PEQUEÑAS
SEMILLITAS
Año
13 - Número 3648 ~ Miércoles 2 de Mayo de 2018
Desde
la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
El
sacerdote hablaba con el Cristo de su iglesia.
-Señor
-le decía conturbado- tú sabes lo bien que preparo mis sermones. Consulto los
textos sagrados y busco en los Doctores de la Iglesia las citas convenientes.
Luego, a fin de encontrar el tono, leo en voz alta las homilías del famoso
predicador Jacques Bossuet. Finalmente ensayo frente a un espejo el ademán que
ha de subrayar cada frase, y ensayo también las inflexiones de la voz. Pero no
veo que mis sermones te agraden, y mientras los pronuncio observo que no
cambias la expresión. Sin embargo el otro día te vi sonreír cuando le di un pan
a aquel anciano.
-No
te sorprenda eso -le respondió el Señor-. A mis ojos vale más una obra buena
que todas las palabras bonitas.
¡Buenos días!
Avivar la llama
Hoy
te ofrezco una parábola moderna que te descubrirá una verdad que fue expresada
así por Jesús: “No podéis servir a Dios y al dinero”. La prueba que todos
debemos afrontar en esta vida pasajera es la de elegir con sabiduría dónde
poner el corazón. Debemos hacer una opción entre los bienes transitorios de
esta vida y Dios, amado con toda nuestra
alma.
Un rey muy rico de la India, tenía fama de ser
indiferente a las riquezas y cultivar una profunda religiosidad. Movido por la
curiosidad, un súbdito quiso averiguar el secreto del soberano. ”Majestad, —le
preguntó en la audiencia—, ¿cómo hace para cultivar la vida espiritual en medio
de tanta riqueza?” El rey le dijo: "Te lo revelaré si recorres mi palacio
para apreciar mis riquezas. Pero, llevarás una vela encendida. Si se apaga, te
decapitaré". Concluido el paseo, el rey le preguntó: “¿Qué piensas de mis
riquezas?" La persona respondió: "No vi nada. Sólo me preocupé de que
la llama no se apagara". El rey le
dijo: "Ése es mi secreto. Estoy tan ocupado tratando de avivar mi llama
interior, que no me interesan las riquezas”.
“Avivar
la llama interior”, de eso se trata, de tener un amor tan firme a Dios que
siempre lo tengamos en el primer lugar de nuestro afecto, preocupaciones,
tiempo… Hay un motivo fundamental para eso: Dios nos ama tanto, se ha jugado
tanto por nosotros, que no nos queda sino organizar toda nuestra vida como
respuesta coherente a su inmensa bondad.
* Enviado por el P. Natalio
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
Texto del Evangelio:
En
aquel tiempo, Jesús habló así a sus discípulos: «Yo soy la vid verdadera, y mi
Padre es el viñador. Todo sarmiento que en mí no da fruto, lo corta, y todo el
que da fruto, lo limpia, para que dé más fruto. Vosotros estáis ya limpios
gracias a la Palabra que os he anunciado. Permaneced en mí, como yo en
vosotros. Lo mismo que el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo, si no
permanece en la vid; así tampoco vosotros si no permanecéis en mí. Yo soy la
vid; vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho
fruto; porque separados de mí no podéis hacer nada. Si alguno no permanece en
mí, es arrojado fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen, los
echan al fuego y arden. Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros,
pedid lo que queráis y lo conseguiréis. La gloria de mi Padre está en que deis
mucho fruto, y seáis mis discípulos». (Jn 15,1-8)
Comentario:
Hoy
contemplamos de nuevo a Jesús rodeado por los Apóstoles, en un clima de
especial intimidad. Él les confía lo que podríamos considerar como las últimas
recomendaciones: aquello que se dice en el último momento, justo en la
despedida, y que tiene una fuerza especial, como si de un postrer testamento se
tratara.
Nos
los imaginamos en el cenáculo. Allí, Jesús les ha lavado los pies, les ha
vuelto a anunciar que se tiene que marchar, les ha transmitido el mandamiento
del amor fraterno y los ha consolado con el don de la Eucaristía y la promesa
del Espíritu Santo (cf. Jn 14). Metidos ya en el capítulo decimoquinto de este
Evangelio, encontramos ahora la exhortación a la unidad en la caridad.
El
Señor no esconde a los discípulos los peligros y dificultades que deberán
afrontar en el futuro: «Si me han perseguido a mí, también a vosotros os
perseguirán» (Jn 15,20). Pero ellos no se han de acobardar ni agobiarse ante el
odio del mundo: Jesús renueva la promesa del envío del Defensor, les garantiza
la asistencia en todo aquello que ellos le pidan y, en fin, el Señor ruega al
Padre por ellos —por todos nosotros— durante su oración sacerdotal (cf. Jn 17).
