PEQUEÑAS
SEMILLITAS
Año
12 - Número 3310 ~ Sábado 25 de Marzo de 2017
Desde
la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
La
Solemnidad de la Anunciación
coincide en muchos países del mundo con el Día
del Niño por Nacer, que se celebra cada 25 de marzo y que busca conmemorar,
promover y defender la vida humana desde que ha sido concebida en el vientre de
la madre.
Argentina
fue el primer país del mundo en declarar el Día del Niño por Nacer. Por decreto número 1406/98, del 7 de
diciembre de 1998, se expresó la conveniencia de fijar el 25 de marzo de cada
año para celebrar este acontecimiento.
Desde
ciertos sectores y organizaciones, se viene promoviendo la interrupción del
embarazo como modo de fortalecer los “derechos de la mujer”. Pero eso es, lisa
y llanamente, defender el aborto, atentar contra una nueva vida en gestación,
que es vida desde el instante mismo
de la concepción.
Siendo
la vida el mayor de los derechos del hombre, tiene un valor inviolable y una
dignidad irrepetible. Sin vida, no hay derechos humanos; sin ellos, no hay
libertad. El derecho de la vida no es una cuestión de ideología ni de religión,
sino una consecuencia lógica de la naturaleza humana.
Por
todo eso no es casual que hoy, día de la Anunciación del ángel a María y la
Encarnación de Jesús en su seno virginal, celebremos también el Día del Niño
por Nacer.
¡Buenos días!
Oración breve y poderosa
Es
acertado buscar entre tantas cosas lo que es esencial: aquello sin lo que no
puedes vivir. Esto es verdad también en la oración. Selecciona algunas
oraciones breves y poderosas para entrar enseguida en contacto con Dios, porque
expresan lo que en verdad sientes. En la anécdota de hoy verás una oración
poderosa.
Una llamada urgente de un hospital interrumpió mi
desayuno. Uno de mis fieles estaba agonizando. En pocos minutos estaba ya al
lado de su lecho de muerte. Tomé sus manos frías y sudorosas y me incliné a
decirle al oído: “Juan, el Padre Alberto, tu párroco. Vine para rezar por ti y
contigo". Con dificultad abrió los ojos y apenas pudo balbucir:
"¡Hola, Padre!". El tiempo urgía y le dije "Reza conmigo,
Juan". No había tiempo para ninguna oración larga, ni siquiera un acto de
contrición. Tenía que encontrar una oración breve, poderosa, que Juan pronunciara antes de morir. Movido
interiormente exclamé: "Jesús mío, te amo". Juan, con un último
esfuerzo, repitió palabra por palabra: "Je-sús mí-o, te a-mo". Con
esta palabra "amo" cerró sus labios Juan había guardado su último
aliento para hacer este hermoso acto de
amor.
He
ahí algo importante: amar a Jesús, el Hijo de Dios, que es un solo Dios con el
Padre y el Espíritu Santo. El amor es esencial en nuestra relación con Dios. Es
el primer mandamiento. Quien ama a Dios, lo escucha, quiere serle fiel y
servirlo con generosidad, lo complace en todo. ¿Nos encontramos de nuevo
mañana? Gracias.
* Enviado por el P. Natalio
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
Texto del Evangelio:
Al
sexto mes fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea,
llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa
de David; el nombre de la virgen era María. Y entrando, le dijo: «Alégrate,
llena de gracia, el Señor está contigo». Ella se conturbó por estas palabras, y
discurría qué significaría aquel saludo. El ángel le dijo: «No temas, María,
porque has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir en el seno y vas a
dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. Él será grande y será
llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre;
reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin».
María
respondió al ángel: «¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?». El ángel
le respondió: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te
cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado
Hijo de Dios. Mira, también Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su
vejez, y este es ya el sexto mes de aquella que llamaban estéril, porque
ninguna cosa es imposible para Dios». Dijo María: «He aquí la esclava del
Señor; hágase en mí según tu palabra». Y el ángel dejándola se fue. (Lc 1,26-38)
Comentario:
Hoy,
en el «alégrate, llena de gracia» (Lc 1,28) oímos por primera vez el nombre de
la Madre de Dios: María (segunda frase del arcángel Gabriel). Ella tiene la
plenitud de la gracia y de los dones. Se llama así: "keharitoméne",
«llena de gracia» (saludo del Ángel).
