PEQUEÑAS
SEMILLITAS
Año 11 - Número 2918
~ Domingo 24 de Enero de 2016
Desde la ciudad de
Córdoba (Argentina)
Alabado
sea Jesucristo…
Antes
de comenzar a narrar la actividad de Jesús, Lucas quiere dejar muy claro a sus
lectores cuál es la pasión que impulsa al Profeta de Galilea y cuál es la meta
de toda su actuación. Los cristianos han de saber en qué dirección empuja a
Jesús el Espíritu de Dios, pues seguirlo es precisamente caminar en su misma
dirección.
El
Espíritu de Dios está en Jesús enviándolo a los pobres, orientando toda su vida
hacia los más necesitados, oprimidos y humillados. En esta dirección hemos de
trabajar sus seguidores. Ésta es la orientación que Dios, encarnado en Jesús,
quiere imprimir a la historia humana. Los últimos han de ser los primeros en
conocer esa vida más digna, liberada y dichosa que Dios quiere ya desde ahora
para todos sus hijos e hijas.
No lo
hemos de olvidar. La "opción por los pobres" no es un invento de unos
teólogos del siglo veinte, ni una moda puesta en circulación después del
Vaticano II. No es posible vivir y anunciar a Jesucristo si no es desde la
defensa de los últimos y la solidaridad con los excluidos. Si lo que hacemos
y proclamamos desde la Iglesia de Jesús
no es captado como algo bueno y liberador por los que más sufren, ¿qué
Evangelio estamos predicando? ¿A qué Jesús estamos siguiendo? ¿Qué
espiritualidad estamos promoviendo? Dicho de manera clara: ¿Estamos caminando
en la misma dirección que Jesús?
* José Antonio Pagola
¡Buenos días!
Jesús es mi fuerza
En una
leprosería del Extremo Oriente, había un joven enfermero que era la admiración
de todos por su alegría contagiante y por su espíritu de servicio y de caridad
para todos sin excepción. Se llamaba Marcos Vang. Él había sido leproso y, una
vez curado, había querido quedarse para ayudar a tantos leprosos que
necesitaban ayuda.
Un
día, un cierto personaje chino visitó la leprosería, acompañado de la Madre
Superiora, y se fijó en la sonrisa brillante de Marcos, que estaba curando las
llagas purulentas de un enfermo. La religiosa le dice al visitante: Eso lo hace
todos los días y con una cara de alegría que contagia a todos. Entonces, el
personaje chino le pregunta con curiosidad:
— Muchacho, ¿por qué estás siempre alegre en
medio de tanto sufrimiento y de tantos leprosos, que tienen la carne medio
podrida?
— Jesús es mi fuerza. Yo comulgo todos los
días.
Y,
mientras se retiraba del jardín, la religiosa le iba explicando al visitante
qué era eso de comulgar y quién era Jesús, el amigo que nunca falla y nos da la
fuerza necesaria para seguir viviendo, aun en medio de las mayores dificultades
de la vida.
* Enviado por el P. Natalio
La Palabra de
Dios:
Evangelio de hoy
Puesto que muchos han intentado narrar
ordenadamente las cosas que se han verificado entre nosotros, tal como nos las
han transmitido los que desde el principio fueron testigos oculares y
servidores de la Palabra, he decidido yo también, después de haber investigado
diligentemente todo desde los orígenes, escribírtelo por su orden, ilustre
Teófilo, para que conozcas la solidez de las enseñanzas que has recibido.
Jesús volvió a Galilea por la fuerza del
Espíritu, y su fama se extendió por toda la región. Él iba enseñando en sus
sinagogas, alabado por todos. Vino a Nazaret, donde se había criado y, según su
costumbre, entró en la sinagoga el sábado, y se levantó para hacer la lectura.
Le entregaron el volumen del profeta Isaías y desenrollando el volumen, halló
el pasaje donde estaba escrito: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me
ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva, me ha enviado a proclamar
la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, para dar la libertad a
los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor». Enrollando el volumen lo
devolvió al ministro, y se sentó. En la sinagoga todos los ojos estaban fijos
en Él. Comenzó, pues, a decirles: «Esta Escritura, que acabáis de oír, se ha
cumplido hoy». (Lc 1,1-4;4,14-21)
Comentario
Hoy comenzamos a escuchar la voz de
Jesús a través del evangelista que nos acompañará durante todo el tiempo
ordinario propio del ciclo “C”: san Lucas. Que «conozcas la solidez de las
enseñanzas que has recibido» (Lc 1,4), escribe Lucas a su amigo Teófilo. Si
ésta es la finalidad del escrito, hemos de tomar conciencia de la importancia
que tiene el hecho de meditar el Evangelio del Señor —palabra viva y, por
tanto, siempre nueva— cada día.
