jueves, 4 de abril de 2013

Pequeñas Semillitas 1994


PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 8 - Número 1994 ~ Jueves 4 de Abril de 2013
- AÑO DE LA FE -
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)


Alabado sea Jesucristo…
En la audiencia pública de ayer miércoles, el Papa Francisco ha tenido hermosos conceptos que son para nosotros una enseñanza magistral. Por eso me ha parecido oportuno iniciar la edición de hoy de “Pequeñas Semillitas” con un par de párrafos de su alocución:
   "La alegría de saber que Jesús está vivo y la esperanza que llena el corazón no se pueden contener. Esto debería suceder también en nuestra vida ¡Sintamos la alegría de ser cristianos! ¡Nosotros creemos en un Resucitado que venció el mal y la muerte! ¡Tengamos la valentía de ´salir´ para llevar esta alegría y esta luz a todos los lugares de nuestra vida! ¡La Resurrección de Cristo es nuestra mayor certeza; es el tesoro más precioso! ¡Cómo no compartir con los demás este tesoro, esta certeza. No es sólo para nosotros, es para transmitirla, para darla a los demás, compartirla con los demás. Es nuestro testimonio.
   ¡Dejémonos iluminar por la Resurrección de Cristo, dejémonos transformar por su fuerza, para que, también a través de nosotros en el mundo, los signos de muerte dejen lugar a los signos de la vida! He visto que hay muchos jóvenes en la plaza, chicos y chicas, aquí están. Les digo: lleven siempre esta certeza, el Señor está vivo y camina a nuestro lado en la vida. Ésta es vuestra misión. Lleven adelante esta esperanza. Estén anclados a esta esperanza, esta ancla que está en el cielo. Sujétense fuerte a la cuerda, queden anclados y lleven adelante la esperanza. Vosotros, testimonio de Jesús, testimonien que Jesús está vivo y eso nos dará esperanza y dará esperanza a este mundo algo envejecido por las guerras, por el mal y por el pecado ¡Adelante jóvenes!"


La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy

En aquel tiempo, los discípulos contaron lo que había pasado en el camino y cómo habían conocido a Jesús en la fracción del pan. Estaban hablando de estas cosas, cuando Él se presentó en medio de ellos y les dijo: «La paz con vosotros». Sobresaltados y asustados, creían ver un espíritu. Pero Él les dijo: «¿Por qué os turbáis, y por qué se suscitan dudas en vuestro corazón? Mirad mis manos y mis pies; soy yo mismo. Palpadme y ved que un espíritu no tiene carne y huesos como veis que yo tengo». Y, diciendo esto, les mostró las manos y los pies. Como ellos no acabasen de creerlo a causa de la alegría y estuviesen asombrados, les dijo: «¿Tenéis aquí algo de comer?». Ellos le ofrecieron parte de un pez asado. Lo tomó y comió delante de ellos.
Después les dijo: «Éstas son aquellas palabras mías que os hablé cuando todavía estaba con vosotros: ‘Es necesario que se cumpla todo lo que está escrito en la Ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos acerca de mí’». Y, entonces, abrió sus inteligencias para que comprendieran las Escrituras, y les dijo: «Así está escrito que el Cristo padeciera y resucitara de entre los muertos al tercer día y se predicara en su nombre la conversión para perdón de los pecados a todas las naciones, empezando desde Jerusalén. Vosotros sois testigos de estas cosas».
(Lc 24,35-48)

