PEQUEÑAS SEMILLITAS
Año 8 - Número 2012 ~ Lunes
22 de Abril de 2013
- AÑO DE LA FE -
Desde la ciudad de Córdoba
(Argentina)
Alabado sea
Jesucristo…
Cuando hablas con los tuyos, cuando les reprendes, cuando
les llamas la atención, cuando les exiges algo, les sueles gritar, ¿verdad? Te
pregunto: ¿por qué gritas? Me dices que tienes la razón. Si tienes la razón,
¿para qué quieres los gritos? ¿La razón necesita de los gritos para ser
reconocida y aceptada?
Entonces la razón que tienes es muy débil; no necesitaría
de gritos, ni de otra cosa, si fuera suficientemente fuerte. Si no tienes
razón, ¿para qué gritas? ¿Es que pretendes imponerte por los gritos sin tener
razón?
No te ilusiones, nunca los gritos fueron convincentes;
harán callar a tus inferiores, pero no los convencerá; y hacerte obedecer de
alguien que no esté convencido, es imposible. Si tienes la razón y expones la
razón solamente con la fuerza del convencimiento, serás efectivo y llegarás
mejor al corazón de los demás.
Un minuto con Dios
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, Jesús habló así: «En verdad, en verdad
os digo: el que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que
escala por otro lado, ése es un ladrón y un salteador; pero el que entra por la
puerta es pastor de las ovejas. A éste le abre el portero, y las ovejas
escuchan su voz; y a sus ovejas las llama una por una y las saca fuera. Cuando
ha sacado todas las suyas, va delante de ellas, y las ovejas le siguen, porque
conocen su voz. Pero no seguirán a un extraño, sino que huirán de él, porque no
conocen la voz de los extraños». Jesús les dijo esta parábola, pero ellos no
comprendieron lo que les hablaba.
Entonces Jesús les dijo de nuevo: «En verdad, en verdad
os digo: yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido delante de mí
son ladrones y salteadores; pero las ovejas no les escucharon. Yo soy la
puerta; si uno entra por mí, estará a salvo; entrará y saldrá y encontrará
pasto. El ladrón no viene más que a robar, matar y destruir. Yo he venido para
que tengan vida y la tengan en abundancia».
(Jn 10,1-10)
Comentario
Hoy continuamos considerando una de las imágenes más
bellas y más conocidas de la predicación de Jesús: el buen Pastor, sus ovejas y
el redil. Todos tenemos en el recuerdo las figuras del buen Pastor que desde
pequeños hemos contemplado. Una imagen que era muy querida por los primeros
fieles y que forma parte ya del arte sacro cristiano del tiempo de las
catacumbas. ¡Cuántas cosas nos evoca aquel pastor joven con la oveja herida
sobre sus espaldas! Muchas veces nos hemos visto nosotros mismos representados
en aquel pobre animal.
No hace mucho hemos celebrado la fiesta de la Pascua y,
una vez más, hemos recordado que Jesús no hablaba en un lenguaje figurado
cuando nos decía que el buen pastor da su vida por sus ovejas. Realmente lo
hizo: su vida fue la prenda de nuestro rescate, con su vida compró la nuestra;
gracias a esta entrega, nosotros hemos sido rescatados: «Yo soy la puerta; si
uno entra por mí, estará a salvo» (Jn 10,9). Encontramos aquí la manifestación
del gran misterio del amor inefable de Dios que llega hasta estos extremos
inimaginables para salvar a cada criatura humana. Jesús lleva hasta el extremo
su amor, hasta el punto de dar su vida. Resuenan todavía aquellas palabras del
Evangelio de san Juan introduciéndonos en los momentos de la Pasión: «La
víspera de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora de
pasar de este mundo al Padre, como hubiera amado a los suyos que estaban en el
mundo, los amó hasta el fin» (Jn 13,1).
De entre las palabras de Jesús quisiera sugerir una
profundización en éstas: «Yo soy el buen pastor, conozco a las mías y las mías
me conocen a mí» (Jn 10,14); más todavía, «las ovejas escuchan su voz (...) y
le siguen, porque conocen su voz» (Jn 10,3-4). Es verdad que Jesús nos conoce,
pero, ¿podemos decir nosotros que le conocemos suficientemente bien a Él, que
le amamos y que correspondemos como es debido?
