PEQUEÑAS
SEMILLITAS
Año
12 - Número 3309 ~ Viernes 24 de Marzo de 2017
Desde
la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
Ahora
que el centenario de las apariciones de la Virgen de Fátima -se conmemora en
mayo de 2017- está próximo, muchas señales indican que podría ser un año clave
en la historia del mundo.
Ahora
más que nunca, hay que escuchar el mensaje de Nuestra Señora de Fátima y "rezar el Rosario todos los días",
como la Virgen María pidió a los tres niños de Fátima.
Casi
todas las personas que conozco se sienten tensas debido a los acontecimientos
mundiales. Rusia, China, Europa, la política en Estados Unidos, que es como un
barril de pólvora a punto de explotar (...). Nuestra Señora dijo que el Rosario
es un arma poderosa para la paz en el mundo. "Rezad el Rosario todos los días en honor de Nuestra Señora del
Rosario por la paz en el mundo..."
Es
una oración tan poderosa que cambió el curso de la historia en varias
ocasiones. También puede cambiar el curso de nuestras vidas. Si deseamos
recibir la gracia de la conversión y la santidad, debemos rezar el Rosario.
¡Buenos días!
Los dones de Dios
La
Cuaresma es un regalo anual de Dios, para que: hagamos un alto en el camino de
la vida y verifiquemos si andamos en la dirección correcta, purifiquemos
nuestra conciencia y renovemos nuestra fidelidad a la alianza bautismal. Así,
con la mirada en el proyecto de felicidad y santidad que el Señor pensó para
nosotros, retornemos a lo más puro de nuestra identidad cristiana: a nuestra
condición de hijos de Dios y hermanos de todos los hombres.
“¡Queridos hijos! En este tiempo cuaresmal de gracia,
los invito a abrir sus corazones a los dones que Dios desea darles. No se
cierren: con la oración y la renuncia digan sí a Dios y él les dará en
abundancia. Así como en la primavera la tierra se abre a la semilla y da el
ciento por uno, así también el Padre Celestial les dará en abundancia. Hijitos,
yo estoy con ustedes y los amo con amor tierno. ¡Gracias por haber respondido a
mi llamado!”
¿Cuál
es el camino concreto de Cuaresma? El diálogo personal con Dios mediante la
oración, la lectura y meditación de la Palabra de Dios, el ayuno corporal, el
control de los vicios, frivolidades y gastos superfluos, una mayor generosidad
en compartir lo que tenemos, el visitar a los enfermos y a los que están solos,
el socorrer a los que sufren a nuestro alrededor, etc. Estas semillas de buena
voluntad el Señor te las retribuirá con abundancia.
* Enviado por el P. Natalio
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
Texto del Evangelio:
En
aquel tiempo, uno de los maestros de la Ley se acercó a Jesús y le hizo esta
pregunta: «¿Cuál es el primero de todos los mandamientos?». Jesús le contestó:
«El primero es: ‘Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es el único Señor, y
amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu
mente y con todas tus fuerzas’. El segundo es: ‘Amarás a tu prójimo como a ti
mismo’. No existe otro mandamiento mayor que éstos».
Le
dijo el escriba: «Muy bien, Maestro; tienes razón al decir que Él es único y
que no hay otro fuera de Él, y amarle con todo el corazón, con toda la
inteligencia y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a si mismo vale
más que todos los holocaustos y sacrificios». Y Jesús, viendo que le había
contestado con sensatez, le dijo: «No estás lejos del Reino de Dios». Y nadie
más se atrevía ya a hacerle preguntas. (Mc 12,28b-34)
Comentario:
Hoy,
la liturgia cuaresmal nos presenta el amor como la raíz más profunda de la
autocomunicación de Dios: «El alma no puede vivir sin amor, siempre quiere amar
alguna cosa, porque está hecha de amor, que yo por amor la creé» (Santa
Catalina de Siena). Dios es amor todopoderoso, amor hasta el extremo, amor crucificado:
«Es en la cruz donde puede contemplarse esta verdad» (Benedicto XVI). Este
Evangelio no es sólo una autorrevelación de cómo Dios mismo —en su Hijo— quiere
ser amado. Con un mandamiento del Deuteronomio: «Ama al Señor, tu Dios» (Dt
6,5) y otro del Levítico: «Ama a los otros» (Lev 19,18), Jesús lleva a término
la plenitud de la Ley. Él ama al Padre como Dios verdadero nacido del Dios
verdadero y, como Verbo hecho hombre, crea la nueva Humanidad de los hijos de
Dios, hermanos que se aman con el amor del Hijo.
