PEQUEÑAS
SEMILLITAS
Año
12 - Número 3286 ~ Miércoles 1 de Marzo de 2017
Desde
la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
La
Cuaresma es el tiempo propicio para renovarse en el encuentro con Cristo vivo
en su Palabra, en los sacramentos y en el prójimo. El Señor ―que en los
cuarenta días que pasó en el desierto venció los engaños del Tentador― nos
muestra el camino a seguir. Que el Espíritu Santo nos guíe a realizar un
verdadero camino de conversión, para redescubrir el don de la Palabra de Dios,
ser purificados del pecado que nos ciega y servir a Cristo presente en los
hermanos necesitados. Animo a todos los fieles a que manifiesten también esta
renovación espiritual participando en las campañas de Cuaresma que muchas
organizaciones de la Iglesia promueven en distintas partes del mundo para que
aumente la cultura del encuentro en la única familia humana. Oremos unos por
otros para que, participando de la victoria de Cristo, sepamos abrir nuestras puertas
a los débiles y a los pobres. Entonces viviremos y daremos un testimonio pleno
de la alegría de la Pascua. (Francisco)
¡Buenos días!
Oración por las sonrisas
Un
autor espiritual dice: “Si sucede alguna vez que no te dan la sonrisa esperada,
sé generoso y da la tuya. Porque nadie tiene tanta necesidad de una sonrisa,
como aquel que no sabe sonreír a los demás”. Pide al Espíritu Santo el don de
la alegría cada día y, si no te sientes alegre, empieza a sonreír y una fresca
alegría surgirá de tu alma.
Señor, renueva mi espíritu y dibuja en mi rostro
sonrisas de gozo por la riqueza de tu bendición. Que mis ojos sonrían
diariamente por la salud y amistad de mi familia y de mi comunidad. Que mi
corazón sonría cada día, por las alegrías y dolores que compartimos. Que mi
boca sonría todos los días con la alegría y regocijo de tus trabajos. Que mi
rostro dé testimonio siempre de la alegría que tú me brindas. Gracias por este
regalo de mi sonrisa, Señor. Amén (Madre Teresa de Calcuta).
El
sentido del humor es una herramienta básica para la supervivencia: rompe la
tensión en un momento de crisis, ayuda a encarar situaciones estresantes,
disipa las preocupaciones... Cuando
rías, se te aliviarán las cargas. Que el Señor te ayude a defender y cultivar
con acciones concretas el don de la alegría.
* Enviado por el P. Natalio
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
Texto del Evangelio:
En
aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Cuidad de no practicar vuestra
justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario no
tendréis recompensa de vuestro Padre celestial. Por tanto, cuando hagas
limosna, no lo vayas trompeteando por delante como hacen los hipócritas en las
sinagogas y por las calles, con el fin de ser honrados por los hombres; en
verdad os digo que ya reciben su paga. Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que
no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; así tu limosna quedará en
secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.
»Y
cuando oréis, no seáis como los hipócritas, que gustan de orar en las sinagogas
y en las esquinas de las plazas bien plantados para ser vistos de los hombres;
en verdad os digo que ya reciben su paga. Tú, en cambio, cuando vayas a orar,
entra en tu aposento y, después de cerrar la puerta, ora a tu Padre, que está
allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará. Cuando
ayunéis, no pongáis cara triste, como los hipócritas, que desfiguran su rostro
para que los hombres vean que ayunan; en verdad os digo que ya reciben su paga.
Tú, en cambio, cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lava tu rostro, para que tu
ayuno sea visto, no por los hombres, sino por tu Padre que está allí, en lo
secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará». (Mt 6,1-6.16-18)
Comentario:
Hoy
comenzamos nuestro itinerario hacia la Pascua, y el Evangelio nos recuerda los
deberes fundamentales del cristiano, no sólo como preparación hacia un tiempo
litúrgico, sino en preparación hacia la Pascua Eterna: «Cuidad de no practicar
vuestra justicia delante de los hombres, para ser vistos por ellos; de lo
contrario no tendréis recompensa de vuestro Padre celestial» (Mt 6,1). La justicia
de la que habla Jesús consiste en vivir conforme a los principios evangélicos,
sin olvidar que «si vuestra justicia no supera la justicia de los doctores de
la ley y de los fariseos, no entraréis en el Reino de los cielos» (Mt 5,20).
La
justicia nos lleva al amor, manifestado en la limosna y en obras de
misericordia: «Cuando hagas limosna que no sepa tu mano izquierda lo que hace
tu derecha» (Mt 6,3). No es que se deban ocultar las obras buenas, sino que no
debe pensarse en la alabanza humana al hacerlas, ni desear algún otro bien. En
otras palabras, debo dar limosna de tal modo que ni yo tenga la sensación de
estar haciendo una cosa buena que merece una recompensa por parte de Dios y
elogio por parte de los hombres.
