PEQUEÑAS
SEMILLITAS
Año
13 - Número 3655 ~ Miércoles 9 de Mayo de 2018
Desde
la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
El
día de la Ascensión de Jesús ya está muy cerca. Después de su resurrección, el
Maestro se ha encontrado varias veces con sus Apóstoles. Les ha explicado la
Escritura y los ha preparado para la edificación de la Iglesia. A ellos los
enviará a todo el mundo a proclamar el Evangelio bautizando a todas las
personas en nombre de la Trinidad.
Y
luego de la Ascensión de Jesús, todos ellos recibirán el Espíritu Santo que con
sus dones les dará todo lo necesario para cumplir con esa misión de iniciar la
Iglesia en el mundo.
Pero
ahora todavía los discípulos han de aprender mucho más: ahora no pueden
asimilarlo todo… sus mentes y sus corazones todavía no han recibido al
Paráclito inspirador.
A
nosotros hoy nos pasa lo mismo: necesitamos tiempo para asumir la riqueza de la
fe cristiana. ¿Cómo superar esta limitación? El Espíritu de la verdad nos
acompañará.
Ven,
oh Santo Espíritu, llena nuestros corazones.
¡Buenos días!
La paz de Dios
La
paz interior tiene enemigos: son los pensamientos y sentimientos negativos que
confunden y agitan de tal modo que turban el cielo tranquilo de tu corazón.
Hombres sabios que sondearon su interior con la luz del Espíritu los han
especificado: insatisfacción, ansiedad, irritación, miedo, odio, tristeza, etc.
La Reina de la Paz te invita a vivir la paz del corazón.
“¡Queridos hijos! Hoy les doy las gracias y deseo
invitarlos a la paz de Dios. Yo deseo que cada uno de ustedes experimente en su
corazón esa paz que sólo Dios da. Hoy quiero bendecirlos a todos; los bendigo
con la bendición del Señor. Les suplico, queridos hijos, que sigan y que vivan
mi camino. Yo los amo, queridos hijos, y les agradezco todo lo que ustedes
están haciendo por mis intenciones. Les suplico que me ayuden, para que yo
pueda ofrecerlos al Señor para que El los salve y los guíe por el camino de la
salvación. Gracias por haber respondido a mi llamado! ”
Confía
en el Señor y vigila tu mente para que no echen raíces ideas o emociones
funestas que pueden dañarte y trabar las fuerzas de tu espíritu. Por una parte,
mantén la vigilancia y, por otra, fortalece con la meditación los valores
perdurables del amor, la paciencia, la serenidad y la alegría profunda. Que el
Señor te bendiga y proteja en este crecimiento.
* Enviado por el P. Natalio
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
Texto del Evangelio:
En
aquel tiempo, Jesús habló así a sus discípulos: «Mucho tengo todavía que
deciros, pero ahora no podéis con ello. Cuando venga Él, el Espíritu de la
verdad, os guiará hasta la verdad completa; pues no hablará por su cuenta, sino
que hablará lo que oiga, y os anunciará lo que ha de venir. Él me dará gloria,
porque recibirá de lo mío y os lo anunciará a vosotros. Todo lo que tiene el
Padre es mío. Por eso he dicho: Recibirá de lo mío y os lo anunciará a
vosotros». (Jn 16,12-15)
Comentario:
Hoy,
Señor, una vez más, nos quieres abrir los ojos para que nos demos cuenta de
que, con demasiada frecuencia, hacemos las cosas al revés. «El Espíritu de la
verdad, os guiará hasta la verdad completa» (Jn 16,13), aquello que el Padre ha
dado a conocer al Hijo.
¡Es
curioso!: más que dejarnos guiar por el Espíritu (¡qué gran desconocido en
nuestras vidas!), lo que hacemos es, bien pasar de Él, bien “imponerle” las
cosas una vez ya hemos tomado nuestras decisiones. Y lo que hoy se nos dice es
más bien lo contrario: dejar que Él nos guíe.
Pienso,
Señor, en voz alta... Vuelvo a leer el Evangelio de hoy y me vienen a la cabeza
los chicos y chicas que recibirán la Confirmación este año. Veo los que me
rodean y estoy tentado a pensar: —¡Qué verdes están! ¡A éstos, tu Espíritu no
les va ni por delante ni por detrás; y más bien se dejan guiar por todo y por
nada!
A
quienes se nos considera adultos en la fe, haznos instrumentos eficaces de tu
Espíritu para llegar a ser “contagiadores” de tu verdad; para intentar
“guiar-acompañar”, ayudar a abrir los corazones y los oídos de quienes nos
rodean.
«Mucho
tengo todavía que deciros» (Jn 16,12). —¡No te retengas, Señor, en dirigirnos
tu voz para revelarnos nuestras propias identidades! Que tu Espíritu de Verdad
nos lleve a reconocer todo aquello de falso que pueda haber en nuestras vidas y
nos haga valientes para enmendarlo. Que ponga luz en nuestros corazones para
que reconozcamos, también, aquello que de auténtico hay dentro de nosotros y
que ya participa de tu Verdad. Que reconociéndolo sepamos agradecerlo y vivirlo
con alegría.
