PEQUEÑAS SEMILLITAS
Año 8 - Número 1992 ~ Martes
2 de Abril de 2013
- AÑO DE LA FE -
Desde la ciudad de Córdoba
(Argentina)
Alabado sea
Jesucristo…
Hace varios milenios que el espíritu humano ha venido
expresando su inquietud sobre la cuestión del destino definitivo de la persona
después de la muerte.
El ansia de alcanzar la inmortalidad estuvo presente en
relatos y poemas de numerosos pueblos antiguos. La humanidad no se resignaba de
buena gana a la idea de que la muerte fuese una aniquilación total.
En nuestros días no pocas personas experimentan grandes
dificultades para abrirse a la trascendencia; les parece irracional afirmar la
viabilidad de la esperanza cristiana.
Los creyentes no podemos responder con argumentos
empíricos ni con pruebas contundentes pero el testimonio de los primeros
discípulos y su inquebrantable convicción de que Jesús está vivo sustenta
nuestra esperanza.
Cada creyente tendrá que encontrar el camino para
experimentar la presencia del Señor resucitado que ha recibido merecidamente el
don de la vida plena de manos del Padre.
"La verdad católica"
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, estaba María junto al sepulcro fuera
llorando. Y mientras lloraba se inclinó hacia el sepulcro, y ve dos ángeles de
blanco, sentados donde había estado el cuerpo de Jesús, uno a la cabecera y
otro a los pies. Dícenle ellos: «Mujer, ¿por qué lloras?». Ella les respondió:
«Porque se han llevado a mi Señor, y no sé dónde le han puesto». Dicho esto, se
volvió y vio a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús. Le dice Jesús:
«Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?». Ella, pensando que era el encargado
del huerto, le dice: «Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto,
y yo me lo llevaré». Jesús le dice: «María». Ella se vuelve y le dice en
hebreo: «Rabbuní», que quiere decir “Maestro”». Dícele Jesús: «No me toques,
que todavía no he subido al Padre. Pero vete donde mis hermanos y diles: ‘Subo
a mi Padre y vuestro Padre, a mi Dios y vuestro Dios’». Fue María Magdalena y
dijo a los discípulos que había visto al Señor y que había dicho estas
palabras.
(Jn 20,11-18)
Comentario
Hoy, en la figura de María Magdalena, podemos contemplar
dos niveles de aceptación de nuestro Salvador: imperfecto, el primero;
completo, el segundo. Desde el primero, María se nos muestra como una
sincerísima discípula de Jesús. Ella lo sigue, maestro incomparable; le es
heroicamente adherente, crucificado por amor; lo busca, más allá de la muerte,
sepultado y desaparecido. ¡Cuán impregnadas de admirable entrega a su “Señor”
son las dos exclamaciones que nos conservó, como perlas incomparables, el
evangelista Juan: «Se han llevado a mi Señor, y no sé dónde le han puesto» (Jn
20,13); «Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo me lo
llevaré»! (Jn 20,15). Pocos discípulos ha contemplado la historia, tan afectos
y leales como la Magdalena.
No obstante, la buena noticia de hoy, de este martes de
la octava de Pascua, supera infinitamente toda bondad ética y toda fe religiosa
en un Jesús admirable, pero, en último término, muerto; y nos traslada al
ámbito de la fe en el Resucitado. Aquel Jesús que, en un primer momento,
dejándola en el nivel de la fe imperfecta, se dirige a la Magdalena
preguntándole: «Mujer, ¿por qué lloras?» (Jn 20,15) y a la cual ella, con ojos
miopes, responde como corresponde a un hortelano que se interesa por su
desazón; aquel Jesús, ahora, en un segundo momento, definitivo, la interpela
con su nombre: «¡María!» y la conmociona hasta el punto de estremecerla de
resurrección y de vida, es decir, de Él mismo, el Resucitado, el Viviente por
siempre. ¿Resultado? Magdalena creyente y Magdalena apóstol: «Fue María Magdalena
y dijo a los discípulos que había visto al Señor» (Jn 20,18).
