martes, 16 de abril de 2013

Pequeñas Semillitas 2006


PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 8 - Número 2006 ~ Martes 16 de Abril de 2013
- AÑO DE LA FE -
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)


Alabado sea Jesucristo…
Los testigos inquebrantables de Jesús resucitado que no se dejan amilanar por la represión, la intimidación o cualquier tipo de incomprensión, no se encuentran solamente en las páginas de los textos del Nuevo Testamento.
El Espíritu de Jesús resucitado sigue operando en el corazón de hombres y mujeres de buen corazón. A su mente seguramente vendrán los nombres de laicos, sacerdotes y obispos que han empeñado su tiempo, su vida o su bienestar personal para atender y servir a migrantes, personas maltratadas o vejadas en sus derechos y su dignidad.
No siempre encuentran el respaldo en la sociedad, ni en la comunidad eclesial, pero ellos siguen adelante, testimoniando el mismo ánimo que los apóstoles. Viven contentos por haber sido considerados dignos de sufrir ultrajes y maltratos por causa de Jesús, su Señor.
Con su testimonio Dios sigue apelando a nuestra responsabilidad de discípulos y bautizados.
"La verdad católica"


La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy

En aquel tiempo, la gente dijo a Jesús: «¿Qué señal haces para que viéndola creamos en ti? ¿Qué obra realizas? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, según está escrito: Pan del cielo les dio a comer». Jesús les respondió: «En verdad, en verdad os digo: No fue Moisés quien os dio el pan del cielo; es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo; porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da la vida al mundo». Entonces le dijeron: «Señor, danos siempre de ese pan». Les dijo Jesús: «Yo soy el pan de la vida. El que venga a mí, no tendrá hambre, y el que crea en mí, no tendrá nunca sed».
(Jn 6,30-35)

Comentario
Hoy, en las palabras de Jesús podemos constatar la contraposición y la complementariedad entre el Antiguo y el Nuevo Testamento: el Antiguo es figura del Nuevo y en el Nuevo las promesas hechas por Dios a los padres en el Antiguo llegan a su plenitud. Así, el maná que comieron los israelitas en el desierto no era el auténtico pan del cielo, sino la figura del verdadero pan que Dios, nuestro Padre, nos ha dado en la persona de Jesucristo, a quien ha enviado como Salvador del mundo. Moisés solicitó a Dios, a favor de los israelitas, un alimento material; Jesucristo, en cambio, se da a sí mismo como alimento divino que otorga la vida.
«¿Qué señal haces para que viéndola creamos en ti? ¿Qué obra realizas?» (Jn 6,30), exigen incrédulos e impertinentes los judíos. ¿Les ha parecido poco el signo de la multiplicación de los panes y los peces obrada por Jesús el día anterior? ¿Por qué ayer querían proclamar rey a Jesús y hoy ya no le creen? ¡Qué inconstante es a menudo el corazón humano! Dice san Bernardo de Claraval: «Los impíos andan alrededor, porque naturalmente, quieren dar satisfacción al apetito, y neciamente despreciar el modo de conseguir el fin». Así sucedía con los judíos: sumergidos en una visión materialista, pretendían que alguien les alimentara y solucionara sus problemas, pero no querían creer; eso era todo lo que les interesaba de Jesús. ¿No es ésta la perspectiva de quien desea una religión cómoda, hecha a medida y sin compromiso?
«Señor, danos siempre de este pan» (Jn 6,34): que estas palabras, pronunciadas por los judíos desde su modo materialista de ver la realidad, sean dichas por mí con la sinceridad que me proporciona la fe; que expresen de verdad un deseo de alimentarme con Jesucristo y de vivir unido a Él para siempre.
Rev. D. Joaquim MESEGUER García (Sant Quirze del Vallès, Barcelona, España)


Santoral Católico:
San Benito José Labre
Mendigo Penitente

Le importó siempre muy poco que le viera la gente con aspecto desarreglado; tampoco le preocupaba demasiado el lugar más o menos cubierto donde iba a pasar la noche; y lo que menos le tiempo le llevaba era el pensamiento acerca de la disposición y orden de los manjares en la mesa. A decir verdad, más parecía mendigo que monje. Como los primeros, tenía el cielo por techo y por compañía las estrellas, iba de un sitio a otro sin más necesidad que el soporte de los pies; como los segundos, una túnica con escapulario, el rosario al cuello, crucifijo en el corazón y en el bolsillo de la túnica cabían unos mendrugos de pan y el Evangelio.

