PEQUEÑAS
SEMILLITAS
Año
11 - Número 3057 ~ Domingo 3 de Julio de 2016
Desde
la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
En
el Evangelio de hoy Jesucristo nos dice que es necesario enviar obreros a la
mies, porque la mies es mucha y los operarios pocos. Evidentemente se refiere a las vocaciones
sacerdotales. Hay que pedir mucho a Dios
que haya muchas y buenas vocaciones sacerdotales.
La
peor tragedia para una nación es la falta de sacerdotes. Muy lamentable es que falten médicos e
instalaciones sanitarias, pero peor es que falten sacerdotes. Los médicos, esos grandes bienhechores de la
humanidad, lo más que pueden hacer es retrasar la hora de la muerte. Pero
ningún médico puede garantizarnos una vida eterna. El sacerdote es el mayor bienhechor de la
humanidad porque es el único que puede garantizarnos una vida eterna.
Es
una pena que muchos jóvenes no son capaces de descubrir los valores del
sacerdocio. El materialismo de nuestra
época hace que sólo piensan en el dinero y en los placeres de la vida. Pero se les escapa lo más importante: la
felicidad del servicio.
Pidamos
a Dios que muchos jóvenes valoren la felicidad del servicio a Dios y a las
almas.
* P. Jorge Loring S. J.
¡Buenos días!
El Señor me acompaña
Para
orar al Señor, trata de concentrarte, poniéndote ante él por un sencillo acto
de fe en su presencia. Recuerda que “su bondad y su misericordia te acompañan a
lo largo de tu vida” (Sal 23) y que “el Señor te guarda a su sombra, está a tu
derecha” (Sal 121).
Ilumíname, Señor, para que reconozca tu presencia y
para que me deje guiar por ti en medio de las oscuridades de mi vida. No dejes
que me aparte de tu lado, porque sin ti mi vida pierde su rumbo. Cuando escapo
de tu presencia al final todo se vuelve confuso, sin sentido. Toca mi interior
con tu Espíritu, para que crea en ti con toda mi alma y confíe en tus promesas.
Estarás siempre conmigo y podré salir adelante, aunque hoy no vea, aunque hoy
no te sienta, aunque mi pequeñez no te reconozca. Abre mis ojos, Señor, para
que te descubra siempre conmigo. Amén. (P. Fernández).
Para
robustecer tu fe en el Señor que te ama y te acompaña, nada mejor que leer con
atención la Biblia. Al inicio del capítulo 43 de Isaías encontramos esta perla
deslumbrante: “Tú eres de gran precio ante mis ojos, porque eres valioso, y yo
te amo. No temas, porque yo estoy siempre contigo”. Medítalo, y agradece al
Padre que siente inmensa ternura por ti.
* Enviado por el P. Natalio
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
Texto del Evangelio:
En
aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos y los mandó por delante, de
dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir Él. Y les decía:
«La mies es abundante y los obreros pocos: rogad, pues, al dueño de la mies que
mande obreros a su mies. ¡Poneos en camino! Mirad que os envío como corderos en
medio de lobos. No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias; y no os detengáis
a saludar a nadie por el camino. Cuando entréis en una casa, decid primero:
‘Paz a esta casa’. Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra
paz; si no, volverá a vosotros. Quedaos en la misma casa, comed y bebed de lo
que tengan: porque el obrero merece su salario. No andéis cambiando de casa.
»Si
entráis en un pueblo y os reciben bien, comed lo que os pongan, curad a los
enfermos que haya, y decid: ‘Está cerca de vosotros el Reino de Dios’. Cuando
entréis en un pueblo y no os reciban, salid a la plaza y decid: ‘Hasta el polvo
de vuestro pueblo, que se nos ha pegado a los pies, nos lo sacudimos sobre
vosotros. De todos modos, sabed que está cerca el Reino de Dios’. Os digo que
aquel día será más llevadero para Sodoma que para ese pueblo».