Hoy no es infrecuente el caso de cristianos que no ven
claro el más allá de esta vida y, pues, que dudan de la resurrección de Jesús.
¿Me cuento entre ellos? De modo semejante son numerosos los cristianos que
tienen suficiente fe como para seguirle privadamente, pero que temen
proclamarlo apostólicamente. ¿Formo parte de ese grupo? Si fuera así, como
María Magdalena, digámosle: —¡Maestro!, abracémonos a sus pies y vayamos a
encontrar a nuestros hermanos para decirles: —El Señor ha resucitado y le he
visto.
Rev. D. Antoni ORIOL i Tataret (Vic, Barcelona, España)
Santoral Católico:
San Francisco de Paula
Eremita y Fundador de los
Frailes Mínimos
Francisco nació en Paula, región de Calabria (Italia) en
el año 1416, y es uno de los más jóvenes fundadores de órdenes religiosas que
recuerda la historia.
A los trece años vistió el hábito franciscano, pero dos
años más tarde desapareció. Después de algunos años lo descubrió un cazador en
un refugio en las ásperas montañas cerca de Cosenza.
La fama de su santidad y de sus milagros atrajo a un buen
número de jóvenes deseosos de seguir su ejemplo, con los cuales fundó la Orden
de los Mínimos o Ermitaños de san Francisco de Asís. Los invitó a la
penitencia, reduciendo su alimentación durante los 365 días del año a pan,
pescado, agua y verduras.
Pero las duras penitencias no acortaron su vida, pues
vivió hasta la edad de 91 años. Murió un viernes santo, el 2 de abril de 1507,
mientras se encontraba en Francia, en Plessis-les-Tours.
Fue canonizado por el Papa León X en 1519, a los doce
años de su muerte, y aún hoy se le propone no sólo como modelo de penitencia,
sino también -como dijo Pablo VI el 27 de mayo de 1977- como modelo de valentía
para denunciar “las malversaciones de los poderosos”.
Una vez el pobre fraile, flaco y agotado por los ayunos,
iba de Cosenza a Reggio Calabria y de aquí necesitaba pasar el estrecho de
Mesina, pues se dirigía a Sicilia. Como ninguno de los barqueros quiso
llevarlo, el santo extendió su manto y sobre él navegó por el mar hasta Mesina.
El prodigio le ganó la reputación de taumaturgo y el título de patrono de los
marineros. La vida de este austero santo, que vivió entre honores siquiera sin
darse cuenta, está llena de milagros. Su fama superó los confines de Italia y
llegó hasta Francia, a donde Luis XI quiso que el Papa lo enviara para que lo
curara de una grave enfermedad.
El humilde fraile, avisado por un enviado pontificio,
emprendió el viaje a Francia. Cuando llegó a París no le restituyó al rey la
salud que pedía, pero sí le dio la del alma: lo reconcilió con Dios y lo
convenció a aceptar su Santísima voluntad. Antes de morir, Luis XI lo nombró
director espiritual del hijo y sucesor Carlos III.
Fuente: Catholic.net
¡Buenos días!
Ahora mismo, ya
Es maravilloso el
número de cosas imposibles que la gente decidida logra realizar. Tú deberías
formar parte de ese equipo. No olvides que tus sueños carecen de valor, que tus
planes son como el polvo, que tus metas son fantasías, si no pones de tu parte
decisión y acción. Sólo la acción es la chispa que enciende tus sueños y planes
hasta convertirlos en una realidad. (Mandino).
Uno de los defectos más comunes de la naturaleza
humana es diferir lo que deberíamos y podríamos hacer ahora. Más claramente es
“patear la pelota para adelante”, como suele decirse. Cuántas hermosas
iniciativas han muerto por esta concesión a la pereza que nos lleva a dejar
para después lo que podemos hacer enseguida. Hay quienes se han hecho
especialistas en buscar excusas para evadir lo que urge llevar a cabo hoy.