Así le vieron en Roma, Loreto, Fabiano y Bari. Así estuvo en los más renombrados lugares santos de Europa, sin descontar Montserrat ni Santiago de Compostela.

Comenzó su vida de fraile errante el día tres de setiembre del año 1770, después de haber recorrido a pie las muchas leguas que medían los caminos que separaban un monasterio de otros para llamar a sus puertas. Unos eran tan pobres que no podían recibir a un fraile más por imposibilidad de alimentarlo; para entrar en otros le falta la edad requerida; en aquel es recibido, pero los seis meses que estuvo dentro los pasó en la enfermería y el último -que le abrió de par en par las puertas- tuvo que dejarlo por las terribles tentaciones que sufría. No había modo humano de vivir con los frailes. Se nota que Dios no lo quiso al otro lado de los muros; no, no quiso que sus virtudes estuvieran cubiertas por las tapias. Lo quiso fraile y libre, sufrido y pobre a la vista, piadoso y lleno de bondad ante todos, aunque él pudiera presumir sólo de pobreza.

Había nacido, a lo que parece en una familia de pocos recursos, en Amettes, el 26 de Marzo de 1748, cuando el papa es Benedicto XIV -Próspero Lambertini- y Luis XV -que supo expresarse con la altanería de la época diciendo: "después de mí, el diluvio"- es el rey de Francia. Desde bien joven muestra a sus padres la inclinación que siente por la trapa, pero los mayores dejan el incierto asunto prevocacional para más adelante y lo ponen a estudiar. Hubo dos sacerdotes que influyen en su vida, su padrino el cura de Erin -donde justamente estaba cuando llegó la epidemia, se llevó al sacerdote y tuvo que regresar a Amettes- y el cura de Conteville -que consiguió en su momento el permiso paterno para buscar convento-. Es año 1766, justo el del "Motín de Esquilache", (porque esta es la hora de los "listos", quiero decir, de los Iluminados y Enciclopedistas: la del filósofo, político y jurista Charles-Louis de Secundat, barón de Montesquieu y la del más influyente y representativo de los escritores franceses Francois Marie Arouet o Voltaire), cuando este buen hombre comienza su acá para allá a golpe de sandalia o de pie, buscando un convento, cartuja o trapa que lo admita. Val Sainte Aldegonde, Notre-Dame des Près, Gran Trapa, Sept-Fonts y quizá algún otro más lo tuvo a la puerta, pero nada más.

Llevaba al engaño su aspecto de desdichado a quien le veía; él vivía feliz. Hace vida con los mendigos, pero no admite lo que a la casta le ofrece la gente, porque él nada necesita. Reza por las noches ante las puertas de las ermitas. Y su piedad es verdadera, ¿cómo va a ser falsa cuando llega a comentar al cura de Cossignano: "se ofende a Dios porque no se conoce su bondad"? Es personaje que llega a hacerse conocido en los ambientes piadosos de Roma. Frecuenta las iglesias de los Santos Apóstoles, de Nuestra Señora de los Montes y Santa María la Mayor. Hay quien le vió -entre ellos el P. Daffini, familiar del cardenal Achinto- con un nimbo de luz, con rostro resplandeciente y con su cuerpo elevado del suelo, en levitación. Incluso llegan a atribuirle la curación milagrosa de un niño.

El miércoles Santo del 1783, asistiendo a los oficios religiosos, rodó por las escaleras; el carnicero Zaccarelli lo llevó a su casa, recibió Benito la extremaunción y murió.

Fuente: Catholic.net

¡Buenos días!