Rev. D. Francesc PERARNAU i Cañellas (Girona, España)
Santoral Católico:
San Sotero
Papa
Pocas cosas se conocen con certeza sobre su vida
lejanísima en el tiempo. Las fuentes que nos hablan de él son el Liber
Pontificalis y la Historia Eclesiástica de Eusebio. Sabemos que ejerció su
pontificado entre los años 166 y 175, entre los papas Aniceto y Eleuterio, y
siendo emperador Marco Aurelio. Fue una época de relativa paz y tranquilidad,
aunque no faltaron chispazos de persecución como los que quitaron la vida al
apologeta san Justino, a los mártires de Lyon, a los de Vienne, al obispo san
Potino, a los diáconos Santo y Atalo, a la esclava Blandina, al niño Pontico y
a otros más, y muy probablemente al mismo papa Sotero. También conocemos que
era originario de Fondi, en la Campania y que su padre se llamaba Concordio.
Sabemos también que Sotero ordenó a un buen número de
diáconos, presbíteros y once obispos para la atención pastoral de diversos
territorios.
Otra nota característica suya es la práctica exquisita de
la caridad. Su desvelo por los pobres y los necesitados, fácilmente presumible
en cualquier papa, debió ser excepcionalmente notorio. Se conserva un fragmento
de la carta que escribe Dionisio, el obispo de Corinto, a la iglesia de Roma,
alabando el hábito que se da entre esos fieles con respecto a la comunicación
de bienes y en ella se afirma que "vuestro obispo Sotero no sólo conservó
esta costumbre, sino que aún la mejoró, suministrando abundantes limosnas, así
como consolando a los infelices hermanos con santas palabras y tratándolos como
un padre trata a sus hijos".
Se desconocen detalles de su martirio y hoy no existen
datos por los que pueda demostrarse históricamente; pero los martirologios más
antiguos incluyen su nombre entre los mártires y en el día veintidós de abril.
Pocos son los datos; pero parecen suficientes a la hora
de tener devoción a un sucesor de Pedro que supo cumplir su encargo manteniendo
el rumbo de la Barca hacia el Puerto.
Fuente: Catholic.net
¡Buenos días!
Los caminos…
El lenguaje
humano es muy rico en símbolos. Por ejemplo la palabra “camino” está cargada de
significado. El Libro de los Salmos comienza hablando de “Los dos caminos del
hombre”. Camino, en este contexto, significa “norma de conducta”, “estilo de
vida”. Hoy te ofrezco una buena reflexión sobre el modo de conducirse de los
hombres.
Los caminos cuesta abajo son los más fáciles
de andar, pero no llevan a la cumbre. Para los hombres que buscan un camino, sé
un hombre que abre caminos. El camino que te corresponde recorrer no está
trazado, porque nadie lo recorrió jamás. Los caminos más difíciles suelen ser
los que llevan a los lugares más hermosos. Hay hombres que caminan para llegar.
Hay hombres que caminan para huir. ¿Para qué caminas tú? No fuerces a nadie a
seguir tu camino y colabora de manera que cada uno abra el suyo. Cuando no se
tiene una meta, todo camino es inútil y tedioso. Cuando quieres seriamente
alcanzar una meta terminas abriéndote camino hasta alcanzarla.
El salmo 1º,
después de describir el camino del malvado y del justo, concluye así: “El Señor
protege el camino de los justos, pero el camino de los impíos acaba mal”.
Cuando Jesús dijo: “Yo soy el camino”, quiso decir que venía a enseñarnos cómo
organizar la propia vida para llegar a la felicidad eterna que nos ofrece Dios.
Que esta reflexión te aproveche.
