domingo, 13 de mayo de 2018

Pequeñas Semillitas 3659

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 13 - Número 3659 ~ Domingo 13 de Mayo de 2018
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
Hoy literalmente alcanzamos el cielo. Jesús subió a la Casa del Padre, de donde había venido y con él, que se hizo hombre, podemos entrar todos. Por eso, al iniciar la Misa, oramos: “Nuestra humanidad es elevada junto a ti”, y exponemos nuestra esperanza: Él “nos ha precedido en la gloria que nosotros, su cuerpo, esperamos alcanzar”. Iremos al cielo, pero antes debemos estar bien en la tierra. Entonces, ¿qué debemos hacer? Debemos ser testigos y misioneros.
En Hechos de los Apóstoles, Jesús no sabe cuándo regresará, pero nos deja el encargo de ser testigos en todo el mundo. Y Jesús, en san Marcos, nos pide ser evangelizadores para levantar a la humanidad caída: expulsar el mal, anunciar la Palabra a todo el mundo, sanar a los enfermos.
Todo eso nos está hablando de que debemos ser comunicadores del Evangelio, donde evangelizar equivale a humanizar. Que así sea la actividad comunicadora de la Iglesia.
El Domingo

¡Buenos días!

Solo no puedo, te necesito, Señor
Es muy oportuno para crecer en la fe practicar la oración de petición. Por ella permites a Dios entrar en la trama concreta de tu vida. Sientes así la presencia y cercanía del Señor en tus problemas cotidianos. A él no le molesta estar presente en los mínimos detalles de tu existencia, porque te ama. Es también un camino de sólida y auténtica humildad y sencillez.

Señor, sabes que a veces me dejo llevar por mi vanidad, por mi impaciencia, por mis ambiciones egoístas. Cuando estoy solo recapacito y me lamento por lo que hice o lo que dije, pero luego vuelvo a caer. Hago propósitos, pero duran poco tiempo. Necesito tu gracia, y los toques de tu Espíritu para reaccionar a tiempo, necesito tu luz que me ilumine para darme cuenta y tomar decisiones correctas. Quiero crecer, Señor, porque todavía tengo vida y esperanza; no quiero detenerme en el camino ni desaprovechar tus dones. Pero te necesito a ti, invoco tu Espíritu, clamo por tu poder. Ayúdame, Señor. Amén.

La oración humilde y confiada es el poder que Dios pone en tus manos para que, como un niño sencillo, le pidas todo lo que necesitas. Pero no debes desesperar ni suplicarle con una oración agitada, como si quisieras exigirle que cumpla tus deseos. A Dios hay que dejarlo ser Dios y actuar con libertad. Él te ama, y sabe lo que más te conviene.
* Enviado por el P. Natalio

La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
Texto del Evangelio:
En aquel tiempo, Jesús se apareció a los once y les dijo: «Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación. El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará. Estas son las señales que acompañarán a los que crean: en mi nombre expulsarán demonios, hablarán en lenguas nuevas, agarrarán serpientes en sus manos y aunque beban veneno no les hará daño; impondrán las manos sobre los enfermos y se pondrán bien».
Con esto, el Señor Jesús, después de hablarles, fue elevado al cielo y se sentó a la diestra de Dios. Ellos salieron a predicar por todas partes, colaborando el Señor con ellos y confirmando la Palabra con las señales que la acompañaban. (Mc 16,15-20)

Comentario:
Hoy en esta solemnidad, se nos ofrece una palabra de salvación como nunca la hayamos podido imaginar. El Señor Jesús no solamente ha resucitado, venciendo a la muerte y al pecado, sino que, además, ¡ha sido llevado a la gloria de Dios! Por esto, el camino de retorno al Padre, aquel camino que habíamos perdido y que se nos abría en el misterio de Navidad, ha quedado irrevocablemente ofrecido en el día de hoy, después que Cristo se haya dado totalmente al Padre en la Cruz.
¿Ofrecido? Ofrecido, sí. Porque el Señor Jesucristo, antes de ser llevado al cielo, ha enviado a sus discípulos amados, los Apóstoles, a invitar a todos los hombres a creer en Él, para poder llegar allá donde Él está. «Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación. El que crea y sea bautizado, se salvará» (Mc 16,15-16).
Esta salvación que se nos da consiste, finalmente, en vivir la vida misma de Dios, como nos dice el Evangelio según san Juan: «Ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y al que tú has enviado, Jesucristo» (Jn 17,3).
Pero aquello que se da por amor ha de ser aceptado en el amor para poder ser recibido como don. Jesucristo, pues, a quien no hemos visto, quiere que le ofrezcamos nuestro amor a través de nuestra fe, que recibimos escuchando la palabra de sus ministros, a quienes sí podemos ver y sentir. «Nosotros creemos en aquel que no hemos visto. Lo han anunciado aquellos que le han visto. (...) Quien ha prometido es fiel y no engaña: no faltes en tu confianza, sino espera en su promesa. (...) ¡Conserva la fe!» (San Agustín). Si la fe es una oferta de amor a Jesucristo, conservarla y hacerla crecer hace que aumente en nosotros la caridad.
¡Ofrezcamos, pues, al Señor nuestra fe!
Fray Lluc TORCAL Monje del Monasterio de Sta. Mª de Poblet (Santa Maria de Poblet, Tarragona, España)