Aprovecha, pues, bien el tiempo, “escucha hoy la voz del Señor” (Salmo 95), y
repite en tus adentros una y otra vez la frase que te impulsará a la acción:
“procederé ahora mismo, ya, ya, ya”. Así harás fecunda tu vida. Para esto Dios
te regala un nuevo día.
“Procederé ahora
mismo”. Con estas palabras puedes preparar tu mente para realizar todo acto
necesario para lograr tus metas; con ellas harás frente a todo desafío que los
fracasados eluden. Hoy es el momento oportuno. Este es el lugar. El impulso
inicial tómalo al principio de la jornada, orando así: “Con tu ayuda, Señor,
hoy quiero ser decidido y entusiasta”.
Padre Natalio
Palabras del Papa Francisco
"Quisiera que llegara sobre todo al corazón de cada
uno,
porque es allí donde Dios quiere sembrar esta buena
nueva:
Jesús ha resucitado, hay esperanza para ti,
ya no estás bajo el dominio del pecado, del mal.
Ha vencido el amor, ha triunfado la misericordia"
Papa Francisco
Tema del día:
La Pascua es lo más grande de
nuestra fe
Estamos en la Pascua, la Pascua Florida. Llegó con el
Domingo de Resurrección.
Los vacacionistas regresaron… otros lamentablemente no
volverán. Salieron felices y animosos pero ya no hubo regreso. Los recordamos y
pedimos por ellos.
La Pascua es el Misterio más grande de nuestra fe. Cristo
ha resucitado y la Muerte quedó vencida porque su Resurrección la mató. San
Agustín nos dice: - "Mediante su Pasión, Cristo pasó de la muerte a la
vida. La Pascua es el paso del Señor"
Ya dejamos atrás los días de Pasión y muerte. Seguiremos
venerando la cruz que fue el medio que nos hizo cruzar a la otra orilla de luz
y de vida eterna. Sin cruz.... no se llega. No se alcanza la resurrección.
¡Cristo resucitó y su tumba quedó vacía!
Volvemos a los días de trabajo, a la rutina... ¿qué ha
dejado este paso de Dios en nuestras almas? ¿Podemos decir que nuestra Pascua
ha sido "hacia adentro", que hemos sentido que el Señor ha pasado y
ha dejado alguna huella de su resurrección en nuestra vida?
Jesús realiza la Pascua. Jesús pasa al Padre. ¿Es solo Él
quien pasa de este mundo al Padre? ¿Y nosotros ?...
Dios es Omnipotente y puede hacerlo Todo, pero...
"no puede" obligarnos a tener un corazón arrepentido. Nos deja en
libertad para amarlo o para ofenderlo, para querer estar unidos a Él o para
olvidarlo y esa libertad es tan traicionera que nos puede DAR o QUITAR el
derecho a nuestra propia y gloriosa resurrección. Porque resucitar eso sí, lo
haremos todos. Ya que así lo decimos y creemos en nuestro Credo: creo en la
resurrección de los muertos.
Lo que hemos vivido estos días no puede pasar sin
dejarnos algo, sin dejarnos una huella en el alma, ahora que proseguimos el
camino de nuestro quehacer de siempre.
Cristo resucitó y los apóstoles, uno a uno, dieron su
vida por esta verdad que deslumbra. Pedro comió y bebió con Jesús después de su
Resurrección, Tomás metió sus dedos en las llagas del Cristo resucitado y Pablo
nos recuerda que si hemos resucitado con Cristo por el Bautismo, debemos de
vivir la nueva vida en espera de su regreso y tenemos el compromiso de llevar
por el mundo la palabra de Dios.
Autor: Ma Esther De Ariño
Fuente: Catholic.net
Imagen: lluviaderosas.com
Meditación breve
El sol y el viento discutían sobre cuál de los dos era
más fuerte. La discusión fue larga, porque ninguno de los dos quería ceder.
