domingo, 4 de marzo de 2012

Pequeñas Semillitas 1640

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 7 - Número 1640 ~ Domingo 4 de Marzo de 2012
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
   

Hola…
«Este es mi Hijo amado. Escúchenlo». El movimiento de Jesús nació escuchando su llamada. Su Palabra, recogida más tarde en cuatro pequeños escritos, fue engendrando nuevos seguidores. La Iglesia vive escuchando su Evangelio. Este mensaje de Jesús, encuentra hoy muchos obstáculos para llegar hasta los hombres y mujeres de nuestro tiempo. Al abandonar la práctica religiosa, muchos han dejado de escucharlo para siempre. Ya no oirán hablar de Jesús si no es de forma casual o distraída.
Hoy, lo único decisivo que podemos ofrecer los cristianos a la sociedad moderna, es la Buena Noticia proclamada por Jesús, y su proyecto de una vida más sana y digna. No podemos seguir teniendo sólo para nosotros la fuerza humanizadora de su Evangelio. Tenemos de hacer que la Palabra corra limpia, viva y abundante por nuestras comunidades. Que llegue hasta los hogares; que la puedan conocer quienes buscan un sentido nuevo a sus vidas; que la puedan escuchar quienes viven sin esperanza.
José Antonio Pagola


La Palabra de Dios:
Evangelio del día


En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, Santiago y Juan, y los llevó, a ellos solos, aparte, a un monte alto. Y se transfiguró delante de ellos, y sus vestidos se volvieron resplandecientes, muy blancos, tanto que ningún batanero en la tierra sería capaz de blanquearlos de ese modo. Se les aparecieron Elías y Moisés, y conversaban con Jesús.
Toma la palabra Pedro y dice a Jesús: «Rabbí, bueno es estarnos aquí. Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías»; pues no sabía qué responder ya que estaban atemorizados. Entonces se formó una nube que les cubrió con su sombra, y vino una voz desde la nube: «Este es mi Hijo amado, escuchadle». Y de pronto, mirando en derredor, ya no vieron a nadie más que a Jesús solo con ellos.
Y cuando bajaban del monte les ordenó que a nadie contasen lo que habían visto hasta que el Hijo del hombre resucitara de entre los muertos.
(Mc 9,2-10)

Comentario
Hoy contemplamos la escena «en la que los tres apóstoles Pedro, Santiago y Juan aparecen como extasiados por la belleza del Redentor» (Juan Pablo II): «Se transfiguró delante de ellos y sus vestidos se volvieron resplandecientes» (Mc 9,2-3). Por lo que a nosotros respecta, podemos entresacar un mensaje: «Destruyó la muerte e irradió la vida incorruptible con el Evangelio» (2Tim 1, 10), asegura san Pablo a su discípulo Timoteo. Es lo que contemplamos llenos de estupor, como entonces los tres Apóstoles predilectos, en este episodio propio del segundo domingo de Cuaresma: la Transfiguración.
Es bueno que en nuestro ejercicio cuaresmal acojamos este estallido de sol y de luz en el rostro y en los vestidos de Jesús. Son un maravilloso icono de la humanidad redimida, que ya no se presenta en la fealdad del pecado, sino en toda la belleza que la divinidad comunica a nuestra carne. El bienestar de Pedro es expresión de lo que uno siente cuando se deja invadir por la gracia divina.
El Espíritu Santo transfigura también los sentidos de los Apóstoles, y gracias a esto pueden ver la gloria divina del Hombre Jesús. Ojos transfigurados para ver lo que resplandece más; oídos transfigurados para escuchar la voz más sublime y verdadera: la del Padre que se complace en el Hijo. Todo en conjunto resulta demasiado sorprendente para nosotros, avezados como estamos al grisáceo de la mediocridad. Sólo si nos dejamos tocar por el Señor, nuestros sentidos serán capaces de ver y de escuchar lo que hay de más bello y gozoso, en Dios, y en los hombres divinizados por Aquel que resucitó entre los muertos.
«La espiritualidad cristiana -ha escrito Juan Pablo II- tiene como característica el deber del discípulo de configurarse cada vez más plenamente con su Maestro», de tal manera que -a través de una asiduidad que podríamos llamar "amistosa"- lleguemos hasta el punto de «respirar sus sentimientos». Pongamos en manos de Santa María la meta de nuestra verdadera "trans-figuración" en su Hijo Jesucristo.
Rev. D. Jaume GONZÁLEZ i Padrós (Barcelona, España)


Santoral Católico:
San Casimiro de Polonia


San Casimiro, hijo del rey de Polonia, que, siendo príncipe, destacó por el celo en la fe, por la castidad y la penitencia, la benignidad hacia los pobres y la devota veneración a la Eucaristía y a la bienaventurada Virgen María, y aún joven, consumido por la tuberculosis, descansó piadosamente en la ciudad de Grodno, cerca de Vilna, en Lituania (1484).

