jueves, 16 de marzo de 2017

Pequeñas Semillitas 3301

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 12 - Número 3301 ~ Jueves 16 de Marzo de 2017
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
Gracias Señor por este nuevo día…
Gracias por el don de la vida, por la salud (poca o mucha), por el aire que respiro, por la naturaleza que me regalaste y tengo que cuidar, por tener lo imprescindible para estar en el mundo, por las personas que me rodean y con las que intentamos caminar juntos hacia Ti, con dificultades, con tropiezos, pero con una fe inquebrantable y sin dobleces.
Gracias Señor por mis escasos aciertos, pero mucho más te agradezco Señor por mis errores, porque de ellos aprendo y mucho. Gracias Señor por mis miserias porque ellas me hacen comprender qué pequeño soy y cuánto tengo que crecer espiritualmente si algún día quiero llegar a mirarte a los ojos.
Gracias por la posibilidad de comunicarme y por la libertad de expresar lo que pienso, aun cuando no a todos les guste lo que digo. Y es que no lo digo para que guste sino para mayor gloria tuya. Y por eso elogio las cosas que creo merecen destacarse y advierto sobre todo aquello que pienso nos puede alejar de ti.
Gracias Señor por permitirme entender que cuando elogio soy querido y aceptado por todos… y cuando marco lo que creo incorrecto algunos me señalan con el dedo, olvidándose que cuando me apuntan con un dedo, otros tres dedos señalan hacia ellos mismos.
Gracias Señor por permitirme hablar y escribir de las cosas que honestamente creo que están mal en ciertos temas, en lugar de adoptar silencios cómplices y buscar aplausos fáciles con temas en los que de antemano sabemos que todos estaremos de acuerdo.
Gracias Señor también por los que me critican, y te pido los bendigas con tu amor infinito, porque ellos me ayudan a revisar mis opiniones y corregir mis errores, que por cierto los cometo a cada rato.
Gracias Señor por renovar cada día mis escasas fuerzas para reiniciar con entusiasmo la tarea de intentar ser un buen cristiano. Aunque muchas veces no lo logre… sé que mañana será mejor.
Tu pequeño hijo.
Felipe.

¡Buenos días!

Mensaje mariano
El egoísmo atrofia al hombre, que sólo en la donación generosa a los demás, encuentra su plenitud. Si te preocupas demasiado por ti mismo y tus cosas, si vives para acumular dinero y comodidades, no te quedará tiempo para los demás. Si no vives para los demás, la vida carecerá de sentido para ti, porque la vida sin amor no vale nada.

Mis amados: volved vuestros ojos al espíritu. Desatad vuestros egoísmos y veréis claro. Si el hombre de hoy se acercase más Dios, si observase los Mandamientos, si viviese en un santo Temor, muchos problemas que hoy os aturden no existirían. Mas, perdéis días, horas, semanas en preocupaciones vanas e inútiles. ¿Y si viniese el dueño de la boda y no os encontrara con la lámpara encendida? ¿Qué respuesta le daríais? Mis pequeños, sabed ser pequeños, grandes en Humildad y Pureza. Recordad que esta Madre os ama y sabe lo que es lo bueno para vosotros.

Dios espera la colaboración del hombre para su plan de amor. El mal ha entrado en el mundo por la puerta del egoísmo humano, que es negación del amor. “Este es mi mandamiento, —dijo Jesús— que se amen los unos a los otros como yo los he amado”. El Padre bondadoso derrame sobre ti el Espíritu del amor, que es el Espíritu de Jesús.
* Enviado por el P. Natalio

La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
Texto del Evangelio:
En aquel tiempo, Jesús dijo a los fariseos: «Era un hombre rico que vestía de púrpura y lino, y celebraba todos los días espléndidas fiestas. Y un pobre, llamado Lázaro, que, echado junto a su portal, cubierto de llagas, deseaba hartarse de lo que caía de la mesa del rico pero hasta los perros venían y le lamían las llagas.
»Sucedió, pues, que murió el pobre y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham. Murió también el rico y fue sepultado. Estando en el Hades entre tormentos, levantó los ojos y vio a lo lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno. Y, gritando, dijo: ‘Padre Abraham, ten compasión de mí y envía a Lázaro a que moje en agua la punta de su dedo y refresque mi lengua, porque estoy atormentado en esta llama’. Pero Abraham le dijo: ‘Hijo, recuerda que recibiste tus bienes durante tu vida y Lázaro, al contrario, sus males; ahora, pues, él es aquí consolado y tú atormentado. Y además, entre nosotros y vosotros se interpone un gran abismo, de modo que los que quieran pasar de aquí a vosotros, no puedan; ni de ahí puedan pasar donde nosotros’.
»Replicó: ‘Con todo, te ruego, padre, que le envíes a la casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos, para que les dé testimonio, y no vengan también ellos a este lugar de tormento’. Díjole Abraham: ‘Tienen a Moisés y a los profetas; que les oigan’. Él dijo: ‘No, padre Abraham; sino que si alguno de entre los muertos va donde ellos, se convertirán’. Le contestó: ‘Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se convencerán, aunque un muerto resucite’». (Lc 16,19-31)