Comentario
Hoy, Cristo resucitado saluda a los discípulos, nuevamente, con el deseo de la paz: «La paz con vosotros» (Lc 24,36). Así disipa los temores y presentimientos que los Apóstoles han acumulado durante los días de pasión y de soledad.
Él no es un fantasma, es totalmente real, pero, a veces, el miedo en nuestra vida va tomando cuerpo como si fuese la única realidad. En ocasiones es la falta de fe y de vida interior lo que va cambiando las cosas: el miedo pasa a ser la realidad y Cristo se desdibuja de nuestra vida. En cambio, la presencia de Cristo en la vida del cristiano aleja las dudas, ilumina nuestra existencia, especialmente los rincones que ninguna explicación humana puede esclarecer. San Gregorio Nacianceno nos exhorta: «Debiéramos avergonzarnos al prescindir del saludo de la paz, que el Señor nos dejó cuando iba a salir del mundo. La paz es un nombre y una cosa sabrosa, que sabemos proviene de Dios, según dice el Apóstol a los filipenses: ‘La paz de Dios’; y que es de Dios lo muestra también cuando dice a los efesios: ‘Él es nuestra paz’».
La resurrección de Cristo es lo que da sentido a todas las vicisitudes y sentimientos, lo que nos ayuda a recobrar la calma y a serenarnos en las tinieblas de nuestra vida. Las otras pequeñas luces que encontramos en la vida sólo tienen sentido en esta Luz.
«Es necesario que se cumpla todo lo que está escrito en la Ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos acerca de mí...»: nuevamente les «abrió sus inteligencias para que comprendieran las Escrituras» (Lc 24,44-45), como ya lo había hecho con los discípulos de Emaús. También quiere el Señor abrirnos a nosotros el sentido de las Escrituras para nuestra vida; desea transformar nuestro pobre corazón en un corazón que sea también ardiente, como el suyo: con la explicación de la Escritura y la fracción del Pan, la Eucaristía. En otras palabras: la tarea del cristiano es ir viendo cómo su historia Él la quiere convertir en historia de salvación.
Rev. D. Joan Carles MONTSERRAT i Pulido (Sabadell, Barcelona, España)


Santoral Católico:
San Isidoro de Sevilla
Obispo y Doctor de la Iglesia

San Isidoro de Sevilla (560-636) es el último de los padres latinos, y resume en sí todo el patrimonio de adquisiciones doctrinales y culturales que la época de los padres de la Iglesia transmitió a los siglos futuros.

Isidoro fue un escritor enciclopédico, muy leído en la edad media, sobre todo por sus “Etimologías”, una “summa” muy útil de la ciencia antigua, en la que condensó los principales resultados más con celo que con espíritu crítico. Pero a pesar de poseer tan ricamente la ciencia antigua y de influir considerablemente en la cultura medieval, su principal preocupación como obispo fue lograr la madurez espiritual e intelectual del clero español. Para esto fundó un colegio eclesiástico, prototipo de los futuros seminarios, dedicando mucho de su laboriosa jornada a la instrucción de los candidatos al sacerdocio.

La santidad era algo común en la familia de san Isidoro: tres hermanos fueron obispos y santos -Leandro, Fulgencio e Isidoro-; una hermana –Florentina- fue religiosa y santa. Leandro, el hermano mayor, fue tutor y maestro de Isidoro, que quedó huérfano cuando era muy niño.

El futuro doctor de la Iglesia, autor de muchos libros que tratan de todo el saber humano: agronomía, medicina, teología, economía doméstica, etc., al principio fue un estudiante poco aplicado. Como tantos otros compañeros, dejaba de ir a la escuela para ir a vagar por los campos. Un día se acercó a un pozo para sacar agua y notó que las cuerdas habían hecho hendiduras en la dura piedra. Entonces comprendió que también la constancia y la voluntad del hombre pueden vencer las duras asperezas de la vida.

Regresó con amor a sus libros y progresó tanto en el estudio que mereció ser considerado el hombre más sabio de su tiempo -Isidoro sucedió al hermano Leandro en el gobierno de la importante diócesis de Sevilla-. Como el hermano, fue el obispo más popular y autorizado de su tiempo, y también presidió el importante concilio de Toledo, en el 633. Se formó con la lectura de san Agustín y de san Gregorio Magno, y aun sin tener el vigor de un Boecio o el sentido organizador de un Casiodoro, Isidoro compartió con ellos la gloria de ser el maestro de la Europa medieval y el primer organizador de la cultura cristiana. Isidoro fue muy sabio, pero al mismo tiempo de profunda humildad y caridad; no sólo obtuvo el título de “doctor egregius”, sino también la aureola de la santidad.