Nuestra Señora de Fátima
Advocación Mariana
A partir del 13 de mayo de 1917, la Virgen María se estuvo apareciendo a los niños Francisco, su hermana Jacinta y su prima Lucía, en Cova de Iría, lugar de Fátima, en Portugal. Los videntes habían nacido en Ajustrel, caserío de Fátima, eran niños normales y sanos, piadosos y cercanos a la parroquia, y se dedicaban al pastoreo. A diario cuidaban de sus ovejas, jugaban y rezaban el Rosario. Ya habían tenido apariciones de un ángel, cuando aquel día se les apareció la Señora vestida de blanco sobre un carrasco; las apariciones se repitieron. Nadie daba fe a lo que decían los niños, que tuvieron que pasar un tiempo en la incomprensión y una cierta persecución. En sus mensajes, la Virgen llamaba a los fieles a la oración por los pecadores y a la conversión íntima de los corazones.
Oración: Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, te adoramos profundamente y te ofrecemos el preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de nuestro Señor Jesucristo, presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación de los ultrajes con los que Él es ofendido. Por los méritos infinitos del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado Corazón de María, te pedimos la conversión de los pecadores. Amén.
© Directorio Franciscano - Aciprensa    

Palabras de San Juan Pablo II
“María es la Toda Hermosa, a la que el Altísimo revistió con su poder. Tú eres la Toda Santa, a la que Dios preparó como su intacta morada de gloria. María está totalmente envuelta en el resplandor de la gracia divina. María es el modelo de los que esperan y abren, dóciles el corazón al encuentro del Señor.  De María, la Madre santa, deseamos aprender a acoger en la fe y en la oración la salvación que Dios no cesa de donar a los que confían en su amor misericordioso”

Predicación del Evangelio:
La Ascensión del Señor
La solemnidad de la Ascensión de Jesús «al cielo» es una ocasión para que nos aclaremos de una vez por todas las ideas sobre qué entendemos por «cielo». En casi todos los pueblos, el cielo se identifica con la morada de la divinidad. También la Biblia utiliza este lenguaje espacial. «Gloria a Dios en lo alto del cielo y paz en la tierra a los hombres». Con la llegada de la era científica, este significado religioso de la palabra «cielo» entró en crisis. Para el hombre moderno el cielo es el espacio en el que se mueve nuestro planeta y todo el sistema solar, y nada más. Conocemos la salida atribuida a un astronauta soviético, de vuelta de su viaje por el cosmos: «¡He recorrido mucho el espacio y no he encontrado por ninguna parte a Dios!».

Así que es importante que intentemos aclarar qué entendemos nosotros, los cristianos, cuando decimos «Padre nuestro que estás en los cielos», o cuando decimos de alguien que «se ha ido al cielo». La Biblia se adapta, en estos casos, al modo de hablar popular; pero ella bien sabe y enseña que Dios «está en el cielo, en la tierra y en todo lugar», que es Él quien «ha creado los cielos», y si los ha creado no puede estar «encerrado» en ellos. Que Dios esté «en los cielos» significa que «vive en una luz inaccesible»; que dista de nosotros «cuanto el cielo se eleva sobre la tierra». En otras palabras, que es infinitamente diferente de nosotros. El cielo, en sentido religioso, es más un estado que un lugar. Dios está fuera del espacio y del tiempo y así es su paraíso.

A la luz de lo que hemos dicho, ¿qué significa proclamar que Jesús «subió al cielo»? La respuesta la encontramos en el Credo: «Subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre». Que Cristo haya subido al cielo significa que «está sentado a la derecha del Padre, esto es, que también como hombre ha entrado en el mundo de Dios; que ha sido constituido, como dice San Pablo en la segunda lectura, Señor y cabeza de todas las cosas. Jesús subió al cielo, pero sin dejar la tierra. Sólo ha salido de nuestro campo visual. Él mismo nos asegura: «He aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo» (Mateo 28, 16-20. Ndt).

Las palabras del ángel -«Galileos, ¿qué hacéis mirando al cielo?»- contienen por lo tanto una advertencia, si no un velado reproche: no hay que quedarse mirando arriba, al cielo, como para descubrir dónde va a estar Cristo, sino más bien vivir en espera de su retorno, proseguir su misión, llevar su Evangelio hasta los confines de la tierra, mejorar la calidad de la vida en la tierra.

