PEQUEÑAS
SEMILLITAS
Año
11 - Número 3085 ~ Domingo 31 de Julio de 2016
Desde
la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
La
parábola del Evangelio de hoy hace pensar. Aquel rico se prometía una buena
vida por las riquezas que había acumulado, y aquella misma noche se murió.
La
muerte repentina es algo que nadie se espera. Todos pensamos que vamos a seguir
viviendo, y cuando menos lo esperamos nos sorprende la muerte. Tenemos casos
recientes de personas que han muerto repentinamente, bien por un ataque de
corazón bien por un accidente.
La
única manera de vivir tranquilos es la de estar siempre preparados. Vivir
siempre en gracia de Dios. Vivir en pecado es jugar a la ruleta rusa: puede ser
que no haya bala, pero si la hay, se acabó.
La
otra lección de este Evangelio es que no debemos estar apegados al dinero. Hoy
se vive un ambiente muy materialista. Todo el mundo quiere tener mucho dinero
para vivir mejor. Pero el bienestar material no da la felicidad. La felicidad
es algo que está dentro de la persona. Con dinero no se puede comprar. Lo mismo
que con el dinero no se puede comprar la paz o el amor. Y mucho menos la
virtud, que es lo que nos da la felicidad.
Valemos
por lo que somos, no por lo que tenemos. Por eso en lugar de preocuparnos tanto
de acumular dinero deberíamos preocuparnos más de acumular virtudes. Al más
allá no podemos llevarlos nada, pero podemos mandar anticipadamente buenas
obras
* Padre Jorge Loring S.I.
¡Buenos días!
Encuentro con Dios
Nada
hay más decisivo en la vida del hombre que el encuentro con Dios. No hay bienes
materiales en este mundo que puedan sofocar en tu interior la nostalgia de
Dios. Escucha esas voces profundas de vida más plena, desbordante de sentido.
Enfréntate con ese anhelo de Dios que no podrán acallar todos los ruidos del
mundo.
El conocido escritor ruso, León Tolstoi, describía
así su reencuentro con la fe: “Hace cinco años la fe vino a mí. Creí en la
enseñanza de Jesús y toda mi vida experimentó una repentina transformación. Lo
que antes había deseado, ya no lo deseé más y comencé a desear lo que nunca
había deseado. Lo que antes me parecía verdadero ahora era falso, y lo falso
del pasado lo reconocí como verdadero”. Claro y preciso testimonio de lo que acontece
cuando uno se encuentra con Jesús.
Jesús
es capaz de cambiar nuestra vida y darle la paz y alegría que anhelamos. Tú
también puedes tener una experiencia similar, una experiencia fecunda y
transformante llena de luz, de energía y felicidad. Busca al Señor de corazón,
escucha su voz, y decídete valientemente encontrarlo y quedarte con él. Ponte
ahora mismo en camino. “Habla, Señor, que tu servidor escucha”. (APC).
* Enviado por el P. Natalio
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
Texto del Evangelio:
En
aquel tiempo, uno de la gente le dijo: «Maestro, di a mi hermano que reparta la
herencia conmigo». Él le respondió: «¡Hombre!, ¿quién me ha constituido juez o
repartidor entre vosotros?». Y les dijo: «Mirad y guardaos de toda codicia,
porque, aun en la abundancia, la vida de uno no está asegurada por sus bienes».
Les
dijo una parábola: «Los campos de cierto hombre rico dieron mucho fruto; y
pensaba entre sí, diciendo: ‘¿Qué haré, pues no tengo donde reunir mi
cosecha?’. Y dijo: ‘Voy a hacer esto: Voy a demoler mis graneros, edificaré
otros más grandes y reuniré allí todo mi trigo y mis bienes, y diré a mi alma:
Alma, tienes muchos bienes en reserva para muchos años. Descansa, come, bebe,
banquetea’. Pero Dios le dijo: ‘¡Necio! Esta misma noche te reclamarán el alma;
las cosas que preparaste, ¿para quién serán?’. Así es el que atesora riquezas
para sí, y no se enriquece en orden a Dios». (Lc 12,13-21)
Comentario:
Hoy,
Jesús nos sitúa cara a cara con aquello que es fundamental para nuestra vida cristiana,
nuestra vida de relación con Dios: hacerse rico delante de Él. Es decir, llenar
nuestras manos y nuestro corazón con todo tipo de bienes sobrenaturales,
espirituales, de gracia, y no de cosas materiales.