Benedicto
XVI insistía en que socorrer a los necesitados es un deber de justicia, aun
antes que un acto de caridad: «La caridad va más allá de la justicia (…), pero
nunca carece de justicia, la cual lleva a dar al otro lo que es
"suyo", lo que le corresponde en virtud de su ser y de su obrar». No
debemos olvidar que no somos propietarios absolutos de los bienes que poseemos,
sino administradores. Cristo nos ha enseñado que la auténtica caridad es
aquella que no se limita a "dar" la limosna, sino que lleva a
"darse" uno mismo, a ofrecerse a Dios como culto espiritual (cf. Rom
12,1). Ése sería el verdadero gesto de justicia y caridad cristiana, «y tu
Padre, que ve en lo secreto, te recompensará» (Mt 6,4).
* Pbro. D. Luis A. GALA Rodríguez (Campeche, México)
Santoral Católico:
San Albino
Obispo
Nació
en Vannes (Francia) hacia el año 470 de familia noble. De joven abrazó la vida
monástica, en la que permaneció 25 años, y era abad cuando el año 529 fue
elegido obispo de Angers. Fue uno de los principales promotores del Concilio
III de Orleáns, que reformó la Iglesia de los Francos con gran firmeza. Es
recordado como defensor de los pobres y de los prisioneros. Luchó contra las
costumbres abusivas de los señores merovingios y les inculcó el respeto al
vínculo matrimonial. Murió en Angers el año 550.
© Directorio Franciscano
Palabras de San Juan Pablo II
“El
miércoles de ceniza se abre una estación espiritual
particularmente
relevante para todo cristiano
que
quiera prepararse dignamente para el misterio pascual,
o
sea, el recuerdo de la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor”
Tema del día:
Miércoles de Ceniza y Cuaresma
La
Cuaresma comienza con el Miércoles de
Ceniza y es un tiempo de oración, penitencia y ayuno. Cuarenta días que la
Iglesia marca para la conversión del corazón. La imposición de las cenizas nos
recuerda que nuestra vida en la tierra es pasajera y que nuestra vida
definitiva se encuentra en el Cielo.
Las
palabras que se usan para la imposición de cenizas, son:
-
"Recuerda que polvo eres y en polvo te convertirás" o
-
"Conviértete y cree en el Evangelio".
Origen de la costumbre
Antiguamente,
los judíos acostumbraban a cubrirse de ceniza cuando hacían algún sacrificio y
los ninivitas también usaban la ceniza como signo de su deseo de conversión de
su mala vida a una vida con Dios.
En
los primeros siglos de la Iglesia, las personas que querían recibir el
Sacramento de la Reconciliación el Jueves Santo, se ponían ceniza en la cabeza
y se presentaban ante la comunidad vestidos con un "hábito
penitencial". Esto representaba su voluntad de convertirse.
En
el año 384 d.C., la Cuaresma adquirió un sentido penitencial para todos los
cristianos y desde el siglo XI, la Iglesia de Roma acostumbra poner las cenizas
al iniciar los 40 días de penitencia y conversión.
Las
cenizas que se utilizan se obtienen quemando las palmas y ramos de olivo usados
el Domingo de Ramos del año anterior. Esto nos recuerda que lo que fue signo de
gloria pronto se reduce a nada.
También
fue usado el período de Cuaresma para preparar a los que iban a recibir el
Bautismo la noche de Pascua, imitando a Cristo con sus 40 días de ayuno.
La
imposición de ceniza es una costumbre que nos recuerda que algún día vamos a
morir y que nuestro cuerpo se va a convertir en polvo. Nos enseña que todo lo
material que tengamos aquí se acaba. En cambio, todo el bien que tengamos en
nuestra alma nos lo vamos a llevar a la eternidad. Al final de nuestra vida,
sólo nos llevaremos aquello que hayamos hecho por Dios y por nuestros hermanos
los hombres.
Cuando
el sacerdote nos pone la ceniza, debemos tener una actitud de querer mejorar,
de querer tener amistad con Dios. La ceniza se les impone a los niños y a los
adultos.
Significado del carnaval al inicio de la Cuaresma
La
palabra carnaval significa adiós a la carne y su origen se remonta a los
tiempos antiguos en los que por falta de métodos de refrigeración adecuados,
los cristianos tenían la necesidad de acabar, antes de que empezara la
Cuaresma, con todos los productos que no se podían consumir durante ese período
(no sólo carne, sino también leche, huevo, etc.)
