martes, 3 de enero de 2012

Pequeñas Semillitas 1581

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 7 - Número 1581 ~ Martes 3 de Enero de 2012
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)


Hola…
Cuando estamos iniciando el año, resulta importante analizar nuestro proyecto de vida (ver artículo principal en esta edición) y también revisar la actitud con que asumimos nuestros actos cotidianos. Pensando en esto me ha parecido interesante reproducir un sabio pensamiento atribuido a Albert Einstein, que dice:
“La vida es como jugar con una pelota en la pared. Si fuera jugada una pelota azul, ella volverá azul, si fuera jugada una pelota verde, ella volverá verde, si la pelota fuera jugada franca, ella volverá franca, si la pelota fuera jugada con fuerza, ella volverá con fuerza. Por eso nunca juegue una pelota de la vida, de manera que usted no esté preparado para recibirla. La vida no da, ni presta, no se conmueve, ni se apiada, Todo lo que ella hace es retribuir y transferir, aquello que nosotros le ofrecemos.”


La Palabra de Dios:
Evangelio del día


Al día siguiente Juan ve a Jesús venir hacia él y dice: «He ahí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Éste es por quien yo dije: ‘Detrás de mí viene un hombre, que se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo’. Y yo no le conocía, pero he venido a bautizar en agua para que él sea manifestado a Israel». Y Juan dio testimonio diciendo: «He visto al Espíritu que bajaba como una paloma del cielo y se quedaba sobre Él. Y yo no le conocía, pero el que me envió a bautizar con agua, me dijo: ‘Aquel sobre quien veas que baja el Espíritu y se queda sobre él, ése es el que bautiza con Espíritu Santo’. Y yo le he visto y doy testimonio de que éste es el Elegido de Dios».
(Jn 1,29-34)

Comentario
Hoy, este fragmento del Evangelio de san Juan nos adentra de lleno en la dimensión testimonial que le es propia. Es testigo la persona que comparece para declarar la identidad de alguien. Pues bien, Juan se nos presenta como el profeta por excelencia, que afirma la centralidad de Jesús. Veámoslo desde cuatro puntos de vista.
La afirma, en primer lugar, como un vidente que exhorta: «He ahí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo» (Jn 1,29). Lo hace, en segundo lugar, como un convencido que reitera: «Éste es por quien yo dije: ‘Detrás de mí viene un hombre, que se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo’» (Jn 1,30). Lo confirma como consciente de la misión que ha recibido: «He venido a bautizar en agua para que Él sea manifestado a Israel» (Jn 1,31). Y, finalmente, volviendo a su cualidad de vidente, afirma: «El que me envió a bautizar con agua, me dijo: ‘Aquel sobre quien veas que baja el Espíritu y se queda sobre Él, ése es el que bautiza con Espíritu Santo’. Y yo le he visto» (Jn 1,33-34).
Ante este testimonio que conserva dentro de la Iglesia la misma energía de hace dos mil años, preguntémonos, hermanos: —En medio de una cultura laicista que niega el pecado, ¿contemplo a Jesús como aquel que me salva del mal moral? —En medio de una corriente de opinión que sólo ve en Jesús un hombre religioso extraordinario, ¿creo en Él como aquel que existe desde siempre, antes que Juan, antes de que el mundo fuera creado? —En medio de un mundo desorientado por mil ideologías y opiniones, ¿admito a Jesús como aquel que da sentido definitivo a mi vida? —En medio de una civilización que margina la fe, ¿adoro a Jesús como aquel en quien reposa plenamente el Espíritu de Dios?
Y una última pregunta: —Mi “sí” a Jesús, ¿es tan absoluto que también yo, como Juan, proclamo a los que conozco y me rodean: «¡Os doy testimonio de que Jesús es el hijo de Dios!»?
Rev. D. Antoni ORIOL i Tataret (Vic, Barcelona, España)


Santoral Católico:
El Santísimo Nombre de Jesús


Honramos el Nombre de Jesús no porque creamos que existe un poder intrínseco escondido en las letras que lo componen, sino porque el nombre de Jesús nos recuerda todas las bendiciones que recibimos a través de Nuestro Santo Redentor. Para agradecer estas bendiciones reverenciamos el Santo Nombre, así como honramos la Pasión de Cristo honrando Su Cruz (Colvenerius, "De festo SS. Nominis", ix). Descubrimos nuestras cabezas y doblamos nuestras rodillas ante el Santísimo Nombre de Jesús; Él da sentido a todos nuestros afanes.