Llamado por los polacos como "el pacificador", fue el tercero de los trece hijos de Casimiro IV, rey de Polonia y de Isabel de Austria. Muy devoto desde la infancia, Casimiro se consagró a la oración y penitencia, rechazando toda blandura consigo mismo. Casimiro vivía siempre en la presencia de Dios y era tranquilo, alegre y simpático a todos. Su amor a Dios se traducía en amor a los pobres, que son miembros de Cristo.

Por obediencia a su padre, Casimiro tuvo que partir a la frontera con Hungría, como cabeza de ejército para defender a los nobles de ese país de su antiguo y tirano rey, sin embargo no tuvo mucho éxito y ante el temor de iniciar una nueva e injusta guerra, el santo prefirió entregarse nuevamente al estudio y la oración y renegar de tomar las armas, pese a los ruegos de su padre y de los nobles. Asimismo, en la corte se habló de casarlo con la hija del emperador Federico III, pero Casimiro no quiso ni pensar en renunciar al celibato que se había impuesto. Las austeridades que practicaba agravaron la enfermedad de los pulmones que padecía y Casimiro murió en 1484, cuando no tenía sino 23 años de edad.

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Palabras del Beato Juan Pablo II

"En Cuaresma pidamos juntos a Dios, rico de misericordia y de perdón, que apague los sentimientos de odio en el ánimo de las poblaciones, que haga cesar el horror del terrorismo y guíe los pasos de los responsables de las naciones por el camino de la comprensión recíproca, de la solidaridad y la reconciliación".

Beato Juan Pablo II


Tema del día:
Del Tabor al Getsemaní


Todos los años el 2º domingo de Cuaresma la Iglesia nos pone para nuestra consideración el pasaje de la Transfiguración del Señor. Siempre ha tenido mucha importancia este pasaje en la enseñanza de la Iglesia: hay una fiesta especial y el papa Juan Pablo II hizo de él un misterio del rosario. En este 2º domingo de Cuaresma hay una enseñanza especial: que si hacemos penitencias para mejor seguir a Jesucristo, no es porque las penitencias y la muerte sean un destino final en nuestra vida, sino que todo eso, siguiendo el camino de Jesús, nos debe llevar a la vida, a la resurrección.

En este año, que es ciclo B, el evangelio es según Marcos. Este evangelista era una especie de secretario de san Pedro, y por lo tanto conocía el suceso de muy buena mano. Pero tenía, al narrarlo, una finalidad clara en momentos en que por Roma y otros lugares estaba encendida la persecución. Para aquellos que flaqueaban en la fe les decía que todos los sufrimientos padecidos por Jesucristo iban a tener un final feliz, porque iban a reunirse con Cristo resucitado. Esto también nos lo dice a nosotros.

Hacía unos días que Jesús les había dicho a los apóstoles que Él, que se llamaba “el hijo del hombre”, como Mesías, iba a ser rechazado por los jefes de Jerusalén, sería muerto, pero al tercer día resucitaría. En esto último no se fijaban mucho. Les había impresionado lo de ser rechazado y muerto. No comprendían todavía que los planes de Dios no son como nuestros planes. Ellos pensaban que esa muerte temprana era como un fracaso en sus esperanzas para renovar la situación político-religiosa de Israel. Así debió pasar en el alma de Abraham (1ª lectura), cuando Dios le pidió el sacrificio de su hijo Isaac: todas sus esperanzas parecían fracasadas. Así pasa quizá en algunos momentos de nuestra vida: muerte de un ser querido, injusticias contra inocentes, catástrofes naturales... Encontramos preguntas angustiosas y porqués terribles, pues muchos se preguntan dónde está Dios. Y sin embargo Dios está junto a nosotros, dirigiendo la historia con amor maravilloso. La fe nos dice que ahí está Dios, que lo que quiere de nosotros es el abandono total en sus manos. Y quizá cuando menos lo esperamos viene la luz de la transfiguración. Dios se hace presente con mayores bendiciones, como lo hizo con Abraham, para realizar una mayor alianza de amor.

No sólo sabemos que aceptando la cruz y siguiendo a Jesús encontraremos un día la resurrección, sino que muchas veces Dios nos regala momentos felices de gran euforia o momentos de intensa paz. Es el comprender en la fe que Dios se interesa por nuestra vida y que nos ama. Por esto Dios entregó a su propio Hijo (2ª lectura): por nuestra salvación. Un poco de esto les quería enseñar Jesús a aquellos tres discípulos, que estaban más preparados para entenderlo. Un día le acompañarían también en las angustias de Getsemaní. Para esto les llevó a aquella montaña. Para ellos lo montaña era un símbolo de acercarse más a Dios. Nosotros sabemos que no es necesario subir a un monte para encontrarse con Dios, sino entrar más dentro de nuestro ser. Es una invitación para una oración más intensa en este tiempo de cuaresma.