Padre Natalio
La frase de hoy
“La igualdad de la riqueza
debe consistir en que ningún ciudadano
sea tan opulento que pueda compra a otro
y ninguno tan pobre que se vea obligado a venderse”
Jean Jacques Rousseau
Tema del día:
La Eucaristía, presencia real
de Cristo
Para la mayoría de las iglesias cristianas no católicas
la "Eucaristía" (acción de gracias), es solamente un simbolismo de
las palabras de Jesús en la "última cena", celebrado con los
apóstoles en la fiesta de la Pascua, aquel jueves santo del año 33 de nuestro
era, el día anterior a aquel en el que sería sacrificado en la cruz.
Por otro lado, para la Iglesia Católica fiel a la tradición
del mensaje divino, ha enseñado que la "Eucaristía" es verdaderamente
la presencia del Cristo en la "Hostia", que será entregado por todos
nosotros, y en el "Vino" que será derramado por todos nosotros, como
un "nuevo pacto" (Mateo 26,26-28: Marcos 14, 22-24: Lucas 22,19-20).
Por esta razón, el Hijo de Dios mandó a conmemorar a sus discípulos este
milagro, en recuerdo suyo (1 Corintios 11,25), hasta que el vuelva (Apocalipsis
22,20). Igualmente, las Sagradas Escrituras nos dice que los primeros creyentes
"se reunían en el templo, y en las casas partían el pan y comían juntos
con alegría y sencillez de corazón" (Hechos 2,46}; principalmente el
domingo, llamado el "día del Señor" o "primer día" de la
semana (Hechos 20,7). Por ser el día en que el Mesías resucitó y venció a la
muerte (Juan 20,1).
En la historio de la Iglesia Primitiva hay constancias
escritas, como el testimonio de San Justino Mártir, hacia el año 155, para
explicarle al emperador romano Antonio Pío, sobre el memorial que hacían los
católicos: "Los fieles que asistían al santo Sacrificio comulgaban bajo
ambas especies. Los hombres recibían la santa Hostia en su mano y las mujeres
en un lienzo blanco; unos y otros bebían del cáliz que les presentaba el
sacerdote o el diácono...lo que sobraba del vino consagrado se repartía entre
los niños presentes, y el pan consagrado restante era llevado a los enfermos y
a los cristianos presos en los cárceles".
Hay que resaltar también el famoso "milagro
eucarístico" que se conserva en Lanciano (Italia), cuando en el siglo
VIII, durante la misa un monje basiliano dudó de la presencia de Cristo en el
momento de la elevación, y para asombro suyo la "Hostia" se convirtió
en carne de corazón humano y el "Vino" en sangre de tipo AB (la misma
de la sábana santa en que envolvieron el cuerpo de Jesús al ser bajado de la
cruz, y que se conserva en Turín (Italia). Este milagro ha sido plenamente
confirmado por los resultados de los análisis de la ciencia moderna.
Cumpliéndose así las palabras del Mesías a los judíos incrédulos en la sinagoga
de Cafarnaún: "El pan que yo daré es mi propio cuerpo" (Juan 6, 51).
Es tan significativa la presencia del Salvador en la
Eucaristía, que hasta las sectas satánicas se reúnen para profanar la Hostia
escupiéndola y pisoteándola en el suelo, mientras se invoca el nombre del
Demonio. Por otro lado, en muchas iglesias o capillas católicas se hace la
exposición del Santísimo (Hostia consagrada que permanece en lo custodia para
la adoración de los fieles). Allí en un ambiente sacro y de piedad se hacen
plegarias "unos por otros" (Santiago 5,16), ya que San Agustín decía
que "la oración es la fuerza de los hombres y la debilidad de Dios".
Cuando volvamos a comulgar, tengamos siempre presente las
palabras del Evangelio: "Quien come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida
eterna; y yo lo resucitaré en el último día" (Juan 6,54).
Autor: Guido A. Rojas Zambrano
Fuente: ApologeticaCatolica.org
Meditación breve
Si no rezamos a Dios y a la Virgen con confianza en el
corazón, entonces será bien poco lo que obtendremos, porque Dios concede sus
gracias a quienes confían en Él, y cuanto más confía un alma, tantas más
gracias concede Dios. Por eso debemos prestar atención a cómo hacemos nuestra
oración, si ponemos intenciones llenas de una santa ambición, y si cuando la
hacemos estamos confiando en el Señor, en su bondad infinita, que da mucho,
muchísimo, a quien confía mucho, muchísimo en Él.
