PEQUEÑAS
SEMILLITAS
Año
12 - Número 3285 ~ Martes 28 de Febrero de 2017
Desde
la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
Quizás
las urgencias de la vida y las cosas mundanas nos han hecho descuidar la
oración y la vigilancia. Si esto es así, entonces ahora debemos aprovechar este
próximo tiempo de Cuaresma y dedicarnos más a la oración, a la conversión,
trabajando sobre nuestra alma para recuperar esas ansias de santidad, pues para
eso nos ha creado Dios, para que seamos santos.
Es
lógico que el demonio busque por todos los medios el tratar de adormecernos
para que no reaccionemos ante el mal que se extiende cada vez más. Por eso
tenemos que despertarnos y empuñar las armas de la penitencia y la oración,
acudiendo a los sacramentos, en especial la confesión y la comunión, y para
prepararnos concienzudamente a la batalla en la que estamos inmersos, y que si
no vigilamos podemos ser presas, también nosotros, del mal imperante.
Gracias
a Dios que la Iglesia, Maestra providente, nos presenta este próximo tiempo
cuaresmal para que sacudamos el sopor de nuestras almas y nos dispongamos a
combatir contra las fuerzas del mal, que también asechan nuestro interior. No
olvidemos que nuestra vida sobre la tierra es una prueba, y que de cómo
salgamos de esa prueba será nuestra eternidad.
No
dejemos pasar más tiempo en la inercia, y comencemos a luchar con las armas espirituales
que nos da el Cielo.
Sitio Santísima Virgen
¡Buenos días!
Con toda el alma
“Amarás
al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus
fuerzas. Graba en tu corazón estas palabras que yo te dicto hoy. Incúlcalas a
tus hijos, y háblales de ellas cuando estés en tu casa y cuando vayas de viaje,
al acostarte y al levantarte”. Este es el mandato más importante y así como fue
dado: “con toda el alma”. Lee ahora lo que sigue:
C. S. Lewis, novelista irlandés (1898-1963) en sus
“Cartas del diablo a su sobrino”, describe admirablemente esa tentación que
lleva al alma a regatear con Dios. «Háblale —aconseja el diablo veterano a su
inexperto sobrino— sobre la “moderación en todas las cosas”. Una vez que
consigas hacerle pensar a cualquiera que “la religión está muy bien, pero hasta
cierto punto”, podrás sentirte satisfecho acerca de su alma. Una religión
moderada es tan buena para nosotros como la falta absoluta de religión, y más
divertida.»
¿Te
das cuenta? En amar a Dios no debe haber moderación alguna, porque hay que
amarlo como él se merece, con toda el alma y con todas las fuerzas. Cuando
entibiamos nuestra relación con Dios, es tan malo como ignorarlo por completo.
“La medida de amar a Dios es amarlo sin medida”. ¿Estamos? No caigas en esa
sutil tentación del enemigo.
* Enviado por el P. Natalio
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
Texto del Evangelio:
En
aquel tiempo, Pedro se puso a decir a Jesús: «Ya lo ves, nosotros lo hemos
dejado todo y te hemos seguido». Jesús dijo: «Yo os aseguro: nadie que haya
dejado casa, hermanos, hermanas, madre, padre, hijos o hacienda por mí y por el
Evangelio, quedará sin recibir el ciento por uno: ahora en el presente, casas,
hermanos, hermanas, madres, hijos y hacienda, con persecuciones; y en el mundo
venidero, vida eterna. Pero muchos primeros serán últimos y los últimos,
primeros». (Mc
10,28-31)
Comentario:
Hoy,
como aquel amo que iba cada mañana a la plaza a buscar trabajadores para su
viña, el Señor busca discípulos, seguidores, amigos. Su llamada es universal.
¡Es una oferta fascinante! El Señor nos da confianza. Pero pone una condición
para ser discípulos, condición que nos puede desanimar: hay que dejar «casa,
hermanos, hermanas, madre, padre, hijos o hacienda por mí y por el Evangelio»
(Mc 10,29).