El Evangelio menciona la razón de ser de dicho nombre: “Porque va a salvar a su pueblo del pecado”. Jesús iba a obrar la Redención con los más atroces sufrimientos, “humillándose –dice San Pablo– no sólo hasta la muerte sino hasta la muerte de cruz. Por ello Dios lo exaltó y le dio un nombre sobre todo nombre, y al nombre de Jesús se doble toda rodilla”.

Un especial devoto del Santísimo Nombre fue San Bernardo, quien habla de él con especial ardor en muchos de sus sermones. Pero los promotores más destacados de esta devoción fueron San Bernardino de Siena y San Juan Capistrano. Llevaron consigo en sus misiones en las turbulentas ciudades de Italia una copia del monograma del Santísimo Nombre, rodeado de rayos, pintado en una tabla de madera, con el cual bendecían a los enfermos y obraban grandes milagros. Al finalizar sus sermones mostraban el emblema a los fieles y les pedían que se postraran a adorar al Redentor de la humanidad. Les recomendaban que tuviesen el monograma de Jesús ubicado sobre las puertas de sus ciudades y sobre las puertas de sus viviendas (cf. Seeberger, "Key to the Spiritual Treasures", 1897, 102). Debido a que la manera en que San Bernardino predicaba esta devoción era nueva, fue acusado por sus enemigos y llevado al tribunal del Papa Martín V. Pero San Juan Capistrano defendió a su maestro tan exitosamente que el papa no sólo permitió la adoración del Santísimo Nombre, sino que asistió a una procesión en la que se llevaba el Santo Monograma. La tabla usada por San Bernardino es venerada en Santa María en Ara Coeli en Roma.

El emblema o monograma que representa el Santísimo Nombre de Jesús consiste de las tres letras: IHS. En la mal llamada Edad Media el Nombre de Jesús se escribía: IHESUS; el monograma contiene la primera y la última letra del Santísimo Nombre. Se encuentra por primera vez en una moneda de oro del siglo VIII: DN IHS CHS REX REGNANTIUM (El Señor Jesucristo, Rey de Reyes). Algunos equivocadamente sostienen que las tres letras son las iniciales de "Jesús Hominum Salvator" (Jesús Salvador de los Hombres). Los jesuitas hicieron de este monograma el emblema de su Sociedad, añadiéndole una cruz sobre la H y tres clavos bajo ella. Consecuentemente se inventó una nueva explicación del emblema, pretendiendo explicar que los clavos eran originalmente una "V", y que el monograma significaba "In Hoc Signo Vinces" (En Esta Señal deben Conquistar), palabras que, de acuerdo a un registro muy antiguo, vio Constantino en los cielos bajo el signo de la Cruz antes de la batalla en el puente Milvian (312).


La frase de  hoy
  
"Dios no habla con personas apresuradas y sin tiempo.
Sólo tendré todo de Dios, cuando Él tenga todo de mí.
Solamente soy un detalle, pero con Jesús, hago la diferencia.
La fe se ríe de las imposibilidades"


Tema del día:
Proyecto de vida


La vida de todo hombre precisa de un norte, de un itinerario, de un argumento. La vida no puede limitarse a una simple sucesión fragmentaria de días sin dirección y sin sentido. El hombre necesita saber para qué vive. Ha de procurar conocerse cada vez mejor a sí mismo y así encontrar sentido a su vida, proponerse proyectos y metas a las que se siente llamado y que llenarán de contenido su existencia.

Toda persona tiene su propia misión o vocación específica en la vida. Y en esa misión no puede ser reemplazada por nadie, ni su vida puede repetirse.

Para que la vida tenga sentido y merezca la pena ser vivida, es preciso esforzarse por ir eliminando en nosotros los detalles de contradicción o de incoherencia que vayamos detectando, esos obstáculos que nos descaminan del itinerario que nos hemos trazado. Porque si nos falta coherencia, o si con demasiada frecuencia nos proponemos una cosa y luego hacemos otra, es fácil que estén fallando las pautas que conducen nuestra vida.