Como Palabra de Dios, Jesús hoy nos es
presentado como un Maestro, ya que «iba enseñando en sus sinagogas» (Lc 4,15).
Comienza como cualquier otro predicador: leyendo un texto de la Escritura, que
precisamente ahora se cumple... La palabra del profeta Isaías se está
cumpliendo; más aun: toda la palabra, todo el contenido de las Escrituras, todo
lo que habían anunciado los profetas se concreta y llega a su cumplimiento en
Jesús. No es indiferente creer o no en Jesús, porque es el mismo “Espíritu del
Señor” quien lo ha ungido y enviado.
El mensaje que quiere transmitir Dios a
la humanidad mediante su Palabra es una buena noticia para los desvalidos, un
anuncio de libertad para los cautivos y los oprimidos, una promesa de salvación.
Un mensaje que llena de esperanza a toda la humanidad. Nosotros, hijos de Dios en Cristo por el sacramento del bautismo,
también hemos recibido esta unción y participamos en su misión: llevar este
mensaje de esperanza por toda la humanidad.
Meditando el Evangelio que da solidez a
nuestra fe, vemos que Jesús predicaba de manera distinta a los otros maestros:
predicaba como quien tiene autoridad (cf. Lc 4,32). Esto es así porque
principalmente predicaba con obras, con el ejemplo, dando testimonio, incluso
entregando su propia vida. Igual hemos de hacer nosotros, no nos podemos quedar
sólo en las palabras: hemos de concretar nuestro amor a Dios y a los hermanos
con obras. Nos pueden ayudar las Obras de Misericordia —siete espirituales y
siete corporales— que nos propone la Iglesia, que como una madre orienta
nuestro camino.
* Rev. D. Bernat GIMENO i Capín (Barcelona, España)
Palabras de San
Juan Pablo II
"Los cristianos estamos obligados a
utilizar los mejores medios de comunicación a nuestro alcance en cada época
para difundir el Evangelio de Cristo […] La Iglesia necesita muchos y
cualificados evangelizadores que, con nuevo ardor, renovado entusiasmo, fino
espíritu eclesial, desbordantes de fe y esperanza, hablen cada vez más de
Jesucristo".
Tema del día:
La “fuerza” de los
Evangelios
Antes
de empezar el relato de la vida de Jesús, el evangelista Lucas explica los
criterios que le han guiado. Asegura que refiere hechos transmitidos por
testigos oculares, verificados por él mismo con «comprobaciones exactas» para
que quien lee pueda darse cuenta de la solidez de las enseñanzas contenidas en
el Evangelio. Esto nos ofrece la ocasión de ocuparnos del problema de la
historicidad de los Evangelios.
Hasta
hace algún siglo, no se mostraba entre la gente el sentido crítico. Se tomaba
por históricamente ocurrido todo lo que era referido. En los últimos dos o tres
siglos nació el sentido histórico por el cual, antes de creer en un hecho del
pasado, se somete a un atento examen crítico para comprobar su veracidad. Esta
exigencia ha sido aplicada también a los Evangelios.
Resumamos
las diversas etapas que la vida y la enseñanza de Jesús atravesaron antes de
llegar a nosotros.
Primera fase: vida terrena de Jesús. Jesús no escribió nada, pero en
su predicación utilizó algunos recursos comunes a las culturas antiguas, los
cuales facilitaban mucho retener un texto de memoria: frases breves,
paralelismos y antítesis, repeticiones rítmicas, imágenes, parábolas...
Pensemos en frases del Evangelio como: «Los últimos serán los primeros y los
primeros los últimos», «Ancha es la entrada y espacioso el camino que lleva a
la perdición...; estrecha la entrada y angosto el camino que lleva a la Vida»
(Mt 7,13-14). Frases como éstas, una vez escuchadas, hasta la gente de hoy difícilmente
las olvida. El hecho, por lo tanto, de que Jesús no haya escrito Él mismo los
Evangelios no significa que las palabras en ellos referidas no sean suyas. Al
no poder imprimir las palabras en papel, los hombres de la antigüedad las
fijaban en la mente.
Segunda fase: predicación oral de los
apóstoles.