Espíritu
de Verdad, abre nuestros corazones y nuestras vidas al Evangelio de Cristo: que
sea ésta la luz que ilumine nuestra vida cotidiana. Espíritu Defensor, haznos
fuertes para vivir la verdad de Cristo, dando testimonio a todos.
Rev. D. Santi COLLELL i Aguirre (La Garriga,
Barcelona, España)
Santoral Católico:
San Pacomio
Abad
Nació
en Esna (Alto Egipto), hacia el año 287, de padres campesinos. A los 20 años se
enroló en el ejército imperial. Cuando aún era pagano, estando preso en Tebas,
se sintió impresionado por la caridad de unos cristianos para con los soldados
detenidos, a los que llevaban ayuda por la noche, aprovechando la oscuridad.
Este gesto de unos desconocidos lo llevó a hacerse cristiano. Una vez libre y
liberado del ejército, se hizo catecúmeno, recibió el bautismo y se insertó en
una comunidad cristiana campesina. Guiado por el anacoreta Palamón, que estaba
al frente de una colonia de anacoretas, optó por la vida monacal. Siete años
después, se estableció en Tabennisi y empezó a vivir como anacoreta por su
cuenta, pero pronto se le agregaron compañeros, con los que empezó la vida en
común. Comprobó que tal estilo de vida requería, además de la castidad
perfecta, una sincera obediencia y una plena pobreza. Así nació la vida
cenobítica, que pronto alcanzó gran prestigio. Tuvo que abrir numerosos
cenobios, para los que escribió una Regla que se hizo famosa. Murió en la
Tebaida de Egipto el año 347 ó 348.
© Directorio Franciscano
Pensamiento del día
"Con demasiada frecuencia, la Doctrina de la
Iglesia se percibe
como una serie de prohibiciones y posiciones
retrógradas,
mientras que en realidad, es creativa y vivificante,
y está orientada a la realización más plena
del gran potencial de bien y de felicidad
que Dios ha infundido en cada uno de nosotros".
Benedicto XVI
Tema del día:
La Lectio Divina
La
frase latina "Lectio Divina" significa "lectura divina" y
describe el modo de leer la Sagrada Escritura: alejarse gradualmente de los
propios esquemas y abrirse a lo que Dios nos quiere decir. En el siglo XII, un
monje cartujo, llamado Guigo, describió las etapas más importantes de la
"lectura divina". La práctica individual o en grupo de la Lectio
Divina puede tomar diversas formas, pero la descripción de Guigo permanece como
fundamental.
Guigo
escribió que la primera grada de esta forma de rezar es la lectio (lectura). Es el momento en el que leemos la Palabra de
Dios lenta y atentamente, de modo que penetre dentro de nosotros. Para esta
forma de oración se puede escoger cualquier breve pasaje de la Escritura.
La
segunda grada es la meditatio
(meditación). Durante esta etapa se reflexiona y se rumia el texto bíblico a
fin de que extraigamos de él, lo que Dios quiere darnos.
La
tercera grada es la oratio
(oración), es el momento de dejar aparte nuestro modo de pensar y permitir a
nuestro corazón hablar con Dios. Nuestra oración está inspirada por nuestra
reflexión de la Palabra de Dios.
La
última etapa o grada es la contemplatio
(contemplación), en la cual nos abandonamos totalmente a las palabras y
pensamientos santos. Es el momento en el cual nosotros sencillamente reposamos
en la Palabra de Dios y escuchamos, en lo más profundo de nuestro ser, la voz
de Dios que habla dentro de nosotros. Mientras escuchamos, nos estamos
transformando gradualmente por dentro. Evidentemente esta transformación tendrá
un efecto profundo sobre nuestro comportamiento y, cómo vivamos, testimoniará
la autenticidad de nuestra oración. Debemos meter en nuestra vida de cada día
lo que leemos en la Palabra de Dios.
Estas
etapas de la Lectio Divina no son reglas fijas que hay que seguir, sino simples
orientaciones sobre cómo desarrollar normalmente la oración. Se encuentra una
mayor simplicidad y una disposición mayor en escuchar que no en hablar.
Gradualmente las palabras de la Sagrada Escritura empiezan a librarse y la
Palabra se revela delante de los ojos de nuestro corazón. El tiempo dedicado a
cada etapa dependerá si la Lectio Divina se hace individualmente o en grupo. Si
el método se desarrolla para la oración en grupo, es evidente que será
necesaria una mínima estructura. En la oración en grupo la Lectio Divina puede
permitir el diálogo sobre las implicaciones de la Palabra de Dios en la vida
cotidiana, pero no se debe reducir a esto. La oración tiende más hacia el
silencio. Si el grupo se siente llevado más al silencio, entonces se puede
dedicar más tiempo a la contemplación.