—A todos nos gustaría hacer todo lo que nos proponemos, pero luego viene la realidad de la vida, con su rebaja...

Es verdad que nadie logra todo lo que se propone, y que a veces la vida parece tan agitada que no nos da tiempo a pensar qué queremos realmente, o por qué lo queremos, o cómo podemos conseguirlo. Pero hay que pararse a pensar, sin achacar a la complejidad de la vida –como si fuéramos sus víctimas impotentes– lo que muchas veces no es más que una turbia complicidad con la debilidad que hay en nosotros.

Somos cada uno de nosotros los más interesados en averiguar cuál es el grado de complicidad con todo lo inauténtico que hay en nuestra vida. Si apreciamos en nosotros mismos una cierta inconstancia vital, como si anduviéramos por la vida un poco desnortados, sin terminar de tomar las riendas de nuestra existencia, parece claro que esa actitud está comprometiendo seriamente nuestro acierto en el vivir.

Es verdad que las cosas no siempre son sencillas, y que en ocasiones resulta realmente difícil mantenerse fiel al propio proyecto, pues surgen dificultades serias, y el desánimo se hace presente con toda su paralizante fuerza. Pero hay que mantener la confianza en uno mismo, no decir "no puedo", porque no suele ser verdad, porque casi siempre se puede. Además, la dispersión, el excesivo activismo, la frivolidad, la renuncia a aquello que vimos con claridad que debíamos hacer, todo eso, tarde o temprano, puede terminar arruinando nuestra vida.

Por ejemplo, muchas personas consumen su existencia luchando por ganar más dinero, o por gozar de una mayor fama o reconocimiento, o por disfrutar de más poder, y al cabo de unos años descubren que su ansiedad por alcanzar esas metas les ha privado de cosas que importaban realmente mucho más, y que ahora, lamentablemente, han quedado ya fuera de sus posibilidades.

Es la trampa del exceso de actividad, del dejarse absorber por el ajetreo y el torbellino de la vida. Es –como apunta Stephen Covey– el afán de trabajar cada vez más, para trepar más rápido por la escalera del éxito, para descubrir al final que... la escalera estaba apoyada en una pared equivocada. Si la escalera no está apoyada en la pared correcta, cada peldaño que subimos es un paso más hacia un lugar equivocado.

Si uno quiere construir un chalé, revisa antes con detalle los planos, para asegurar que se adecúa a lo que desea para su familia. Si lo que quiere es lanzar un proyecto empresarial, primero estudia con detalle los mercados, la financiación, los equipos humanos, etc. Si uno quiere educar bien a sus hijos, debe tener claro qué valores busca comunicar cuando trata con ellos día a día. Si queremos dar una charla o una conferencia, primero pensamos qué queremos transmitir a las personas que nos van a escuchar, luego vemos cómo decirlo, y finalmente hacemos un guión suficientemente detallado, o la escribimos por entero. Si vamos a emprender un viaje profesional, estudiamos el recorrido, vemos cómo resolver el alojamiento, y programamos las entrevistas o reuniones que queremos mantener.

Si no hacemos eso mismo con el proyecto de nuestra vida, y no nos paramos a pensar qué buscamos en cada una de sus facetas, entonces iremos por la vida como de oídas, improvisando, y acabaremos asumiendo irreflexivamente los modelos que el azar, la moda o las circunstancias nos presenten. Entonces nos sucederá algo parecido a lo que pasa a quien construye un chalé copiando los planos de otro muy bonito, pero sin haber pensado bien lo que él necesitaba; o a quien crea una empresa aplicando criterios que quizá eran muy válidos, pero para otro tipo de negocios; o al que divaga vaporosamente pronunciando una conferencia, y a los cinco minutos del final advierte que se ha ido por las ramas y no ha logrado transmitir lo que quería decir; o al que sale de viaje sin haber concertado las entrevistas y reuniones, ni hecho las reservas necesarias, y se encuentra con que al final no ha podido cumplir los objetivos que lo motivaron.

Alfonso Aguiló
Fuente: Fluvium


Nuevo artículo

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"Juan Pablo II inolvidable"
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Pensamientos sanadores


Hoy tienes derecho a ser feliz.

