PEQUEÑAS
SEMILLITAS
Año
11 - Número 3076 ~ Viernes 22 de Julio de 2016
Desde
la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
Hay
que tener mucho cuidado con el desaliento, porque la derrota comienza cuando
termina el esfuerzo, y el demonio sabe muy bien que mostrándonos todo el mal
que se comete en el mundo, y nuestros propios pecados, nosotros tendemos a
desalentarnos, a desanimarnos, primer paso para ser vencidos.
Hay
que recordar que el demonio ya fue vencido por Cristo en la cruz, y que la
Virgen aplastará por segunda vez, en estos últimos tiempos, la cabeza al
diablo. Así que sabemos con seguridad que el triunfo es nuestro, es de Dios. El
mal no prevalecerá. La Iglesia triunfará y las puertas del Abismo no la
vencerán.
Entonces
luchemos en primer lugar contra el desaliento, y ya tendremos parte de la
batalla ganada, porque este monstruo con tentáculos, que es el desaliento, el
desánimo, es lo que nos hace bajar los brazos y las armas, y abandonar la
lucha.
Y
aquí cito una hermosa frase que Jesús le dice al Padre Michelini en uno de sus
mensajes, para que la tengamos en cuenta, y es la siguiente: “Hijo, reza, reza; ¡no te canses! Hoy no ves
sino lo que ha podido la perversidad del Maligno; mañana verás cuánto ha podido
la oración y el sufrimiento de los buenos. Te bendigo, hijo mío; ámame.”
* Sitio Santísima Virgen
¡Buenos días!
¿Se puede orar sin cesar?
En
Italia hay una región que se llama “el Carso”, está muy cerca de Eslovenia.
Allí se da un fenómeno geofísico muy interesante. Los ríos cuando encuentran un
cierto tipo de terreno liso salen a la superficie y si encuentran un tipo de
terreno poroso, descienden y continúan su curso invisible hasta que emergen de
nuevo. El Padre Raniero Cantalamessa, predicador del Vaticano, explica:
Nuestra oración puede imitar estos ríos y ser una
oración “cársica”. A veces, cuando cesa la actividad y estamos libres para
orar, esta plegaria aflora a la superficie, se hace oración consciente de
alabanza, de adoración, de petición, de acción de gracias. Otras veces, cuando
la actividad nos absorbe, la oración desciende hasta el fondo de nuestro
corazón y allí continúa en secreto, como una inclinación invisible,
inconsciente, de amor a Dios, dispuesta a reavivarse apenas sea posible. De
este modo, ésta puede continuar incluso durante el sueño, como dice la Esposa
en el Cantar: «Yo dormía, pero mi corazón velaba».
Si
amas de verdad, tu mente vuela con frecuencia a la persona amada. Que lo digan
si no los enamorados. Ahora bien: Dios te ama como nadie puede amar. En Isaías
él pregunta: “¿Puede una madre olvidarse del hijito de sus entrañas? Pues,
aunque ella se olvidara —dice Yavhé—, yo jamás me olvidaré de ti. Te llevo
tatuado en mi mano”. Si descubres el inmenso amor de Dios por ti, la oración —diálogo de amor— invadirá tu vida.
* Enviado por el P. Natalio
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
Texto del Evangelio:
El
primer día de la semana va María Magdalena de madrugada al sepulcro cuando
todavía estaba oscuro, y ve la piedra quitada del sepulcro. Echa a correr y
llega donde Simón Pedro y donde el otro discípulo a quien Jesús quería y les
dice: «Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde le han puesto».
Estaba
María junto al sepulcro, fuera, llorando. Y mientras lloraba se inclinó hacia
el sepulcro, y ve dos ángeles de blanco, sentados donde había estado el cuerpo
de Jesús, uno a la cabecera y otro a los pies. Dícenle ellos: «Mujer, ¿por qué
lloras?». Ella les respondió: «Porque se han llevado a mi Señor, y no sé dónde
le han puesto». Dicho esto, se volvió y vio a Jesús, de pie, pero no sabía que
era Jesús. Le dice Jesús: «Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?». Ella,
pensando que era el encargado del huerto, le dice: «Señor, si tú lo has
llevado, dime dónde lo has puesto, y yo me lo llevaré». Jesús le dice: «María».