Refugio mío, alcázar mío

Con frecuencia los salmos comparan a Dios con un alcázar, peña, roca, plaza fuerte, bastión. Todas estas palabras significan lo mismo: un lugar muy seguro de refugio porque es inexpugnable, imposible de tomar por asalto. Eso es Dios para el creyente que ha puesto toda su confianza en él. Una oración responsorial (Sal. 18) para vivenciar esta convicción.

- Dios mío, mi escudo y peña en que me amparo.
- Dios mío, mi escudo y peña en que me amparo.
- Mi alcázar, mi libertador.
- En que me amparo.
- Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
- Dios mío, mi escudo y peña en que me amparo.
- “Descarguen en el Señor todas sus inquietudes, ya que él se ocupa de ustedes”.

Si lees y meditas la Biblia, encontrarás esta exhortación y otras semejantes. Te ayudarán a fortalecer tu confianza en Dios que te ofrece refugio “a la sombra de sus alas mientras vienen calamidades” de cualquier clase y magnitud. “No temas, contigo estoy. Yo te amo”, te asegura Dios.

Padre Natalio


Palabras del Papa Francisco

"Quisiera que llegara sobre todo al corazón de cada uno,
porque es allí donde Dios quiere sembrar esta buena nueva:
Jesús ha resucitado, hay esperanza para ti,
ya no estás bajo el dominio del pecado, del mal.
Ha vencido el amor, ha triunfado la misericordia"

Papa Francisco


Tema del día:
Que Cristo sea nuestro centro

1)  Para saber

Habiendo entrado al tiempo pascual, el Papa Francisco quiso reflexionar sobre lo que significa la Resurrección para nuestras vidas. Una cuestión siempre actual.

En la cruz, Jesús se ofreció a sí mismo tomando sobre sí nuestros pecados y murió por ellos. Con su Resurrección venció a la muerte y nos abrió el camino para renacer a una nueva vida. Así, la Resurrección del Señor no se limita a un acontecimiento pasado, sino que tiene repercusión en nuestro presente, hay algo nuevo para nosotros: somos liberados de la esclavitud del pecado y nos volvemos hijos de Dios, somos engendrados a una vida nueva.

Esto se realiza en el Sacramento del Bautismo. Cuando a los bautizados se les viste de blanco, es porque ahora son hijos de Dios. San Pablo dice: "Ustedes han recibido un espíritu de hijos adoptivos, que nos hace exclamar:" ¡Abbá, Padre!" (Rm. 8,15).

Nuestra nueva condición de hijos de Dios es el mejor regalo que recibimos del Misterio Pascual de Jesús. Nos dice el Papa que “Dios nos trata como hijos, nos comprende, nos perdona, nos abraza, nos ama aun cuando cometemos errores…, el profeta Isaías dice que aunque una madre pueda olvidarse del hijo, Dios nunca nos olvida (cf. 49,15). ¡Y esto es hermoso!”.

2) Para pensar

El Papa nos invita a ser conscientes de nuestra dignidad de hijos de Dios y a comportarnos como tales: “Esto significa que cada día debemos dejar que Cristo nos transforme y nos haga semejantes a Él; significa tratar de vivir como cristianos, tratar de seguirlo, a pesar de nuestras limitaciones y debilidades”. Hemos de ser humildes y alejar la tentación de dejar a Dios a un lado para ponernos al centro nosotros.

Un periodista, Luis Moreiro de un diario argentino, relataba algunos detalles sobre la boda de su hija, que ofició el cardenal Bergoglio, ahora Papa.

La ceremonia era a unos 60 km de la residencia del arzobispo. Cuando, le llamaron para preguntarle a qué hora habían de mandarle un auto para llevarlo a la iglesia, el cardenal respondió: “¿Auto? No, yo voy en el tren”.

Después, al terminar la boda, le invitaron a que saliera junto con los novios, pero no quiso, y dijo: ‘los novios son las estrellas de la noche. El protagonismo y todos los saludos deben ser para ellos’. Se excusó amablemente, y se perdió por la puerta de la sacristía.

3) Para vivir

Nuestra relación filial con Dios, dice el Papa, no es como un tesoro que guardamos, sino que debe ser alimentado cada día por la escucha de la Palabra de Dios, la oración, la participación en los sacramentos, especialmente de la Penitencia y de la Eucaristía, y de la caridad. ¡Podemos vivir como hijos!

