domingo, 28 de abril de 2013

Pequeñas Semillitas 2017


PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 8 - Número 2017 ~ Domingo 28 de Abril de 2013
- AÑO DE LA FE -
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)


Alabado sea Jesucristo…
Jesús habla de un "mandamiento nuevo". ¿Dónde está la novedad? La consigna de amar al prójimo está ya presente en la tradición bíblica. También filósofos diversos hablan de filantropía y de amor a todo ser humano. La novedad está en la forma de amar propia de Jesús: "amaos como yo os he amado". Así se irá difundiendo a través de sus seguidores su estilo de amar.
Lo primero que los discípulos han experimentado es que Jesús los ha amado como a amigos: "No os llamo siervos... a vosotros os he llamado amigos". En la Iglesia nos hemos de querer sencillamente como amigos y amigas. Y entre amigos se cuida la igualdad, la cercanía y el apoyo mutuo. Nadie está por encima de nadie. Ningún amigo es señor de sus amigos.
Por eso, Jesús corta de raíz las ambiciones de sus discípulos cuando los ve discutiendo por ser los primeros. La búsqueda de protagonismos interesados rompe la amistad y la comunión. Jesús les recuerda su estilo: "no he venido a ser servido sino a servir". Entre amigos nadie se ha de imponer. Todos han de estar dispuestos a servir y colaborar.
Esta amistad vivida por los seguidores de Jesús no genera una comunidad cerrada. Al contrario, el clima cordial y amable que se vive entre ellos los dispone a acoger a quienes necesitan acogida y amistad. Jesús les ha enseñado a comer con pecadores y gentes excluidas y despreciadas. Les ha reñido por apartar a los niños. En la comunidad de Jesús no estorban los pequeños sino los grandes. En la Iglesia querida por Jesús, los más pequeños, frágiles y vulnerables han de estar en el centro de la atención y los cuidados de todos.
José Antonio Pagola


La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy

Cuando salió Judas del cenáculo, dijo Jesús: «Ahora es glorificado el Hijo del Hombre y Dios es glorificado en Él. Si Dios es glorificado en Él, también Dios lo glorificará en sí mismo: pronto lo glorificará.
»Hijos míos, me queda poco de estar con vosotros. Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros como yo os he amado. La señal por la que conocerán que sois discípulos míos, será que os amáis unos a otros».
(Jn 13,31-33a.34-35)

Comentario
Hoy, Jesús nos invita a amarnos los unos a los otros. También en este mundo complejo que nos toca vivir, complejo en el bien y en el mal que se mezcla y amalgama. Frecuentemente tenemos la tentación de mirarlo como una fatalidad, una mala noticia y, en cambio, los cristianos somos los encargados de aportar, en un mundo violento e injusto, la Buena Nueva de Jesucristo.
En efecto, Jesús nos dice que «os améis unos a otros como yo os he amado» (Jn 13,34). Y una buena manera de amarnos, un modo de poner en práctica la Palabra de Dios es anunciar, a toda hora, en todo lugar, la Buena Nueva, el Evangelio que no es otro que Jesucristo mismo.
«Llevamos este tesoro en recipientes de barro» (2Cor 4,7). ¿Cuál es este tesoro? El de la Palabra, el de Dios mismo, y nosotros somos los recipientes de barro. Pero este tesoro es una preciosidad que no podemos guardar para nosotros mismos, sino que lo hemos de difundir: «Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes (...) enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo» (Mt 28,19-20). De hecho, Juan Pablo II escribió: «quien ha encontrado verdaderamente a Cristo no puede tenerlo sólo para sí, debe anunciarlo».
Con esta confianza, anunciamos el Evangelio; hagámoslo con todos los medios disponibles y en todos los lugares posibles: de palabra, de obra y de pensamiento, por el periódico, por Internet, en el trabajo y con los amigos... «Que vuestro buen trato sea conocido de todos los hombres. El Señor está cerca» (Flp 4,5).
Por tanto, y como nos recalca el Papa Juan Pablo, hay que utilizar las nuevas tecnologías, sin miramientos, sin vergüenzas, para dar a conocer las Buenas Nuevas de la Iglesia hoy, sin olvidar que sólo siendo gente de buen trato, sólo cambiando nuestro corazón, conseguiremos que también cambie nuestro mundo.
Rev. D. Jordi CASTELLET i Sala (Sant Hipòlit de Voltregà, Barcelona, España)


Santoral Católico:
San Luis María Grignion de Montfort
El santo de la verdadera devoción mariana

La Divina Providencia preparó a este gran santo y lo dio al mundo al final del Siglo XVII hasta apenas comenzado el XVIII. Nacido en 1673 en Francia, recibe su educación en uno de los Colegios de la Compañía de Jesús y en 1700 se ordena sacerdote.