Ella se vuelve y le dice en hebreo: «Rabbuní» —que quiere decir: “Maestro”—.
Dícele Jesús: «No me toques, que todavía no he subido al Padre. Pero vete donde
mis hermanos y diles: Subo a mi Padre y vuestro Padre, a mi Dios y vuestro
Dios». Fue María Magdalena y dijo a los discípulos que había visto al Señor y
que había dicho estas palabras. (Jn 20,1-2.11-18)
Comentario:
Hoy
celebramos con gozo a santa María Magdalena. ¡Con gozo y provecho para nuestra
fe!, porque su camino muy bien podría ser el nuestro. La Magdalena venía de
lejos (cf. Lc 7,36-50) y llegó muy lejos… En efecto, en el amanecer de la
Resurrección, María buscó a Jesús, encontró a Jesús resucitado y llegó al Padre
de Jesús, el “Padre nuestro”. Aquella mañana, Jesucristo le descubrió lo más
grande de nuestra fe: que ella también era hija de Dios.
En
el itinerario de María de Magdala descubrimos algunos aspectos importantes de
la fe. En primer lugar, admiramos su valentía. La fe, aunque es un don de Dios,
requiere coraje por parte del creyente. Lo natural en nosotros es tender a lo
visible, a lo que se puede agarrar con la mano. Puesto que Dios es
esencialmente invisible, la fe «siempre tiene algo de ruptura arriesgada y de
salto, porque implica la osadía de ver lo auténticamente real en aquello que no
se ve» (Benedicto XVI). María viendo a Cristo resucitado “ve” también al Padre,
al Señor.
Por
otro lado, al “salto de la fe” «se llega por lo que la Biblia llama conversión
o arrepentimiento: sólo quien cambia la recibe» (Papa Benedicto). ¿No fue éste
el primer paso de María? ¿No ha de ser éste también un paso reiterado en
nuestras vidas?
En
la conversión de la Magdalena hubo mucho amor: ella no ahorró en perfumes para
su Amor. ¡El amor!: he aquí otro “vehículo” de la fe, porque ni escuchamos, ni
vemos, ni creemos a quien no amamos. En el Evangelio de san Juan aparece
claramente que «creer es escuchar y, al mismo tiempo, ver (…)». En aquel
amanecer, María Magdalena arriesga por su Amor, oye a su Amor (le basta
escuchar «María» para re-conocerle) y conoce al Padre. «En la mañana de la
Pascua (…), a María Magdalena que ve a Jesús, se le pide que lo contemple en su
camino hacia el Padre, hasta llegar a la plena confesión: ‘He visto al Señor’
(Jn 20,18)» (Papa Francisco).
* Rev. D. Antoni CAROL i Hostench (Sant Cugat del
Vallès, Barcelona, España)
Santoral Católico:
Santa María Magdalena
Discípula del Señor
Es
una de las santas mujeres que seguían y atendían a Jesús y al grupo de los
Doce, y a las que no siempre es fácil distinguir e identificar. Según la
tradición, había nacido en Magdala, junto al lago de Tiberíades, y, abandonada
su vida de pecado, había seguido a Cristo. El Evangelio de san Juan nos dice
que en el calvario, junto a la cruz de Jesús estaba, con su Madre y otras
mujeres, María Magdalena. También nos dicen los evangelios que la mañana del
domingo de Resurrección fue María al sepulcro y, cuando lloraba al verlo vacío,
se le apareció Jesús, quien le encargó que fuera a anunciar a sus discípulos lo
que había visto.
Oración: Señor, Dios nuestro, Cristo, tu Unigénito,
confió, antes que a nadie, a María Magdalena la misión de anunciar a los suyos
la alegría pascual; concédenos a nosotros, por la intercesión y el ejemplo de
aquella cuya fiesta celebramos, anunciar siempre a Cristo resucitado y verle un
día glorioso en el reino de los cielos. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
© Directorio Franciscano
El pensamiento del día
«La
historia de María de Magdala recuerda a todos una verdad fundamental: discípulo
de Cristo es quien, en la experiencia de la debilidad humana, ha tenido la
humildad de pedirle ayuda, ha sido curado por él, y le ha seguido de cerca,
convirtiéndose en testigo de la potencia de su amor misericordioso, que es más
fuerte que el pecado y la muerte» -Benedicto XVI-
Tema del día:
¿La misa es aburrida?
