sábado, 3 de marzo de 2012

Pequeñas Semillitas 1639

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 7 - Número 1639 ~ Sábado 3 de Marzo de 2012
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
   

Bendito seas, Padre, por este tiempo tan oportuno, para la conversión y el encuentro, que Tú concedes gratis a todos tus hijos e hijas que andamos desorientados por los caminos de la vida.
Bendito seas, Padre, porque llamas a cada hombre y mujer, sea cual sea su historia o su vida, a emprender cada día, de manera más personal y consciente, su compromiso de seguir a Jesús, tu Hijo y nuestro Hermano.
Bendito seas, Padre, por despertarnos de nuestros dulces sueños, tan vaporosos e infecundos, por interpelarnos en lo radical de la vida, por liberarnos de nuestras falsas seguridades, por poner al descubierto nuestros ídolos secretos que tanto defendemos e intentamos justificar.
Bendito seas, Padre, porque nos das tu Espíritu, el único que puede convertirnos, el único que puede darnos un corazón de hijos, el único que puede atravesar nuestros pensamientos, el único que puede  guiarnos por la senda del Evangelio, el único que hace posible nuestra vuelta a tu seno.
¡Bendito seas, Padre, por este tiempo tan propicio!
Ulibarri  Fl.


La Palabra de Dios:
Evangelio del día


En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Habéis oído que se dijo: ‘Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo’. Pues yo os digo: Amad a vuestros enemigos y rogad por los que os persigan, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e injustos. Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa vais a tener? ¿No hacen eso mismo también los publicanos? Y si no saludáis más que a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de particular? ¿No hacen eso mismo también los gentiles? Vosotros, pues, sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial».
(Mt 5,43-48)

Comentario
Hoy, el Evangelio nos exhorta al amor más perfecto. Amar es querer el bien del otro y en esto se basa nuestra realización personal. No amamos para buscar nuestro bien, sino por el bien del amado, y haciéndolo así crecemos como personas. El ser humano, afirmó el Concilio Vaticano II, «no puede encontrar su plenitud si no es en la entrega sincera de sí mismo a los demás». A esto se refería santa Teresa del Niño Jesús cuando pedía hacer de nuestra vida un holocausto. El amor es la vocación humana. Todo nuestro comportamiento, para ser verdaderamente humano, debe manifestar la realidad de nuestro ser, realizando la vocación al amor. Como ha escrito Juan Pablo II, «el hombre no puede vivir sin amor. Él permanece para sí mismo un ser incomprensible, su vida está privada de sentido si no se le revela el amor, si no se encuentra con el amor, si no lo experimenta y lo hace propio, si no participa en él vivamente».
El amor tiene su fundamento y su plenitud en el amor de Dios en Cristo. La persona es invitada a un diálogo con Dios. Uno existe por el amor de Dios que lo creó, y por el amor de Dios que lo conserva, «y sólo puede decirse que vive en la plenitud de la verdad cuando reconoce libremente este amor y se confía totalmente a su Creador» (Concilio Vaticano II): ésta es la razón más alta de su dignidad. El amor humano debe, por tanto, ser custodiado por el Amor divino, que es su fuente, en él encuentra su modelo y lo lleva a plenitud. Por todo esto, el amor, cuando es verdaderamente humano, ama con el corazón de Dios y abraza incluso a los enemigos. Si no es así, uno no ama de verdad. De aquí que la exigencia del don sincero de uno mismo devenga un precepto divino: «Vosotros, pues, sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial» (Mt 5,48).
Rev. D. Joan COSTA i Bou (Barcelona, España)


Santoral Católico:
Santos Emeterio y Celedonio
Mártires


El poeta hispano Prudencio recogió en verso los relatos de la muerte de Emeterio y Celedonio.

Calahorra está unida a estos soldados por el hecho de su martirio y quizás también por ser el lugar de su nacimiento. Otros señalan a León como cuna por los libros de rezos leoneses -antifonarios, leccionarios y breviarios del siglo XIII- al interpretar «ex legione» como lugar de su proveniencia, cuando parece ser que la frase latina es mejor referida a la Legión Gemina Pia Felix a la que pertenecieron y que estuvo acampada cerca de la antigua Lancia, hoy León, según se encuentra en el documento histórico denominado "Actas de Tréveris" del siglo VII.