Los
setenta y dos volvieron muy contentos y le dijeron: «Señor, hasta los demonios
se nos someten en tu nombre». Él les contestó: «Veía a Satanás caer del cielo
como un rayo. Mirad: os he dado potestad para pisotear serpientes y escorpiones
y todo el ejército del enemigo. Y no os hará daño alguno. Sin embargo, no
estéis alegres porque se os someten los espíritus; estad alegres porque
vuestros nombres están inscritos en el cielo». (Lc 10,1-12.17-20)
Comentario:
Hoy,
nos fijamos en algunos que, entre la multitud, han procurado acercarse a
Jesucristo, que está hablando mientras contempla los campos rebosantes de
espigas: «La mies es mucha, pero los obreros pocos: rogad, pues, al dueño de la
mies que envíe obreros a su mies» (Lc 10,2). De repente, fija su mirada en
ellos y va señalando a unos cuantos, uno a uno: tú, y tú, y tú. Hasta setenta y
dos...
Asombrados,
le oyen decir que vayan, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde Él
irá. Quizá alguno habrá respondido: —Pero, Señor, ¡si yo sólo he venido para
oírte, porque es tan bello lo que dices!
El
Señor les pone en guardia contra los peligros que les acecharán. «¡Poneos en
camino! Mirad que os envío como corderos en medio de lobos». Y utilizando
imágenes de costumbre en las parábolas, añade: «No llevéis talega, ni alforja,
ni sandalias» (Lc 10,3-4). Interpretando el lenguaje expresivo de Jesús: —Dejad
de lado medios humanos. Yo os envío y esto basta. Aun sintiéndoos lejos, seguís
cerca, yo os acompaño.
A
diferencia de los Doce, llamados por el Señor para que permanezcan junto a Él,
los setenta y dos regresarán luego a sus familias y a su trabajo. Y vivirán
allí lo que habían descubierto junto a Jesús: dar testimonio, cada uno en su
sitio, simplemente ayudando a quienes nos rodean a que se acerquen a
Jesucristo.
La
aventura acaba bien: «Los setenta y dos volvieron muy contentos» (Lc 10,17).
Sentados en torno a Jesucristo, le debieron contar las experiencias de aquel
par de días en que descubrieron la belleza de ser testigos.
Al
considerar hoy aquel lejano episodio, vemos que no es puro recuerdo histórico.
Nos damos por aludidos: podemos sentirnos junto al Cristo presente en la
Iglesia y adorarle en la Eucaristía. Y el Papa Francisco nos anima a «llevar a
Jesucristo al hombre, y conducirlo al encuentro con Jesucristo, Camino, Verdad
y Vida, realmente presente en la Iglesia y contemporáneo en cada hombre».
* Dr. Josef ARQUER (Berlin, Alemania)
Palabras de San Juan Pablo II
“La
auténtica paz florece cuando en el corazón son vencidos el odio, el rencor y la
envidia; cuando se dice no al egoísmo y a todo lo que impulsa al ser humano a
encerrarse en sí mismo y a defender sus intereses. Si el amor, que es el signo
distintivo de los discípulos de Cristo, se traduce en gestos de servicio
desinteresado, en palabras de comprensión y perdón, la ola pacificadora del
amor se ensancha y se extiende hasta envolver a toda la comunidad cristiana”
Predicación del Evangelio
Esparcir las semillas
Hace
ochocientos años un sacerdote llamado Domingo misionó en el sur de Francia.
Tuvo un grupo de colaboradores con quienes convivía en un convento. También tuvo un sueño. Quería ver al mundo entero aprovechándose de
la salvación que ganó Jesucristo. Con la
autorización del papa, Domingo dispersó a sus compañeros para predicar el
evangelio por Europa. Dijo: “La semilla
almacenada pudre”. Con esta acción
Domingo imitó el empeño de Jesús en el evangelio hoy.
Jesús
tiene un gran número de discípulos, tanto mujeres como hombres. Se puede
imaginar de qué tipos de gente son. Unos
son bien educados; conocen las Escrituras como los nombres de sus hijos. Otros están atraídos a Jesús porque con él
las Escrituras les hacen sentido por primera vez. Unos hablan con tanta facilidad que parecen
como los vendedores de medicinas naturales.
