domingo, 11 de marzo de 2012

Pequeñas Semillitas 1647

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 7 - Número 1647 ~ Domingo 11 de Marzo de 2012
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
   

Hola…
El Evangelio de hoy nos narra la reacción de Jesús expulsando del Templo a vendedores y cambistas. Siguiendo a Pagola, podemos meditar que Jesús no está condenando una religión primitiva, poco evolucionada. Su crítica es más profunda. Dios no puede ser el protector y encubridor de una religión tejida de intereses y egoísmos. Dios es un Padre al que solo se puede dar culto trabajando por una comunidad humana más solidaria y fraterna. Casi sin darnos cuenta, todos nos podemos convertir hoy en "vendedores y cambistas" que no saben vivir sino buscando solo su propio interés. Estamos convirtiendo el mundo en un gran mercado donde todo se compra y se vende, y corremos el riesgo de vivir incluso la relación con el Misterio de Dios de manera mercantil.
Hemos de hacer de nuestras comunidades cristianas un espacio donde todos nos podamos sentir en la «casa del Padre». Una casa acogedora y cálida donde a nadie se le cierran las puertas, donde a nadie se excluye ni discrimina. Una casa donde aprendemos a escuchar el sufrimiento de los hijos más desvalidos de Dios y no solo nuestro propio interés. Una casa donde podemos invocar a Dios como Padre porque nos sentimos sus hijos y buscamos vivir como hermanos.


La Palabra de Dios:
Evangelio del día


Se acercaba la Pascua de los judíos y Jesús subió a Jerusalén. Y encontró en el Templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas en sus puestos. Haciendo un látigo con cuerdas, echó a todos fuera del Templo, con las ovejas y los bueyes; desparramó el dinero de los cambistas y les volcó las mesas; y dijo a los que vendían palomas: «Quitad esto de aquí. No hagáis de la Casa de mi Padre una casa de mercado». Sus discípulos se acordaron de que estaba escrito: El celo por tu Casa me devorará.
Los judíos entonces le replicaron diciéndole: «Qué señal nos muestras para obrar así?». Jesús les respondió: «Destruid este Santuario y en tres días lo levantaré». Los judíos le contestaron: «Cuarenta y seis años se han tardado en construir este Santuario, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?». Pero Él hablaba del Santuario de su cuerpo. Cuando resucitó, pues, de entre los muertos, se acordaron sus discípulos de que había dicho eso, y creyeron en la Escritura y en las palabras que había dicho Jesús.
Mientras estuvo en Jerusalén, por la fiesta de la Pascua, creyeron muchos en su nombre al ver las señales que realizaba. Pero Jesús no se confiaba a ellos porque los conocía a todos y no tenía necesidad de que se le diera testimonio acerca de los hombres, pues Él conocía lo que hay en el hombre.
(Jn 2,13-25)

Comentario
Hoy, cercana ya la Pascua, ha sucedido un hecho insólito en el templo. Jesús ha echado del templo el ganado de los mercaderes, ha volcado las mesas de los cambistas y ha dicho a los vendedores de palomas: «Quitad esto de aquí. No hagáis de la Casa de mi Padre una casa de mercado» (Jn 2,16). Y mientras los becerros y los carneros corrían por la explanada, los discípulos han descubierto una nueva faceta del alma de Jesús: el celo por la casa de su Padre, el celo por el templo de Dios.
¡El templo de Dios convertido en un mercado!, ¡qué barbaridad! Debió comenzar por poca cosa. Algún rabadán que subía a vender un cordero, una ancianita que quería ganar algunos durillos vendiendo pichones..., y la bola fue creciendo. Tanto que el autor del Cantar de los cantares clamaba: «Cazadnos las raposas, las pequeñas raposas que devastan las viñas» (Cant 2,15). Pero, ¿quién hacía caso de ello? La explanada del templo era como un mercado en día de feria.
-También yo soy templo de Dios. Si no vigilo las pequeñas raposas, el orgullo, la pereza, la gula, la envidia, la tacañería, tantos disfraces del egoísmo, se escurren por dentro y lo estropean todo. Por esto, el Señor nos pone en alerta: «Lo que os digo a vosotros, lo digo a todos: ¡Velad!» (Mc 13,37).
¡Velemos!, para que la desidia no invada la conciencia: «La incapacidad de reconocer la culpa es la forma más peligrosa imaginable de embotamiento espiritual, porque hace a las personas incapaces de mejorar» (Benedicto XVI).
¿Velar? -Intento hacerlo cada noche- ¿He ofendido a alguien?, ¿son rectas mis intenciones?, ¿estoy dispuesto a cumplir siempre y en todo la voluntad de Dios?, ¿he admitido algún tipo de hábito que desagrade al Señor? Pero, a estas horas, estoy cansado y me vence el sueño.
-Jesús, tú que me conoces a fondo, tú que sabes muy bien qué hay en el interior de cada hombre, hazme conocer las faltas, dame fortaleza y un poco de este celo tuyo para que eche fuera del templo todo aquello que me aparte de ti.
Rev. D. Lluís RAVENTÓS i Artés (Tarragona, España)


