domingo, 5 de marzo de 2017

Pequeñas Semillitas 3290

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 12 - Número 3290 ~ Domingo 5 de Marzo de 2017
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
La escena de “las tentaciones de Jesús” es un relato que no hemos de interpretar ligeramente. Las tentaciones que se nos describen no son propiamente de orden moral. El relato nos está advirtiendo de que podemos arruinar nuestra vida, si nos desviamos del camino que sigue Jesús.
¿No estamos viendo que una sociedad que arrastra a las personas hacia el consumismo sin límites y hacia la autosatisfacción, no hace sino generar vacío y sinsentido en las personas, y egoísmo, insolidaridad e irresponsabilidad en la convivencia?
¿Por qué nos estremecemos de que vaya aumentando de manera trágica el número de personas que se suicidan cada día? ¿Por qué seguimos encerrados en nuestro falso bienestar, levantando barreras cada vez más inhumanas para que los hambrientos no entren en nuestros países, no lleguen hasta nuestras residencias ni llamen a nuestra puerta?
La llamada de Jesús nos puede ayudar a tomar más conciencia de que no sólo de bienestar vive el hombre. El ser humano necesita también cultivar el espíritu, conocer el amor y la amistad, desarrollar la solidaridad con los que sufren, escuchar su conciencia con responsabilidad, abrirse al Misterio último de la vida con esperanza. (José Antonio Pagola)

¡Buenos días!

Al caer la tarde
Al fin de una jornada agitada de lucha y de trabajo, nada ayuda tanto a restaurar la paz en el alma como una oración llena de confianza en el Señor. En efecto, en él encontramos un refugio seguro, un amigo fiel, un pastor que acompaña con solícito cuidado. El himno que hoy te ofrezco te introduce en un ambiente de celestial compañía.

Como el niño que no sabe dormirse sin asirse a la mano de su madre,
así mi corazón viene a ponerse sobre tus manos al caer la tarde.
Como el niño que sabe que alguien vela su sueño de inocencia y esperanza,
así descansará mi alma segura, sabiendo que eres Tú quien nos aguarda.
Tú endulzarás mi última amargura, tú aliviarás el último cansancio,
tú cuidarás los sueños de la noche, tú borrarás las huellas de mi llanto.
Tú nos darás mañana nuevamente la antorcha de la luz y la alegría,
y, por las horas que te traigo muertas, tú me darás una mañana viva. Amén.

Ojalá que, por propia experiencia, tengas la certeza que el mejor descanso, ese oasis interior de paz que necesitas al fin del día, son los brazos divinos del Padre. Allí está “la verde pradera donde recostarte, de él fluye la fuente tranquila que repara las fuerzas agotadas”. La oración es la llave que cierra sabiamente cada jornada. El Señor te bendiga y proteja.
* Enviado por el P. Natalio

La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
Texto del Evangelio:
En aquel tiempo, Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo. Y después de hacer un ayuno de cuarenta días y cuarenta noches, al fin sintió hambre. Y acercándose el tentador, le dijo: «Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en panes». Mas Él respondió: «Está escrito: ‘No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios’».
Entonces el diablo le lleva consigo a la Ciudad Santa, le pone sobre el alero del Templo, y le dice: «Si eres Hijo de Dios, tírate abajo, porque está escrito: ‘A sus ángeles te encomendará, y en sus manos te llevarán, para que no tropiece tu pie en piedra alguna’». Jesús le dijo: «También está escrito: ‘No tentarás al Señor tu Dios’».
Todavía le lleva consigo el diablo a un monte muy alto, le muestra todos los reinos del mundo y su gloria, y le dice: «Todo esto te daré si postrándote me adoras». Dícele entonces Jesús: «Apártate, Satanás, porque está escrito: ‘Al Señor tu Dios adorarás, y sólo a Él darás culto’». Entonces el diablo le deja. Y he aquí que se acercaron unos ángeles y le servían. (Mt 4,1-11)

Comentario:
Hoy celebramos el primer domingo de Cuaresma, y este tiempo litúrgico “fuerte” es un camino espiritual que nos lleva a participar del gran misterio de la muerte y de la resurrección de Cristo. Nos dice Juan Pablo II que «cada año, la Cuaresma nos propone un tiempo propicio para intensificar la oración y la penitencia, y para abrir el corazón a la acogida dócil de la voluntad divina. Ella nos invita a recorrer un itinerario espiritual que nos prepara a revivir el gran misterio de la muerte y resurrección de Jesucristo, ante todo mediante la escucha asidua de la Palabra de Dios y la práctica más intensa de la mortificación, gracias a la cual podemos ayudar con mayor generosidad al prójimo necesitado».
La Cuaresma y el Evangelio de hoy nos enseñan que la vida es un camino que nos tiene que llevar al cielo. Pero, para poder ser merecedores de él, tenemos que ser probados por las tentaciones. «Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo» (Mt 4,1). Jesús quiso enseñarnos, al permitir ser tentado, cómo hemos de luchar y vencer en nuestras tentaciones: con la confianza en Dios y la oración, con la gracia divina y con la fortaleza.
Las tentaciones se pueden describir como los “enemigos del alma”. En concreto, se resumen y concretan en tres aspectos. En primer lugar, “el mundo”: «Di que estas piedras se conviertan en panes» (Mt 4,3). Supone vivir sólo para tener cosas.
En segundo lugar, “el demonio”: «Si postrándote me adoras (…)» (Mt 4,9). Se manifiesta en la ambición de poder.
Y, finalmente, “la carne”: «Tírate abajo» (Mt 4,6), lo cual significa poner la confianza en el cuerpo. Todo ello lo expresa mejor santo Tomás de Aquino diciendo que «la causa de las tentaciones son las causas de las concupiscencias: el deleite de la carne, el afán de gloria y la ambición de poder».
* Mn. Antoni BALLESTER i Díaz (Camarasa, Lleida, España)