Morirá en 1716, habiendo realizado en tan corta carrera cantidad de misiones populares, echado los cimientos de dos congregaciones religiosas (que no llegó a ver en vida), restaurado templos de la Virgen ruinosos o abandonados y, sobre todo, arrancando las almas de las garras del jansenismo para devolverlas al amor ardiente de Dios, mediante la contemplación tierna de Jesús Crucificado y la verdadera devoción a María Santísima.

El jansenismo apartaba a las almas de la intimidad con Dios, de la relación sencilla y confiada característica del espíritu de filiación que es fruto del Espíritu Santo y la presencia de María en la vida del cristiano, acentuando en forma desmedida la Majestad y Santidad Infinita de Dios y nuestra indignidad.

De ahí la obsesión por interminables preparaciones, exámenes de conciencia más que escrupulosos, vueltas y revueltas sobre sí mismo, como si uno tuviera que lograr cierto grado de perfección previa para recibir los Sacramentos... ¡que son los que, en realidad, nos curan y nos perfeccionan…!

La gracia sería (dentro de este esquema), más bien un premio al propio esfuerzo, tal como Jesús nos lo ilustra en la parábola del fariseo y el publicano, que muchos no comprenden todavía...

Y aún nosotros mismos, cada vez que tememos acercarnos al sacramento de la Confesión ‘’porque tengo demasiadas culpas...’’. ¿Y para qué está el Sacramento? Precisamente porque tenemos demasiadas culpas, necesitamos confesarnos con frecuencia y comulgar, porque sólo Jesucristo nos lava de nuestras culpas y nos fortalece para que las recaídas se vayan extinguiendo, poco a poco.

Luis María Grignion de Montfort reacciona con santa violencia ante el estrago que semejante postura causaba dentro de la Iglesia en ese momento, y ante la difusión de una falsa sabiduría en el ambiente intelectual cristiano, que desdibuja la radicalidad del Evangelio y huye del Camino de la Cruz.

Tanto en sus misiones populares como en sus escritos, planta firmemente a Cristo Crucificado (cumbre de la verdadera sabiduría, la sabiduría Divina), y la devoción a María como medio insustituible y necesario para que Cristo se forme realmente en cada alma bautizada.

El desarrollo de estas ideas lo realiza en su primera obra: ‘’El Amor de la Sabiduría Eterna’’ (1703-1704). El capítulo XVII de este libro es ya un anticipo de lo que explicará largamente acerca del papel de María Santísima en nuestra santificación, en el célebre ‘’Tratado de la Verdadera Devoción a la Santísima Virgen’’ (1712, aprox.). Valiosísimos consejos de orden práctico para vivir la dependencia total de María nos son dados en su otra obra: ‘’El Secreto de María’’, como resumen y complemento del ‘’Tratado...’’.

El Hijo de Dios, 2da. Persona de la Santísima Trinidad (o también ‘’Verbo’’, o ‘’Sabiduría Eterna’’), ha querido salvarnos y glorificar al Padre haciéndose hombre y muriendo en la Cruz. Y todo esto lo realizó Por María, Con María, En María y Para María, porque a Ella se entregó primero y para Ella en primer lugar derramó su Sangre Preciosa. No ha querido venir a nosotros directamente, sino a través de María.

Y así lo sigue haciendo, porque ha hecho de su Madre verdadera Madre nuestra, ‘’Mater Gratiae’’, Madre de la Gracia en nuestras almas. El Espíritu Santo realiza cada día el milagro de formar a Cristo en el bautizado en unión con María, tal como lo hizo desde el principio.

Fuente: Catholic.net


¡Buenos días!

Oración para crecer

Crecer es dejar atrás algo a lo cual estuvimos apegados y de lo cual nos cuesta desprendernos; es atrevernos una vez más y estar dispuestos a ser diferentes de lo que fuimos ayer; es desarrollarnos y evolucionar desde adentro. Cuando decidimos cambiar una actitud negativa, estamos creciendo. Cuando decidimos corregir un error, nos estamos superando.