Santoral Católico:
San Eulogio de Córdoba
Presbítero y Mártir


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Fuente: Catholic.net

  
Palabras del Beato Juan Pablo II

“La Cuaresma nos invita a un mayor recogimiento y a una mayor seriedad de vida. Constituye un tiempo de reflexión y oración más intenso, junto con formas oportunas de sacrificio y de penitencia y gestos de solidaridad concretos. También es tiempo de silencio interior y de meditación, en el que, dejando a un lado cuanto turba o amenaza con trastornar la conciencia o la fantasía, cada uno se esfuerza por redescubrir y vivir mejor los profundos valores de la fe cristiana”.

Beato Juan Pablo II


Tema del día:
Un gesto profético


En los dos primeros domingos de Cuaresma la Iglesia nos ha propuesto el desierto y la montaña como lugares de oración. En éste, al hablar del templo, con más razón se nos dice que es lugar propio para la oración. Hoy vemos a Jesús en un aspecto inusual de violencia, cuando siempre se nos habla de Jesús manso y humilde. Alguno pregunta ¿porqué Jesús, tan bueno, se nos muestra airado? Pero podríamos preguntarlo de otra manera: ¿Cómo tendría que ser aquello tan malo para que el manso Jesús tenga que recurrir a la fuerza y la violencia, para así poder dejar claro su oposición al mal?

Para comprender lo que pasaba debemos conocer los hechos: Resulta que los israelitas, cuando llegaba la Pascua, solían ir en grandes multitudes al templo de Jerusalén, donde debían ofrecer un sacrificio de un animal, como expresión de culto y adoración al Dios, dueño del universo. El animal solía ser un cordero, o un buey para los ricos, o palomas para los pobres. Pero debía ser “puro”, no contaminado con ventas por pecadores, etc. Por todo ello los encargados del templo, jefes de los sacerdotes, habían montado un opulento negocio en los patios del templo. La gente prefería comprarlo allí, aunque fuese mucho más caro. Además lo tenían que comprar con las monedas del templo: otro gran negocio de los sacerdotes para hacer el cambio.

Así que cuando llegó Jesús al templo, lo menos que se encontró fue con un clima de oración. Todo eran gritos y discusiones por el cambio de moneda y la venta de los animales. Lleno de “celo por la casa de Dios” cogió unas cuerdas, que habrían servido para atar a unos animales, y con ellas comenzó a dar latigazos y derribar mesas con este mensaje: “ésta es casa de oración y no cueva de ladrones”. No era tanto por el hecho de las ventas, cuanto por la avaricia, las injusticias y robos a la gente sencilla que allí se hacían, especialmente por aquellos que debían llevar la gente hacia Dios.

El mal estaba en querer aprovecharse del culto a Dios para enriquecerse a sí mismos, y hacer que el culto, que debe llevar a la conversión del corazón, se convierta en un negocio. Ya sé que muchas veces gente de Iglesia hemos faltado más o menos en esto. Jesús nos invita a la conversión. A todos nos enseña Jesús que normalmente nuestra actuación debe ser por medio de la mansedumbre, aunque a veces puede ser buena una santa indignación. Lo difícil es guardar el punto medio, siempre tendiendo a la moderación. Pasa como en la educación de los padres para con los hijos: hay padres demasiado blandos y permisivos, y los hay demasiado coléricos, que llegan a perder la autoridad por ello. Lo difícil es saber estar en el punto medio y justo. Dios mismo a veces nos trata con dureza porque de otro modo no nos moveríamos hacia el bien.