Por
eso, a la luz del Evangelio de hoy, nos podemos preguntar: ¿de qué llenamos
nuestro corazón? El hombre de la parábola lo tenía claro: «Descansa, come,
bebe, banquetea» (Lc 12,19). Pero esto no es lo que Dios espera de un buen hijo
suyo. El Señor no ha puesto nuestra felicidad en herencias, buenas comidas,
coches último modelo, vacaciones a los lugares más exóticos, fincas, el sofá,
la cerveza o el dinero. Todas estas cosas pueden ser buenas, pero en sí mismas
no pueden saciar las ansias de plenitud de nuestra alma, y, por tanto, hay que
usarlas bien, como medios que son.
Es
la experiencia de san Ignacio de Loyola, cuya celebración tenemos tan cercana.
Así lo reconocía en su propia autobiografía: «Cuando pensaba en cosas mundanas,
se deleitaba, pero, cuando, ya aburrido lo dejaba, se sentía triste y seco; en
cambio, cuando pensaba en las penitencias que observaba en los hombres santos,
ahí sentía consuelo, no solamente entonces, sino que incluso después se sentía
contento y alegre». También puede ser la experiencia de cada uno de nosotros.
Y
es que las cosas materiales, terrenales, son caducas y pasan; por contraste,
las cosas espirituales son eternas, inmortales, duran para siempre, y son las
únicas que pueden llenar nuestro corazón y dar sentido pleno a nuestra vida
humana y cristiana.
Jesús
lo dice muy claro: «¡Necio!» (Lc 12,20), así califica al que sólo tiene metas
materiales, terrenales, egoístas. Que en cualquier momento de nuestra
existencia nos podamos presentar ante Dios con las manos y el corazón llenos de
esfuerzo por buscar al Señor y aquello que a Él le gusta, que es lo único que
nos llevará al Cielo.
* Rev. D. Jordi PASCUAL i Bancells (Salt, Girona,
España)
San Ignacio de Loyola
Habitualmente
los días domingo no se tiene en cuenta el santoral porque la celebración que
tiene prioridad es, precisamente, la dominical.
De
todos modos, hoy queremos al menos recordar que el santo del día 31 de julio es
San Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús (Jesuitas).
Para
más detalles sobre su vida y obra hacer clic acá.
Palabras de San Juan Pablo II
«Jóvenes:
¡No tengan miedo! ¡Abran las puertas a Cristo!
¡No
tengáis miedo de ser los santos del nuevo milenio!»
Predicación del Evangelio
La avaricia es cosa de necios
El
protagonista de la pequeña parábola del "rico insensato" es un terrateniente como aquellos que conoció Jesús
en Galilea. Hombres poderosos que explotaban sin piedad a los campesinos,
pensando sólo en aumentar su bienestar. La gente los temía y envidiaba: sin
duda eran los más afortunados. Para Jesús, son los más insensatos.
Sorprendido
por una cosecha que desborda sus expectativas, el rico propietario se ve
obligado a reflexionar: «¿Qué haré?». Habla consigo mismo. En su horizonte no
aparece nadie más. No parece tener esposa, hijos, amigos ni vecinos. No piensa
en los campesinos que trabajan sus tierras. Sólo le preocupa su bienestar y su
riqueza: mi cosecha, mis graneros, mis bienes, mi vida...
El
rico no se da cuenta de que vive encerrado en sí mismo, prisionero de una
lógica que lo deshumaniza vaciándolo de toda dignidad. Sólo vive para acumular,
almacenar y aumentar su bienestar material: «Construiré graneros más grandes, y
almacenaré allí todo el grano y el resto de mi cosecha. Y entonces me diré a mí
mismo: Hombre, tienes bienes acumulados para muchos años; túmbate, come y date
buena vida».
De
pronto, de manera inesperada, Jesús le hace intervenir al mismo Dios. Su grito
interrumpe los sueños e ilusiones del rico: «Necio, esta noche te van a exigir
la vida. Lo que has acumulado, ¿de quién será?». Ésta es la sentencia de Dios:
la vida de este rico es un fracaso y una insensatez.
Agranda
sus graneros, pero no sabe ensanchar el horizonte de su vida. Acrecienta su
riqueza, pero empequeñece y empobrece su vida. Acumula bienes, pero no conoce
la amistad, el amor generoso, la alegría ni la solidaridad. No sabe dar ni
compartir, sólo acaparar. ¿Qué hay de humano en esta vida?