Otros prefieren quedarse callados como soldados marchando a la
batalla. No es que todos sean bien
preparados a anunciar el Reino de Dios, pero Jesús se fija en la necesidad de
la gente. Le llama la mies. Como la mies necesita los rayos del sol, a la
gente le falta escuchar del amor de Dios para cada uno. Por eso les manda a los discípulos a predicar
el Reino.
También
en nuestro tiempo vemos la falta de la predicación del Reino. La vida se ha hecho en una prueba para ganar
tanto como posible por la satisfacción personal. Se considera el trabajo más que nada como el
medio para ganar el dinero. La intimidad
matrimonial se hace en modo de garantizar el placer físico. Aún los hijos son producidos para aumentar el
sentido de logro personal. Sí, creen que Dios los ama, pero no entienden que su
amor imponga límites al yo para que el espíritu crezca. No se dan cuenta que el trabajo –sea instruyendo en escuela o construyendo
carreteras – es modo de colaborar con
Dios para el bien de todos. No aceptan a
hijos como regalos para cuidar de modo que crezcan como miembros responsables
de la familia de Dios. Le hace falta a
la gente escuchar este mensaje no sólo de los predicadores sino de sus
compañeros.
Hay
mucho testimonio en contra del evangelio.
Las noticias son repletas con historias de orgullo y desgracia. Atletas abusan sus cuerpos con drogas. Parejas no casadas cohabitan sin vergüenza. Si vamos a contrarrestar la atracción de
estas nuevas tendencias, nuestro testimonio del amor de Dios tiene que ser
auténtico. Tenemos que mostrar cómo el
cumplimiento de la vida resulta del cuidar a los demás sin la preocupación para
fortuna, fama, o afecto. Por esta razón
Jesús pide a los enviados que no busquen los mejores alojamientos sino que
acepten con la gratitud lo que se les ofrezcan.
Quiere que marchen sin recursos para mostrar cómo Dios provee para
aquellos que lo amen.
Los
judíos cuentan la historia del rabí de una aldea campesina. Cada viernes por la noche en el mes antes de
su día más santo este rabí desvaneció.
No sabiendo a dónde se fue, la gente decía que estaba en el cielo
hablando con Dios por ellos. Una noche
un joven, no creyendo el pretexto común, decidió a seguir al rabí. Lo vio caminando en ropa común al
bosque. Allá tumbó un árbol y lo corto
en leña. Llevó la leña a la casa de una
viuda pobre y se le ofreció. Cuando la
viuda reclamó que no tenía para pagarle, el rabí dijo que le prestaría el
dinero. Entonces el rabí le hizo un
fuego en la cocina para calentar su casa y se fue. Desde entonces cuando la gente dijo que el
rabí fue al cielo, el joven respondió: “al cielo o a un lugar más alto”.
Podemos
ver a Jesús en la persona de este rabí.
Pues Jesús cambió su apariencia para vivir como uno de nosotros. Aún más al caso, Jesús como el rabí Jesús nos hizo gran
sacrificio gratis para salvarnos del apuro del pecado. Podemos ver a Jesús en su persona, pero
¿podemos vernos a nosotros mismo? Como
seguidores de Jesús, queremos imitar su generosidad por compartir el tiempo,
talento, y tesoro con los necesitados.
De esta manera la gente sabrá del amor de Dios.
* Carmelo Mele O. P.
Mensaje de María Reina de la Paz
Mensaje de María Reina de la Paz del 2 de Julio de
2016
"Queridos
hijos, mi presencia viva y real entre ustedes tiene que hacerlos felices debido
al gran amor de mi Hijo. Él me envía entre ustedes para que con mi amor
maternal les dé seguridad, para que comprendan que el dolor y la alegría, el
sufrimiento y el amor, hacen que vuestra alma viva intensamente; para
invitarlos nuevamente a glorificar el Corazón de Jesús, el corazón de la fe: la
Eucaristía. Mi Hijo, día a día, a través de los siglos, retorna vivo en medio
de ustedes, regresa a ustedes, aunque en verdad nunca los ha abandonado. Cuando
uno de ustedes, mis hijos, regresa a Él, mi Corazón materno exulta de alegría.