Nuestro
peligro no viene de fuera: la peor amenaza puede surgir de nosotros mismos al
faltar al amor fraterno entre los miembros del Cuerpo Místico de Cristo y al
faltar a la unidad con la Cabeza de este Cuerpo. La recomendación es clara: «Yo
soy la vid; vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da
mucho fruto; porque separados de mí no podéis hacer nada» (Jn 15,5).
Las
primeras generaciones de cristianos conservaron una conciencia muy viva de la necesidad
de permanecer unidos por la caridad. He aquí el testimonio de un Padre de la
Iglesia, san Ignacio de Antioquía: «Corred todos a una como a un solo templo de
Dios, como a un solo altar, a un solo Jesucristo que procede de un solo Padre».
He aquí también la indicación de Santa María, Madre de los cristianos: «Haced
lo que Él os diga» (Jn 2,5).
Rev. D. Antoni CAROL i Hostench (Sant Cugat del
Vallès, Barcelona, España)
Santoral Católico:
San Atanasio
Obispo y Doctor de la Iglesia
Nació
en Alejandría de Egipto el año 295, de padres cristianos. Fue colaborador y
sucesor, el año 328, del obispo de Alejandría san Alejandro, a quien había
acompañado como diácono al Concilio de Nicea. Durante los cuarenta y cinco años
de su episcopado, defendió valerosamente la recta fe católica proclamada en
Nicea y, en particular, la divinidad de Jesucristo contra los arrianos, lo que
le acarreó incontables sufrimientos, entre ellos, cinco destierros decretados
por los emperadores. Escribió excelentes obras apologéticas y expositivas de la
fe; mención especial merece su ‘Vida de San Antonio’, en la que narra la vida
del santo Abad y que luego sirvió de modelo a las hagiografías. Difundió
incluso en Occidente el ideal monástico. Murió en su sede de Alejandría el año
373.
Oración: Dios todopoderoso y eterno, que hiciste de
tu obispo san Atanasio un preclaro defensor de la divinidad de tu Hijo,
concédenos, en tu bondad, que, fortalecidos con su doctrina y protección, te
conozcamos y te amemos cada vez más plenamente. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
© Directorio Franciscano - Aciprensa
Pensamiento del día
"Joven: si alguna vez en tu vida recibes
un llamamiento a algo grande y generoso,
apróntate para la lucha
y regocíjate de antemano con la victoria…
¡No vaciles! ¡Pelea valientemente
por seguir el llamamiento de Cristo!"
(San Alberto Hurtado)
Historias:
El mecánico del alma
Una
vez iba un hombre por una larga y muy solitaria carretera cuando de pronto su
auto comenzó a detenerse hasta quedar estático. El hombre se bajó, lo revisó,
trató de averiguar qué era lo que tenía, pensaba que pronto podría encontrar el
desperfecto que tenía su auto, pues hacía muchos años que lo conducía, sin embargo,
después de mucho rato se dio cuenta que no encontraba la falla del motor.
En
ese momento apareció otro auto, del cual bajó un señor a ofrecerle ayuda. El dueño del primer auto dijo:
-
Mire, este es mi auto de toda la vida, lo conozco como la palma de mi mano, no
creo que usted sin ser el dueño pueda hacer algo.
El
otro hombre insistió con cierta sonrisa, hasta que finalmente el propietario
del vehículo dijo:
-
Está bien, haga el intento, pero no creo que pueda hacer algo, pues este auto
es mío.
El
segundo hombre echó manos a la obra y en pocos minutos encontró el daño que
tenía el auto y lo pudo arrancar.
El
primer hombre quedó atónito y preguntó:
-
¿Cómo pudiste arreglar el fallo si el auto es mío?
El
segundo hombre contestó:
-
Verás, mi nombre es Félix Wankel... Yo
inventé el motor rotativo que usa tu auto.
Cuántas
veces decimos: Esta es mi vida, este es mi destino, esta es mi casa, déjenme a
mí solo, yo puedo resolver el problema.
Al
enfrentarnos a los problemas y a los días difíciles creemos que, YO puedo
resolver el problema.
Al
enfrentarnos a los problemas y a los días difíciles creemos que nadie nos podrá
ayudar, pero te voy a hacer unas preguntas:
¿Quién
hizo la vida? ¿Quién hizo el
tiempo? ¿Quién creó la familia?
