PEQUEÑAS
SEMILLITAS
Año 10 - Número 2882
~ Sábado 19 de Diciembre de 2015
Desde la ciudad de
Córdoba (Argentina)
Alabado
sea Jesucristo…
Jesús es Señor de la historia por su
nacimiento. Siendo la plenitud de la Vida ha sido enviado a poner “su carpa” en
medio de nuestras vidas pequeñas para hacerlas grandes y luminosas. Vivió como
uno de nosotros y no tuvo vergüenza de llamarse hermano nuestro. El tiempo
humano del nacimiento, del crecimiento, del trabajo humilde, de la vida
familiar, ha sido visitado por la eternidad.
Jesús es Señor de la historia por su
pasión y su muerte. No se alejó de las historias de los seres humanos reales ni
esquivó la conflictividad que atraviesa el tiempo de los hombres. Vivió
expuesto al rechazo y al dolor; hasta que le llegó su “hora”, tan temida y tan
ansiada, en la que padeció la violencia, la tortura y la muerte en cruz. El
pesebre y el calvario, su nacer y el morir son los primeros modos del señorío
del Hijo de Dios sobre la historia. Él es Señor haciéndose niño, servidor y
mártir.
Jesús es Señor de la historia por su
resurrección. La vida y la muerte entran en la vida eterna del Hijo. En su
cuerpo resucitado una parte de este mundo ya alcanzó la plenitud definitiva y
la eternidad ha acogido para siempre al tiempo y a la historia. Su vida
resucitada atrae nuestras vidas caminantes para que lleguen también a la luz
que no tiene ocaso.
CEA (30/05/2000)
¡Buenos días!
Ayudar a quien necesita
Estos
días próximos te presentarán, sin duda, ocasiones de hacer alguna buena acción.
Algunas, sin buscarlas, están ahí a la mano, como esperándote. Pero otras
tienes que pensarlas y ponerlas en tu agenda. Unas y otras te entrenan y
mantienen ágil en la actitud de servicio y entrega al prójimo. Una anécdota con
humor: pero, sólo había apariencia de ayuda.
—Mamá –dice un niño a su madre, — ¿me das
veinticinco centavos?
—Toma. Al día siguiente vuelve a pedirle el
mismo dinero. Cuando pasan varios días con la misma petición, la madre,
extrañada, le pregunta:
— ¿Para qué quieres el dinero?
—Para dárselo a una anciana de la calle.
—Así me gusta, hijo, que seas caritativo.
¿Dónde pide esa mujer?
—No pide, vende helados...
Todo
cristiano, en todo momento y en cualquier circunstancia de la vida está en
condiciones de amar e imitar a Cristo, el incondicional servidor del Padre y de
los hombres. El modelo humano que nos transmite Jesús, y que él realizó
plenamente, es el de servidor. “El Hijo del hombre no ha venido para ser
servido, sino para servir,” ayudar y entregarse por todos...
Enviado por el P. Natalio
La Palabra de
Dios:
Evangelio de hoy
Hubo en los días de Herodes, rey de
Judea, un sacerdote, llamado Zacarías, del grupo de Abías, casado con una mujer
descendiente de Aarón, que se llamaba Isabel; los dos eran justos ante Dios, y
caminaban sin tacha en todos los mandamientos y preceptos del Señor. No tenían
hijos, porque Isabel era estéril, y los dos de avanzada edad.
Sucedió que, mientras oficiaba delante
de Dios, en el turno de su grupo, le tocó en suerte, según el uso del servicio
sacerdotal, entrar en el Santuario del Señor para quemar el incienso. Toda la
multitud del pueblo estaba fuera en oración, a la hora del incienso. Se le
apareció el Ángel del Señor, de pie, a la derecha del altar del incienso. Al
verle Zacarías, se turbó, y el temor se apoderó de él. El ángel le dijo: «No
temas, Zacarías, porque tu petición ha sido escuchada; Isabel, tu mujer, te
dará a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Juan; será para ti gozo y
alegría, y muchos se gozarán en su nacimiento, porque será grande ante el
Señor; no beberá vino ni licor; estará lleno del Espíritu Santo ya desde el
seno de su madre, y a muchos de los hijos de Israel, les convertirá al Señor su
Dios, e irá delante de Él con el espíritu y el poder de Elías, para hacer
volver los corazones de los padres a los hijos, y a los rebeldes a la prudencia
de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto».
