sábado, 7 de enero de 2012

Pequeñas Semillitas 1585

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 7 - Número 1585 ~ Sábado 7 de Enero de 2012
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
   

Hola…
Al reflexionar sobre la visita de los Magos a Jesús, exaltábamos la fuerza de su fe y de la determinación de seguir el camino que la estrella les marcaba. Lo hicieron sin vacilación, con generosidad y prontitud. Todo un ejemplo para nosotros, para nuestra vida cotidiana. Hay un pensamiento de Archibald Joseph Cronin, novelista y médico escocés, autor de “La ciudadela” y “Las llaves del reino”, que dice así:
La vida no es un pasillo recto y fácil... por el que viajamos libres y sin obstáculos, sino un laberinto de pasajes en el que debemos hallar nuestro camino, perdidos y confundidos, una y otra vez, atrapados en un callejón sin salida. Pero, si tenemos fe, Dios siempre nos abrirá una puerta que aunque tal vez no sea la que queríamos, al final será buena para nosotros.


La Palabra de Dios:
Evangelio del día


En aquel tiempo, cuando Jesús oyó que Juan estaba preso, se retiró a Galilea. Y dejando la ciudad de Nazaret, fue a morar en Cafarnaún, ciudad marítima, en los confines de Zabulón y de Neftalí. Para que se cumpliese lo que dijo Isaías el profeta: «Tierra de Zabulón y tierra de Neftalí, camino de la mar, de la otra parte del Jordán, Galilea de los gentiles. Pueblo que estaba sentado en tinieblas, vio una gran luz, y a los que moraban en tierra de sombra de muerte les nació una luz».
Desde entonces comenzó Jesús a predicar y a decir: «Haced penitencia, porque el Reino de los cielos está cerca». Y andaba Jesús rodeando toda Galilea, enseñando en las sinagogas de ellos y predicando el Evangelio del Reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia del pueblo. Y corrió su fama por toda Siria, y le trajeron todos los que tenían algún mal, poseídos de varios achaques y dolores, y los endemoniados, y los lunáticos y los paralíticos, y los sanó. Y le fueron siguiendo muchas gentes de Galilea y de Decápolis y de Jerusalén y de Judea, y de la otra ribera del Jordán.
(Mt 4,12-17.23-25)

Comentario
Hoy, por así decirlo, recomenzamos. El «Pueblo que estaba sentado en tinieblas, vio una gran luz» (Mt 4,16), nos dice el profeta Isaías, citado en este Evangelio de hoy, y que nos remite al que escuchábamos en Nochebuena. Volvemos a comenzar, tenemos una nueva oportunidad. El tiempo es nuevo, la ocasión lo merece, dejemos —humildemente— que el Padre actúe en nuestra vida.
Hoy comienza el tiempo en que Dios nos da una vez más su tiempo para que lo santifiquemos, para que estemos cerca de Él y hagamos de nuestra vida un servicio de cara a los otros. La Navidad se acaba, lo hará el próximo domingo —si Dios quiere— con la fiesta del Bautismo del Señor, y con ella se da el pistoletazo de salida para el nuevo año, para el tiempo ordinario —tal y como decimos en la liturgia cristiana— para vivir in extenso el misterio de la Navidad. La Encarnación del Verbo nos ha visitado en estos días y ha sembrado en nuestros corazones, de manera infalible, su Gracia salvadora que nos encamina, nuevamente, hacia el Reino del Cielo, el Reino de Dios que Cristo vino a inaugurar entre nosotros, gracias a su acción y compromiso en el seno de nuestra humanidad.
Por esto, nos dice san León Magno que «la providencia y misericordia de Dios, que ya tenía pensado ayudar —en los tiempos recientes— al mundo que se hundía, determinó la salvación de todos los pueblos por medio de Cristo».
Ahora es el tiempo favorable. No pensemos que Dios actuaba más antes que ahora, que era más fácil creer cerca de Jesús —físicamente, quiero decir— que ahora que no le vemos tal como es. Los sacramentos de la Iglesia y la oración comunitaria nos otorgan el perdón y la paz y la oportunidad de participar, nuevamente, en la obra de Dios en el mundo, a través de nuestro trabajo, estudio, familia, amigos, diversión o convivencia con los hermanos. ¡Que el Señor, fuente de todo don y de todo bien, nos lo haga posible!
Rev. D. Jordi CASTELLET i Sala (Sant Hipòlit de Voltregà, Barcelona, España)