Viendo que por el camino avanzaba un hombre, acordaron en probar sus fuerzas
desarrollándolas contra él. - Vas a ver - dijo el viento- cómo con sólo echarme
sobre ese hombre, desgarro sus vestiduras. Y comenzó a soplar cuanto podía.
Pero cuantos más esfuerzos hacía, el hombre más oprimía su capa, gruñendo
contra el viento, y seguía caminando. El viento encolerizado, descargó lluvia y
nieve, pero el hombre no se detuvo y más cerraba su capa. Comprendió el viento
que no era posible arrancarle la capa. Sonrió el Sol mostrándose entre dos
nubes, recalentó la tierra y el pobre hombre, que se regocijaba con aquel dulce
calor, se quitó la capa y se la puso sobre el hombro.
-Ya ves- le dijo el Sol al Viento- cómo con la bondad se
consigue más que con la violencia.
Pedidos de oración
Pedimos oración por la Paz del Mundo; por la Santa
Iglesia Católica; por el Papa Francisco,
por el Papa Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes, diáconos,
seminaristas, catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de
Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre
y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las
misiones, por la Paz en el mundo, por nuestros hermanos sufrientes por diversos
motivos especialmente por las enfermedades, el hambre y la pobreza; por los
presos políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo, por la
unión de las familias, la fidelidad de los matrimonios y por más inclinación de
los jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las vocaciones sacerdotales
y religiosas, y por las Benditas Almas del Purgatorio.
Pedimos oración por la señora Miriam de G., que vive en
Guatemala, operada del corazón, para que Jesús le conceda una pronta
recuperación. También de Guatemala, pedimos por el almita de la niña Dulce
María G., de 4 meses, fallecida hace dos días y para que María conforte a sus
padres y familiares que la están llorando.
Pedimos oración por Toto R., de Bahía Blanca, Argentina,
80 años de edad, le han amputado una pierna, tiene problemas cardíacos y además
está muy deprimido por estas situaciones. Que Jesús Resucitado ponga luz y
esperanza en su corazón más allá de las dolencias y dificultades temporales.
Pedimos oración por las posibilidades laborales de Judith
y Alejandro, que esperan una respuesta. Son ellos de Guatemala.
Pedimos oración por Carolina R., de Asunción, Paraguay,
que hace años está en estado vegetativo por un accidente automovilístico.
Actualmente con complicaciones por una bronquitis que la afecta. Su mamá Ketty
R. es una decidida luchadora a favor de la vida, que se opone a que “desconecten”
a su hija y a otros pacientes en situaciones similares. Oramos por Carolina y
también por Ketty para que Jesús las llene de fortaleza.
Pedimos oración por Elena R., de Córdoba, Argentina, a
quien dentro de tres días le harán una biopsia de mama, rogando al Buen Jesús
que los resultados sean favorables.
Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara
nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la
paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por
nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la
aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu
hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la
redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén
Nota de Redacción:
Para dar curso a los Pedidos de Oración es imprescindible
dar los siguientes datos: nombres completos de la persona (habitualmente no
publicamos apellidos), ciudad y país donde vive, y explicar el motivo de la
solicitud de oración. Por favor: en los pedidos ser breves y concretos y
enviarlos a pequesemillitas@gmail.com
y deben poner en el asunto “Pedido de oración”, ya que los correos que llegan
sin asunto (o con el asunto en blanco) son eliminados sin abrirlos. No se
reciben pedidos de oración a través de Facebook ni por otro medio que no sea el
correo antes señalado.
Los Pedidos de Oración se publican de lunes a sábados.
Los domingos se publican los agradecimientos por las gracias concedidas.