Zacarías dijo al ángel: «¿En qué lo
conoceré? Porque yo soy viejo y mi mujer avanzada en edad». El ángel le
respondió: «Yo soy Gabriel, el que está delante de Dios, y he sido enviado para
hablarte y anunciarte esta buena nueva. Mira, te vas a quedar mudo y no podrás
hablar hasta el día en que sucedan estas cosas, porque no diste crédito a mis
palabras, las cuales se cumplirán a su tiempo».
El pueblo estaba esperando a Zacarías y
se extrañaban de su demora en el Santuario. Cuando salió, no podía hablarles, y
comprendieron que había tenido una visión en el Santuario; les hablaba por
señas, y permaneció mudo. Y sucedió que cuando se cumplieron los días de su
servicio, se fue a su casa. Días después, concibió su mujer Isabel; y se
mantuvo oculta durante cinco meses diciendo: «Esto es lo que ha hecho por mí el
Señor en los días en que se dignó quitar mi oprobio entre los hombres». (Lc
1,5-25)
Comentario
Hoy, el ángel Gabriel anuncia al
sacerdote Zacarías el nacimiento “sobrenatural” de Juan el Bautista, que
preparará la misión del Mesías. Dios, en su amorosa providencia, prepara el
nacimiento de Jesús con el nacimiento de Juan, el Bautista. Aunque Isabel sea
estéril, no importa. Dios quiere hacer el milagro por amor a nosotros, sus
criaturas.
Pero Zacarías no manifiesta en el
momento oportuno la visión sobrenatural de la fe: «¿En qué lo conoceré? Porque
yo soy viejo y mi mujer avanzada en edad» (Lc 1,18). Tiene una mirada
excesivamente humana. Le falta la docilidad confiada en los planes de Dios, que
siempre son más grandes que los nuestros: ¡en este caso, ni más ni menos que la
Encarnación del Hijo de Dios para la salvación del género humano! El ángel
encuentra a Zacarías como “despistado”, lento para las cosas de Dios, como
estando en “fuera de juego”.
Cuando ya faltan pocos días para la
Navidad, conviene que el Ángel del Señor nos encuentre preparados, como María.
Es necesario tratar de mantener la presencia de Dios a lo largo del día,
intensificar nuestro amor a Jesucristo en nuestro tiempo de oración, recibir
con mucha devoción la Sagrada Comunión: ¡porque Jesús nace y viene a nosotros!
Y que no nos falte la visión sobrenatural en todos los quehaceres de nuestra
vida. Hemos de poner visión sobrenatural en nuestro trabajo profesional, en
nuestros estudios, en nuestros apostolados, incluso en los contratiempos de la
jornada. ¡Nada escapa a la providencia divina! Con la certeza y la alegría de
saber que nosotros colaboramos con los ángeles y con el Señor en los planes
amorosos y salvadores de Dios.
Rev. D. Ignasi FUSTER i Camp (La Llagosta, Barcelona,
España)
Santoral Católico:
San Urbano V
Papa
Nació en Grisac (Languedoc, Francia)
hacia 1310. En su juventud ingresó en el monasterio benedictino de Chirac. Se
doctoró en derecho y lo enseñó en las universidades de Montpellier, Toulouse y
Lyon. Siendo abad del monasterio de San Víctor de Marsella lo eligieron papa, y
como tal fue a vivir a Aviñón. Los objetivos principales de su pontificado
fueron dos: restablecer la unidad de la Iglesia, griega y latina, y volver la
sede papal a Roma. De hecho, en octubre de 1367 estaba en Roma, y el palacio de
Letrán fue sustituido por el Vaticano como residencia oficial. Pero las
dificultades de todo género se multiplicaron, y se vio obligado a volver a
Aviñón en septiembre de 1370, y allí murió tres meses después.
© Aciprensa
Palabras del Papa
Francisco
“Atravesar la Puerta Santa es signo de
una verdadera conversión de nuestro corazón. Cuando atravesamos aquella Puerta
es bueno recordar que debemos tener abierta también la puerta de nuestro
corazón. Estoy delante de la Puerta Santa y pido al Señor ‘ayúdame a abrir la
puerta de mi corazón’. No tendría mucha eficacia el Año Santo si la puerta de
nuestro corazón no dejará pasar a Cristo que nos empuja a andar hacia los
otros, para llevarlo a Él y a su amor. Por lo tanto, como la Puerta Santa
permanece abierta, porque es el signo de la acogida que Dios mismo nos reserva,
así también nuestra puerta, aquella del corazón, esté siempre abierta para no
excluir a ninguno”.
