PEQUEÑAS
SEMILLITAS
Año 11 - Número 2922
~ Jueves 28 de Enero de 2016
Desde la ciudad de
Córdoba (Argentina)
Alabado
sea Jesucristo…
En
algunas fotografías, la perspectiva tiene influencia sobre la relación entre
dos objetos. Una persona cercana a la cámara puede parecer más grande que un
árbol en la distancia. Cuando enfrento una dificultad, esta puede parecer
desproporcionada comparada con el bien en mi vida. Sin embargo, al ver el reto
bajo la perspectiva correcta, me doy cuenta de que tengo todo lo necesario para
superar la situación.
El
espíritu de Dios es poderoso en mí y es más que suficiente para vencer
cualquier desafío. Mis dificultades disminuyen en proporción a mi fe en Dios.
Mientras más confío en Dios, mayor es mi confianza. Lo que parecía ser un gran
reto se apoca cuando veo mi vida desde una perspectiva espiritual.
"Así venció David al filisteo con honda y
piedra..." (1 Samuel 17:50)
¡Buenos días!
Oración simple
Te
ofrezco hoy una conocida oración de san Francisco de Asís. Es una oración que
derrama luz en nuestra mente y enciende con el fuego del Espíritu Santo el
corazón. Pronúnciala lentamente para que las palabras impriman en tu alma los
delicados sentimientos que expresan y puedas así orientarte luego, con su
fuerza, a lo largo de toda la jornada
Señor, haz de mí un instrumento de tu paz;
donde haya odio ponga yo amor; donde haya ofensa, ponga yo perdón; donde haya
discordia, ponga yo unión; donde haya error, ponga yo verdad; donde haya duda,
ponga yo fe; donde haya desesperación, ponga yo esperanza; donde haya
tinieblas, ponga yo luz; donde haya tristeza, ponga yo alegría. Maestro, que no busque tanto ser consolado
como consolar, ser comprendido como comprender, ser amado como amar. Porque
dando se recibe; olvidando se encuentra; perdonando se alcanza el perdón;
muriendo se resucita a la vida eterna. Amén.
Anímate
a irradiar hoy la luz que hay en ti, pero ten en cuenta lo que escribió un
autor: “¡Si puedes ser una estrella en el cielo, sé una estrella en el cielo!
¡Si no puedes ser una estrella en el cielo, sé una hoguera en la montaña! ¡Si
no puedes ser una hoguera en la montaña, sé una lámpara en tu casa!”.
* Enviado por el P. Natalio
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, Jesús decía a la gente:
«¿Acaso se trae la lámpara para ponerla debajo del celemín o debajo del lecho?
¿No es para ponerla sobre el candelero? Pues nada hay oculto si no es para que
sea manifestado; nada ha sucedido en secreto, sino para que venga a ser
descubierto. Quien tenga oídos para oír, que oiga».
Les decía también: «Atended a lo que
escucháis. Con la medida con que midáis, se os medirá y aun con creces. Porque
al que tiene se le dará, y al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará». (Mc
4,21-25)
Comentario
Hoy, Jesús nos explica el secreto del
Reino. Incluso utiliza una cierta ironía para mostrarnos que la “energía”
interna que tiene la Palabra de Dios —la propia de Él—, la fuerza expansiva que
debe extenderse por todo el mundo, es como una luz, y que esta luz no puede
ponerse «debajo del celemín o debajo del lecho» (Mc 4,21).
¿Acaso podemos imaginarnos la estupidez
humana que sería colocar la vela encendida debajo de la cama? ¡Cristianos con
la luz apagada o con la luz encendida con la prohibición de iluminar! Esto
sucede cuando no ponemos al servicio de la fe la plenitud de nuestros
conocimientos y de nuestro amor. ¡Cuán antinatural resulta el repliegue egoísta
sobre nosotros mismos, reduciendo nuestra vida al marco de nuestros intereses
personales! ¡Vivir bajo la cama! Ridícula y trágicamente inmóviles: “ausentes”
del espíritu.
El Evangelio —todo lo contrario— es un
santo arrebato de Amor apasionado que quiere comunicarse, que necesita
“decirse”, que lleva en sí una exigencia de crecimiento personal, de madurez
interior, y de servicio a los otros. «Si dices: ¡Basta!, estás muerto», dice
san Agustín. Y san Josemaría: «Señor: que tenga peso y medida en todo..., menos
en el Amor».
«‘Quien tenga oídos para oír, que oiga’.
Les decía también: ‘Atended a lo que escucháis’» (Mc 4,23-24). Pero, ¿qué
quiere decir escuchar?; ¿qué hemos de escuchar? Es la gran pregunta que nos
hemos de hacer. Es el acto de sinceridad hacia Dios que nos exige saber
realmente qué queremos hacer. Y para saberlo hay que escuchar: es necesario
estar atento a las insinuaciones de Dios. Hay que introducirse en el diálogo
con Él. Y la conversación pone fin a las “matemáticas de la medida”: «Con la
medida con que midáis, se os medirá y aun con creces. Porque al que tiene se le
dará, y al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará» (Mc 4,24-25). Los
intereses acumulados de Dios nuestro Señor son imprevisibles y extraordinarios.