Los tres apóstoles estaban muy contentos. Tanto que Pedro dice: “¡Qué bien estamos aquí!” y querían quedarse allí. En nuestra vida también podemos caer en la tentación de querer tener la recompensa, sin haber hecho el trabajo necesario. En la vida de seguimiento al Señor se mezclan los días radiantes con las noches oscuras. En todos los momentos pongámonos siempre en las manos del Señor y sepamos escuchar a Jesús. Este es el mandato que les da a los tres el Padre celestial: estar siempre en continua escucha de la palabra y gestos de Jesús. Escuchar a Jesús es escuchar las enseñanzas de la Escritura y de la Iglesia. Por eso está reunido Jesús con Moisés y Elías, que representan la ley y los profetas. Y escuchar a Jesús es comprender que siguiendo su vida de entrega, de sacrificio por los demás hasta llegar a la cruz, llegaremos ciertamente a la verdadera vida de resurrección.

Enviado por el P. Silverio Velasco (España)


Mensaje de María Reina de la Paz


Mensaje de María Reina de la Paz del 2 de marzo de 2012.

¡Queridos hijos!
Vengo entre ustedes por el inmenso amor de Dios, y persistentemente los llamo a los brazos de mi Hijo. Con corazón materno les imploro, hijos míos, y también les advierto para que en primer lugar esté en ustedes la preocupación por aquellos que aún no han conocido a mi Hijo. No permitan que ellos, observándolos a ustedes y a sus vidas, no quieran conocerlo. Oren al Espíritu Santo para que sea mi Hijo impreso en ustedes. Oren para que puedan ser apóstoles de la luz de Dios en este tiempo de tinieblas y desesperación. Éste es el tiempo en el que son puestos a la prueba. Vengan conmigo, con el Rosario en la mano y el amor en el corazón. Yo los conduzco a la Pascua en mi Hijo. Oren por aquellos a quienes eligió mi Hijo, para que puedan vivir siempre por Él y en Él, Sumo Sacerdote. Gracias.

Oración
Virgen María, Reina de la Paz, nos encomendamos a ti, sabiendo que somos las niñas y los niños de tus ojos. Danos un corazón dócil, humilde y obediente como el tuyo, para que Dios pueda bendecirnos en todo; y cúbrenos, Madre, con tu manto, haciéndonos invisibles e inmunes a todo mal.


Nuevo video y artículo

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"Juan Pablo II inolvidable"
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Pensamientos sanadores


Hoy aprende de los errores para construir de nuevo.

Los errores son parte de la vida de todos los hombres y mujeres de esta tierra.
Sin embargo, los sufren mucho más profundamente quienes han formado su identidad en aquellos moldes que los han forjado con una estructura perfeccionista y competitiva.
Si te has equivocado una vez, no te equivoques dos dejándote ganar, ya sea por el enojo contigo mismo, con los demás, o dejándote invadir por la amargura, la culpabilidad y la ira.
Aprende del error para no volver a caer en él y aprovecha la ocasión para crecer en la paciencia, en la comprensión, en la humildad, y en la misericordia con quienes se equivocan.
Ten presente que el error asumido puede ser redimido, pues, desde la aceptación serena de la propia fragilidad, Dios puede derramar nuevas bendiciones en tu vida y en la vida de tus seres queridos.

Feliz el que es educado por ti, Señor, aquel a quien instruyes con tu ley, para darle un descanso después de la adversidad. Salmo 94, 12-13


Nunca nos olvidemos de agradecer


Alguna vez leí que en el cielo hay dos oficinas diferentes para tratar lo relativo a las oraciones de las personas en la tierra:
Una es para receptar pedidos de diversas gracias, y allí los muchos ángeles que atienden trabajan intensamente y sin descanso por la cantidad de peticiones que llegan en todo momento.
La otra oficina es para recibir los agradecimientos por las gracias concedidas y en ella hay un par de ángeles aburridos porque prácticamente no les llega ningún mensaje de los hombres desde la tierra para dar gracias...
Desde esta sección de "Pequeñas Semillitas" pretendemos juntar una vez por semana los mensajes para la segunda oficina: agradecimientos por favores y gracias concedidas como respuesta a nuestros pedidos de oración.