Lo que hizo Jesús suele decirse que fue como un “gesto profético” o una parábola viviente. Nos enseñó algo importante por medio de gestos. Pero aquellos sacerdotes, que tenían sus intereses materiales, no se quedaron callados y le dijeron: ¿Por qué hacía  aquello? ¿Con qué señal? La señal más importante de toda la autoridad de Jesús sería su resurrección. Pero les habló con palabras enigmáticas. Ellos no pueden entenderlo; un día los apóstoles se acordarán y lo comprenderán todo.

Jesús veía lo que habían hecho del templo. Aquellos que lo habían declarado como el lugar exclusivo de oración, privaban su vida de un verdadero encuentro con Dios. Jesús nos enseñará que a Dios se le puede encontrar en muchos sitios, especialmente dentro de nosotros. Nos dirá que el verdadero culto a Dios es hacer la voluntad de Dios, y, que al ser nuestro Padre, su voluntad será nuestro bien. No excluye las prácticas externas, que ciertamente nos ayudan, pero insiste más en la vida de intimidad con Dios y en la vida de amor. También nos dice que nuestro cuerpo es templo de Dios y que muchas veces lo profanamos. De ahí el respeto debido a todos, porque Dios habita dentro de nosotros y porque todo lo que hacemos a los demás, sobre todo a los más débiles, se lo hacemos al mismo Jesucristo.

Enviado por P. Silverio Velasco (España)


Nuevo video y artículo

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Pensamientos sanadores


Hoy pídele a Dios que bendiga tu garganta

Hay quienes, a causa del sufrimiento, sienten una opresión en el pecho y un nudo en la garganta.
Quizás ellos no saben que gran parte de ese sufrimiento podría menguar si hablaran con Dios sobre aquello que les angustia y aflige.
Si éste es tu caso, si a causa del dolor hay un nudo en tu garganta, haz lo contrario de lo que el estado emocional te indica: canta, cántale al Señor.
Seguramente que al principio no tendrás ganas; tal vez te parecerá una locura; a lo mejor ni siquiera te gusta tu voz, pero Dios te escuchará de modo diferente.
Para Él tu canto será música armoniosa, y en ella sabrá ver tu buena disposición y entrega.
Entonces lentamente sentirás que tu garganta se descomprime para dar espacio a un nuevo canto y que un rayo de luz y de esperanza se abre camino en tu mente y en tu corazón.

El sembrador va llorando cuando esparce la semilla, pero vuelve cantando cuando trae las gavillas. Salmo 126, 6


Nunca nos olvidemos de agradecer


Alguna vez leí que en el cielo hay dos oficinas diferentes para tratar lo relativo a las oraciones de las personas en la tierra:
Una es para receptar pedidos de diversas gracias, y allí los muchos ángeles que atienden trabajan intensamente y sin descanso por la cantidad de peticiones que llegan en todo momento.
La otra oficina es para recibir los agradecimientos por las gracias concedidas y en ella hay un par de ángeles aburridos porque prácticamente no les llega ningún mensaje de los hombres desde la tierra para dar gracias...
Desde esta sección de "Pequeñas Semillitas" pretendemos juntar una vez por semana los mensajes para la segunda oficina: agradecimientos por favores y gracias concedidas como respuesta a nuestros pedidos de oración.

Desde México agradecen oraciones hechas para Laura H. que ha sido trasplantada de riñón con todo éxito. Damos gracias a Dios y pedimos que la siga cuidando en el proceso que sigue.

Nos escribe Yvonne, desde Perú, agradeciendo al Señor y a las personas que rezaron porque la biopsia del nevus de su hija María Luisa ha resultado negativa.


Cuaresma día por día


Tres formas de hacer daño a Dios.