Fuente: Catholic.net


¡Buenos días!

Dentro de ti mismo

Hoy la Reina de la Paz, que nos conoce, repite un mensaje liberador. Ella sabe con qué facilidad descuidamos la oración, cómo tantas obligaciones y tareas desplazan a la oración. Pero la verdad es que, cuando nos decidimos por ella, siempre experimentamos cuán hermoso es estar con Dios, que el tiempo transcurrido con él es el tiempo mejor aprovechado.

“¡Queridos hijos! Hoy también los invito a abrirse a la oración. Hijitos, viven en un tiempo en que Dios les da grandes gracias, y ustedes no saben aprovecharlas. Se preocupan de todo lo demás, menos del alma y de la vida espiritual. Despierten del sueño cansado de su alma y digan a Dios con todas sus fuerzas, sí. Decídanse por la conversión y la santidad. Estoy con ustedes hijitos, y los invito a la perfección de su alma y de todo lo que hacen. ¡Gracias por haber respondido a mi llamado! ”

Cuántas veces tenemos temor de encontrarnos con nosotros mismos y con Dios. De allí esa necesidad de hacer algo continuamente, hablar, u ocuparnos de algo. Hoy el hombre le tiene miedo al silencio, pero sólo en el silencio de su propio corazón podrá encontrarse y escuchar a Dios y a sí mismo. El  Señor te conceda descubrir el silencio fecundo de la oración.

Padre Natalio


Palabras del Papa Francisco

“Dejen las puertas abiertas de las iglesias, así la gente entra,
y dejen una luz encendida en el confesionario
para señalar su presencia y verán que la fila se formará”

 
Papa Francisco


Tema del día:
Un Jesuita habla del Papa Jesuita

Lo que significa que uno de mis hermanos jesuitas sea el papa.

El Papa Francisco es el primer Papa jesuita de la historia. Cuando escuché que anunciaron su nombre, después de gritar, lo primero que pensé fue lo improbable que había sido todo. ¿Por qué? ¿Por qué era tan difícil que la gente (incluido yo) imaginara a un Papa jesuita? ¿Qué habría pensado San Ignacio de Loyola, el fundador de la orden de los jesuitas (formalmente conocida como la Compañía de Jesús) en el siglo XVI? Abordemos primero la primera pregunta: ¿Por qué era tan improbable?

Por dos razones.

La primera es que la mayoría de los cardenales provienen de las filas del clero diocesano. Es decir, la mayoría estudia en seminarios diocesanos y están capacitados para trabajar en los ámbitos más conocidos de las parroquias católicas: celebran Misa, bautizan niños, ofician matrimonios y trabajan muy de cerca con las familias de su parroquia.  Tal vez para el público en general es más fácil entender sus vidas. Comienzan como sacerdotes de parroquia, más tarde se les nombra obispos y arzobispos, y  después, el Papa los nombra cardenales.

Los miembros de las órdenes religiosas, como los franciscanos, los dominicos y los jesuitas, viven una vida distinta. Hacemos votos de pobreza, castidad y obediencia, y vivimos juntos en comunidades. (En contraste, los sacerdotes de parroquia perciben un salario). Tampoco nos enfocamos en la vida parroquial.

En Estados Unidos, por ejemplo, los jesuitas son conocidos principalmente por sus instituciones educativas: secundarias, preparatorias y universidades como el Boston College, Georgetown, Fordham y todas las escuelas que lleven el nombre de 'Loyola'. Así que nuestra vida es distinta a la del clero diocesano; ni mejor ni peor, solo diferente.

Por ello, los miembros de las órdenes religiosas parecen más "ajenos" a los cardenales. Es por ello que en la historia reciente no ha habido muchos papas procedentes de órdenes religiosas.