Dios no tiene límites porque es infinito, y sus tesoros
de gracias y dones, incluso materiales, son también infinitos. Pero si bien
Dios no tiene límites, nosotros los hombres sí le ponemos límites con nuestras
actitudes al rezar, al pedir esos dones, puesto que con nuestra poca confianza,
limitamos y es como que atamos el poder de Dios, su providencia y generosidad,
y así es como que cerramos la canilla por donde nos viene el agua abundante de
las gracias y favores de todo tipo.
De nosotros depende que Dios nos regale con gracias tan
grandes y escogidas, y en gran cantidad, porque sólo debemos confiar en Él y en
su amor por nosotros. Si hacemos así, entonces caminaremos por esta vida con
alegría en el corazón, porque el Señor no nos negará nada.
www.portaldeoracion.com.ar
Pedidos de oración
Pedimos oración por la Paz del Mundo; por la Santa
Iglesia Católica; por el Papa Francisco,
por el Papa Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas,
catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la
unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro
Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones, por la
Paz en el mundo, por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos
especialmente por las enfermedades, el hambre y la pobreza; por los presos
políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo, por la unión de
las familias, la fidelidad de los matrimonios y por más inclinación de los
jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y
religiosas, y por las Benditas Almas del Purgatorio.
Pedimos oración por Silvia Lilian G., de Argentina,
afectada de problemas intestinales, para que la oración con fe le ayude a
superarlos.
Pedimos oración por tres personas de Córdoba, Argentina:
Miguel, de 70 años, al que han detectado cáncer de médula y metástasis en
próstata; por Cristina, de 55 años, con cáncer de mama en quimioterapia; y por
su nieta Justina, de un año, que debe ser operada de un tumor en la cabeza.
Rogamos a Jesús, el Buen Pastor, que brinde a estas personas sus gracias de
sanación.
Pedimos oración por Claudia C. y Germán G., de
Chiquinquirá, Colombia, para que puedan salir adelante de la situación
económica difícil por la que están atravesando, y para que les aumenté la fe en
Dios, y Él les de tranquilidad y ayuda.
Pedimos oración por el señor Alberto Leonardo M., de 74
años de edad, de Córdoba, Argentina, que hoy será operado de hernia inguinal,
para que Jesús y María lo acompañen y permitan una pronta recuperación. Y de la
misma ciudad de Córdoba, pedimos oración por la salud de Santiago A., que está
luchando contra un cáncer, para que el Señor lo toque con su mano de sanación.
Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara
nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la
paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por
nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la
aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu
hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la
redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén
Nota de Redacción:
Para dar curso a los Pedidos de Oración es imprescindible
dar los siguientes datos: nombres completos de la persona (habitualmente no
publicamos apellidos), ciudad y país donde vive, y explicar el motivo de la
solicitud de oración. Por favor: en los pedidos ser breves y concretos y
enviarlos a pequesemillitas@gmail.com
y deben poner en el asunto “Pedido de oración”, ya que los correos que llegan
sin asunto (o con el asunto en blanco) son eliminados sin abrirlos. No se
reciben pedidos de oración a través de Facebook ni por otro medio que no sea el
correo antes señalado.
Los Pedidos de Oración se publican de lunes a sábados.
Los domingos se publican los agradecimientos por las gracias concedidas.
“Intimidad Divina”
Dulce huésped del
alma
Los Hechos de los Apóstoles refieren el suceso de los
cristianos de Éfeso, que, habiendo sido bautizados con el bautismo de Juan, no
sólo no habían recibido el Espíritu Santo, sino que ni aún conocían su
existencia. Entonces Pablo los instruyó y los bautizó “en el nombre del Señor
Jesús, e imponiéndoles las manos, descendió sobre ellos el Espíritu Santo” (Hc
19, 5-6). El bautismo de Juan era sólo preparatorio; él mismo lo había dicho:
“Yo os bautizo en agua, pero llegando está otro más fuerte que yo…, él os
bautizará en el Espíritu Santo y en fuego” (Lc 3, 16). Este es el bautismo que
Jesús había anunciado a Nicodemo: “En verdad, en verdad te digo que quien no
naciere del agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de los cielos” (Jn
3, 5); este es el bautismo por medio del cual Cristo hace participantes a la
Iglesia y a todos los fieles de su Espíritu para que vivan de su misma vida.
