martes, 17 de enero de 2012

Pequeñas Semillitas 1595

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 7 - Número 1595 ~ Martes 17 de Enero de 2012
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
   

Hola…
Cuando el mundo te deprima, observa lo que te rodea con objetividad. Avanza de manera positiva; no te dejes caer en una visión negativa. Mira las cosas tal y como son. No permitas que las trivialidades te distraigan.
Haz lo que puedas, como puedas, con los recursos que tienes a tu disposición. No menosprecies tus esfuerzos; cuentas con la fortaleza interior para cambiar lo que sea necesario. Enfréntate a la situación con la intención de remediarla; haz lo que necesites para resolverla y dejarla atrás.
Y recuerda que Dios siempre estará de tu lado…


La Palabra de Dios:
Evangelio del día


Un sábado, cruzaba Jesús por los sembrados, y sus discípulos empezaron a abrir camino arrancando espigas. Decíanle los fariseos: «Mira ¿por qué hacen en sábado lo que no es lícito?». Él les dice: «¿Nunca habéis leído lo que hizo David cuando tuvo necesidad, y él y los que le acompañaban sintieron hambre, cómo entró en la Casa de Dios, en tiempos del Sumo Sacerdote Abiatar, y comió los panes de la presencia, que sólo a los sacerdotes es lícito comer, y dio también a los que estaban con él?». Y les dijo: «El sábado ha sido instituido para el hombre y no el hombre para el sábado. De suerte que el Hijo del hombre también es señor del sábado».
(Mc 2,23-28)

Comentario
Hoy como ayer, Jesús se las ha de tener con los fariseos, que han deformado la Ley de Moisés, quedándose en las pequeñeces y olvidándose del espíritu que la informa. Los fariseos, en efecto, acusan a los discípulos de Jesús de violar el sábado (cf. Mc 2,24). Según su casuística agobiante, arrancar espigas equivale a “segar”, y trillar significa “batir”: estas tareas del campo —y una cuarentena más que podríamos añadir— estaban prohibidas en sábado, día de descanso. Como ya sabemos, los panes de la ofrenda de los que nos habla el Evangelio, eran doce panes que se colocaban cada semana en la mesa del santuario, como un homenaje de las doce tribus de Israel a su Dios y Señor.
La actitud de Abiatar es la misma que hoy nos enseña Jesús: los preceptos de la Ley que tienen menos importancia han de ceder ante los mayores; un precepto ceremonial debe ceder ante un precepto de ley natural; el precepto del reposo del sábado no está, pues, por encima de las elementales necesidades de subsistencia. El Concilio Vaticano II, inspirándose en la perícopa que comentamos, y para subrayar que la persona ha de estar por encima de las cuestiones económicas y sociales, dice: «El orden social y su progresivo desarrollo se han de subordinar en todo momento al bien de la persona, porque el orden de las cosas se ha de someter al orden de las personas, y no al revés. El mismo Señor lo advirtió cuando dijo que el sábado había sido hecho para el hombre, y no el hombre para el sábado (cf. Mc 2,27)».
San Agustín nos dice: «Ama y haz lo que quieras». ¿Lo hemos entendido bien, o todavía la obsesión por aquello que es secundario ahoga el amor que hay que poner en todo lo que hacemos? Trabajar, perdonar, corregir, ir a misa los domingos, cuidar a los enfermos, cumplir los mandamientos..., ¿lo hacemos porque toca o por amor de Dios? Ojalá que estas consideraciones nos ayuden a vivificar todas nuestras obras con el amor que el Señor ha puesto en nuestros corazones, precisamente para que le podamos amar a Él.
Rev. D. Ignasi FABREGAT i Torrents (Terrassa, Barcelona, España)


Santoral Católico:
San Antonio, Abad


Nació en una población del alto Egipto, al sur de Menfis, el año 251. Antonio se retiró a la soledad siguiendo el ejemplo de un anciano ermitaño de los alrededores. El trabajo manual, la oración y la lectura constituyeron en adelante su principal ocupación. A los 54 años de edad, hacia el año 305, abandonó su celda en la montaña y fundó un monasterio en Fayo. El monasterio consistía originalmente en una serie de celdas aisladas, pero no podemos afirmar con certeza que todas las colonias de ascetas fundadas por san Antonio estaban concebidas de igual manera. Más tarde, fundó otro monasterio llamado Pispir, cerca del Nilo.

