio de las Escrituras.
Jesucristo echa en cara a los que le escuchan tres impedimentos que tienen para reconocerle como al Mesías Hijo de Dios: la falta de amor a Dios; la ausencia de rectitud de intención —buscan sólo la gloria humana— y que interpretan las Escrituras interesadamente.
El Santo Padre Juan Pablo II nos escribía: «A la contemplación del rostro de Cristo tan sólo se llega escuchando en el Espíritu la voz del Padre, ya que nadie conoce al Hijo fuera del Padre (cf. Mt 11,27). Así, pues, se necesita la revelación del Altísimo. Pero, para acogerla, es indispensable ponerse en actitud de escuchar».
Por esto, hay que tener en cuenta que, para confesar a Jesucristo como verdadero Hijo de Dios, no es suficiente con las pruebas externas que se nos proponen; es muy importante la rectitud en la voluntad, es decir, las buenas disposiciones.
En este tiempo de Cuaresma, intensificando las obras de penitencia que facilitan la renovación interior, mejoraremos nuestras disposiciones para contemplar el verdadero rostro de Cristo. Por esto, san Josemaría nos dice: «Ese Cristo, que tú ves, no es Jesús. —Será, en todo caso, la triste imagen que pueden formar tus ojos turbios...—Purifícate. Clarifica tu mirada con la humildad y la penitencia. Luego... no te faltarán las limpias luces del Amor. Y tendrás una visión perfecta. Tu imagen será realmente la suya: ¡Él!».
Rev. D. Miquel MASATS i Roca (Girona, España)


Santoral Católico:
Santa Lea, Abadesa


De "la santísima Lea", como la llama san Jerónimo, sólo sabemos lo que él mismo nos dice en una especie de elogio fúnebre que incluyó en una de sus cartas. Era una matrona romana que al enviudar - quizá joven aún - renunció al mundo para ingresar en una comunidad religiosa de la que llegó a ser superiora, llevando siempre una vida ejemplarísima.

Estas son las palabras insustituibles de san Jerónimo:

«De un modo tan completo se convirtió a Dios, que mereció ser cabeza de su monasterio y madre de vírgenes; después de llevar blandas vestiduras, mortificó su cuerpo vistiendo sacos; pasaba las noches en oración y enseñaba a sus compañeras más con el ejemplo que con sus palabras».

«Fue tan grande su humildad y sumisión, que la que había sido señora de tantos criados parecía ahora criada de todos; aunque tanto más era sierva de Cristo cuanto menos era tenida por señora de hombres. Su vestido era pobre y sin ningún esmero, comía cualquier cosa, llevaba los cabellos sin peinar, pero todo eso de tal manera que huía en todo la ostentación».

No sabemos más de esta dama penitente, cuyo recuerdo sólo pervive en las frases que hemos citado de san Jerónimo. La Roma en la que fue una rica señora de alcurnia no tardaría en desaparecer asolada por los bárbaros, y Lea, «cuya vida era tenida por todos como un desatino», llega hasta nosotros con su áspero perfume de santidad que desafía al tiempo.

Fuente: Catholic.net

La frase de hoy

“Sólo el amor en el que se unen el don gratuito de uno mismo y el deseo apasionado de reciprocidad infunde un gozo tan intenso que convierte en leves incluso los sacrificios más duros. La respuesta que el Señor desea ardientemente de nosotros es ante todo que aceptemos su amor y nos dejemos atraer por él.
Vivamos, pues, la Cuaresma como un tiempo «eucarístico», en el que, aceptando el amor de Jesús, aprendamos a difundirlo a nuestro alrededor con cada gesto y cada palabra”

S.S. Benedicto XVI


Tema del día:
Oración de Cuaresma


Señor; un año más me convocas al ascenso hacia la PASCUA. Soy consciente de que, tal vez, me encuentras con las mismas dudas y batallas del año pasado. ¡Perdóname, Señor! Quisiera rezar, y siempre encuentro mil excusas, sacrificarme, y me digo que son cosas del pasado, darme generosamente, y pienso que tal vez, algunos, se aprovechen de mi buena voluntad.

Pero, Tú, Señor sales a mi encuentro, para levantarme de nuevo y recuperar las ganas de creer y de vivir en Ti. Sales a mi paso, para que mirándote a los ojos, descubra que merece la pena seguirte. Caminas hacia el calvario, para hacerme entender que la vida es grande cuando, al igual que la tuya, se ofrece por salvar y garantizar una vida eterna a los demás.