Señor, a veces lo que me trae problemas, son mis defectos o mi forma de actuar. Quizás no quiero reconocer esos defectos, y me los oculto a mí mismo. Mis actitudes, mis palabras o mis miradas despiertan el rencor de los demás, la envidia o el desprecio. Señor, ayúdame a descubrir mis actitudes de orgullo, egoísmo o indiferencia, ayúdame a ver todo eso que cae mal a los ojos de los demás. Y dame tu ayuda divina para que pueda cambiar. Tócame con tu gracia, y embelléceme con virtudes y dones que me hagan más agradable a los ojos de los hermanos. Quiero ser un instrumento tuyo para bendecirlos y hacerles bien. Tómame, Señor. Amén.
V. Fernández.

El conocimiento de ti mismo, de tus fortalezas y debilidades, está en la base de tu crecimiento armónico como persona. Con un ojo en tus virtudes para conservarlas y darles brillo, y con el otro ojo en tus debilidades para neutralizarlas, afronta con esperanza y firmeza esta labor cotidiana de llegar a realizar el proyecto de Dios sobre tu vida.

Padre Natalio


Palabras del Beato Juan Pablo II

"En este tiempo amenazado por la violencia, por el odio y por la guerra, testimoniad que Él y sólo Él puede dar la verdadera paz al corazón del hombre, a las familias y a los pueblos de la tierra. Esforzaos por buscar y promover la paz, la justicia y la fraternidad. Y no olvidéis la palabra del Evangelio: Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios". (Mt 5,9).

Beato Juan Pablo II


Tema del día:
Un mandamiento nuevo

Jesús se estaba despidiendo de sus apóstoles en la Ultima Cena. Les había dado un ejemplo de amor y humildad con el lavatorio de los pies, y cuando salió Judas para completar la traición, quiso tener palabras de más intimidad con aquellos discípulos. Primero les habla de su “glorificación”. Es un tema que san Juan siempre pone en relación con la muerte de Jesús en la cruz. Glorificar es reconocer lo que una persona tiene de encomiable. En Jesús lo más encomiable es el amor que manifiesta muriendo en la cruz, haciendo este acto maravilloso de obediencia amorosa al Padre.

Jesús, que está en plan de despedida, quiere hacer una manifestación de su última voluntad, que es lo mismo que decir un testamento. Por eso les llama: “hijitos”, palabra que encierra mucha ternura. Varias veces, cuando se refiere a sus discípulos, les llama “hermanos”, como después de resucitar, al dar un mensaje a María Magdalena, dirá: “di a mis hermanos...” Y en otras varias ocasiones. Aquí abre su corazón paternal para manifestarles qué deben hacer si quieren permanecer siendo sus discípulos.

Les da un mandamiento nuevo. Esto del “nuevo” puede entenderse de varias maneras. Quizá en primer lugar se refería a que les iba a mandar algo muy diferente de lo que un buen israelita solía pedir a sus hijos. La última voluntad solía ser una invitación a cumplir la ley de Dios. La novedad en Jesús es que no pide algo concreto para realizar, sino tener una mentalidad nueva. Porque es muy distinto hacer las cosas porque está mandado o hacerlas por amor. Esto será tan importante que llegará a ser el distintivo del cristiano, de modo que el discípulo de Cristo no se distinguirá porque cumple, sino porque ama. La vida con amor es lo que dice san Juan en el Apocalipsis, que es la 2ª lectura de hoy, que Dios prepara para nosotros “un cielo nuevo y una tierra nueva”. Algo que Dios quiere, pero que nosotros debemos colaborar para ello.

Existen muchos clubes y asociaciones para todos los gustos. Los hay deportivos, políticos, sociales, con actividades intelectuales o de negocios. Todos tienen unas normas, algún elemento que los identifica. Nosotros los cristianos, los discípulos de Cristo, tenemos el amor. También podemos decir que nuestro emblema es la cruz, porque en ella Jesús demostró su inmenso amor por nosotros.