Solo comportándonos como hijos de Dios, sin desanimarnos por nuestras caídas, sintiéndonos amados por Él, nuestra vida será nueva, inspirados en la serenidad y en la alegría. ¡Dios es nuestra fuerza! ¡El Señor resucitado es la esperanza segura que no falla!

Ser cristiano no se reduce a seguir órdenes, sino que significa estar en Cristo, pensar como él, amar como Él; es dejar que él tome posesión de nuestra vida y que la cambie, la libere de las tinieblas del mal y del pecado: ¡Mostremos la alegría de ser hijos de Dios, la libertad que nos da al vivir en Cristo, que es la verdadera libertad, la que nos salva de la esclavitud del mal, del pecado y de la muerte!

Pbro. José Martínez Colín


Meditación breve

Hay dos días en cada semana en los que no nos debemos preocupar. Dos días que se deben guardar libres de miedo y ansiedad.
Uno de esos días es ayer. Ayer, con sus equivocaciones y pesares, sus faltas y confusiones, sus dolores y tristezas. Ayer ha pasado para siempre, fuera de nuestro control; y todo el dinero del mundo no podría cambiar ni una cosa que hayamos hecho, ni podemos borrar una palabra. Ayer ya pasó.
El otro día sobre el que no debemos de preocuparnos es mañana. Mañana, con sus posibles adversarios, sus problemas, sus promesas grandes y sus pequeños logros. Mañana volverá a salir el sol, ya sea en esplendor o detrás de una máscara de nubes, pero subirá. Hasta que llegue no tenemos parte en mañana, pues aún no ha nacido.
Y sólo queda un día: HOY
Cualquier hombre puede pelear la batalla de un solo día.
Cuando nos cargamos con esas horripilantes eternidades, el Ayer y el Mañana, nos derrumbamos. No es la experiencia de hoy lo que lastima a los hombres, sino la amarga culpa, algo que sucedió ayer, y el miedo de lo que traerá el mañana. Vivamos pues, tan sólo un día a la vez, y dejemos confiadamente a Dios todo lo demás.


Pedidos de oración

Pedimos oración por la Paz del Mundo; por la Santa Iglesia Católica; por el Papa Francisco, por el Papa Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas, catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones, por la Paz en el mundo, por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las enfermedades, el hambre y la pobreza; por los presos políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo, por la unión de las familias, la fidelidad de los matrimonios y por más inclinación de los jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas, y por las Benditas Almas del Purgatorio.

Pedimos oración por la niña América María E. V., de 6 años de edad, de Tamaulipas, México, nacida con meningocele, operada y actualmente con problemas de vejiga urinaria. Le pedimos a Dios que la proteja de todo mal y le conceda poder llevar una vida lo más normal posible, siempre cercana a Él.

Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén

Nota de Redacción:
Para dar curso a los Pedidos de Oración es imprescindible dar los siguientes datos: nombres completos de la persona (habitualmente no publicamos apellidos), ciudad y país donde vive, y explicar el motivo de la solicitud de oración. Por favor: en los pedidos ser breves y concretos y enviarlos a pequesemillitas@gmail.com y deben poner en el asunto “Pedido de oración”, ya que los correos que llegan sin asunto (o con el asunto en blanco) son eliminados sin abrirlos. No se reciben pedidos de oración a través de Facebook ni por otro medio que no sea el correo antes señalado.
Los Pedidos de Oración se publican de lunes a sábados. Los domingos se publican los agradecimientos por las gracias concedidas.