¡Ayúdame, Señor! En esta peregrinación hacia la Pascua: que tu Palabra no falte en mi equipaje, para conocerte, que el ayuno, sea un arrullo de tu presencia, que mi caridad, florezca sin demasiado ruido, que mi oración, brote espontáneamente, para nunca, por ella, dejar de buscarte y de tenerte.

¡Ayúdame, Señor! A comprender que este tiempo al que tú me invitas, es oasis de meditación y de paz, de vuelta de los malos modos o ásperos caminos, y de encuentro con el gran olvidado: DIOS. Y, si en algún momento, yo me olvido de esto, Señor; remueve mis entrañas y mi memoria, para que nunca olvide o deje en el tintero, tantos momentos de tus dolores y sufrimientos en rescate del hombre. Amén.
P. Javier Leoz


Poesía

Los cuarenta días con cuarenta noches
y lejos del sorbo que libera o ata
muy lejos del gusto a la fruta fresca
tan lejos de todo sin gustar de nada.
Frente al Maligno astuto y de muerte
Él le puso el punto donde no hay final
con dulce Misterio El salió ganando
vence tentaciones derrotando el mal.

Ya se acerca el día que llegue triunfante
como a Rey lo aclamen gritando Su Nombre
y sabrá que aquellos que anuncian Su Reino
pedirán la Vida del Hijo del Hombre.
A cambio decide entregarse todo
perdonar ofensas aunque se burlaren
lo hará por salvarnos de la impía muerte
al darnos la vida cuando se inmolare.

Borras ofensas Señor pidiendo a cambio
que nos amemos como Tú has amado.

Autor: Melancolía (seudónimo)


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Pensamientos sanadores


Hoy pídele a Dios que bendiga la senda que has de seguir

En más de una oportunidad, recorriendo en campamentos diferentes senderos, me encontré un poco desorientado en el medio del bosque. En esas ocasiones tuve que retroceder unos pasos, volver a un punto que pudiera reconocer y desde allí retomar el sendero correcto.
En la vida, pudo haberte sucedido algo semejante. Cualquier camino que te aleja de Dios, por más atractivo que al principio pueda presentarse, es un camino equivocado. Si eso te ha ocurrido alguna vez, entonces ya sabes a qué me refiero: a medida que el creyente se va entibiando y alejando de la meta trazada para él por Dios, la verdadera paz se va apartando de su vida.
Es que sólo al seguir la senda que Dios ha trazado para cada uno de sus hijos, encontramos la paz.

(…) y acudirán pueblos numerosos que dirán: “¡Vengan, subamos a la montaña del Señor, a la casa del Dios de Jacob!” Isaías 2, 3.


Pedidos de oración

Pedimos oración por la Paz del Mundo; por la Santa Iglesia Católica; por el Papa, los sacerdotes y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones, por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las enfermedades, el hambre y la pobreza; por la unión de las familias y la fidelidad de los matrimonios; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas, y por las Benditas Almas del Purgatorio.

Pedimos oración por Nachito, un joven de Buenos Aires, Argentina, afectado desde hace unos meses de un tumor maligno en fémur, que ha realizado toda la serie de quimioterapia y ahora va a ir a cirugía para remover restos del tumor y colocar injertos óseos y una prótesis. En este tiempo de Cuaresma, invocamos a Jesús pidiéndole por Nacho, que hace meses vive su propio desierto cuaresmal, para que por los méritos de Su muerte y resurrección le conceda a este joven el milagro de la total curación.

Pedimos oración por la familia de Trini, que viven en Colombia, y están atravesando por momentos conflictivos a causa de la disputa por una sucesión. Rogamos al Señor que permita que se limen las asperezas y esta familia pueda solucionar en paz y armonía las diferencias materiales que hoy la separan.

Pedimos oración por Juan C. M. que vive en México y padece problemas hepáticos que se están complicando. Que la Santísima Virgen lo proteja y el Señor pose su mano sobre él para que pueda recuperar su salud.

Pedimos oración por Néstor, de Tucumán, Argentina, un querido amigo de quien esto escribe, al que van a realizar estudios profundos de tipo cardiológico y respiratorio, por lo que lo encomendamos a la Virgen de la Merced para que lo proteja e interceda por él ante Jesús, para que todo salga bien.

Pedimos oración por Hernán M., de Córdoba, Argentina, que está enfermo de cáncer, para que Dios Misericordioso le conceda la gracia de curarse.

Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén

Nota de Redacción:
Para dar curso a los Pedidos de Oración es imprescindible dar los siguientes datos: nombres completos de la persona (habitualmente no publicamos apellidos), ciudad y país donde vive, y explicar el motivo de la solicitud de oración.


Cuaresma día por día


Presencia de Dios.