Santoral Católico:
San Raimundo de Peñafort
Presbítero Dominico


Cuando Gregorio IX, de quien había sido un precioso colaborador, le comunicó su intención de nombrarlo arzobispo de Tarragona, la consternación de Raimundo de Peñafort fue tal que se enfermó. El humilde y docto sacerdote, que había nacido entre el 1175 y el 1180, había siempre rehusado honores y prestigio, pero no lo había logrado. Rechazando una vida cómoda y alegre (era hijo del noble castellano de Peñafort), se había dedicado desde muy joven a los estudios filosóficos y jurídicos; a los veinte años enseñaba filosofía en Barcelona, y a los treinta años, recién graduado, enseñaba jurisprudencia en Bolonia. El sueldo que obtenía por ello lo gastaba todo en socorrer a los necesitados.

Regresó a Barcelona por invitación de su obispo, quien lo nombró canónigo. Pero cuando los dominicos llegaron a esa ciudad, le invitaron a ingresar en sus filas y Raimundo, abandonándolo todo, entró a la Orden. Dieciséis años después, en 1238, fue nombrado Superior General, cargo que no pudo rehusar. Durante dos años visitó a pie los conventos de la Orden, después reunió el Capítulo general en Bolonia y presentó su renuncia. Así, a los setenta años de edad pudo regresar a la enseñanza y a la pastoral.

Nombrado confesor del rey Santiago de Aragón, no dudó en reprocharle su conducta escandalosa durante la expedición a la isla de Mallorca. Una leyenda cuenta que el rey había prohibido que las embarcaciones se dirigieran hacia España, y entonces, Raimundo, para manifestar su desacuerdo con el soberano, extendió su manta sobre el agua y sobre él navegó hasta Barcelona.

Una de sus obras apostólicas dignas de recordar son las misiones para la conversión de los hebreos y los mahometanos que vivían en España. Según la tradición, se le atribuye el mérito de haber invitado a Santo Tomás de Aquino a escribir la Summa contra Gentiles, para que sus predicadores tuvieran un texto seguro de apologética para las controversias con los herejes e infieles. Él mismo redactó importantes obras de teología moral y de derecho, entre ellas la Summa casuum para la administración correcta y eficaz del sacramento de la penitencia. Murió casi a los cien años, el 6 de enero de 1275 y fue canonizado en 1601.

Fuente: Catholic.net


La frase de  hoy

“Somos un invento del Amor
y hemos sido creados para amar,
para ser transmisores del amor”

Ernesto Cardenal


Tema del día:
El mayor obstáculo


¿Cuál es el mayor obstáculo que hace falta vencer para ser sabio, libre, maduro? A ti mismo

Cuenta el poeta persa Farid al-Din Attarque hace muchos años, en una pequeña aldea, vivía un joven muy curioso que tenía muchas ganas de aprender. Su búsqueda le llevó ante un sabio muy respetado que vivía en la montaña, y en cuanto le tuvo delante, le preguntó:

- "Maestro, ¿cuál es el mayor obstáculo que un hombre tiene que vencer para avanzar en su camino hacia la libertad y la sabiduría?"

El sabio, impasible, le respondió:

- "Él mismo. Su falsa concepción de identidad es el obstáculo más difícil de salvar".

Cuando el joven le preguntó cómo había llegado a esa conclusión, el sabio anciano contestó:

"Un día, paseando por el bosque, vi a un perro que se moría de sed estando en la misma orilla del río. Me detuve a observar, y descubrí que el animal veía en el agua su propio reflejo y lo tomaba por otro perro. Ladraba y luego escapaba sin haber bebido, temeroso ante la imagen de ese otro perro que le estaba mostrando sus afilados colmillos. Así estuvo durante varias horas. Al final, sin embargo, la sed le hizo perder toda la prudencia y se lanzó al agua. En ese mismo instante, el otro perro, que era su obstáculo, desapareció".


Pensamientos sanadores


Hoy entrega al Espíritu de Dios el caos interior de la mañana.