Por
muchos siglos la práctica de la Lectio Divina, como un modo de orar la Sagrada
Escritura, ha sido una fuente de crecimiento en la relación con Cristo. En nuestros
días son muchos los individuos y grupos que la están redescubriendo. La Palabra
de Dios es viva y activa, y transformará a cada uno de nosotros si nos abrimos
a recibir lo que Dios nos quiere dar.
Cómo hacerla de manera práctica
La
lectura orante de la Palabra, más que una reflexión, es una experiencia de
encuentro personal e íntimo con Dios, que te ama y sale a tu encuentro. Estos
pasos te van llevando al mismo interior de la Palabra:
►
Invoca… al Espíritu Santo. Pídele que te ilumine y te abra a la comprensión de
la Palabra y que te anime a la respuesta con tu vida.
►
Lee… muy despacio el texto bíblico. Vuelve a leerlo. Lee también algún
comentario que te ayude a conocer mejor el sentido del texto. Dale tiempo al
Señor y escucha el mensaje que Él quiere darte en esta Palabra.
►
Medita… qué te dice la Palabra que has leído lentamente. Una vez que hayas
captado el sentido del texto, entonces puedes hacerte esta pregunta: ¿qué me
dice esta Palabra?
►
Ora… respóndele al Señor que te ha dado su mensaje en la Palabra meditada. Tu
actitud sea la de la Virgen María: Hágase en mí según tu Palabra.
►
Contempla… quédate impresionado, fascinado, en silencio, en calma. Déjate
animar por el ardor de la Palabra, como quien recibe el calor del sol.
►
Actúa…. Haciendo un compromiso que brote de este encuentro con el Señor. Es el
salto a la vida. Animado e invadido por la Palabra, regresa a la vida con otra
actitud.
Meditaciones de “Pequeñas Semillitas”
¡No
dejes de vivir tu vida! Muy a menudo, cuando se da un problema, dentro de
nosotros o a nuestro alrededor, retrocedemos al pensar que si pusiéramos
nuestra vida en suspenso posiblemente podríamos contribuir en forma positiva a
la solución. Si una relación no está funcionando, si enfrentamos una decisión
difícil, o si nos estamos sintiendo deprimidos, podemos poner nuestra vida en
suspenso y atormentarnos con pensamientos obsesivos. Abandonar nuestra vida o
nuestra rutina contribuye a agrandar el problema y nos impide encontrarle una
solución.
Frecuentemente,
la solución llega cuando la dejamos ir lo suficiente para vivir nuestra vida,
regresar a nuestra rutina y dejar de obsesionarnos por el problema. A veces,
aunque no sintamos quererlo dejar ir o poderlo dejar ir, podemos actuar
"como si" pudiéramos, y eso nos ayudará a dejarlo ir, tal como
deseamos.
No
tienes por qué renunciar a tu poder para solucionar problemas. Puedes dejar de
concentrarte en tu problema y concentrarte en tu vida, confiando en que el
hacerlo así te llevará a acercarte a una solución.
Hoy
seguiré viviendo mi vida y atendiendo mis rutinas. Decidiré tan frecuentemente
como necesite hacerlo, dejar de obsesionarme acerca de lo que me esté
molestando. Si no siento ganas de dejar ir alguna cosa en particular, actuaré
"como si" ya la hubiera dejado ir hasta que mis sentimientos estén de
acuerdo con mi conducta.
Cinco minutos del Espíritu Santo
Mayo 9
"Espíritu
Santo, vengo a buscar tu ayuda, en un momento difícil. Las dificultades y las
desilusiones han apagado mi fervor y la alegría de mi entrega.
Por
eso te presento mis cansancios, mis angustias, y todo mal recuerdo. Quiero unir
mi dolor a Jesús en su pasión, para resucitar con él en gozo y esperanza.
Mi
Dios. En ti hay infinita alegría. Alegría que desborda y se derrama luminosa en
cada criatura. El mundo entero es un canto de gozo que brota de tu exceso de
amor.
Muéstrame,
Señor, la belleza y la bondad de las cosas pequeñas, allí donde habita un
remedio para mis tristezas.
Te
doy gracias por el agua, la luz, los colores, la voz de mis amigos, las manos,
el cielo, la sangre que corre intensamente y me mantiene vivo, el aire y cada
simple regalo cotidiano.
Te
doy gracias porque de alguna manera siempre puedo hacer algo bueno por este mundo.
Ayúdame
a vivir el gozo de la generosidad, la alegría de hacer feliz a otro, el sueño
de hacer el bien.
Dame
el don de la magnanimidad para buscar siempre algo más en la vida.
Despierta
en mi interior, Espíritu Santo, un intenso amor al Padre Dios, para que busque
tu gloria con el corazón ardiente, para que me goce en su amistad, y repose en
tus brazos cada noche.
Muéstrame
las maravillas de tu amor, para que seas mi lugar de delicias, mi tesoro, mi
banquete feliz.
Ven
Espíritu Santo. Amén."
* Mons. Víctor Manuel Fernández
FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el
más pequeñito de todos)
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