Hoy Jesús nos dice cuál es su última voluntad: que nos amemos. Pero no de cualquier manera, sino como Él nos ha amado. Los discípulos que vivieron esas horas con temor, pero también con amor a Jesús, tuvieron la gran experiencia de sentir hasta dónde era el amor de Jesús. Por eso el mandamiento “nuevo” no consistía sólo en el amor, de lo cual ya hablaba el Antiguo Testamento, sino en la medida del amor. Y la medida estaba en el amor de Jesús. Hoy que vemos tanta maldad y perversión en el mundo, a veces se nos hace difícil ver el distintivo del amor en los cristianos. Pero  resulta que la maldad es lo que más reluce en las “noticias”, mientras que la bondad y el amor muchas veces quedan medio ocultos. Sin embargo hay mucha santidad y esperanza en el mundo. Son muchos, cuyo esfuerzo principal es ayudar a los demás, no sólo por ayudar, sino por amor, que es estimar a las personas, sin juzgar inútilmente y con todas las cualidades maravillosas que nos cuenta san Pablo en el capítulo 13 de la primera carta a los Corintios.  Hay muchos santos ocultos.

La verdad es que en varias naciones, quizá más adelantadas en lo material, si se pregunta, muchos no distinguirían a los cristianos por el amor, sino por cosas raras o por el afán de dinero, etc. Pero sí hay naciones donde hablar de cristianos es hablar de quienes se sacrifican por acoger niños abandonados o enfermos de SIDA o de lepra o drogadictos. Si examinamos la historia de la Iglesia son multitud los que se han distinguido por hacer el bien como Francisco, Juan de Dios, Vicente de Paúl, Camilo de Lelis, Teresa de Calcuta... Y multitudes conocidos y desconocidos. Hoy es un día para hacer examen: ¿Mi vida se distingue por el amor, el perdón, la amabilidad...?

P. Silverio Velasco (España)

Meditación breve

Me sorprende cómo celebran  nuestros jóvenes la llegada de sus 18 años: emborrachándose, fumando, con grandes fiestas, frecuentando lugares del todo impropios. Se presentan como adultos en la sociedad, rompiendo sus leyes.
Por el contrario, cuando un joven aborigen de la tribu Maui de las islas del Pacífico llega a la mayoría de edad, las cosas son diferentes. Se le somete a una prueba, para comprobar si es realmente maduro, adulto, y capaz de llevar una vida responsable, y de formar una  familia. El joven tiene que construir una piragua con sus propias manos y navegar, totalmente solo, por más de 500 kilómetros de mar abierto, hasta una lejana isla, de la cual debe traer una flor exótica de vuelta a casa. Debe sortear todo tipo de peligros.
Si los jóvenes en la sociedad occidental están tan lejos de ser adultos, ¿no será porque con frecuencia, los adultos les dificultamos madurar?


Mensaje de María Reina de la Paz

Mensaje de María Reina de la Paz del 25 de abril de 2013

¡Queridos hijos! Oren, oren, y sólo oren, hasta que su corazón se abra a la fe, como una flor se abre a los cálidos rayos del sol. Éste es un tiempo de gracia que Dios les da a través de mi presencia, sin embargo, ustedes están lejos de mi Corazón, por eso los invito a la conversión personal y a la oración familiar. Que la Sagrada Escritura sea siempre un estímulo para ustedes. Los bendigo a todos con mi bendición maternal. Gracias por haber respondido a mi llamado.


Nuevo video y artículo

Hay un nuevo video subido a este blog.
Para verlo tienes que ir al final de la página.

Hay nuevo material publicado en el blog
"Juan Pablo II inolvidable"
Puedes acceder en la dirección:


Nunca nos olvidemos de agradecer

Alguna vez leí que en el cielo hay dos oficinas diferentes para tratar lo relativo a las oraciones de las personas en la tierra:
Una es para receptar pedidos de diversas gracias, y allí los muchos ángeles que atienden trabajan intensamente y sin descanso por la cantidad de peticiones que llegan en todo momento.
La otra oficina es para recibir los agradecimientos por las gracias concedidas y en ella hay un par de ángeles aburridos porque prácticamente no les llega ningún mensaje de los hombres desde la tierra para dar gracias...
Desde esta sección de "Pequeñas Semillitas" pretendemos juntar una vez por semana (los domingos) todos los mensajes para la segunda oficina: agradecimientos por favores y gracias concedidas como respuesta a nuestros pedidos de oración.

De Argentina, recibimos un mensaje de agradecimiento a Dios y las personas que rezaron por la operación de Federico C., por cáncer en mediastino, porque ha salido bien y está en su casa, aunque deberá someterse a otros tratamientos en breve. Gracias Señor…!!!!

Desde Villa Gésell, Argentina, Ana López agradece a Dios, a la Santísima Virgen y a quienes rezaron por su operación de la vista, que se realizó sin complicaciones. Nos sumamos a la oración dando gracias al Señor.


