PEQUEÑAS
SEMILLITAS
Año
13 - Número 3652 ~ Domingo 6 de Mayo de 2018
Desde
la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
La
Pascua debe hacerse vida nuestra. Así lo pedimos con la oración de la Misa:
“Que prolonguemos en nuestra vida el misterio de fe que recordamos”. La Pascua
hoy es una combinación de fe, amor y alegría. Este mensaje es para todo el
mundo, por eso aclamamos con el salmista: “El Señor reveló su victoria a las
naciones”.
La
Pascua es fe porque Hechos de los Apóstoles trae la postal del día en que por primera
vez un pagano y su familia aceptan la fe en Cristo. Se demuestra así que Dios no
hace distinciones de personas.
La
Pascua es amor. Dios que “es amor”, nos amó y nos primereó. Deberemos jactarnos de amar más que cumplir normas, porque
sin caridad estas son letra muerta.
La
Pascua es alegría. Jesús nos quitó el peso agobiante de ser siervos y nos hace sus
amigos. Por eso nos pide que seamos amigos entre nosotros.
¿Viviremos
así esta Pascua?
(El Domingo)
(El Domingo)
¡Buenos días!
Signos de madurez
Madurar
es dejar atrás algo a lo cual estuvimos apegados y de lo cual nos cuesta
desprendernos; es atrevernos una vez más y estar dispuestos a ser diferentes de lo
que fuimos ayer; es desarrollarnos y evolucionar desde adentro. Cuando
decidimos cambiar una actitud negativa, estamos creciendo. Cuando decidimos
corregir un error, estamos madurando.
Me sorprende cómo celebran nuestros jóvenes la
llegada de sus 18 años: emborrachándose, fumando, con grandes fiestas,
frecuentando lugares del todo impropios. Se presentan como adultos en la
sociedad, rompiendo sus leyes. Cuando un joven aborigen de la tribu Maui de las
islas del Pacífico llega a la mayoría de edad, las cosas son diferentes. Se le
somete a una prueba, para comprobar si es realmente maduro, adulto, y capaz de
llevar una vida responsable, y de formar una
familia. El joven tiene que construir una piragua con sus propias manos
y navegar, totalmente solo, por más de 500 kilómetros de mar abierto, hasta una
lejana isla, de la cual debe traer una flor exótica de vuelta a casa. Debe
sortear todo tipo de peligros.
El
conocimiento de ti mismo, de tus fortalezas y debilidades, está en la base de
tu maduración armónica como persona. Con un ojo en tus virtudes para
conservarlas y darles brillo, y con el otro ojo en tus debilidades para
neutralizarlas, afronta con esperanza y firmeza esa labor cotidiana de llegar a
realizar el proyecto de Dios sobre tu vida.
* Enviado por el P. Natalio
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
Texto del Evangelio:
En
aquel tiempo, Jesús habló así a sus discípulos: «Como el Padre me amó, yo
también os he amado a vosotros; permaneced en mi amor. Si guardáis mis
mandamientos, permaneceréis en mi amor, como yo he guardado los mandamientos de
mi Padre, y permanezco en su amor. Os he dicho esto, para que mi gozo esté en
vosotros, y vuestro gozo sea colmado.
»Este
es el mandamiento mío: que os améis los unos a los otros como yo os he amado.
Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos. Vosotros sois mis
amigos, si hacéis lo que yo os mando. No os llamo ya siervos, porque el siervo
no sabe lo que hace su amo; a vosotros os he llamado amigos, porque todo lo que
he oído a mi Padre os lo he dado a conocer. No me habéis elegido vosotros a mí,
sino que yo os he elegido a vosotros, y os he destinado para que vayáis y deis
fruto, y que vuestro fruto permanezca; de modo que todo lo que pidáis al Padre
en mi nombre os lo conceda. Lo que os mando es que os améis los unos a los
otros». (Jn
15,9-17)
Comentario:
Hoy
celebramos el último domingo antes de las solemnidades de la Ascensión y
Pentecostés, que cierran la Pascua. Si a lo largo de estos domingos Jesús
resucitado se nos ha manifestado como el Buen Pastor y la vid a quien hay que
estar unido como los sarmientos, hoy nos abre de par en par su Corazón.
Naturalmente,
en su Corazón sólo encontramos amor. Aquello que constituye el misterio más
profundo de Dios es que es Amor. Todo lo que ha hecho desde la creación hasta
la redención es por amor. Todo lo que espera de nosotros como respuesta a su
acción es amor. Por esto, sus palabras resuenan hoy: «Permaneced en mi amor»
(Jn 15,9). El amor pide reciprocidad, es como un diálogo que nos hace
corresponder con un amor creciente a su amor primero.
Un
fruto del amor es la alegría: «Os he dicho esto, para que mi gozo esté en
vosotros» (Jn 15,11). Si nuestra vida no refleja la alegría de creer, si nos
dejamos ahogar por las contrariedades sin ver que el Señor también está ahí
presente y nos consuela, es porque no hemos conocido suficientemente a Jesús.