Ésta es una manera de excitar nuestra generosidad.
* Rev. D. Àngel CALDAS i Bosch (Salt, Girona, España)
Santoral Católico:
Santo Tomás de
Aquino
Presbítero y
Doctor de la Iglesia
Nació alrededor del año 1225, hijo de
los condes de Aquino, en Roccasecca (Italia). Estudió en el monasterio de
Montecasino y más tarde en Nápoles, donde conoció a los dominicos e ingresó en
su Orden. Completó sus estudios en Colonia bajo la dirección de san Alberto
Magno. Ya ordenado de sacerdote, marchó a la Universidad de París. Escribió
muchas obras de filosofía y teología y ejerció también el profesorado,
contribuyendo grandemente al desarrollo y sistematización de las ciencias
eclesiásticas en su Orden y en la Iglesia. Su obra más conocida es la Suma
Teológica. Decía: «Más he aprendido orando ante el crucifijo que de los
libros». Después residió, como teólogo y maestro, en Nápoles, en Orvieto junto
al Papa, en Roma, en París y una vez más en Nápoles. Cuando se dirigía al
Concilio de Lyon, al que había sido invitado por el Papa, murió en Fossanova el
7 de marzo de 1274. Su fiesta se celebra el 28 de enero, día en que su cuerpo
fue trasladado a Toulouse en 1369.
Oración: Oh Dios, que hiciste de
santo Tomás de Aquino un varón preclaro por su anhelo de santidad y por su
dedicación a las ciencias sagradas, concédenos entender lo que él enseñó e
imitar el ejemplo que nos dejó en su vida. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
© Directorio Franciscano
Palabras del Papa
Francisco
“La misericordia de Dios está presente a
lo largo de toda la historia del pueblo de Israel; el Señor, mediante su siervo
Moisés, guía a Israel en el desierto como si fuese un hijo, lo educa en la fe y
hace una alianza con él, creando una unión de amor muy fuerte […] La
misericordia no puede permanecer indiferente ante el sufrimiento de los
oprimidos. Dios escucha e interviene para salvar […] La misericordia del Señor
hace al hombre precioso, como una riqueza personal que Le pertenece a Él, que
Él custodia y en la que se complace”.
Historias:
El anillo del Rey
Hubo una vez un rey que dijo a los
sabios de la corte:
- Me estoy fabricando un precioso
anillo. He conseguido uno de los mejores diamantes posibles. Quiero guardar
oculto dentro del anillo algún mensaje que pueda ayudarme en momentos de desesperación
total, y que ayude a mis herederos, y a los herederos de mis herederos, para
siempre. Tiene que ser un mensaje pequeño, de manera que quepa debajo del
diamante del anillo.
Todos quienes escucharon eran sabios,
grandes eruditos; podrían haber escrito grandes tratados, pero darle un mensaje
de no más de dos o tres palabras que le pudieran ayudar en momentos de
desesperación total... Pensaron, buscaron en sus libros, pero no podían
encontrar nada. El rey tenía un anciano sirviente que también había sido
sirviente de su padre. La madre del rey murió pronto y este sirviente cuidó de
él, por tanto, lo trataba como si fuera de la familia. El rey sentía un inmenso
respeto por el anciano, de modo que también lo consultó. Y éste le dijo:
- No soy un sabio, ni un erudito, ni un
académico, pero conozco el mensaje. Durante mi larga vida en palacio, me he
encontrado con todo tipo de gente, y en una ocasión me encontré con un sacerdote.
Era invitado de tu padre y yo estuve a su servicio. Cuando se iba, como gesto
de agradecimiento, me dio este mensaje, el anciano lo escribió en un diminuto
papel, lo dobló y se lo dio al rey. Pero no lo leas, le dijo, mantenlo
escondido en el anillo. Ábrelo sólo cuando todo lo demás haya fracasado, cuando
no encuentres salida a la situación.
Ese momento no tardó en llegar. El país
fue invadido y el rey perdió el reino. Estaba huyendo en su caballo para salvar
la vida y sus enemigos lo perseguían. Estaba solo y los perseguidores eran
numerosos. Llegó a un lugar donde el camino se acababa, no había salida:
enfrente había un precipicio y un profundo valle; caer por él sería el fin. Y
no podía volver porque el enemigo le cerraba el camino. Ya podía escuchar el
trotar de los caballos. No podía seguir hacia delante y no había ningún otro
camino... De repente, se acordó del anillo. Lo abrió, sacó el papel y allí
encontró un pequeño mensaje tremendamente valioso: Simplemente decía "Esto
también pasará".