Palabras de San Juan Pablo II
“La Cuaresma es el tiempo en que el Señor Jesucristo nos hace un especial llamado a la conversión. En actitud orante y comprometida hemos de escuchar atentamente aquellas palabras ‘Mira que estoy a la puerta y llamo’ (Ap 3, 20). Sí, es el mismo Señor quien llama dulcemente al corazón de cada uno, sin forzarnos, esperando pacientemente que le abramos la puerta para entrar y sentarse a la mesa con nosotros”

Predicación del Evangelio
Cristo ha vencido al demonio
El demonio, el satanismo y otros fenómenos relacionados son de gran actualidad e inquietan no poco a nuestra sociedad. Nuestro mundo tecnológico e industrializado pulula de magos, brujos urbanos, ocultismo, espiritismo, escrutadores de horóscopos, vendedores de hechizos, de amuletos, así como de auténticas sectas satánicas. Expulsado por la puerta, el diablo ha entrado por la ventana. O sea, expulsado por la fe, ha vuelto a entrar con la superstición.

El episodio de las tentaciones de Jesús en el desierto, que se lee el primer domingo de Cuaresma, nos ayuda a aportar un poco de claridad a este tema. Ante todo, ¿existe el demonio? Esto es, ¿la palabra "demonio" indica de verdad alguna realidad personal, dotada de inteligencia y voluntad, o es simplemente un símbolo, un modo de hablar que indica la suma del mal moral del mundo, el inconsciente colectivo, la alienación colectiva y cosas por el estilo? Muchos, entre los intelectuales, no creen en el demonio según el primer sentido. Pero se debe observar que grandes escritores y pensadores, como Goethe o Dostoiewski, tomaron muy en serio la existencia de satanás. Baudelaire, que no era ciertamente trigo limpio, dijo que «la mayor astucia del demonio es hacer creer que no existe».

La principal prueba de la existencia del demonio en los evangelios no está en los numerosos episodios de liberación de posesos, porque en la interpretación de estos hechos pueden haber influido creencias antiguas sobre el origen de ciertas enfermedades. Jesús tentado en el desierto por el demonio: ésta es la prueba. Prueba son también los muchos santos que han luchado en vida contra el príncipe de las tinieblas. No son quijotes que pelearon contra molinos de viento. Al contrario: fueron hombres y mujeres concretos y de psicología sanísima.

Si muchos encuentran absurdo creer en el demonio es porque se basan en libros, pasan la vida en bibliotecas o en el escritorio, mientras que al demonio no le interesa la literatura, sino las personas, especialmente los santos. ¿Qué puede saber sobre satanás quien jamás ha tenido nada que ver son su realidad, sino sólo con su idea, esto es, con las tradiciones culturales, religiosas, etnológicas sobre satanás? Esos tratan habitualmente este tema con gran seguridad y superioridad, liquidando todo como «oscurantismo medieval». Pero se trata de una falsa seguridad. Como si alguien se jactara de no temer un león aduciendo como prueba el hecho de que ha visto muchas veces su imagen y jamás le ha dado miedo. Por otro lado, es del todo normal y coherente que no crea en el diablo quien no cree en Dios. ¡Sería hasta trágico si alguien que no cree en Dios creyera en el diablo!

Lo más importante que tiene que decirnos la fe cristiana no es, en cambio, que el demonio existe, sino que Cristo ha vencido al demonio. Cristo y el demonio no son para los cristianos dos principios iguales y contrarios, como en ciertas religiones dualistas. Jesús es el único Señor; satanás no es sino una criatura que «se perdió». Si se le concede poder sobre los hombres es para que estos tengan la posibilidad de hacer libremente una elección y también para que «no se ensoberbezcan» (2 Co 12,7) creyéndose autosuficientes y sin necesidad de redentor alguno. «Qué locura la del viejo satanás -dice un canto espiritual negro--. Ha disparado para destruir mi alma, pero ha errado el tiro y destruyó en cambio mi pecado».