Historia
verdadera:
Un ángel más en el
cielo
MADRID, 17 Dic. 15 / 08:11 pm (ACI).- La pequeña María Victoria llegó a vivir solo 30 minutos fuera del
vientre de su madre, pero sus padres ya tenían todo preparado para acompañarla
en su camino al Cielo, al encuentro con el Señor. Al obrar así, confiaron sus
padres en una carta difundida en internet, todo el sufrimiento y dolor que
pudieron sentir por perder a su hija se vio “dulcificado”.
A continuación, el texto completo de la
carta de Robert y María Victoria sobre la breve vida fuera del vientre de su
pequeña María Victoria, y cómo la prepararon para llegar al Cielo:
“Os escribo estas líneas llena de
vergüenza y rodeada de respetos humanos, sé que es políticamente incorrecto lo
que estoy haciendo y que hoy en día no está bien visto demostrar los
sentimientos. Sin embargo, siento la necesidad de contaros lo que hemos vivido
estos días, pues en aquella habitación del hospital, no estábamos Robert y yo
solos. Estabais todos allí con nosotros acompañándonos. Mi ejército de oración.
No os podéis imaginar la cantidad de
mensajes y cariño que hemos recibido en estas horas. Noche y día. En plena
madrugada, sonaba el móvil y miraba el mensaje: “No te creas que nos hemos
dormido, seguimos a tu lado”. Tantas otras que no han mandado mensajes pero que
sé han estado acompañándonos con su oración constante. Gente a la que ni
siquiera conocemos a la que se les ha dicho tengo una amiga en esta situación,
encomiéndala.
Pues bien, la gracia que Dios nos ha
hecho vivir estos días también debe ser compartida, pues no es solo nuestra, es
también vuestra y ese es el motivo por el que al final me atrevo a escribir.
Cuando nos dijeron que María Victoria venía
malita, puse en mi perfil. “No tengáis miedo”. No penséis que porque soy una
heroína, más bien lo contrario, porque estaba aterrorizada ante lo que se nos
venía encima y era una manera de recordarme a mí misma que no hay que tener
miedo ante la gracia de Dios. Él nos pedía mucho, pero como me recordaba una
amiga constantemente: “Dios no se deja ganar en generosidad, y te devolverá
mucho más de lo que te pide.”
Una monjita, íntima amiga de la familia,
me decía, “Totoya, ¿te das cuenta de que has dado a luz a cuatro hijos a este
mundo, pero que esta vez vas a dar a luz a un hijo al Cielo? Estas palabras las
he guardado en mi corazón todos estos meses. Mi pequeña María Victoria estaba
llamada a nacer directamente a la Vida Eterna. ¿Cómo no íbamos a acompañarla
con inmenso amor a la Felicidad Eterna? Esa es mi misión de madre con los que
ya tengo, que sean felices y que lleguen al Cielo. Esta vez, era distinto
porque sabía que ella alcanzaría el premio eterno en pocos minutos, sin luchas,
ni sufrimientos.
Durante las 42 horas de parto mi gran
ilusión era que naciera viva, que la pudiéramos bautizar y darle mil besos y
achuchones, y poderle decir despacito cuanto la queremos y que la queremos como
es, con sus orejitas bajas, sus puñitos cerrados y su corazoncito enfermo.
Aunque nos dieran a elegir mil veces, ella sería la elegida, malita como nos
llegaba, así ha sido amada desde su concepción.
Esas largas horas, fueron inmensamente
duras, no tanto por los dolores físicos, que se llevan mejor, sino por los
dolores morales. Desde el principio los médicos nos dejaron claro que como ella
no podría sobrevivir en mi parto sólo les importaba una persona, y esa era yo.
No pondrían mi vida en riesgo pues nuestra gordita no tenía ninguna opción de
supervivencia. “¿No ves que las demás tienen dos monitores, el de la madre y el
hijo y tú solo tienes uno? Eso es porque en los demás partos estamos
preocupados por dos personas. En el tuyo, al ser un caso especial, solo nos
preocupas tú” Era un dolor tan intenso en el alma oír aquellas palabras cuando
cada fibra de mi ser me decía que ella era mi prioridad absoluta. Como madre yo
pensaba en ella primero y después en mí.