Cuando se trata de nosotros, «irse al cielo» o «al paraíso» significa ir a estar «con Cristo» (Flp 1,23). «Voy a prepararos un lugar... para que donde esté yo estéis también vosotros» (Jn 14,2-3). El «cielo», entendido como lugar de descanso, de la recompensa eterna de los buenos, se forma en el momento en que Cristo resucita y sube al cielo. Nuestro verdadero cielo es Cristo resucitado, con quien iremos a reunirnos y a hacer «cuerpo» después de nuestra resurrección, y de manera provisional e imperfecta inmediatamente tras la muerte. Por lo tanto Jesús no ascendió a un cielo ya existente que le esperaba, sino que fue a formar e inaugurar el cielo para nosotros.

Hay quien se pregunta: ¿pero qué haremos «en el cielo» con Cristo toda la eternidad? ¿No nos aburriremos? Respondo: ¿aburre tal vez estar bien y con óptima salud? Preguntad a los enamorados si se aburren de estar juntos. Cuando sucede que se vive un momento de intensísima y pura alegría, ¿no nace a lo mejor en nosotros el deseo de que dure para siempre, de que no acabe jamás? Aquí abajo tales estados no duran para siempre, porque no existe objeto que pueda satisfacer indefinidamente. Con Dios es diferente. Nuestra mente hallará en Él la Verdad y la Belleza que nunca acabará de contemplar, y nuestro corazón el Bien del que jamás se cansará de gozar.
© Padre Raniero Cantalamessa

Nuevo vídeo y artículo

Hay un nuevo vídeo subido al blog
de "Pequeñas Semillitas" en internet.
Para verlo tienes que ir al final de esta página

Hay nuevo material publicado en el blog
"Juan Pablo II inolvidable"
Puedes acceder en la dirección:

Ofrecimiento para sacerdotes y religiosas

Formulo el siguiente ofrecimiento únicamente para sacerdotes o religiosas que reciben diariamente "Pequeñas Semillitas" por e-mail: Si desean recibir los comentarios del Evangelio del domingo siguiente con dos o tres días de anticipación, para tener tiempo de preparar sus meditaciones, homilías o demás trabajos pastorales sobre la Palabra de Dios, pueden pedírmelo a feluzul@gmail.com 
Sólo deben indicar claramente su nombre, su correo electrónico, ciudad de residencia y a qué comunidad religiosa pertenecen.

Agradecimientos
Imaginemos que en el cielo hay dos oficinas diferentes para tratar lo relativo a las oraciones de las personas en la tierra:
Una es para receptar pedidos de diversas gracias, y allí los muchos ángeles que atienden trabajan intensamente y sin descanso por la cantidad de peticiones que llegan en todo momento.
La otra oficina es para recibir los agradecimientos por las gracias concedidas y en ella hay un par de ángeles aburridos porque prácticamente no les llega ningún mensaje de los hombres desde la tierra para dar gracias...
Desde esta sección de "Pequeñas Semillitas" pretendemos juntar una vez por semana (los domingos) todos los mensajes para la segunda oficina: agradecimientos por favores y gracias concedidas como respuesta a nuestros pedidos de oración.

Desde México nos llega un agradecimiento al Señor y a todos los que rezaron, porque Oman K. L. en los estudios realizados está limpio de cáncer. También del mismo país nos piden agradecer a Dios porque Evelia S. salió muy bien de la operación de corazón. Damos gracias a Dios por ambos.

Desde Colombia Carlos C. O. agradece a Dios porque se ha reconocido su trabajo profesional en la Universidad y se le ha prolongado el pacto laboral para capacitación de los docentes. Manifiesta Carlos que ha sentido muy cerca la iluminación del Espíritu Santo, sin cuya intervención su trabajo sería vano y vacío; y agradece la intercesión de la Santísima Virgen.

Cinco minutos del Espíritu Santo
Mayo 13
"Ven Espíritu Santo, mira todas esas emociones que a veces se sublevan en mi interior. Mira mis nerviosismos, mis arranques de ira, mis reacciones de agresividad, todas las veces que me indigno y me resiento por las cosas que me dicen, o por los errores y las imperfecciones de los demás.
Ven como lluvia mansa a refrescar mi interior, para que no me queme y me enferme a causa de esas tensiones. Ven como brisa tibia que acaricia y devuelve la calma, ven como música suave que me relaja por dentro, ven como amor y ternura que me ayuda a comprender a los demás.
¿Para qué quiero esos nerviosismos y resentimientos? Ayúdame a usar mis energías para cosas buenas, porque no quiero desgastarme en lamentos y angustias sin sentido.
Ven Espíritu de armonía y de serenidad. Ven, para que siempre elija el amor, el diálogo y la amistad. Ven, para que sepa reaccionar con amor, para que pueda vencer el mal con el bien. Porque el amor es siempre el mejor camino.
Ven Espíritu Santo. Amén."
* Mons. Víctor Manuel Fernández
FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el más pequeñito de todos)

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