PEQUEÑAS
SEMILLITAS
Año
12 - Número 3287 ~ Jueves 2 de Marzo de 2017
Desde
la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
-Si
fuéramos automóviles, la Cuaresma sería el tiempo de cambiar el aceite y afinar
el motor.
-Si
fuéramos jardines, la Cuaresma sería tiempo de fertilizar nuestra tierra y
arrancar las malas yerbas.
-Si
fuéramos alfombras, la Cuaresma sería tiempo de darles una buena limpieza con
el aspirador o una buena sacudida.
-Si
fuéramos baterías (acumuladores), la Cuaresma sería tiempo de recargarlas.
Pero
no somos ninguna de estas cuatro cosas:
-Somos
personas que, quizá, muchas veces hemos hecho cosas malas y necesitamos
arrepentirnos de ellas. De aquí la necesidad de hacer una buena confesión.
-Somos
personas que muchas veces nos dejamos llevar por nuestro egoísmo y que, por lo
tanto, necesitamos empezar a pensar en los demás. De aquí la necesidad de la
limosna.
-Somos
personas que muchas veces perdemos de vista el fin para el que fuimos creados
por Dios.
Necesitamos,
pues, recobrar la vista. De aquí la necesidad de la oración.
Web Católico de Javier
¡Buenos días!
Los miembros y el estómago
Movamos
los mecanismos oportunos para que la gestión social, política y económica se
oriente a una mayor equidad en la participación de los bienes espirituales,
culturales y materiales, buscando el
progreso de todos y, en primer lugar, el de los más desfavorecidos. Todos
debemos revalorizar la Política como arte de la convivencia humana.
Menenio Agripa, patricio romano, resolvió una
rebelión de la plebe contándoles este apólogo: “Una vez los miembros del cuerpo
humano, cansados de alimentar al estómago, que al parecer era ocioso, se
rebelaron, negándose a llevar alimento a la boca, pero al poco tiempo el cuerpo
y los miembros se debilitaron. Éstos entonces comprendieron que el estómago
también trabajaba y mediante la digestión de los alimentos mantenía a todo el
cuerpo en actividad”. Agripa les explicó que los plebeyos eran los miembros y
el Senado el estómago y para que toda la sociedad funcionara en armonía, era
necesaria la concordia.
A
la obra gigantesca de la paz social, tú puedes aportar la paz de tu propio
corazón, porque quien está en paz consigo mismo, la irradia a su familia, al
círculo de amigos, al ambiente laboral. Evita además toda intolerancia y
discriminación: programa, simple y fácil, para ser un constructor eficaz de
concordia y de paz.
* Enviado por el P. Natalio
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
Texto del Evangelio:
En
aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «El Hijo del hombre debe sufrir
mucho, y ser reprobado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas,
ser matado y resucitar al tercer día». Decía a todos: «Si alguno quiere venir
en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame. Porque
quien quiera salvar su vida, la perderá; pero quien pierda su vida por mí, ése
la salvará. Pues, ¿de qué le sirve al hombre haber ganado el mundo entero, si
él mismo se pierde o se arruina?». (Lc 9,22-25)
Comentario:
Hoy
es el primer jueves de Cuaresma. Todavía tenemos fresca la ceniza que la
Iglesia nos ponía ayer sobre la frente, y que nos introducía en este tiempo
santo, que es un trayecto de cuarenta días. Jesús, en el Evangelio, nos enseña
dos rutas: el Via Crucis que Él ha de recorrer, y nuestro camino en su
seguimiento.
Su
senda es el Camino de la Cruz y de la muerte, pero también el de su
glorificación: «El Hijo del hombre debe sufrir mucho, y ser reprobado (...),
ser matado y resucitar al tercer día» (Lc 9,22). Nuestro sendero,
esencialmente, no es diferente del de Jesús, y nos señala cuál es la manera de
seguirlo: «Si alguno quiere venir en pos de mí...» (Lc 9,23).
Abrazado
a su Cruz, Jesús seguía la Voluntad del Padre; nosotros, cargándonos la nuestra
sobre los hombros, le acompañamos en su Via Crucis.
El
camino de Jesús se resume en tres palabras: sufrimiento, muerte, resurrección.
Nuestro sendero también lo constituyen tres aspectos (dos actitudes y la
esencia de la vocación cristiana): negarnos a nosotros mismos, tomar cada día
la cruz y acompañar a Jesús.
Si
alguien no se niega a sí mismo y no toma la cruz, quiere afirmarse y ser él
mismo, quiere «salvar su vida», como dice Jesús. Pero, queriendo salvarla, la
perderá. En cambio, quien no se esfuerza por evitar el sufrimiento y la cruz,
por causa de Jesús, salvará su vida. Es la paradoja del seguimiento de Jesús:
«¿De qué le sirve al hombre haber ganado el mundo entero, si él mismo se pierde
o se arruina?» (Lc 9,25).