Dios
siempre tiene la iniciativa. Nos lo dice expresamente al afirmar que «yo os he
elegido» (Jn 15,16). Nosotros sentimos la tentación de pensar que hemos
escogido, pero no hemos hecho nada más que responder a una llamada. Nos ha
escogido gratuitamente para ser amigos: «No os llamo ya siervos (...); a
vosotros os he llamado amigos» (Jn 15,15).
En
los comienzos, Dios habla con Adán como un amigo habla con su amigo. Cristo,
nuevo Adán, nos ha recuperado no solamente la amistad de antes, sino la
intimidad con Dios, ya que Dios es Amor.
Todo
se resume en esta palabra: “amar”. Nos lo recuerda san Agustín: «El Maestro
bueno nos recomienda tan frecuentemente la caridad como el único mandamiento
posible. Sin la caridad todas las otras buenas cualidades no sirven de nada. La
caridad, en efecto, conduce al hombre necesariamente a todas las otras virtudes
que lo hacen bueno».
Rev. D. Francesc CATARINEU i Vilageliu (Sabadell,
Barcelona, España)
Palabras de San Juan Pablo II
“Cristo
atrae desde la cruz con la fuerza del amor divino, que ha llegado hasta el don
total de sí mismo; del amor infinito, que en la cruz ha levantado de la tierra
el peso del cuerpo de Cristo para contrarrestar el peso de la culpa antigua;
del amor ilimitado que ha colmado toda ausencia de amor y ha permitido que el
hombre nuevamente encuentre refugio entre los brazos del Padre misericordioso”
Predicación del Evangelio:
El «deber» de amar
«Este es el mandamiento mío: que os améis los unos a
los otros como yo os he amado… Lo que os mando es que os améis los unos a los
otros».
El
amor, ¿un mandamiento? ¿Se puede hacer del amor un mandamiento sin destruirlo?
¿Qué relación puede haber entre amor y deber, dado que uno representa la
espontaneidad y el otro la obligación?
Hay
que saber que existen dos tipos de mandamientos. Existe un mandamiento o una
obligación que viene del exterior, de una voluntad diferente a la mía, y un
mandamiento u obligación que viene de dentro y que nace de la cosa misma. La
piedra que se lanza al aire, o la manzana que cae del árbol, está «obligada» a
caer, no puede hacer otra cosa; no porque alguien se lo imponga, sino porque en
ella hay una fuerza interior de gravedad que la atrae hacia el centro de la
tierra.
De
igual forma, hay dos grandes modos según los cuales el hombre puede ser inducido
a hacer o no determinada cosa: por constricción o por atracción. La ley y los
mandamientos ordinarios le inducen del primer modo: por constricción, con la
amenaza del castigo; el amor le induce del segundo modo: por atracción, por un
impulso interior. Cada uno, en efecto, es atraído por lo que ama, sin que sufra
constricción alguna desde el exterior. Enseña a un niño un juguete y le verás
lanzarse para agarrarlo. ¿Qué le empuja? Nadie; es atraído por el objeto de su
deseo. Enseña un Bien a un alma sedienta de verdad y se lanzará hacia él.
¿Quién la empuja? Nadie; es atraída por su deseo.
Pero
si es así –esto es, somos atraídos espontáneamente por el bien y por la verdad
que es Dios–, ¿qué necesidad había, se dirá, de hacer de este amor un
mandamiento y un deber? Es que, rodeados como estamos de otros bienes, corremos
peligro de errar el blanco, de tender a falsos bienes y perder así el Sumo
Bien. Como una nave espacial dirigida hacia el sol debe seguir ciertas reglas
para no caer en la esfera de gravedad de algún planeta o satélite intermedio,
igual nosotros al tender hacia Dios. Los mandamientos, empezando por el
«primero y mayor de todos» que es el de amar a Dios, sirven para esto.
Todo
ello tiene un impacto directo en la vida y en el amor también humano. Cada vez
son más numerosos los jóvenes que rechazan la institución del matrimonio y
eligen el llamado amor libre, o la simple convivencia. El matrimonio es una
institución; una vez contraído, liga, obliga a ser fieles y a amar al compañero
para toda la vida. Pero ¿qué necesidad tiene el amor, que es instinto,
espontaneidad, impulso vital, de transformarse en un deber?
El
filósofo Kierkegaard da una respuesta convincente: «Sólo cuando existe el deber
de amar, sólo entonces el amor está garantizado para siempre contra cualquier
alteración; eternamente liberado en feliz independencia; asegurado en eterna
bienaventuranza contra cualquier desesperación». Quiere decir: el hombre que
ama verdaderamente, quiere amar para siempre. El amor necesita tener como horizonte
la eternidad; si no, no es más que una broma, un «amable malentendido» o un
«peligroso pasatiempo». Por eso, cuanto más intensamente ama uno, más percibe
con angustia el peligro que corre su amor, peligro que no viene de otros, sino
de él mismo. Bien sabe que es voluble, y que mañana, ¡ay!, podría cansarse y no
amar más. Y ya que, ahora que está en el amor, ve con claridad la pérdida
irreparable que esto comportaría, he aquí que se previene «vinculándose» a amar
para siempre. El deber sustrae el amor de la volubilidad y lo ancla a la
eternidad. Quien ama es feliz de «deber» amar; le parece el mandamiento más
bello y liberador del mundo.