Con Cristo no tenemos nada que temer. Nada ni nadie puede hacernos daño si nosotros no lo queremos. Satanás -decía un antiguo padre de la Iglesia--, tras la venida de Cristo, es como un perro atado en la era; puede ladrar y abalanzarse cuanto le plazca; si no nos acercamos, no puede morder. ¡Jesús en el desierto se liberó de satanás para liberarnos de satanás! Es la gozosa noticia con la que iniciamos nuestro camino cuaresmal hacia la Pascua
© P. Raniero Cantalamessa

Cuaresma día a día
Las tentaciones de Jesús
I. El Evangelio de la Misa recoge las tentaciones de Cristo. Es la primera vez que el diablo interviene en la vida de Jesús y lo hace abiertamente. El Señor se lo permitió para darnos ejemplo de humildad y para enseñarnos a vencer las tentaciones que vamos a sufrir a lo largo de nuestra vida. Si no contáramos con las tentaciones que hemos de padecer abriríamos la puerta a un gran enemigo: el desaliento y la tristeza. Quería Jesús enseñarnos con su ejemplo que nadie debe creerse exento de padecer cualquier prueba, y además quiere que saquemos provecho de las pruebas por las que vamos a pasar. Bienaventurado el varón que soporta la tentación –dice el Apóstol Santiago- porque, probado, recibirá la corona de la vida que el Señor prometió a los que le aman (1, 12).

II. El demonio tienta aprovechando las necesidades y debilidades de la naturaleza humana. Nos enseña el Evangelio a estar atentos, con nosotros mismos y con aquellos a quienes tenemos una mayor obligación de ayudar, en esos momentos de debilidad, de cansancio, cuando se está pasando una mala temporada, porque el demonio quizá intensifique entonces la tentación para que nuestra vida tome otros derroteros ajenos a la voluntad de Dios. También hemos de estar atentos para rechazar el deseo de quedar bien, que puede surgir hasta en lo más santo y estar alerta ante falsas argumentaciones que pretendan basarse en la Sagrada Escritura, y no pedir pruebas o señales extraordinarias para creer, pues el Señor nos da las gracias y testimonios suficientes que nos indican el camino de la fe en medio de nuestra vida ordinaria. El demonio promete siempre más de lo que puede dar. La felicidad está muy lejos de sus manos, pero tendremos que vigilar para no postrarnos ante las cosas materiales y mantenernos en lucha constante, porque permanece en nosotros la tendencia a desear la gloria humana.

III. El Señor está siempre a nuestro lado, en cada tentación, y nos dice: Confiad: Yo he vencido al mundo (Juan 16, 33). Podemos prevenir la tentación con la mortificación constante en el trabajo, al vivir la caridad, en la guarda de los sentidos externos e internos. Y junto la mortificación, la oración; sinceridad en la dirección espiritual; La Confesión frecuente y la Sagrada Eucaristía; huir de las ocasiones y evitar el ocio, humildad de corazón, y una tierna devoción a nuestra Madre, Refugio de los pecadores.
Francisco Fernández Carvajal

Mensaje de María Reina de la Paz 
Mensaje de María Reina de la Paz del 2 de marzo de 2017

“Queridos hijos, con amor maternal, vengo a ayudaros para que tengáis más amor, lo que significa más fe. Vengo para ayudaros a vivir con amor las palabras de mi Hijo, de manera que el mundo sea diferente. Por eso, apóstoles de mi amor, os reúno en torno a mí. Miradme con el corazón, habladme como a una madre de vuestros dolores, aflicciones y alegrías. Pedidme que yo ore a mi Hijo por vosotros. Mi Hijo es misericordioso y justo. Mi Corazón materno desea que también vosotros seáis así. Mi Corazón materno desea que vosotros, apóstoles de mi amor, habléis con vuestra vida de mi Hijo y de mí a todos los que os rodean para que el mundo sea diferente, para que retornen la simplicidad y la pureza, para que retornen la fe y la esperanza. Por eso, hijos míos, orad, orad, orad con el corazón, orad con amor, orad con buenas obras; orad para que todos conozcan a mi Hijo, para que el mundo cambie, para que el mundo se salve. Vivid con amor las palabras de mi Hijo; no juzguéis, sino amaos los unos a los otros para que mi Corazón pueda triunfar. Os doy las gracias”

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Los cinco minutos de María
Marzo 5
La caridad es el amor que brota del corazón de Dios y anida en la tierra del corazón de las madres.
María, como Madre de Dios y Madre espiritual de los hombres, es, por lo tanto, doblemente expresión del amor; de ahí que, después de Dios, no podamos suponer a nadie tan bondadoso y lleno de amor como la Virgen.
El cristiano es también un hombre que está llamado a vivir el amor a Dios y al prójimo, es decir, el amor teologal o la caridad; no puede, pues, dejar de vivir ese amor a Dios y a los hermanos.
María, que pronunciaste el sí de la anunciación, sé nuestra guía en la entrega y el servicio.
* P. Alfonso Milagro

Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-

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