Quizás
con 15 años y sola, María tiene que dar una respuesta que cambiará la historia
entera de la humanidad. San Bernardo suplicaba: «Se te ofrece el precio de
nuestra Redención. Seremos liberados inmediatamente, si tú dices sí. Todo el
orbe está a tus pies esperando tu respuesta. Di tu palabra y engendra la
Palabra Eterna». Dios espera una respuesta libre, y "La llena de
gracia", representando a todos los necesitados de Redención, responde:
"génoitó", hágase! Desde hoy ha quedado María libremente unida a la
Obra de su Hijo, hoy comienza su Mediación. Desde hoy es Madre de los que son
uno en Cristo (cf. Gal 3,28).
Benedicto
XVI decía en un interview: «[Quisiera] despertar el ánimo de atreverse a
decisiones para siempre: sólo ellas posibilitan crecer e ir adelante, lo grande
en la vida; no destruyen la libertad, sino que posibilitan la orientación
correcta. Tomar este riesgo —el salto a lo decisivo— y con ello aceptar la vida
por entero, esto es lo que desearía trasmitir». María: ¡he aquí un ejemplo!
Tampoco
San José queda al margen de los planes de Dios: él tiene que aceptar recibir a
su esposa y dar nombre al Niño (cf. Mt 1,20s): Jesua, "el Señor
salva". Y lo hace. ¡Otro ejemplo!
La
Anunciación revela también a la Trinidad: el Padre envía al Hijo, encarnado por
obra del Espíritu Santo. Y la lglesia canta: «La Palabra Eterna toma hoy carne
por nosotros». Su obra redentora —Navidad, Viernes Santo, Pascua— está presente
en esta semilla. Él es Emmanuel, «Dios con nosotros» (Is 7,15). ¡Alégrate
humanidad!
Las
fiestas de San José y de la Anunciación nos prepararan admirablemente para
celebrar los Misterios Pascuales.
* Dr. Johannes VILAR (Köln, Alemania)
Santoral Católico:
La Anunciación del Señor
Solemnidad Litúrgica
Esta
gran fiesta conjunta de Cristo y de la Virgen tomó su nombre de la buena nueva
anunciada por el arcángel Gabriel a la Santísima Virgen María, referente a la
Encarnación del Hijo de Dios. Era el propósito divino dar al mundo un Salvador,
al pecador una víctima de propiciación, al virtuoso un modelo, a esta doncella
-que debía permanecer virgen- un Hijo y al Hijo de Dios una nueva naturaleza
humana capaz de sufrir el dolor y la muerte, afín de que El pudiera satisfacer
la justicia de Dios por nuestras transgresiones.
El
mundo no iba a tener un Salvador hasta que Ella hubiese dado su consentimiento
a la propuesta del ángel. Lo dio y he aquí el poder y la eficacia de su “fíat”
(“hágase”). En ese momento, el misterio de amor y misericordia prometido al
género humano miles de años atrás, predicho por tantos profetas, deseado por
tantos santos, se realizó sobre la tierra. En ese instante el alma de
Jesucristo producida de la nada empezó a gozar de Dios y a conocer todas las
cosas, pasadas, presentes y futuras; en ese momento Dios comenzó a tener un
adorador infinito y el mundo un mediador omnipotente y, para la realización de
este gran misterio, solamente María es acogida para cooperar con su libre
consentimiento.
La
Encarnación del Hijo del eterno Padre en el seno de la Virgen por obra del
Espíritu Santo. El Verbo se hace hijo de María y ésta se convierte en Madre de
Dios. San Lucas refiere que el ángel Gabriel, enviado por Dios a la Virgen
María, se le presentó en Nazaret y le dijo: «Alégrate, llena de gracia, el
Señor está contigo». Ella se conturbó, pero al ángel añadió: «No temas, María,
porque has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir y a dar a luz un
hijo, a quien pondrás por nombre Jesús, que será llamado Hijo del Altísimo».
María aclaró que no conocía varón, y el ángel le respondió: «El Espíritu Santo
vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el
que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios». Entonces María dijo:
«He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra». San Juan cierra
así la escena: «Y la Palabra se hizo carne, y acampó entre nosotros».
Oración: Señor, tú has querido que la Palabra se
encarnase en el seno de la Virgen María; concédenos, en tu bondad, que cuantos
confesamos a nuestro Redentor, como Dios y como hombre verdadero, lleguemos a
hacernos semejantes a él en su naturaleza divina. Por Jesucristo, nuestro
Señor. Amén.
© Directorio Franciscano / Aciprensa
Pensamiento del Santo Padre Pío
"Recuerda
que la madre, al principio,
enseña
a andar su hijo sosteniéndolo,
pero
que éstos muy pronto deben caminar ellos solos;
de
igual modo, tú debes razonar con tu cabeza
¡Seamos
muy agradecidos a Nuestra Señora,
ya
que ella nos ha dado Jesús!"
Historias:
La pesca
Tenía
once años e iba a pescar cada vez que podía, desde el muelle de la cabaña de su
familia ubicada en una isla en medio de un lago de Nueva Hampshire.