La madre que tiene el pequeño en la cuna, trabaja arreglando las cosas de la casa; plancha, limpia..., pero siempre está pendiente del hijo. Esta madre tiene presencia del hijo, no lo pierde de vista.

Lo mismo que esa madre podemos hacer nosotros con el Señor. Mientras estudiamos, mientras hacemos deporte, cuando estamos en clase, cuando vamos por la calle, a la hora de comer, al meternos en la cama, y en todas las circunstancias en que nos podamos encontrar, son situaciones en las que si nos empeñamos podemos hablar con el Señor, decirle una jaculatoria, pedirle ayuda, etc...

Si no tienes concretada una jaculatoria para repetir durante el día, la Cuaresma es buen momento para hacerlo, porque así el señor se sentirá más acompañado y más querido. Alguna jaculatoria puede ser: ¡Jesús te amo!, ¡Señor, perdóname porque soy un pecador! Y los días anteriores ya han salido buenas ocasiones para decir jaculatorias: al ver un crucifijo, visitar sagrarios cuando pasas cerca de una iglesia, al hacer un sacrificio, cuando te vienen a la cabeza excusas para no mortificarte, cuando ves que actúas con la ley del gusto.

Puedes hacer un poco de examen para ver cómo vas en eso. Señor, yo quiero acordarme y decirte muchas jaculatorias durante el día; recuérdamelo Tú. Y tú, ángel de mi guarda.

Continúa hablándole a Dios con tus palabras

P. José Pedro Manglano Castellary


"Intimidad Divina"

Fe y humildad

Los judíos hacían consistir toda su perfección en una investigación minuciosa, y a veces arbitraria, de la Sagrada Escritura, que interpretaban según sus opiniones personales. Llevados de su orgullo, no aceptaban la posibilidad de equivocarse, y al no comprender el sentido de las profecías, se negaban a admitir que Jesús fuese el Mesías por ellos anunciado. Jesús mismo busca el modo de iluminarles, pero la luz no penetra en su corazón, obcecado por el orgullo. “¿Cómo podréis creer vosotros, que aceptáis gloria uno de otros y no buscáis la gloria que viene del único Dios? La intención de aquellos falsos maestros no era la de penetrar el espíritu genuino de las Escrituras, la de comprender el plan de Dios para salvar a los hombres y adaptarse a él, sino la de ser alabados y honrados por los hombres.

La fe en Cristo exige humildad, como la exige el estudio de la Sagrada Escritura. El que se tiene por sabio y justo quiere obrar por sí mismo, no acepta ni al Maestro ni al Salvador. Es esta la misma situación que se perpetúa a través de los siglos cuando los hombres orgullosos rechazan el magisterio y la mediación de la Iglesia, depositaria oficial de la palabra de Dios y de los sacramentos de la salvación. Se puede caer en la tentación  de pensar que para hacer el bien sea necesario ocupar puestos de privilegio, de relieve, mientras Jesús habló y obró en un sentido absolutamente opuesto. A sus discípulos les enseñó a escoger el último lugar poniéndose al servicio de los demás, aun en el caso de que fuesen llamados a ejercer oficios de responsabilidad.

La vida entera de Cristo fue un rendido servicio al Padre y a los hombres, pero quiso demostrarlo con un ejemplo todavía más explícito, y los Apóstoles le vieron arrodillarse ante ellos para cumplir el acto más humilde de servidumbre: “lavarles los pies” (Jn 13,5)… [Cristo] a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios para conquistar a los hombres; al contrario, “se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo” (Flp 2, 7), haciéndose semejante al más pobre de los pobres, al más abyecto, rebajándose a su mismo nivel y mancomunándose con ellos.

¡Oh Jesús!, para los que abren los ojos para verte, tú eres luz; pero para los que los cierran, eres dura piedra contra la que se estrellan. Por no haber querido aprender de ti el misterio de la humildad, los judíos tropezaron, se estrellaron y no te conocieron… Tú les habrías iluminado con tu verdad, si ellos te la hubieran pedido humildemente; pero llevados por su soberbia, no acogieron tu luz, y tú, que habías venido para iluminarles, fuiste para ellos un escándalo… A fuerza de despreciar tu luz, tu luz desaparece; una densa niebla la cubre, y nuestras pasiones las oscurecen totalmente a nuestros ojos. Cuando se camina en las tinieblas, nadie sabe adónde va. Cree, tal vez, ir hacia la gloria, hacia los placeres, hacia la vida y la felicidad, y va, sin embargo, hacia la perdición y hacia la muerte. ¡Oh Señor, ayúdame a caminar mientras nos quede un destello de tu luz! (Bossuet, Meditaciones sobre el Evangelio, III, 17)

P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D.
 
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
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