Esta
palabra del Señor, que cierra el Evangelio de hoy, zarandeó el corazón de san
Ignacio y provocó su conversión: «¿Qué pasaría si yo hiciera eso que hizo san
Francisco y eso que hizo santo Domingo?». ¡Ojalá que en esta Cuaresma la misma
palabra nos ayude también a convertirnos!
* Fray Josep Mª MASSANA i Mola OFM (Barcelona,
España)
Santoral Católico:
Santa Inés de Praga (de Bohemia)
Abadesa
Nació
en Praga el año 1211, hija de Premysl Otakar I, rey de Bohemia. Pronto renunció
al porvenir que le brindaba su real ascendencia, y prefirió consagrarse
totalmente a Dios y al servicio de los pobres y enfermos, siguiendo el camino
evangélico abierto por Clara de Asís. A través de los franciscanos que
visitaban Praga, conoció la vida espiritual inaugurada por Clara en San Damián.
Quedó fascinada y decidió seguir su ejemplo. Fundó en Praga el hospital de San
Francisco y un monasterio para las clarisas, donde ella misma ingresó en 1234.
La virginidad por el Reino, la pobreza, el ardor de la caridad, la devoción a
la Eucaristía, a la Pasión y a la Virgen fueron puntales de su espiritualidad.
Amó a la Iglesia y colaboró con el Papa, amó a su patria y promovió la
concordia. Las cartas que le dirigió santa Clara revelan su grandeza mística y
humana. Murió el 2 de marzo de 1282. Juan Pablo II la canonizó en 1989.
Oración: Señor, Dios nuestro, que inspiraste la
renuncia a los falsos placeres de este mundo a santa Inés de Praga y la
condujiste por el camino de la cruz hacia la meta de la perfección; te
suplicamos que, siguiendo su ejemplo, antepongamos los valores eternos a los
caducos. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
© Directorio Franciscano
Palabras del Papa Francisco
“Hay
que caminar juntos: la gente, los obispos y el Papa. La sinodalidad debe
vivirse a distintos niveles. Tal vez ha llegado el momento de cambiar la
metodología del Sínodo, porque la actual me parece estática. Esto también
podría tener valor ecuménico, especialmente con nuestros hermanos Ortodoxos. De
ellos se puede aprender más sobre el sentido de la colegialidad episcopal y
sobre la tradición de la sinodalidad. El esfuerzo de reflexión común,
considerando cómo se gobernaba la Iglesia en los primeros siglos, antes de la
ruptura entre Oriente y Occidente, dará frutos en su momento”.
Tema del día:
La limosna
Interrogado
el papa Francisco sobre si hay que dar una limosna a quien la pide por la
calle, respondió: “Hay muchos argumentos para justificarse a si mismo cuando no
se da una limosna”. Lo explicó en una entrevista al mensual “scarp de tenis” de
la Cáritas de Milán, señalando que uno de ellos es: “¿Cómo le voy a dar dinero
si después él se lo gasta para tomarse un vaso de vino?”.
Y
Francisco responde, que si es esa la única felicidad que tiene en la vida “está
bien así”. E invitó a preguntarse “más bien ¿qué hace uno a escondidas?, ¿cuál
es la felicidad que uno busca escondido?”.
“O
más bien, a diferencia de él uno es más afortunado, tiene una casa, una esposa,
hijos, ¿Qué te lleva a decir, ‘Ocúpense ustedes de él’? Una ayuda siempre es
justa. Desde luego, no es bueno lanzar al pobre solo algunas monedas. Es
importante el gesto, ayudar a los que piden mirándoles a los ojos y tocando sus
manos. Echar el dinero y no mirarlos en los ojos no es un gesto cristiano”,
señala el Santo Padre.
¿Cómo
educar a la limosna? El Santo Padre contó la anécdota de una señora que conoció
en Buenos Aires y que era mamá de cinco niños. El papá se encontraba en el
trabajo, ellos “estaban almorzando y sienten golpear a la puerta. El más grande
va a abrir: ‘Mamá, hay un hombre que pide comida. ¿Qué hacemos?’. Los tres, la
más pequeña una niña de cuatro años estaban comiendo una milanesa. La mamá
dice: ‘Cortemos por la mitad nuestra milanesa’. Y la niña dice que no porque
hay otra. ‘Es para papá esta noche. Se la tenemos que dar, tenemos que darle la
nuestra’”.
“Con
pocas y simples palabras –prosiguió Francisco– aprendieron que se da de lo
propio, lo que uno nunca querría dejar. Dos semanas después, la misma señora
fue a la ciudad para realizar algunas gestiones y dejó a los niños en la casa,
ellos tenían que hacer deberes, les dejó la merienda lista. Cuando regresó
encontró a los tres hijos con un mendigo en la mesa con quien estaban comiendo
la merienda. Habían aprendido bien y demasiado rápido, y seguramente les había
faltado la prudencia”.
Y
el Pontífice concluye explicando que “enseñar
la caridad no es descargar las propias culpas, pero es un acercarse, un
mirar a una miseria que llevo dentro de mí y que el Señor comprende y salva.
Porque todos tenemos miserias dentro”.
©Zenit
Cuaresma día a día
La cruz de cada día
I.