¿Cuántas
veces vosotros, padres, habéis oído a vuestros hijos decir estas palabras el
domingo por la mañana? ¿Cuántas vosotros, profesores y catequistas, cuando los
preparáis para la misa? Y, admitámoslo, ¿cuántas veces nos lo hemos dicho a
nosotros mismos? ¿Qué decimos ante una afirmación tan desafortunada y casi
sacrílega?
Bien,
para empezar, simplemente respondemos: “¡No, no lo es! Tal vez encuentres que
la misa sea aburrida, pero es más tu problema que un defecto de la misa”.
Hay
muchas actividades importantes de la vida que podemos considerar
"aburridas": las visitas al dentista; los pacientes con insuficiencia
renal me dicen que ir a diálisis tres veces a la semana no es nada emocionante;
votar no es nada divertido. Pero las tres son importantes para nuestro
bienestar y su valor no depende de nuestra euforia cuando las hacemos. La misa
es, sin duda, más importante para la salud de nuestra alma que estos ejemplos.
Nuestro
problema es el aburrimiento, y los comentaristas sociales dicen que hoy somos
muy susceptibles al mismo, visto lo acostumbrados que estamos a titulares que
duran treinta segundos o a cambiar de canal cuando el programa que estamos
viendo nos hace bostezar.
Gracias
a Dios, el valor de una persona o de un acontecimiento no depende de su
tendencia a "aburrirnos" de vez en cuando. ¡La gente y los
acontecimientos significativos no existen para entusiasmarnos, a no ser que
seamos unos mocosos narcisistas y mimados!
Esto
es especialmente verdad del Santo Sacrificio de la Misa. Creemos que cada misa
es la renovación del acontecimiento más importante, más crítico que ha ocurrido
nunca: el sacrificio eterno, infinito de alabanza de Dios Hijo a Dios Padre, en
una cruz en el Calvario, un Viernes llamado "Santo".
Si
lo pensamos bien, los soldados romanos también estaban "aburridos"
mientras se burlaban de Jesús y echaban los dados para ver cuál de ellos se
quedaba con su túnica, la única propiedad que Él tenía.
No
solemos ir a misa para divertirnos, sino para rezar. Si las flores en el altar
son bonitas; si la música es buena; si funciona el aire acondicionado; si la
homilía es corta y llena de significado; si los participantes son amistosos…
todo, seguramente, ayuda.
Pero
la misa funciona incluso cuando todo lo que he dicho antes no está y, es triste
decirlo… ¡A menudo no está!
Porque
la misa no es sobre nosotros, es sobre Dios. Y el valor de la misa viene de
nuestra simple y a la vez profunda convicción, basada en la fe, de que durante
una hora el Domingo somos parte del más allá, elevados a lo eterno, partícipes
del misterio, mientras nos unimos a Jesús en la acción de gracias, el amor, la
expiación y el sacrificio que Él ofrece eternamente a Su Padre. Lo que Jesús
hace siempre funciona y nunca es aburrido. La misa no es una tarea rutinaria y
tediosa que hacemos por Dios, sino un milagro que Jesús hace con y para
nosotros.
Un
señor me contó lo que significaba la comida familiar del domingo, el corazón de
la semana cuando él era pequeño. ¡La comida era tan buena porque su madre
cocinaba muy bien, y la mesa tan feliz porque su padre siempre estaba allí!
Incluso
cuando se casó y tuvo sus propios hijos, iban a casa de sus padres para la
comida dominical. Cuando sus hijos fueron más mayores le preguntaban si
"tenían que ir", porque, sí, a veces la encontraban
"aburrida". ¡Sí, tenéis que ir, porque no vamos por la comida, sino
por amor, porque mamá y papá están ahí!
Se
le llenaron los ojos de lágrimas mientras se acordaba de esto, porque cuando su
madre y su padre envejecieron la comida no era tan buena ni la compañía tan
chispeante, pero él nunca dejó de ir porque ese acontecimiento dominical tenía
un significado muy profundo, aunque su madre quemara la lasaña y su padre diera
cabezadas.