Mientras leía "esto también pasará" sintió que se cernía sobre él un gran
silencio. Los enemigos que le perseguían debían haberse perdido en el bosque, o
debían haberse equivocado de camino, pero lo cierto es que poco a poco dejó de
escuchar el trote de los caballos. El rey se sentía profundamente agradecido al
sirviente y al místico desconocido. Aquellas palabras habían resultado
milagrosas. Dobló el papel, volvió a ponerlo en el anillo, reunió a sus
ejércitos y reconquistó el reino. Y el día que entraba de nuevo victorioso en
la capital hubo una gran celebración con música, bailes... y él se sentía muy
orgulloso de sí mismo.
El anciano estaba a su lado en el carro
y le dijo:
- Este momento también es adecuado:
vuelve a mirar el mensaje.
- ¿Qué quieres decir? preguntó el rey.
Ahora estoy victorioso, la gente celebra mi vuelta, no estoy desesperado, no me
encuentro en una situación sin salida.
- Escucha, dijo el anciano: este mensaje
no es sólo para situaciones desesperadas; también es para situaciones
placenteras. No es sólo para cuando estás derrotado; también es para cuando te
sientes victorioso. No es sólo para cuando eres el último; también es para
cuando eres el primero. El rey abrió el anillo y leyó el mensaje: "Esto también pasará", y
nuevamente sintió la misma paz, el mismo silencio, en medio de la muchedumbre
que celebraba y bailaba, pero el orgullo, el ego, había desaparecido. El rey
pudo terminar de comprender el mensaje. Se había iluminado. Entonces el anciano
le dijo: Recuerda que todo pasa. Ninguna cosa, ni ninguna emoción son
permanentes. Como el día y la noche, hay momentos de alegría y momentos de
tristeza. Acéptalos como parte de la dualidad de la naturaleza porque son la
naturaleza misma de las cosas.
Grábatelo bien en tu cabeza y en tu
corazón.
Nuevo vídeo
Hay un nuevo vídeo subido al blog
de "Pequeñas
Semillitas" en internet.
Para verlo tienes que ir al final de
esta página
Pedidos de oración
Pedimos oración por la Santa Iglesia
Católica; por el Papa Francisco, por
el Papa Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas,
catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la
unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro
Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones; por el
triunfo del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado Corazón de María; por la conversión de todos los pueblos; por
la Paz en el mundo; por los cristianos
perseguidos y martirizados en Medio Oriente, África, y en otros lugares; por
nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las
enfermedades, el abandono, la carencia de afecto, la falta de trabajo, el
hambre y la pobreza; por los niños con cáncer y otras enfermedades graves; por el drama de los refugiados del Mediterráneo;
por los presos políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo; por
la unión de las familias, la fidelidad de los matrimonios y por más inclinación
de los jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las vocaciones
sacerdotales y religiosas; y por las Benditas Almas del Purgatorio.
Pedimos oración para Mauricio, 35 años, de USA, con cáncer y
en quimioterapia, rogando al Señor lo toque con Sus manos sanadoras.
Pedimos oración por Carmen Bernardina, de Córdoba, Argentina, 46 años de edad, que está en silla de ruedas por un accidente sufrido hace diez años. Su esposo e hijos no están con ella, y esto le ocasiona soledad y tristeza.
Pedimos oración por Carmen Bernardina, de Córdoba, Argentina, 46 años de edad, que está en silla de ruedas por un accidente sufrido hace diez años. Su esposo e hijos no están con ella, y esto le ocasiona soledad y tristeza.
Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara
nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la
paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por
nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la
aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu
hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la
redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén
Los cinco minutos
de Dios
Enero 28
Todos
nos sentimos inclinados a aconsejar a los otros; y ciertamente lo solemos hacer
bastante bien; hasta somos bastante acertados en los consejos que damos a los
demás.
Si nos
resolviéramos de una vez por todas a practicar lo que aconsejamos a los otros,
pronto seríamos perfectos, pronto llegaríamos a la santidad.
Pero
es que somos muy hábiles para aconsejar a los demás y no menos hábiles para
evadirnos de los consejos que nosotros mismos damos; vemos con mucha lucidez lo
que los otros deben hacer, y somos bastante miopes para reconocer nuestras
obligaciones personales.
Y, si
al menos fuéramos como deseamos, como pedimos, como exigimos y como aconsejamos
que sean los demás, muy pronto nos veríamos libres de la mayoría de nuestros
defectos.
No debemos juzgar, si no queremos ser
juzgados: ¿quién nos ha dado autoridad para juzgar? Sólo el Señor es el que
conoce el fondo de los corazones. “¿Por qué te fijas en la paja que está en el
ojo de tu hermano y no adviertes en la viga que hay en el tuyo?” (Mt 7,3).
Quisiéramos que todos estuvieran abiertos a la gracia, porque con la gracia nos
hace vivir como hermanos.
* P. Alfonso Milagro
Jardinero de Dios
-el más
pequeñito de todos-
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