Cuando eligen a un líder, los cardenales prefieren naturalmente a alguien que pertenezca a su "mundo". Pero esta vez no fue así. Tal vez sintieron que era el momento de cambiar. En grande. Además, los jesuitas a veces eran vistos con recelo en ciertas partes del Vaticano. Hay varias razones para ello y algunas son complejas.

La primera es, como mencioné, nuestras "diferencias". En segundo lugar, a veces algunas personas pensaban que nuestro trabajo con los pobres y los marginados era demasiado experimental, radical e incluso peligroso. "Cuando trabajas en los límites", dijo un viejo jesuita, "a veces los rebasas".

A principios de la década de 1980, el papa Juan Pablo II "intervino" en nuestra gestión interna debido a las tensiones entre los jesuitas y el Vaticano. Después de que depusieron a nuestro superior general, el Papa designó a su propio representante para dirigirnos (en vez de permitir que se llevara a cabo el procedimiento  normal, con el que elegiríamos a un sucesor). Esa era su potestad como Papa, pero desanimó a muchos jesuitas. Algunos años más tarde, elegimos a un nuevo superior general y se restablecieron las relaciones cordiales.

Sin embargo, la desconfianza persistió en algunos sectores del Vaticano, lo que significó que imaginar a un Papa jesuita era descabellado. Ahora que hay un Papa jesuita, si la desconfianza no ha desaparecido, al menos ha disminuido.

¿Qué significa tener un papa jesuita? muchas cosas.

Para empezar, el nuevo vicario de Cristo está profundamente impregnado con la espiritualidad de San Ignacio de Loyola, quien fundó la orden jesuita en 1540. Como todos los jesuitas "maduros", el Papa Francisco ha participado en dos ocasiones en los Ejercicios Espirituales, un retiro silencioso de un mes dedicado a la vida de Jesucristo. Los Ejercicios requieren que uses tu imaginación para entrar en la vida de Jesús a través de la oración.  Podemos asumir que el Papa Francisco es un hombre intensamente espiritual que ha sondeado las profundidades de la vida de Cristo en una forma particularmente jesuita. Desde que fue electo el miércoles, he escuchado a al menos una docena de jesuitas decir: "Bueno, no sé mucho acerca de él, pero sé que hizo los Ejercicios".

En segundo lugar, la preparación de los jesuitas es un proceso extremadamente prolongado.

El Papa Francisco entró al noviciado jesuita en 1958, a los 22 años, y se ordenó hasta 1969. (Ese es el tiempo promedio de preparación de un sacerdote jesuita. Yo entré en 1988 y me ordené en 1999). Así que el nuevo Papa es un hombre letrado que también tiene experiencia en varios ministerios a los que fue asignado durante su larga preparación. Típicamente se le pide a un jesuita en preparación que trabaje con los pobres, atienda a pacientes en los hospitales y dé clases en escuelas al tiempo que ejecuta lo que San Ignacio llamaba dos tareas humildes y sencillas", como lavar los retretes y trapear los pisos.

En tercer lugar, el Papa Francisco conoce la pobreza. Los jesuitas debemos tomar en serio nuestros votos de pobreza.

Esto significa que durante el noviciado vivimos con un salario mínimo, trabajamos con los pobres y no tenemos posesiones.

Las ahora famosas historias de que el cardenal Bergoglio usa el transporte público y prepara su propia comida pueden tener sus bases en San Ignacio de Loyola, quien dijo que debemos amar a la pobreza "como si fuera una madre". A los jesuitas se nos pide que sigamos al "Cristo pobre" -es decir, que imitemos a Cristo en su pobreza en la Tierra- y que vivamos lo más sencillamente posible.