San Antonio exhortaba a sus hermanos a preocuparse lo menos posible por su cuerpo, pero se guardaba bien de confundir la perfección, que consiste en el amor de Dios, con la mortificación. Aconsejaba a sus monjes que pensaran cada mañana que tal vez no vivirían hasta el fin del día, y que ejecutaran cada acción, como si fuera la última de su vida. "El demonio-decía- teme al ayuno, la oración, la humildad y las buenas obras, y queda reducido a la impotencia ante la señal de la cruz".

Hacia el año 355, hizo un viaje a Alejandría a petición de los obispos para refutar a los arrianos. Ahí predicó la consustancialidad del Hijo con el Padre, acusando a los arrianos a confundirse con los paganos "que adoran y sirven a la creatura más bien que al Creador", ya que hacían del Hijo de Dios una creatura.

Murió en el año 356, a la edad de 105 años. Parece que en 561, sus restos fueron descubiertos y trasladados a Alejandría, después a Constantinopla, y finalmente a Vienne de Francia. Las imágenes representan generalmente a San Antonio con una cruz en forma de T, una campanita, un cerdo, y a veces un libro. La liturgia bizantina invoca el nombre de San Antonio en la preparación eucarística, y el rito copto.


La frase de  hoy

“Cuando crezcas,
descubrirás que ya defendiste mentiras,
te engañaste a ti mismo o sufriste por tonterías.
Si eres un buen guerrero, no te culparás por ello,
pero tampoco dejarás que tus errores se repitan”

Pablo Neruda


Tema del día:
Las sandalias de Teresa


Unas sandalias. De cuero y gastadas por el pisar de unos pies deformes de tanto ir y venir, de tanto acarrear dolor y amor entre los brazos. Unas sandalias que en la sencillez de la huella de sus dedos amorfos, explican la caridad mejor que todos los tratados teológicos juntos. Unas sandalias que dejan en nada los discursos bien sonantes de quienes aprovechan el mal ajeno para hinchar su ego, esos mismos que pretenden dejar al mundo un epitafio ocurrente, una estatua más o menos conseguida, un párrafo en los libros de Historia, una placa en la calle del pueblo o del barrio que les vio nacer. Ella, estoy persuadido, no quiso legarnos otra cosa que su sombra, convencida de que al proyectarse a través de sus hijas reproduciría el perfil amantísimo de Cristo y no el suyo, que era encorvado y pequeño.

Sin proponérselo nos dejó unas sandalias, a las que habían cubierto el polvo de las veredas de los estercoleros del mundo, allí donde no hay primas de riesgo porque cada día es una lucha por sobrevivir. Y hoy esas sandalias se veneran como reliquia, ya que sostuvieron a una santa que, a pesar de su aspecto sarmentoso, fue capaz de sacudir el planeta entero con un mensaje que muchos no conocían y otros habíamos olvidado: no somos un producto trágico del azar sino hijos predilectos de Dios, un Dios que se hizo hombre y murió en un tiempo sin tiempo, pues ese es el lapso del Dios eterno.

Así, Madre Teresa encontraba a Jesús agonizante y maltratado en la escoria humana que llenó sus hogares (niños abandonados, leprosos, moribundos, prostitutas, ancianos, transexuales...). Frente a ellos, sin juzgarles, se arrodillaba para limpiarlos y acogerlos con el mismo arrobo que María de Magdala pretendió emplear aquel domingo magno con el cadáver de Cristo. Las manos anudadas de Teresa de Calcuta se convirtieron en los perfumados ungüentos que ambicionaron embalsamar la carne muerta de quien ya había resucitado.

He contemplado esas sandalias en una exposición dedicada en Madrid a la Beata Teresa de Calcuta, con motivo de la JMJ. Y las he venerado con vergüenza por todo lo que tengo, por muchas de mis preocupaciones, por mi ceguera ante las necesidades de los demás, al mismo tiempo que se ha reafirmado mi fe en que Dios no nos deja solos, pues sólo la intervención divina puede explicar la expansión de las Misioneras de la Caridad en tan pocos años, su presencia en todos los agujeros del planeta, el contagio febril de esa “llamada dentro de la llamada”.

Miguel Aranguren


Pensamientos sanadores


Hoy pídele a Dios el espíritu de penitencia ante los pequeños o los grandes sufrimientos.