Fuiste creado para la felicidad.
Fuiste creado para vivir en plenitud tu paso por la tierra.
Fuiste creado para Dios, para esta vida y para toda la eternidad.
Por lo tanto, si sientes que todavía no estás viviendo con esa plenitud interior que tú te mereces, pregúntale al Señor cuál es el motivo. Él te irá mostrando las heridas que aún quedan por sanar, las ataduras a las que hay que renunciar, los cambios que necesitas hacer, y confía profundamente en la guía providente del Señor.

Anda, come tu pan con alegría y bebe con alegre corazón tu vino, porque ya se complace Dios en tu obra. Lleva en todo tiempo, vestidos blancos, y que el perfume no falte sobre tu cabeza. Eclesiastés 9, 7-8


Pedidos de oración

Pedimos oración por la Paz del Mundo; por la Santa Iglesia Católica; por el Papa, los sacerdotes y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones, por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las enfermedades, el hambre y la pobreza; por la unión de las familias y la fidelidad de los matrimonios; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas, y por las Benditas Almas del Purgatorio.

Pedimos oración por Rodrigo, de Guatemala, internado en estado crítico por neumonía, rogando a Jesús Misericordioso que derrame sobre él sanación física y espiritual. Amén.

Pedimos oración por estas personas de la ciudad de Resistencia, Argentina: por Olga, que padece cáncer de colon y se acerca a su tercera operación; por Elfio que padece queratocono en ambos ojos, por Oscar, Facundo y Johanna, familia de los anteriores, y por Gladys que tiene cáncer de mama y por su esposo que padece de alcoholismo. Que Dios, con su infinito amor, derrame sus gracias sobre todas estas personas, miembros de una misma familia, para poder atender a sus necesidades físicas y espirituales haciéndolos crecer en la fe.

Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén


"Intimidad Divina"

Único Mediador

“Cuando llegó la plenitud de los tiempos envió Dios a su Hijo, el Verbo hecho carne… Mediador entre Dios y los hombres. En efecto, su humanidad, unida a la persona del Verbo, fue instrumento de nuestra salvación. Por esto, en Cristo se realizó plenamente nuestra reconciliación” (SC 5). Por su función de Mediador, Él se encuentra verdaderamente “en el medio” de la Divinidad y de la humanidad. En Él y por Él son admitidos de nuevo todos los hombres a la amistad con el Padre celestial.

El Padre Eterno se dignó revelar este admirable misterio a Santa Catalina de Siena: “Yo deseo que mires el puente que os he construido en mi Unigénito Hijo y que observes su grandeza que llega desde la tierra hasta el cielo, porque en Él la grandeza de la divinidad está unida a la tierra de vuestra humanidad. Todo esto fue necesario para rehacer el camino que se había interrumpido y para que los hombres, a través de las amarguras de este mundo, puedan llegar a la vida eterna” (Diálogo 22)

La acción  de Cristo Mediador se lleva a cabo en el Calvario, donde derramará su sangre en precio de nuestro rescate; pero ya se inicia en Belén, donde el Verbo realiza, por decirlo así, ese inefable paso de gigante que lo hace bajar del cielo a la tierra y de verdadero Dios lo hace también verdadero hombre. Aquel terrible abismo que el pecado había producido entre Dios y los hombres ha sido ya llenado por este Niño que nos tiende los brazos desde el pesebre.

Si queremos llegar a Dios, no podemos hacerlo sino por medio de Él, nuestro Mediador, nuestro puente, nuestro camino. Jesús mismo lo ha dicho: “Yo soy el camino” (Jn 14, 6) “Yo soy la puerta,; quien entrare por mí será salvo” (Jn 10, 9)

¡Oh Cristo Jesús! Yo creo que tú eres verdadero Dios y verdadero hombre, que tú eres un camino de eficacia infinita para hacerme sobrepasar el abismo que me separa de Dios. Creo que tu santa humanidad es tan perfecta y poderosa que no obstante mis miserias, lagunas y debilidades, puede atraerme a donde tú estás, en el seno del Padre. Haz que escuche tus palabras, que siga tus ejemplos y que nunca me separe de ti.

P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D.
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
.

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