En el Evangelio, Cristo nos habla: Si alguno quiere venir en pos de
mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sí (Lucas 9, 23). El Señor se
dirige a todos y habla de la Cruz de cada día. Son palabras dichas a todos los
hombres que quieren seguirle, pues no existe un Cristianismo sin Cruz, para
cristianos flojos y blandos, sin sentido del sacrificio. Uno de los síntomas
más claros de que la tibieza ha entrado en el alma es precisamente el abandono
de la Cruz.. Por otra parte, huir de la cruz es alejarse de la santidad y de la
alegría; porque uno de sus frutos es precisamente la capacidad de relacionarse
con Dios y con los demás, y también una profunda paz, aun en medio de la
tribulación y de dificultades externas. No olvidemos pues, que la mortificación
está muy relacionada con la alegría, y que cuando el corazón se purifica se
torna más humilde para tratar a Dios y a los demás.
II.
La Cruz del Señor, con la que hemos de cargar cada día, no es ciertamente la
que producen nuestros egoísmos, envidias o pereza. Esto no es del Señor, no
santifica. En alguna ocasión encontraremos la Cruz en una gran dificultad, en
una enfermedad grave y dolorosa, en un desastre económico, en la muerte de un
ser querido. Sin embargo, lo normal será que encontremos la cruz de cada día en
pequeñas contrariedades en el trabajo, en la convivencia; en un imprevisto que
no contábamos, planes que debemos cambiar, instrumentos de trabajo que se
estropean, molestias por el frío o calor, o el carácter difícil de una persona
con la que convivimos. Hemos de recibir estas contrariedades con ánimo grande,
ofreciéndolas al Señor con espíritu de reparación, sin quejarnos: nos ayudará a
mejorar en la virtud de la paciencia, en caridad, en comprensión: es decir, en
santidad. Además experimentaremos una profunda paz y gozo.
III.
Además de aceptar la cruz que sale a nuestro encuentro, muchas veces sin
esperarla, debemos buscar otras pequeñas mortificaciones para mantener vivo el
espíritu de penitencia que nos pide el Señor. Unas nos facilitarán el trabajo,
otras nos ayudarán a vivir la caridad. No es preciso que sean cosas más
grandes, sino que se adquiera el hábito de hacerlas con constancia y por amor
de Dios. Digámosle a Jesús que estamos dispuestos a seguirle cargando con la
Cruz, hoy y todos los días.
Francisco Fernández Carvajal
Pedidos de oración
Pedimos
oración por la Santa Iglesia Católica; por el Papa Francisco, por el Papa Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes,
diáconos, seminaristas, catequistas y todos los que componemos el cuerpo
místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como
Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por
las misiones; por el triunfo del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado
Corazón de María; por la conversión de
todos los pueblos; por la Paz en el mundo; por
los cristianos perseguidos y martirizados en Medio Oriente, África, y en otros
lugares; por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos
especialmente por las enfermedades, el abandono, la carencia de afecto, la
falta de trabajo, el hambre y la pobreza; por los niños con cáncer y otras
enfermedades graves; por el drama de los refugiados del Mediterráneo; por los presos
políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo; por las víctimas
de catástrofes naturales; por la unión de las familias, la fidelidad de los
matrimonios y por más inclinación de los jóvenes hacia este sacramento; por el
aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas; y por las Benditas Almas
del Purgatorio.
Pedimos
oración para Estela A., de
Argentina, 40 años, que está buscando tener un bebé desde hace años, la han
operado, ha hecho tratamientos y los médicos no le dan esperanza de quedar
embarazada. Sabiendo que para Jesús no hay imposibles, a Él elevamos nuestra
plegaria para que le conceda la gracia de la maternidad.
Pedimos
oración para Maria Teresa H. de M.,
que reside en la ciudad de Guatemala, y es una ancianita linda a la que le dio
un derrame y está ahora hospitalizada, por lo que rezamos para que Maria Santísima
la sane y ayude en estos momentos difíciles para toda la familia.
Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara
nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y
la paciencia;
escucha las plegarias que te dirigimos por nuestros
hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la
aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu
hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la
redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén
Los cinco minutos de María
Marzo 2
Todos
tenemos nuestros gustos, a veces no del todo santo, no del todo acorde con los
gustos de Dios y de nuestra Madre del cielo.
Cuando
la tentación ronda a nuestro para hacernos caer; cuando en nuestro interior
surgen los instintos alborotados, cuando la soberbia, el egoísmo, la comodidad
pretenden avasallarnos, pensemos que es mucho mejor dejarnos guiar por nuestra
Madre Santísima, que encapricharnos en nuestros gustos personales. Y si al
final de nuestra vida tenemos la conciencia de que hemos vivido tratando de dar
gusto a la Virgen, estaremos seguros de nuestra salvación, pues los gustos de
la Virgen son los gustos de Dios.
María, que respondiste con tu vida al plan de Dios,
ilumina nuestro deseo para que vivamos respondiendo al mandamiento del amor.
* P. Alfonso Milagro
Jardinero de Dios
-el
más pequeñito de todos-
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