La
llamada de Jesús a la comunión y a la misión pide una participación en su misma
naturaleza, es una intimidad en la que hay que introducirse. Jesús no
reivindica nunca ser la meta de nuestra oración y amor. Da gracias al Padre y
vive continuamente en su presencia. El misterio de Cristo atrae hacia el amor a
Dios —invisible e inaccesible— mientras que, a la vez, es camino para
reconocer, verdad en el amor y vida para el hermano visible y presente. Lo más
valioso no son las ofrendas quemadas en el altar, sino Cristo que quema como
único sacrificio y ofrenda para que seamos en Él un solo altar, un solo amor.
Esta
unificación de conocimiento y de amor tejida por el Espíritu Santo permite que
Dios ame en nosotros y utilice todas nuestras capacidades, y a nosotros nos
concede poder amar como Cristo, con su mismo amor filial y fraterno. Lo que
Dios ha unido en el amor, el hombre no lo puede separar. Ésta es la grandeza de
quien se somete al Reino de Dios: el amor a uno mismo ya no es obstáculo sino
éxtasis para amar al único Dios y a una multitud de hermanos.
* Rev. D. Pere MONTAGUT i Piquet (Barcelona, España)
Santoral Católico:
Santa Catalina de Suecia
Virgen
Nació
en Suecia el año 1331, hija de la mística y fundadora santa Brígida de Suecia.
Muy joven fue dada en matrimonio al noble Edgar Lydersson; ambos esposos
acordaron vivir consagrados al Señor y en continencia. A los 19 años marchó a
Roma y compartió allí con su madre una intensa vida religiosa; también la
acompañó en su peregrinación a Tierra Santa. Cuando falleció Brígida, Catalina
trasladó sus restos a Suecia y los depositó en el monasterio de Vadstena, de la
Orden del Santísimo Salvador fundada por la madre, en el que Catalina misma
ingresó al quedar viuda. En 1380 la eligieron abadesa y en 1381 murió.
© Directorio Franciscano
Pensamiento del día
"No dejes que te acusen ni cuestionen por tu
pasado.
A Dios no le importa.
A Él sólo le interesa lo que haces con tu vida
en el
presente y lo que pienses hacer en el futuro”
Tema del día:
Jesús, la mejor opción
La
Escritura habla constantemente de la presencia de Dios como el único, como el
primero en el corazón del pueblo de Israel, y usa la imagen del escuchar, del
oír para indicar precisamente esta relación entre Dios y su pueblo.
Cuando
a Jesús le preguntan ¿cuál es el primero de todos los mandamientos?, para
responder Jesús emplea las palabras de una oración que los israelitas rezan
todas las mañanas: "Escucha Israel: El Señor nuestro Dios es el único
Señor, no tendrás otro Dios delante de ti".
Dentro
del camino de la Cuaresma -que es el camino de conversión del corazón-, la
escucha, el llegar a oír, el ser capaces de recibir la Palabra de Dios en el
corazón es un elemento fundamental que se mezcla en nuestro interior con el
elemento central del juicio, que es nuestra conciencia.
El
profeta Oseas decía: "Ya no tendré más ídolos en mí". Es necesario
aprender a no tener más ídolos en nosotros; hacer que nuestra conciencia se vea
plena y solamente iluminada por Dios nuestro Señor, que ningún otro ídolo
marque el camino de nuestra conciencia. Podría ser que en nuestra vida, en ese
camino de aprendizaje personal, no tomásemos como criterio de comportamiento a
Dios nuestro Señor, sino como dirá el Profeta Oseas: "a las obras de
nuestras manos". Y Dios dice: "No vuelvas a llamar Dios tuyo a las
obras de tus manos; no vuelvas a hacer que tu Dios sean las obras de tus
manos". Abre tu conciencia, abre tu corazón a ese Dios que se convierte en
tu alma en el único Señor.