Comentario:
Hoy, el Evangelio es una parábola que nos descubre las realidades del hombre después de la muerte. Jesús nos habla del premio o del castigo que tendremos según cómo nos hayamos comportado.
El contraste entre el rico y el pobre es muy fuerte. El lujo y la indiferencia del rico; la situación patética de Lázaro, con los perros que le lamen las úlceras (cf. Lc 16,19-21). Todo tiene un gran realismo que hace que entremos en escena.
Podemos pensar, ¿dónde estaría yo si fuera uno de los dos protagonistas de la parábola? Nuestra sociedad, constantemente, nos recuerda que hemos de vivir bien, con confort y bienestar, gozando y sin preocupaciones. Vivir para uno mismo, sin ocuparse de los demás, o preocupándonos justo lo necesario para que la conciencia quede tranquila, pero no por un sentido de justicia, amor o solidaridad.
Hoy se nos presenta la necesidad de escuchar a Dios en esta vida, de convertirnos en ella y aprovechar el tiempo que Él nos concede. Dios pide cuentas. En esta vida nos jugamos la vida.
Jesús deja clara la existencia del infierno y describe algunas de sus características: la pena que sufren los sentidos —«que moje en agua la punta de su dedo y refresque mi lengua, porque estoy atormentado en esta llama» (Lc 16,24)— y su eternidad —«entre nosotros y vosotros se interpone un gran abismo» (Lc 16,26).
San Gregorio Magno nos dice que «todas estas cosas se dicen para que nadie pueda excusarse a causa de su ignorancia». Hay que despojarse del hombre viejo y ser libre para poder amar al prójimo. Hay que responder al sufrimiento de los pobres, de los enfermos, o de los abandonados. Sería bueno que recordáramos esta parábola con frecuencia para que nos haga más responsables de nuestra vida. A todos nos llega el momento de la muerte. Y hay que estar siempre preparados, porque un día seremos juzgados.
* Rev. D. Xavier SOBREVÍA i Vidal (Castelldefels, España)

Santoral Católico:
San José Gabriel del Rosario Brochero
Presbítero
José Gabriel del Rosario Brochero –el Cura Brochero– nació el 16 de marzo de 1840, en el paraje Carreta Quemada, cerca de Santa Rosa de Río Primero, en el norte de Córdoba (Argentina). El 4 de noviembre de 1866 se ordenó como sacerdote.

Tras desempeñar su ministerio sacerdotal en la catedral de Córdoba y ser prefecto de estudios del Colegio seminario Nuestra Señora de Loreto, el 19 de noviembre de 1869 fue elegido vicario del departamento San Alberto, con unos 10 mil habitantes de toda la región rural conocida como Traslasierra. Se instaló entonces en Villa del Tránsito, la localidad que desde 1916 lleva su nombre.

Además de su acción evangelizadora, realizó una gran tarea civilizadora en la inmensa zona serrana que le tocó pastorear y que estaba tan muy olvidada por los gobiernos: abrió caminos, escuelas, acequias, capillas, llevó el telégrafo, planificó el ferrocarril. Además anualmente predicó los ejercicios espirituales ignacianos a centenares de paisanos, a los que primero trasladaba a Córdoba a través de la sierra (200 kms de difícil marcha) hasta que luego construyó la Casa de Ejercicios y el Convento para las Hermanas en Villa del Tránsito.

Así pasó cuarenta años misionando entre los campesinos y los pobres, a los que llevó el conocimiento del Evangelio y su acción cívica y de progreso dignificándolos como personas. Murió ciego, padeciendo de lepra en enero de 1914.

El Cura Brochero fue declarado venerable en febrero de 2004 por San Juan Pablo II. El 20 de diciembre de 2012, Benedicto XVI firmó el decreto que reconocía el milagro atribuido a la intercesión de Brochero. Este milagro consistió en la recuperación sin explicación médica de un niño con pronóstico de “vida vegetativa” y problemas neurológicos severos tras sufrir un grave accidente vial.