En la parte alta de Calahorra está la iglesia del Salvador -probablemente en testimonio perpetuante del hecho martirial- por donde antes estuvo un convento franciscano y antes aún la primitiva catedral visigótica que debió construirse, según la costumbre de la época, junto a la residencia real, para defensa ante posibles invasiones y que fue destruida por los musulmanes en la invasión del 923, según consta en el códice primero del archivo catedralicio.

No se conocen las circunstancias del martirio de estos santos; no las refiere Prudencio. ¡Qué pena que el emperador Diocleciano ordenara quemar los códices antiguos y expurgar los escritos de su tiempo! Con ello intentó, por lo que nos refiere Eusebio, que no quedara constancia ni sirviera como propaganda de los mártires y evitar que se extendiera el incendio. Tampoco hay en el relato nombres que faciliten una aproximación. ¿Fue al comienzo del siglo IV en la persecución de Diocleciano? Parece mejor inclinarse con La Fuente por la mitad del siglo III, en la de Valeriano, contando con que algún otro retrotrae la historia hasta el siglo II. Cierto es que Prudencio nació hacia el 350, deja escrita en su verso la historia antes del 401, cuando se marcha a Italia, hablando de ella como de suceso muy remoto y no debe referirse con esto al tiempo de Daciano (a. 304) porque esta época ya fue conocida por los padres del poeta. Es bueno además no perder de vista que el narrador antiguo no es tan exacto en la datación de los hechos como la actual crítica, siendo frecuente toparse con anacronismos poco respetuosos con la historia.

El caso es que Emeterio y Celedonio -hermanos de sangre según algunos relatores- que fueron honrados con la condecoración romana de origen galo llamada torques por los méritos al valor, al arrojo guerrero y disciplina marcial, ahora se ven en la disyuntiva de elegir entre la apostasía de la fe o el abandono de la profesión militar. Así son de cambiantes los galardones de los hombres. Por su disposición sincera a dar la vida por Jesucristo, primero sufren prisión larga hasta el punto de crecerles el cabello. En la soledad y retiro obligados bien pudieron ayudarse entre ellos, glosando la frase del Evangelio, que era el momento de «dar a Dios lo que es de Dios» después de haberle ya dado al César lo que le pertenecía. Su reciedumbre castrense les ha preparado para resistir los razonamientos, promesas fáciles, amenazas y tormentos. En el arenal del río Cidacos se fija el lugar y momento del ajusticiamiento. Cuenta el relato que los que presencian el martirio ven, asombrados, cómo suben al cielo el anillo de Emeterio y el pañuelo de Celedonio como señal de su triunfo señero.

Muy pronto el pueblo calagurritano comenzó a dar culto a los mártires. Sus restos se llevaron a la catedral del Salvador; con el tiempo, las iglesias de Vizcaya y Guipúzcoa con otras hispanas y medio día de Francia dispusieron de preciosas reliquias. Junto al arenal que recogió la sangre vertida se levanta la catedral que guarda sus cuerpos. Hoy Emeterio y Celedonio, los santos cantados por su paisano Prudencio, y recordados por sus compatriotas Isidoro y Eulogio son los patronos de Calahorra que los tiene por hermanos o de sangre o -lo que es mayor vínculo- de patria, de ideal, de profesión, de fe, de martirio y de gloria.

Fuente: EWTN


La frase de hoy

“Cuaresma es un 'camino':
un camino que comienza desde la oscuridad
y llega a la luz en la Pascua”

Card. Giacomo Biffi


Cuentos de Mamerto Menapace:
Sorgo y chamico


El sorgo estaba chico. Tal vez a no más de una cuarta de altura. Y el verano había exagerado la sequía con varios días de viento norte.

A la hora de la siesta era casi preferible no mirar el sorgal. Su aspecto era más vale desalentados. Chamuscado como estaba por el calor y el viento norte, el pequeño sorgal mostraba el sufrimiento de la sequía.