A algunos nos va mejor que a otros; una vez que fue nombrado obispo y luego arzobispo, fue liberado de su voto de pobreza, pero es uno de los objetivos esenciales en la vida  de un jesuita y lo más probable es que esté profundamente arraigado en su vida espiritual. Se ha enfatizado el nombre del Papa Francisco; yo sentí gran gozo de que decidiera honrar a San Francisco de Asís, probablemente el santo más querido del mundo. Eso indica un gran deseo de ayudar a los pobres. Sin embargo, no pude evitar pensar que a pesar de su devoción a Francisco, obtuvo sus primeras experiencias en el ministerio con los pobres cuando era, como dicen los jesuitas, un "hijo de Ignacio".

En cuarto lugar, se pide a los jesuitas que estén "disponibles": abiertos, libres, listos para ir a cualquier parte.

El ideal de los jesuitas es ser lo suficientemente libre como para ir a donde Dios quiera que vayas, ya sea a una favela en Latinoamérica o al Palacio Papal en el Vaticano. También debemos ser "indiferentes": lo suficientemente libres como para florecer en cualquier parte, para hacer cualquier cosa que sirva "ad majorem Dei gloriam": a la mayor gloria de Dios.

En quinto lugar, se supone que no debemos ser "trepadores".

Esta es una ironía grandiosa. Cuando los sacerdotes jesuitas y los hermanos terminan su preparación, hacen votos de pobreza, castidad, obediencia y un voto especial ante el Papa "en relación con las misiones", es decir, en relación con los lugares a donde el Papa quiera enviarnos. Sin embargo, también hacemos una promesa inusual, que hasta donde sé, es única entre las órdenes religiosas: no "ambicionar ni buscar" un alto cargo.

San Ignacio estaba indignado por la ambición en el clero de la que fue testigo a finales del Renacimiento, así que nos pidió que hiciéramos esa promesa singular en contra de la "ascensión". En ocasiones, el Papa pide a un jesuita, como lo hizo con Jorge Bergoglio, que tome el cargo de obispo o arzobispo. Pero eso no es lo usual. Sin embargo, un jesuita que alguna vez prometió no "ambicionar ni buscar" un alto cargo ahora ostenta el cargo más alto de la Iglesia.

Respecto a la segunda pregunta: ¿Qué habría pensado San Ignacio de Loyola?

San Ignacio fue famoso por rehusarse a que sus hombres se volvieran obispos e incluso hubo ocasiones en las que se resistió al Vaticano para evitar que sucediera. Por otro lado, él estaba lo suficientemente "disponible" como para saber que era necesario romper las reglas estrictas. Además, estaba comprometido con hacer todo lo que fuera posible por la Iglesia y a pedirles a sus jesuitas que hicieran lo mismo.

En uno de los estatutos de los jesuitas, Ignacio anuncia sus intenciones de "servir solo al Señor y a su esposa, la Iglesia, bajo la dirección del pontífice romano, el vicario de  Cristo en la Tierra". Como dice nuestro lema, hacer cualquier cosa por "la mayor gloria de Dios" y por el servicio de la Iglesia, como diría Ignacio. Así que, francamente, pienso que San Ignacio aprobaría que uno de sus Hijos no solo sirva al pontífice romano, sino que lo sea .Yo ciertamente lo apruebo.

Autor: P. James Martin SJ
James Martin es un sacerdote jesuita, editor de la revista América y autor del libro The Jesuit Guide to (Almost) Everything (La guía jesuita para casi todo).