Entonces ahí estáis todos vosotros, mi
ejército de oración, yo cerraba los ojos y pensaba donde no llega la medicina,
llega la gracia de Dios. No temas Totoya, tienes un ejército rezando para que
nazca viva, y ahí me confiaba y la fe me daba fuerzas. Sabía que aunque teníamos
que desafiar a la medicina que decía que un parto tan largo es casi imposible
que lo supere un niño normal, cuanto menos lo iba a superar nuestra Totoyita
con un corazón tan enfermo. Además venía de nalgas y tuvieron que girarla para
ponerla en cefálica, maniobra difícil en la que podía haber dejado de latir su
corazón. Sin embargo, cuando pedíamos oír el monitor para saber si seguía con
nosotros, la respuesta era siempre la misma, ese sonido tan hermoso de su
corazoncito galopando, el canto de la vida. Esa era mi niña, mi campeona. Tan
pequeña, tan débil y tan fuerte que nos demostraba que también quería nacer,
para recibir todo nuestro cariño antes de irse a los brazos del Padre.
Y así llegó el momento del parto. Ya
habíamos avisado para que el sacerdote bajara a partitorio a bautizarla. Y allí
estábamos todos. Robert de mi mano, al que hoy quiero más que nunca, no me dejó
sola ni un segundo, sin comer, sin beber, sin dormir. Los médicos, las
matronas, las enfermeras, los celadores y por supuesto, el sacerdote que iba a
convertir en hija de Dios a nuestra gordita. Dos empujones y allí estaba
nuestra princesa, tan pequeña, tan bonita, tan frágil. Todo había merecido la
pena.
Me la pusieron encima sin cortar aún el
cordón y allí desnudita sobre mi pecho cubierta con una toalla caliente,
rodeada de las caricias y besos de Robert y míos la bautizó el sacerdote. Lo
que vivimos en aquellos momentos es imposible de explicar con palabras. Para mí
es como si no hubiese techo y el cielo y la tierra estuviesen unidos por unos
breves momentos. Había 18 o 20 personas en el paritorio y un silencio absoluto,
caras de respeto, de asombro, de admiración, y una presencia muy especial, era
un ambiente completamente sobrenatural. Nunca he vivido nada igual y no creo
que lo vuelva hacer. El amor lo envolvía todo. Mi niña ya era hija de Dios y su
fragilidad humana se había vuelto fortaleza divina. Ahora sí era de verdad una
princesa, hija del Rey y la Reina del universo. Nuestra Madre que al igual que
hizo con su Hijo al pie de la Cruz, allí estuvo a nuestro lado en todo momento.
Cuando terminó el bautizo el sacerdote nos dijo: “En 20 años de sacerdocio no
he vivido nada tan bonito como lo que he vivido esta noche”.
Nos pasaron a la sala de dilatación
donde dejaron pasar a nuestros hijos cuya máxima ilusión era conocer y dar un
beso a su hermanita. Nunca sabrán en el hospital lo agradecidos que estamos. Y
allí, rodeada del amor de todos los que desde el primer momento la acompañamos
en su corta existencia, su abuelo, sus tíos, prima, padres y hermanos, nos dejó
para partir al Cielo. Paso de mis brazos a los de la Virgen, a recibir los más
bellos besos y abrazos que cualquier ser humano pueda desear.
Todo el sufrimiento y dolor que puede
sentir el corazón de unos padres cuando pierden a su hija, se veía dulcificado.
No era un dolor que deja un vacío, una desesperación, la devastación y la nada.
Sino que era un dolor inmenso, el mayor que hemos pasado en nuestras vidas,
pero era sereno, lleno de paz, de aceptación, de amor, de esperanza, de alegría
(aunque esto pueda escandalizar). Teníamos una hija en el Cielo, y el Señor nos
dejó acompañarla de la mano hasta el final. Una santa en la familia. Nuestra
Santa. Santa María Victoria y para nuestra familia Santa Totoyita.
Antes de irse en ese ratito de intimidad
que tuvimos no podía olvidarme de vosotros que estuvisteis ahí noche y día
acompañándonos. Le dimos una misión para el Cielo. “Preciosa mía, has tenido un
ejército rezando para que nacieras, nos han acompañado hasta aquí, y ahora tú
cuando llegues a los brazos del Padre tienes que hablar bien de ellos, pedirles
a Jesús y a la Virgen por todos y cada uno de ellos y sus familias. Como decía
Santa Teresita del Niño Jesús, tienes que pasar tu eternidad haciendo bien
sobre la tierra y mandándonos una lluvia de pétalos, de gracias. Pide por tus
padres y hermanos. Por tus tíos y primos, por tus padrinos, por tus abuelos,
que te hemos querido con locura, como eres, desde el momento de tu concepción.