Y
ahora, concluyó, daría lo que fuera para poder estar de nuevo allí, porque su
madre ha fallecido y su padre está en una residencia de ancianos.
Ahora
son él y su mujer los anfitriones de esa comida y él espera que sus tres hijos
lleven, en un futuro, a sus esposas e hijos a la comida del domingo.
Veis,
el valor de la comida del domingo no depende de la bondad de la comida; de lo
caro que es el vino; de lo interesante que sea la conversación. Seguramente
todo esto ayuda, pero lo que tiene real valor es el acontecimiento en sí mismo.
Lo
mismo sucede con la comida del domingo de nuestra familia espiritual: la Misa.
Hay
gente que piensa que un partido en el estadio de los New York Yankees es
aburrido; otros piensan lo mismo de la música country; hay gente que me dice
que valores como la amistad, el voluntariado, la familia, la lealtad, la
generosidad y el patriotismo están pasados de moda, ya no producen entusiasmo.
¡Diría
que tienen un problema! ¡Y algunos me dicen que "la misa es tan
aburrida..."!
* Cardenal Timothy Dolan
Arzobispo de Nueva York
Pedidos de oración
Pedimos
oración por la Santa Iglesia Católica; por el Papa Francisco, por el Papa Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes,
diáconos, seminaristas, catequistas y todos los que componemos el cuerpo
místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como
Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por
las misiones; por el triunfo del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado
Corazón de María; por la conversión de
todos los pueblos; por la Paz en el mundo; por
los cristianos perseguidos y martirizados en Medio Oriente, África, y en otros
lugares; por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos
especialmente por las enfermedades, el abandono, la carencia de afecto, la
falta de trabajo, el hambre y la pobreza; por los niños con cáncer y otras
enfermedades graves; por el drama de los refugiados del Mediterráneo; por los
presos políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo; por la
unión de las familias, la fidelidad de los matrimonios y por más inclinación de
los jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las vocaciones
sacerdotales y religiosas; y por las Benditas Almas del Purgatorio.
Pedimos
oración por tres personas de la ciudad de Córdoba, Argentina, una jovencita llamada
María del Rosario, de 25 años de
edad, que ha tenido un cuadro de desorden mental con delirios y visiones
extrañas que ha requerido internación; Celso,
de 75 años, internado para cateterismo coronario; y Sofía, de 85 años, a quien operan hoy por una fractura de cadera.
Que por la mediación del santo cura Brochero, el Señor les conceda una pronta
recuperación.
Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara
nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y
la paciencia;
escucha las plegarias que te dirigimos por nuestros
hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la
aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu
hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la
redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén
Los cinco minutos de Dios
Julio 22
Para
el cristiano hay pocas realidades que revistan una proyección tan vital como la
de “comunión”.
Y
es que comunión y comunidad son dos términos que marchan al mismo ritmo
teológico, tanto en la convicción como en la vida del cristiano. Comunión es
común-unión; sin esa común-unión no puede existir la vida de la fe, la vivencia
del amor.
Solamente
cuando “lo mío” se convierta en “lo nuestro”, Dios lo convertirá en “lo suyo”,
lo de Dios, y nos sentiremos elevados sobre nuestra propia naturaleza; pero
insistamos en que “lo mío” llegará a ser “lo de Dios” solamente cuando haya
pasado por la etapa de ser visto y vivido como “lo nuestro”, lo de todos.
Y
es que en la Iglesia todo sabe a familia; no a fuerza que estatice por ley y
borre todas las desigualdades, sino a amor que busca la comunicación, la
comunión de unos con otros.
“Nosotros siendo muchos, no formamos más que un solo
cuerpo en Cristo, siendo cada uno por su parte los unos miembros de los otros”
(Rom 12,5). Descubrir a la comunidad es la mejor forma de encontrar a Dios y
encontrarse consigo mismo. En el prójimo nos encontramos los tres: Dios, el
hermano y cada uno de nosotros.
* P. Alfonso Milagro
Jardinero de Dios
-el
más pequeñito de todos-
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