Una historia breve

Se dice que en cierta ocasión el Emperador Napoleón I se encontraba delante de un grupo de soldados, cuando de repente su caballo se desbocó; entonces un soldado raso se lanzó hacia el caballo, y, cogiendo el freno del caballo, pudo pronto detenerlo.
Se dice que Napoleón saludó al soldado raso y le dijo: "Gracias, mi capitán". El soldado se sorprendió al oír a Napoleón decirle "capitán", pues él era un simple soldado raso, pero inmediatamente pensó que se encontraba delante de Napoleón, y que si él quería, podía hacerlo capitán.
Así que, saludó a su Emperador y le preguntó: "¿De qué regimiento, mi Emperador?" El emperador le contestó: "De mi guardia personal."
Aquel soldado raso se presentó como capitán ante el jefe de la guardia personal de Napoleón; el oficial, viéndolo con uniforme de soldado raso, le preguntó: "¿Capitán, por órdenes de quién" - "Por órdenes de mi Emperador, Napoleón I."
En ese momento dejó de ser soldado raso y llegó a ser capitán. Si este soldado raso no hubiese tenido fe, hubiera dicho: "Mi Emperador me dice capitán, pero yo no soy más que un soldado raso. Por el susto que le dio el caballo, se equivocó y me dijo capitán", y se hubiera ido a tomar su lugar y habría permanecido soldado raso toda su vida.


Pedidos de oración

Pedimos oración por la Paz del Mundo; por la Santa Iglesia Católica; por el Papa Francisco, por el Papa Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas, catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones, por la Paz en el mundo, por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las enfermedades, el hambre y la pobreza; por los presos políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo, por la unión de las familias, la fidelidad de los matrimonios y por más inclinación de los jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas, y por las Benditas Almas del Purgatorio.

Pedimos oración por los habitantes de la ciudad de Buenos Aires y de la ciudad de La Plata (en Argentina) que sufren una catastrófica inundación con muchas pérdidas de vidas e inmensos destrozos materiales. Que Jesús Misericordioso frene las fuerzas desatadas de la naturaleza y tenga piedad de todos.

Pedimos oración por María Victoria, 25 años, que vive en La Plata, Argentina, está embarazada de 5 meses, rompió bolsa y la internaron. El Sanatorio está en la zona inundada y sin luz. Oramos por ella.

Pedimos oración por Raquel C., 23 años, de Casilda, Santa Fe, Argentina, que tuvo un grave accidente de tránsito, con muchas quebraduras y tuvo dos operaciones en su cabeza por las lesiones graves y se esperan signos vitales para seguir. La ponemos en las manos de la Santísima Virgen de Lourdes para que ella interceda ante Jesús por su recuperación.

Pedimos oración por Mauro G., joven de Jujuy, argentina, con profunda depresión, rogando a la Santísima Virgen que la ampare bajo su manto de amor y protección mientras recibe la Luz de Jesús Resucitado.

Pedimos oración por Lucio, un pequeño de 2 años de edad, que vive en Buenos Aires, Argentina, y que está muy grave, rogando al Señor que le conceda la gracia de recuperarse y a María que acompañe a sus padres en estos momentos de dolor.

Pedimos oración por Mirta G., de Argentina, que se encuentra trabajando en Haití en una misión humanitaria de las Naciones Unidas y ahora está en observación en un centro médico de República Dominicana por un sangrado cerebral de pronóstico reservado. Pedimos al Altísimo que lave sus faltas a través del dolor y le conceda la posibilidad de recuperarse.

Pedimos oración por Olga Margarita, de Posadas, Argentina, que lucha por su vida luego de sobrevivir a un accidente ella y su hijo Ulises, el que gracias a Dios está fuera de peligro. Rogamos a Dios el milagro de la total curación de ambos.

Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén

Nota de Redacción:
Para dar curso a los Pedidos de Oración es imprescindible dar los siguientes datos: nombres completos de la persona (habitualmente no publicamos apellidos), ciudad y país donde vive, y explicar el motivo de la solicitud de oración. Por favor: en los pedidos ser breves y concretos y enviarlos a pequesemillitas@gmail.com y deben poner en el asunto “Pedido de oración”, ya que los correos que llegan sin asunto (o con el asunto en blanco) son eliminados sin abrirlos. No se reciben pedidos de oración a través de Facebook ni por otro medio que no sea el correo antes señalado.
Los Pedidos de Oración se publican de lunes a sábados. Los domingos se publican los agradecimientos por las gracias concedidas.


