PEQUEÑAS
SEMILLITAS
Año 10 - Número 2869
~ Domingo 6 de Diciembre de 2015
Desde la ciudad de
Córdoba (Argentina)
Alabado
sea Jesucristo…
Hoy Juan Bautista es presentado llamando
a la conversión y la penitencia, preparando los caminos para el Señor.
El Adviento nos invita a una espera
activa, acorde con el accionar de un Dios que ama a su pueblo. Asimismo, nos
exhorta a levantar la cabeza, porque ha ordenado rebajar montañas, rellenar
valles y aplanar la tierra, y así caminar seguros a la sombra de Dios que nos
guía con misericordia y justicia hacia la luz de su gloria, tal como proclamaba
el Bautista a sus paisanos en el desierto.
Ahora bien, el asunto es cómo concretar
todo esto en el vivir y quehacer diario. Los que oían al Bautista le
preguntaban: Y bien, ¿qué deberemos hacer? Estemos atentos, en el silencio y la
oración, Dios nos interpela en nuestro corazón.
El Domingo
¡Buenos días!
Ciego con luz
¿Has
encontrado el sentido de tu vida? ¿Tienes un motivo para levantarte cada mañana
con ilusión y alegría? La Madre Teresa de Calcuta decía con frecuencia: “Si no
se vive para los demás, la vida carece de sentido”. Es hermoso observar que hay
personas que ofrecen con desinterés y generosidad su ayuda a los demás. Como el
caso de un ciego.
Caminaba una vez un hombre por oscuras calles
llevando una lámpara de aceite encendida. La ciudad era muy oscura en las
noches sin luna como aquella. En determinado momento, se encontró con un amigo.
Éste lo miró y de pronto lo reconoció. Se dio cuenta de que era Néstor, el
ciego del pueblo. Al punto le dijo: —¿Qué haces Néstor, tú ciego, con una
lámpara en la mano? ¡Si tú no ves! Entonces, el ciego le respondió: —Yo no
llevo la lámpara para ver mi camino. Yo conozco la oscuridad de las calles de
memoria. Llevo la luz para que otros encuentren su camino cuando me vean a
mí...
Este
ciego pensó en el problema de los otros y, dentro de sus posibilidades, aportó
una buena colaboración. Su carencia de vista, pero su experiencia de caminar en
perpetua oscuridad, le dio ocasión de ofrecer, con espíritu altruista, una
válida asistencia a los “ciegos” de esa noche. Que también tú, con creatividad,
multipliques tus actos de servicio.
Enviado por el P. Natalio
La Palabra de
Dios:
Evangelio de hoy
En el año quince del imperio de Tiberio
César, siendo Poncio Pilato procurador de Judea, y Herodes tetrarca de Galilea;
Filipo, su hermano, tetrarca de Iturea y de Traconítida, y Lisanias tetrarca de
Abilene; en el pontificado de Anás y Caifás, fue dirigida la palabra de Dios a
Juan, hijo de Zacarías, en el desierto. Y se fue por toda la región del Jordán
proclamando un bautismo de conversión para perdón de los pecados, como está
escrito en el libro de los oráculos del profeta Isaías: «Voz del que clama en
el desierto: Preparad el camino del Señor, enderezad sus sendas; todo barranco
será rellenado, todo monte y colina será rebajado, lo tortuoso se hará recto y
las asperezas serán caminos llanos. Y todos verán la salvación de Dios». (Lc
3,1-6)
Comentario
Hoy, casi la mitad del pasaje evangélico
consiste en datos histórico-biográficos. Ni siquiera en la liturgia de la Misa
se cambió este texto histórico por el frecuente «en aquel tiempo». Ha
prevalecido esta introducción tan “insignificante” para el hombre
contemporáneo: «En el año quince del imperio de Tiberio César, siendo Poncio
Pilato procurador de Judea, y Herodes tetrarca de Galilea (…)» (Lc 3,1). ¿Por
qué? ¡Para desmitificar! Dios entró en la historia de la humanidad de un modo
muy “concreto”, como también en la historia de cada hombre. Por ejemplo, en la
vida de Juan —hijo de Zacarías— que estaba en el desierto. Lo llamó para que
clamara en la orilla del Jordán… (cf. Lc 3,6).