Te encomiendo muy especialmente a nuestros colegios, y a todas sus familias.
Cuánto hemos recibido de ellos gratuitamente!!!! A todas las comunidades
religiosas que nos han acompañado, y a todos aquellos que nos han tenido
presentes en sus oraciones. Dale el beso más grande y lleno de ternura a nuestra
querida Lelelita, (mi madre), que fue la que nos formó y nos enseñó que esta
vida es un camino hacia el Cielo. Le debemos todo!!!!! Qué orgullo ser su
hija!!!!
Tengo que decir, que el trato en el
hospital, fue exquisito. Con qué delicadeza y medida nos dieron la medicación
para evitar que se nos fuera antes de tiempo, tantas guardias, médicos,
matronas y enfermeras que conocimos todas aportando su cariño y
profesionalidad. Respetando en todo momento nuestras decisiones y sabiendo
entender cuánto amor había en el nacimiento de nuestra gordita. A todas les
estaré eternamente agradecida y estarán en nuestras oraciones y las de María Victoria para siempre. Pero especialmente a las ginecólogas que nos ayudaron a
que naciera, y a la matrona Laura, que fue como un ángel de la guarda durante
las últimas horas.
Esta carta no es para hacer llorar, ni
para llevar a sensiblerías humanas, que las detesto. Sino un testimonio de cómo
la gracia de Dios transforma nuestras vidas y nos llena de amor y fortaleza en
aquellos momentos más duros de nuestras vidas. (“No tengáis miedo”. San Juan
Pablo II)
Un fuerte abrazo y gracias por
acompañarnos en todo momento.
Robert y Mª Victoria.
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Pedidos de oración
Pedimos oración por la Santa Iglesia
Católica; por el Papa Francisco, por
el Papa Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas,
catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la
unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro
Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones; por el
triunfo del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado Corazón de María; por la conversión de todos los pueblos; por
la Paz en el mundo; por los cristianos
perseguidos y martirizados en Medio Oriente, África, y en otros lugares; por
nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las
enfermedades, el abandono, la carencia de afecto, la falta de trabajo, el
hambre y la pobreza; por los niños con cáncer y otras enfermedades graves; por el drama de los refugiados del Mediterráneo;
por los presos políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo; por
la unión de las familias, la fidelidad de los matrimonios y por más inclinación
de los jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las vocaciones
sacerdotales y religiosas; y por las Benditas Almas del Purgatorio.
Oramos por el eterno descanso del alma de Lidia, de Buenos Aires, Argentina, que ha sido llamada a la casa del Padre celestial. Brille para ella la luz que no tiene fin.
Oramos por el eterno descanso del alma de Lidia, de Buenos Aires, Argentina, que ha sido llamada a la casa del Padre celestial. Brille para ella la luz que no tiene fin.
Unidos a María
Santa
María la Mayor es una de las cuatro basílicas mayores de Roma. Es la iglesia
romana más antigua dedicada a la Santísima Virgen.
La
tradición dice que la noche del 4 de agosto al 5 del año 358, la Virgen se
apareció en sueños al Papa San Liberio, y a un romano rico llamado Juan. Ella
pidió erigir un santuario en un lugar específico. Por la mañana, al constatar
que había nevado en el mes de agosto en el lugar indicado por la Virgen, el
Papa ordenó construir una basílica dedicada a "Santa María de las Nieves,"
ahí donde había nevado, sobre la colina romana del Esquilino.
En
esta basílica se conserva el primer pesebre construido en piedra. Se le debe al
Papa Nicolás IV que en 1288 le encargó a Arnolfo di Cambio una representación
de la Natividad. Esta tradición se remonta al año 432, cuando el Papa Sixto III
(432-440) crearía una basílica en la "Gruta de la Natividad",
inspirada en la de Belén.
La
basílica también contiene las reliquias de San Jerónimo. Desde en 1999, la
animación y el cuidado pastoral de Santa María la Mayor se le confió a los
Frailes Franciscanos de la Inmaculada
Jardinero de Dios
-el más
pequeñito de todos-
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