Sólo el chamico parecía gozar de privilegio. Aunque mirado bien y de cerca, también él mostraba los efectos de la sequía. Lo malo era que había mucho chamico. Y para el sorguito eso representaba un doble peligro.

Un peligro presente, ya que el chamico - nacido antes que el sorgo - lo aventajaba en vigor y le quitaba gran parte de la poca humedad que tenía esa tierra resecada por el sol del verano que empezaba recién. Y además era un peligro futuro. Sorgo y chamico semillarían juntos. Y juntos terminarían en los silos, y juntos pasarían a la molida. Y dicen que la semilla de chamico es venenosa. Que hace abortar a las preñadas. Y era una pena que el fruto de ese sorgal destinado a alimentar a los demás, estuviera envenenado por el fruto abortivo del chamico.

Había que tomar una decisión. Me llamaron para que viera el sorgal. A esa hora el sol ya apretaba, y el viento norte se dejaba sentir.

¡Me dio pena el sorgo! Había algo de tristeza en sus hojas, un cierto cansancio y ganas de no seguir aguantando más. El chamico aparecía potente, con sus hojas anchas y redondas, junto a las hojas afiladas de las plantitas del sorgal.

Una solución parecía imponerse. La de los manuales. Una fumigación con herbicida, si fuera posible esa misma tarde. Fumigación aérea era, o parecía ser, lo más seguro, lo más rápido. Al no estar todavía protegido por el sorgo, el chamico presentaba toda su superficie a la fumigación y el efecto del herbicida ofrecía la seguridad de realizarse sobre la maleza. Tomándolo de tardecita, con viento quieto y algo de rocío, el herbicida quedaría sobre las hojas. A la mañana siguiente, con el apretar del sol, el castigo del veneno actuaría con todos sus efectos.

Sí. Todo eso estaba bien, pensando en la manera de frenar o eliminar el chamico. Pero ¿y el sorguito?

Estaba el sorguito justo en ese momento de su crecimiento en que abiertas sus hojas, ofrece el follaje al aire y a la luz mostrando su cogollo central, esa zona donde se genera la vida. El herbicida entraría también allí y seguramente haría su efecto.

Era un pésimo momento para fumigarlo. Ni demasiado chico, ni demasiado grande. Y además sufrido por la dura experiencia de una sequía que lo venía maltratando casi desde su madrugar.

El peligro estaba en que el sorguito no aguantaría la sacudida de la fumigación. Tal vez terminara por secarse definitivamente. Y aunque quizá no se llegara a eso, era seguro que el tratamiento frenaría su desarrollo y que el rinde del sorgal perdería un gran porcentaje en el momento de la desgranada.

La decisión, ustedes comprenderán, no podía tomarla basándome en la bronca al chamico. Tenía que tomarla por amor al sorgal. En definitiva, ustedes estarán de acuerdo: lo que importaba en aquel campo no era la no existencia del chamico, sino la abundancia del sorgo.

Y el sorgo aquel aquella tarde no se fumigó. Tal vez no fuera una decisión de ingeniero; era simplemente un manejo de chacarero. De hombre con amor por su campo.

Pero pienso que hubo también detrás otro motivo. Aquel viento norte no podía durar eternamente. Los años pasados en el campo me decían que todo viento norte carga agua, y que al final explota en una tormenta que casi siempre termina en lluvia.

Había que tener fe en el cielo, que era quien podía mandarnos la lluvia.

Luego de la tormenta, y con el campo regado por ese llanto de las nubes, era probable que se pudieran tomar pequeñas decisiones para acompañar el crecimiento. Tal vez entrar a azada, o aporcar los surcos. Tal vez una fumigación terrestre.

En todo caso cosas que exigirían más tiempo, más dedicación, y bastante más esfuerzo. Cosas de las que sólo es capaz un chacarero. Porque él se queda comprometido con el campo. Mientras que el ingeniero prefiere las soluciones rápidas, ya que luego de tomadas, se va y tal vez sólo vuelve para la cosecha.

Para él el resultado se convierte en dato. Para el chacarero, en grano.

A veces pienso que en m vida he tenido dos grandes suertes.