Fue beatificado el 14 de septiembre de 2013 en la Villa Cura Brochero, en Córdoba (Argentina), en una Misa multitudinaria presidida por el Cardenal Ángelo Amato, Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos y enviado del Papa Francisco. Y finalmente, luego de aprobado un segundo milagro obtenido por su intercesión, fue canonizado por el Papa Francisco en el Vaticano el 16 de octubre de 2016, estableciéndose la fecha para su conmemoración el día 16 de marzo, día de su nacimiento.

Pensamientos del Cura Brochero 
"La hostia consagrada es un milagro de amor, es un prodigio de amor,
es una maravilla de amor, es un complemento de amor,
y es la prueba más acabada de su amor infinito
hacia mí, hacia ustedes, hacia el hombre"

"El Señor me dio la salud, él me la quita; bendita sea su santa voluntad.
Debemos estar siempre conformes con los designios de Dios"

"Dios es como los piojos,
está en todas partes,
pero prefiere a los pobres"

"Yo me felicitaría si Dios me saca de este planeta
sentado confesando y predicando el Evangelio"

"El sacerdote que no tiene mucha lástima de los pecadores es medio sacerdote.
Estos trapos benditos que llevo encima no son los que me hacen sacerdote;
si no llevo en mi pecho la caridad, ni a cristiano llego"

Tema del día:
Lo que me tienta
Ayúdame a hacer silencio, Señor, quiero escuchar tu voz. Toma mi mano, guíame al desierto. Que nos encontremos a solas, Tú y yo.

Necesito contemplar tu rostro, me hace falta el calor de tu voz, caminar juntos" callar, para que hables Tú.

Quiero revisar mi vida, descubrir en qué tengo que cambiar, afianzar lo que anda bien, sorprenderme con lo nuevo que me pides.

Me pongo en tus manos, ayúdame a dejar a un lado las prisas, las preocupaciones que llenan mi cabeza.

Barre mis dudas e inseguridades, quiero compartir mi vida y revisarla a tu lado. Ver dónde aprieta el zapato para urgir el cambio.

Me tienta el activismo. Me tienta la seguridad, hay que hacer, hacer y hacer. Y me olvido del silencio, dedico poco tiempo a la oración. ¿Leer tu Palabra en la Biblia?... para cuando haya tiempo.

Me tienta la incoherencia. Hablar mucho y hacer poco. Mostrar apariencia de buen cristiano, pero dentro, donde sólo Tú y yo nos conocemos, tenemos mucho que cambiar.

Me tienta ser el centro del mundo. Que los demás giren a mi alrededor. Que me sirvan en lugar de servir. Me tienta la idolatría. Fabricarme un ídolo con mis proyectos, mis convicciones, mis certezas y conveniencias, y ponerle tu nombre de Dios.

Me tienta la falta de compromiso. Es más fácil pasar de largo que bajarse del caballo y actuar como el buen samaritano. ¡Hay tantos caídos a mi lado, Señor, y yo me hago el distraído!

Me tienta la falta de sensibilidad, no tener compasión, acostumbrarme a que otros sufran y tener excusas, razones, explicaciones que no tienen nada de Evangelio pero que me conforman un rato, Señor, porque en el fondo no puedo engañarte.

Me tienta separar la fe y la vida. Leer el diario, ver las noticias sin indignarme evangélicamente por la ausencia de justicia y la falta de solidaridad.

Me tienta el mirar la realidad sin la mirada del Reino. Me tienta el alejarme de la política, la economía, la participación social, "que se metan otros" yo, cristiano sólo el Domingo. Misa y gracias.

Me tienta el tener tiempo para todo menos para lo importante. La familia, los hijos, la oración al cuadragésimo lugar. Hay cosas más importantes. ¿Las hay?

Me tienta, Señor, el desaliento, lo difícil que a veces se presentan las cosas. Me tienta la desesperanza, la falta de utopía. Me tienta el dejarlo para mañana, cuando hay que empezar a cambiar hoy.

Me tienta creer que te escucho cuando escucho mi voz. ¡Enséñame a discernir! Dame luz para distinguir tu rostro.