Con
este pretexto, en muchas localidades se organizaban el martes anterior al
miércoles de ceniza, fiestas populares llamadas carnavales en los que se
consumían todos los productos que se podrían echar a perder durante la
cuaresma.
Muy
pronto empezó a degenerar el sentido del carnaval, convirtiéndose en un
pretexto para organizar grandes comilonas y para realizar también todos los
actos de los cuales se "arrepentirían" durante la cuaresma,
enmarcados por una serie de festejos y desfiles en los que se exaltan los
placeres de la carne de forma exagerada, tal como sigue sucediendo en la
actualidad en los carnavales de algunas ciudades, como en Río de Janeiro,
Brasil o Nueva Orleans, Estados Unidos.
El ayuno y la abstinencia
El
miércoles de ceniza y el viernes santo son días de ayuno y abstinencia. La
abstinencia obliga a partir de los 14 años y el ayuno de los 18 hasta los 59
años. El ayuno consiste en hacer una sola comida fuerte al día y la abstinencia
es no comer carne. Este es un modo de pedirle perdón a Dios por haberlo
ofendido y decirle que queremos cambiar de vida para agradarlo siempre.
La oración
La
oración en este tiempo es importante, ya que nos ayuda a estar más cerca de
Dios para poder cambiar lo que necesitemos cambiar de nuestro interior.
Necesitamos convertirnos, abandonando el pecado que nos aleja de Dios. Cambiar
nuestra forma de vivir para que sea Dios el centro de nuestra vida. Sólo en la
oración encontraremos el amor de Dios y la dulce y amorosa exigencia de su
voluntad.
Para
que nuestra oración tenga frutos, debemos evitar lo siguiente:
-
La hipocresía: Jesús no quiere que oremos para que los demás nos vean llamando
la atención con nuestra actitud exterior. Lo que importa es nuestra actitud
interior.
-
La disipación: Esto quiere decir que hay que evitar las distracciones lo más
posible. Preparar nuestra oración, el tiempo y el lugar donde se va a llevar a
cabo para podernos poner en presencia de Dios.
-
La multitud de palabras: Esto quiere decir que no se trata de hablar mucho o
repetir oraciones de memoria sino de escuchar a Dios. La oración es
conformarnos con Él, nuestros deseos, nuestras intenciones y nuestras
necesidades. Por eso no necesitamos decirle muchas cosas. La sinceridad que
usemos debe salir de lo profundo de nuestro corazón porque a Dios no se le
puede engañar.
El sacrificio
Al
hacer sacrificios, debemos hacerlos con alegría, ya que es por amor a Dios. Si
no lo hacemos así, causaremos lástima y compasión y perderemos la recompensa de
la felicidad eterna. Dios es el que ve nuestro sacrificio desde el cielo y es
el que nos va a recompensar. “Cuando ayunéis no aparezcáis tristes, como los
hipócritas que desfiguran su rostro para que los hombres vean que ayunan, en
verdad os digo, ya recibieron su recompensa. Tú cuando ayunes, úngete la cabeza
y lava tu cara para que no vean los hombres que ayunas, sino tu Padre que está
en lo secreto: y tu Padre que ve en lo secreto, te recompensará” (Mt 6,6).
El
sacrificio, es preciso dulcificarlo con un amor grande a Dios. El dolor nos
engrandece cuando sabemos sobrellevarlo. La Virgen María en su vida tuvo que
llevar a cabo muchos sacrificios y lo hizo con mucha alegría y amor a Dios.
© Web Católico de Javier
Cuaresma día a día
Conversión y penitencia
I.
Comienza la Cuaresma, tiempo de penitencia y de renovación interior para preparar
la Pascua del Señor (Concilio Vaticano II, Sacrosantum Concilium). La liturgia
de la Iglesia nos invita sin cesar a purificar nuestra alma y a recomenzar de
nuevo. En el momento de la imposición de la ceniza sobre nuestra cabeza, el
sacerdote nos recuerda las palabras del Génesis, después del pecado original:
“Acuérdate, hombre, eres polvo y en polvo te has de convertir” (Génesis 3, 19).
Y sin embargo, a veces olvidamos que sin el Señor no somos nada. Quiere el
Señor que nos despeguemos de las cosas de la tierra para volvernos a Él. Jesús
busca en nosotros un corazón contrito, conocedor de sus faltas y pecados y
dispuesto a eliminarlos. También desea un dolor sincero de los pecados que se
manifestará ante todo en la Confesión sacramental. El Señor nos atenderá si en
el día de hoy le repetimos de corazón: Oh Dios, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme.
II.