“Intimidad Divina”

La oración de recogimiento

El fundamento de la oración interior es la presencia de Dios en nosotros. Ante todo. Presencia de inmensidad, por la cual Dios está presente con su acción en todas las criaturas: “Él –dice San Pablo– no está lejos de cada uno de nosotros, porque en él vivimos y nos movemos y existimos” (Hc 17, 27-28); esta divina presencia es tan esencial que, si cesase, dejaríamos inmediatamente de existir. Luego, la presencia de amistad, que se realiza sólo en el alma en estado de gracia; por ella Dios, ya presente como Criador, se hace presente también como Padre, como Amigo, como dulce Huésped; se hace presente en el misterio de su vida trinitaria, invitándola a vivir en unión con las tres divinas Personas, con el Padre, con el Hijo, con el Espíritu Santo.  Esta es la gran promesa de Jesús a los que le aman: “Si alguno me ama… mi Padre le amará y vendremos a él y en él haremos morada” (Jn 14, 23). El cristiano que teniendo conciencia de esta sublime realidad se recoge en su interior para tratar con Dios presente, viviente y operante en su corazón, y allí lo busca, lo ama, se une a él y vive en su intimidad, tiene a su disposición un óptimo método de oración mental.

Hablando de la oración de recogimiento, en la cual el alma se recoge con Dios presente en ella, Santa Teresa nos advierte que depende de nosotros el conseguirla, “porque entended que eso no es cosa sobrenatural [es decir, un recogimiento pasivo que sea fruto exclusivo de la moción divina), sino que está en nuestro querer y que podemos nosotros hacerlo con el favor de Dios” (Camino, 29, 4). Por eso es muy importante que el alma sepa lo que tiene que hacer para llegar a esa oración; lo cual se reduce a dos cosas: “recoger el alma todas sus potencias y entrarse dentro de sí con su Dios” (ib. 28, 4). Los sentidos, la imaginación y el entendimiento tienden espontáneamente a las cosas exteriores, donde frecuentemente se pierden y distraen; por eso el alma, con un acto de voluntad decidido y constante, tiene que apartarlos del mundo exterior para concentrarlos en su interior, en el pequeño cielo en que mora la Santísima Trinidad. Este ejercicio, especialmente al principio, supone esfuerzo y energía y resulta difícil y duro.

Como toda la vida cristiana, también la oración es fruto de la lucha y de conquista, exigidas por Dios como prueba de la buena voluntad de su criatura y luego premiadas con la facilidad del recogimiento interior. De este manera podrá el alma concentrarse toda en Dios presente en su interior, y allí, postrada a sus pies, entretenerse con él, según lo que le sugiera y le diga su corazón y de ofrecer a las tres divinas Personas sus homenajes humildes y encendidos. Pero si esto no le basta, podrá también ocuparse en otros ejercicios: “Allí metida consigo misma, puede pensar en la Pasión y representar allí al Hijo y ofrecerlo al Padre, y no cansar el entendimiento andándole buscando en el monte Calvario y al Huerto y a la Columna”; o bien, “tratad con él como con Señor y como con Esposo; a veces de una manera, a veces de otra…, contarle sus trabajos, pedirle remedio para ellos, entendiendo que no es digna de ser su hija” (Camino, 28, 4, 3 y 2). Y concluye Santa Teresa: “Las que de esta manera se pudieren encerrar en este pequeño cielo de nuestra alma, adonde está el que la hizo…, crea que lleva excelente camino y que no dejará de llegar a beber el agua de la fuente” (ib. 5).

Tú me haces saber, ¡oh Verbo Hijo de Dios!, que juntamente con el Padre y el Espíritu Santo, esencial y presencialmente estás escondido en el íntimo ser de mi alma; y por tanto, si te he de hallar, conviéneme salir de todas las cosas según la afección y voluntad y entrarme en sumo recogimiento dentro de mí misma. ¡Ea, pues, alma mía! Como quiera que tu Esposo amado es el tesoro escondido en el campo de tu alma, por el cual el sabio mercader dio todas las cosas (Mt 13, 44), convendrá que para que tú le halles, olvidadas todas las tuyas y alejándote de todas las criaturas, te escondas en tu retrete interior del espíritu (Mt 6, 6), y, cerrando la puerta sobre ti, es a saber, tu voluntad a todas las cosas, ores a tu Padre escondido. Haz, ¡oh Señor!, que, quedando escondida contigo, te pueda sentir en escondido, y amarte y gozarte en escondido y deleitarme contigo en escondido, es a saber, sobre todo lo que alcanza la lengua y sentido. (Cfr. San Juan de la Cruz)

P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D.
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
.

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