La primera es haber nacido en el campo y con eso haber conseguido un profundo cariño por la tierra y los sembrados. Como a mi tata le faltaba una pierna, siempre lo tuvimos en casa y de chiquitos nos hablaba y nos contaba muchas cosas cuando trabajábamos al lado suyo. Mi tata fue un gran hombre.

La segunda suerte que tuve fue que el primer ingeniero con el que me inicié era también un gran hombre. Recorriendo los sembrados, muchas veces me hablaba de sus hijos, de la cooperativa que organizaba en su barrio, y de su amor por los hombres. Fue un gran ingeniero: tenía corazón de chacarero.

Descubriendo el mensaje

El cuento nos habla de lo bueno y lo malo, que frecuentemente está mezclado, en el mundo, en las personas, en uno mismo. Muchas veces en nuestra vida enfrentamos disyuntivas como la de este cuento.

¿Puedes relacionar la situación planteada en el cuento con alguna experiencia de tu vida personal?

Todos tenemos sorgo y chamico en nuestro propio sembrado (corazón)… ¿cómo hacer para que se desarrolle más lo bueno que tenemos?

Es interesante reflexionar sobre las características del pensar y obrar que el autor señala sobre el chacarero y el ingeniero. Aplícalas a tu vida… ¿cómo actuás frente a circunstancias semejantes a este relato?

¿Qué aprendes para tu vida? ¿Cómo puedes aplicar el mensaje del cuento?


Pensamientos sanadores


Hoy pídele a Dios que bendiga tus rodillas y tus piernas

El Señor reconoce tus debilidades, sabe “de qué pierna estás rengueando” y conoce qué es lo que en tu vida lo ha provocado. Si le pides ver esta fragilidad con tus ojos, puede ser que la realidad de verla tal cual es, te provoque dolor, pero recuerda que sólo la verdad te hará libre y que tienes la posibilidad de comenzar a caminar de un modo nuevo.
Hay quienes, por no detenerse a sacar la piedra que tienen dentro del zapato, no sólo caminan con dificultad sino que, además, terminan con llagas en el alma.
Dios está junto a ti no para juzgarte y hacerte sentir culpable, sino para ayudarte a cambiar a fin de que puedas caminar la vida como si tuvieses alas en los pies.

Pedro le dijo: “No tengo plata ni oro, pero te doy lo que tengo: en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y camina”. Y tomándolo de la mano derecha, lo levantó; de inmediato se le fortalecieron los pies y los tobillos. Dando un salto se puso de pie y comenzó a caminar y entró con ellos al Templo, caminando, saltando y glorificando a Dios. Hechos 3, 6-8.


Pedidos de oración

Pedimos oración por la Paz del Mundo; por la Santa Iglesia Católica; por el Papa, los sacerdotes y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones, por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las enfermedades, el hambre y la pobreza; por la unión de las familias y la fidelidad de los matrimonios; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas, y por las Benditas Almas del Purgatorio.

Pedimos oración por la niñita Agnes, que vive en Buenos Aires, Argentina, nació hace 15 días sietemesina y necesita cuidados especiales. Que el Señor, que decía que los niños serán los primeros en el Reino de los Cielos, le conceda una pronta recuperación y la gracia de crecer fuerte y sana.

Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén

Nota de Redacción:
Para dar curso a los Pedidos de Oración es imprescindible dar los siguientes datos: nombres completos de la persona (habitualmente no publicamos apellidos), ciudad y país donde vive, y explicar el motivo de la solicitud de oración.


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Felipe de Urca


Cuaresma día por día


Muerte.

Tal vez hayas asistido alguna vez a la proyección de un video en casa de un amigo que quiere mostrarte lo mucho que ha disfrutado en su último viaje por el Caribe. De repente, para hacerse el gracioso, da el interruptor y la cinta se detiene; en la pantalla queda la imagen congelada en su acción: Una expresión bobalicona, un ceño fruncido, una ingenua sonrisa... Resulta cómico y todo el mundo se ríe. Sin embargo, no nos entrará la risa cuando Dios interrumpa la cinta de nuestra vida y quedemos captados para siempre en nuestra fealdad o en nuestra hermosura. Por eso debemos estar preparados, en gracia, para recibir a la muerte, que es un cambio de casa. Por eso repetía Jesús: Velad y orad, porque no sabéis el día ni la hora.