Sin
embargo, cada vez que entramos en nosotros mismos, cada vez que tenemos que
tomar decisiones de tipo moral en nuestra vida, cada vez que tenemos que
ilustrar nuestra existencia, nos encontramos como «dios nuestro» a la obras de
nuestras manos: a nuestro juicio y a nuestro criterio. Cuántas veces no hacemos
de nuestro criterio la única luz que ilumina nuestro comportamiento, y aunque
sabemos que es posible que Dios piense de una forma diferente, continuamos
actuando con las obras de nuestras manos como si fueran Dios, continuamos
teniendo ídolos dentro de nuestro corazón.
La
Cuaresma es este camino de preparación hacia el encuentro con Jesucristo
nuestro Señor resucitado, que, vencedor del pecado y de la muerte, se nos
presenta como el único Señor de nuestro corazón. La preparación cuaresmal nos
tiene que llevar a hacer de nuestra conciencia un campo abierto, sometido,
totalmente puesto a la luz de Dios.
A
veces nuestras decisiones nos llevan por otros caminos, ¿qué podemos hacer para
que nuestra conciencia realmente sea y se encuentre sólo con Dios en el propio
interior? Recordemos el ejemplo tan sencillo de una cultura de tipo agrícola
que nos da la Escritura: "Volverán a vivir bajo mi sombra". Dios como
la sombra que en los momentos de calor da serenidad, da paz, da sosiego al
alma. Dios como el árbol a cuya sombra tenemos que vivir.
Tenemos
que darnos cuenta de que esta ruptura interior, que se produce con todos los
ídolos, con todas las obras de nuestras manos, con todos los criterios
prefabricados, con todos los criterios que nosotros hemos construido para
nuestra conveniencia personal, acaban chocando con el salmo: "Yo soy tu
Dios, escúchame". Él es nuestro Dios, ¿escuchamos a nuestro Dios? ¿Hasta
qué punto realmente somos capaces de escuchar y no simplemente de oír? ¿Hasta
qué punto hacemos de la palabra de Dios algo que se acoge en nuestro corazón,
algo que se recibe en nuestro corazón? Nunca olvidemos que de la escucha se
pasa al amor y de la acogida se pasa a la identificación.
Éste
es el camino que tenemos que llevar si queremos estar viviendo según el primero
de los mandamientos y si queremos escuchar de los labios de Jesús las palabras
que le dice al escriba: "No estás lejos del reino de Dios". Solamente
cuando el hombre y la mujer son capaces de hacer de la palabra de Dios en su
corazón la única luz, y cuando hacer la única luz se concreta a una escucha, a
un amor identificado con nuestro Señor, es cuando realmente nuestra vida
empieza a encontrarse próxima al reino de Dios. Mientras nosotros sigamos
teniendo los ídolos de nuestras manos dentro del corazón, estaremos alejados
del reino de Dios, aunque nosotros pensemos que estamos cerca.
En
nuestra conciencia la voz de Dios tiene que ser la luz auténtica que nos acerca
a su Reino. Siempre que recibamos la Eucaristía, no nos quedemos simplemente
con el hermoso sentimiento de: "¡qué cerca estás de mí, Señor!".
Busquemos, pidamos que la Eucaristía se convierta en nuestro corazón en la luz
que va transformando, que va rompiendo, que va separando del alma los ídolos, y
que va haciendo de Dios el único criterio de juicio de nuestros
comportamientos.
Solamente
así podremos escuchar en nuestro corazón esas palabras tan prometedoras del
profeta Oseas "Seré para Israel como el rocío; mi pueblo florecerá como el
lirio, hundirá profundamente sus raíces. Como el álamo y sus renuevos se
propagarán; su esplendor será como el del olivo y tendrá la fragancia de los
cedros del Líbano. Volverán a vivir bajo mi sombra." Que la luz de Dios
nuestro Señor sea la sombra a la cual toda nuestra vida crece, en la cual toda
nuestra vida se realiza en plenitud.
© P. Cipriano Sánchez LC
Cuaresma día a día
El amor de Dios
I.