En la vida diaria no es necesario salir a buscar penitencias extraordinarias, ya que la misma vida nos tiene reservada algunos momentos de profunda reparación.
Hay quienes hacen ayuno de comida y muchos sacrificios exteriores; y esto está muy bien. Sin embargo, de poco les sirve si no ayunan de impaciencia, mal humor, críticas o quejas.
Cuando, de un modo u otro, el ridículo o la humillación llamen a tu puerta y te produzcan un profundo dolor…, cuando te sientas maltratado o denigrado, reclama justicia si es el caso, pero también recuerda que Jesús lo padeció antes que tú. Contémplalo en la cruz y pídele beber ese trago amargo con paz y con esperanza; con la confianza de que, si te abandonas en sus manos, Él intervendrá en el momento oportuno y una bendición muy grande habrá de llegar.

Carguen con mi yugo y aprendan de mi, que soy paciente y humilde de corazón, y sus almas encontrarán descanso. Pues mi yugo es suave y mi carga liviana. Mateo 11, 29-30


Pedidos de oración

Pedimos oración por la Paz del Mundo; por la Santa Iglesia Católica; por el Papa, los sacerdotes y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones, por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las enfermedades, el hambre y la pobreza; por la unión de las familias y la fidelidad de los matrimonios; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas, y por las Benditas Almas del Purgatorio.

María Angélica, lectora de esta página que vive en Presidencia Roque Sáenz Peña, Chaco, Argentina, nos pide que recemos por ella que, Dios mediante, del 20 al 30 de este mes hará un Retiro Espiritual "Ejercicios de contemplación" con el P. Jalics. Que el Señor le conceda que, a pesar de sus problemas de salud, pueda aprovechar al máximo esta gracia que Él le otorga.

Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén

Nota de Redacción:
Para dar curso a los Pedidos de Oración es imprescindible dar los siguientes datos: nombres completos de la persona (habitualmente no publicamos apellidos), ciudad y país donde vive, y explicar el motivo de la solicitud de oración.


"Intimidad Divina"


La doctrina de Jesús

Las verdades que Jesús enseña son tan importantes, tan esenciales, que el conocerlas o no, el prestarles fe o negársela, es cuestión de vida o muerte; la suya no es una doctrina facultativa, sino de tal modo necesaria que sin ella no se puede llegar a la vida eterna. “Quien cree en el Hijo posee vida eterna. Quien no cree ya está juzgado, porque no creyó en el nombre del Unigénito Hijo de Dios” (Jn 6, 36). Frente a las verdades que enseña Jesús, todas las otras valen bien poco.

Y justamente porque su doctrina es absolutamente indispensable, Jesús, para ayudar a los hombres a prestarle fe, ha demostrado su verdad con milagros. A los judíos obstinados que no querían creer en Él les decía: “estas mismas obras que hago testifican acerca de mí, que el Padre me ha enviado” (Jn 5, 36), y en otra ocasión añadía: “Ya que a mí no me creéis, creed a mis obras” (Jn  10, 38). El Evangelio, cuando narra los prodigios del Señor, casi siempre concluye con expresiones como: “y sus discípulos creyeron en Él”, o bien: “muchos creyeron en Él”; “todos se maravillaban y glorificaban a Dios”. Jesús es el único Maestro que puede garantizar con milagros la verdad de su doctrina.

Jesús quiere que su doctrina sea comprendida por todos. Jesús no es un maestro que busque gloria o aplausos; busca únicamente el bien de sus discípulos: usa un lenguaje sencillo que todos pueden entender y se sirve de las cosas más humildes y comunes para enseñar las verdades más sublimes. Jesús expone su doctrina de un modo adaptado no sólo a la mentalidad y a las necesidades de las turbas de Palestina, sino también a las de todas las generaciones futuras; por eso su palabra es siempre viva, actual, apropiada a las necesidades de cada tiempo y de cada persona.

¡Oh Jesús! Tú eres el dulce maestro que has subido a la cátedra para enseñarnos la doctrina de la verdad, y el alma que la sigue no puede caer en las tinieblas. Eres el camino por el que vamos a esa escuela, es decir a seguir tus obras. Así lo has dicho: Yo soy Camino, Verdad y Vida. Por eso el que sigue tu camino y tu doctrina no puede tener en sí la muerte, sino que recibe en sí vida perdurable; y no hay demonio, ni criatura, ni injuria recibida que se la pueda quitar, si él no quiere. (Santa Catalina de Siena, Epistolario)

P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D.
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
.

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