Hay tres formas de hacer sufrir y llorar a una madre. Además de la más elemental, que sería atacarle a ella directamente: golpeándola o insultándola, hay otras dos en las que le podemos hacer sufrir igualmente. Una de ellas es hacer algo malo a mi hermano. Si yo le doy una paliza a un hermano mío, y mi madre se entera, le dolerá incluso más que si le maltrato a ella.

Otra forma de hacerle sufrir es hacer algo que sea malo para mí, algo que me empeore. Como mi madre me quiere eso le dolerá. Imagínate que ve cómo te cortas un brazo: no lo aguantaría.

Dios te ve siempre -no como un espía sino como alguien que te quiere mucho- y sufre cada vez que te ve hacer algo QUE HACE DAÑO A OTRA PERSONA, porque esa otra persona es hija de Él y cada vez que te ve HACERTE DAÑO A TI MISMO, y cada vez que te ve hacer algo QUE LE HACE DAÑO A ÉL. Por eso es bueno que todas las noches, cuando te acuestes, hagas un repaso del día, un examen de conciencia, y pidas perdón a Dios por esas cosas que Él ha visto y no le han gustado.

El examen de conciencia lo puedes hacer así: ¿Cómo me he portado con Dios? ¿Cómo me he portado con los demás? ¿Cómo me he portado conmigo mismo? Dios mío, a partir de ahora haré el examen todas las noches. Y te pediré perdón por el daño que haya hecho cada día de alguna de estas tres formas. Y también te agradeceré tu compañía. ¡Recuérdamelo!, y gracias.

Coméntale a Dios con tus palabras algo de lo que has leído. Después termina con una oración final.

P. José Pedro Manglano Castellary


"Intimidad Divina"

Domingo 3° de Cuaresma

El amor de Dios hacia Israel, demostrado por sus intervenciones extraordinarias en la historia de este pueblo, es el fundamento de la fidelidad de éste a su Señor. Israel no respondió a la fidelidad prometida en el Sinaí; muchos fueron sus abandonos, sus desviaciones, sus traiciones. Y muchas han sido, a través de los siglos, las interpretaciones materiales, las supra estructuras formalísticas que han vaciado el decálogo de su contenido genuino y profundo. Era necesario que viniese Jesús a restaurar la ley antigua, a complementarla, a perfeccionarla, sobre todo en el sentido del amor y de la interioridad.

El gesto valiente de Cristo de echar a los profanadores del templo puede ser considerado desde esa perspectiva. Dios debe ser servido y adorado con pureza de intención; la religión no puede servir de escabel a los propios intereses, a miras egoístas o ambiciosas. “Quitad esto de aquí: no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre” (Jn 2, 16). Juan hace notar que Jesús purificó el templo, librándolo de los vendedores y de sus mercancías, cuando estaba próxima la “Pascua de los Judíos”. Y la Iglesia, próxima ya a la “Pascua de los cristianos”, parece repetir el gesto de Jesús, invitando a los creyentes a que purifiquen el templo del propio corazón, para que de él se eleve a Dios un culto más puro.

Pero Jesús habló de otro templo, infinitamente digno, el “templo de su cuerpo”. A éste aludía al afirmar: “Destruid este templo, y en tres días lo levantaré”; tales palabras, que escandalizaron a los judíos, fueron comprendidas por los discípulos sólo después de la muerte y resurrección del Señor. Mediante su misterio pascual Jesús ha sustituido el templo de la Antigua Alianza por su cuerpo –templo vivo y digno de la Trinidad– , el cual, ofrecido en sacrificio por la salvación del mundo, sustituye y anula todos los sacrificios de “bueyes, ovejas y palomas” que se ofrecían en el templo de Jerusalén, el cual, por lo tanto, ya no tiene razón de ser. El centro de la Nueva Alianza ya no es un templo de piedra, sino Cristo Crucificado.

“Lo antiguo ha pasado, lo nuevo ha comenzado”; por medio de ti, ¡oh Cristo!, y contigo, la comunión en la pasión y en la resurrección eterna es única para todos los que creen en ti y han renacido en el Espíritu Santo, según lo que dice el Apóstol: “Estáis muertos, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando se manifieste Cristo, vuestra vida, entonces también os manifestaréis gloriosos con Él” (San León Magno)

P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D.
 
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
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