Dios nos hace saber de muchas maneras que nos ama, que nunca se olvida de
nosotros, pues nos lleva escritos en su mano para tenernos siempre a la vista
(Isaías 49, 15-17). Jamás podremos imaginar lo que Dios nos ama: nos redimió
con su Muerte en la Cruz, habita en nuestra alma en gracia, se comunica con
nosotros en lo más íntimo de nuestro corazón, durante estos ratos de oración y
en cualquier momento del día. Cuando contemplamos al Señor en cada una de las
escenas del Vía Crucis es fácil que desde el corazón se nos venga a los labios
el decir: “¿Saber que me quieres tanto, Dios mío, y... no me he vuelto loco?”
II.
Dios nos ama con amor personal e individual. Jamás ha dejado de amarnos, ni
siquiera en los momentos de mayor ingratitud por nuestra parte o cuando
cometimos los pecados más graves. Su atención ha sido constante en todas las
circunstancias y sucesos, y está siempre junto a nosotros: Yo estaré con
vosotros siempre hasta la consumación del mundo (Mateo 28, 20), hasta el último
instante de nuestra vida. ¡Tantas veces se ha hecho el encontradizo! En la alegría
y en el dolor. Como muestra de amor nos dejó los sacramentos, “canales de la
misericordia divina”. Nos perdona en la Confesión y se nos da en la Sagrada
Eucaristía. Nos ha dado a su Madre por Madre nuestra. También nos ha dado un
Ángel para que nos proteja. Y Él nos espera en el Cielo donde tendremos una
felicidad sin límites y sin término. Pero amor con amor se paga. Y decimos con
Francisca Javiera: “Mil vidas si las tuviera daría por poseerte, y mil... y
mil... más yo diera... por amarte si pudiera... con ese amor puro y fuerte con
que Tú siendo quien eres... nos amas continuamente” (Decenario al Espíritu
Santo).
III.
Dios espera de cada hombre una respuesta sin condiciones a su amor por
nosotros. Nuestro amor a Dios se muestra en las mil incidencias de cada día:
amamos a Dios a través del trabajo bien hecho, de la vida familiar, de las
relaciones sociales, del descanso... Todo se puede convertir en obras de amor.
Cuando correspondemos al amor a Dios los obstáculos se vencen; y al contrario,
sin amor hasta las más pequeñas dificultades parecen insuperables. El amor a
Dios ha de ser supremo y absoluto. Dentro de este amor caben todos los amores
nobles y limpios de la tierra, según la peculiar vocación recibida, y cada uno
en su orden. La señal externa de nuestra unión con Dios es el modo como vivimos
la caridad con quienes están junto a nosotros. Pidámosle hoy a la Virgen que
nos enseñe a corresponder al amor de su Hijo, y que sepamos también amar con
obras a sus hijos, nuestros hermanos.
Francisco Fernández Carvajal
Vía Crucis
Hoy
viernes, invito a los lectores a rezar el Vía Crucis como oración eficaz de
preparación en esta Cuaresma.
El
Vía Crucis es la meditación de los momentos y sufrimientos vividos por Jesús
desde que fue hecho prisionero hasta su muerte en la cruz y posterior
resurrección. Literalmente, “vía crucis” significa "camino de la
cruz". Al rezarlo, recordamos con amor y agradecimiento lo mucho que Jesús
sufrió por salvarnos del pecado durante su pasión y muerte. Dicho camino se
representa mediante 15 imágenes de la Pasión que se llaman
"estaciones". Te animarás a cargar con las cruces de cada día, si
recuerdas con frecuencia las estaciones o pasos de Jesús hasta el Calvario.
Puedes
conocer más detalles y rezarlo si entras en la página del Web Católico de
Javier haciendo clic acá
Los cinco minutos de María
Marzo 24
Cuando
el Espíritu Santo desciende sobre los apóstoles el día de Pentecostés, los
encuentra arracimados en torno de María; todos ellos con María eran el racimo,
unido y compenetrado por Dios para salvarlo; eran la espiga integrada por todos
aquellos granos destinados a formar la hostia de la Eucaristía.
María
era el elemento de cohesión, la que apretaba los granos e impedía su
disgregación. Hoy como ayer ¿María sigue siendo elemento de unión? No te alejes
de ella y no te alejarás de tus hermanos, seguirás formando ese racimo y esa
espiga en que hallarás tu salvación.
Madre, protégenos de planear sin realizar, de hablar
sin vivir, de rezar sin orar.
* P. Alfonso Milagro
Jardinero de Dios
-el
más pequeñito de todos-
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