Llévame al desierto de la oración, Señor, despójame de lo que me ata, sacude mis certezas y pon a prueba mi amor. Para empezar de nuevo, humilde, sencillo, con fuerza y Espíritu para vivir fiel a Ti. Amén.
© Web católico de Javier

Cuaresma día a día
Desprendimiento
I. El Señor desea que nos ocupemos de las cosas de la tierra, y las amemos correctamente: Poseed y dominad la tierra (Génesis 1, 28). Pero una persona que ame “desordenadamente” las cosas de la tierra no deja lugar en su alma para el amor a Dios. Son incompatibles el “apegamiento” a los bienes y querer al Señor: No podéis servir a Dios y a las riquezas (Mateo 6, 24). Las cosas pueden convertirse en atadura que impida alcanzar a Cristo. Y si no llegamos hasta Él, ¿para qué sirve nuestra vida? Los bienes materiales son buenos porque son de Dios, pero solamente somos administradores de esos bienes durante un tiempo, por un plazo corto. Todo nos debe servir para amar a Dios -Creador y Padre- y a los demás. Si nos apegamos a las cosas, si no hacemos actos de desprendimiento efectivo de los bienes, éstos se convierten en males. Un ídolo ocupa entonces el lugar que sólo Dios debe ocupar.

II. El egoísmo y aburguesamiento impiden ver las necesidades ajenas. Entonces, se trata a las personas como cosas... como cosas sin valor. Con el ejercicio que hagamos de los bienes, muchos o pocos, nos ganamos la vida eterna. Este es tiempo de merecer. Siendo generosos, tratando a los demás como a hijos de Dios, somos felices aquí en la tierra y más tarde en la otra vida. El desasimiento de los bienes ha de ser efectivo, que no se consigue sin sacrificio; natural, discreto y positivo; es también interno, que afecta a los deseos; actual, porque requiere examinarse con frecuencia; y finalmente alegre, porque tenemos los ojos puestos en Cristo, bien incomparable, y porque no es una mera privación, sino riqueza espiritual, dominio de las cosas y plenitud.

III. El desprendimiento nace del amor a Cristo y, a la vez, hace posible que crezca y viva este amor. Dios no habita en un alma llena de baratijas. Por eso es necesaria una firme labor de vigilancia y limpieza interior. El desprendimiento necesario para seguir de cerca al Señor incluye, además de los bienes materiales, el desprendimiento de nosotros mismos: de la salud, de lo que piensan los demás de nosotros, de las ambiciones nobles, de los triunfos y los éxitos profesionales. Los cristianos deben poseer las cosas como si nada poseyesen (1 Corintios 7, 30). Nuestro corazón también para Dios, porque para Él ha sido hecho, y sólo en Él colmará sus ansias de felicidad y de infinito. Todos los amores limpios y nobles se ordenan y se alimentan en este gran Amor: Jesucristo Señor Nuestro. ¡Corazón dulcísimo de María, guarda nuestro corazón y prepárale un camino seguro!
Francisco Fernández Carvajal

Nuevo vídeo 

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"Juan Pablo II inolvidable"
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Pedidos de oración
Pedimos oración por la Santa Iglesia Católica; por el Papa Francisco, por el Papa Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas, catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones; por el triunfo del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado Corazón de María;  por la conversión de todos los pueblos; por la Paz en el mundo; por los cristianos perseguidos y martirizados en Medio Oriente, África, y en otros lugares; por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las enfermedades, el abandono, la carencia de afecto, la falta de trabajo, el hambre y la pobreza; por los niños con cáncer y otras enfermedades graves; por el drama de los refugiados del Mediterráneo; por los presos políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo; por las víctimas de catástrofes naturales; por la unión de las familias, la fidelidad de los matrimonios y por más inclinación de los jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas; y por las Benditas Almas del Purgatorio.

Pedimos oración para Carlos C. O., de Bogotá, Colombia, que espera el reconocimiento de su pensión jubilatoria, confiando desde ya en que se hará justicia.

Pedimos oración para Luz María A. A., de la ciudad de Neiva (Huila), Colombia, quien ha sufrido una recaída; le colocamos en las Santas Manos Sanadoras del Señor y pedimos que se haga su Voluntad, con la segura intercesión de Santa María, la Virgen Madre de Dios y nuestra.

Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia;
escucha las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén

Los cinco minutos de María
Marzo 16
Es emocionante leer la confianza y la amistad con la que algunos santos trataron a la Santísima Virgen; su devoción a la celestial Señora era tan íntima y tan sincera, que los llevó a penetrar en la intimidad del Corazón de María.
Nuestra devoción a la dulce Madre del cielo ha de romper los esquemas que nos impiden, o al menos dificultan, llegar a una relación íntima de amor y de trato con ella; nada puede interponerse entre el hijo y la madre, nada puede haber o suceder que el hijo de María la sienta como su Madre, la ame como tal y la trate como tal.
Se dijo que la madre es la mejor amiga de su hijo, que eso suceda y se dé entre la Virgen y nosotros.
Madre de Jesús, tú que eres también Madre de todos los redimidos, y la amiga entrañable de tus hijos, ayúdanos a cultivar la amistad y la fraternidad.
* P. Alfonso Milagro

Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-

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