Sólo
aquel que es el autor de la vida, puede ayudarte cuando te quedes tirado en la
carretera de la vida. Si necesitas un
mecánico aquí están sus datos:
Nombre:
Dios.
Dirección:
El cielo.
Horarios:
24 horas al día, 365 días del año, por toda una eternidad.
Garantía:
De por vida.
Teléfono:
No es necesario, basta con que ores con fe.
Lo
más importante... Su línea nunca está ocupada.
Nuevo artículo
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nuevo material publicado en el blog
"Juan Pablo II inolvidable"
Puedes
acceder en la dirección:
El rincón del lector
Desde hace años hemos tenido esta sección llamada “El rincón del lector” destinada a dar
cabida a los mensajes, opiniones y comentarios de las personas que leen
Pequeñas Semillitas, que han podido expresarse libre y respetuosamente. Ahora,
con nuestra presencia en Facebook, la posibilidad de manifestarse es mucho más
abierta, directa y permanente.
Igual vamos a mantener esta sección para los que
deseen expresarse por esta vía. Para que tu mensaje se publique debes dirigirlo
por correo electrónico a feluzul@gmail.com con el título "El rincón del lector" y
deberá ser muy breve y no contener conceptos agraviantes para nada ni para
nadie.
Los mensajes serán moderados por el propietario de
esta página y se publicarán a medida que el tiempo y el espacio en la misma lo
permitan, y no se admitirán réplicas o respuestas públicas a mensajes
anteriores de otros lectores.
Meditaciones de “Pequeñas Semillitas”
¿Cuántas
veces he pasado por alto el verdadero significado de unas palabras ajenas,
simplemente por no estar escuchando de verdad?
¿Y cuántas veces he sido mal comprendida por la misma causa?
La
comunicación debe ser parte importante de todos los aspectos de mi vida. En mis
relaciones con el prójimo, en el trabajo y en casa, el éxito del compromiso
puede estar determinado por el grado de comunicación entre las personas.
Aprendo
a ser mejor comunicador cuando me dejo dirigir por el amoroso espíritu de
Dios. Cuando escucho a otros, escucho
con amor.
Confío
en que Dios –no las apariencias– me muestre el verdadero significado de las
palabras o los actos de alguien.
Porque
confío en Dios, jamás temeré ser mal entendido.
Él me inspira para que diga y haga lo correcto en el momento
correcto.
Cinco minutos del Espíritu Santo
Mayo 2
El
fuego del Espíritu Santo puede quemar y sanar los malos recuerdos que a veces
nos atormentan. Veamos algunos ejemplos:
Pueden
ser momentos de soledad o de abandono en la infancia, haber sido insultado,
ignorado o despreciado; puede ser falta de cariño de los padres, desprecios y
celos de los hermanos o compañeros, momentos de vergüenza, experiencias
sexuales molestas, haber sido rechazado por alguien que yo amaba, sufrimientos
por no tener cosas que los otros tenían, accidentes, muertes de seres queridos,
sustos, enfermedades dolorosas, prolongadas o repetidas, fracasos, etc.
Ahora
hagamos una pequeña oración para sanar nuestros recuerdos enfermizos:
"Ven
Espíritu Santo, aquí estoy, con todo mi pasado dentro de mí, para pedirte la
paz.
Mira
Señor que las cosas que he vivido están lastimándome por dentro. Mira esas
angustias y dolores que aparecen a causa de ese pasado que no me deja ser
feliz.
Ven,
Espíritu Santo, a invadir todo mi pasado para transfigurarlo y renovarlo. Pasa
por todo mi ser iluminando, sanando y liberando.
Toca
todos mis recuerdos y cura todo el dolor y la inquietud que producen en mi
existencia.
Pasa,
Espíritu de amor, y sáname por todos los momentos tristes y dolorosos, por
aquellos días en que no me sentí amado, o fui despreciado, maltratado,
lastimado, utilizado, calumniado, olvidado, ignorado. Cura mis recuerdos.
Pasa
con tu amor y restaura todo lo que se ha dañado en mi corazón. Cura mi interior
y mi cuerpo por todas las malas experiencias que viví. Deja sólo tu inmensa paz
y tu ternura.
Como
si fuera una herida que se cierra y desaparece, así se sana todo mi ser de esos
recuerdos. Y aquello que me hizo sufrir ya no existe.
Pasa
Espíritu Santo, alivia, cicatriza, restaura. Amén."
* Mons. Víctor Manuel Fernández
FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el
más pequeñito de todos)
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