La
crisis económica que estamos sufriendo es una "crisis de ambición":
los países ricos, los grandes bancos, los poderosos de la tierra... hemos
querido vivir por encima de nuestras posibilidades, soñando con acumular
bienestar sin límite alguno y olvidando cada vez más a los que se hunden en la
pobreza y el hambre. Pero, de pronto nuestra seguridad se ha venido abajo.
Esta
crisis no es una más. Es un "signo de los tiempos" que hemos de leer
a la luz del evangelio. No es difícil escuchar la voz de Dios en el fondo de
nuestras conciencias: "Basta ya de tanta insensatez y tanta insolidaridad
cruel". Nunca superaremos nuestras crisis económicas sin luchar por un
cambio profundo de nuestro estilo de vida: hemos de vivir de manera más
austera; hemos de compartir más nuestro bienestar.
* José Antonio Pagola
Nuevos vídeos
Hay
un nuevo vídeo subido al blog
de
"Pequeñas Semillitas" en
internet.
Para
verlo tienes que ir al final de esta página
Hay
nuevo video publicado en el blog
"Juan Pablo II inolvidable"
con
un mensaje del papa santo a los jóvenes.
Puedes
acceder en la dirección:
Agradecimientos
Dicen
que en el cielo hay dos oficinas diferentes para tratar lo relativo a las
oraciones de las personas en la tierra:
Una
es para receptar pedidos de diversas gracias, y allí los muchos ángeles que
atienden trabajan intensamente y sin descanso por la cantidad de peticiones que
llegan en todo momento.
La
otra oficina es para recibir los agradecimientos por las gracias concedidas y
en ella hay un par de ángeles aburridos porque prácticamente no les llega
ningún mensaje de los hombres desde la tierra para dar gracias...
Desde
esta sección de "Pequeñas Semillitas" pretendemos juntar una vez por
semana (los domingos) todos los mensajes para la segunda oficina:
agradecimientos por favores y gracias concedidas como respuesta a nuestros
pedidos de oración.
Desde
México nos llega el agradecimiento de la abuela del bebé Matías M. C., por quien habíamos rezado hace unos días. Ahora él se
ha recuperado completamente. Demos gracias a Dios.
Desde Buenos Aires,
Argentina, Liliana Z. agradece a Dios por su infinita providencia ya que en el
día de ayer su hijo Matías Ezequiel
tuvo un grave accidente de tránsito del cual resultó completamente ileso.
Los cinco minutos de Dios
Julio 31
¡Qué
poco cuesta ser agradecido y, sin embargo, cuánto se estima la gratitud!
Esa
propina que dejas sobre la mesa del restaurante sin decir palabra, sabría mejor
si añadieras una sola palabrita y fácil de pronunciar: “¡Gracias!”. Esas
monedas que depositas en la mano del que te lustra los zapatos, serían recibidas
con mayor alegría si las acompañaras de una palabra que diera a conocer a ese
hombre a tus pies que su trabajo es dignificador y que por ello le estás
agradecido.
Esa
carta que recibes, esa verdura que compras, ese llamado telefónico que
atiendes, ese servicio que te presta un empleado público, esa información que
te dan en la estación terminal… todo eso y muchas otras cosas, si estuvieran
salpicadas de la palabrita “¡Gracias!” y de una amable sonrisa, sincera,
cálida, no dejarían de llegar hasta el corazón de los demás y los volvería más
abiertos, más dispuestos a la ayuda del prójimo, más solícitos.
Si
cada día dijeras “¡Gracias!” a Dios por darte un nuevo día y por hacerte gozar
de salud y de tantas otras cosas, la vida de tu espíritu sería más intensa y la
vivirías con otra proyección.
“Cristo sanó a los diez leprosos de su enfermedad;
solamente uno de ellos volvió para agradecer a Dios la salud recibida; Cristo
tomó la palabra y dijo: ¿Cómo, no quedaron purificados los diez? Los otros
nueve, ¿dónde están? ¿Ninguno volvió a dar gracias a Dios, sino este
extranjero? Y agregó: Levántate y vete, tu fe te ha salvado” (Lc 17, 11-19).
* P. Alfonso Milagro
Jardinero de Dios
-el
más pequeñito de todos-
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