© Padre Raniero Cantalamessa
Nuevo vídeo
Hay
un nuevo vídeo subido al blog
de
"Pequeñas Semillitas" en
internet.
Para
verlo tienes que ir al final de esta página
Agradecimiento por los saludos
A
través de estas palabras deseo agradecer la gran cantidad de saludos recibidos
con motivo del día de mi santo y del día de mi cumpleaños.
Me
resulta imposible agradecer uno por uno individualmente... Lo hice con algunos
y luego vi que no podría hacerlo con todos.
Por
eso utilizo este espacio para expresarles mi sincero agradecimiento por tantas
muestras de afecto recibidas.
Que
Dios los bendiga a todos y la Santísima Virgen los acompañe y proteja.
Felipe
Ofrecimiento para sacerdotes y religiosas
Formulo
el siguiente ofrecimiento únicamente
para sacerdotes o religiosas que reciben diariamente "Pequeñas Semillitas"
por e-mail: Si desean recibir los comentarios del Evangelio del domingo
siguiente con dos o tres días de anticipación, para tener tiempo de preparar
sus meditaciones, homilías o demás trabajos pastorales sobre la Palabra de
Dios, pueden pedírmelo a feluzul@gmail.com
Sólo
deben indicar claramente su nombre, su correo electrónico, ciudad de residencia
y a qué comunidad religiosa pertenecen.
"Pequeñas Semillitas" por e-mail
Si
lo deseas puedes recibir todos los días "Pequeñas
Semillitas" por correo. Las suscripciones son totalmente gratis y solo
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También
te invito a que compartas las "Pequeñas
Semillitas" que recibes por correo electrónico reenviándolas a tus
contactos, y de ese modo tú también estarás sembrando en el mundo la alegría
del Evangelio.
Meditaciones de “Pequeñas Semillitas”
Sólo
el ser humano es capaz de hacer el amor. Sólo el ser humano es capaz de hacer
el verdadero amor. Hace el amor cuando se ocupa del otro y se preocupa por el
otro, cuando ya no se busca a sí mismo, sumirse en la embriaguez de la
felicidad, sino que ansía el bien del amado: se convierte en renuncia, está
dispuesto al sacrificio, más aún, lo busca. El ser humano hace el amor cuando
el aprecio de los valores, la condivisibilidad de ideales, el interés y el
deseo de lo mejor para ese otro alguien lo llevan a llamarlo amigo. Lo hace
cuando, en la mutua donación, se abre a la vida generadora de un nuevo ser cuyo
primer nombre será “fruto del amor conyugal”.
El
ser humano hace el amor cuando manda y obedece, cuando ríe y llora, cuando se
alegra y sufre, cuando sirve, cuando estudia, cuando se dona al prójimo más
próximo y al más lejano…Pero el amor no se agota en un acto ni se reduce a un
espacio de tiempo. El amor no es un cielo preñado de nubes que hoy están y
mañana quién sabe. No es como la enfermedad que suele ser pasajera. El amor es
perenne. Si fuese efímero sería otra cosa, menos amor. La enfermedad se padece;
al amor se tiende, se le busca, se le necesita, se le lleva como suave yugo
cuando las circunstancias son adversas y como insignia de oro al pecho cuando
de ellas ha salido victorioso.
Jorge Enrique Mújica, L.C. | Fuente: Catholic.net
Cinco minutos del Espíritu Santo
Mayo 6
Para
iniciarnos en la vida cristiana, tenemos un tesoro de tres Sacramentos: el
Bautismo, la Confirmación y la Eucaristía. A través de estos tres Sacramentos,
el Espíritu Santo nos introduce en un precioso camino de fe, de esperanza y de
amor.
En
los países más cristianos, casi todos han sido bautizados. Una gran mayoría ha
recibido la Comunión, al menos una vez. Pero son menos los que han recibido la
Confirmación.
¿Será
que no es muy importante?
Sí
que lo es. Imaginemos un niño, que es bueno, feliz, pero que siempre sigue
siendo niño. ¿No será mejor que se anime a enfrentar los desafíos de la vida,
que deje de ser niño, y que vaya creciendo como joven y como adulto, para que
sea cada vez más parecido a Jesús?
El
Espíritu Santo quiere que vivamos con la confianza de un niño, pero no que
tengamos una vida infantil. Él espera que seamos espiritualmente adultos, más
allá de los años que tengamos. Por eso, aunque ya lo recibimos en el Bautismo,
se derrama de un modo nuevo en la Confirmación. Entonces, es un Sacramento
necesario para el desarrollo cristiano.
Si
cuando lo recibimos no estábamos bien dispuestos, tratemos de renovarlo interiormente,
invocando al Espíritu Santo que nos marcó como un sello espiritual.
* Mons. Víctor Manuel Fernández
FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el
más pequeñito de todos)
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