Un
día antes de que se abriera la temporada del róbalo, él y su padre fueron a
pescar al caer la noche, atrapando molas y perchas con gusanos. Luego puso una
pequeña mosca plateada y practicó el lanzamiento. El anzuelo golpeaba el agua y
hacía pequeñas olas de colores bajo el sol del crepúsculo, luego olitas
plateadas cuando la luna se elevó sobre el lago.
Cuando
su caña se dobló, supo que había algo enorme en el otro extremo. El padre
observaba con admiración cómo el niño arrastraba con habilidad al pez a lo
largo del muelle.
Por
fin, rápidamente levantó del agua al agotado pez. Era el más grande que jamás
había visto, pero era un róbalo. El niño y su padre miraron el hermoso pez, con
las agallas moviéndose a la luz de la luna. El padre encendió un fósforo y miró
su reloj. Eran las diez de la noche, dos horas antes de que se abriera la
temporada. Miró el pez y luego al niño.
Tendrás
que devolverlo, hijo- dijo.
¡Papá!-
gritó el chico.
Habrá
otros peces- dijo su padre.
No
tan grandes como éste- gritó el chico.
Miró
el lago. No se veía ningún pescador ni botes bajo la luna. Volvió a mirar a su
padre. Aunque nadie los había visto, ni nadie podía saber a qué hora había
pescado el pez, el chico advirtió por la firmeza de su padre que la decisión no
era negociable.
Lentamente
sacó el anzuelo de la boca del enorme róbalo y lo devolvió a las negras
aguas. El pez movió su poderoso cuerpo y
desapareció. El niño sospechaba que nunca volvería a ver un pez tan grande.
Eso
ocurrió hace treinta y cuatro años. En la actualidad el niño es un exitoso
arquitecto de Nueva York. La cabaña de su padre está siempre en la isla en la
mitad del lago. Lleva a su propio hijo y a sus hijas a pescar desde el mismo
muelle. Y tenía razón. Nunca volvió a pescar un pez tan magnífico como el que
atrapó esa noche de tantos años atrás. Pero ve ese mismo pez cada vez que se
enfrenta con el tema de la ética. Pues, como su padre se lo enseñó, la ética es
un simple asunto de bien o mal. Sólo la
práctica de la ética es lo difícil.
¿Hacemos
el bien cuando nadie nos mira?
¿Nos
negamos a hacer las cosas de cualquier manera para entregar el plano a tiempo?
¿O
nos negamos a comprar acciones basándonos en información que sabemos que no
deberíamos tener? No lo haríamos si nos hubieran enseñado a devolver el pez
al agua cuando éramos chicos. La decisión de hacer el bien vive fresca y
fragante en nuestra memoria.
* Enviado por Pili
* Enviado por Pili
Cuaresma día a día
El fariseo y el publicano
I.
El Señor se conmueve y derrocha sus gracias ante un corazón humilde. La
soberbia es el mayor obstáculo que el hombre pone a la gracia divina. Y es el
vicio capital más peligroso: se insinúa y tiende a infiltrarse hasta en las
buenas obras, haciéndoles perder su condición y su mérito sobrenatural; su raíz
está en lo más profundo del hombre (en el amor propio desordenado), y nada tan
difícil de desarraigar e incluso de llegar a reconocer con claridad. <“A mí
mismo, con la admiración que me debo”. –Esto escribió en la primera página de
un libro. Y lo mismo podrían estampar muchos otros pobrecitos, en la última
hoja de su vida. ¡Qué pena, si tú y yo vivimos o terminamos así!– Vamos a hacer
un examen serio”>. Pedimos al Señor que no nos deje caer en ese estado, e
imploramos cada día la virtud de la humildad.
II.
El Señor recomendará a sus discípulos: No hagáis como los fariseos. Todas sus
obras las hacen para ser vistos por los hombres (Mateo 23, 5). Para ser
humildes no podemos olvidar jamás que quien presencia nuestra vida y nuestras
obras es el Señor, a quien hemos de procurar agradar en cada momento. La
soberbia tiene manifestaciones en todos los aspectos de la vida: nos hace
susceptibles e impacientes, injustos en nuestros juicios y en nuestras
palabras. Se deleita en hablar de las propias acciones, luces, dificultades y
sufrimientos. Inclina a compararse y creerse mejor que los demás y a negarles
las buenas cualidades. Hace que nos sintamos ofendidos cuando somos humillados,
o no nos obsequian como esperábamos. Nosotros, con la gracia de Dios, hemos de
alejarnos de la oración del fariseo que se complacía en sí mismo, y repetir la oración
del publicano: Dios mío, ten misericordia de mí, que soy un pecador.