Hoy, cuando el presidente de EE.UU. es
Barack Obama, cuando el Sumo Pontífice es el papa Francisco…, Dios dirige su
palabra también a mí. Lo hace personalmente —como en Juan Bautista—, o por sus
emisarios. Mi río Jordán puede ser la Eucaristía dominical, puede ser el tweet
del papa Francisco, que nos recuerda que «el cristiano no es un testigo de
alguna teoría, sino de una persona: de Cristo Resucitado, vivo, único Salvador
de todos». Dios ha entrado en la historia de mi vida porque Cristo no es una
teoría. Él es la práctica salvadora, la Caridad, la Misericordia.
Pero a la vez, este mismo Dios necesita
nuestro pobre esfuerzo: que rellenemos los valles de nuestra desconfianza hacia
su Amor; que nivelemos los cerros y colinas de nuestra soberbia, que impide
verlo y recibir su ayuda; que enderecemos y allanemos los caminos torcidos que
hacen de la senda hacia nuestro corazón un laberinto…
Hoy es el segundo Domingo de Adviento,
que tiene como objetivo principal que yo pueda encontrar a Dios en el camino de
mi vida. Ya no sólo a un Recién Nacido, sino sobre todo al Misericordiosísimo
Salvador, para ver la sonrisa de Dios, cuando todo el mundo verá la salvación
que Dios envía (cf. Lc 3,6). ¡Así es! Lo enseñaba san Gregorio Nacianceno,
«Nada alegra tanto a Dios como la conversión y salvación del hombre».
P. Maciej SLYZ Misionero de Fidei Donum (Bialystok,
Polonia)
Palabras de San
Juan Pablo II
"Es necesario vivir en la adhesión
a la voluntad divina,
ofrecer el pan a los hambrientos,
visitar a los prisioneros,
apoyar y consolar a los enfermos,
defender y acoger a los extranjeros,
dedicarse a los pobres y míseros"
Tema del día:
Preparando el
camino del Señor
El Evangelio de este domingo se ocupa
por entero de la figura de Juan el Bautista. Desde el momento de su nacimiento,
Juan el Bautista fue saludado por su padre Zacarías como profeta: «Y tú, niño,
serás llamado profeta del Altísimo, pues irás delante del Señor para preparar
sus caminos» (Lc 1, 76).
¿Qué hizo el Precursor para ser definido
como un profeta, es más, «el mayor de los profetas» (Lc 7, 28)? Ante todo, tras
la estela de los antiguos profetas de Israel, predicó contra la opresión y la
injusticia social. En el Evangelio del domingo siguiente le oiremos decir: «El
que tenga dos túnicas, que las reparta con el que no tiene; el que tenga para
comer, que haga lo mismo». A los publicanos [recaudadores de impuestos], que
tan frecuentemente desangraban a los pobres con requerimientos arbitrarios, les
dice: «No exijáis más de lo que os está fijado». A los soldados, inclinados a
la violencia: «No hagáis extorsión a nadie, no hagáis denuncias falsas» (Lc 3,
11-14). También las palabras sobre los montes que hay que rebajar, los
barrancos por colmar y los pasos tortuosos por hacer rectos, podríamos hoy
entenderlas así: «Toda injusta diferencia social entre riquísimos (los montes)
y paupérrimos (los barrancos) debe ser eliminada o al menos reducida; los
caminos tortuosos de la corrupción y del engaño deben ser enderezados».
Hasta aquí reconocemos fácilmente la
idea que actualmente tenemos del profeta: alguien que impulsa al cambio; que
denuncia las deformaciones del sistema, que apunta su dedo contra el poder en
todas sus formas –religioso, económico, militar– y se atreve a gritar en la
cara del tirano: «¡No te es lícito!» (Mt 14, 4).
Pero Juan el Bautista hace también una
segunda cosa: da al pueblo el «conocimiento de salvación por el perdón de sus
pecados» (Lc 1, 77). ¿Dónde está, podríamos preguntarnos, la profecía en este
caso? Los profetas anunciaban una salvación futura; pero Juan el Bautista no
anuncia una salvación futura; indica a uno que está presente. Él es quien
apunta su dedo hacia una persona y grita: «¡Aquí está!» (Jn 1, 29). «Aquello
que se ha esperado durante siglos y siglos está aquí, ¡es Él!». ¡Que
estremecimiento debió recorrer aquel día el cuerpo de los presentes que le
oyeron hablar así!
Los profetas tradicionales ayudaban a
sus contemporáneos a superar el muro del tiempo y mirar el futuro, pero él
ayuda a superar el muro, aún más grueso, de las apariencias contrarias y
permite descubrir al Mesías oculto tras el aspecto de un hombre como los demás.