¿No
hay contrapartida? ¿No habrá recompensa? ¿Esto aportará algún beneficio? Pedro,
en nombre de los Apóstoles, recuerda al Maestro: «Nosotros lo hemos dejado todo
y te hemos seguido» (Mc 10,28), como queriendo decir: ¿qué sacaremos de todo
eso?
La
promesa del Señor es generosa: «El ciento por uno: ahora en el presente (...) y
en el mundo venidero, vida eterna» (Mc 10,30). Él no se deja ganar en
generosidad. Pero añade: «Con persecuciones». Jesús es realista y no quiere
engañar. Ser discípulo suyo, si lo somos de verdad, nos traerá dificultades,
problemas. Pero Jesús considera las persecuciones y las dificultades como un
premio, ya que nos ayudan a crecer, si las sabemos aceptar y vivir como una
ocasión de ganar en madurez y en responsabilidad. Todo aquello que es motivo de
sacrificio nos asemeja a Jesucristo que nos salva por su muerte en Cruz.
Siempre
estamos a tiempo para revisar nuestra vida y acercarnos más a Jesucristo. Estos
tiempos y todo tiempo nos permiten —por medio de la oración y de los
sacramentos— averiguar si entre los discípulos que Él busca estamos nosotros, y
veremos también cuál ha de ser nuestra respuesta a esta llamada. Al lado de
respuestas radicales (como la de los Apóstoles) hay otras. Para muchos, dejar
“casa, hermanos, hermanas, madre, padre...” significará dejar todo aquello que
nos impida vivir en profundidad la amistad con Jesucristo y, como consecuencia,
serle sus testigos ante el mundo. Y esto es urgente, ¿no te parece?
* Rev. D. Jordi SOTORRA i Garriga (Sabadell,
Barcelona, España)
Santoral Católico:
Beata Antonia de Florencia
Viuda y Religiosa
Nació
en Florencia el año 1401, de una familia de clase media, muy piadosa. Joven aún
contrajo matrimonio, del que tuvo un hijo; enviudó, se casó de nuevo y por
segunda vez quedó viuda. Cuando el hijo pudo valerse por sí mismo, ella ingresó
en el monasterio de Terciarias franciscanas fundado en Florencia por la beata
Angelina de Marsciano. Más tarde pasó como abadesa al monasterio de Foligno y
después al de L'Aquila, donde, asesorada por san Juan de Capistrano, que estaba
promoviendo la Observancia, fundó en 1447 el monasterio del Corpus Domini bajo
la Regla propia de santa Clara; del mismo fue abadesa hasta su muerte. Para sus
hermanas y para las jóvenes de su tiempo, fue modelo de austeridad y pobreza,
de oración y alabanza a Dios, de fortaleza y paciencia a la hora de afrontar
contrariedades y sufrir una penosa enfermedad. Murió en L'Aquila (Abruzzo,
Italia) el 29 de febrero de 1472. [En los años bisiestos, su memoria se celebra
el 29 de febrero]
© Directorio Franciscano
Palabras del Papa Francisco
«¿Cómo
estamos tratando al pueblo de Dios? Sueño con una Iglesia Madre y Pastora. Los
ministros de la Iglesia siempre tienen que ser misericordiosos, encargarse de
las personas, acompañarlas como el buen samaritano que lava, limpia, alivia a
su prójimo. Esto es Evangelio puro. Dios es más grande que el pecado. Las
reformas organizativas y estructurales son secundarias, es decir vienen
después. La primera reforma tiene que ser la de la actitud. Los ministros del
Evangelio deben ser personas capaces de calentar los corazones de las personas,
de adentrarse en la noche, en la oscuridad, sin perderse. El pueblo de Dios
quiere pastores y no funcionarios o clérigos de Estado. Los obispos,
particularmente, tienen que ser hombres capaces de apoyar con paciencia los
pasos de Dios en su pueblo para que nadie se quede atrás, pero también para
acompañar al rebaño que tiene el olfato para encontrar nuevos caminos».