Por eso, hijos míos, regresen a la Eucaristía, a mi Hijo. El camino hacia mi
Hijo es difícil, lleno de renuncias, pero al final está siempre la luz. Yo
comprendo vuestros dolores y sufrimientos, y con amor maternal enjugo vuestras
lágrimas. Confíen en Mi Hijo, porque Él hará por ustedes lo que ni siquiera
sabrían pedir. Ustedes, hijos míos, deben preocuparse solo por el alma, porque
ella es lo único que les pertenece en la Tierra. Sucia o limpia, tendrán que
presentarla ante el Padre Celestial. Recuerden: la fe en el amor de mi Hijo
siempre es recompensada. Les pido que oren de manera especial por quienes mi
Hijo ha llamado a vivir según Él y a amar a su rebaño. Les doy las
gracias."
Nuevo vídeo
Hay
un nuevo vídeo subido al blog
de
"Pequeñas Semillitas" en
internet.
Para
verlo tienes que ir al final de esta página
Agradecimientos
Dicen
que en el cielo hay dos oficinas diferentes para tratar lo relativo a las
oraciones de las personas en la tierra:
Una
es para receptar pedidos de diversas gracias, y allí los muchos ángeles que
atienden trabajan intensamente y sin descanso por la cantidad de peticiones que
llegan en todo momento.
La
otra oficina es para recibir los agradecimientos por las gracias concedidas y
en ella hay un par de ángeles aburridos porque prácticamente no les llega
ningún mensaje de los hombres desde la tierra para dar gracias...
Desde
esta sección de "Pequeñas Semillitas" pretendemos juntar una vez por
semana (los domingos) todos los mensajes para la segunda oficina:
agradecimientos por favores y gracias concedidas como respuesta a nuestros
pedidos de oración.
Desde
Bogotá, Colombia, nos escribe Carlos C.
O. para agradecer a Dios Trino y a la Santísima Virgen por 34 años de
matrimonio con su esposa María Trinidad
(Trini), y por los dos hijos que han sido la coronación de ese amor: Carlos y María Paula. Nos sumamos a su acción de gracias.
Desde
Monterrey, México, recibimos un mensaje para dar gracias a Dios y a todas las
personas que rezaron por la salud de Gerardo
Antonio A. P., el que ha sido dado de alta el martes 28 de junio,
recuperado por la misericordia de Dios y a la benevolencia de las oraciones
hechas por él.
Los cinco minutos de Dios
Julio 3
Felipe
II, ya moribundo, llamaba a los príncipes a su alcoba en el monasterio del
Escorial, para enseñarles la prematura corrupción de su cuerpo supurante:
“¡Mirad, hijos, en lo que acaba la realeza en este mundo!”
Bello
ejemplo de un rey cristiano para tantos magnates envanecidos, jactanciosos y
altivos.
Es
muy dura, pero muy purificadora y santificante esta incorporación esta
incorporación a la cofradía del dolor, esta configuración con el sufrir de
Cristo, aceptando los designios divinos, difíciles de comprender cuando la vida
se deshace, como nube de atardecer estival.
No
estará de más que recordemos a los diez millones de epilépticos, catorce
millones de leprosos, treinta y dos millones de sordomudos, quince millones de
niños discapacitados… y a tantos cientos de miles sin catalogar.
Al
enfermo hay que decirle no tanto el por qué de su sufrimiento, cuanto el
sentido que le puede otorgar al mismo.
“Por Cristo y en Cristo se ilumina el enigma del
dolor y de la muerte, que fuera del Evangelio nos envuelve en absoluta
oscuridad” (GS 22). El sufrimiento es la moneda con la que acompañamos la
eficacia del apostolado y el crisol de nuestro amor a Dios.
* P. Alfonso Milagro
Jardinero de Dios
-el
más pequeñito de todos-
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