“Si me amáis, guardaréis mis mandamientos; y yo rogaré al
Padre, y os dará otro Paráclito, que estará con vosotros para siempre: el
Espíritu de verdad” (Jn 14, 15-17). Al prometer Jesús a sus apóstoles el
Espíritu Santo les pide una sola condición: el amor auténtico que se prueba con
las obras, con el generoso cumplimiento del divino querer. El Espíritu Santo,
Espíritu de amor, no puede ser dado a quien no vive en el amor. Pero a quienes
viven en el amor y por lo tanto en gracia, les es asegurado el Espíritu Santo
por la promesa infalible de Jesús y por la omnipotencia de su oración. No se
trata de un don pasajero limitado al tiempo en que se reciben los sacramentos o
en general a un tiempo determinado, sino de un don estable, permanente: “en los
corazones [de los fieles] habita el Espíritu Santo como en un templo”, afirma
el Concilio (LG 9). Él es el “dulce huésped del alma” y cuanto más crece ésta
en gracia, tanto más se complace el Espíritu Santo en habitar en ella y en
obrar en ella para llevar a cabo su santificación.
El Espíritu Santo está en el hombre para plasmarlo a
imagen de Cristo, para solicitarlo al cumplimiento de la voluntad de Dios, para
sostenerlo en la lucha contra el mal y ayudarlo en el conseguimiento del bien.
“El Espíritu Santo viene en ayuda de nuestra flaqueza” (Rm 8, 26) y haciendo suya
nuestra causa “aboga por nosotros con gemidos inenarrables” (ib.) ante el
Padre. Si los bautizados tienen un abogado tan poderoso y un sostén tan
valedero, ¿cómo es que los que llegan a la santidad son tan pocos? Es el
tremendo misterio de la libertad del hombre y al mismo tiempo de su
responsabilidad. Dios que ha creado al hombre libre, no lo santifica contra su
voluntad. Si el cristiano no se santifica, es únicamente porque no deja campo
libre en sí a la acción del Espíritu
Santo, sino que la impide con sus pecados, con su falta de docilidad y de
generosidad. Si usase su libertad para abrirse completamente a la invasión del
Espíritu Paráclito y para someterse en todo a su influjo, él lo tomaría bajo su
guía y lo santificaría. Es necesario pues, orar con la Iglesia: “Ven, Espíritu
divino, lava las manchas, riega la tierra en sequía, doma el Espíritu indómito,
infunde calor de vida en el hielo”.
Oh Espíritu Santo Paráclito, lleva a su
perfección en nosotros la obra comenzada por Jesús; fortalece y haz continua la
oración que hacemos en nombre del mundo entero; apresura para cada uno de
nosotros el tiempo de una profunda vida interior; da ardor a nuestro apostolado
que desea llegar a todos los hombres y a todos los pueblos, redimidos todos por
la sangre de Cristo y heredad suya. Mortifica en nosotros nuestra natural
presunción y elévanos a las regiones de la santa humildad, del verdadero temor
de Dios, del impulso generoso. Que ninguna atadura terrena nos impida hacer
honor a nuestra vocación; que ningún interés mortifique, por pereza nuestra,
las exigencias de la justicia; que ningún cálculo humano reduzca a la angostura
de los pequeños egoísmos los espacios inmensos de la caridad. Que todo sea
grande en nosotros: la búsqueda y el culto de la verdad, la prontitud para el
sacrificio hasta la cruz y la muerte; y que todo, finalmente, corresponda a la
última oración del Hijo al Padre celestial, y a aquello efusión tuya, oh
Espíritu de amor, que el Padre y el Hijo desean para la Iglesia y sus
instituciones, para los pueblos y para cada una de las almas. (Juan XXIII,
Breviario)
P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D.
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
.
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