Recibimos el siguiente correo de Elena: Esta nota es para agradecerles efusivamente, en nombre de Mike B. (Canada), sus oraciones y  rosarios, pues nuestro Padre le concedió el milagro y ya consiguió el trabajo en una tienda. Lo entrenarán 3 meses y luego le dan un local para que lo administre. Muchísimas gracias por las oraciones elevadas así como todas aquellas de las cadenas a quienes pedimos por él.  Asimismo, (hace un tiempo pedí oración por ellos)  gracias por las oraciones para Mauricio y Guillermo que no tenían trabajo y también ya lo tienen. E igual agradecimiento por la bebé en gestación de quien se temía tuviera alguna enfermedad.  Ella está bien.

Desde Rosario, Argentina, nos agradecen las oraciones hechas en favor de Juan Z. que estuvo internado muy grave con gangrena y septicemia. Nos informan que ya ha sido dado de alta y deberá seguir con cuidados y atenciones.


Cuaresma día por día


Tendremos una eternidad para descansar.

"Cualquier persona -ha dicho Joaquín Navarro Valls, portavoz oficial de la Santa Sede hablando de Juan Pablo II- con mucha menos responsabilidad que la que él soporta, tiene su sistema de descanso, su fin de semana intocable, su deporte, cosas todas ellas que probablemente son necesarias. En el caso del Papa, nada de eso existe. Su único descanso es la posibilidad de caminar por una terraza que hay encima de su apartamento. En diez años de pontificado, en total serán cuatro las veces que ha podido salir un día a la montaña. Cuando alguna vez le han dicho: "Santo Padre, está cansado... ", la respuesta que ha dado en tono humorístico ha sido: "Tendremos una eternidad para descansar".

Como ha dicho, también con humor, André Frossard, "hasta ahora, el único medio que se ha descubierto para obligarle a dejar el trabajo es la anestesia total". Y decía en Uruguay: Jesucristo, nuestro Señor, es también nuestro guía y modelo.

"Todo lo hizo bien" decían de Él las gentes. Cada uno de nosotros -asumida por la fe nuestra condición de hijos de Dios en Cristo- hemos de esforzarnos por seguir sus huellas en el trabajo de cada día. Como leemos en el Antiguo Testamento, no se le deben hacer a Dios ofrendas defectuosas. Los cristianos serán verdaderamente "sal de la tierra" y "luz del mundo", si saben dar a su trabajo la calidad humana de una obra bien hecha, con amor de Dios y con espíritu de servicio al prójimo".

Señor, quiero trabajar en serio. Y cuando esté cansado, también. A partir de ahora, cuando empiece a trabajar te lo ofreceré, te lo regalaré. Por eso intentaré que no sea defectuoso, sino algo bien hecho. Y ya, sólo porque es mi regalo para Ti, mi trabajo es importante. Este es mi propósito: en cuaresma trabajar bien por Ti. Y cansarme trabajando.

Continúa hablándole a Dios con tus palabras.

P. José Pedro Manglano Castellary


"Intimidad Divina"

Domingo 2° de Cuaresma

El Evangelio del día, presentando a Jesús transfigurado en el monte Tabor, nos ofrece una visión anticipada de la gloria del Señor resucitado y de su poder delante del Padre. Sólo los tres discípulos más íntimos –Pedro, Santiago y Juan– fueron sus testigos privilegiados, los mismos que días más tarde asistirán a la agonía en Getsemaní, como para convencernos que gloria y pasión son dos aspectos inseparables del único misterio que es Cristo. “Y se transfiguró delante de ellos, y sus vestidos se volvieron resplandecientes” (Mc 9, 2-3).

Acostumbrados ellos a verle siempre en su aspecto humano, un hombre más entre los hombres, ahora contemplan su divinidad y descubren el rostro luminoso del Hijo de Dios: “Dios de Dios, Luz de Luz” (Credo). En aquel momento una voz desde el cielo garantiza la verdad de la visión: “Este es mi Hijo amado, escuchadle” (Mc 9, 7). Es necesario que los hombres le escuchen para vivir según sus mandamientos. Dios mismo le escucha porque en atención a su sacrificio salvará a todos los hombres.

Pero lo divino supera de tal manera todo lo humano que cuando se revela a la creatura la oprime y debilita: los tres discípulos fueron invadidos por el miedo y Pedro, sin saber lo que decía, propone a Jesús hacer tres tiendas allí, “una para ti, otra para Moisés y otra para Elías”. No sabía que aquella visión no tenía otro fin que fortalecer su fe y que antes de llegar a la visión eterna era necesario descender del monte con Jesús, oírle hablar aún muchas veces de pasión y seguirle llevando con Él la cruz. Esto es lo que significa vivir el misterio pascual de Cristo.

Cristo Señor nuestro, después de anunciar tu muerte a los discípulos, les mostraste en el monte santo el esplendor de tu gloria, para testimoniar de acuerdo con la ley y los profetas, que la pasión es el camino de la resurrección. (Misal Romano, Prefacio)

P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D.
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
.

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