Tema del día:
Tú también
puedes ser santo
Seguramente habrás oído
a alguien decir que todos los cristianos estamos llamados a ser santos y tal
vez no puedes imaginarte a ti mismo como estatua de yeso en el altar de una
Iglesia, rodeado de veladoras y reliquias. Tal vez te parezca ridículo pensar
que se fabriquen estampitas con tu fotografía, a la que le hayan sobrepuesto
una coronilla refulgente alrededor de la cabeza.
Sin embargo, ser santo
no tiene nada que ver con las estatuas y las estampitas. Ser santo es llegar al
cielo para estar con Dios y a eso es a lo que estás llamado desde que fuiste
concebido en el seno de tu madre.
Seguramente también
habrás oído a algún pesimista decir que este mundo no tiene remedio, que va
directo a la perdición. Pero esto no será cierto si tú no lo permites.
Es verdad que el
ambiente es difícil, que la Iglesia tiene muchos problemas, que hay muchísima
gente caminando por senderos equivocados, pero eso ha sucedido siempre.
Desde el principio de la
humanidad, han sido sólo unos cuantos los que han seguido a Dios y en ellos Él
ha puesto toda su confianza. Dios, el ser supremo, el omnipotente, el
omnipresente, siempre ha querido necesitar del hombre para salvar al hombre y
con unos cuantos que le han respondido ha podido lograr que la Iglesia
sobreviva, a pesar de todos los ataques que ha sufrido externa e internamente.
Dios llama a todos, pero
sólo unos cuantos le responden. Ésos son los santos: hombres y mujeres llenos
de debilidades y defectos que se han puesto a la disposición de Dios; que han
estado dispuestos a darle cinco panes y dos peces para que Él pueda dar de
comer a cinco mil hombres; que le han prestado una casa para que Él instaure la
Eucaristía; que han quitado piedras de los sepulcros para que Él resucite a los
muertos. Hombres y mujeres que se han animado a ser fermento, a ser sal, a ser
luz para iluminar a los demás.
El pertenecer a esos
pocos que escuchan y responden a Dios sólo depende de ti. Dios pide tu ayuda,
cuenta contigo para salvar a muchísimos hombres, pero sólo tú eres el encargado
de responderle positiva o negativamente.
Dios te llama a través
de lo diario, de lo cotidiano, de tus compañeros y maestros, de tus tareas, de
tus problemas, éxitos y fracasos. Todo lo que pasa a tu alrededor es un mensaje
divino que te llama a ser santo ahí donde Dios te ha puesto, en esa casa, en
esa escuela, en ese trabajo, con esos compañeros y esos hermanos para que los
transformes con tu luz.
¡Te conviene ser santo!
Sin duda, la santidad es el mejor negocio en el que puedes invertir, pues te
asegura la felicidad no sólo para unos cuantos años, no sólo para toda tu vida,
sino para toda la eternidad.
Jesús lo dijo a los
apóstoles en cierta ocasión: "No atesoréis bienes en la tierra, donde el
orín y la polilla los corroen y los ladrones los roban. Atesorad más bien
tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni orín, ni ladrones. Pues donde está
tu tesoro, ahí estará tu corazón." (Mt. 6, 19-21)
Formar un tesoro en la
tierra es muy complicado: requiere de tiempo, de grandes cálculos en las
inversiones, de muchas angustias e inseguridades: que si las tasas de interés
bajan; que si la moneda se devalúa; que si hubo un fraude en la empresa. Para
colmo, cuando por fin consigues tener los bienes materiales que tanto añorabas,
descubres que éstos se descomponen, se rompen, se pierden, se echan a perder o
se vuelven obsoletos.
En cambio, formar un
tesoro en el cielo es muy sencillo, pues no hay agentes externos que puedan
influir en él: tú eres el único que puede aumentarlo o disminuirlo. Hacer un
tesoro en el cielo es trabajar por ser santo y esto se consigue con buenos
pensamientos y buenas acciones. Todo lo que ganes con ellos durará para siempre
y nada ni nadie te lo podrá quitar, romper, perder o estropear.
Ser santo es aumentar
todos los días y a cada instante ese tesoro que tienes en el cielo. Ser santo
es tan sencillo como cumplir a la perfección con tus deberes ordinarios, en el
momento y en el lugar en que debes cumplirlos.