 “Intimidad Divina”

Domingo 5 de Pascua

Hoy se propone de nuevo a nuestra meditación el misterio pascual en todo su conjunto: desde la pasión de Cristo hasta su glorificación, desde la presencia y el influjo del Resucitado en la Iglesia hasta la participación de ésta en su gloria. El Evangelio (Jn 13, 31-35) se refiere al momento en que, después de  haber anunciado la traición de Judas, Jesús habla de su glorificación como de una realidad ya presente, vinculada a su pasión: “Ahora ha sido glorificado el Hijo del hombre, y Dios ha sido glorificado en él” (ib. 31). El contraste es fuerte, pero sólo aparente; en efecto, aceptando ser traicionado y entregado a la muerte por la salvación de los hombres, Jesús cumple la misión que había recibido del Padre, y esto es precisamente el motivo de su glorificación. Por eso la considera ya comenzada, como ya lo está la gloria que dará a Dios con su muerte redentora. Antes de dejarlos [a sus discípulos] les asegura su presencia invisible en el amor. Él seguirá estando en medio de ellos mediante el amor con que los ha amado y que les deja en herencia para que lo vivan y lo encuentren en sus relaciones mutuas. “Un precepto nuevo os doy: que os améis los unos a los otros, como yo os he amado, así también amaos mutuamente” (ib. 35).

El amor mutuo, modelado sobre al amor del Maestro, aún más, nacido de él, asegura a la comunidad cristiana la presencia de Jesús, de la cual es señal. Al mismo tiempo es el distintivo de los verdaderos cristianos: “En esto conocerán todos que sois mis discípulos” (ib. 35). De esta manera la vida de la Iglesia comenzó sostenida por una fuerza de cohesión y de expansión absolutamente nueva y de extraordinario poder, en cuanto basada no sobre el amor humano que es siempre frágil y defectible, sino sobre el amor divino: el amor de Cristo revivido en las relaciones mutuas de los creyentes. Un tal amor es el secreto del celo incansable de Pablo y de Bernabé de que habla hoy la primera lectura (Hc 14, 20b-27). Los viajes se suceden: después de haber fundado nuevas Iglesias, los dos vuelven a visitarlas para exhortar a los discípulos a “permanecer firmes en la fe” (ib. 22). El amor de Cristo que los sostiene y la certeza de que él obra en ellos y con ellos, no los dispensa de las tribulaciones, como tampoco estaban exentas de ellas las nuevas cristiandades ni tampoco lo está la Iglesia de hoy.

Para animar a la Iglesia en su camino, Juan (Ap 21, 1-5; 2ª lectura) le hace entrever la gloria de la Jerusalén celeste –la Iglesia triunfante– que se presenta “ataviada como una esposa que se engalana para su esposo”, Cristo. Ella será “el tabernáculo de Dios entre los hombres” (ib. 2.3), donde el Hijo de Dios pondrá su morada permanente, ya no rechazado como sucedió en el tiempo sino acogido por todos los elegidos como su Señor y Consolador. Entonces él “enjugará las lágrimas de sus ojos, y la muerte no existirá más” (ib. 4). Con su muerte y resurrección Jesús ha santificado el dolor y la muerte, pero no los ha eliminado; pero en la vida eterna, donde los hombres serán asociados plenamente a la gloria de su resurrección, “ya no habrá duelo, ni gritos, ni trabajo” (ib.). Todo será renovado en la gloria y en al amor de Jesús resucitado.

Nuestro Señor Jesucristo declara que da a sus discípulos un mandato nuevo de amarse unos a otros… ¿Por qué pues, el Señor lo llama nuevo, cuando se conoce su antigüedad? ¿Tal vez será nuevo porque, despojándonos del hombre viejo, nos ha vestido del hombre nuevo? El hombre que oye, o mejor, el hombre que obedece, se renueva no por una cosa cualquiera, sino por la caridad, de la cual para distinguirla del amor carnal añade: como yo os he amado… Este amor, nos renueva para ser hombres nuevos, herederos del Nuevo Testamento y cantores del nuevo cántico. Este amor… renovó ya entonces a los justos de la antigüedad, a los patriarcas y profetas, como renovó después a los apóstoles, y es el que también ahora renueva a todas las gentes; y el que de todo el género humano, difundido por todo el orbe, forma y congrega un pueblo nuevo, cuerpo de la nueva Esposa de los Cantares. (San Agustín)

P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D. 
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
.

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