El Bautista inauguraba así la nueva profecía cristiana, que no consiste en
anunciar una salvación futura («en los últimos tiempos»), sino en revelar la
presencia escondida de Cristo en el mundo.
¿Qué tiene que decirnos todo esto a
nosotros? Que también debemos mantener juntos esos dos aspectos del ministerio
profético: compromiso por la justicia social por una parte, y anuncio del
Evangelio por otra. No podemos partir por la mitad esta tarea, ni un sentido ni
en otro. Un anuncio de Cristo, sin el acompañamiento del esfuerzo por la
promoción humana, resultaría desencarnado y poco creíble; un compromiso por la
justicia, privado del anuncio de fe y del contacto regenerador con la palabra
de Dios, se agotaría pronto, o acabaría en estéril contestación.
Nos dice también que anuncio del
Evangelio y lucha por la justicia no deben quedarse como cosas yuxtapuestas,
sin vínculo entre sí. Debe ser precisamente el Evangelio de Cristo el que nos
impulse a luchar por el respeto del hombre, de forma que se haga posible a todo
hombre «ver la salvación de Dios». Juan el Bautista no predicaba contra los
abusos como agitador social, sino como heraldo del Evangelio, «para preparar al
Señor un pueblo bien dispuesto» (Lc 1, 17).
P. Raniero Cantalamessa, ofmcap
Nuevo vídeo
Hay un nuevo vídeo subido al blog
de "Pequeñas
Semillitas" en internet.
Para verlo tienes que ir al final de
esta página.
Agradecimientos
Dicen que en el cielo hay dos oficinas
diferentes para tratar lo relativo a las oraciones de las personas en la
tierra:
Una es para receptar pedidos de diversas
gracias, y allí los muchos ángeles que atienden trabajan intensamente y sin
descanso por la cantidad de peticiones que llegan en todo momento.
La otra oficina es para recibir los
agradecimientos por las gracias concedidas y en ella hay un par de ángeles
aburridos porque prácticamente no les llega ningún mensaje de los hombres desde
la tierra para dar gracias...
Desde esta sección de "Pequeñas
Semillitas" pretendemos juntar una vez por semana (los domingos) todos los
mensajes para la segunda oficina: agradecimientos por favores y gracias concedidas
como respuesta a nuestros pedidos de oración.
Desde Madrid, España, María Luisa agradece a Dios por los
favores recibidos en la curación de su salud.
Desde Maracaibo, Venezuela, recibimos
este mensaje: “Soy Ybelice A.,
quiero informarle que fui intervenida quirúrgicamente el día 1 de diciembre, de
histerectomia, la cual se realizó exitosamente. Aprovecho a través de la
presente darle eterno agradecimiento por las plegarias y oraciones pues
nuestras súplicas han sido escuchadas, mi recuperación ha sido rápida,
confiando en nuestro Dios, todo ha salido perfecto según los planes de nuestro
Señor Jesús de la Misericordia, y la Virgencita Milagrosa que no me desampara.
Tengo plena convicción que Dios no desampara a sus hijos amados, y yo soy una
de ellas. Doy testimonio de sanación ante Jesús Sacramentado”.
Unidos a María
En
1961, en Garabandal, pueblo de los Pirineos españoles, en la localidad de la
Calleja, cuatro niñas, Conchita, Jacinta, Mari Loli y Mari Cruz dan fe de la
aparición de la Virgen María bajo el título de Nuestra Señora del Carmelo. Del
2 de julio de 1961 al 13 de noviembre de 1965, las niñas reportaron más de 2000
encuentros con la Virgen.
El
título que María se da en Garabandal, “Nuestra Señora del Carmelo” evoca una
conexión con las apariciones de Lourdes y de Fátima. En efecto:
• Al finalizar sus visitas en
Lourdes el 16 de julio, fiesta de Nuestra Señora del Monte Carmelo, María
instaura el símbolo del Monte Carmelo como elemento culminante de un camino
espiritual en que las apariciones anteriores constituyen las etapas necesarias;
• En Fátima, el 13 de octubre de
1917, después del milagro del sol, solamente Lucía, vio nuevamente a Nuestra
Señora de los Dolores y a Nuestro Señor que seguía bendiciendo al mundo, y
después a Nuestra Señora del Monte Carmelo dando el escapulario.
En
Garabandal, María, al llevar ella misma el escapulario, nos invita a descubrir
nuevamente su significado: la devoción del escapulario del Carmelo es una
variante, muy concreta, de la consagración a Jesús por María.
Jardinero de Dios
-el más
pequeñito de todos-
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