Hay quienes, cada mañana al despertar, deben enfrentarse a un caos interior.
Hay quienes se despiertan embotados y sin ganas de emprender las labores cotidianas.
Otros se sienten confundidos y desmotivados para las tareas que deben realizar.
Si este es tu caso, hoy te comparto una posible solución a tu problema matutino:
Si, desde el primer momento en que te despiertas, elevas a Dios tu pensamiento.
Si, desde que tomas conciencia que comienza un nuevo día, abres a Él tu corazón y entregas ese caos interior.
Entonces, el Espíritu Santo recreará la faz de tu alma, te dará una nueva fortaleza, y te sentirás impulsado desde tu núcleo interior para vivir una jornada colmada de sentido, de nuevas fuerzas y de paz.

Al principio Dios creó el cielo y la tierra. La tierra era soledad y caos, y las tinieblas cubrían el abismo; y el Espíritu de Dios aleteaba sobre las aguas. Génesis 1, 1-2


Pedidos de oración

Pedimos oración por la Paz del Mundo; por la Santa Iglesia Católica; por el Papa, los sacerdotes y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones, por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las enfermedades, el hambre y la pobreza; por la unión de las familias y la fidelidad de los matrimonios; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas, y por las Benditas Almas del Purgatorio.

Pedimos oración por César Alberto y Sara Lizet, que contraen matrimonio en la ciudad de Rivera, municipio del departamento del Huila, Colombia. Les colocamos en las Santas Manos de Nuestro Señor y pedimos fervientemente a la Virgen Santísima interceda sobre esta pareja para que conformen un hogar cristiano, colmado de bendiciones en la Familia que hoy nace por virtud de este Sacramento.


"Intimidad Divina"

Célula del Reino

El Concilio presenta a la familia cristiana, consagrada por el sacramento del matrimonio, como “una hermosa escuela para el apostolado de los laicos, donde la religión cristiana penetra toda la institución de la vida y la transforma más cada día” (LG 35). En efecto, la familia es la primera célula, o mejor dicho, la célula base del reino de Dios sobre la tierra. En ella son educados los hijos según la fe recibida en el bautismo. Cuando la fe en Dios, su amor y el respeto a su ley son el fundamento de la vida familiar, regulando las mutuas relaciones de los esposos entre si y con sus hijos e inspirando la educación que dan a éstos, entonces la familia es verdaderamente el “reino de Dios”, donde Dios es el primero en ser amado, servido y obedecido.

En la familia “los cónyuges tienen su propia vocación para que ellos entre sí y ante sus hijos sean testigos de la fe y del amor de Cristo” (LG 35). Con el amor, el respeto, la fidelidad recíproca, con la ayuda mutua en las dificultades de la vida, con el espíritu de sacrificio para la buena marcha de la familia –y todo ello con la firmeza de la fe en Dios y adhesión a su santa ley- los padres son para los hijos los primeros testigos del Evangelio, los primeros  principales educadores.

La conducta de los padres debe convertirse en norma práctica y modelo vivo de la conducta de los hijos. “Sean los padres generosos y ejemplares –decía Juan XXIII- y los hijos sean obedientes y diligentes” ¡Cuántos cristianos insignes y grandes santos recibieron su primera impronta en la familia! Tales familias son el “buen terreno” donde brotan más fácilmente las vocaciones sacerdotales, religiosas o en general la vocación a la santidad, siendo al mismo tiempo centro de irradiación para la sociedad que las rodea. Urge por lo tanto el ejemplo de los hogares cristianos, donde la vida se deslice serena y limpia bajo la mirada de Dios.

¡Oh Jesús!, haz que reinen en nuestras familias la paz y la concordia, que sean tenidas en honor la oración y la observancia de la ley de Dios, observancia que es justamente afecto y respeto a su ley… ¡Oh Jesús!, vive en cada una de las familias cristianas como viviste en Nazaret; tenlas unidas con tu caridad en un vínculo perenne cada hora del tiempo presente y por toda la eternidad. Protege, ¡oh Jesús!, esta paz doméstica, que es la única que puede templar las amarguras de la vida. (Juan XXIII, Breviario)

P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D.
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
.

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