III.
Nuestra oración debe ser como la del publicano (Lucas 18, 9-14): humilde,
atenta, confiada, Procurando que no sea un monólogo en el que nos damos vueltas
a nosotros mismos, a las virtudes que creemos poseer. La humildad es el
fundamento de toda nuestra relación con Dios y con los demás. Es la primera
piedra de este edificio que es nuestra vida interior. La ayuda de la Virgen
Santísima es nuestra mejor garantía para ir adelante en esta virtud. Cuando
contemplamos su humilde ejemplo, podemos acabar nuestra oración con esta
petición: “Señor, quita la soberbia de mi vida; quebranta mi amor propio, este
querer afirmarme yo e imponerme a los demás. Haz que el fundamento de mi personalidad
sea la identificación contigo” (San Josemaría Escrivá, Es Cristo que pasa).
Francisco Fernández Carvajal
Nuevo artículo
Hay
nuevo material publicado en el blog
"Juan Pablo II inolvidable"
sobre
la Anunciación
Puedes
acceder en la dirección:
"Pequeñas Semillitas" por e-mail
Si
lo deseas puedes recibir todos los días "Pequeñas
Semillitas" por correo, más el agregado de un powerpoint. Las suscripciones
son totalmente gratis y solo tienes que solicitarlas escribiendo a Rocío (moderadora del grupo) a: peque.semillitas.3@gmail.com con el título:
“Suscripción a Pequeñas Semillitas”.
Si
ya estás suscripto y quieres cancelar tu suscripción debes escribir a la misma
dirección con el título: “Baja”.
También
te invito a que compartas las "Pequeñas
Semillitas" que recibes por correo electrónico reenviándolas a tus
contactos, y de ese modo tú también estarás sembrando en el mundo la alegría
del Evangelio.
Pedidos de oración
Pedimos
oración por la Santa Iglesia Católica; por el Papa Francisco, por el Papa Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes,
diáconos, seminaristas, catequistas y todos los que componemos el cuerpo
místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como
Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por
las misiones; por el triunfo del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado
Corazón de María; por la conversión de
todos los pueblos; por la Paz en el mundo; por
los cristianos perseguidos y martirizados en Medio Oriente, África, y en otros
lugares; por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos
especialmente por las enfermedades, el abandono, la carencia de afecto, la
falta de trabajo, el hambre y la pobreza; por los niños con cáncer y otras
enfermedades graves; por el drama de los refugiados del Mediterráneo; por los
presos políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo; por las
víctimas de catástrofes naturales; por la unión de las familias, la fidelidad
de los matrimonios y por más inclinación de los jóvenes hacia este sacramento;
por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas; y por las Benditas
Almas del Purgatorio.
Pedimos
oración para las siguientes personas de México: Cristina L. F., que será intervenida para destapar un catéter; Víctor Miguel M. C., por mejoras en su
trabajo; Martha A. T., para que la
presión arterial se le estabilice lo antes posible. Que el Señor les conceda
las gracias que están solicitando.
Pedimos
oración para las siguientes personas de Colombia: Carlos C. O., para que los trámites de su Pensión de Jubilación
Gracia terminen pronto con todo éxito; y por la recuperación de María Edilma T., por quien hemos orado
en otras ocasiones y que ahora, luego de haber superado una histerectomía, y de
habérsele extirpado un pequeño tumor en el estómago, se le ha diagnosticado una
hepatitis tóxica. Que Jesús les conceda lo que están pidiendo.
Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara
nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y
la paciencia;
escucha las plegarias que te dirigimos por nuestros
hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la
aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu
hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la
redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén
Los cinco minutos de María
Marzo 25
El
Niño Jesús seguramente tropezaría y caería en tierra como cualquier chico del
mundo al aprender a dar sus primeros pasos. María seguramente acudiría
presurosa a levantarlo y luego lo llevaría de su mano para sostenerlo y
guiarlo.
Del
mismo modo, cuando María ve que sus hijos caemos en pecado, más por debilidad
que por mala voluntad, también acude pronto a socorrernos.
Si
quisiéramos andar por el camino del Señor, vamos tomados de la mano de María,
apoyados en ella, guiados por su espíritu, alentados por su amor, animados por
su mirada, sostenidos por su compañía, pacificados por su ternura.
Madre, implora el perdón para las madres que
rechazaron a sus niños antes de mirarlos a los ojos.
* P. Alfonso Milagro
Jardinero de Dios
-el
más pequeñito de todos-
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¡Gracias por participar comentando! Por favor, no te olvides de incluir tu nombre y ciudad de residencia al finalizar tu comentario dentro del cuadro donde escribes.