La verdadera conversión se manifiesta en la conducta: en el trabajo, hecho con
orden, puntualidad e intensidad; en la familia, mortificando nuestro egoísmo y
creando un ambiente más grato en nuestro entorno; y en la preparación y cuidado
de la Confesión frecuente. El Señor también nos pide hoy una mortificación más
especial, que ofrecemos con alegría: la abstinencia y el ayuno; también la
limosna que, ofrecida con un corazón misericordioso, desea llevar consuelo a
quien pasa necesidad. Cada uno debe hacerse un plan concreto de mortificaciones
para ofrecer al Señor diariamente esta Cuaresma. Para hacerlo, tengamos en
cuenta que deben ser “mortificaciones que no mortifiquen a los demás, que nos
vuelvan más delicados, más comprensivos, más abierto a todos” (San Josemaría
Escrivá, Es Cristo que pasa)
I.
San Pablo (2 Corintios, 5) nos dice que éste es un tiempo excelente que debemos
aprovechar para una profunda conversión. Podemos estar seguros que vamos a
estar sostenidos por una particular gracia de Dios, propia del tiempo litúrgico
que hemos comenzado. “Tiempo para que cada uno se sienta urgido por Jesucristo.
Para que los que alguna vez nos sentimos inclinados a aplazar esta decisión
sepamos que ha llegado el momento. Para que los que tengan pesimismo, pensando
que sus defectos no tienen remedio, sepan que ha llegado el momento. Comienza
la Cuaresma; mirémosla como un tiempo de cambio y de esperanza” (A.Mª. García
Dorronsoro, Tiempo para creer)
Francisco Fernández Carvajal
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Pedidos de oración
Pedimos
oración por la Santa Iglesia Católica; por el Papa Francisco, por el Papa Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes,
diáconos, seminaristas, catequistas y todos los que componemos el cuerpo
místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como
Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por
las misiones; por el triunfo del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado
Corazón de María; por la conversión de
todos los pueblos; por la Paz en el mundo; por
los cristianos perseguidos y martirizados en Medio Oriente, África, y en otros
lugares; por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente
por las enfermedades, el abandono, la carencia de afecto, la falta de trabajo,
el hambre y la pobreza; por los niños con cáncer y otras enfermedades graves; por
el drama de los refugiados del Mediterráneo; por los presos políticos y la
falta de libertad en muchos países del mundo; por las víctimas de catástrofes
naturales; por la unión de las familias, la fidelidad de los matrimonios y por
más inclinación de los jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las
vocaciones sacerdotales y religiosas; y por las Benditas Almas del Purgatorio.
Pedimos
oración por las siguientes personas de Colombia: Álvaro M. B., quien se encuentra en tratamiento de cáncer en la
vejiga, cuyo fragmento del tumor habrá de ser extraído próximamente. Por la
salud de María Edilma T., quien ya
ha terminado sus sesiones de quimioterapia y se encuentra en franca
recuperación. Por Mishell Mariana G.D.
y sus padres Jefferson y Sandy, el Señor derrame abundantes
bendiciones sobre sus vidas y les dé siempre el don de la salud y la unidad.
Por Luz María A., de la ciudad de
Nieva y quien sufre mucho con su enfermedad y la situación particular de su
familia. Por Carlota O., quien ha
tenido un dolor intenso en el lado derecho de su espalda y le tomarán una
ecografía el día de hoy, pedimos al Señor todo salga bien. Por Carlos C. O. para que sus estudios
urológicos salgan bien, y su familia: María
Trinidad, Carlos y María Paula, para que sean siempre bendecidos por el
Señor.
Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara
nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y
la paciencia;
escucha las plegarias que te dirigimos por nuestros
hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la
aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu
hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la
redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén
Los cinco minutos de María
Marzo 1
Los
santos más devotos de la Santísima Virgen han sido los más empeñados en su
propia santificación; emplearon la devoción a María como un estímulo que
empujaba a una mayor perfección de vida. Para ello trataron de imitar las
virtudes de la Santísima Virgen, ya que la celestial Señora fue modelo en todas
las circunstancias de la vida.
También
nosotros llegaremos a conseguir la santidad de nuestra vida si nos proponemos
imitar a la Santísima Virgen en sus virtudes. Comencemos a hacerlo hoy mismo,
no lo dilatemos más, no lo dejemos para más adelante, porque ese momento de más
adelante puede no llegar nunca.
María, tú que nunca has abandonado a quien te haya
invocado con amor, acompáñanos en este día para que seamos fieles discípulos de
tu hijo.
* P. Alfonso Milagro
Jardinero de Dios
-el
más pequeñito de todos-
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