¿Eres consciente de que Jesús puede que te llame en cualquier momento? ¿Y de que vale la pena morir bien porque comparado con la tierra el cielo dura infinitamente más?

Madre mía, ayúdame a estar preparado para cuando me llame Jesús. Pero no de cualquier manera: con toda la gracia que me sea posible. Tú eres la llena de gracia, esto es, que Dios te llenaba, no había nada tuyo personal que se opusiese a Dios; Él hacía a través de ti todo lo que quería, porque le dejabas. Así quiero vivir y morir yo.

Coméntale a Dios con tus palabras algo de lo que has leído. Después termina con una oración final.

P. José Pedro Manglano Castellary


"Intimidad Divina"

Obedecerás a su voz

Hoy, como ayer, la condición para ser pueblo de Dios es la obediencia. El primer motivo de la obediencia se funda en el hecho de ser el hombre una creatura y que como tal recibe de Dios “la vida, el aliento y todas las cosas” (Ac 17, 25), por lo que de ninguna manera puede ser independiente de Él. La obediencia es la relación esencial de la creatura con Dios, relación que garantiza el orden, la armonía, la felicidad. La ruptura de esta relación fue la ruina del género humano: “Por la desobediencia de un solo hombre (Adán), todos han sido constituidos pecadores” (Rom 5, 19), y para restablecer el orden fue necesaria la obediencia de Cristo. Desobediencia significa ruptura con Dios, abandono de su amistad, negación de su dominio, pretensión orgullosa de vivir independientemente de Él. Obediencia es  reconocimiento práctico de la primacía absoluta de Dios, conciencia clara de que fuera de Dios el hombre no puede encontrar ningún bien, ninguna felicidad.

En el Antiguo Testamento la obediencia a la ley divina estaba dominada por la idea del señorío de Dios: “Él será tu Dios… y tú escucharás su voz”. En el Nuevo Testamento esta idea permanece inmutable ciertamente; el primer mandamiento sigue formulándose así: “Yo soy el Señor tu Dios” (Dt 5, 6) pero es completada y se carga de amor por la idea de la paternidad de Dios. En consecuencia la obediencia y la observancia de la ley toman un aspecto filial; la figura del Padre está siempre presente en las enseñanzas de Jesús

El hecho de que Dios sea Padre y el hombre su hijo, no disminuye, sin embargo, el deber de la obediencia, más bien lo hace especialmente empeñativo, porque derivará no ya de un temor servil sino del amor filial. “La caridad –enseña Santo Tomás– es inconcebible sin la obediencia… Y la razón es que la amistad hace querer y no querer las mismas cosas”. La obediencia es el fruto del amor, de la amistad con Dios y juntamente es su testimonio práctico. Cuanto más el hombre, renunciando a su voluntad, se conforma en todo con la voluntad de Dios, más se une a Él en comunión perfecta.

He aquí el único fin que han de tener todos nuestros pensamientos, todas nuestras acciones, todos nuestros deseos y todas nuestras plegarias: darte gusto a ti, ¡oh Señor! Este debe ser el camino de nuestra perfección: seguir tu voluntad. Tú quieres que cada uno de nosotros te ame con todo su corazón… Dios mío, sé, pues, tú el único Señor de mi corazón: poséelo todo; y que mi alma sólo te ame a ti, que a ti sólo te obedezca y trate de complacer… Jesús mío, te doy enteramente mi corazón y toda mi voluntad. Un tiempo te fue rebelde, pero ahora toda te la consagro a ti… Dispón de mí y de mis cosas como te plazca; lo acepto todo y a todo me resigno. ¡Oh Amor digno de infinito amor! Tú me amaste hasta morir por mí; yo te amo con todo mi corazón, te amo más que a mí mismo, y a tus manos abandono mi alma. (San Alfonso María de Ligorio, Práctica del amor a Jesús, 13)

P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D.
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
.

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