“Intimidad Divina”
Mensajeros del
Resucitado
Durante la semana de Pascua la liturgia de la Palabra va
recogiendo los principales testimonios acerca de la Resurrección del Señor y
los ofrece a la meditación de los fieles para que se vigoricen en la fe. Hoy
vuelve de nuevo la figura de la Magdalena. “María Magdalena de quien había
echado siete demonios” (Mc 16, 9), que sobresale entre el grupo de las piadosas
mujeres por el amor ardiente y la solicitud en buscar al Señor. Después de haber ido la primera a dar a Pedro el
aviso del sepulcro vacío, vuelve sobre sus pasos y, mientras los discípulos
tras comprobar el hecho se vuelven a casa, ella “se queda junto al sepulcro,
fuera, llorando” (Jn 20, 11) No se da paz: quiere hallar a toda costa aquel
cuerpo bendito. Tan ensimismada se halla en sus pensamientos y en su dolor, que
la visión de los ángeles no la impresiona ni la asusta… La intensidad de su
dolor le impide todo razonamiento. Busca a Jesús muerto; lo tiene vivo delante
de sí y no lo reconoce. Pero él la llama por su nombre: “¡María!”; basta esta
voz para hacerla comprender todo: “¡Maestro!”. Es el grito de su amor y de su
fe. María desea quedarse a los pies del Señor, finalmente hallado, pero también
para ella existe la consigna: “Ve a mis hermanos”.
El primer sermón de Pedro al pueblo, que culmina en el
testimonio de la resurrección del Señor y de su glorificación, se concluye con
un llamamiento perentorio: “Convertíos y bautizaos en el nombre de Jesucristo
para remisión de vuestros pecados” (Hc 2, 38). Conversión y bautismo sumergen
al hombre en el misterio pascual de Cristo y lo envuelven en su muerte y en su
resurrección. La Pascua desea que los hombres renazcan y resuciten; y el
bautismo, que es principio de este renacimiento y resurrección, nos ofrece
también la gracia para su progresiva y completa actuación. El cristiano no
acaba nunca de convertirse, de renacer, de resucitar; condición de su vida
terrena es la tensión de una continua regeneración en Cristo asemejándose cada
vez más a su muerte y resurrección. El cristiano, mientras vive, no llega nunca
al final de su carrera. Esta redención plena y definitiva se cumplirá sólo en
la vida eterna, y sólo entonces el hombre se asemejará de modo estable al
misterio pascual de Cristo.
Pero hasta que esto llegue y mientras vive peregrino en
la tierra, el cristiano debe llevar en sí las señales de la muerte y de la
resurrección del Señor; en primer lugar, con el aborrecimiento del pecado, el
vencimiento de las pasiones, la abnegación y la mortificación generosa que lo
asemeja al Crucificado; y luego, con una vida resplandeciente de pureza y de
amor. Cada uno de los cristianos debe hacer lugar al Señor para que pueda
resucitar y volver a vivir en él, para que por medio suyo siga pasando Cristo
entre los hombres haciendo el bien: consolando a los afligidos sosteniendo a
los débiles, iluminando a los ciegos, socorriendo a los pobres, ayudando a los
pequeños, dando a todos amor y verdad. A esto miraba el Apóstol cuando decía:
“Llevamos siempre en el cuerpo la muerte de Cristo, para que la vida de Jesús
se manifieste en nuestro cuerpo” (2 Cr 4, 10).
¡Oh Cristo
resucitado!, haz que comience a vivir una vida nueva. Como Cristo resucitó para
gloria de su Padre, así nosotros vivamos una vida nueva (Rm 6, 4). De suerte,
que así como Cristo se desnudó de las mortajas, y salió del sepulcro vivo y
glorioso, así yo me desnude las vestiduras del viejo Adán, y comience una vida
de gracia perfecta. ¡Oh gloriosísimo triunfador!, hazme participante de tu
pasión, para que también lo sea de tu resurrección; resucite yo contigo, no
como resucitó Lázaro y resucitaron otros para tornar otra vez a morir, sino
como tú resucitaste a una vida nueva, para nunca más morir muerte de culpa. (L.
de la Puente, Meditaciones).
P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D.
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
.
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