Después de la resurrección, los apóstoles comenzaron inmediatamente a anunciar
a todos la vida y las palabras de Cristo, teniendo en cuenta las necesidades y
las circunstancias de los diversos oyentes. Su objetivo no era el de hacer
historia, sino llevar a la gente a la fe. Con la comprensión más clara que
ahora tenemos de esto, ellos fueron capaces de transmitir a los demás lo que
Jesús había dicho y hecho, adaptándolo a las necesidades de aquellos a quienes
se dirigían.
Tercera fase: los Evangelios escritos. Una treintena de años después de
la muerte de Jesús, algunos autores comenzaron a poner por escrito esta
predicación que les había llegado por vía oral. Nacieron así los cuatro
Evangelios que conocemos. De las muchas cosas llegadas hasta ellos, los
evangelistas eligieron algunas, resumieron otras y explicaron finalmente otras,
para adaptarlas a las necesidades del momento de las comunidades para las que
escribían. La necesidad de adaptar las palabras de Jesús a las exigencias
nuevas y distintas influyó en el orden con el que se relatan los hechos en los
cuatro Evangelios, en la diversa colocación e importancia que revisten, pero no
alteró la verdad fundamental de ellos.
Que
los evangelistas tuvieran, en la medida de lo posible en aquel tiempo, una
preocupación histórica y no sólo edificante, lo demuestra la precisión con la
que sitúan el acontecimiento de Cristo en el espacio y el tiempo. Poco más
adelante, Lucas nos proporciona todas las coordenadas políticas y geográficas
del inicio del ministerio público de Jesús (Lc 3,1-2).
En
conclusión, los Evangelios no son libros históricos en el sentido moderno de un
relato lo más despegado y neutral posible de los hechos ocurridos. Pero son
históricos en el sentido de que lo que nos transmiten refleja en la sustancia
lo sucedido.
Pero
el argumento más convincente a favor de la fundamental verdad histórica de los
Evangelios es el que experimentamos dentro de nosotros cada vez que somos
alcanzados en profundidad por una palabra de Cristo. ¿Qué otra palabra, antigua
o nueva, jamás ha tenido el mismo poder?
* P. Raniero Cantalamessa
Nuevo vídeo y
artículo
Hay un nuevo vídeo subido al blog
de "Pequeñas
Semillitas" en internet.
Para verlo tienes que ir al final de
esta página.
Hay nuevo material publicado en el blog
"Juan
Pablo II inolvidable"
Puedes acceder en la dirección:
Agradecimientos
Dicen que en el cielo hay dos oficinas
diferentes para tratar lo relativo a las oraciones de las personas en la
tierra:
Una es para receptar pedidos de diversas
gracias, y allí los muchos ángeles que atienden trabajan intensamente y sin
descanso por la cantidad de peticiones que llegan en todo momento.
La otra oficina es para recibir los
agradecimientos por las gracias concedidas y en ella hay un par de ángeles aburridos
porque prácticamente no les llega ningún mensaje de los hombres desde la tierra
para dar gracias...
Desde esta sección de "Pequeñas
Semillitas" pretendemos juntar una vez por semana (los domingos) todos los
mensajes para la segunda oficina: agradecimientos por favores y gracias
concedidas como respuesta a nuestros pedidos de oración.
Desde México llega un agradecimiento a
Dios y a quienes rezaron por la recuperación del bebé Gerardo A., el cual ya se encuentra bien y en su casa.
Los cinco minutos de
Dios
Enero 24
De pocas
cosas nos solemos quejar tanto, en nuestros tiempos, como de la ausencia de la
paz; pocas cosas necesitamos tanto como la paz.
El
pacífico siempre está en paz y siempre contagia paz; viene, pues, la reflexión:
si todos estamos ansiando la paz, ¿no será que ninguno de nosotros es
verdaderamente pacífico?
Porque si
lo fuéramos, no solamente gozaríamos nosotros de la paz, sino que seríamos
sembradores de la paz, productores de la paz, implantadores de la paz, donde
quiera que actuemos: en el hogar, en el trabajo, en la oficina, en el ambiente,
en el vecindario... en todas partes.
¡Al
pacífico nunca le falta paz! ¡Qué hermosa reflexión para que cada uno de
nosotros nos autoanalicemos y descubramos nuestra responsabilidad personal en la construcción
de la paz en el hogar!
El cristiano es un sembrador de la paz; de la paz
que tiene consigo mismo, al estar en paz con Dios. “Bienaventurados los que
buscan la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios” (Mt 5,9). Los ángeles
cantan la paz en el nacimiento de Cristo; es que el Dios del Evangelio es el
Dios de la paz.
* P. Alfonso Milagro
Jardinero de Dios
-el más
pequeñito de todos-
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