 “Intimidad Divina”

En medio de los suyos

Después de haberse aparecido a la Magdalena, a las demás mujeres, a Pedro y a los discípulos de Emaús en la tarde de la Pascua, Jesús se aparece a los Once y a los otros que estaban reunidos con ellos en Jerusalén (Lc 24, 35-48). Estos creen ya en la Resurrección y están hablando de ella: “El Señor en verdad ha resucitado y se ha aparecido a Simón”; además han escuchado el relato de los dos de Emaús. Y sin embargo, cuando Jesús se aparece en medio de ellos, se quedan “aterrados y llenos de miedo” creyendo “ver un espíritu”. La manifestación de lo divino deslumbra a la mente humana y viene espontáneamente la duda: ¿será verdad? ¿será un fantasma? Pero ¡dichosa duda de los discípulos! Ella prueba que su fe en el Resucitado no es efecto de credulidad, de entusiasmo o de sugestión, sino que se funda en datos objetivos examinados son sentido realístico. El Señor resucitado, en sus apariciones, se adapta con maravillosa condescendencia al estado de ánimo de aquellos a quienes se manifiesta. No trata a todos de la misma manera; pero por caminos y con medios diversos conduce a todos a la certeza de su resurrección. Y esto es lo importante. La Resurrección es la clave de todo el cristianismo y por eso el Resucitado quiere dar todas las garantías de ella a la Iglesia naciente para que, a través de los siglos, la fe de los creyentes se apoye sobre un sólido fundamento. “¡El Señor en verdad ha resucitado!” Sobre esta grande realidad cada uno de los creyentes puede fundar su propia vida.

A los Once reunidos en Jerusalén Jesús les explica también las Escrituras. No basta que lo reconozcan y crean en su resurrección; deben comprender la íntima conexión que existe entre los hechos de que han sido testigos y cuanto está escrito acerca de él “en la Ley de Moisés y en los Profetas y en los Salmos” (Lc 24, 44). Existe absoluta identidad entre el Mesías de las profecías y el Jesús de la historia con el cual han vivido y al que han visto morir en cruz y ahora vuelven a encontrar resucitado. Esta identidad es la que hace válidas su fe y su esperanza. Si no se comprende la Pasión, tampoco se puede comprender la Resurrección, que es en definitiva la que explica y justifica la primera. Para quien cree en la resurrección de Cristo, en la cual está incluida y preanunciada la resurrección de los creyentes, la cruz ya no es ocasión de desorientación o de escándalo, ni en cuanto pasión de Cristo, ni en cuanto sufrimiento que entra en la propia vida personal.

La predicación apostólica sigue la línea trazada por Jesús; ejemplo de ello son los discursos de Pedro, en que pone de relieve la relación entre el Antiguo Testamento, la vida de Cristo y su resurrección. “El Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres [que es lo mismo que decir, el Dios de las promesas] ha glorificado a su siervo Jesús [el Salvador, presentado como Siervo de Yahvé], a quien vosotros entregasteis y negasteis… Pero Dios lo resucitó de entre los muertos, de lo cual nosotros somos testigos… Dios ha dado así cumplimiento a lo que había anunciado por boca de todos los profetas, la pasión de su Ungido” (Hc 3, 13. 15. 18). Es una síntesis de la historia de la salvación: desde las promesas hechas a Abrahán hasta la venida del Salvador, con su pasión, muerte y resurrección. Dios, en su inmenso amor, ha dispuesto y actuado todo esto para salvación de los hombres, “para que los que viven no vivan ya para si, sino para aquel que por ellos murió y resucitó” (2 Cr 5, 15).

Extendiendo tus manos sobre la cruz, ¡oh Cristo!, has llenado al mundo de la ternura del Padre. Por eso entonamos un canto de victoria. A una señal tuya, ¡oh Señor de la vida!, la muerte se acercó a ti temerosa, como una esclava, y por medio de ella nos has conquistado la vida sin fin y la resurrección. (Liturgia bizantina, Canon de la Resurrección)

P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D.
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
.

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