Por:
Lucrecia Rego de Planas | Fuente: Catholic.net
Meditación
Señor,
vengo a pedirte que entres en lo más íntimo de mi ser y te hagas presente con
tu poder sanador y con tu fuerza liberadora. A veces sufro inútilmente por
cosas que no comprendo; brotan en mí tristezas, angustias y sentimientos
negativos que no sé de dónde vienen.
Podría
disfrutar muchas cosas de la vida y hacer mucho bien, pero esos estados de
ánimo me perjudican. Yo no tengo poder para sanar ese mundo escondido dentro de
mí, pero tú tienes ese poder. Tú que me creaste de la nada y me regalaste la
vida, también puedes curarme. Sólo tú puedes llegar allí donde nadie puede
entrar. Por eso quiero permitirte que penetres en esas profundidades, que
penetres con tu fuerza de vida, paz y salud, y que sanes toda enfermedad
espiritual, toda raíz de tristeza, de angustia, de soledad, de temor.
Toca,
Señor, transforma, cicatriza, acaricia, libera. Realiza esa obra que sólo tú
puedes realizar. Confío en ti, Señor, y espero en ti. Amén.
P. Víctor Fernández
Pedidos de oración
Pedimos
oración por la Santa Iglesia Católica; por el Papa Francisco, por el Papa Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes,
diáconos, seminaristas, catequistas y todos los que componemos el cuerpo
místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como
Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por
las misiones; por el triunfo del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado
Corazón de María; por la conversión de
todos los pueblos; por la Paz en el mundo; por
los cristianos perseguidos y martirizados en Medio Oriente, África, y en otros
lugares; por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente
por las enfermedades, el abandono, la carencia de afecto, la falta de trabajo,
el hambre y la pobreza; por los niños con cáncer y otras enfermedades graves; por
el drama de los refugiados del Mediterráneo; por los presos políticos y la
falta de libertad en muchos países del mundo; por las víctimas de catástrofes
naturales; por la unión de las familias, la fidelidad de los matrimonios y por
más inclinación de los jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las
vocaciones sacerdotales y religiosas; y por las Benditas Almas del Purgatorio.
Pedimos oración para Ana Carolina R. A., de Argentina, que
ha sido operada de vesícula y cursa con algunas complicaciones, por lo que
rogamos a Jesús que la ayude a recuperarse por completo.
Pedimos oración por Ricardo R. B., de León, México, que tiene
16 años y desde su nacimiento sufre enfermedad de riñón, ha sido trasplantado
pero sigue con muchos problemas, por lo que rogamos al Señor que ya se acaben y
pueda vivir con mucha salud, y por Nelly
R., de México, de edad muy avanzada y estado de salud grave, para que el
Señor disponga lo mejor para ella y no sufra.
Pedimos oración por María del Pilar (Pili), que sufre
fuertes dolores por neuralgia del trigémino, para que pueda encontrar el
tratamiento médico más eficaz que le quite definitivamente esas dolencias. Que
la Santísima Virgen la acompañe en los momentos más difíciles y la ayude a
superarlos.
Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara
nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y
la paciencia;
escucha las plegarias que te dirigimos por nuestros
hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la
aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu
hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la
redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén
Los cinco minutos de María
Febrero 28
María
Santísima no pensó en sí misma sino en sus hijos, que somos nosotros, y por
nuestra salvación aceptó sus dolores y lo que era para ella más costoso y más
doloroso: aceptó la inmolación de su propio Hijo Jesús, para nuestra salvación.
Si
pensáramos un poco menos en nosotros mismos y un poco más en los otros, menos
en nuestras necesidades que en las necesidades de los que nos rodean, menos en
nuestros dolores y penas, en nuestros gustos y conveniencias que en lo que
vemos en nuestros prójimos, seríamos servidores de ellos y testigos del
Evangelio.
María, testigo de Jesucristo, alienta nuestro
compromiso para que también nosotros lleguemos a ser luz del mundo y sal de la
tierra.
* P. Alfonso Milagro
Jardinero de Dios
-el
más pequeñito de todos-
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